Recuerdo que esa noche había mucha gente que no conocía.
Mis padres me habían obligado a ir, porque era la fiesta de los Rumsfeld, una familia amiga que antes eran nuestros vecinos y con los cuales nos llevábamos de maravilla. Hacía mucho tiempo que nuestras familias no se encontraban, bah, de hechos mis padres con los señores Rumsfeld, ya que yo era pequeño por esa época y no recordaba absolutamente nada de ellos. Pero mi padre logró convencerme al recordarme que vería de nuevo a Andrew.
Pestañeé. Andrew… cierto. Él era el hijo de dicha familia. Y de pronto vinieron a mí una marea de recuerdos de nosotros dos jugando en la arena en una playa. Cuando le pregunté a mi padre sobre eso me respondió que sí, que nosotros nos habíamos ido a vacacionar con ellos. Tendríamos unos cinco años cuando eso había ocurrido. Entonces decidí ir para ver cómo se encontraría mi viejo amigo de la infancia.
En la fiesta volví a ponerme de mal humor, ya que generalmente me molestaba estar en un lugar sin nada que hacer y sin conocer a nadie. Pero de nuevo recordé porqué había accedido. Entonces comencé a buscarlo. Mi madre me había advertido algo sobre él.
“No digas nada al respecto… quedará muy feo de tu parte. Andrew ha sufrido un accidente hace varios años… así que mantén tu boca cerrada y actúa como si nada, ¿De acuerdo?”
¿Por qué me habría dicho algo así? Sabe perfectamente que soy una persona que no diría nada fuera de lugar… más tratándose de alguien que ha sufrido un accidente…
Mis pasos divagaban por la gran casa, que por cierto era muy elegante y estaba bien decorada para la fiesta. Todos parecían maravillados por el lugar, no dejaba de oír halagos por doquier. Pero nada me indicaba nada acerca de Andrew. Lo cual me era aún más difícil encontrarlo, ya que la imagen mental que tenía de él era más bien borrosa y era más que obvio que él había crecido y tal vez había cambiado radicalmente sus rasgos… Así que mis pies continuaron llevándome hacia las distintas salas de aquella casa, sin algún rumbo fijo a donde ir.
Las horas pasaron y vaya que esa casa era enorme. De pronto vislumbré una salida al patio trasero donde se veía una piscina grandiosa. Me acerqué entusiasmado a ella. Yo hago natación desde los 8 años por lo que una piscina puede volverme loco con sólo estar allí, reluciente de agua. El agua brillaba con intensidad bajo la luz de la luna y gracias a unas lámparas en forma de medusa que la hacían verse realmente genial, por lo que prácticamente me quedé embobado unos minutos contemplándolas. Al estar allí, escuché que cerca de la piscina había gente que hablaba animadamente y no captaron mi atención hasta que escuché algo en particular…
-No teman, pueden preguntarme si quieren, No me molesta hablar del tema.
-¿De verdad? No… ¿No te pone triste?
-No, ya no. ¡Han pasado 3 años! ¡Algún día hay que superarlo!
-Entonces… ¿Cómo fue…?
-¿Cómo fue qué?
-El accidente…
En este punto, sin darme cuenta estaba comenzando a acercarme al grupito que estaba apilado en unos bancos sobre el césped. Se trataban dos chicas y un chico.
-Verán… fue en invierno. Estaba viajando en un automóvil con un par de compañeros hacia una disco que quedaba del otro lado de la ciudad. Nos llevaba el hermano mayor de uno de ellos. Pero bueno, como saben, a los hombres nos gusta la velocidad, y este chico no sería la excepción… Así que… íbamos a toda velocidad por la autopista.
A medida que me iba acercando, las chicas me observaban extrañadas. Tal vez por mi paso sigiloso o por la cara que habré puesto al escuchar el relato… o tal vez por ver de quién se trataba. El dueño del relato era un chico de cabello oscuro, azabache que caía lacio con gracia sobre su rostro, su tez era algo pálida y era algo larguirucho, seguramente mucho más alto que yo. Sostenía entre sus esbeltas y largas manos un palo blanco… Y tenía sus ojos cerrados.
-Entonces, de pronto no sé bien que ocurrió… todo pasó demasiado rápido… Cuando quise darme cuenta el auto comenzó a rodar por la carretera y luego… luego sentí uno de los dolores más grandes que he sentido jamás. Y allí estaba, tenía algo ensartado en mis ojos… Fui el único con una pérdida grave, el resto salió lesionado pero nada que con un par de meses no se pudiera remediar. Alex estuvo 1 año y medio hasta recuperarse totalmente de su fractura.
-Oh… Andrew… cuánto lo siento…
-No es nada linda, ya ha pasado. Ahora soy un hombre nuevo.
-¿Andrew…? –Balbuceé observando con asombro al ver a aquel muchacho.
-Tú debes ser Lauren, ¿Cierto? Bienvenido de nuevo amigo, ¡Hacía tiempo que no nos veíamos!
Al oír aquellas palabras, no sabía si reír por la ironía o quedarme callado. Observé que él me había extendido su mano para estrechármela a modo de saludo, por lo que dudé unos segundos.
-¡Ah claro! ¡Soy ciego, lo olvidaba jajaja! Lamento, es la costumbre, anda, ven. Tenemos mucho por lo que ponernos al día.
Y dicho aquello, sonreí con alegría para luego estrechar mi mano con la suya.