Corazón Encadenado.
Capitulo 1
“No puedo creer que sea tan impaciente”, exclamo mentalmente, mientras escribía con rapidez un mensaje de texto en su celular, con las míseras palabras “ya estoy por salir”.
- Profesora Gutiérrez, te recuerdo que estamos en una reunión muy importante y no es momento para que estés usando tu celular – sentencio, la jefa de los maestros una mujer un tanto amargada y entrada en años, que se encontraba unas cuantas sillas posteriores a ella, al lado de un tablero inteligente en donde se proyectaban todo tipo de graficas de barras, con los promedios de los alumnos en las ultimas evaluaciones.
- Perdón, profesora Mercedes, no volverá a suceder- hablo la hermosa profesora de español Silvana Gutiérrez, mientras un leve sonrojo se asomaba por sus mejillas al ser descubierta infligiendo una de las normas más importantes de la escuela, “No usar celulares u otro objeto distractor en clases”, pero en este momento en juntas.
- Así espero, bueno como les decía los alumnos de octavo grado….- veía el movimiento de los labios de la señorial profesora Mercedes, más ningún sonido llegaba a sus oídos más bien a su cerebro ya que su mente se encontraba divagando la falta de paciencia perteneciente al receptor del mensaje, escrito con anterioridad.
“Son cuestiones de la edad”, en el momento que ese pensamiento cruzo por su mente, sintió una vibración en su bolsillo, no tenía que ser adivina para saber de quién y qué decía este nuevo mensaje, se trono levemente los dedos, se estiro un poco en su silla al momento que alzaba la mirada a la “exposición”, la cual debería de ser su total objeto de atención, definitivamente no tenía intenciones de contestar este mensaje.
“Por dios quince minutos más.”
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- Jajajajaja me encanta fregarte la paciencia- dijo entre dientes mientras una picara sonrisa asomaba su rostro, la hermosa joven de baja estatura, cabellos negros hasta los hombros con unos cuantos mechones en el rostro, donde se podían visualizar unos cuantos piercing en cada una de las orejas y uno solitario en la nariz. Vestía una camisa blanca manga larga por fuera junto a una falda escocesa un poco corta y unas converse negras, se podría decir que era el uniforme del colegio “American Free School” con unas “leves” modificaciones.
- Joda pero de verdad, no me gusta esperar- exclamo mientras se recostaba más hacia la pared y guardaba su celular en el bolsillo, acto seguido saco un encendedor junto a un cigarro de su bolso que descansaba en su hombro derecho.
Puso el cigarro en la punta de sus labios, se disponía a encenderlo cuando de repente una mujer choco fuertemente contra ella, pegándose a su espalda y pasando sus brazos alrededor de su definida cintura.
- Huy mamasota, se podría saber a quién esperas?- susurro a sus oídos una hermosa rubia que vestía el mismo uniforme con la diferencia que esta si lo llevaba de manera adecuada ya que enzima tenia puesto un chaleco con una corbata y calzaba unas elegantes botas negras.
- Si espero o no a alguien, no es de tu incumbencia- sentencio la joven mientras se zafaba rápidamente de los brazos que la acorralaban.
- Kathy mi amor no seas mala con migo, además te iba a proponer una salida a comer con el resto de los chicos- dijo la rubia mientras ponía una cara de fingida ofensa.- además- le quieto el cigarro de los labios para que captase su atención- hace rato que no sales con nosotros-.
Gire mi cuerpo para encararla, al ser baja de estatura alce un poco el rostro para mirarla a los ojos, esos hermosos ojos verdes claros pertenecientes a mi querida mejor amiga, Rebeca Wilson.
- Lo siento mi vida tu sabes que si pudiera me pasaría día y noche con ustedes- dije con decisión mientras le sostenía la mirada- pero tú sabes cómo están las cosas con …- sentí algo posarse en mis labios, me di cuenta que era el cigarro devuelto a su lugar de origen
- Lo se lo sé, pero sabes Katherine- me dijo, y de repente frunció levemente el ceño, mi mejor amiga con migo es diferente al resto se comporta de manera más alegre y no habla en serio la mayoría de las veces, pero cuando esa mirada hace presencia en su cara, traje saliva, me iba a decir la verdad la más dolorosa realidad- una vez prometimos apoyarnos en todo lo que hiciéramos- hablo mientras cogía de mis manos el encendedor- pero “esta” no me parece una de tus mejores ideas- finalizo alzando la llama hasta por fin prender el tan anhelado cigarro que aun reposaba en mis labios.
Hay vamos otra vez, obviamente sabía de antemano que esta no era una de mis mejores ideas pero que podía hacer al respecto había razones de mucho más peso que rebatían mi concepción de “buena idea”.
- Joshua también está necesitado de tu cariño- dijo Rebeca mientras se situaba al lado mío y posicionaba su mano en mi hombro, yo seguí sin hacer ningún gesto u movimiento solo la acción de exhalar el humo reconfortante del cigarro , desperté al sentir un ligero apretón donde se encontraba su mano y puse la mía sobre la suya.
- No te preocupes, hay mucha Katherine para todos.- voltee para mirarla con una sonrisa ladeada, una pequeña broma no venia mal para apaciguar la cortante atmosfera que se estaba formando.
- Lo que tu digas- dejo escapar con un dejo de ironía quitando su mano de mi hombro y dispuesta a salir al parqueadero donde la aguardaba su “baby”, un convertible rojo último modelo- pero al menos moléstate en dejarnos un inbox para saber si sigues viva- dijo de manera de despedida caminando de espaldas hacia mí con una mano levantada.
- Lo hare mi vida te quiero un montón- dije medio gritando ya por la distancia que nos separaba, esa línea también fue mi despedida.
Baje la mirada, claro que la quería mis mejores amigos ocupaban una gran parte en mi corazón, pero la porción más grande era para ella, la mujer de la cual estaba perdidamente enamorada, no soy culpable de ello, las personas solo somos peones en el juego del amor, que hace con nosotros lo que se le venga en gana.
- Lo que se le venga en gana- susurre, dejando escapar el humo entre mi labios- perdónenme- dije apretando fuertemente los puños.
- Espero que tu y la señorita Wilson no estén planeando ninguna de sus maldades otra vez-.
Gire mi cuerpo en acto reflejo, para dar con un par de ojos café claros que venían cargados con una expresión interrogante, no la había visto en todo el día su voz me pareció preciosa igual que ella, en conjunto con tu sofisticado vestuario que dejaban relucir sus pronunciadas curvas, definitivamente no hay mujer más hermosa en este mundo, que la que se encontraba parada enfrente mío, Silvana Gutiérrez, mi ex profesora de español, mi actual amante.
- Perdón por desilusionarla, pero Becky ya no anda en esas- dije sosteniendo mi cigarro en la mano para que no callera de mi boca- usted sabe que anda con el cuento de mantener su “hoja de vida limpia” antes de entrar a la universidad
- Pues deberías seguirle el ejemplo- hablo la preciosa mujer, arrebatándome el cigarro de las manos – está prohibido fumar en las áreas del colegio, quieres que te ponga una sanción- dijo exasperada arrugando un poco el ceño, me encantaba esa expresión en su cara más ese disgusto no era porque me encontrase infligiendo las normas estudiantiles si no por otra cosa-No te he dicho mil veces que no me gusta que fumes- esa era la razón implícita.
- Si como también me has dicho que el humo daña los pulmones, que los piercing dan infecciones, que debo llevar el uniforme como dictamina el manual escolar y que mas- dije enumerando sus quejas en mis dedos y poniendo mi mano en la barbilla para parecer que estaba pensando- ahhh si- me acerque más a ella, me empine un poco, puse mis manos en sus hombros y le susurre al oído- y que me amas más que a tu propia vida-
Presencie un espectáculo de colores en su rostro al percibir un creciente tono rojizo que adquirían sus mejillas hasta llegar a sus orejas, se aparto un poco de mi aun avergonzada, dios cómo es posible que cada acto que haga me parezca lo mas precioso de este mundo.
-Nos vamos- dijo finalmente después de recobrar sus compostura, tirando el cigarro entre la yerba el cual ya se había apagado unos minutos antes, empezó a caminar de manera lenta, pasando por mi lado y adelantándose unos pasos.
Me quede mirando su caminar grácil, recorriendo mi indiscreta mirada por toda su erguida espalda culminando en su gran trasero, esta mujer debería haber sido modelo en vez de profesora, que desperdicio, fui sacada rápidamente de mis vulgares pensamientos por sus palabras de reproche.
-Katherine, agiliza el paso que tengo unos exámenes de ortografía por calificar-
Sonreí ante ese comentario y comencé a caminar hacia ella no sin antes reparar que la ladrona de Rebeca se había quedado con mi encendedor.
Fin del primer capítulo.