Era un día hermoso. Ikki disfrutaba el paisaje que la mansión les brindaba en aquel hermoso jardín, junto a su querida hermana.
- Ikki, hoy es un día glorioso. En tres semanas, Seiya y yo nos casaremos.
- Solo espero que el bobo sepa hacerte feliz.
- Claro que si. Es un poco torpe y distraído, pero es dulce y atento conmigo.
- Lo se, por eso me agrada.
La conversación era animada hasta cierto punto. Mientras. En un lugar un poco apartado. Un hombre rubio miraba a un chico de no más de trece años, de cabellos y ojos esmeraldas.
- Ya sabes lo que debes hacer. No falles, Shun.
- No maestro. Me enseño bien, no debo fallar.
- Bien. Debes matar a la heredera Kido.
- Si.
Así, el chico de aspecto dulce y delicado, se encaminó al lugar donde debía encontrarse la heredera. Al llegar a un punto donde podía verla a la perfección, preparó su rifle de largo alcance. Entonces, notó a la chica conversando con alguien. Después de matar a la chica, el sujeto debía morir también. Pero lo primero era lo primero.
La chica estaba en la mira. Entonces… 1... 2... 3...
- Saori.
Seiya llamaba a su prometido. La chica se puso feliz y quiso levantarse para correr a su encuentro cuando…
BANG!
Una bala se disparó y la muchacha cayó al suelo con una expresión de asombro y dolor. Seiya veía todo en cámara lenta. No supo cómo ni por qué, pero su amada caía al suelo mientras la sangre, su sangre, salía se su cuerpo para derramarse en el verde pasto que pronto se tiñó de rojo carmesí.
- NOOOOOOOOOOOOOOO.
Fue la respuesta de ambos hombres, tanto el prometido como el hermano. Shun se fue, sabiendo que ya había cumplido con la orden que le había sido dada. Mientras, los amigos de los hermanos y el prometido se acercaban. Llamaron a una ambulancia.
- Seiya, Saori aún respira, estamos a tiempo de salvarla.
- Si, por favor.
**********************************************************
El rubio miraba a su joven pupilo, orgulloso de que todo lo que le había sido enseñado era bien aprovechado.
- Muy bien, Shun. Creo que con eso la chica morirá. Dime, ¿Hubo alguien cerca?
- Un muchacho. No pude matarlo por que se había acercado una tercera persona.
- Entiendo. De haberlo hecho se habrían dado cuenta de tu posición. En otra ocasión será. Ahora… lo que debemos hacer es esperar.
- Si, maestro.
Así, ambos se dispusieron a esperar lo que ahora pasaría.
Mientras en la mansión Kido. La gente caminaba de un lado a otro, presas de la desesperación y la incertidumbre. Seiya y los demás habían ido al hospital donde se encontraba la joven heredera.
- Camus, ¿tu crees que…?
- Quizás si, Milo. Es posible que alguien haya atentado contra Saori, en tal caso, debemos estar preparados.
- Si algo le llegase a pasar a la señorita…
- Esperemos que eso nunca suceda, Milo, reza por que no suceda.
*************************************************
En el hospital, todos se encontraban preocupados por Saori, en especial su prometido. Al salir el médico, les dirigió una mirada desesperanzadora. Todos no sabían que decir o hacer.
- La muchacha se encuentra en coma, posiblemente no despierte jamás y en el caso de que despierte quedara dañada mentalmente.
Aquello fue un duro golpe para Seiya que no pudo soportarlo y cayó inconsciente. Shiryu estaba preocupado por aquello. Desde hace tiempo, Seiya no estaba muy bien de salud y una impresión como aquella podría ser muy perjudicial.
******************************************+
En la entrevista, todos los reporteros hacían preguntas acerca del atentado sufrido por la señorita Kido.
- Los rumores, por desgracia son ciertos. La señorita se encuentra en un estado grave… si embargo, creo que todos deberían saber que como la nieta del señor Mitsubasa Kido, era la heredera universal, pero viendo lo que ha pasado, nos vemos en la necesidad de aclarar que no era su única nieta… existe un segundo heredero.
- No diremos más, no diremos detalles acerca del heredero debido a que debemos mantenerlo a salvo. Camus, al igual que yo, sabemos que el atentado de la señorita, puede ser también para el heredero.
Así, fue como todo terminó. Los dos hombres se levantaron. Mientras caminaban, sabían que eran observados.
- Camus, creo que debemos reforzar la seguridad.
- Si, al mismo tiempo, debemos mantener en secreto la identidad del heredero.
- Si.
**************************************************
- Shun, creo que debemos hacernos cargo de ese segundo heredero. Averigua quien es y mátalo.
- Si.
Shun se dispuso a matar al heredero una vez que descubriera su identidad.
**********************************************
Ikki estaba destrozado. Su hermana, estaba en coma y si salía nunca más estaría bien. Camus y Milo, entraron a su habitación.
- Supongo que ya te habrás enterado.
- Si.
- Ahora eres el heredero universal.
- Mi hermana…
- La vengaremos. Quien quiera que sea el culpable, lo lamenterá.
- ¡Claro que si! Lastimó a mi hermana y mi amigo Seiya aún no despierta… quizás esta tan mal como yo. Puede que mucho más.
- Ikki, ahora lo más conveniente es que nadie sepa quien eres en realidad. Por mucho tiempo hemos mantenido tu identidad como un secreto, hoy el mundo se ha enterado de tu existencia. Recuerda que debemos mantenerte a salvo.
- Lo se, pero es muy doloroso… saber que mi hermana esta…
- Lo sabemos, por eso Milo y yo nos aseguraremos que nada malo ocurra.
- Por ahora, Ikki, debes descansar, se que es difícil, pero debes estar fuerte para lo que sea que suceda en el futuro y si no descansas te debilitarás demasiado y eso puede ser fatal para ti.
- Lo se… intentaré descansar.
Todos sabían que nadie podría descansar. Seiya soñaba con su prometida, con aquel día, el de su boda, vestida como una hermosa hada blanca, una hermosa y real dama blanca, las más bellas y puras de las hadas, las consideradas señoras de las damas de poder.
La noche fue larga y agobiante. Todos en aquella mansión no podían conciliar el sueño pr más que lo desearan. Mientras, en algún sitio de la ciudad, un peliverde, miraba el techo, pensando en su táctica para descubrir al heredero y darle muerte.
Sus hermosos ojos esmeraldas, relucían con la luz de la luna que en aquella noche parecía estar más melancólica que nunca. La noche despertaba cierto sentimiento de tristeza.