El hombre, futuro dueño de una gran casa, maestro de la literatura moderna, en aquellos años ¿Qué habría sido considerado como la literatura moderna?; en fin, su aprendiz, un joven traído a la capital desde hace dos años por los padres del otro, con el único propósito de ser amaestrado en el arte de dicha materia.
Tardes de viernes, de prácticas incasables, de intentos de escritos y redacciones de cartas legibles y entretenidas, una charla amena que se convierte en la razón de ser para el joven inteligente y su maestro.
El verdadero futuro de ambos, sus verdaderas fantasías ¿Sería pues, impreciso, decir sueños?
- Imagínese Jonghyun-ssi, su casa, usted, su mujer y tal vez un pequeño ¿O prefiriese mejor una niña?
El muchacho sonrió, ¿qué podía ser mejor?. - ¿Qué de malo tienen las nenas? - preguntó gracioso.
- Vienen a este mundo a sufrir - le dijo el castaño sin interés.
- Irradian belleza y dulzura, sus pasos con soltura las hace ver más atractivas - se volteo a la ventana que daba a los jardines de la gran casa.
- Eso no las hace tan especiales, figúrese usted, las atrevidas chicas de los burdeles que, a cada hombre que pasa se atreven a mostrar un poco de sus blancas pieles. - comentó levantándose de la silla y siguiendo a su mayor a ver los jardines. - ¡Que grosería es esa!
- Sin embargo Kibum-ssi, ¿qué pasa con las muchachas de casa?¿las entregadas al amor y no a la lujuria? - se giro un poco para ver a su dongsaeng que lo miraba con el ceño fruncido. - ¿Está usted molesto?
- ¡Por supuesto que estoy molesto! - el más joven hizo un puchero adorable.
- ¿A qué se debe su repentino enojo? - sonrió.
- Siempre que trato de ayudarlo a forjar su vida, me lleva la contraria, estoy cansado de eso. ¿Qué piensa usted que soy?
- Una joven.
- ¡¿De qué tipo?! - le interrogó rápidamente al escuchar la respuesta.
- De las más hermosas. - sonrió nuevamente - No puede ayudarme a forjar mi vida porque no pone en sus palabras razón alguna.
- ¿A qué se refiere? - le preguntó más tranquilo.
- Jamás escuche salir de sus labios el nombre de aquella persona que tanto amo.
- Cualquier mujer seria buena.
- No estoy enamorado de cualquier mujer, si no de un hombre muy especial.
Los ojos del castaño se abrieron sorprendidos de las palabras de su hyung, ¿Un hombre?
- E-eso es una aberración para la sociedad y una deshonra al apellido de su familia.
- ¿Entonces porque esta tan asustado, Kibum-ssi?
Tomando el mentón de su joven aprendiz, beso sus labios antes de que pudiera siquiera parpadear por la reciente interrogativa.
- Porque cada vez que pienso en usted me convierto en un fatalista tratando de negarme estos sentimientos.
- Los contras, olvídelos todos... déjese amar; porque sus labios, su figura, su soltura al caminar, para mí son mejor que las de cualquier mujer.
No conocía el mañana aquel maestro de literatura, pero conocía a la perfección a su joven aprendiz, había estudiado su anatomía, su pensar y los había comparado con los de una mujer, pero, él era mejor.