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ANGELITO por Ibyra

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Notas del fanfic:

 

Los personajes y el universo de Harry Potter no me pertenecen, son de J.K. Rowling, no percibo ninguna retribución económica, solo sus hermosos comentarios, si la historia lo merece.

 

Notas del capitulo:

Pues espero les agrade quise subirlo antes, pero es que no recordaba la contraseña.

así que a leer.

Espero recibir sus comentarios.

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ANGELITO

 

A manera de prologo:

En el ataque al Ministerio, Sirius Black no cayó dentro del velo porque Snape llegó a tiempo para lanzar un Protego, claro que su intención en un principio era proteger  a Harry pero impulsó a Sirius muy lejos del peligro, quedando así descubierto su apoyo al bando de la luz.

Ya para el Sexto año, Harry vive en Grimmauld Place junto a su padrino con las más diversas protecciones, las mismas que goza Snape en el Castillo, ese año el ex espía ocupó el puesto que siempre quiso.

Draco Malfoy tiene la misión de matar a Dumbledore, por lo que Narcissa y Lucius piden protección para su hijo a cambio de convertirse en los nuevos espías, así que Albus tampoco muere, ni por la mano de Snape que ya está más pendiente de él, por lo que no deja que toque el anillo.

La derrota de Voldemort se sitúa antes de comenzar el Séptimo año de Harry en Hogwarts.

Bueno, habrá OoC, trataré de que sea lo más leve posible, espero lograrlo.

 

 

 (1) EL MISTERIO

 

Hogwarts, es el más antiguo, pero no único Colegio de Magia y Hechicería que existe en el antiguo continente, en donde se adiestraron y aún lo hacen, los más diversos magos; desde grandes íconos mágicos, llámese así a Albus Dumbledore, hasta los más sanguinarios y locos, llámese así a Tom Marvolo Riddle, ¡ah! Y no nos olvidemos de la bruja transformista más estricta que haya pisado sus aulas.

Aparece también en sus listas, un mestizo semigigante que por azares del destino y de compañeros de apellido Riddle, no, mejor su nombre, Tom; perdió su varita y la plaza que tenía en dicha institución, pero que ganó ser profesor del Colegio por el favor de su ínclito Director ¿eso se consideraría nepotismo?

También albergó a otras generaciones de magos y brujas sobresalientes, aunque éstos se metían en problemas, por no decir que los generaban; un grupo compacto, tan compacto que solo eran cuatro, que no dejó que su amistad fuera olvidada pese a traiciones o, las supuestas traiciones que llevaron a encerrar a uno de sus integrantes en otro antiguo edificio llamado Azkaban, no contaron que el mencionado era un animago no registrado y, que por tan mala y descuidada nutrición se hizo tan delgado que pudo escapar por entre las rendijas, digo, entre las rejas de esa prisión.

Hoy, otra generación era dueña y señora de los pupitres, de las bromas, de los juegos y desvaríos amorosos, generación que contaba con héroes jóvenes y un poco despistados.

El mago sanguinario y loco acabó perdiendo la guerra que él mismo había comenzado, los detalles no nos interesan en esta historia, pero su muerte tuvo tantos testigos que jamás dudaron de su total y completa desaparición del mundo muggle y mágico.

Lo que ahora interesa es la vida que llevaron los afortunadamente muchos sobrevivientes de la cruenta batalla, por lo que volvamos a situarnos en el fascinante Colegio.

 

¨*¨*¨*¨

 

 

 

Su mirada se concentraba en varios escritos, uno de ellos era un folleto algo, extravagante digámoslo así, y los pergaminos amarillentos llevaban el encabezado del “Hospital de San Mungo”, los repasaba con sus dedos como si fuera la posesión más preciada y, lo eran, claro que lo eran.

Había sido tan fácil hacerse de ellos, que no creía contar con tanta suerte en un mismo día no realmente, pero ahí estaban, simples hojas escritas, aunque pensándolo bien no eran simples, porque esos papeles pondrían de cabeza a todo Hogwarts, eso sería muy divertido.

Se sobresaltó cuando escuchó varias voces aproximarse al recinto, donde se llevaba la habitual reunión para preparar el comienzo de clases, con la inminente llegada de los estudiantes, esta vez sin la fastidiosa sombra de Voldemort asechándolos. Se apresuró a insertar estratégicamente el folleto y los papeles ambarinos entre los demás que se apilaban delante suyo, apenas le dio el tiempo justo para salir por otra puerta cuando las puertas principales se abrieron.

—¡No puedo creer que éste será el primer año libre de todo peligro! —Remus fue el primero en aparecer en la entrada, venía hablando con su siempre buen amigo.

—¿No creías que esto sería eterno ó si, Mony? —Sirius le sonreía y a leguas se notaba que la libertad le sentaba muy bien ¿a quién no?

—Eterno no, pero a veces…

—Si desean hablar háganlo dentro y no en medio de la entrada, ¡habrase visto!

McGonagall los miraba y, aunque ambos hombres eran más altos que su antigua profesora, bajaron la vista por el regaño, por la mirada de la animaga y el obvio obstáculo que hacían.

— ¡Ah! Y con esa actitud no harán que los estudiantes los respeten ¡sean más formales caballeros!

En efecto, tanto Remus como Sirius volvían al Colegio como parte integrante del plantel docente, lo sé es muy trillado, pero…, el hombre lobo dictaría “Cuidado de Criaturas Mágicas” en los tres últimos cursos, el buen ex preso Sirius Black quedaba a cargo de “Pociones”… en los tres primeros cursos, a petición de él mismo, pero a regañadientes del Titular o sea de Snape, Severus Snape, desacuerdo que hizo saber en la oficina del director la tarde en que se había enterado.

 

—¡Tendré que volver a enseñar a los de Cuarto año las cosas más básicas! ¡Albus!, si esta es una de tus bromas, ¡¡termínala ya!!

—Ninguna broma, ahora que terminó la Guerra, quiero que todos mis profesores gocen de su tiempo libre, y la mejor manera es que tengan menos cursos de los cuales preocuparse.

—Pero ¡¿Black?! ¡¿Por qué debe ser Black?! A demás —resopló frustrado—, yo puedo encargarme perfectamente de los siete cursos, dale a Black otra asignatura —dijo más calmado.

—NO, quiero que tú prepares a los estudiantes para los TIMOS y los EXTASIs, ya bastante es dejarte seguir con las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras; no volveré a repetirlo Severus, a demás fui yo mismo quien le hizo una prueba, créeme lo hará bien y no tendrás ninguna queja, ya verás.

Y esa fue la última palabra, no había réplica, tampoco la permitiría así que “empujándole” amablemente le hizo desocupar la oficina, tenía muchas cartas que firmar para los nuevos estudiantes.

 

Y… hablando del Director, éste no hacía acto de presencia; desde hacía doce minutos, ¡doce! que absolutamente todos los profesores ya lo esperaban en la impersonal sala de profesores, siendo que fuera él quien había convocado a la dichosa reunión, se estaba tardando demasiado.

Mientras los maestros se acercaban a un aparato muy parecido a una máquina de cappuccino, dispuesta en una de las esquinas de la sala, de donde no solo se vertía el café, sino un sinfín de brebajes calientes, pero que ahora, no hacía eso justamente, Lupin se empeñaba en girar una tras otra todas las llaves hasta que Minerva lo detuvo en sus intentos.

—Ni te molestes, lo volvieron a destrozar, será mejor que se los pidas a ellos.

—Quiero Té —pidió a la nada y un elfo apareció, llevando el servicio completo para ocuparse en servirle— Deberíamos llamar a Weasley para que lo repare, es muy práctico, los elfos no tendrían tanto trabajo y… se haría más rápido —concluyó cuando el elfo le tendió el platillo con la taza.

—Le servimos bien a los profesores, somos buenos, muy buenos —respondió la criatura, con los ojos más abiertos de lo habitual y la seguridad en sus palabras.

—Gracias, lo sé—respondió Remus con cierta ternura y el elfo desapareció.

—Pues no creo que sea buena idea, ellos creen que es un intento de reemplazarlos, así que cada vez que Arthur lo repara, los elfos lo hechizan hasta que deja de funcionar —explicó la Subdirectora.

Era una conversación tan simple, tan superficial, algo que jamás creyeron que fuera de su preocupación, pero estaban ahí, hablando del sabotaje de los elfos y esperando al director, que aún no venía y ya pasaban los dieciocho minutos.

Un mago enfundado en sus acostumbradas túnicas negras, estaba más que molesto, él tenía que reformar “todo” su plan de enseñanza, ya que debía ser “coordinado con las enseñanzas de Sirius  y aún no había terminado, la espera lo hacía enfadarse más, estaba a punto de completar una de sus vertiginosas y espectaculares salidas cuando al abrir la puerta se encontró con el motivo de su enojo, éste estaba absorto en desplegar una envoltura de un… ¡bombón de chocolate!, no de un dulce de limón, no, era chocolate.

Albus Dumbledore por primera vez llegaba de último, pero no por eso tarde, porque jamás admitiría eso.

—Ruego me disculpen, es que comprenderán que a mi edad las necesidades básicas del cuerpo son mucho más urgentes que en años pasados ¡Bendita sala de Requerimientos! —Termino de meterse la golosina en la boca y alzó sus manos después de mencionar la singular habitación.

Severus no quiso imaginarse nada y volvió a su sitio anterior, dispuesto a soportar la reunión.

 

La reunión fue de todo, menos productiva, en opinión del pocionista Mayor, o sea Severus y muy divertida según el pocionista Menor, entiéndase Sirius; descabellada según McGonagall; instructivo le pareció a Lupin, “casi” igual que todos los años para la mayoría de los profesores, el “casi se debía que por orden del Director, todos los profesores también tendrían sus salidas a Hogsmeade, todos los que NO tendrían la custodia de los alumnos por ese día estaban “obligados a divertirse” pasando por alto el hecho de ser profesores solo ese día, no habiendo excusa que valga.

 

Todos empezaban a retirarse, siendo los últimos los jefes de las distintas Casas, pero la última era muy a su pesar, McGonagall, que como subdirectora tenía pendiente varios papeles que revisar, firmar, aprobar, etc, etc, de alguna forma agradecía haberse librado de los tres primeros cursos de transformaciones, así que ultimando detalles con el director a cerca del banquete que ofrecerían para el nuevo curso tomó los papeles apilados en una de las tantas mesas en ese lugar, se despedía del Director, mientras éste ponía en su boca unos gusanillos hechos de azúcar morena.

Seria y tranquila avanzó dos pasitos hasta que un horrible maullido y el zarpazo en sus largas faldas la asustaron e hizo volar los documentos por los aires, en medio de la lluvia de papeles la gata de Filch salió disparada por la puerta entreabierta.

—ESA MALVADA GATA, TODOS ESTOS AÑOS JAMÁS PUDE Y TAMPOCO CREO ACOSTUMBRARME A SU PRESENCIA.

—Tranquila mi querida Minerva —Dumbledore le miró bonachón— <<creía que entre gatas tendrían alguna conexión extrasensorial o algo así>>  —se dijo.

—No estoy para bromas Albus —le advirtió suponiendo bien, los pensamientos de su amigo.

—Ni yo —dijo con demasiado ímpetu— Bueno entonces a recoger todo.

Dumbledore con la agilidad que no concordaba con sus años comenzó a juntar pequeños pilares sin algún orden, mientras Minerva trataba de arrebatárselos para ponerlos en los lugares correspondientes olvidando por completo la manera de hacerlo con magia.

Cuando la bruja estaba a punto de volver a apilar todos los papeles, esta vez en perfecto orden, su mirada se posó en uno en particular, que efectivamente no cuadraba con los demás.

Se acerco con la curiosidad propia de una minina hasta recoger del piso un folleto rojo de letras blancas, sus ojos no podrían verse más redondos, sus labios que lucían siempre apretados y más cuando estaba molesta, esta vez se separaron lentamente como el preámbulo de algún grito, pero, se quedo con el ¡oh! más suave y corto que emitiera en su vida.

—Sucede algo mi querida gat… digo ¿mi querida Minerva?

—…

— ¿Minervita?

—Mira…— terminó en un susurro.

La bruja le tendía el folletito en cuestión y se sentó en una silla cualquiera aún con los ojos redonditos. Albus Dumbledore no tuvo la misma reacción que su eterna amiga, sino, que el brillo acuoso de sus ojos no podían ser más escalofriante, su sonrisa no podía ser más grande, se sentó al lado de la animaga y le pasó un brazo por la espalda en acto de camaradería.

—Esto es ¡sensacional!, ¡sensacional!

Estaba contento, muy contento, porque en sus arrugadas y sabias manos sostenía el singular folletito que en las letras más ñoñas jamás vistas decía en clara mayúscula:

“AHORA QUE HA DECIDIDO TENER UN BEBÉ”

 

¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨* ¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨

¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*                   *¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨

 

Notas finales:

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¡JA! ¿Esto era lo que esperaban?

Sinceramente yo no.

(Espera, ¡pero si lo escribí yo!)

Oh es cierto, es cierto, pero… ahora me gustaría saber sus opiniones, si pueden.

¡Nos leemos pronto!

Atentamente Yo, Ibyra


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