Eran las 12:35 a.m y de todo el orfanato, había solo una habitación con las luces encendidas. La pequeña habitación de Mello.
El rubio se encontraba tranquilamente echado en su cama engullendo un trozo de los miles de chocolates que guardaba, secretamente, en unos de los cajones de su cómoda.
Pero no estaba solo, se encontraba incómodamente acompañando por un pequeño albino quien se encontraba serenamente echado sobre el tapete, leyendo un libro.
-Ahhh… que sueño- bostezó el rubio.- Near, ¿terminaste?- se quejó.
-Aún no, Mello.- susurró el pequeño.
-Pues que pena, porque voy a apagar las luces ya.- dijo incorporándose de la cama y acercándose al interruptor.
-No lo hagas.- reclamó Near con un toque de fastidio en la voz.
-¿Qué? Solo por que te trasladen aquí por unos días no significa que puedas incomodar a los demás haciendo lo que quieras en habitaciones ajenas, también es mi cuarto.
-Yo no pedí esto ¿de acuerdo?
-Ya lo sé… entonces, como dueño de la habitación declaro que yo ordeno y tú obedeces.- empezó a discutir el rubio.
-Está bien, apaga el interruptor, pero prenderé la lámpara.- dicho esto se paró y encendió la pequeña lámpara situada en la mesita de noche.
A Mello le sacaba de sus casillas, como siempre lo había hecho. Es más, era algo cotidiano y a Near le causaba mucha gracia hacer aquello hasta el punto de hacerlo intencionalmente… Pero aquella noche nada era intencional.
Había algo que Mello no sabía de su pequeño compañero de cuarto y casi amigo, algo que nadie sabía… solo el director de la Wammy’s house sabía aquello pero no podía ser divulgado a ningún individuo existente, por pedido de Near.
El rubio respiró hondo y contó hasta 100, tratando de tranquilizarse.
-¿Por qué haces esto? ¿Acaso no estás cansado? O… ¿es que realmente quieres irritarme?... -preguntó Mello seriamente.
Near no contestó, a lo que Mello le enfureció aún más.
-¡¿Me estás escuchando?!- gritó.
Near no emitía palabra alguna… Estaba algo nervioso, cosa que parecerá impresionante gracias a su inexpresividad. Mello no lograba notarlo.
Near tomó el libro y lo colocó en la mesita de noche… Para su desgracia le temblaba un poco la mano y ésta vez Mello si logró diferenciar el cambio de actitud del pequeño albino.
-¿Near? ¿Estás bien?- preguntó el rubio sorprendido.
-Sí… es sólo que… yo…-Near estaba totalmente avergonzado, por primera vez estaba mostrando timidez e inseguridad a alguien, pero le avergonzaba aún más que Mello le viese así.- Es un secreto.
-¿Un secreto?
-Sí.
-Bueno… pero es raro verte así, ¿no deseas contármelo?- le preguntó Mello, de alguna forma se preocupaba por él y lo sabía en el fondo… muy, muy en el fondo.
-N-no, vayamos a dormir ya.- tartamudeó.
Ambos despojaron las sábanas de la cama y se acomodaron para dormir, uno en cada extremo, alejándose la más posible del otro.
-Near, ¿quieres apagar la lámpara?
-N-no… aún no…- susurró Near.
-Bien, entonces la apagaré yo.
Mello trató de estirarse lo más que pudo para así, apagar la lámpara que tanto le molestaba, pero un pequeño cuerpo se abalanzó sobre él, impidiéndole hacer algún otro movimiento más.