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When you were here, I have no idea… por maiikaulitz

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Notas del fanfic:

Espero que les guste, esto es recien un comienzo. Quería aclarar que Ciel NO es un histérico, sólo que sufrió por mucho tiempo y finalmente explotó u.u

A leer!

Notas del capitulo:

Espero que les guste

A leer!!!!

When you were here, I have no idea…


 


 


 


Prólogo: Silencio   


 


 


Miró el reloj despertador a su lado. Reposaba tranquilamente, y no parecía querer que los minutos corran. Esbozó una mueca de disgusto ¿Siempre todo tenía que estar en contra de él? Todavía faltaban 10 minutos para que fuera la hora en la que debía despertarse. Se abrazó a su almohada, una fuerte ventisca provenía de la ventana a medio abrir del cálido ambiente. Si él estuviera, podría abrazarme a su cuerpo y volver a dormir tranquilo. Pensó.


 


Pero él no estaba.


 


Volteó su cuerpo refunfuñando en su interior, y comenzando a sentir esa extraña sensación en la parte baja de su estómago. Tristeza, miedo, impotencia…Eso era ese tremendo dolor incómodo, así lo manifestaba su pequeño cuerpo de apenas 22 años de edad. Comenzaba a sentir la humedad en sus preciosos ojos celestes. Mordió su labio inferior. No quería volver a llorar por algo tan estúpido y sin sentido.


 


La soledad.


 


Presenciaba su vida hace un par de años, dos exactamente ¿Por qué? Si vivía con su pareja estable, Sebastian Michaelis. Sonrió más de tristeza que de júbilo.


 


Vivir con Sebastian Michaelis, para él, era como vivir solo.


 


Se levantaba todas las mañanas a las 6:30, para ir a estudiar, y él no estaba. Iba a la universidad por la mañana y volvía para almorzar solo. Viajaba en tren hasta su trabajo como fotógrafo de un diario poco conocido, y con mucha suerte compraban sus imágenes. Viajaba solo. Volvía a casa, a mirar el informativo de la tarde para saber a dónde debía dirigirse para conseguir fotografías interesantes, solo. Hacía el quehacer del hogar solo. Preparaba la cena y esperaba hasta horas inesperadas, con la esperanza de que la puerta de entrada se abra, para poder ver, al menos por unos segundos, aquellos hermosos ojos rojos que lo habían hipnotizado desde el primer instante. Finalmente, después de un intento por lo general fallido de cenar con su pareja, agotado se iba a acostar, pudiendo conciliar el sueño horas más tarde.


 


Esa horrorosa y agotadora rutina es la que vivía tortuosamente en el día a día de su joven vida. Pensar en ella, le causaba una presión en el pecho, y una más fuerte aún, al pensar que a su pareja no le interesaba en lo más mínimo


 


¡OH no! Ahí estaban…Ahí estaban de vuelta esa saladas lágrimas corriendo por su rostro, enrojeciendo sus ojos, demostrando incontrolables el dolor de su alma.


 


Esa era la razón por la que nunca pensaba en eso, sólo le causaba más sufrimiento, más stress, más mal humor, más pesadez. En pocas palabras, arruinaba su día.


 No quería decirle a su pareja, pues de seguro le diría algo así como: ¿Por qué no vas a un psicólogo? O algo por el estilo, pero no quería agregar un nuevo ítem a su lista de sufrimiento. Se duchó rápidamente, intentando despejar sus pensamientos. Al sentirse por fin listo, para empezar su agotador día, y con una actitud positivamente renovada, se cambio solitario.


 


El día transcurrió con tranquilidad, la universidad era aburrida y complicada, la comida se le había quemado en el horno, el tren en el que viajaba estaba repleto, la editora había desechado la mayoría de sus fotos, y le había pagado poco por las que aceptaron, pero…


 


 Grata fue su sorpresa, al encontrarse a su amado en la puerta, mientras secaba sus finos cabellos en el radiador. Acababa de bañarse, justo antes de comenzar a preparar la cena para dos. De repente, su corazón comenzó a latir más rápido ¿Se había tomado el día por él? ¿Tenía ganas de verlo? ¿Había sentido la misma soledad que él todo este tiempo? Preguntas como esas rondaban su alborotada mente en ese momento, pero lo único que atinó a decir fue:


 


-¿Sebastian, qué haces aquí?-Preguntó incrédulo, mientras soltaba la toalla que segundos antes usaba, dejándola caer liviana al suelo.  


 


-No había mucho trabajo en la oficina, así que me decidí a pasar más tiempo con mi sexi novio…-Al principio su corazón comenzó a latir muy fuerte, queriendo salir disparado de su pecho, así como el quería correr a los brazos de Sebastian. Pero a medida que avanzaba la oración, y más babosadas estúpidas y sin sentido recitaba su amado, más descendía su pobre nivel de felicidad. Ya no escuchaba nada de lo que el mayor decía, sólo lo miraba incrédulo, negando con la cabeza.-…Por eso te digo, que como no lo hacemos hace una semana, tengo unas ganas terribles de…-¿Acaso había escuchado bien? Prácticamente no lo había visto en días enteros, y lo único que quería era sexo.


 Según su sentido común, lo estaba tratando claramente como un insignificante objeto sexual.


 Pero se equivocaba, Ciel Phantomhive no era el juguetito de nadie. La furia corría por sus venas. Había explotado. Semanas completas esperando una mísera disculpa, un gesto de perdón, y lo único que recibía era la indiferencia de Sebastian.


  El muy inadaptado no paraba de decir estupideces vacías, irrelevantes. No lo dudó un segundo más. Se dirigió hasta él, sin mediar palabras, pensando que con su mirada demostraba dolor suficiente.


 El mayor lo recibía con los brazos abiertos, pensando que “le seguía el juego”. Pero ingrata fue su sorpresa al no recibir su esperado abrazo, y en remplazo sentir por completo una fuerte cachetada en su mejilla izquierda. Lo miró incrédulo, pues hasta no sentir la palma del menor a milímetros de su rostro, no había caído en cuenta de la gravedad de la situación.


 


-¿Me puedes explicar que es lo que intentas?-Preguntó con voz temblorosa pero firme a la vez, el de profundos ojos cielo. El mayor arrugó el rostro, mientras se frotaba el lugar del impacto, que se encontraba completamente rojo.


 


-Eso debería preguntar yo ¿¡Qué es lo que te sucede!?-Preguntó incrédulo e ignorante el mayor, mientras se acercaba hasta donde estaba su pareja tomándolo del brazo.


 


-¡No me toques, y no ignores mi pregunta!...-Se corrió colérico, mientras miraba a los ojos al mayor.-…Llevas días enteros ignorándome, y ahora ¿Te piensas que puedes llegar y reclamarme sexo?...-El mayor lo miró realmente indignado.- Se acabó Sebastian, se agotó mi paciencia… Dime de una buena vez ¿Qué hice mal?, ¡¿Qué hice mal, para merecer tu indiferencia?!-El menor le hizo un gesto para que lo dejara continuar. –Te vas temprano en la mañana, y llegas tarde en la noche, ni siquiera hablamos, con suerte follamos, al parecer sólo porque es de tu beneficio propio. Me cansé de dar y no recibir nada. Limpio la casa, te preparo la cena, te llamo por teléfono ¡Para que ni siquiera me hables, ni me des respuestas! Me como la cabeza las 24 horas del día pensando ¿Qué hice mal? ¿Qué es lo que necesita de mí? ¿Me seguirá queriendo? ¿Me quiso alguna vez al menos?, pareciera que todas las respuestas son negativas. Lo único que recibo a cambio es soledad…-Terminó por fin dejándose caer agotado sobre el espacioso sofá de la sala.


 


El de ojos rojos exhaló un fuerte suspiro, sentándose a su lado en el sofá.


 


-Nunca quise hacerte sufrir, y lo sabes.-El menor pensaba, mientras se jalaba de los cabellos todavía húmedos.


 


-Lo siento Sebastian, pero no puedo creerte.-Respondió casi en un susurro el menor.


 


Silencio, eso es lo único que Ciel recibió como respuesta.


 


Una punzada nuevamente atacó su adolorido ser.


 


-Si esa es tu respuesta, entonces voy a tomarme un tiempo para pensar las cosas…-Esbozó una triste sonrisa-…No te preocupes, ya no vas a tener que soportar a este histérico por un tiempo largo al menos.-Una lágrima solitaria rodó por las pálidas mejillas, del de ojos rojos. No podía creer que estaba pasando, y aún peor, no sabía como responder a una situación así.


 


Era un idiota, un cobarde.


 


Lamentablemente, ya no podía volver el tiempo atrás.


 


Lo había perdido

Notas finales:

Reviewwwwwwwwwws ??? siiiiiiii :D


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