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El beso del Vampiro por hakusan16

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Notas del capitulo:

:D ¡Continuación!

Ja, ja, me hace gracia saber que varios ya están sacando sus propias conclusiones, algunos están también desesperados por saber qué es lo que le había pasado al teme de Sasuke. Otros ya estaban seguros de lo que iba a pasar :P Y a los demás les gustó el capítulo.

¡Qué lindos! n.n

Oh, les he dicho cuánto les quiero, queridos lectores n.n Sin ustedes este fic no hubiera crecido tanto, los quiero de verdad.

¡Por cierto! Qué emoción, este fic ya llegó a 89 reviews ¡WIII! :O Qué bueno que les haya gustado, me emociona demasiado, por eso ahora les tengo la continuación, uy, uy, ¿qué pasará? :D pues les dejo ver el capítulo con tranquilidad.

Este capítulo va dedicado a todos los que me dejaron su review.

¡¡LA ESPERA A TERMINADO Y LA VERDAD SALE A FLOTE!!

Capítulo 9 "Cambios"

Un sol radiante me saludó con sorna por la mañana. Me sentía miserable, y encima la mandíbula me dolía horrores. Tenía sabor amargo en la boca y todavía llevaba puesta la ropa del día anterior. Era como si no hubiera pegado ojo en toda la noche. Sasuke me había dejado. Sólo de pensarlo se me hizo un nudo en la garganta. A duras apenas salí de la cama y llegué hasta el baño; tenía los ojos hinchados y rojos de tanto llorar. ¿Por qué me había dejado? ¿Qué le había hecho? Todo estaba bien hasta que leyó el nombre de mi padre... ¡El diario de mi madre! No dejó que me lo llevara, me metí en la ducha e intenté ordenar mis pensamientos bajo un chorro de agua caliente. Cada vez estaba más indignado. No podía aceptar que Sasuke me echara de su vida de esa manera. "No quiero volverte a ver, olvídate de que nos conocemos.  ¡Lo nuestro ha acabado!", había dicho.

¡Idiota! Podía ser que lo nuestro había acabado, pero ¿por qué? Tenía derecho a saber el motivo, ¿no? Sasuke tenía que decírmelo; además quería recuperar el diario de mi madre.

Hablaría con él en la escuela, lo quisiera o no. Al salir de la ducha, miré mi rostro, por lo menos había quitado un poco las huellas del llanto anterior, así que no le tomé importancia y salí. Me vestí y preparé las cosas para ir a clase.

En la cocina, Iruka, me esperaba, que ya había preparado una taza de mi té favorito.

-Tú tío quiere verte, te espera en su despacho-dijo triste.

Fui a verlo con el estómago revuelto. Una lámpara iluminaba los libros viejos en las estanterías,  que llegaban hasta el techo. Las cortinas estaban corridas y no dejaban entrar el sol de mañana. Estaba en su escritorio, y detrás de él había dos hombres  que nunca había visto antes. ¿Desde cuando se rodeaba mi tío de guardaespaldas? Me quedé de pie entre los dos sillones de piel, delante de su escritorio de caoba. No me dejó ni darle los buenos días.

-Estoy muy decepcionado, jovencito. Yo intentaba protegerte, y tú ahí rodeada de criminales-empezó.

-Sasuke no es ningún...

-¡No me discutas!-dijo interrumpiéndome.

Di un paso atrás sorprendido por su respuesta y topé con alguien a mis espaldas. Me di la vuelta, asustado; era otro de los impasibles guardaespaldas de mi tío. Me puso la mano en el hombro y me giró para que estuviera de cara a Oro, que le hizo un gesto y me soltó.

-He hecho un par de investigaciones sobre tu amiguito. Ha cometido más delitos de los que puedes imaginar. No volverás a verlo.

No quise decir que, de todas formas, él tampoco quería verme, pero mi tío interpretó mi silencio a su manera.

-Como por lo visto no te interesa cumplir nuestros acuerdos-prosiguió-, pagarás por tu mal comportamiento; estás castigado sin salir de casa.

-¡No es justo-dattebayo!-exclamé enojado-. ¡No he hecho nada!

-¿Salir a escondidas con ese criminal de Uchiha te parece loco? Ni siquiera Iruka ni Kakashi sabían que salías con un chico.

Tal y como lo dijo no me quedó claro si me prohibía salir con cualquier chico o chica, o sólo se refería a Sasuke. Le iba a decir que mis novios(as) no era asunto suyo, y que en realidad Sasuke no era un criminal, pero no me dejó.

-Estás castigado y  no quiero oír ni una palabra más-dijo, y señaló al hombre que estaba detrás de mí-. Kimimaro te llevará y te recogerá del instituto.

-¿Él? ¿Y Kakashi?-pregunté.

-Está despedido, igual que Iruka-contestó con gesto frío-. Han demostrado ser incompetentes en lo que a tu educación y seguridad se refiere.

-¡No puedes hacer eso-ttebayo!

Hizo una señal, y el guardaespaldas me tomó del brazo y me sacó del despacho. Iruka estaba en la sala, corrí y lo abracé. Me dio unas palmaditas en la espalda, me dijo que tenía que ser valiente, que ya era mayor, y que me escribiría. Lo último que me dijo fue que me diera prisa o llegaría tarde a clase. También tenía los ojos llorosos. Kimimaro iba detrás de mí, como cerrándome el paso. El Rolls nos esperaba en la entrada, subí de mala gana y Kimimaro arrancó. Iruka me decía adiós con la mano desde la escalera. Me dio la sensación de que no era él el que se iba, sino yo. ¡No era justo!

En el instituto, todos me miraron cuando bajé del Rolls. Hice todo lo que pude para que todos no me notaran rojo de la vergüenza  las ganas de llorar. Si iba a ser la comidilla de mis compañeros, por lo menos que no fuera ese motivo.

La mañana avanzaba pesada y lenta. A las preguntas de Neji y Hinata de qué me pasaba respondí vagamente: que mi tío se había enterado de lo mío con Sasuke y me había castigado sin salir. No les dije nada sobre nuestra ruptura, decírselo hubiera sido aceptarla, y aún tenía que hablar con él. Por suerte no me hicieron más preguntas y entendieron que quería estar solo, aunque a Hinata no le pareciera buena idea.

No encontraba a Sasuke y nadie lo había visto. La Blade tampoco estaba en el aparcamiento. ¿Hacía campaña para no verme?  Seguramente. No sabía si reír o llorar. Saqué el móvil varias veces, pero hasta la última hora decidí a llamarlo. Salió directamente el buzón de voz, y colgué sin dejar mensaje.

Al salir de clase, Kimimaro me esperaba en el Rolls y me abrió la puerta sin mediar palabra. A través de las ventanillas ahumadas vi a Hinata en su escarabajo mirando hacia nosotros. La sentí distante y me vi encerrado en mi jaula de oro como antes, sólo que ahora era peor, porque sabía lo que me perdía.

En casa me esperaba un silencio sepulcral. Iruka y Kakashi ya no estaban y, aunque me hubiera gustado despedirme de los dos, no me había hecho ilusiones. Kimimaro me dijo que mi tío estaba en una reunión de negocios y que volvería por la noche. En la cocina me esperaba mi ramen de carne de puerco a la diabla, la había hecho Iruka como despedida. Era mi plato favorito y casi me pongo de nuevo a llorar, pero cuando la olí se me quitó el apetito. Me preparé uno de mis tes y me fui al cuarto.

Tiré mis cosas en un rincón, puse música y me senté en el banco debajo de la ventana, con la taza de té en mis manos, soplando de vez en cuando para enfriarlo. El primer sorbo me supo más fuerte que de costumbre, más salado y con más sabor a cobre, y me dolió la mandíbula con tanta intensidad que me llevé las manos a la boca. No entendía a qué se debía. Con miedo le di otro sorbo al té y el dolor remitió. Desapareció del todo después de un par de tragos más. Estaba anocheciendo y me puse hacer los deberes, o ésa era mi intención. No podía dejar de mirar mi móvil, y acabé marcando no sé cuántas veces el número de Sasuke, pero me saltaba siempre el buzón de voz, así que colgaba, hasta que al final me atreví a dejarle un mensaje: "Tenemos que hablas, llámame"

Se hizo de noche, y esperaba en vano la llamada de Sasuke, oía movimiento en el piso  de abajo. Me llegaban voces, aunque ni las reconocía ni lograba entender qué decían. ¿Cuántos hombres había traído mi tío? ¿Eran todos guardaespaldas? Era extraño, no sabía que tuviera tantos enemigos como para tener que rodearse de un pequeño ejército. Me entró hambre y fui a la cocina. Un hombre custodiaba la escalera, me miró y asintió sin mediar palabra. Saludé temeroso. En la cocina encontré a mi tío con una copa de vino tinto; se volvió antes de que yo hiciera ningún ruido. Me miró fríamente, cómo alguien que mira en una tienda un objeto que no sabe si comprarlo o no. Se hizo un silencio incómodo.

-Me iba a calentar el ramen-dije cuando no aguanté más ni el silencio ni su mirada.

-Claro, como quieras, mi niño. No estás preso, sólo castigado-me recordó, y me señaló el microondas-. Te estaba preparando un té, y te lo iba a subir y darte las buenas noches.

-Gracias-dije, y forcé una sonrisa.

De nuevo se hizo un silencio incómodo. El ramen todavía estaba calentándose, pero como al mediodía, con solo oler el cerdo y el picante se me quitó el apetito. Peor aún, se me revolvió el estómago, así que la guardé en el frigorífico. Mi tío me miró interrogante.

-No me apetece-dije-, el té es suficiente-ttebayo.

Cogí la taza y salí de la cocina. De reojo me pareció ver a mi tío embozar una breve sonrisa fría y triunfante.

El aroma  a té despertó la sensación contraria a la del ramen. Ya en la escalera le di un sorbo. Sabía tan diferente como el anterior, quizá incluso más salado y con más sabor cobre, más pesado y más... denso. Seguramente mi tío no había conseguido la misma mezcla. Como esa tarde, tras el primer trago me dolió la mandíbula superior, pero remitió después de un par de sorbos.

En mi cuarto le eché un vistazo al móvil a ver si había llamado Sasuke, pero nada, me preparé las cosas para el día siguiente. Estaba tan cansado que se me cerraban los ojos mientras me lavaba los dientes. Me puse mi pijama y me metí a la cama. Dejé el móvil a un lado de la almohada por si acaso.

Me despertó la luz cegadora, que deslumbraba a través de mis párpados. Tardé varios minutos en darme cuenta de que no se trataba de los potentes focos de un estadio de fútbol, sino del sol de mañana. No había oído mi despertador. Si quería llegar a tiempo a clase, tenía que darme mucha prisa. Había dormido tan profundamente que ni siquiera había oído sonar mi móvil y tenía tres llamadas perdidas. Desgraciadamente, no era ninguna de Sasuke. Hinata había llamado dos veces, y Neji una. Ambos me habían dejado un mensaje, preocupados. Los borré e intente llamar a Sasuke, pero de nuevo salió el buzón de voz: "Ya sabes cómo funciona. Sé breve" Se me hizo un nudo en la garganta.

-Sasuke, llámame, por favor, tenemos que hablar. Quiero saber por lo menos por qué ya no quieres verme. Llámame, ¿vale?-dije, consciente de mi tono desesperado.

Me quedé un rato mirando el móvil con la esperaza de que me devolviera la llamada, pero fue en vano. Quizá lo viera ese día en el instituto.

Bajé poco después con mi mochila en el hombro. Kimimaro me estaba esperando y me acompañó al Rolls. Llegamos tarde, y no me importó, la verdad, no tenía ganas de que me vieran saliendo de un coche como ése.

Me disculpé al entrar a clases de matemáticas de señor Azuma, hice como que no escuchaba su ácido comentario y me senté en mi sitio, al lado de Hinata, que me cogió la mano. Lo miré agradecido e intenté sonreír, pero no pude.

Sasuke tampoco vino ese día. Intenté hablar con él, pero su móvil seguía apagado. En el pasillo me encontré a nuestra directora, Tsunade, que me dijo que por favor le dijera a mi novio-lo pronunció como si nuestra relación fuera un delito- que iba a tener serios problemas si seguía faltando sin excusa. Asentí y me fui a clase.

La única manera de hablar con él era en persona. Estaba claro que el tío Orochimaru no me dejaría, ni siquiera cuando ya no estuviera castigado. Pensé en ir un momento; Hinata o Neji me dejarían el coche, pero corría el riesgo de que algún profesor notificara mi ausencia y se enterara mi tío. Tampoco tenía ningún sentido pedírselo a Kimimaro, así que no me quedaba más remedio que escaparme de casa. Ya había salido por la ventana alguna vez, apenas había medio metro hasta el techo del jardín de invierno, al que se llegaba por el salón grande. Sólo debía tener cuidado al caminar por el metal entre las placas de plexiglás. Ojalá los hombres de mi tío no hicieran ronda como antes.

La mañana fue un desastre, en biología tuve que repetir el experimento y en el patio de mediodía me puse mala sólo de ver la comida que traían mis compañeros. Me tomé un refresco y me compré un postre porque Hinata insistió, aunque tuvo que comerse la mitad. En clase de educación física insistieron en que me pusiera como portero, y no paré ni una. Me tomé tiempo en la ducha y cuando salí apenas quedaban coches en el aparcamiento. El Rolls no pasaba desapercibido,  Kimimaro me abrió la puerta y me informó que mi tío había salido a una reunión de negocios y volvería por la noche. No cruzamos ni una palabra en todo en camino a casa.

Me iba a costar acostumbrarme a la ausencia de Iruka y Kakashi. En la casa no había nadie más que Kimimaro y yo, una suerte. Ni siquiera me tomé un té, no había tiempo que perder. Me puse ropa oscura, salí por la  ventana, crucé el techo del jardín de invierno y me dejé caer al jardín agarrándome a la tubería de desagüe. Agachado, recorrí toda pared hasta la esquina más cercana al bosquecito que me llevaba hasta la mansión de Sasuke. Hasta los primeros árboles habían como unos cincuenta metros. Era la parte más arriesgada porque no había donde cubrirse. Si Kimimaro se asomaba por la ventana de ese lado, seguro que me veía, pero no me quedaba de otra si quería hablar con Sasuke. Tomé aire e inicié la carrera. Segundos más tarde entre al bosquecito y miré atrás, jadeando: la casa estaba tranquila, ¡perfecto!

Cuanto más me acercaba a la mansión, más inseguro me sentía. ¿Qué le iba a decir a Sasuke? ¿Cómo reaccionaría? Tenía las manos húmedas y la boca seca cuando por fin llegué. El viejo caserón se veía oscuro y abandonado en los últimos rayos del sol de día. Las ventanas reflejaban la luz anaranjada, las primeras sombras caían violeta en los ángulos de la veranda.

Tomé el camino más corto a la entrada principal, por detrás del garage, estaba tenso y tuve un mal presentimiento cuando vi que la cadena de la puerta; la Blade no estaba, sólo había un coche, el que me pareció a ver visto aquel otro día. Era un Corvette Sting Ray negro reluciente. ¿Cómo podían permitir un coche como este y la Blade? ¿Por qué nunca me había dicho nada del coche? Me di cuenta de que nunca me había llevado al garage cuando sacaba la moto, ¿quizá para que no lo viera?

Mi desasosiego aumentó cuando vi que la puerta principal tampoco estaba cerrada con llave. En el pasillo busqué el interruptor, un poco de luz no me  vendría mal para los nervios, pero no se encendió.

-¿Sasuke?-llamé, y esperé una respuesta, sin éxito.

¿Qué esperaba? Si no está la moto, él tampoco. En la sala vi el diario de mi madre en el suelo, tal y como lo habíamos dejado. Mi intranquilidad se transformó en miedo: todo está tal cual y lo habíamos dejado el día en que me sacó a rastras de la casa. Recordé que no había cerrado la puerta y ni le había puesto candado al garage. ¿Acaso no había vuelto? Me dijo que algún día se marcharía, pero ¿así, sin más? ¿Había tenido un accidente? Saqué mi móvil y llamé a la policía. Me dijeron que no habían tenido ningún accidente de moto en los últimos días, y que si quería denunciar su desaparición tenía que ir a la comisaría en persona. Ni loco, mi tío se enteraría. Algo había pasado, y cuanto más pensaba, más me preocupaba. Recogí del suelo el diario de mi madre y me lo guarde en el bolsillo. Quizá hubiera en la casa alguna pista de lo ocurrido. Fui a la habitación de Sasuke, nunca me había llevado ahí, pero supuse que estaba en el primer piso. La escalera crujía, y la barandilla estaba cubierta de polvo. En el pasillo había puertas a ambos lados, y en el fondo de una escalera más pequeña y destartalada, que llevaba a la buhardilla. Todo estaba lleno de polvo y en el suelo se percibían las huellas de Sasuke, que seguían derechas a la escalerita y tan sólo se metían en uno de los cuartos. Las seguí y eché un vistazo: era un baño de baldosas blancas con bañera, nada especial. Salí de nuevo al pasillo y me volví a fijar en las huellas, que no entraban a ninguna habitación. ¿Cómo era posible? ¿Acaso no dormía? En la pared había marcas rectangulares donde había cuadros, la moqueta estaba descolorida y amarillenta en los bordes. Me asomé al par de puertas que estaban abiertas. Mis padre habían vivido ahí-por lo menos un tiempo- antes de irse de Suna y morir en manos de un atracador. Me quedé pensativo. Según el diario, podrían haberlo asesinado premeditadamente. ¿Y si no había sido un robo? Se me hizo un nudo en la garganta. Las habitaciones contenían muebles cubiertos de sábanas blancas. ¿Por qué mis padres lo habían dejado todo tal cual? Quizá en el diario hubiera una respuesta, pero no tenía ni tiempo en ese momento para leerlo: tenía que encontrar a Sasuke. Fui a la última puerta del pasillo, que estaba entornada. Después de dudar un instante la abrí. Era un despacho con un elegante escritorio de madera oscura y cristal y un sillón de piel. Las paredes estaban cubiertas hasta el techo de las estanterías, pero no había ningún libro. Se estaba haciendo de noche, tenía que darme prisa si quería llegar antes que mi tío. Ya salía cuando vi dos grandes manchas sobre el parquet, que ni el polvo tapaba. ¿Podía ser...? Imposible. Mi corazón palpitó con fuerza, me agaché y aparté el polvo con mi mano. No cabía duda, eran  antiguas manchas de sangre, secas y adheridas a la madera. Ahí había muerto alguien. Dos manchas, dos personas, tanta sangre. Pero ¿quién? No quería ni pensarlo. Además, mi tío siempre me dijo que mis padres habían muerto en Suna.

Saqué el diario y pasé las páginas hasta donde había leído Sasuke. Supuse que si se habían mudado, mi madre habría escrito algo. La letra se me hacía incomprensible, había varias entradas después del 10 de mayo y la última eran dos días después de que yo naciera. Aunque no le entendía muy bien, nada indicaba una mudanza o algo sobre Suna, de eso estaba seguro. Deduje que había muerto allí, seguramente en aquella habitación. Pasé la mano por las manchas de sangre. Cerré tembloroso el diario de mi madre y lo guardé. El tío Orochimaru me había mentido, ¿por qué? ¿Y por qué me había traído a Konoha?  ¿Para decirme la verdad? Hacía más de un año que vivía aquí, no tenía sentido. Tenía que preguntárselo en persona. Respiré hondo y pensé que eso no iba a revivir a mis padres, y que antes tenía que encontrar a Sasuke. Además, él sabía algo sobre mi padre...

Nada parecía indicar que Sasuke viviera en esa parte de la casa, aunque tampoco en la planta baja. Me vino a la cabeza que Sasuke era un lamia, un vampiro de nacimiento; seguramente dormía en el sótano. Bajé la escalera y busqué la entrada, que encontré fácilmente. Encendí la linterna que llevaba de llavero y descendí a la oscura profundidad. Aparté unas cajas no había más que polvo, arañas y algún ratón. Oí un ruido y alumbré a un ejemplar bien alimentado que huía por un agujero en la pared. Desconfiado, me acerqué al muro y lo examiné: era tierra roja mientras que el resto eran grises. Intenté hacerme una imagen de la casa. Sin duda ese espacio era más pequeño que la planta entera. Si no me equivocaba la cocina estaba justo encima de la otra mitad. Subí la escalera a toda velocidad y entré a la despensa de la cocina. Las paredes estaban cubiertas de estantería con una capa de polvo, las tablas crujían a cada paso. Inspeccioné el suelo buscando una trampilla, pero no lo había. Sin embargo, sí encontré una rendija debajo de la última estantería. Metí los dedos, tiré y se abrió una compuerta con suavidad. Bajé la escalera, abrí la otra y entré a una pequeña habitación de paredes encaladas, una silla y un colchón sobre el que había arrebujado unas mantas. Al lado había un petate viejo, como los que usaban los marineros, y una caja. El suelo era viejo y estaba agrietado. Dios mío, Sasuke dormía en un agujero, en una celda de monje. ¿Por qué no se quedó en una de las habitaciones de arriba? ¿Se había instalado ahí sólo porque quería oscuridad absoluta, o había algún otro motivo? Parecía querer esconderse. Quizá por eso no había llamado a nadie para que arreglaran la caja eléctrica: una casa sin luz no llamaba la atención. ¿De qué se escondía? Mire tensa a mi alrededor, allí encontraría respuestas.

Me sentí intruso revolviendo cosas ajenas. El petate estaba lleno de ropa, del tipo que Sasuke solía ponerse. Eso era prueba suficiente de que algo le había pasado; si se hubiera marchado por su propio pie, se hubiera llevado sus cosas. Metí el brazo en el petate para rebuscar y sentí que lo traicionaba. Él confiaba en mí, y yo andaba curioseando en sus cosas. Sólo con el valor conseguí reprimir mi mala conciencia; al fin y al cabo, le había pasado algo y tenía que averiguar qué le había pasado. Saqué un fajo de billetes, lo conté y me quedé atónito, con ese dinero se podía vivir cómodamente durante un buen tiempo. ¿De dónde lo había sacado? Seguí buscando y en el fondo encontré una carpeta de piel y artículos de periódicos -entre ellos los que había visto en Internet- y fotos. Algunas eran viejas con el típico borde dentado y amarillento, y otras recientes.

En una aparecía un hombre de cabello negro largo hasta un poco más debajo de los hombros junto a una mujer bellísima, ambos sentados en un banco. A sus pies, había dos niños de cabello oscuro como el hombre, uno de doce y el otro de siete. El  menos estaba sentado entre las piernas del mayor. Entre ellos un niño rubio de cabello largo para su edad, daba la sensación de que no fuera a separase de los pelinegros.

Me sorprendí de lo bien que podía diferenciar los detalles con la tenue luz de la linterna.

La foto tenía los bordes rotos y tenía poca intensidad. A pesar de todo, el parecido entre padre y los dos niños pelinegros no pasaba desapercibido. Detrás había una fecha y el lugar donde la había realizado.

-1889 Suna-

Fugaku y Mikoto Uchiha.

Itachi, Deidara y Sasuke Uchiha.

Tragué saliva, Sasuke tenía 125 años. Me temblaban las manos viendo las otras fotos, Había una en blanco y negro de sus padres y otra más reciente a color en la que salía un hombre joven, no menor de 30 años, y Sasuke. Ambos se parecían mucho a pesar de que se notaba la diferencia de edad, además de las ojeras y el cabello largo que poseía el mayor: tenía que ser Itachi. Luego vi una foto del chico rubio, debía ser amigo de ellos, pero al recordar que se apellidaba Uchiha, seguramente era su hermanastro. Habían más fotos de otros lugares: Iwa, Kumo, Kiri, y por supuesto Suna y Konoha; 1887, 1898 y 1900.

Salían Sasuke y su hermano en sus espectaculares actuaciones. La última foto era de 1901, cuando tuvo a lugar el accidente.

Las guardé con cuidado y saqué -cuál fue mi sorpresa- cinco pasaportes diferentes. Les eché un vistazo, la foto siempre era la misma, aunque los nacimientos nunca coincidían. Cada pasaporte tenía su carnet de conducir correspondiente. Me quedé perpleja mirando los documentos. Entendía que siendo inmortal tenía que actualizar papeles, pero ¿cinco identidades? Cerré los ojos, ¿qué más me había ocultado Sasuke, además de que era un lamia? El dinero, los papeles falsos... Entonces ¿era verdad que estaba metido en negocios turbios? ¿Tenía razón el tío Orochimaru?

¡El tío Orochimaru! ¡Maldita sea! Miré el reloj, eran más de las ocho, seguro que ya había llegado a casa. Puse todo en su lugar y me dispuse a salir cuando me fijé de la caja. ¿Y si había algún indicio de lo que había pasado? La abrí y alumbré el interior, también había ropa, sólo que más elegante, y parecía que se había puesto alguna prenda hacía poco. ¿A qué jugaba? Sin desordenar nada rebusqué entre la ropa. De nuevo encontré una cantidad impresionante de dinero en efectivo y una carpeta en la que, como en la anterior habían fotos. En una salía Sasuke en un taller mecánico agachado con una camiseta sucia de grasa al lado de la Blade. Me hizo sonreír, tenía la cara de un niño con su juguete favorito, se veía más chico. Había otro chico con cara de ángel sonriendo. En un borde ponía: "Para I. Te quiere D." "I", ¿era Itachi?

Encontré también pasaportes, de nuevo cinco, sólo que esta vez eran de Itachi, y en la foto parecía mucho más mayor de lo que aparentaba. Por lo demás, el apellido y datos coincidían con su hermano. En vez de encontrar respuestas  se abrían más interrogantes. Devolviéndolo todo a su sitio, mi mano tropezó con algo duro. Lo saqué y del susto casi se me cae de las manos; era una pistola. Dios mío, se me encogió el estómago: papeles falsos, grandes cantidades de dinero en efectivo, un arma...Los lamias tenían que financiarse de alguna manera... Me negaba a pensar lo que a simple vista era evidente. No podía ser. Dejé el arma en su sitio y cerré la caja.

Dudaba que Sasuke tuviera algo que ver con la pistola; seguro que era de Itachi. Probablemente, a Sasuke se lo habrían llevado otros lamias al enterarse de lo suyo conmigo. Tuve miedo;  una cosa era que se escondía de mí y la otra que se lo llevaran por la fuerza, podría estar en una situación difícil. Necesitaba ayuda y al único podía pedírselo era a mi tío Orochimaru. Aunque me hubiera prohibido verle, no dejaría de ayudarme si le decía que era una emergencia. Asumiría los problemas que pudiera ocasionarme después, ahora sólo quería que Sasuke estuviera bien.

Salí a toda prisa. Hacía rato que ya era de noche, una media luna pálida colgaba del cielo y las sombras se enredaban entre los árboles. Corrí a mi casa lo más rápido que pude. Varias veces tropecé con ramas o piedras, pero no frené mi ritmo y, cuando llegué a los últimos árboles, tenía una visión horrible. Había luz en casi todas las ventanas de la casa. Todo se complicaba si mi tío tenía visita, no le haría ninguna gracia que interrumpiera su reunión con sus socios, y si encima le confesaba que le había desobedecido y había salido a escondidas de la casa, se enfadaría de veras. Lo mejor sería que no le dijera todavía nada sobre Sasuke. Si quería que me ayudara, no tenía que enfadarle. Crucé la explanada sin árboles lo más rápido que pude y, agachado, me dirigí al garage. La luz roja parpadeante de la alarma, me indicó el camino a seguir. Estaba en la puerta cuando oí pasos. ¡Maldita sea! Estaban patrullando alrededor de la casa. Introduje rápidamente el número a la alarma y, cuando estaba apunto de dar la vuelta a la esquina, la lucecita se volvió verde y pude entrar. Cerré la puerta sin hacer ruido, entraba una tenue luz de la luna por una claraboya y distinguí una furgoneta bastante grande que nunca había visto. Se acercaron a la puerta y se sorprendieron al ver la alarma desconectada. Me escondí detrás del vehículo y dejé de respirar cuando abrieron la puerta y encendieron la luz. Hubo silencio, al cabo de un momento apagaron la luz y cerraron de nuevo la puerta. Cuando oí los pasos alejarse encendí mi linterna. Era una furgoneta gigante con focos en el techo y parachoques de refuerzo. ¿Desde cuándo tenía mi tío una así? ¿Eran de sus hombres? Eché un vistazo en la carga y me quedé atónito al ver... la Fireblade de Sasuke. Estaba echa chatarra, el carenado de carbono hecho trizas, los intermitentes, las manecillas de frenos y las estriberas dobladas y raspadas, las que quedaban. La rueda trasera estaba suelta y el neumático reventado. Me quedé de piedra: ¡mi tío tenía que ver con la desaparición de Sasuke! Ahora sí no entendía nada, ni podía explicármelo: no podía creer que hubiera enviado a su gente para asegurarse de que no nos volviéramos a ver. Tal y como estaba la Blade, Sasuke no podía estar bien... también habían manchas de sangre. No podía dejar de hacerme preguntas sobre cómo se encontraría y por qué mi tío había hecho eso. ¿Por qué el policía me había dicho que no había habido ningún accidente de moto? Quizá mi tío, para no manchar su buena reputación, no lo había denunciado y Sasuke estaba en mi casa, o quizá...

De repente me acordé de que el tío Orochimaru había hablado a Sasuke por su apellido. Me dijo que salía a escondidas con ese criminal de Uchiha, y yo nunca le había dicho ni siquiera el apellido. ¿Cómo sabía su apellido? ¿Qué estaba pasando? Se me cayó la linterna y miré abstraído en la oscuridad, intentado comprender, aunque cada vez estaba más confundido.  Me faltaba una pieza del rompecabezas, y era imposible colocarla sin antes ver la imagen completa, un juego de locos. De todos modos, lo que estaba claro era que Sasuke se encontraba en apuros, y que mi tío estaba involucrado. Ya no podía a acudirle a pedirle ayuda. Respiré hondo; buscaría a Sasuke por la casa y si se encontraba por la casa, lo ayudaría a escapar. Cerré los puños, tenía que darme prisa.

Pegué la oreja en la puerta por si hubiera alguien al otro lado. Abrí la puerta y eché un vistazo, habían apagado las luces y sólo la sala de estar permanecía iluminada: en el resto de la casa no debía de haber nadie. Me preguntaba dónde podía haber escondido mi tío a Sasuke. Seguramente lo habría escondido en el sótano, que se encontraba dividido en dos: en una mitad Kakashi había guardado sus neumáticos de inverno y en la otra mi tío había construido una cava de vinos a la que sólo se accedía por su habitación, y que  yo nunca había visto. El resto de la casa era demasiado abierto y accesible. Seguro que lo habría ocultado en el cuarto de calefacción, un cuartucho junto a la cava de mi tío, sin ventanas y con sólo un respiradero. Además, tenía una puerta maciza; sin duda, era el mejor lugar para esconder a alguien. Se accedía a él por la puerta del sótano, que estaba debajo  de la escalera de la sala, bien iluminada. Me asomé con cuidado desde la cocina; no había nadie a la vista, y apenas se oían unas voces en el despacho de mi tío. Corrí, abrí la puerta, la cerré  detrás de mí y bajé la escalera poco a poco sin hacer ruido alumbrándome con la linterna. Estaba lleno de cosas, hasta mi vieja bici estaba ahí. En comparación con el sótano de la vieja mansión era un completo caos. Crucé la estancia hasta el cuarto de calefacción  y pegué el oído en la puerta, pero era demasiada gruesa como para oír nada. La abrí, estaba oscuro, pero no se oía nada salvo el quemador del gas. Encendí la luz. Estaba vacío. Pero si mi tío hubiera llevado a otro lado a otro sitio que no fuera mi casa, entonces, ¿por qué estaba aquí la Blade? No, seguro que lo había metido en la cava. Tenía que pasar por el despacho y las habitaciones de mi tío. Levanté la vista al techo; precisamente en ese instante tenía visita. No me quedaba otra opción que esperar  hasta que estuviera solo, momento en que podría distraerlo con alguna excusa y colarme. Seguramente al día siguiente no estaría en casa. Estaba convencido que Sasuke se encontraba aquí, y esperaba que sus heridas no fueran graves. Me daba rabia pensar que sólo una pared nos separara, que él me necesitaba con urgencia y no poder llegar a su lado. Tenía que llevarlo a un lugar seguro, y luego ya vería si llamábamos a un médico. Apagué la luz y subí la escalera. Justo cuando iba a abrir la puerta oí pasos. Me quedé inmóvil, respirando suavemente, y abrí la puerta una rendija. Era mi tío y uno de sus socios saliendo del despacho. Un guardaespaldas, que los seguía a cierta distancia, los adelantó y salió antes de la casa, supuse que para verificar que no había peligro. Ambos lo ignoraron, hablando como si nada. El socio de mi tío parecía preocupado.

-¿No te parece arriesgado? Si el chico no estuviera preparado...

-Ya te lo he dicho, sí lo está-dijo mi tío bruscamente-. Confía en mí, me he ocupado personalmente. No podemos esperar más, no sabemos qué ha contado el Vourdranj a los príncipes.

-Hubiera sido mejor comprar su lealtad.

-¿La lealtad de un Vourdranj de los Uchiha? No digas tonterías. Lo que me fastidia es no haber sabido que estaba en la cuidad... Sí ya lo sé, es un error imperdonable...No, no contaba con que volviera del exilio después de que acabáramos con el otro...

¿El <Vourdranj>? ¿Se refería a Itachi? ¿Lo habían matado? Me incliné más hacia adelante y puse toda mi atención en lo que decían. En la sala, mi tío hizo un gesto despectivo.

-No espero casi veinte años a que el príncipe Kyuubi haga su cambio para jugármelo todo el último momento por miedo e indecisión... De esta noche no pasa, vuelve con los demás en un par de horas. Cuando llegues ya estará todo listo.

¿<Cambio>? Sasuke dijo algo sobre eso. No entendía a qué se refería.

El hombre asintió y murmuró algo incomprensible mientras salía al jardín. El corazón me latía como loco. Aunque no había comprendido lo que me había dicho, sabía que tenía que sacar a Sasuke de la casa.

Me aseguré de que no había nadie y atravesé la sala a toda velocidad hasta el despacho de mi tío. Desde allí entré al salón contiguo, iluminado por una luz tenue y agradable, bajé la escalera de caracol y me adentré a la oscuridad, alumbrada apenas por mi pequeña linterna. No se oía nada, dudaba mucho que hubiera algún hombre de mi tío ahí abajo, a oscuras. Las paredes estaban cubiertas de cuadros y de libros en cuyos lomos de piel brillaban adornos dorados. Mis ojos se acostumbraron rápidamente a la oscuridad. Del lado de la escalera asomaban de la pared unos pocos cuellos de botella polvorientos. ¿Eso era lo que entendía mi tío por una cava? Parecía más bien una biblioteca o una galería, o la sala de estar de un amante de libros y del arte. Delante de la escalera había un pesado escritorio de caoba; detrás de él, ocupando toda la pared, un cuadro de una batalla marítima. Había un sofá de piel y sillones alrededor de una mesita y, apartado, un diván. El suelo estaba cubierto por una gruesa alfombra oriental. Me adentré en la oscura sala, no quería encender ninguna luz que me pudiera delatar. ¿Para qué quería mi tío un lugar así como ése si en su parte de la casa tenía total intimidad? Ni siquiera Iruka había tenido permiso de entrar.  Además ¿por qué tenía que decir que era una cava? Alumbré los libros y los cuadros con la linterna para examinarlos mejor, vi un sable y una escopeta antiguos colgados encima del hogar, que presentía la sala y enfrente... a Sasuke.

Me arrodillé junto a él dejando caer la linterna, que alumbró su ropa desgarrada. Su lado izquierdo estaba lleno de heridas superficiales, la cabeza le caía en el pecho y no me atrevía  a tocarlo.

-Sasuke-susurré.

Me contestó con un áspero gemido, apenas podía moverse. Me di cuenta de que tenía unas esposas y que una pesada cadena lo sujetaba al hogar. Intentó acercarse hacia mí, semiinconsciente, pero se rindió exhausto. Apenas podía girar la cara, llenas de heridas, para mirarme.

-Sasuke-repetí al borde de las lágrimas de furia.

-¿Dobe?-murmuró, y pestañeó varias veces.

Sentí que se relajaba, pero de repente se puso tenso.

-¡No te me acerques!-exclamó apartándose de mí.

Lo miré desconcertado. ¿Acaso pensaba que yo era el responsable de lo que le había hecho mi tío? Puse mi mano en su hombro, y él quiso apartarse aún.

-No te me acerques, por favor...-suplicó, y metió la cabeza entre los hombros.

-Tienes que salir de aquí, deja que te...

Sasuke me cogió el brazo con sus dos manos, esposado como estaba, con tanta fuerza que me hacía daño. Gruñía y, poco a poco, giró su cara. Además de ensangrentada, no estaba pálida como siempre, sino grisácea. Tenía leve ojeras, y sus ojos eran negros con una llama rojiza demasiado fuerte. Vi sus colmillos, afilados y tan largos como nunca antes lo había visto. Mi corazón dejó de latir un instante y luego se negó a seguir con su ritmo normal. No me ayudaba que Sasuke me mostrara los dientes y temblara como un animal husmeando ansioso a su presa.

-¿Es que no me entiendes? La última noche que te vi, fue la última vez que bebí, no sé si podré controlarme.

Su tono era de súplica, pero no me soltaba, como si estuviera poseído. Miraba fijamente a mi antebrazo, que apenas estaba a unos veinte centímetros de su boca. Yo estaba temblando y él se relamió, su respiración era irregular y entrecortada. Sus colmillos relucieron con el reflejo de la linterna y tragué saliva.

-¡Por Dios, Naruto!-exclamó y me soltó sin más.

Perdí el equilibro y caí de espaldas. Con gesto de sufrimiento dejó caer sus brazos, me observó como un animal acorralado y gruñó. Me incorporé y me acerqué de nuevo.

-Naruto, por favor-suplicó-, no vengas...

Decidido, negué con la cabeza.

-Tengo que sacarte de aquí, ¿crees que puedes caminar?-miró la cadena y luego a mí. Parecía dudarlo, y yo no estaba tampoco muy confiado-. Te sacaré de aquí como sea-dije, y le ofrecí mi brazo-. Bebe lo que necesites-ttebayo.

Me miró atónito.

-¡No! ¿Es que no me entiendes? Tengo demasiada sed, no sé si me controlaría, podría matarte.

-Te pudiste controlar hace un instante, confío en ti-dije, y le acerqué más mi brazo.

No podía creérmelo, en cualquier momento podía llegar mi tío, y nosotros discutiendo.

Sasuke resopló y apartó mi brazo bruscamente de un manotazo.

-No es lo mismo, una vez que haya probado tu sangre existe la posibilidad de que no pueda parar. No confío en mí, ¡no ahora!-exclamó, y golpeó el suelo con los puños.

El ruido de las cadenas arrastrándose, entre la parrilla del hogar y las esposas me recordó a qué había ido. Me fijé en cómo estaba atado. En la cadena había un pesado candado que hacía imposible la misión de liberarlo. Si no encontraba una solución rápido, mi tío o alguno de sus hombres me acabarían descubriendo. Necesitaba por lo menos una sierra. Miré a Sasuke y señalé el candado y las esposas.

-¿Viste dónde ponía mi tío las llaves?

Se encogió de hombros.

-Ni idea, no esta consciente.

Miré a mi alrededor para ver si había algo con que poder romper el candado. El atizador para el fuego quizá funcionara. Al levantarme, Sasuke me agarró de nuevo del brazo, pero no tan fuerte como antes. Sus ojos habían perdido el reflejo rojo y eran menos amenazantes.

-¿Qué vas hacer?-preguntó con voz ronca.

-¿A ti qué te parece?-dije reprimiendo el miedo; no tenía tiempo para preguntas tontas-. Voy a sacarte de aquí-quise soltarme de él, pero no pude.

-Naruto, tienes que huir, ¡ahora mismo!

-No me iré sin ti-dije.

-No discutas conmigo, yo soy lo de menos-de un tirón me acercó mi cara a la suya y en tono serio continuó-: Tienes que salir de aquí, lárgate de Konoha esta misma noche sin que nadie se entere, ¿me oyes? Coge el primer vuelo a París y ve a la Place Denfert-Rochereau. Allí hay una entrada a las catacumbas de la cuidad; pregunta por Suigetsu, trabaja allí de guía turístico. Dile el nombre de tu padre y que tienes un mensaje para el príncipe; él te llevará con alguien que te ayude, y a éste muéstrale el diario de tu madre, pero sólo a él.

-Pero ¿por qué...?

Soltó mi brazo y me puso las manos en las mejillas.

-Ahora no puedo explicártelo, has lo que te digo. Confía en mí, te lo suplico-dijo en voz baja-. Bajo la despensa de mi cocina, hay un sótano. En una esquina hay un petate coge el dinero y...

-Ya lo sé...-interrumpí-, también vi la pistola; pero no pienso irme, no sin que me cuentes qué está pasando aquí y sin haberte liberado-ttebayo-. ¿Quién eres, Sasuke?-dudé un instante-. ¿Por qué te tiene aquí preso mi tío?

-Porque quiero protegerte, mi niño. Tu amiguito fue enviado para matarte-dijo con tono amable la voz de mi tío bajando las escaleras.

Se encendieron las luces y la atmósfera cambió radicalmente. Sasuke mostró los dientes a Oro y bufó con los ojos entreabiertos, deslumbrando por el subido cambio en la iluminación, gruñéndole a mi tío como un gato erizado, mostrando sus largos colmillos.

-No te creo-repliqué sin fuerza, detrás de Sasuke.

Miré a Sasuke esperando que negara la acusación, pero evitó la mirada y fijó la suya en mi tío con odio y rabia.

-¿No me crees? Entonces ¿por qué no lo niega?-nos miró de lado con una extraña sonrisa que me dio miedo. Sasuke siguió en silencio-. Ya lo vez, pequeño, te digo la verdad, tu amiguito es un Vourdranj, algo así como un cazador, un asesino: matan por encargo y, a veces-puso una sonrisa torcida-, también por dinero.

-Dime que no es verdad-le dije a Sasuke pensando en los billetes y en la pistola que había visto en su casa.

-Yo no...-empezó, pero enmudeció, y seguía sin mirarme a la cara.

Me quedé sin palabras.

-Ah, ¿no? Cuéntanos entonces-dijo mi tío meneando la cabeza compadeciéndolo, pero sin dejar de sonreír-... Ya lo haré yo, te contaré como fue: tu amigo vino para completar la misión que empezó su hermano.

-¿Qué sabes de Itachi? ¿Dónde está?-se puso de rodillas y le dio un tirón a la cadena-. Hayas hecho lo que hayas hecho, te haré pagar.

-No estás en posición de amenazar Vourdranj. En lo que a tu hermano se refiere...Ya no va a meterse más, igual que tú después de esta noche.

Sasuke profirió un grito, furioso, y le dio otro tirón a las cadenas.

-¿Estás diciendo que mataste a su hermano?-pregunté estupefacto. Era una pesadilla, iba a despertar, tenía que despertar.

El tío Orochimaru se me acercó y yo retrocedí.

-No tuve otro remedio, Naruto-dijo-, quería matarte, fue por tu bien.

Sus palabras me horrorizaron tanto como los gemidos de Sasuke, que se hallaban entre el dolor y el odio más puro. Mi tío me tendió la mano.

-No te imaginas la decepción que tuve cuando me enteré de que precisamente él era tu novio, o que aparentaba serlo-prosiguió.

Sentí un estremecimiento en aumento y me abracé para calmarme. A Sasuke no le habían faltado ocasiones para asesinarme, pero no lo había hecho, sino que me había salvado la vida varias veces.

-No es verdad-respondí desamparado.

-Sí, mi niño, él tenía que cumplir con la misión que su hermano para reponer el honor de su ridícula familia-Sasuke gruñó-. Créeme.-dijo y prosiguió con tono despreciativo-: Para un lamia nada es más importante que el honor de la familia.-rió cuando Sasuke bufó y le mostró los dientes.

Incrédulo, miré a mi tío.

-¿Tú... tú sabes lo que es?

Sasuke respondió por él.

-Claro que lo sabe-se inclinó hacia delante mirando a mi tío-. ¿Quién, dime, quién cometió el error de convertir a escoria como tú en un vampiro?-dijo con asco.

Mi tío sonreía, y a mí se me paró el corazón cuando le vi los colmillos, que mostraba sin pudor. Dios mío, lo conocía desde que tenía uso de razón, ¿cómo no me había dado cuenta? Pero, claro, ¿lo había visto alguna vez antes de que anocheciera? No. ¿Lo había visto alguna vez comer? La respuesta era otra vez <>. Sentí un escalofrío y hundí las uñas en mis brazos. Seguía sonriendo mientras se dirigía al escritorio y servía la última copa de una botella de un líquido rojo. Me dio un vuelco en el estómago y tuve que llevarme la mano a la boca, intentando relajarme. Le dio un trago y miró a Sasuke.

-Era un bastardo tan arrogante como tú, un estúpido insensato incapaz de reconocer cuál era su lugar. Se entrometió y lo maté-dijo tan tranquilo que me dio miedo.

Sasuke respiró hondo y pronunció algo en otra lengua, con frialdad y dureza. Se miraron fijamente un instante. Parecía que el suelo temblara bajo mis pies y me hiciera perder el equilibrio al borde de un  precipicio.

-¿Y cuándo pensabas decirle la verdad?-preguntó Sasuke señalándome con la barbilla. Se me puso la piel de gallina.

-Tarde o temprano hubiera descubierto que yo...-respondió Oro.

-¡No hablo de ti, creado!-lo interrumpió Sasuke y me miró-¿Cuándo le iba a decir que era mitad lamia?

-¿Qué?-el vacío del precipicio era amenazante-. ¡Tío Orochimaru!, por favor...-imploré sin saber exactamente qué pedía, pero antes de que me respondiera, Sasuke dijo:

-¿Tío... Orochimaru?-se quedó mirando a mi tío. Pareció comprenderlo todo y no podía evitar la decepción, que luego se convirtió en rechazo y rabia-. ¡Maldito desgraciado! ¡Ahora entiendo!-exclamó dando vario tirones a la cadena-. ¡Fuiste tú! Tú mataste a Yondiame Namikase Minato y a su esposa Uzumaki Kushina.

-¡Cierra la boca Vourdranj!-dijo golpeando la copa contra el escritorio.

Sasuke me miró.

-¿Te acuerdas de lo que decía tu madre en el diario? ¿De que él trabajaba para tu padre? ¡Es el maldito!

-¡Cállate!-exclamó mi tío acercándose a grandes pasos a Sasuke para hacerlo callar.

-No es ningún tío. Él mató a tus padres, ¡haciéndose pasar por tu tío!

Tuve que apoyarme en la pared de libros para no caerme. Tío Orochimaru le dio un puñetazo  a Sasuke, que rebotó en el hogar y cayó al suelo.

-Te dije que cerraras la boca, Vourdranj-gruñó, y se inclinó hacia él.

-O si no qué, ¿me matarás?-Sasuke se levantó-. Me pregunto por qué no lo has hecho ya. Me necesitas para algo, si no ya me hubieras liquidado, así que ahórrate las amenazas-con desprecio se limpió la sangre del labio con el revés de la mano-. ¿Por qué mataste a Minato y a su esposa, Orochimaru? ¿Porque él no quería usar a su hijo para ser el príncipe más poderoso?

Mi supuesto tío le apretó el cuello a Sasuke contra la pared del hogar, sin que pudiera hacer nada para defenderse, y le asomaba los colmillos mientras sonreía.

-Minato era un desgraciado que no hubiera sabido aprovechar una oportunidad ni aunque se la hubiera servido en bandeja de plata.

Sasuke mostró los dientes.

-Ya sabes lo que hace el consejo con los que matan a quienes los crea.

El hombre al quien conocía como tío Orochimaru apretó más el cuello de Sasuke.

-Era un pusilánime que se enamoraba de mortales y no aprovechaba lo que el destino le ofrecía: el fruto de su amor, su hijo, medio lamia y medio humano.

-No me extraña que pienses que era un desgraciado-dijo Sasuke a golpes de voz-, no sabes qué son ni el honor ni el amor.

Orochimaru le golpeó la cabeza contra el hogar, y pareció oír crujir sus huesos. Sasuke gimió y sus brazos cayeron inertes. Quise acercarme, pero no me atreví. Mi supuesto tío se inclinó sobre Sasuke.

-Tienes razón Vourdranj, te necesito, pero no tengo que aguantar tu parloteo, y nadie ha muerto porque le cocieran los labios. Una palabra más y aviso a mis hombres para que traigan hilo y aguja, es una buena idea, ¿te gustaría?

Quizá Sasuke estuviera demasiado aturdido como para decir nada, la cuestión fue que no abrió la boca. Quizá supiera, como yo sabía, que cumpliría su amenaza. Orochimaru resopló con desprecio, lo soltó y dijo algo en es lengua extraña. Se volvió y bajó su mirada, me sentí como un ratón ante una gran y peligrosa serpiente.

-Vamos arriba, Naruto, te lo contaré todo-dijo, y extendió el brazo. Negué con la cabeza, como un niño asustado-Ven, pequeño, está encadenado, pero no me gustaría dejarte solo con él, es un monstruo.

-Igual que tú-se me escapó. Me tape la boca con la mano y di un paso atrás; mi espalda chocó con la librería.

No pareció gustarle mi respuesta, pero se serenó y suspiró preocupado.

-No creas nada de lo que te dijo, mi niño pequeño. Es cierto que no he sido un angelito, lo hice sólo para protegerte-dijo con cierta desesperación.

Me hubiera gustado creerle, pero lo que había dicho Sasuke tenía demasiado sentido, y al contrario que mi falso tío, nunca me había mentido. Hubo cosas que no quiso contarme, era cierto, pero lo había admitido, mientras que Orochimaru me había engañado descaradamente.

-¿Por qué le dijiste que mis padres habían muerto en un atraco en Suna?

-Porque es la verdad, no te creas...

Negué con la cabeza y no continuó.

-He leído el diario de mi madre. Mis padres vivieron aquí, en la mansión antigua, y yo también nací aquí.

Entrecerró los ojos.

-¿Quién te lo dio? ¿Él?-dijo señalando a Sasuke-. Lo falsificó.

-¡Mentira! ¿Por qué iba de hacerlo?-exclamó y se incorporó con rabia.

Orochimaru le dio una patada en las costillas, y cayó de costado con un gemido.

-Vi la sangre en el despacho-dije.

-¿Y a qué fuiste allí?-respondió peligrosamente.

Hasta ese momento había esperado a que todo fuera un malentendido. Sasuke no podía haberse equivocado, yo no podía a ver leído algo del diario, pero la reacción de Orochimaru me dejó claro que no era el caso. Me sentí muy solo, y el dolor y el miedo se transformaron en impotencia y rabia.

-¡A buscar la verdad!-contesté-. Como soy medio lamia, ¿me volveré como ustedes y tendré que beber sangre? ¿Es por eso que tengo la alergia al sol y me duelen las encías cada mañana? ¿Significa eso que voy a ser como ustedes-dattebayo? ¿Y qué lleva el  té que me das y me quita el dolor?

Orochimaru me miró sin esconder su rabia, y Sasuke, tras mi última pregunta, se levantó alarmado.

-¿Té?-dijo con la voz ronca y sin aire-. ¿Con un sabor salado y como de metal?-Asentí y se abalanzó contra mi tío todo lo que le permitió la cadena  y cayó de rodillas- ¡Desgraciado-exclamó ronco lleno de rabia-, es demasiado joven! ¡Sabes muy bien lo que puede pasar si fuerzas un cambio!

¿<Cambio>? Mi tío le había dicho a su socio que tenía que tener a lugar el cambio y que no quería esperar veinte años, que el príncipe Kyuubi ya estaba preparado. Me quedé de piedra.

-Este <cambio> es el momento de la transformación de un lamia, ¿no?-los dos me miraron, Orochimaru triunfante y Sasuke deshecho-. ¿Eso es lo que tiene que pasar en dos horas? ¿Me vas a convertir en lamia? ¿Esta noche?

Sasuke me miró como si de verdad entendiera lo que de verdad estaba pasando.

-¡Desgraciado sin escrúpulos! ¡Maldito seas!

Orochimaru rió fríamente y meneó la cabeza como regañándolo con burla.

-¿De qué te quejas? Tú eres el responsable de que se haya acelerado. Si tú y tu hermanito no hubieran aparecido, habría dado más tiempo. Quién sabe que les habrás contado a los príncipes.

Sasuke apretó la mandíbula.

-Los príncipes no saben nada, ni siquiera que estoy aquí. No hay ningún motivo por el que acelerar el cambio-daba la sensación de que suplicaba por mi vida.

No entendía a que se refería, pero Sasuke sí. Me miró, se volteó hacia Orochimaru y asintió.

-Dale más tiempo y no te daré problemas-le estaba proponiendo un trato.

Orochimaru sonrió y pareció pensarlo un instante.

-Buena propuesta, Vourdranj, pero la respuesta es no.

Sasuke aprovechó que lo tenía a tiro y se abalanzó sobre él. No le mordió el cuello por un pelo. Se miraron un instante a un metro de distancia; Sasuke sonreía arrogante y peligrosamente. No cabía duda de que lo hubiera matado si lo hubiera alcanzado. Hasta ese momento se había cuidado de no mostrar esa parte oscura suya, quizá por temor a que yo lo rechazar. Era cierto que me alarmaba, pero también era cierto que no me daba miedo: mis sentimientos por él no habían cambiado. Sin embargo, sólo sentía desprecio y odio hacia mi "tío" Orochimaru.

-Te arrepentirás de esto, Vourdranj-dijo éste sereno y se sacudió el traje. Sonrió y me tendió la mano-. Vamos arriba, Naruto-esta vez sus palabras eran imperativas.

-No-negué con la cabeza y dando un paso atrás.

-Como quieras-agregó, y su sonrisa se volvió sarcástica-. La historia se repite, tu padre tan tonto como tú, tampoco quería dejar a tu madre y me atacó con su fuerza, bah, aunque la pobre ya estaba muerta después de parirte.-se encogió de hombros y se dirigió a la escalera-. Te sugiero que te pongas cómodo antes que vuelva, y no te hagas ilusiones, no hay posibilidad de que escapes de aquí, con o sin tu amiguito-siguió subiendo hasta desaparecer a la oscuridad.

Me temblaron las piernas y me dejé caer a los pies de Sasuke y, con un gesto entre súplica y rechazo, me dijo:

-No te acerques, mi sed sigue siendo la misma-los colmillos todavía le sobresalían.

La desesperación me oprimía la garganta.

-Mis padres murieron por mi culpa, ¿verdad? Porque soy medio lamia y medio humano. Todo es culpa mía, también que él te quiera matar. ¿Por qué? ¿Qué tengo de especial?-susurré infeliz.

-Nada es culpa tuya-respondió, y me miró con sus ojos negros.

-Entonces ¿a qué viene todo esto?-me repugna mi tono de sollozo.

La rabia, que el miedo había reprimido mientras mi falso tío estuvo presente, me inundó como una ola gigante. Sasuke alcanzó tocarme la mano con las yemas de sus manos.

-Porque alguien como tú se da una vez cada mil años-lo miré interrogante-A parte de nuestras leyes prohibían la unión entre humanos y lamias, no podemos procrear, no somos de la misma especie. Por eso tu padre no podía creer que tu madre estuviera embarazada.

-¿Soy un monstruo?

-Todo lo contrario, más bien un milagro. Si tu padre hubiera seguido vivo, nadie hubiera levantado la mano contra ti, porque tenías a alguien superior que te protegía-dijo mirando la escalera y volviéndome a mirarme a los ojos-Hay leyendas sobre un lamia y una humana que tuvieron un hijo. Todo fue bien hasta que sufrió el cambio y se convirtió en el príncipe Kyuubi, algo que podría traducir como el rey de los nueve seres de la noche. Todos los lamias sean hombres o mujeres, con solo acercársele, caían bajo su hechizos. Se dice que el Príncipe Kyuubi, aún siendo un hombre podía ser capaz de procrear a un ser fuerte sea con quien sea, humano o lamia, él por ser único en su especie (mitad lamia, mitad humano)  podía procrear con un humano, o en otro caso lamia. Se dice que aquel ser era  hermoso como nadie lo hubiera sido, y que aunque todos trataran de resistirse no podían y caían bajos sus pies. Sólo los lamias mayores  y los vampiros creados por ellos podían resistirse a su poder, aunque con mucho esfuerzo.

>>Hasta ese momento, los lamias y vampiros vivían anónimos entre las personas, pero el príncipe Kyuubi eliminó las antiguas leyes que protegían a los humanos de nosotros y las que nos mantenían anónimos entre ellos. Fueron tiempos muy duros. Durante su reinado los lamias pelearon contra los vampiros mientras que a los humanos los cazaban. Quedaban muy pocos cuando por fin eliminaron al príncipe. Por miedo a que volviera pasar algo parecido y nuestra especie despareciera definitivamente, se dicto una ley: las uniones entre lamias y humanos quedan prohibidos para que no hubiera posibilidad de procrear. Si se viola la ley, el castigo será la muerte para el hombre, la mujer  y el recién nacido.

-Entonces Orochimaru, con el asesinato de mis padres, no hizo más que cumplir la ley.

-No, tu padre pertenecía a una de las familias más poderosas. Su padre y dos de sus tíos príncipes son de los más reconocidos. Era probable que se suspendiera la ley hasta que se demostrara que no suponías ningún riesgo. Lo que Orochimaru quiere es el poder de un príncipe Kyuubi. Existen muchas leyendas sobre el poder que alberga en su sangre, y si consigue unirse a ti durante el cambio, podrá controlarte, y a través de ti a todos los lamias y vampiros. Si hubiera querido hacer cumplir la ley te hubiera matado a ti también. Lo que pasó fue que tus padres eran un obstáculo para él. Además, es sólo un vampiro, nunca debería de haber levanto la mano contra tu padre, eso se castiga con la muerte. Sólo los príncipes pueden dictar penas capitales, y por lo menos tres de ellos tiene que votar a favor para que se lleve a cabo; en ese caso, sólo u Vourdranj puede ejecutarla.

-Un Vourdranj. Entonces es verdad, te mandaron para matarme.

Sasuke cerró los ojos.

-Sólo en parte-murmuró tras un instante-Le encomendaron la misión a mi hermano, pero cuando desapareció, vine a averiguar qué le había pasado. Todo indicaba que lo habían asesinado. Tenía que saber quién había sido y acabar lo que él había comenzado: encontrar y matar al príncipe Kyuubi. Sólo sabía el nombre de la cuidad y del instituto, y por ahí empecé. Así fue cómo te conocí, pero no supe quién eras realmente hasta que leímos el diario de tu madre. Y cuando lo supe... ya no podía hacerlo, y traicioné así, de nuevo, el honor de mi familia-dijo sonriendo amargamente-. Pero no me arrepiento.

Me miró a los ojos y parecía que esperara su sentencia. No importaba cuál fuera o que eso nos separara: él acataría. Lentamente acerqué mis manos para que pudiera tocarle su mejilla. Sonrió y por un instante recobró el color de sus ojos de siempre, pero no duró mucho.

-Tenemos que sacarte de aquí-dijo.

Me sorprendió el cambio de tema tan repentino.

-¿Tenemos?-pregunté mirando las esposas, que él también miró.

-¿Crees que lo conseguirías sin mí?-preguntó serio.

Si le decía que sí, insistiría que me fuera sólo.

-¡No! ¡Nunca-ttebayo!

Aparte de que me sería imposible cruzar la puerta con el vigilante, no pensaba dejar ahí a Sasuke a su suerte.

-¿Qué hacemos?-dije sacudiendo las manos en el pantalón.

Miró la escalera y luego el escritorio.

-Echa un vistazo ahí a ver si encuentras un alambra o una grapa.

Corrí hacia el escritorio  de caoba y lo registré. Sólo había una carpeta de piel, una pluma y una lámpara. Abrí lo cajones, encontré sobres, papel, abrecartas, jeringas y botecillos de calmantes, pero ¿para qué lo quería mi tío? El tercer cajón estaba cerrado con llave, así que lo forcé con el abrecartas. Tras unos intentos, la cerradura cedió. Dentro había documentos antiguos, a juzgar por su color amarillento. Estaban ordenados con clips, cogí uno y se lo di a Sasuke, que lo dobló como si supiera lo que hacía.

-¿Por qué no intentaste escapar antes?-pregunté.

-Porque no tenía un clip-dijo con una sonrisa amarga-, y porque me drogaron cuando vieron que los métodos de sus gorilas no funcionaban conmigo. No sé cuánto tiempo llevo aquí. Antes de que llegaras estuve la mayor parte del tiempo en otra dimensión. Por la sed que tengo calculo que dos o tres noches.

Con poco margen de movimiento, Sasuke metió incómodamente el clip en la cerradura de las esposas.

-Hoy es la tercera noche-dije fijándome en lo que hacía.

-¿Y se puede saber cómo me encontraste?-preguntó concentrado en las esposas; soltó una maldición cuando se le cayó.

-Quería hablar contigo porque... porque no dejaba de pensar en el por qué de nuestra ruptura-Sasuke se encogió de hombros e intentó meter de nuevo el clip en la cerradura-. Pero hacía dos días que no venías a la escuela, y tu móvil estaba apagado, así que fui a tu casa. Me preocupé vi que no estabas.

Sasuke pareció hacer avances porque ahora movía el clip de otra manera. No dijo nada cuando le confesé que había bajado al sótano y que había rebuscado en sus cosas, aunque sólo para encontrar algún indicio de por qué había desaparecido.

-Supuse que los príncipes se habían enterado de lo nuestro y te habían llevado con ellos. Hasta pensé pedirle ayuda a mi tío.

Le divirtió el comentario, pero soltó otra maldición cuando algo en la cerradura no le salió como esperaba. Apretó los labios y siguió moviendo el clip. Respiré hondo.

-Cuando volví a mi casa-proseguí-, vi la Blade en el garage.

-Estará destrozada, imagino.

-Me temo que sí-asentí.

-No me extraña, con las vueltas en campana que dimos.

-¿Vueltas en campana?-esperaba a ver entendido mal, Sasuke asintió, introdujo más el clip y lo torció.

-La noche en que te dejé en casa me siguieron. Pensaba que era el mismo tipo que había eliminado a mi hermano, a quien debería de estarme acercando demasiado. De alguna manera era cierto-maldijo cuando se le volvió a caer el clip al suelo y siguió hablando, lo hizo a trompicones, tenso-. Me dispararon así que aceleré. Debí de haber truncado el motor porque no podía quitármelos de encima, y cuando se cansaron de seguirme, me dispararon en la rueda trasera-me miró sin levantar la cabeza-. Créeme no es divertido, salir volando y golpearme contra todo lo que se te cruza en tu camino.

Apoyé mi mano en su hombro, pero meneó la cabeza.

-Te olvidas de que no soy un humano, hace falta más de una accidente de moto y unos golpes para acabar conmigo, ni siquiera me mato la caída desde la cuerda floja. Mi cuerpo se cura rápidamente. Cuando había bebido bastante la noche anterior no fue tan grave, y si hubiera bebido otra vez, apenas se me notarían las heridas.

Me estremecí, si según él había mejorad, no quería pensar como había estaba el mero día del accidente.

-¿Y luego te trajeron aquí?

-Recuerdo que perdí el control, que comí asfalto, y que la Blade se me vino encima, nada más. Cuando recuperé la conciencia estaba atado en la silla,  y Orochimaru me preguntó qué les había dicho a los príncipes.-sonrió fríamente-.Estoy seguro de que pensaba que era Itachi. Si realmente tu tío le hizo algo a mi hermano, en aquel momento creyó que Itachi había logrado sobrevivir.

Claro, son unos hermanos muy idénticos.

-Entonces ¿crees que tu hermano puede seguir vivo?-pregunté.

-Exacto-confirmó con voz baja.

Sus esperanzas me provocaron un nudo en la garganta.

-Hace dos días...-empezó, pero no supo como continuar-. Perdona, no quería hacerte daño. Cuando me enteré que era el que buscaba no sabía qué hacer. Me refiero a que... yo...tú. ¡Maldita sea! ¿Te parece si dejamos esto en otro momento? Lo único que importa es lo que siento y quiero estar contigo, ¿vale?

Me sonrojé, Sasuke me miró sin levantar la cabeza, y me sonrojé más, desvié la mirada y dije:

-Vale.

En silencio observé como luchaba con las esposas, se oyó un clic y se abrió la izquierda. Suspiró aliviado y sacudió la mano. En menos de un minuto se quitó la otra y se frotó las muñecas. Le di la mano para ayudarle a levantarse; me la cogió tan rápido que me asusté. Tenía las mangas subidas por encima de los hombros y ambos nos quedamos viendo mis venas. El brillo de sus ojos había vuelto, y con cada respiración mía se volvía más intenso. Me quedé inmóvil. El entreabrió la boca y se acercó y sentí su aliento en mi brazo y me pregunté si dolería el mordisco. Cerré los ojos con eso en mente esperando el dolor, más no pude más.

-¡Iie!-exclamé.

-¡Ugh!-Sasuke soltó mi mano como si le quemara en las manos-. Salgamos de aquí, la próxima vez no podré controlarme.

Cogió el atizador y subimos la escalera. Me hizo una señal de que me esperara y abrió la puerta. Oí un golpe y dejé de respirar hasta que Sasuke apareció y me indicó que ya podía salir;  pero que lo siguiera sin hacer ruido. El guardaespaldas de mi tío estaba inconsciente en el suelo con la cabeza exageradamente torcida. Miré a Sasuke, tenía sangre en la comisura de los labios. Señaló la puerta que llevaba al despacho de mi tío, estaba entreabierta y se oían voces lejanas. Mi tío decía algo y los demás parecían estar de acuerdo. Miré a Sasuke desesperado, era la única salida. Me comprendió y señaló las ventanas cubiertas con las pesadas cortinas. Cruzó el salón con su habitual elegancia pero aunque no acabara de beber, todavía mantenía su  cierta distancia conmigo, como si no se fiara de sus impulsos. Le cogí del brazo cuado fue a abrir la ventana.

-La alarma-susurré.

Me quitó la mano lentamente. Escuchó un momento las voces en el despacho y luego miró por la ventana. Se oyeron las sillas moverse, se abrió la puerta y se encendió la luz del salón. Los guardaespaldas gritaron sorprendidos al vernos, Sasuke les lanzó el atizador, abrió la ventana y la alarma sonó ensordecedora. Me cogió de la cintura y salimos mientras Orochimaru daba órdenes. Corrimos por el jardín cogidos de la mano. Corrí sin saber adonde-detrás de nosotros se oían voces-, dimos la vuelta a una esquina, me tropecé  y caí sobre Sasuke, quien me levantó de un tirón para seguir corriendo. Salimos a la calle, al mundo exterior, donde habría gente y no nos podrían hacer nada en contra de nuestra voluntad. Sentí un tirón hacia atrás, y me levantaron unos grandes brazos de uno de los guardaespaldas que nos habían alcanzado, me tomaba de la cintura con sus grandes y fuertes brazos, jalándome hacia el lado contrario, mis pies no tocaron el suelo, lo único que me mantenía unido a Sasuke era su mano. Sasuke se dio la vuelta mostrando los dientes, gruñendo como un gato erizado, mientras yo pateaba al tipo, intentando soltarme y gritando con la esperanza de que alguien me oyera.

-¡Háganlo callar!-gritó Orochimaru.

Mi mano se soltó y el hombre me llevó lejos de Sasuke, una mano grande ahogó mis gritos, no podía respirar. Hice todo lo que pude para liberarme. Pero fue en vano. La piel bajo mis dedos era fría como el mármol recubierto de cera. Oí golpes y gemidos de dolor. Me pareció reconocer la voz de Sasuke. Necesitaba aire, pataleé, pero la mano apretó aún con más fuerza,  mi vista se nubló. Me llevaron a pesar de mi inútil resistencia.

Vi caras, luz, libros, una escalera: descendíamos. Me soltaron sobre la alfombra, cayendo bruscamente, gemí de dolor y respiré hondo, desesperado y reconocí el sótano. Un guardaespaldas  me observaba impasible. Sólo pensaba en lo que podía haber pasado con Sasuke y en salir de allí. Le di una patada en la espinilla al gorila, que gruño sorprendido, y salí corriendo hacia la escalera. Sentí un fuerte golpe y caí de rodillas, antes del primer escalón. Hubo una explosión de dolor y oscuridad en mi cabeza, que me llevó a la nada.

Continuará..

Notas finales:

¡WAAAA, MI DIOS!

Esto se pone cada vez emocionante, aunque ya lo haya leído millones de veces, me emociono cada vez que lo termino de leer, jo, jo n.n

Bueeeeeno, pero ahora lo que me importa más es saber si les está gustando o no :DDD Eso es lo más importante en este fic: sus comentarios.

Ja, ja, ¿qué pasará con Naruto? ¿qué le habrán hecho a Sasuke? ¿Saldrán los dos sanos y salvos? ¿Morirá Orochimaru? ¿Actualizaré rápido y no se me olvidará? xD Eso depende de los reviews que manden, recuerden que deben dejar sus comentarios ya que sin ellos no podría actualizar :3

Eso fue todo por hoy, ¡ja!

Les mando un beso y un abrazo, ya mero llega el final T.T Los quiero.

Nos leemos en el próximo capítulo, ñaka, ñaka nWn


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