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FESTIVAL DE ANGUSTIA PRESENTA... por CheerioFan

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Notas del fanfic:

Bien, no hay mucho que decir. Todos los "capítulos" serán One - Shots independientes entre sí.

Si alguno de ustedes, quieridos lectores, desean leer angustia de alguna pareja yuri o femslash en especial, pueden sugerirlo sin compromiso alguno y yo trabajaré en ello.

Notas del capitulo:

¿Qué es lo peor que una bailarina puede perder?

Sé que tengo una historia en proceso que, por cierto, estará actualizada hoy, pero esta historia se me ocurrió de la nada y no me la pude quitar de la cabeza hasta que puse las ideas en papel.

 

¿Cómo se repara algo que ha estado roto durante tanto tiempo? Depende… si hablamos de algo material y muy simple tal vez sólo sea suficiente pegamento, cinta adhesiva o una grapa; si es algo más complejo, se necesitaría de algo más especializado, un profesional en el tema sería de mucha utilidad. Pero ¿qué pasa cuando ese algo no es material? ¿Qué pasa cuando el corazón se rompe? ¿Cómo se repara un alma desquebrajada?

Las cosas que la vida pone delante de uno muchas veces resultan fastidiosas, dolorosas y/o frustrantes. Esas mismas cosas transforman la vida, cambian a las personas – para bien o para mal – y uno se debe adaptar porque es algo inevitable; un día puedes estar en la pobreza y al siguiente en la opulencia o un día vives en un perfecto cuento de hadas y mañana el infierno puede tocar esa perfección y marchitarla sin piedad…

*****

Hace 153 días, todo era normal. Un día cualquiera en la vida. La rutina sería la misma ese jueves a principios de marzo: despertar, levantarse, ducharse, vestirse, desayunar la espantosa malteada vitamínica de la entrenadora Sylvester, cepillarse los dientes, tomar el autobús escolar, ir a clases en el aula ‘X’, ‘Y’ y ‘Z,’ entrenamiento de porristas y ensayo en el Club Glee. Todo eso y más estaba en su lista, la que mantenía un orden en su vida diaria, la lista que siempre llevaba consigo – porque también tenía la combinación de su casillero – y sobre todo, porque esa simple hoja de papel rosado poseía el aroma de la chica de quien había estado enamorada desde que tenía memoria.

Pero ese día, Brittany siempre lo recordaría, porque su rutina se había roto. Ese jueves, Santana se había desaparecido luego del entrenamiento y no había llegado al ensayo del coro; nadie sabía dónde estaba, nadie la había visto y ese detalle hacía que la rubia se sintiera desprotegida y perdida. Quince minutos antes de que el ensayo terminara, la puerta se abrió y ahí estaba la morena, no en su clásico y adorado uniforme de porrista, la chica vestía un par de jeans asustados, un top y Converse negros, su cabello estaba suelto y con ella iba la guitarra acústica que su abuelo le había regalado un mes antes de que falleciera.

Santana caminó en silencio hasta el centro del aula sin importarle el Sr. Schue o los quejidos de Rachel. La latina miró detenidamente a cada miembro, quienes la miraban curiosos, y al final sus ojos se engancharon con los de Brittany. La chica suspiró nerviosa y dijo: “Britt, esto es para ti.” Los dedos delgados de la chica rasgaron las cuerdas y las notas fluyeron; sus ojos oscuros no miraban a ningún lugar en particular pero Brittany pudo sentir el amor desmedido y el miedo irracional de su amiga cuando pronunció líneas como “You’re the closest to Heaven that I’ll ever be,” y “I just want to know who I am.”

Cuando la canción terminó, todos se pusieron de pie y aplaudieron. Las mejillas de Santana parecían estar encendidas y cuando los minutos parecían volverse siglos para ella, Brittany se acercó con los ojos llenos de lágrimas y una enorme sonrisa; no dijo nada en ese momento, sólo se inclinó y besó con toda la pasión que su cuerpo tenía a la chica que recién le había cantado.

“Sólo tienes que saber que eres mía,” dijo en voz baja la rubia, “sólo mía por el resto de la eternidad.”

*****

Así es, cada día escondía algo nuevo, un girasol, una visita espontánea al parque, una pelea, sexo reconciliatorio, una nueva caricia inocente, una nota de amor entre clases o escondida en su casillero o escrita con el dedo índice en la piel desnuda de la amante. Cada día era más perfecto que el anterior para Brittany y deseaba con tanto ahínco que así fuera para siempre. Ella tenía grandes planes, en un año, Santana y ella se graduarían, se irían de Lima a algún excitante lugar como Boston, Los Ángeles o Nueva York en donde su novia estudiaría política y ella danza y luego de eso, trabajarían, se casaría, tendrían un hogar en los suburbios, con dos o tres hijos y envejecerían juntas y todo, absolutamente todo, sería perfecto. Era el mejor plan de la vida, nada podía salir mal.

No obstante, la vida… la vida lleva y trae sorpresas y un miércoles por la mañana, justo antes de iniciar con su rutina, un dolor punzante se enterró en el costado de su muslo derecho, justo debajo de su glúteo… el dolor duró 5 segundos, no fue insoportable, pero cuando la molestia desapareció, le dejó una sensación de entumecimiento… pero ya no dolía y eso fue suficiente para Brittany para seguir con su día.

*****

“Te amo,” esas dos palabras eran mejor que escuchar la molesta alarma, le hacían sentir completa, descansada y renovada – tomando en cuenta que la noche anterior estuvo plagada de sexo y orgasmo tras orgasmo.

Brittany sonrió ampliamente ante la dulzura de su novia. La chica no pudo evitar pensar en la nueva actitud de Santana, había dejado de ser la chica engreída que parecía estar peleada con el mundo, ahora sonreía todo el tiempo y empezaba a ser amable – incluso con Rachel Berry. “Y yo a ti, por siempre,” respondió la rubia, provocando en su novia una sonrisa.

El cuerpo de Brittany apenas era cubierto por unas bragas color rosa y un top de tirantes del mismo color. Estaba a punto de abandonar la habitación con dirección al baño cuando las manos de la morena la tomaron por la cintura. Una leve risita traviesa se escapó de los labios de Brittany, “San, no… vamos a llegar tarde.”

Entre ellas surgió un silencio que resultaba ser muy poco familiar, “no es eso,” dijo Santana, su voz se escuchaba algo preocupada y la rubia pudo ver esa preocupación reflejada en su rostro. Los ojos cafés de su novia miraban sus piernas o, mejor dicho, su pierna derecha, “¿Cómo te hiciste esto?” Su dedo índice recorrió casi 10 centímetros de piel oscurecida. Aún cuando en alguna otra circunstancia, esa caricia hubiera provocado algo que sólo podía describirse como una tremenda descarga eléctrica, ahora no producía sensación alguna.

Los ojos azules de la otra chica miraron su muslo y vio un gran moretón. No sabía qué responder, no recordaba cómo había llegado ahí, pero bueno, Brittany olvidaba muchas cosas. “Debí haberme golpeado durante la práctica de porristas,” la rubia sonrió con el único objetivo de hacer sentir mejor a la latina, una tierna sonrisa de ella siempre la animaba, “San, es sólo un moretón. No hay de qué preocuparse.”

*****

Nada de qué preocuparse. Esas fueron las palabras que se repitió Brittany unos días después cuando por descuido se cayó en clase de gimnasia. Era obvio que cuando se tiene un golpe duela cuando hay un esfuerzo físico. Eso tiene sentido ¿cierto? Y sí que le dolió, porque no fue como esa mañana, hace una semana y media atrás, este dolor había sido más intenso y había durado más tiempo y su pierna tardó un segundo en reaccionar.

“Nena ¿estás bien?” Santana ya estaba arrodillada a su lado, acariciando su mejilla y con esos ojos que le estrujaban el corazón.

“Sí, me tropecé. Creo que no me até bien el cordel.”

La morena miró hacia ambos tenis, notando que estaban bien anudados, pero decidió seguir la mentira porque no había nada de qué preocuparse. La latina se puso de pie y le ofreció su mano a la rubia para que también se levantara. Una vez más Brittany sonrió, pero esta vez, ya no solamente lo hacía por el bien emocional de su novia, sino también por el suyo propio.

*****

“¡SU DESEMPEÑO ES MEDIOCRE!” Sue Sylvester no se cansaba de gritar a través de su megáfono, “¡Todos ustedes mocosos, a las duchas! ¡YA!” dijo la mujer antes de retirarse.

Todas las animadoras caminaban a través del campo de futbol, satisfechas de que el entrenamiento ya hubiera concluido. Brittany repentinamente se detuvo, “¿Britt?” Preguntó Santana al notar que su novia ya no caminaba junto a ella.

“En un momento te alcanzo, olvidé guardar mis pompones.”

“¿Quieres que te acompañe?”

La chica negó con la cabeza, “estaré bien, San. No es que me vaya a perder bajo las gradas.”

La morena no rebatió y con una leve sonrisa se fue. Cuando Brittany se cercioró de que su novia ya no estaba a la vista, se dejó caer en el césped, sus manos presionaban el muslo, al punto de querer arrancarse el músculo con sus propios dedos. Estaba sola en medio de un campo desértico, pero aún así se resistió a gritar de dolor.

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12… Doce segundos fueron. Los doce segundos más largos y agonizantes de su vida. Brittany respiró profundamente y con dificultad; todos sus músculos estaban tensos y preparados para otra mortificante punzada, que afortunadamente no llegó. Su cuerpo ya no sólo transpiraba por el ejercicio previamente ejercido, ahora también lo hacía por el dolor. La chica pasó el torso de su mano por su frente, quitando el exceso de sudor, “no hay nada de qué preocuparse.” Se reafirmó la rubia.

*****

“Paso, paso, aplauso…” repetía el señor Schue a todos los chicos que se encontraban practicando la coreografía, “paso, paso, paso, aplauso y vuelta… paso, pas-“ el profesor se detuvo cuando se escuchó que alguien caía abruptamente en el suelo.

Todos los chicos se volvieron hacia la persona caída, descubriendo que su mejor bailarina yacía en el piso, con los ojos cerrados con fuerza y sus puños apretados. Santana no dudó en auxiliar a la chica, “Britt…” su mano derecha se dirigía al hombro de la rubia pero se vio desviada por un fuerte manotazo.

“¡Déjame!” Gritó Brittany, “¡No necesito la ayuda de nadie!” La chica se levantó con mucha dificultad, tomó sus cosas y se fue, azotando la puerta de tras suyo.

El Sr. Schuester, Brad y todos los chicos no sabían cómo reaccionar ante ese muy extraño comportamiento de la única chica que nunca había alzado la voz, hasta ahora. No estaban acostumbrados a esa actitud y muchos pensaban ‘¿Qué acaba de suceder?’

Quinn posó su mano sobre el hombro de una atónita e inmóvil Santana, “¿qué es lo que le pasa?”

La latina abrió y cerró la boca… ni ella misma lo sabía.

*****

Santana trataba de concentrarse en su tarea de biología, pero su atención sólo quería enfocarse en cierta rubia. Luego del incidente en el Club Glee, la morena luchó contra sus deseos de llamar o ir a buscar a Brittany. Se moría por saber cómo estaba pero quería darle su espacio, no quería presionarla porque eso sólo podía empeorar las cosas.

Eran casi las 8:30 pm cuando alguien tocó la puerta de su habitación. no tenía ánimos de hablar o ver a nadie pero se limitó a suspirar, “pase.”

La puerta se abrió lentamente y con la misma velocidad se cerró. “Lo siento,” la dulce voz de Brittany provocó que su novia se volviera de inmediato y la mirara con extrema cautela. Ninguna de las dos dijo nada; la rubia miraba al suelo de manera avergonzada, “tu mamá me dejó pasar pero puedo irme… si así lo quieres.”

Santana se levantó de la silla y caminó hacia la otra chica. Su mano derecha se entrelazó con la izquierda de Brittany y con la otra acarició su cabello rubio, “está bien, no tienes de qué disculparte,” la voz de la morena era reconfortante, lo cual animó a la rubia a mirar a su novia, “¿quieres hablar de eso que te molesta?”

El labio inferior de Brittany tembló y eso sólo sucedía cuando estaba a punto de llorar o cuando estaba muerta de miedo, “por ahora no.”

“Okay,” susurró la latina mientras envolvía a su chica en un tierno pero firme abrazo; abandonó un beso en su mejilla antes de decir, “te amo.”

Los pálidos dedos de la rubia se aferraron con fuerza al top negro de la morena, “y yo a ti, por siempre.”

*****

Una semana ya había transcurrido, las cosas ya estaba más tranquilas y ese horrible dolor ya no se había presentado. Sin embargo, Santana vio que ese moretón en el muslo de su novia se había oscurecido mucho más, ya no poseía un tono normal. Era de un profundo color morado que empezaba a verse como… como negro y su contorno poseía diferentes tonos enrojecidos.

“Tienes que ir a ver a un doctor.” Dijo Santana en tono serio.

La rubia estaba a punto de responder que todo estaba bien, pero la latina la interrumpió, “NO BRITTANY. Los moretones tienden a desaparecer en unos cuantos días, el tuyo tiene casi un mes y en lugar de desaparecer sólo se oscurece más y más, no se ve saludable.” Brittany sabía que Santana estaba en lo correcto, “por favor nena, prométeme que irás a ver un doctor.” Rogó la morena.

La rubia no tuvo más opción que prometerlo, aún cuando el terror que sentía fue quien dijo la mentira.

GRAN ERROR. Error por no acudir al médico en su momento. Brittany dejó pasar otra semana porque creyó que ya no volvería a doler… era domingo en la mañana cuando un gritó ensordecedor despertó a cada miembro de su familia. Su padre corrió literalmente hacia el cuarto de su hija, descubriendo a la rubia retorciéndose en su cama, apretando su pierna y gritando “¡ME DUELE!”

*****

Santana no recordaba cómo había llegado al hospital y en su mente resonaban palabras como infarto muscular, infección, morfina, necrosis avanzada, amputación. Todo se sentía irreal, lo único que la mantenía consciente era la mano de la madre de Brittany y su llanto…

“Es mi culpa,” dijo de pronto la morena, “yo lo vi, lo toqué y no hice nada.” El médico tocó el hombro de la chica.

“No es culpa de nadie, no sabías-“

“NO,” Santana tenía los ojos llenos de lágrimas de desesperación, trataba de levantarse y destruir lo que tuviera a su paso, pero la madre de su novia no la dejaba ir, “debí obligarla a ir al médico, debí llevarla YO.”

“San,” la voz profunda de Jensen, el padre de Brittany, la obligó a mirarlo.

“Perdón,” dijo la latina una y otra vez, dejando salir su llanto cuando la mujer a su lado la abrazó.

*****

Escuchar algo de esta naturaleza era devastador pero la peor parte aún no llegaba. ¿Cómo decirle a Brittany que era muy posible que perdiera la pierna? Las manos de Santana no paraban de sudar, miró a su alrededor, ahí estaba Hannah, la madre de la rubia tratando de recolectar la poca fuerza de voluntad que le restaba, trataba de verse fuerte para que su hija no temiera a lo que se presentara y Jensen había decidido salir un momento a tomar aire – o mejor dicho fumar. Cuando el hombre regresó, no pasaron ni cinco minutos cuando una enfermera salió de la habitación de Brittany.

“Está despierta. Pueden pasar.”

Los tres entraron a una iluminada habitación. Los rayos de sol entraban por la gran ventana que ocupaba casi todo el espacio en la pared. El monitor cardiaco se escuchaba acelerado y en la cama yacía Brittany. Se veía demacrada, bajo sus ojos habían aparecido un par de ojeras que ninguna de las tres personas ahí presentes habían visto en ella; sus ojos estaban irritados por el llanto y una ligera capa de sudor cubría su cuello haciendo que algunos mechones de cabello rubio se adhirieran a su piel.

“¿Cómo te sientes?” Preguntó su madre, sabía que era una pregunta estúpida pero al notar que nadie tenía nada qué decir, se decidió por esas palabras.

“No deja de doler,” respondió la chica con voz ronca y que expresaba lo que sentía, “¿por qué no deja de doler?”

Fue en ese momento que el médico encargado del caso de la rubia entró, el hombre miró a los familiares con ojos que solicitaban explicarle a Brittany qué es lo que sucedía en ella y qué es lo que debían hacer para sanarla.

Jensen tomó la mano de su hija, mientras que su esposa buscaba refugio en la morena. “Cariño,” la voz de Jensen trataba de sonar lo más calmada que podía, “el doctor tiene que explicarte algo y necesito que le prestes mucha atención ¿de acuerdo?” Brittany asintió con la cabeza y sus ojos se dirigieron al médico.

“Bien Brittany, el dolor que experimentas es a lo que llamamos infarto muscular. No sabemos a ciencia cierta qué es lo que lo haya provocado, suponemos que fue a causa de una infección que tu cuerpo no detectó y que afectó directamente a tu músculo. Este infarto muscular o necrosis está matando tu tejido y lo que debemos hacer es extraer todo el músculo muerto para evitar que se siga extendiendo. No sabemos qué tan avanzada esté la necrosis pero en caso de haber alcanzado el hueso, bueno… será necesario amputar.”

En la habitación hubo un horrible momento de silencio. Brittany trataba de digerir la información, trataba de entender cada palabra que había salido de la boca de ese hombre. Jensen sintió como su pequeña apretaba más su mano, obligándolo a enfrentar la mirada de su hija, “papi,” la voz de la rubia era baja y transportó al hombre al pasado, cuando una pequeña Brittany le preguntaba cosas como por qué el cielo es azul o por qué las flores sólo florecen en primavera. Esta vez era para preguntarle algo que no quería responder, “¿qué quiere decir amputar?”

Jensen tragó saliva con dificultad y a sus espaldas escuchó el sollozo de Hannah, “Brittany, lo que quiso decir el doctor es que es probable que deban… cortar tu pierna.”

Santana sintió que el corazón se le rompía en decenas de miles de pedazos ¿por qué Brittany? Pensó la morena, de toda la gente de este mundo, ¿por qué su Brittany?

“Váyanse,” dijo la chica, soltando la mano de su padre, “quiero estar sola.”

*****

ass="MsoNormal" style="text-align: justify;">Paso, paso, paso…correr, saltar, bailar… vuelta de carro, vuelta de carro sin manos, salto mortal hacia atrás… música, ritmo… DANZA…

Brittany despertó en la misma habitación, el dolor de su pierna había aminorado, pero aún había un pequeño dolor. Parpadeó para clarificar las imágenes frente a ella. Su mano derecha era aprisionada por una mano que conocía a la perfección. Lo último que recordaba era que estaba en una habitación fría, llena de utensilios y llena de gente en batas blancas, gorros y tapabocas. Una de esas personas, había puesto en su rostro una mascarilla y le pidió que contara de 100 a 0… no había logrado llegar al 94 cuando todo a su alrededor se oscureció.

“¿San?” La morena levantó la vista. Sus ojos cafés estaban rojos y en sus mejillas aún estaban las líneas húmedas de sus lágrimas.

La chica sonrió tristemente, “hola nana ¿cómo te sientes?”

“Ya no duele… bueno, aún duele pero muy poco,” Santana se puso de pie para acercarse a la rubia y besar su frente, “debí haber ido al médico cuando me dijiste. Si hubiera hecho eso a lo mejor no me hubieran…”

“No lo hicieron,” interrumpió Santana, “la necrosis no alcanzó el hueso y no hubo necesidad de…”

“¿Eso quiere decir que sí podré seguir bailando?” Preguntó la chica con una gran sonrisa que gritaba esperanza.

*****

Brittany no sería capaz de bailar ni de correr de nuevo. Debía asistir a fisioterapia tres veces por semana por tiempo indefinido para que el dolor que sentía fuera aminorando paulatinamente y su caminar mejorara, aunque debía aprender a vivir con un bastón.

Su vida había dado un giro drástico. Ya no podría seguir en el escuadrón de animadoras porque era una lisiada y, por lo mismo, también renunció al Club Glee porque ella era consciente de que no era la mejor cantante pero si era la mejor bailarina… ahora era nada.

Era traumatizante entrar a la ducha cada mañana o vestirse frente al espejo. El rastro de su maldición estaría con ella el resto de su vida, recordándole que ya no servía para nada… cada mañana sus ojos se posaban en la que un día fue una pierna estética y tonificada; para ella era repulsivo ver y tocar y todos los días lloraba por lo que la vida le había puesto en frente, en lo que la había convertido.

Su familia y amigos trataban de animarla, pero cada muestra de cariño y apoyo era inservible, no quería saber de nadie, no quería hablar, no quería escuchar, quería golpear con su bastón a cada persona que la veía con lástima porque había dejado de ser ‘la rubia tonta que se mueve espectacular’ para convertirse en ‘la rubia lisiada.’ Su carácter afable se empezaba a transformar en uno agrio, estaba malhumorada todo el tiempo, envidiaba a las personas, envidiaba a Artie por aceptar su condición, es decir, él era paralítico, estaba confinado a una silla de ruedas por siempre y aún así era capaz de llevar una vida normal. ¿Por qué Brittany no podía seguir su ejemplo?

Odiaba todo y a todos. Odiaba las escaleras por provocarle dolor y cansancio cada vez que las subía, odiaba su nueva habitación en la planta baja, odiaba su bastón por ser estorboso y que por él muchos se burlaban en la escuela, odiaba a su hermana menor por pegar stickers en dicho bastón porque según ella eso la podía animar, odiaba a Schuester porque la invitaba a regresar al coro, odiaba a sus amigos por ser felices, odiaba a su madre porque le decía que pudo haber sido peor, odiaba a su padre por tratarla como muñeca de cristal y Santana… a ella la odiaba porque no la dejaba de amar, porque cada vez que estaban juntas le decía que era hermosa, por protegerla, por abrazarla cada noche, por prestarle su hombro para llorar por horas, por decirle que todo estaba bien, por seducirla, por seguir provocándole explosivos éxtasis, por querer seguir viéndola desnuda, por no importarle lo que veía y, por último, se odiaba a sí misma, se odiaba por ya no ser como antes, se odiaba por ser inútil, por no permitir que la gente se le acercara, por alejarla y, sobre todo, por ya no responder cuando el ‘te amo’ salía de los labios de su novia, por intentar ya no amar a Santana, por convertirla en el objeto de su ira, de sus agresiones y de sus malos tratos, se odiaba por querer jugar a la eterna pelea-reconciliación-pelea… con su novia, por tratar de hacela tan miserable como ella y se odiaría así misma por siempre cuando un día le dijo:

“Ya no te amo y la verdad no estoy segura que alguna vez lo hiciera,” Brittany se veía muy segura, sus palabras eran muy convincentes, “hazte un favor y no vuelvas.”

Brittany no asistió a su graduación, no respondió a las llamadas de sus amigos para que asistiera a la última fiesta y no respondió a la puerta cuando Quinn, Rachel, Kurt y Tina se presentaron para despedirse. Gracias a su madre se enteró de que Santana se iba a la Universidad de Pennsylvania, no a estudiar política, sino a estudiar medicina. La rubia pretendió que no le importaba pero la realidad es que seguía tan enamorada, lloraba por ella todas las noches, revivía en su memoria una y otra vez el día que le declaró su amor abiertamente y en su reproductor de Itunes la canción de “Iris” ya había sido reproducida más de mil veces. Quería a su novia de regreso.

*****

Los dieciséis chicos que encaraban el espejo que cubría todo el muro se movían con gracia, agilidad y ritmo, la música hacía que se olvidaran de todo a su alrededor y cuando la canción estaba llegando a su clímax, el estéreo se detuvo abruptamente.

“Tú,” una chica de cabello negro, piel bronceada y ojos café oscuro vio como su maestra le apuntaba con su bastón, “simplemente no sirves.”

La chica miró a su maestra sin comprender por qué de todos sus compañeros era ella quien recibía los malos tratos de la mujer. Con la boca semi-abierta vio como se alejaba. “¿Por qué?” la morena preguntó con voz alta, “¿Qué hice mal? ¿En qué parte me equivoqué?”

La rubia mujer se detuvo, se volvió hacia la chica y se acercó lentamente, la goma del bastón chocaba contra la duela del estudio provocando un eco atemorizador. El resto de los chicos se alejaron, dejando a su compañera a merced de la amagada maestra.

Los ojos azules de la mujer escanearon a la chica de arriba abajo. Esa morena tenía algo que hacía que se pareciera a esa persona que perdió hace ya diez años y por eso la detestaba. “No estabas concentrada, tus pies son torpes, te adelantas a los tiempos y no me agradas. Así que hazte un favor y no vuelvas.”

La adolescente miró a la rubia con rencor, “pues no le daré ese gusto.” La chica se alejó, tomó sus cosas y antes de salir por la puerta no se detuvo en pronunciar, “bruja amargada.”

*****

Brittany odiaba los viernes, la razón es que ese día debía cenar con sus padres y su hermana. Dos horas de pláticas sin sentido, de sonrisas falsas y demás cosas que la rubia encontraba fastidiosas. Pobre de su familia, porque este día no estaba de humor – bueno, desde hace diez años que no estaba de humor – pero ese día era unos de los peores. No podía quitarse de la cabeza esas palabas ‘no le daré ese gusto,’ ¿quién se creía esa niña para hablarle de esa manera? ¿Por qué esas palabras no fueron pronunciadas por Santana?

“Estúpida niña irreverente.” Murmuró Brittany mientras aparcaba justo en frente de la casa de sus padres.

La rubia había adquirido la mala costumbre de llegar tarde y de simplemente introducirse en la casa en la que vivió 21 años sin siquiera tocar la puerta. Escuchó la risa de su hermana en el comedor y trató de alargar su camino… pero algo en la mesa de café de la sala captó su atención, no estaba segura por qué. Se acercó y vio un sobre blanco, elegante, casi artesanal. En el frente se encontraban dos letras ‘S’ entrelazadas. No sabía por qué, pero sintió un desasosiego en el pecho.

“Por fin llegas hija,” dijo su madre a sus espaldas.

Brittany se volvió, enseñando el sobre a su madre, “¿qué es esto?” Su madre miró con los ojos bien abiertos a su hija, sin saber cómo darle la noticia. Fue en ese momento que su padre y hermana entraron en la sala. “Y bien ¿qué es?”

“Santana estuvo aquí hace unas horas,” pronunció su hermana con desdén. Esa noticia provocó que todo su cuerpo se despertara del sopor en el que se había encontrado durante diez años. “nos vino a entregar esa invitación que tienes en la mano. La invitación de su boda.”

Elizabeth pronunció las últimas palabras con veneno. Brittany se sintió mareada y con náuseas obligándola a sentarse en el sofá.

“¿Te sientes bien?” Preguntó Hannah preocupada por el estado de su hija. Tomó la mano de la rubia pero esta la rechazó.

“No me toques,” Brittany había adquirido ese estado defensivo cuando se sentía herida.

Su hermana dejó escapar una risa burlona, mientras cruzaba los brazos – la joven había adquirido maneras de Santana desde pequeña, “¿por qué te pones así? Todos aquí sabemos que no la querías. Deberías estar contenta de que tu mejor amiga se case con alguien que la quiera como se merece.”

“Tú no te metas,” dijo Brittany alzando la voz, “tú no entiendes-“

“¿Qué es lo que no entiendo? ¿Qué la hayas echado de tu vida y de nuestras vidas porque no pudiste lidiar con lo que te pasó?” El rostro de Elizabeth había adquirido un rubor, “todos ya han superado el hecho de que eres una coja amargada-“

“¡Elizabeth! No le hables así a tu hermana,“ trató de intervenir Jensen, pero su hija menor hizo caso omiso.

“Santana ya te superó.”

*****

Ser minusválida a veces tenía su lado bueno, como en ese momento en el que el guardia miraba el bastón y la sonrisa falsa de Brittany que le suplicaba entrar a la habitación de la novia.

“Por favor, no la he visto en años y quisiera desearle buena suerte ahora, porque más tarde será prácticamente imposible y como verá para mi es aún más difícil.”

El hombre miró a su alrededor y al ver que nadie los observaba dejó pasar a la rubia. Así es, Brittany había perfeccionado el arte de la manipulación durante su década de soledad.

La boda de Santana empezaría en unos minutos, puso en marcha su plan cuando vio que Quinn – la dama de honor – se alejaba con dirección a la nave central de la iglesia. Al estar frente a la puerta, se tomó medio minuto para respirar y cuando halló todo el valor que necesitaba, tocó la puerta tres veces.

*****

Santana mentiría si dijera que no estaba nerviosa, estaba a punto de comprometerse para toda la vida con un hombre gentil que la amaba con todo su ser y, que para sorpresa de muchos, ella le correspondía. La latina se miraba en el espejo, viendo que su maquillaje y cabello estuvieran perfectos.

“Estoy lista,” se dijo a sí misma cuando alguien tocó a la puerta, “pase.”

Santana no se percató de quien era hasta que escuchó el click del pasador. Al subir su vista, vio a través del espejo a la chica que había dejado de ver hace años. No reaccionó al principio, pensando que tal vez sus nervios la estaban traicionando.

Brittany miró el vestido color blanco perla, liso y sin mangas. La mujer que lo vestía llevaba el cabello suelto, presumiendo las ondas naturales que se formaban en él. Santana no había cambiado gran cosa, se veía más madura, pero seguía siendo su Santana, “sé que es de mala suerte ver a la novia antes de la boda.” Dijo la rubia con una pequeña sonrisa.

La latina se dio la media vuelta para poder ver de frente a su ex novia quien había cambiado mucho, sus ojos azules parecían tristes, estaba más delgada de lo que recordaba, su cabello rubio lo llevaba recogido y se había vestido para la ocasión, pantalón de vestir gris oscuro y una blusa negra. “Eso sólo aplicaría si se tratara de nuestra boda.”

“Esta debería ser nuestra boda.”

Santana miró al suelo ¿por qué le estaba pasando esto el día de su Boda? “¿Qué es lo que pretendes?”

La rubia se acercó a la novia lo suficiente para tocar su barbilla con el dedo índice y obligarla a subir la vista, “que no te cases porque yo nunca dejé de amarte.”

“Eso no fue lo que me dijiste la última vez.”

“San…” ¿cómo disculparse y decirle que ninguna de esas palabras era cierto? “Yo no lo decía en serio, no sé que me pasó. Perdóname.”

“Yo no sé…” Santana se alejó, tratando de recobrar raciocinio, sus ojos miraron directamente a los azules que le suplicaban, “fue la primera vez que te vi tan segura de algo y no puedes tan sólo presentarte el día de mi boda…” el bastón de la rubia chocó contra el suelo de mármol y la latina se vio interrumpida por unos labios que sabían exactamente igual a la última vez que los probó. Su mente se nubló por completo y se transportó a sus años adolescentes, cuando todo era perfecto.

Las manos de Brittany sujetaban firmemente su rostro, impidiendo que se alejara de ella; los labios de Santana no se pudieron resistir y se partieron, dejando que el beso se profundizara, permitiendo que sus lenguas se reencontraran. Sus bronceadas manos reconocieron los hombros, el pecho, la cintura, la cadera y cuando estaban dispuestas a perderse en sus piernas, la mano derecha de la rubia la detuvo, impidiendo que fuera más allá, negándole que tocara la parte que más odiaba de su cuerpo.

Santana rompió con ese desesperado beso, quedando a unos cuantos milímetros de distancia. Ambas mujeres podían aspirar sus perfumes, “ni siquiera ahora me dejas tocarte,” susurró la morena, claramente herida. “¿Cómo vienes aquí a pedirme que no me case, a decirme que me amas y tú no me permites que yo lo haga?”

Esto no estaba tomando el rumbo que Brittany había planeado, “San, te prometo que trabajaré duro en esto,” la rubia sentía que estallaría en llanto en cualquier segundo, “te lo ruego, yo te amo. ¿Recuerdas?” En sus labios se formó una sonrisa, “tú eres mía por el resto de la eternidad. No te cases.”

Santana besó tiernamente a Brittany, “yo nunca dejé de amar a la chica que conocí cuando tenía 4 años, a la que le encantaba ir al lago, a la que me reprendía cuando era cruel con alguien, a la que le canté en preparatoria. Nunca dejaré de amar a la chica que siempre sonreía y que iluminaba cada rincón que pisaba. Nunca dejaré de amar a esa Brittany,” la morena volvió a besar a la rubia antes de alejarse, “pero tú no eres ella, tú no me permitiste estar a tu lado, tú no me permitiste amarte, tú me rompiste el corazón y yo no puedo estar con una persona que un día me quiera a su lado y al siguiente me eche. Ya sufrí eso Brittany y no quiero volver a sentirlo.”

*****

“Ahora los declaro marido y mujer,” el sacerdote le sonrió a la pareja, “puedes besar a la novia.”

El tipo miró a su esposa con cierto brillo, estaba enamorado, había conseguido su cometido y Santana le sonrió, pero esa sonrisa no era de emoción ni mucho menos de felicidad, pero aún así aceptó el beso que sellaba su eterno compromiso.

Brittany miró con tristeza como los novios salían de la iglesia, estaban rodeados de gente que aplaudían esta osadía, muchos arrojaban el arroz y pétalos de rosa. El tiempo se alentó cuando sus ojos cafés se encontraron con unos azules que la miraban a una distancia considerable…

Brittany era una persona rota físicamente… Santana era una mujer despedazada espiritualmente… pero tal vez, algún día todo cambie, tal vez algún día, la vida de otro inesperado vuelco y las una, pero hasta entonces, cierta rubia caminará con la miraba derrotada, anhelando algo que le fue arrebatado. No, deseando no haberla alejado.

 

Notas finales:

¿Qué les pareció? Espero sus comentarios y, por supuesto sugerencias de posibles One - Shots.

Como podrán percatarse no tengo conocimientos médicos, por eso baso esta historia en la serie House M.D.

Pues la canción en la que me inspiré fue "Iris" de Goo Goo Dolls.

Hasta la próxima.


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