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El torneo amistoso por Frida

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- Ufffff, qué bien me he quedado después de lavarme... y ahora... -Hanamichi se metió en el agua caliente y soltó un suspiro. -¡Esto es la gloria!

Justo en las rocas de detrás, a tan sólo unos metros, Rukawa se encontró en su tranquilo baño nocturno, hasta que oyó al pelirrojo.

- Mierda... ahora ha venido éste. A ver si se va rápido y puedo salir... -pensó mientras le lanzaba miradas furtivas.

La puerta corrediza del patio volvió a abrirse y Akira Sendoh apareció por ella, con una toalla blanca enrollada muy por debajo del ombligo, y se acercó a Sakuragi, metiéndose también en el agua.

- ¡Eh Sakuragi! Qué partido, no lo has hecho nada mal -le alabó Sendoh.
- ¡Hombre, y qué te pensabas de un genio del básquet como yo! -le respondió Hanamichi, riéndose a todo pulmón.

Sendoh, desviando la mirada, vislumbró una sombra extraña detrás de las piedras y vio como Rukawa le hacía señas para que no le delatase. Sendoh no pudo reprimir una sonrisa. Sakuragi lo miró desconcertado.

- RU-KA-WA tampoco lo hace nada mal, ¿verdad? Se esfuerza mucho en los entrenamientos.
- Psé... él va con ventaja porque juega en la liga japonesa, pero yo me he recuperado de mi lesión y estoy como nuevo, incluso juego mejor, ¡jajaja!
- Idiota... -pensó Rukawa. No pudo evitar oír la conversación.
- Sí, tienes razón, pero... todavía te queda camino para superar a Rukawa. Él tiene una técnica que tú aún estás aprendiendo. Pero esto es un elogio ¿eh? Estás aprendiendo muy rápido -lo animó el pelo-pincho.

Hanamichi no lo entendió muy bien pero continuó gritando a carcajadas. Rukawa, que siguió oyéndolos, estaba empezando a sentirse mareado porque llevaba mucho rato en el agua caliente.

- Bueno, yo me voy ya que Gori nos ha hecho hacer un entrenamiento muy duro y estoy agotado. Además, ¡tengo que descansar para poder rendir el máximo en los partidos!

Dicho esto, Hanamichi salió de las termas, se secó, se puso el yukata y se dirigió a su nuevo cuarto.

- Ostras, tengo que pedirle la llave a Ryota -cayó en la cuenta Hanamichi y se dirigió hacia las habitaciones.

Sendoh se acercó a donde estaba Rukawa para avisarle de que Sakuragi ya se había ido. Repitió su nombre varias veces, pero el moreno no contestó. Intrigado, Sendoh se acercó para ver que hacía y vio burbujitas en la superficie del agua, justo donde había estado Rukawa hacía unos segundos: el chico se había desmayado y se encontraba bajo el agua. Inmediatamente, Sendoh lo levantó.

- ¡Ostras Rukawa! Qué poco resistente que eres -dijo el pelo-pincho, arrastrándolo hasta la salida de las termas. Allí le dio aire con la mano para ver si se despejaba, pero Rukawa no reaccionaba.- Rukawa, me estás asustando...este chico, ¿ha tragado agua?...

Miró a los alrededores y no vio a nadie, así que después de suspirar pensando en lo que iba a hacer le tapó la nariz con las manos y le hizo el boca a boca a ver si así recuperaba el sentido.

Mientras tanto, Hanamichi había conseguido la llave y había cambiado su ropa de sitio. No se había dado cuenta de que la ropa de Rukawa estaba en su mismo cuarto, así que no sospechó nada.
Mitsui le puso la excusa de que, como no estaba Rukawa, iba a hablar un rato con Miyagi antes de acostarse. Hanamichi se quedó solo en el cuarto y comienzó a dormirse sobre su futón.

Rukawa tosió muy fuerte, volviendo en sí. Sendoh se apartó rápidamente, un poco sonrojado:

- Eh... Sakuragi ya se ha ido, ¿estás bien? -le dijo el chico, avergonzado por lo que acababa de suceder.- Ostras, quién me diría que esto pasaría algún día -pensó en su fuero interno.
- -¿Qué... ha pasado? -preguntó Rukawa, agarrándose la cabeza. Le dolía.
- Tendrías que salir ya de aquí, los vapores de las termas te han afectado y te has desmayado... Has tragado un poco de agua pero nada más. Deberías ir a la cama y descansar.
- Ah sí, mierda... ha sido culpa del idiota aquel.

Sendoh salió también de la terma y se puso el yukata después de secarse.

- Bueno, ya nos veremos mañana -se despidió.

Rukawa hizo lo mismo, pero pasó por la cocina a tomarse un té.

- Chico, estamos a punto de cerrar el comedor por hoy -le avisó una cocinera.

Ya no quedaba nadie en el comedor. Con la tontería se habían hecho las diez de la noche y ya estaban todos en sus cuartos.
Rukawa se terminó el vaso y se dirigió a su habitación, aún con dolor de cabeza. Sakuragi dormía como un tronco en su futón, pero el moreno ni se percató de la cabeza roja y se estira en el suyo al llegar al cuarto.

-¡Gori de mierda! Nnng... estoy harto... chichón... -murmuraba Sakuragi en sueños.
-¿Eh...?

Rukawa encendió la lámpara que estaba a su lado y vio que era Sakuragi, durmiendo tan sólo con unos bóxers.

¿¿?? ¿Qué hace Sakuragi aquí? ¿Me habré equivocado de habitación...?

Sakuragi apretó los ojos. La luz le fastidió y le medio despertó.

- Qué narices... Michi, apaga la luz, que estoy durmiendo... -dijo el pelirrojo, tapándose con el edredón.

Rukawa miró que todas sus cosas estuviesen ahí, desconcertado.

Qué extraño... yo diría que es la misma... dios, qué dolor de cabeza...

Hanamichi empiezó a mosquearse porque Mitsui no apagaba la luz. Se destapó, miró a "Michi" y le gritó, aunque no tan fuerte como siempre:

- ¡Michi tío! ¿Quieres apagar la luz? Que no ves que... ¿qué?
- ¿Se puede saber qué haces en mi habitación? - Rukawa le miró con cara de empanado.
- Querrás decir MI habitación -replicó Sakuragi.- Miyagi nos ha pedido a Michi y a mí un cambio porque la habitación de Ayako estaba más cerca. ¿No te lo han dicho o qué? -se tapó la cara con las manos.- Apaga la luz de una vez y vete.
- A mí no me han dicho nada.

Sakuragi empezaba a enfadarse de verdad.

- ¡Pues ya te lo he dicho yo!
- No pienso irme de la habitación, vete tú.
- ¡Maldito zorro! Aquí tengo todas mis cosas, ¡y además ya estaba dormido! Por una vez déjame en paz y pírate.
- Yo también tengo mis cosas aquí. No pienso moverme.
- Pues que te den, yo tampoco pienso irme -el pelirrojo desistió porque no le quedaban fuerzas. Se volvió a tapar con el futón y pasó de él.

Rukawa pasó también y se estiró. Una vez apagada la luz, Hanamichi se quitó el futón de la cara y suspiró. El futón de Rukawa estaba al lado y el moreno le estaba mirando. Éste intentó dormirse, pero no pudo. La cabeza le daba vueltas.
Hanamichi estaba intentando reconciliar el sueño de nuevo, pero le costaba. Además, estaba de mala leche porque tenía a Rukawa al lado. Lo miró de reojo hasta que sus miradas se encontraron y Rukawa le miró fijamente.

- ¿No tenías tanto sueño? -preguntó el moreno, sarcástico.
- Por tu culpa ahora me cuesta dormirme de nuevo -le respondió de mala gana, en voz baja.
- ¿Ah sí? -dijo mientras se acerca un par de centímetros.- Que yo sepa no estoy haciendo ruido ni nada.

Hanamichi no se dio cuenta de que se había acercado porque miraba al techo.

- No es eso, es que ya me has desvelado -volvió a contestarle el pelirrojo, que empezaba a irritarse.- Y además te odio, zorro estúpido...- pensó.
- Idiota... -murmuró mientras se pasa la mano por la frente. Tenía un poco de fiebre.- Oye... ¿No tienes... calor? -añadió, con mala cara.
- ¿Qué? No, estoy bien. Después de las termas me he quedado como nuevo. ¿Por qué lo dices? -se extrañó de tanta conversación.- ¿Qué pasa?
- Yo tengo calor... -respondió Rukawa, incorporándose. Cogió la botella de agua que tenía cerca y se la echó encima.
- ¿Pero qué haces? ¡Dejarás el tatami hecho una mierda! -se quejó Sakuragi.

Rukawa, sin decir nada, se quitó la camiseta y limpió el poco agua que había caído alrededor. Hanamichi arqueó una ceja y lo miró en la habitación medio oscura. Aunque no le gustara pensarlo, veía el torso de Rukawa y pensaba que estaba bastante...bien. Para cuando se dio cuenta de lo que estaba pensando se dio una hostia a sí mismo y pensó: "¿¡Qué coño hago!? ¡Sakuragi! ¡A ti te gusta Haruko! ¡Y este tío es un mierda! Que tiene... un cuerpo... ¡mierda! ¡Sakuragi, duérmete de una vez!". Se estiró de nuevo en el futón, cerró los ojos y suspiró otra vez intentando tranquilizarse.
Rukawa dejó la camiseta detrás de la almohada y se estiró boca arriba mirando el techo, seguía sin poder dormir.
Sakuragi intentó quitarse las imágenes que acababa de ver de la mente, pero no podía. Empezó a emparanoyarse.
- No lo entiendo... -se le escapó al pelirrojo en voz alta, muy sutilmente.

Rukawa ladeó la cabeza.

- ¿Has dicho algo, idiota?
- No, imbécil.
- ¿Necesitas contar ovejitas en voz alta para dormirte?
- No... -apretaba el puño, irritado.- Calla de una vez y déjame dormir.
- Eres tú el que no para de gimotear.

Sakuragi había llegado a su límite. Se medio incorporó y pegó un puñetazo en el suelo al lado de la cabeza de Rukawa.

- ¡QUIERES CALLARTE DE UNA VEZ! ¡PRIMERO ME DESPIERTAS Y LUEGO NO ME DEJAS DORMIR!

Lo miró furioso, su cara estaba a un palmo de la de Rukawa. Aquellas imágenes que había logrado mantener apartadas de su mente volvieron a aparecer y se dio cuenta de la situación en la que estaba: los dos sin camiseta. En la cama. Muy cerca.
De repente se encendió la luz del pasillo y se vio una sombra. Rukawa agarró a Hanamichi y le tapó la boca con la mano, mientras con la otra hacía signo de silencio.

- Uhm... me ha parecido escuchar un grito -los dos chicos oyeron como hablaba el dueño al otro lado de la puerta.

Sakuragi no se movió ni un pelo. El contacto con la mano de Rukawa le hizo sonrojarse y, a la vez, se puso más nervioso. Se sentía atraído por Rukawa y no sabía por qué. Su mano olía al aroma del jabón... El corazón le latía cada vez más y más rápido.

- Será alguien que está teniendo pesadillas. Mejor me voy a dormir ya...

Rukawa esperó a que no se oyera nada, y separó lentamente la mano de la boca del pelirrojo. Éste le estaba mirando, rojo como un tomate, y Rukawa se sintió atrapado por esos ojos negros que le miraban. Lentamente, se acercó a sus labios.
Sakuragi observaba lo que está a punto de suceder, pero no pudo apartarse. Es más: quería que sucediera. Él mismo se inclinó hacia el moreno, cerrando los ojos... hasta que finalmente se besaron.
Rukawa se apretaba contra Sakuragi, besándole con fuerza, explorando cada rincón de su boca. La cabeza le daba vueltas y su cuerpo era como un torbellino de calor y excitación que no podía controlar. Le pasó la mano por el cuello, la espalda, el pecho... mientras sus labios chocaban al besarse.
Sakuragi tragó saliva. Su cuerpo empezaba a arder y a moverse por sí solo. Sentía las caricias de Rukawa y, a la vez, no podía evitar sentir curiosidad y tocar su cuerpo también. Pasó una mano sobre el pecho del zorro y acarició uno de sus pezones... intentó separarse unos milímetros para tomar aire, aunque el moreno no le dejó descansar por mucho tiempo.
Rukawa estaba sudando debido a la fiebre, pero no quería parar. La mano de Hanamichi le estaba volviendo loco. Le agarró ésta y se la deslizó hasta su pantalón, esperando que captara su proposición. Él hizo lo mismo y comenzó a jugar con la goma del pantalón del pelirrojo.
Sakuragi abrió los ojos sorprendido y observó a un Rukawa sudoroso y excitado que estaba tocando muy cerca de su erección. Rukawa también lo estaba. Sakuragi no se sentía seguro de qué hacer: estaba muy nervioso, hasta el punto de que le temblaba todo el cuerpo. Se acercó al oído del moreno y pasó la mano por encima de la erección de Rukawa.

- K-Kaede... -le susurró en un suspiro.
- Tranquilo... -le respondió al oído.- Haz lo que quieras... así... -Rukawa introdujo su mano bajo el pantalón de Sakuragi y empezó a masajear su miembro, mientras notaba cómo el pelirrojo se estremecía.

Sakuragi soltó un gemido. Hasta él se sorprendió, pero tampoco quería parar. Metió la mano debajo del pantalón del moreno y empezó a agitar el miembro de Rukawa, igual que lo hacía él.

- Ru-Rukawa... -jadeaba sin darse cuenta, y le lamió desde el cuello a la oreja.

Rukawa se excitó aún más con lo que le acababa de hacer Hanamichi.

- Si me vuelves a hacer eso... explotaré...

Empezó a bajar por el pecho de Hanamichi, mientras le lamía y daba pequeños mordiscos. Ya había llegado a su miembro, al descubierto, erecto y firme, esperándole.

- ¿Quieres...? -le susurró al pelirrojo mientras sus labios se acercaban cada vez más a su sexo.

Sakuragi se quedó de piedra y, si cabe, su corazón comenzó a latir más rápido. La lengua de Rukawa parecía fuego lamiendo su cuerpo y ahora... el moreno le había hecho aquella proposición.

- Q-qu... espera... Rukawa -soltó aquello, aunque era evidente que lo deseaba. Su cuerpo le pedía más. La mente de Sakuragi estaba bloqueada y su cara roja como un tomate.
- ¿Que espere? ¿Seguro...? -y dicho eso comenzó a lamer su glande, que ya goteaba, mientras le introducía un dedo por detrás.
- ¡Rukawa...! -no pudo evitar soltar un grito ahogado, mientras apretaba los ojos con fuerza y gemía. Le temblaban las piernas.

La lengua de Rukawa lamió su miembro con agilidad y Sakuragi sólo podía disfrutar de ello. Además...el dedo de Rukawa... empezaba a sentirlo en su interior.

- R-Rukawa... por favor... -estaba empezando a sudar. El moreno, en cambio, llevaba rato chorreando por todos lados.
- Date la vuelta... -Rukawa se separó e introdujo el segundo y tercer dedo en la entrada del pelirrojo, mientras con su otra mano seguía agitando su miembro.- Dime... cuando quieres... yo ya... -jadeó mientras se aplastaba contra su espalda.

Hanamichi suspiraba de placer.

- Rukawa... ah... no puedo... -apretó los puños y se mordió el labio inferior.- Nnh...

Rukawa no pudo esperar más y comenzó a penetrarlo. Con una mano seguía masturbándolo y con la otra recorrió el pecho del pelirrojo, los pezones, el abdomen...

- H-Hanamichi... estás... tan... estrecho... -el moreno jadeaba con cada embestida.
- R-Rukawa... ah...-Sakuragi gemía entrecortadamente.- Más lent... ngg -se agarró al futón. Las caricias del moreno lo estaban matando.

Rukawa estaba al borde del orgasmo. Tras un par de embestidas más sintió como se dejaba ir dentro del pelirrojo. A la vez notó la descarga líquida del pelirrojo en su mano, y cayó exhausto encima de él. Sakuragi, aunque al principio le había dolido un poco, se había acostumbrado al ritmo de las embestidas. El miembro de Rukawa se sentía tan cálido dentro de él que, al final, junto con sus caricias, acabó yéndose en las manos del moreno. Su cuerpo dejó de responder y, tras llegar al orgasmo, abrazó a su zorro, que estaba encima de él, y suspiró, también exhausto.
Ahora que ambos habían llegado al clímax y estaban cansados, Sakuragi empezó a notar de nuevo el sueño, pero antes no puedo evitar el querer escuchar de nuevo la voz de Rukawa.

- Kaede... no entiendo muy bien esto que ha pasado pero... ¿tú qué crees?
Con un brazo le rodeaba la espalda, abrazándolo y con la otra le acariciaba su suave pelo negro. Estaba a punto de quedarse dormido.
Rukawa ladeó la cabeza, mirando al pelirrojo con ternura.

- No sé tú, pero... yo... lo he hecho porque te quiero -le dio un fugaz beso, pero con fuerza.

Después de aquello, el pelirrojo se sonrojó levemente y sonrió.

- Claro que me quieres... porque soy un genio -le devolvió el beso, aunque el suyo no fue tan fuerte, pero suave y dulce.- Quizá yo también... te quiero... -susurró, y se quedó plácidamente dormido, abrazando a su nueva pareja.

 

 

Notas finales:

¡Y eso ha sido todo! Esperamos que os haya gustado. El fanfic así dicho termina aquí, pero no descartamos continuarlo... los jugadores del Ryonan siguen ahí, también llegarán los del Kainan... y hay que saber cómo actuará la nueva parejita frente a sus compañeros.

¡Gracias por leer!


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