"Todo era tan cotidiano en aquel templo, ese frío y vacío templo de Escorpion, el cual había sido mi hogar desde.. bah, bueno
desde que tengo memoria...
Es el palacio del gran señor, Kardia de Escorpión!
Aunque trate de sentirme el dueño y señor, sé que solamente son 4 frías y aburridas paredes...
Mejor me largo, aver que encuentro de interesante, quizás y a alguien a quien torturar y hacerle saber de mi grandeza..."
-El santo altanero salió de su templo, dirigiéndose a un hermoso jardín de flores demasiado apartado del santuario-
"Aqui olvidare la aburrida y jodida cotidianidad"
se dijo a sí mismo y muy feliz se internó en aquel jardín, cuando vió una escena, la cual lo marcaría de por vida...
Un joven rubio estaba recostado en el pasto. La delicadeza de sus facciones lo hacían parecer una doncella frágil, pero a la vista amable y gentil. Por la apariencia de sus ropas, estaba vinculado con la Iglesia Católica. El chico al parecer estaba profundamente dormido enmedio de tulipanes de un gran color rojo, estaba hecho bolita, al parecer
para no dañar a los tulipanes y abrazaba un gran lienzo blanco..
Kardia cautelosamente se acercó lentamente. Sentía una gran curiosidad por ver de cerca a aquel hermoso joven, el cual le había quitado el aliento.. Estaba acercándose más y más cuando una gran ventisca arrasó con el jardín, llevando pétalos de las hermosas flores volando por los cielos..
Las hebras doradas del cabello del chico, suaves como la seda, danzaban al compás del viento... Kardia estaba más atontado viendo aquella escena, cuando el rubio abrió lentamente un ojo.
Kardia, rápidamente se escondió detrás de un pilar algo alejado. Sonreía abobado al ver a aquel angelito despertarse y tallarse los ojos con la dulzura de un niño...
Cuando, el pequeño comenzó a llorar...
El corazón del rudo santo de oro se quebró al ver aquello.. Las lágrimas del chico eran como puñales, era doloroso verlo
sufrir tanto.. Un ser tan maravilloso no merecía ser tan infeliz...
"Oe!! no sabías que estas en territorio privado? Esto es propiedad del Santuario mocoso, asi que largate o te dare una
paliza!!!"
Kardia, gritando esas palabras, avanzó lentamente hacia Alone, el cual seguía llorando sin poder controlarse...
"Etto.. disculpeme.. señor.. -se incorpora- me ire.. con su permiso..."
"Intensamente rojos..." -fueron las únicas palabras de Kardia, al ver a Alone salir corriendo de alli. Sus lágrimas cristalinas
se habían echo presentes en los ojos de Kardia, el cual salió corriendo detrás del rubio. Apenas lo alcanzó, lo tomó del brazo
y lo apegó a su cuerpo de manera algo ruda, mientras con su mano libre acariciaba delicadamente los labios de Alone, el
cual estaba demasiado rojo y sorprendido como para poder reaccionar, mientras sus lágrimas seguían recorriendo sus
mejillas...
"Siempre deseé que.. la persona a la quien yo quisiera besar por primera vez.. tuviese.. unos labios intensamente rojos como
los tulipanes de este jardín o como mi uña de carmesí... que fuera capaz de arrancarme lágrimas del alma y no solamente de los ojos.. "
Aquel silencio, aquellos llantos silenciosos de estas dos almas solitarias tan opuestas... Todo su alrededor no existió cuando culminó aquel dulce rozar de sus labios.. de la unión de sus almas y sus corazones..
Alone estaba demasiado nervioso. Lentamente rodeó el cuello de Kardia con sus brazitos temblorinos, entregándose en ese beso...
Ese día, los hermosos tulipanes fueron los únicos testigos del doloroso sentimiento de la soledad cuando aqueja a un ser humano.. específicamente a un Santo de Athena y al cuerpo elegido por Hades...