Recuerdo lo que él dijo cundo terminamos, recuerdo cada palabra y cada gesto; no hubo lágrimas de su parte y mucho
menos mías, no hubo rencor, de sus labios solo salieron palabras dulces.
—Shuichi…—él me miró. Nunca, o casi nunca, decía su nombre completo, así que había notado mi cambio de actitud.
—Dime.
—Quiero terminar contigo—lo dije de forma fría, aunque eso no era raro en mí. Desde lo que pasó con Yuki mi forma
de ser se volvió así, creando una coraza para evitar más daños.
— ¿Por…por qué? —pedía una explicación. Esto era lo menos que se merecía una persona como él, alguien que dijo
amarme y que me di cuenta algo tarde que en verdad lo hacía, ¿que podía decirle? ¿Que mi forma de besarlo había
cambiado porque mis labios ahora eran tuyos? ¿Que ya no podía abrazarlo como antes lo hacía por temor a que
percibiera tu olor en mí?
—Hay alguien más—siempre me ha gustado ser directo y decir las cosas como son, sin pensar en lo que los demás
puedan sentir.
— ¿Lo amas?
—Si…—casi un susurro, dije lo que era la verdad en ese momento.
— ¿te ama? — Admito que esa era una pregunta complicada, pero no por ello carecía de respuesta.
—Él dice amarme…y espero que en verdad lo haga—suspiré. Pensar que dejaría a quién me había mantenido vivo y, de
alguna manera, feliz, era realmente complicado.
—Entonces…si te ama y lo amas, no tengo derecho a intentar retenerte. —No podía creer lo que Shuichi me decía,
esperaba cualquier cosa menos eso; él es una persona expresiva que se deja llevar por sus impulsos. Me quedé sin
palabras y el continuó aún cuando su cuerpo temblaba levemente.
—Yo… intenté cada día que te enamoraras de mí—en eso tenía razón, hay veces que me preguntaba como lo hacía. Oí que
suspiró. — Creo que debe ser alguien maravilloso—en ese momento pensaba lo mismo, que eras perfecto para mi. — Me
gustaría conocerlo, aunque pensándolo bien mejor no, podría enamorarme… Si logró que te enamoraras, yo
definitivamente caería ante él. —me regaló una sonrisa
—Tal vez si se conocieran yo saldría sobrando…
—Yuki…
— ¿Qué?
—Antes de que me dejes, antes de que todo termine, regálame un último beso —su voz sonaba apagada y aunque quisiera
no podría negarme. De hecho en ese momento comenzaba a arrepentirme de dejarlo.
Sin decir más me acerqué a él tomando su esbelto cuerpo entre mis brazos, rodeó mi cuello y nuestras bocas se
juntaron en un beso que sabía a dolor. Al principio el contacto era muy superficial, pero después permití que su
lengua ingresara en mi boca. Sus manos comenzaron a recorrer mi espalda y no pude evitar corresponder esas
caricias, por lo que pronto la ropa comenzó a estorbarnos. En ese momento estaba a punto de engañarte a ti como lo
había hecho tantas veces con él. Tal vez era por eso que no sentía culpa.
Habíamos llegado hasta su habitación entre caricias desesperadas, consumiéndonos por el deseo de sentirnos por
última vez. Ni una palabra más nos dedicamos, lo único que salía de nuestras bocas eran leves jadeos y, así como
empezó terminó, sentí su cuerpo estremecerse bajo el mío y ya todo se había acabado.
Nos separamos con un beso y nos vestimos para pretender que nada pasó. Salí de su recámara con rumbo a la sala para
tomar mi saco e irme y cuando lo hice lo oí salir segundos después de mí.
—Espero que seas feliz Yuki, espero que él pueda amarte tanto como yo lo hago—Me di la vuelta topándome con su
hermosa mirada amatista.
—Ojala y así sea—me acerqué a abrazarlo. — Gracias—dije suavemente y nos separamos otra vez.
—Entonces… esto es todo, si alguna vez necesitas mi ayuda, si cambias de opinión o si te das cuenta de lo que haces
no fue lo mejor, yo siempre estaré aquí para ti, como un amigo; espero que seas feliz, yo lo seré porque tu
felicidad es la mía.
En ese momento no pude decir más. Salí de su casa, si me quedaba un instante más no podría dejarlo. Entré a mi auto
y me dirigí a toda velocidad a tu departamento, para avisarte de que ahora solo seríamos tú y yo. Al llegar toqué
insistentemente el timbre y saliste a abrir con una expresión de fastidio, la cual cambió al notar que era yo.
—Terminé con él—apenas entré dije eso, y caminamos para sentarnos frente a frente en unos sillones. Tomaste mi mano
y te miré—. Dime que no me equivoco, que no cometo un error al confiar en ti, que no terminarás dañándome como él
lo hizo. Prométeme que no dañarás mí corazón más de lo que ya está—lo que había sucedido con mi ahora ex-novio, tú
llegada y tú intrusión a mi mundo habían devuelto un poco de la vida que él se había llevado y en ese momento me
hacía sentir más frágil de lo que estaba dispuesto a admitir.
—Haré todo lo posible—gran mentira, ahora que lo pienso—solo dime que hacer para no romper tu corazón, dime que no
debo hacer si quiero hacerte feliz. —Sonabas tan sincero que en ese momento puse mi alma a tus pies, deje ir todo
el arrepentimiento que tenía, ya que por pensar que podía ser feliz a tu lado había dejado ir a alguien tan
especial.
—Ámame… no me dejes—sentía que mi voz podía quebrarse, pero estaba seguro que no lloraría, hace varios años había
jurado no volver a hacerlo y, aunque frente a él lo había hecho, no pensaba volver a hacerlo. — Y si lo haces que
sea por alguien que te ame más que yo—comenzaba a recordar lo que Shuichi me había dicho—, aunque no creo que lo
encuentres. Podrán amarte, pero no tanto como yo lo hago.
—No te preocupes, mi amor—te acercaste a abrazarme y de pronto me sentí protegido. — Haré todo lo posible para no
defraudarte.
Llegaste cuando mi vida estaba casi reconstruida, tenía pareja, un chico de cabellos rosas. Llegaste a ilusionarme
y yo caí tan fácilmente; recordé a la primera y única persona a la que había amado, hasta que tú me juraste amor y
creí amarte como con él lo hice. Eras tan parecido a él, tanto, que cada que te veía creía verlo. Confundiste mi
mente a tal grado de terminar mi relación con el fin de intentar estar contigo; tú, llegaste trayendo una luz de
esperanza que me guió hasta hacerme caer de nuevo en la oscuridad; tú que conocías todos mis puntos débiles y los
ocupaste en mi contra. Querías terminar lo que él comenzó, querías destruirme por acabar con su vida, pero no salió
como lo planeabas. Tal vez me heriste pero alguien llegó para sanar mis heridas.
Me resulta increíble que la persona a la que boté por ti, a quien dañé sin querer y sin que lo mereciera, esa
persona cuyo corazón fue roto por mí—ahora me encuentro en igualdad de condiciones—sea quien me apoye. En serio, es
increíble que alguien ayude a curar las heridas de otro cuando la persona a la que ayuda es quién lo dañó a él en
un principio. Aún no se como él puede hacerlo, estoy seguro que yo no podría, porque soy una persona con pocas
virtudes y muchos defectos, y me sorprende que a pesar de eso él se empeñe en seguir conmigo.
Ahora no hay nada más que decir. Entre tú y yo todo ha acabado, creí que había encontrado el amor, pero veo que una
vez más me he equivocado; me equivoqué contigo, Yoshiki Kitazawa. Te entregué un corazón partido que prometiste
proteger, un corazón herido que juraste no romper y que, al final de cuentas, destruiste.
Pero a pesar de eso te doy las gracias, gracias por demostrarme, o mejor dicho por ayudarme a darme cuenta de que
él me ama sinceramente, que él no hará lo mismo que tú y tu hermano hicieron. Ahora se en quién confiar, le he
entregado mi tiempo y cariño, mi confianza y mis besos, le he obsequiado cada una de mis sonrisas, solo me falta
darle lo que a ti te di tantas veces, solo me falta decir "te amo".