El día era hermoso. Shun se sentía un poco cansado a pesar de todo. Junto con Seiya, se dirigieron al parque. Al estar ahí, Shun, no pudo evitar ver como una niña se divertía mucho con sus padres. Algo en el, sentía celos de la felicidad de la chiquilla. Seiya, que paso por su lado, lo miraba curioso.
- Es un lindo parque.
- Si.
- De echo, me gustaba venir aquí con Saori. Le gustaba mucho venir.
- Lamento que tu novia…
- Era mi prometida… la verdad no importa mucho…
Shun quedó callado. ¿Qué podía decir. Miró a seiya y su mirada seria lo hizo sentirse pequeño e indefenso. ¿Cómo era posible que se sintiera así? Regresó su mirada al parque, donde una niña jugaba en los columpios… ah! Como le hubiera gustado pasearse en esos juegos que a los niños tanto les gustaba.
Una mano en su hombro lo hizo girarse y ver a Seiya que le sonreía tiernamente.
- He notado que te gusta mirar los columpios.
- Bueno, la verdad es que nunca he subido a uno… así que no se como se siente columpiarse.
La sonrisa de Seiya se hizo más grande.
- Eres muy tierno.
El rostro de Shun se sonrojó.
- No diga esas cosas.
- ¿Por qué no?
- Es que… me apena… soy muy penoso… los halagos… todo eso… no estoy acostumbrado a ellos…
Bajó la mirada ocultando su rostro con sus cabellos verdes. La mano de Seiya despejó aquellos hilos finos verdes para poder observar mejor aquellos preciosos ojos que pertenecían a ese ser tan pequeño y frágil. A unos cuantos pasos… estaba Shiryu.
- Chicos… los estaba buscando… Ikki estaba preocupado.
Se dirigía a Seiya que enseguida le respondió.
- No tiene por qué…
- Bien sabes que desde lo que ocurrió lo de… Saori… se siente nervioso y tiene miedo…
Seiya miró a Shiryu.
- Lo se… pero salir me despeja de todo eso… el dolor es tan grande que permanecer encerrado me hace pensar en ella… y me duele, me hace querer llorar, arrancarme el cabello de desesperación.
Shun no sabía que hacer. Sabía que el era el culpable… lo peor de todo es que le estaba tomando cariño a Seiya y a los demás… la imagen de Ikki le llegó a la mente. Se sonrojó violentamente, pero otra vino a su mente y eso le hizo estremecer de miedo. Tenía una misión que cumplir y no debía perder el tiempo en tonterías como los sentimentalismos.
Regresaron a casa después de que Shiryu convenció a Seiya que era mejor regresar y que no debía excederse con las caminatas… Shun llegó a su habitación y trató de descansar un poco. Cerró sus ojos mientras se recostaba en la mullida cama y se cubría los ojos con su brazo.
A su mente llegaban las palabras que se repetía a sí mismo desde hace mucho tiempo.
Eres un asesino, sin sentimientos, sin vínculos, sin existencia. Solo existes para matar… matar es lo único que sabes hacer y es lo único que harás el resto de tu vida.
- Matar… es lo único para lo que vivo…
- ¿Shun?
Despertó y miró al castaño frente a el. Muy cerca de su rostro. Su mirada mostraba una expresión infantil de inocencia.
- Oye… ven un momento. ¿Si?
- Claro.
Sonrió gentilmente mientras se levantaba y seguía a Seiya.
- ¿A dónde vamos?
- Es una sorpresa.
Shun estaba curioso. Por una parte, su instinto asesino le decía que quizás debería matar a ese chico ahora que estaba vulnerable, por que quizás ya habían descubierto sus intenciones… pero por otra, esa gente había sido tan amable con el que prefería ignorar su instinto y confiar un poco en aquel chico.
Llegaron hasta el jardín. La noche estaba fresca y el viento soplaba ligeramente. Sintió un poco de frío.
- Cierra tus ojos.
Le pidió Seiya. Quería protestar, pero obedeció. Seiya comenzó a guiarlo. Shun se había tensado al sentir las manos de Seiya sobre sus hombros. Su voz, que sonaba tan cerca de su oído, lo puso nervioso.
- Yo te guiaré. No te preocupes. Camina despacio, sin prisas.
- Esta bien, pero… ¿A dónde me lleva?
- Es una sorpresa, no te preocupes.
- Confió en ti.
Se había atrevido a decir. A pesar de que se sentía nervioso, la situación le pareció tan agradable. De pronto se detuvo y la voz de Seiya le pidió.
- Ya puedes abrir los ojos.
Shun los abrió y frente a el estaba un hermoso columpio. Miró a Seiya sorprendido.
- Pero…
- Es una muestra de agradecimiento por ayudarme.
- ¿Ayudarlo?
- A hacerme sentir nuevamente que estoy vivo.
- Pero…
Seiya le pidió que no dijera nada.
- Yo.. Gracias…
- No me lo agradezcas a mí. Ikki fue quien tuvo la idea.
- ¿Ikki?
Se sorprendió bastante. Miró el columpio. Un regalo… de quien se supone que debía estar ya muerto por el.