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Momentum por olgap_k

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Momentum




No podía distinguir sus propios pensamientos en ese momento en que la oscuridad le rodeaba tan opresivamente, robándole la libertad que tanto disfrutaba poseer. Se sentía prisionero de lo incógnito y prohibido, encerrado en una ilusión que el mundo se negaba a darle y que era su maldición.

Como si el resto del mundo no tuviese sueños como él, que se trazaban tan hermosos y coloridos en su mente, pero que en el mundo real no eran más que trazos abstractos que carecían de color.

Hasta su poesía se veía limitada a suplicar por un amor que se escondía ahí mismo frente a él, de forma descarada. Era como si el mismo destino se burlase de aquello que tanto anhelaba y que no podía tener.

El frío invierno tampoco se apiadaba de él, y ahora se encontraba sentado sobre su cómoda cama, enrollado en una gruesa manta que guardaba un poco de calor corporal para que no muriese de hipotermia.

La ventana abierta dejaba entrar una brisa congelante que alborotaba sus cabellos oscuros y enfriaba su rostro, que era lo único que sobresalía de la tela mullida que cubría su cuerpo.

Odiaba la soledad y sin embargo ahí se encontraba sin compañía alguna, escondiéndose del resto del mundo, de sus amigos y del confort que pudiesen brindarle, porque no quería ser la obra del día de nadie. Despreciaba que sintieran pena por él, o lástima, le hacía sentir diminuto y aquella era una sensación que no le gustaba en lo más mínimo.

Cerró los ojos con fuerza, se deleitó en el silencio que era tan intenso que ensordecía y que le dejaba un timbre molesto en la cabeza. Como si estuviese perdiendo la razón; hasta las sombras que se dibujaban en la habitación en que se encontraba empezaban a perseguirle, a acosarle.

De la misma forma en que sus propios ideales ahora no eran más que sueños destrozados que yacían muertos a sus pies, como un triste recordatorio de todo lo que una vez había deseado y no pudo conseguir; así mismo estaba él derrotado ante la vida. Quizás el resto del mundo no se diese cuenta, porque sólo veían el exterior.

Pero por dentro estaba vacío.

Parecía que sus emociones se habían consumido tan velozmente que ahora hasta la triste depresión que parecía respirarse en su habitación se le resbalaba del cuerpo.

Había desarrollado alguna especie de protección que le evitaba hundirse por completo en un hoyo negro.

No tenía más salvación, pero seguía aferrado por alguna extraña razón a su existencia. Tal vez para torturarse a sí mismo al ver todo lo que se le escapaba como si fuese agua entre los dedos.

Se mordió el labio inferior y apretó entre sus dedos el material suave de la tela, para asegurarlo alrededor de su frágil cuerpo.

Miró hacia fuera, el cielo oscuro que parecía extenderse infinitamente y que estaba salpicado de resplandores plateados que iluminaban parcialmente la selva de concreto que había afuera que tomaba formas de callejones, calles y avenidas.

El concreto gris que teñía todo de monotonía y aburrimiento lo había devorado.

Su esencia ahora no se parecía ni un poco a lo que había sido en sus mejores días.

Todo él era sólo una sombra de su pasado, un bosquejo de lo que había sido y de lo que quería volver a ser.

Dejó escapar un bostezo y cerró sus ojos para abandonarse a aquellas caricias tiernas del sueño, que le ayudaban a escapar de la cruel realidad.

Cuando menos durante un instante.



—¿Cómo sigue? —preguntó bastante preocupado Tetsu, sus ojos castaños fijos en la puerta que estaba cerrada, siendo un obstáculo para llegar a la persona a la que tanto anhelaba ver. —Dime que está mejor.

Era una orden, desesperada e inútil, para poder calmarse un poco y recuperar la tranquilidad que antes le acompañaba tan fielmente y que ese día había decidido emprender su propio camino, lejos de él.

Estaba nervioso, todo su cuerpo lo demostraba por lo mucho que se movía, porque seguía jugando con el bolígrafo que tenía entre los dedos, por aquel tic nervioso que le hacía mover rítmica y a un determinado período de tiempo, la pierna derecha.

—Calma, calma, que también me pones nervioso. —pidió un cansado Ken, quien estaba sentado en una silla incómoda de plástico color azul que odió a simple vista pero que terminó usando porque estar de pie no era uno de sus pasatiempos. —No estés tan agitado, hombre, que me pones de nervios.

—Entonces dime cómo sigue.

Yukihiro quien había sido simplemente espectador de aquella escena, decidió entrar a la obra y dejar de lado, sólo por un momento, su actitud tan silenciosa. Estaban en una situación que no llamaba a su apatía.

Las luces fluorescentes de aquel hospital eran realmente molestas y el blanco rodeándoles por todos lados no era nada reconfortante, es más llegaba a ser bastante incómodo. El sonido de los pasos de las enfermeras recorriendo el pasillo y mostrando rostros cansados y fríos, tampoco era algo que ayudase a calmar los nervios y la desesperación que crecía desde el interior de ellos.

—Sigue inconsciente, pero el doctor dice que es muy probable que despierte pronto. —dijo el baterista. Su voz suave y casi en forma de susurro sirvió para tranquilizar un poco al otro hombre. —Lograron estabilizarle por completo y detuvieron el sangrado interno así que ahora de lo único que tenemos que preocuparnos es de que abra los ojos prontos.

—Hyde es demasiado necio como para dejarse morir tan fácilmente. —expuso el guitarrista.

No había la usual chispa de diversión en sus ojos, pero la convicción de que el otro hombre iba a luchar por su vida estaba ahí, tan clara como el agotamiento físico de su cuerpo, que se manifestaba en su rostro pálido y ojeroso.

—Disculpen que les haya dejado aquí. —se disculpó el líder de repente. —Pero tuve que ir a solucionar algunos problemas con la disquera y tuve que avisarle a Kaz y a varios amigos de Hyde acerca del accidente.

—Seguramente iban a enterarse pronto. —interrumpió Ken. —Esto va a salir en todos los periódicos y noticieros de Japón. De todo Asia de ser posible.

Un asentimiento del bajista.

Pero no dijo más, sólo se dedicó a observar sus zapatos y a contar las lozas del suelo blanco. Encontró varios imperfectos en las sillas: muchos clavos faltantes y pintura levantada, así como manchas en la pared.

Pero era mejor enfocarse en cualquier cosa para dejar de pensar en los peores escenarios posibles que pudiesen presentarse.

Y es que la noticia le había dejado destrozado.

Ni siquiera pensó en su esposa, quien estaba ahora en casa, durmiendo sola en una enorme cama; sólo se había preocupado por llegar al hospital lo más rápido posible sin involucrarse él mismo en ningún accidente.

Y aún después de ver el cuerpo de Hyde siendo transportado en la camilla a una sala de operación, no podía creer la noticia que se repitió durante mucho tiempo en su mente.

Un camión había golpeado el pequeño vehículo de Hyde en la carretera y lo había volcado.

El cantante estaba gravemente herido y el conductor del camión había escapado sin ningún rasguño.

De ser por él, habría golpeado a aquel hombre hasta matarlo con sus propias manos.

Casi le había arrebatado a aquella persona que para él tenía un profundo valor, que siempre estaba en sus pensamientos y que muchas veces, sin saberlo, le había ocasionado problemas fuertes con su esposa.

—No te preocupes demasiado. —pidió Ken, no estaba viéndole, pero esos dos se conocían tan bien que podían sentir su estado anímico a la distancia, y el guitarrista conocía muy bien la historia entre su líder y Hyde. —Hyde estará despierto muy pronto y no querrás verte cansado cuando tengas que entrar a verle.

Eso le robó una media sonrisa.

Porque seguramente su vocalista se quejaría que estaba durmiendo muy poco y que realmente no debería estar desvelándose por él.

Lo haría con aquella voz suave que solía usar para convencerle de hacer las cosas cuando él se empeñaba en no hacerlas. Según Ken, parecían una vieja pareja de esposos, que siempre discuten sobre qué hacer o qué no hacer, pero que lo hacen de forma afectuosa.

—Lo sé. —murmuró, pero es que no podía deshacerse de la preocupación que le acosaba, que parecía haberse pegado a él como sanguijuela. Y tampoco podía obligarse a sí mismo a ponerse en pie, caminar a la salida, abordar su vehículo e ir a descansar un poco. Quería seguir ahí, hasta que el vocalista abriera sus ojos.

Hyde era una parte importante en su vida, una parte que le hacía una mejor persona. Era aquel ser humano que a pesar de estar lleno de defectos y de ser egocéntrico, le inspiraba a hacer cosas que nadie más conseguía de él. Le hacía alguien mejor.

—¿Qué dijo Ayana de que estás aquí? —quiso saber el guitarrista.

Y como si le hubiese dado un golpe, le regresó a la realidad tan repentinamente que después de parpadear y darse cuenta donde estaba y por quién, hizo que la preocupación regresase con más fuerza.

—No le di mucho tiempo de hablar. —admitió, sintiéndose momentáneamente culpable por simplemente haberle dado la espalda y huir de casa para ir al rescate de Hyde, como siempre había hecho.

Sólo que esta vez no había estado en sus manos ayudar a su amigo a mejorarse; había tenido que confiar en los doctores.

Y él odiaba confiar en los demás a la hora de hacer las cosas como él las quería, y lo único que quería ahora era al mismo Hyde sonriente que siempre conseguía animarle el día, a pesar que su día hubiese sido el más horrible de todo el mundo. Pero tenía que ser paciente y esperar que los doctores hubieran hecho un buen trabajo.

Porque Hyde era un pedacito de sol para él.

Aquellos expresivos ojos oscuros eran capaces de hacerle ver la luz en su oscuridad, por eso mismo ahora suplicaba a cualquier deidad que quisiera escucharle que le regresaran al mismo Hyde que tanto apreciaba.

—Si quieres puedes ir a casa. —dijo Ken, al darse cuenta de la culpabilidad que había nublado los ojos de Tetsu en un instante.

Eran mejores amigos, claro que sabía cuando su amigo se sentía mal o culpable. Y también le comprendía. Tetsu vivía atrapado entre los sentimientos que Hyde despertaba en él y también en la que suponía debía ser su forma de actuar ahora que estaba casado. Sus deberes de esposo muchas veces habían sido la razón por la que dejaba de hacer las cosas que más disfrutaba.

Y él como su amigo quería apoyarlo, pero no podía hacer cambiar de opinión tan fácilmente al bajista. Por eso sólo le quedaba demostrarle su apoyo.

—No quiero ir a casa. —respondió el líder. —Quiero estar aquí cuando Hyde despierte.

—No quiero arruinarte las ilusiones, Tetsu, pero eso puede tomar varios días.

—Es mejor que vayas a descansar. —habló Yukihiro. —Ken y yo nos quedaremos un par de horas más y te llamaremos para que vengas a cuidarlo después. Tienes que dormir un poco y calmarte.

Tetsu quiso negarse una vez más, pero Ken no lo permitió.

—Ya hiciste mucho hoy por él. —le recordó. —Hablaste con los ejecutivos de Sony, le avisaste a todos los de su equipo de trabajo, incluso le llamaste a Gackt-san. Así que ahora ve a casa y duerme un par de horas.

—Está bien.

Fue todo lo que dijo, no ofreció palabra alguna más y se levantó de su asiento para caminar a la salida lentamente. Había algo que quería mantenerlo ahí, en el hospital, pero sus amigos tenían razón. Estaba demasiado agotado y si continuaba ahí, seguramente se quedaría dormido en las incómodas sillas.

Se volvió y llamó a Ken.

—Ten las llaves de mi carro. —dijo, lanzándoselas a su amigo. —Tienes razón, estoy muy cansado, y es mejor que alguien más maneje por mí.

El guitarrista se giró a medias para observar a Yukihiro quien asintió a la pregunta silenciosa de Ken. Sí, él se quedaría ahí por si los doctores tenían alguna noticia que dar sobre la condición del vocalista.

Él también estaba preocupado, tanto como Ken y Tetsu, pero no iba a demostrarlo abiertamente. Porque prefería mejor mantener la calma y esperar a que todo se solucionara. Sabía que Hyde iba a despertar del coma en cualquier momento.



Estaba corriendo, huyendo de aquella sombra que le seguía y que amenazaba con consumir toda la luz que había en el sitio en blanco donde estaba. Y él seguía avanzando, cubriéndose con una manta gruesa que había sobre sus hombros. Sus pies descalzos golpeaban el frío suelo, pero no se detenía. Corría, corría, no paraba ni aunque sentía que se le acababa el aliento y en cualquier momento caería al suelo, demasiado agotado como para siquiera intentar moverse.

Su cuerpo dolía mucho, pero algo lo impulsaba a seguir corriendo.

Y eso era justamente lo que estaba haciendo.

Aunque no era solamente su cuerpo lo que dolía, era algo más profundo, que no dejaría de doler con medicamentos y descanso. Era un dolor profundo que parecía consumirlo desde adentro, como aquella sombra que devoraba todo a su alrededor, y que amenazaba con llevárselo a él también.

Un vacío que se extendía succionando todo a su alrededor.

Cerró los ojos y se detuvo, porque delante de él se extendía interminable, la misma nada que estaba persiguiéndole. ¿Por qué debía seguir corriendo cuando toda la esperanza parecía haberse desvanecido de ese sitio?

¿Dónde estaba?

¿Por qué se sentía tan ansioso y desesperado? ¿Por qué Tetsu no estaba con él? ¿Dónde estaba Ken y su siempre presente cajetilla de cigarros? Tampoco veía a Yukihiro, siempre silencioso pero presente, dándole confort con su mera presencia.

Sentía lágrimas en su rostro, y supo que estaba llegando al límite.

Susurró el nombre de su hijo.

Quería verlo, extrañaba su inocencia, su ternura infantil, y la forma en que le amaba incondicionalmente. Como le entregaba todo su afecto sin esperar nada a cambio.

Abrió los ojos.

Estaba en un parque oscuro, donde sólo le iluminaban unas cuantas luces artificiales, mientras que algunos cuantos de los faroles estaban descompuestos, había uno casi a su lado, luz artificial brillando sobre él. Estaba sentado en una banca metálica, y la manta que había estado con él, seguía siendo la única constante en esta pesadilla.

—¿Sabes? Hay gente que no tiene la oportunidad de lograr todo lo que quiere mientras están vivos, y cuando están entre la vida y la muerte se aferran con fuerza a la vida, y quieren hacer todo aquello que no hicieron durante toda una vida en unos cuantos segundos.

Miró de reojo a la persona que estaba junto a él.

No sabía por qué veía a Tetsu junto a él, pero se sintió un poco mejor, menos tenso.

—¿Dónde estamos? —preguntó.

Se sorprendió a sí mismo por lo temblorosa que sonó su voz, pero lo único que hizo fue aclararse la garganta y continuar observando a su acompañante, esperando su respuesta.

—Esto es sólo un mal sueño, Doiha. —fue la respuesta que recibió. —Una pesadilla de la que tienes que despertar para que podamos seguir adelante con L’Arc~en~Ciel, para que sigas siendo el mismo Haido que enloquece a todo Japón.

—¿Tetchan? —llamó suavemente, incrédulo. —¿Por qué estás yéndote?

Pero Tetsu no le respondió, porque el cuerpo que estaba sentado junto a él empezó a desvanecerse lentamente, hasta que ya no había nadie más al lado de él, y lo único que pudo hacer fue volver a cerrar los ojos, esperando que cuando los abriera, aquella pesadilla hubiese terminado.

Pero no fue así.

Había regresado al mismo punto del principio de este mal sueño.

Estaba sentado en su cama, aquella enorme cama que una vez había compartido con Megumi, y que ahora era sólo suya. Donde pasaba las noches rememorando aquellos buenos tiempos de su vida, pensando en cómo recuperarlos, pero no haciendo nada al respecto porque el temor le paralizaba y sólo observaba como el mundo seguía girando, avanzando, y él permanecía estático en el mismo punto.

Tampoco estaba solo.

En el suelo, jugando con una de las guitarras que había comprado en su último viaje a América con VAMPS, se encontraba el bajista de L’Arc~en~Ciel, tocando notas al azar mientras afinaba el instrumento.

—¿Qué haces aquí? —preguntó.

Su voz sonó más firme que la última vez que había hablado, y se sintió un poco tranquilo por no permitir que nadie más se diera cuenta de lo perturbado que se encontraba en este momento.

Tantas alucinaciones estaban haciéndole sentirse paranoico y desesperado, aunque estaba un poco sorprendido de sí mismo por no haber terminado ya de perder lo poco de cordura que aún poseía después de todo lo que había vivido los últimos minutos.

Se sentía como prisionero de una película de terror.

—Tú me tienes aquí. —escuchó. —No me dejas ir, pero tampoco me dejas entrar por completo.

No sabía a qué se refería el bajista. O al menos quería pretender que no lo sabía, porque no podía ser posible que Tetsu supiera acerca de sus sentimientos por él, de lo mucho que no solamente le respetaba y admiraba, si no de aquel afecto ardiente que hacía que su corazón latiera con más alegría.

—¿Qué dijiste? —intentó.

El bajista alzó su mirada, dejando de observar el instrumento hermoso que había sobre sus piernas, entre sus brazos.

Sus ojos reflejaban lo mismo que Hyde estaba sintiendo, confusión, desesperación, malestar y una tristeza que parecía tan honda como el mismo océano, e igual de inmensa.

—Despierta, por favor, Hyde. —susurró. —Abre los ojos.

Abre los ojos, por favor. Escuchó justo al lado de su oído, como si alguien estuviese susurrándole las palabras con una desesperación que era tan contagiosa que quiso ponerse de pie y seguir aquella voz. No nos dejes. No te vayas aún… todavía no es hora.

Y una vez más, como un castigo divino, el Tetsu que estaba frente a él se convirtió en una aterradora nada que le dejó mudo de la impresión. Sólo pudo cubrirse el rostro con ambas manos y sentir como se hundía un poco más en su desesperación.

Sintió las lágrimas tibias resbalando por sus mejillas, así como también aquel grito atrapado en su garganta que no quería dejar escapar. Se abandonó al sufrimiento y confusión que lo tenían prisionero.

Percibió como el dolor se apoderaba de él, un dolor que ahora era más físico que emocional. Que parecía desgarrar sus músculos, que presionaba y jalaba, punzaba y asfixiaba. Abrió los ojos y vio que ahora toda la habitación tenía un aire fantasmal… todo parecía etéreo e inhumano, como si él no perteneciera a ese sitio.

No supo que hacer, sólo cerró los ojos y una sacudida en todo el cuerpo le arrebató de la consciencia y todo se volvió negro.



Tetsu había regresado incluso antes que Ken lo llamara. Había necesitado un taxi porque su amigo había tomado su automóvil como rehén, porque le conocía así de bien y sabía que iba a estar de nuevo en el hospital antes de que él o Yukihiro hicieran la llamada.

Por eso mismo ahora estaba sentado junto al cuerpo inconsciente de Hyde, quien estaba conectado a tantas máquinas que se veía aún mucho más frágil de lo que él normalmente era.

Su cuerpo estaba más pálido que de costumbre cubierto de vendas y una parte de su rostro estaba llena de hematomas, del mismo modo que gran parte de su brazo derecho y seguramente su pierna estaba igual; si pudiera verla lo comprobaría.

Tomó con cuidado la mano izquierda del vocalista y entrelazó sus dedos.

Había sido la peor noticia de su vida cuando Ken llamó y le dijo lo que había sucedido; había entrado en un estado de shock que le había dejado actuando casi en piloto automático para encargarse de muchos asuntos que no le pertenecían a él pero que quería ver por su propia cuenta, para evitarle problemas futuros a Hyde.

Ni siquiera recordaba claramente aquella discusión que tuvo con Ayana, porque no la consideraba algo tan importante. Mucho menos cuando la vida de alguien tan especial para él estaba en peligro.

—Despierta pronto, por favor. —pidió en un susurro que rozó la frente del vocalista, donde depositó un suave beso.

No sabía cuánto tiempo debía esperar, pero estaba dispuesto a no darse por vencido nunca.

—Abre los ojos, por favor. —susurró, y ahora besó la mano pequeña que estaba sujetando. —No nos dejes. No te vayas aún… Todavía no es hora.

Si pudiera, si tan solo pudiera, renunciaría a un poco de su vida con tal de ver los ojos de Hyde observándole una vez más, de escuchar aquella risa alegre y aquella voz con la que el cantante le había conquistado.

No había necesitado más.

La pasión con la que cantaba había sido suficiente, la entrega del pequeño hombre en el escenario, como había parecido que estaba seduciendo al micrófono y a toda la audiencia presente en aquella pequeña estancia. Hyde nunca hacía nada a medias.

Y eso él lo apreciaba. Su pasión por la vida, por la música, por todo lo que le gustaba, eran lo que lo habían cautivado de por vida.

—Cuando despiertes. —dijo.

Y se estaba refiriendo a aquello que había pospuesto toda su vida, a aquel secreto que todos sabían pero que ninguno de los dos realmente había admitido.



Ahora caminaba en círculos, estaba seguro de eso. Y parecía que estuviera en una especie de feria por todos los puestos de juegos, comida y los juegos mecánicos que se podían apreciar a la distancia, pero no había ninguna persona haciéndole compañía en aquel lugar. Por eso caminaba sin detenerse, reencontrándose con algunas señales que le indicaban que, ciertamente, no estaba avanzando.

Un póster de L’Arc~en~Ciel en una pared seguía apareciendo siempre, después de caminar por unos cinco minutos. Y empezaba a preguntarse por qué estaba alucinando de esta forma. ¿Qué pecado había cometido para estar atrapado en este laberinto mental?

Y por qué los rostros de tres de ellos estaban tachados, menos el de Tetsu.

Un dolor en el costado le hizo detenerse, eso y la sensación de algo deslizándose por su frente.

Se llevó la mano ahí, donde algo le cosquilleaba, ahora cayendo por su mejilla, y sus dedos se mancharon de sangre. Su cabeza empezó a doler, así como todo su costado derecho, sus piernas no le sostuvieron más y acabó de rodillas en el suelo. El grito que le abandonó fue uno desgarrador.

Y lo único que podía pensar era en dónde estaba y por qué no podía apartar el rostro sonriente de Tetsu de su mente.



El dolor seguía ahí, en todo su cuerpo, pero más sutil, cuando abrió los ojos, como si algo estuviese bloqueándolo un poco.

Y estuvo bastante aliviado de no encontrarse en una habitación vacía, donde sólo él y su cama parecían existir. Los alrededores de aquel escenario le revelaron que estaba en un hospital, y la persona que cabeceaba a su lado era Tetsu.

No recordaba qué era lo que había pasado, pero podía hacerse una idea por los vendajes que cubrían su torso y el dolor de cabeza que sentía. Era sutil, pero estaba ahí, molestándole. Lo primero que hizo fue apartarse la máscara de oxígeno que cubría su rostro.

—Tetchan… —llamó con suavidad, con voz ronca. —Tetsu.

Y el bajista abrió los ojos lentamente y le regaló una sonrisa de alivio.

—Gracias por haber regresado. —dijo y apretó su mano, y fue en ese momento en que el vocalista se dio cuenta que su mano estaba entre la mano del líder. No lo había notado por haber estado tan ocupado dándose cuenta del dolor de todo su cuerpo.

—¿Qué pasó? —quiso saber, sintiéndose confundido y cansado, muy cansado.

El bajista le observó fijamente, con tanta intensidad en su mirada que no pudo seguir manteniendo sus ojos en los de Tetsu y tuvo que mirar a otro lado; decidiéndose enfocarse en la mano suave del bajista sosteniendo la suya.

—Tuviste un accidente hace dos días, —respondió y se pasó la otra mano por el cabello despeinado. —Fue muy grave y tuvieron que operarte de emergencia para detener el sangrado interno y estabilizarte. No sé muy bien qué fue lo que pasó. Ken fue quien me avisó.

No dijo nada durante un largo período, porque estaba pensando, intentando recordar qué era lo que había sucedido. Pero después del ensayo con la banda y de haber ido a tomar unas cervezas con unos amigos no recordaba nada, sólo el extraño sueño que había tenido en su inconsciencia, donde él y Megumi ya no estaban juntos y la presencia de Tetsu le perseguía.

—¿He estado inconsciente dos días? —decidió preguntar, sabiendo que forzarse a recordar no era lo que debería estar haciendo.

Quizás estaba mejor no sabiendo lo qué había pasado.

—Sí, dos días. —fue la respuesta susurrada del bajista. Sonaba aliviado, como si esos dos días no hubiese hecho más que estar allí sentado a su lado, esperando a verlo abrir los ojos; y quizás su apariencia física justamente señalaba eso.

Su ropa estaba arrugada, su cabello despeinado, estaba ojeroso y tenía la sombra de una pequeña barba sobre el rostro. Lo que le decía que sí, el bajista había estado ahí, cuidando de él.

—Lo siento. —fue todo lo que se le ocurrió decir. —No me gusta llamar la atención… bueno, no de esta forma.

Tetsu sonrió por primera vez en dos días y acarició suavemente los cabellos rojizos de Hyde.

—No tienes que disculparte. —le aseguró. —Sólo me alegra que ya hayas despertado. Que estés bien.

Soltó la mano del vocalista y se puso de pie para poder servir agua en un vaso y dársela al pelirrojo.

—Apenas hace un par de horas te desentubaron, por eso tenías la máscara de oxígeno. Deberías seguir usándola. —opinó, entregándole el vaso con agua al otro hombre, quien lo aceptó y lo bebió rápidamente, disfrutando el agua lubricando su garganta reseca.

—Estoy bien. —afirmó. —Sólo un poco cansado, ¿sabes? Y confundido porque no recuerdo qué pasó.

El castaño le acarició el cabello suavemente, muy suavemente, y le regaló una de sus mejores sonrisas, que iluminó su rostro cansado y animó un poco al adolorido cantante.

—Duerme un poco, ya después hablaremos de lo que pasó.

Y con las manos de su líder haciendo magia sobre su cabeza, se quedó dormido.



Tetsu no era alguien religioso, no lo era. Pero en ese momento, se sentía genuinamente agradecido a Dios por haberle regresado a Hyde. Lo había visto tan débil y lastimado, y había querido protegerlo de todo el mal del mundo.

Y la parte pesimista dentro de él había estado convencida que esos ojos oscuros jamás iban a volver a mirarlo. Por eso ahora se sentía tan aliviado, como si su corazón ya no estuviese siendo dolorosamente apretado, y el nudo en su garganta hubiese desaparecido.

Había salido un instante a que la luz del sol le diera, mientras Megumi pasaba tiempo con su esposo.

—¿Estás bien? —le preguntó Ken, tenía un cigarrillo entre los dedos, pero no lo estaba fumando, por respeto a su amigo, y porque no quería fastidiarlo ahora que se veía tan cansado.

—Estoy bien. —respondió y tomó un sorbo del café que Yukihiro le había regalado antes de irse a apoyar en una pared lejana, para poder fumar sin molestar a nadie. —Necesito llamar a los músicos de Hyde para avisarles que ya despertó. Querrán verlo.

—Tranquilo. —dijo el guitarrista. —Yuki o yo podemos hace eso. Tienes tantas cosas en mente que por eso no puedes dejar de estar tan tenso y preocupado. Ya no estés tan preocupado… Hyde ya despertó.

Tetsu suspiró.

Quería obligarse a enfocarse en todo lo positivo, pero haber estado tan cerca de perder al vocalista le había hecho abrir los ojos. Y sabía que el tiempo seguía avanzando y que ninguno de los dos tenía asegurado vivir eternamente, y tenía que apresurarse y hacerle saber a Hyde realmente qué tan importante lo consideraba en su vida.

—Tengo que decirle, Ken. —y después de un solo trago se tomó lo que restaba de café, ya se había enfriado y no sabía igual.

Su amigo movió la cabeza afirmativamente. Sabía de qué estaba hablándole el bajista, y lo apoyaba.

Lo había sabido siempre, porque hay emociones que no se pueden esconder de aquellos que te conocen tan bien. Y el afecto que Tetsu sentía por Hyde se notaba. Su atención siempre se centraba en el cantante e ignoraba todo a su alrededor. Y Ken había visto todo eso durante más de quince años.

—¿Por qué estás tan nervioso? —le preguntó, decidiéndose a guardar su cigarrillo. —Si estás seguro de lo que sientes no veo motivo alguno para que estés tan preocupado.

El bajista se mordió el labio y sacudió la cabeza, como apartando algún pensamiento negativo. Jugó con el vaso de plástico ya vacío donde había estado el café y miró hacia la puerta del hospital con fijeza.

—Todos estos años lo he querido y no me he atrevido a decírselo. —explicó con voz tensa. —Me pregunto qué pensará cuando se lo diga. ¿Cómo reaccionará? Quiero creer que me va a escuchar y va a considerar mis sentimientos.

—Claro que lo hará. —le aseguró el guitarrista. —Hyde también siente algo por ti. Es obvio hasta para un ciego. No sé por qué estás tan nervioso.

Tetsu arrugó la nariz y después sonrío.

—Quizás crea que lo hago por el accidente, cuando en realidad vengo pensando esta conversación desde hace quince años, cuando supe que esto no era solamente un gusto más.

Ken sólo pudo asentir.

—Todo va a salir bien, ya lo verás.

—Eso espero, porque finalmente voy a hacer algo que es sólo para mí.



Cuando regresó a la habitación donde Hyde descansaba, el pelirrojo estaba sonriendo mientras leía un mensaje de texto en su teléfono móvil.

Apartó la mirada del dispositivo electrónico para observar a Tetsu y regalarle una sonrisa.

—Sakura te envía saludos. —murmuró con aquella amplia sonrisa aún adornándole el rostro. —Todos me han enviado mensajes. Me siento tan importante.

Su rostro golpeado parecía brillar por la emoción que estaba experimentando, y Tetsu se preguntaba por qué Hyde le hacía sentir tanto. Cuando se trataba del vocalista sus sentimientos siempre se intensificaban.

—¿Cómo te sientes? —preguntó, volviendo a ocupar el asiento junto a la cama.

Hyde se cubrió el rostro con las manos y después suspiró.

—Estoy bien. —respondió después de apartar las manos de su rostro y sonreír a medias. —Un poco golpeado, cansado y adolorido, pero vivo. Así que estoy bien.

Tetsu escuchó la voz del cantante, se bebió las palabras que le hacían saber que el hombre a su lado estaba vivo, y pudo sentir como aquella preocupación que aún estaba cargando con él empezaba a evaporarse de poco a poco.

—Por un momento creí que no ibas a despertar. —confesó y buscó con la suya la mano del pelirrojo, para apretarla con firmeza. —El doctor dijo que era una posibilidad. Pero a pesar de mis dudas, estaba convencido de que tú estabas luchando por despertar.

El vocalista recordaba lo que había “soñado”. Aquellas imágenes habían quedado tatuadas para siempre en su memoria. Y ya había descifrado aquel acertijo que su propia mente le había puesto.

Lo supo cuando ver a Megumi no fue tan necesario para él como lo era ver al bajista, saberlo cerca.

—Tetsu. —llamó, pero el bajista negó, apretó su mano y cerró los ojos con fuerza.

—Jamás me sentí tan feliz en toda mi vida como cuando te escuché decir mi nombre hoy, cuando despertaste. —le reveló. —Y quizás no sea el momento o el lugar, pero es algo que he querido decirte desde hace muchos años.

—¿Qué cosa? —pregunto, revelando su curiosidad y ansiedad.

—La primera vez que te vi fue tu apariencia lo que me cautivó, y después fue tu voz. —recordó. —Y te seguí por toda la ciudad hasta que decidiste unirte a mi grupo. Y así fue como llegó a mi vida la persona a quien considero la más importante de ésta.

El pelirrojo sonrió.

—Desde que te conocí supe que eras alguien destinado al triunfo; y también me gustaste mucho, por eso seguía diciéndote que no, porque sentirme perseguido por ti alimentaba mi ego. —una pausa para sonreírle al bajista. —¿Sabes, Tetchan? Tú dices que tienes suerte de que yo haya dicho que sí a tu propuesta, pero la verdad es que fui yo el afortunado por haber conseguido que alguien como tú se fijara en mí.

Soltó su mano del agarre del bajista y se acomodó sobre la pequeña cama.

—Estoy muy cansado, Tetchan. —dijo. —Hablaremos más de esto cuando despierte.

Sólo vio el asentimiento del castaño, cerró los ojos y se durmió rápidamente.



Esta vez quien le recibió cuando abrió los ojos fue Gackt, quien estaba entrando mientras Tetsu salía. Sólo le vio la espalda. Se giró a su amigo y le sonrió a medias. El cantante llevaba un ramo de rosas rojas entre los brazos.

—¿Cómo te encuentras? —se sentó a su lado y le apartó unos cabellos del rostro, para poder darle un beso en la frente.

—Sólo un poco adolorido, pero nada grave. —respondió. —Y tú, ¿qué haces aquí? Seguramente atraerás mucho la atención.

Gackt rió.

—Ya hay suficiente gente afuera, no traje mucha conmigo. —dijo y le entregó las rosas a Hyde, quien las dejó sobre su abdomen y volvió a enfocar su atención en su amigo. —Ogawa me avisó que habías despertado y decidí venir a visitarte.

Fue el turno del pelirrojo de reírse, mientras acariciaba con su mano izquierda una de las rosas.

—¡Qué considerado de tu parte! —le sonrió. —Ni siquiera recuerdo qué fue lo que pasó. Pero debió haber sido muy feo… estuve dos días inconsciente.

—Al menos estás consciente, y ya no hay ningún riesgo.

—Sí, pero… —una pausa. —¿Sabes? Mientras estaba inconsciente tuve esta horrible pesadilla donde estaba atrapado en medio de la nada y que todo se iba consumiendo. Por un momento creí que había perdido la razón, y de repente me encontraba en una feria vacía, donde había pósteres de L’Arc~en~Ciel por todos lados. Quizás ese golpe me robó la poca cordura que me quedaba.

—Qué sueño tan bizarro, pero debe tener alguna explicación, ¿no crees?

—Lo sé… es sólo que, es sobre Tetsu. —apartó la mirada. —No creo que quieras escuchar mi interpretación de mi “sueño”.

—No veo por qué no. —le comentó. —Siempre supe que tú no ibas a quererme como más que un amigo, porque llegué muy tarde a tu vida, así que no es culpa tuya, y mucho menos mía. Es culpa del destino. Por no ponerme antes en tu vida.

—¿Como unos diez años antes?

—Exactamente. —le sonrió al pelirrojo. —¿Qué fue lo que crees que tu subconsciente está diciéndote?

Hyde bostezó y se frotó uno de los ojos.

—Que soy un imbécil y que debo decirle a Tetsu lo que siento por él. —habló. —Bueno, algo así le dije ya, y él también dijo algo. Dijo que soy la persona más importante en su vida. Es sólo que… hay tanto que no nos hemos dicho, y no quiero que él crea que esto es sólo algo físico, porque no es así.

—¿Nunca?

—Si lo dices por aquella vez que tuvimos sexo, déjame escudarme en el hecho que ambos estábamos completamente ebrios y que yo estaba caliente y él estaba ahí, así que decidí aprovechar la oportunidad. —se defendió. —Y quizás haya sido sólo sexo pero para mí tuvo un mayor significado…aunque eso lo supe después.

—Algo me dice que después de que ocurrió, jamás lo hablaron.

—Así es más fácil, ¿no crees? —preguntó. —Como cuando tú y yo… bueno, jamás lo hemos discutido tampoco.

—Porque es mejor así. —le dijo el cantante. —Tú lo hiciste solamente porque yo te lo pedí, así que no hay que hablar de eso.

—Lo siento.

—No te preocupes. —le aseguró el cantante. —Ahora sólo debes preocuparte en mejorar y en hablar con Ogawa. Se veía bastante tranquilo, a comparación del día que me llamó para avisarme del accidente. No lo vi, pero no sonaba muy bien. Creí que en cualquier momento se pondría a llorar mientras hablaba conmigo.

—Ken me dijo que ha estado aquí desde el accidente, y que incluso discutió con Ayana. —comentó. —No sé qué decirle, porque… ¿qué puedo ofrecerle yo?

Gackt rió.

—Puedes ofrecerle exactamente lo que él quiere y lo sabes. —le dijo. —Sólo dile que sí.

Asintió y decidió cambiar el tema de la conversación.

—Háblame de ti y de tus proyectos. Cualquier cosa.

Y Gackt lo hizo porque sabía que si su amigo seguía pensando en su situación amorosa con el bajista, solamente iba a continuar estresándose, y por como se encontraba, no era muy saludable.



Regresó después de haber visto a Gackt subirse a su vehículo y marcharse; después entró al hospital y se dirigió a la habitación del vocalista, quien estaba en silencio observando el techo, como si éste pudiese darle la respuesta que estaba buscando.

—¿Sucede algo? —interrogó, tomó las rosas que seguían sobre Hyde y las colocó en el buró junto a la cama.

Le miró a la cara y asintió.

—Tetchan… hay algo que quiero decirte. —sabía que estaba sonrojándose.

Lo que no recordó fue que gracias a los golpes en su cara, Tetsu realmente no lo notaba. El bajista le observaba con curiosidad, y con genuino interés.

—Hay días… —una pausa y una media sonrisa. —Hay días en los que no dejo de pensar en ti. Y desde aquella vez que… mmm, estuvimos juntos, quiero algo más. Pero no sé qué pueda ofrecerte yo a ti.

El bajista se inclinó hacia el frente, le besó la sien y susurró contra la piel maltratada del vocalista.

—Sólo hay que tener paciencia, ya veremos que podemos darnos mutuamente. —le respondió. —Lo único que quiero es que estés bien.

El vocalista asintió.

—Ahora lo estoy. —dijo. Tomó la mano de Tetsu y lo jaló un poco más hacia él, para poder ser él quien besara a Tetsu, un beso suave, casi tímido, muy cerca de los labios.

—Gracias.

-fin-
Notas finales:

Quizás no sea mi mejor haitsu, porque fue muy sutil, pero así lo imaginé y así quedará. Quizás un desarrollo en su relación sería genial, si puedo visualizarlo más detalladamente, definitivamente lo escribiré =D


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