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Silence. por Silence Nocturn

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Notas del capitulo:

Hola n.n. Regresé con esta nueva historia. Espero que a alguien le interese.

La escribí en un patatus de inspiracion XD

Espero que les guste.

Silence.

(Silencio)

 

Silencio.

 

Eso era todo lo que quería; paz y precioso silencio: los elementos ideales para pasar una agradable tarde inmenso en sus valiosos libros...pero, como la vida demuestra constantemente, no siempre podemos obtener lo deseamos.

 

-...¿Cómo puedes seguir con eso?-

 

Dégel suspiró, y haciendo alarde de toda la divina paciencia que poseía, alejó la vista del libro que intentaba leer, haciendo caso omiso del burdo y, sobre todo, absurdo monologo sobre la inutilidad de tales objetos de su compañero de armas Kardia de Escorpio.

                                                                                                                                                                                          

-Es muy tarde ¿no crees que deberías regresar a su templo?- Preguntó con voz calma, sin llegar a ser descortés mientras se quitaba los lentes y cerraba el libro.

 

En respuesta el caballero de Escorpio bufó y desvió la mirada para un costado, mientras permanecía sentado, con los brazos cruzados sobre su escritorio y con su mentón reposando sobre estos.

 

Dégel le miró sintiendo un poco de curiosidad por el verdadero significado de aquel gesto.

 

-Kardia-

 

-No quiero ir a mi templo- Dijo con voz baja.

 

-¿Pasa algo malo?-

 

-¿Por qué habría de pasar algo malo?-

 

Kardia volvió a mirarlo fijamente, clavando sus penetrantes ojos en el, exigiendo una respuesta. Dégel entendió que de momento no podría sonsacarle nada y rompiendo el contacto visual se puso de pie, dirigiéndose hacia la biblioteca para colocar el ejemplar que sostenía en su sitio correspondiente. A continuación, se puso a escudriñar entre los muchos ejemplares que poseía, ojeándolos, y volviendo a colocarlos en su lugar, buscando un dato en específico.  

 

-¿Qué estas buscando?-

 

Dégel no se sorprendió cuando un aburrido Kardia abandonó su cómoda silla yendo hacia donde estaba el para mirar con desinterés el libro que sostenía entre sus manos.

 

-Un dato que necesito a pedido del Patriarca-

 

Dégel no se molestó en escatimar en detalles de su investigación literaria, dado que sabía que no lograría más que aburrir más a su compañero, si es que eso era posible. Además estaba conciente de que un poquito de información y una vista general bastarían para saciar su curiosidad.

 

-Ah- Dijo sin mucho interés, a continuación, sin nada mejor que hacer, tomó uno de los primeros libros del estante frente a el que tuvo a mano. Lo abrió, y ojeando rápidamente dejó que su desganada vista vagara sobre las diminutas e incomprensibles palabras en un idioma extranjero que no alcanzaba ni a reconocer. Pronto de un solo movimiento lo cerró y negando con la cabeza lo devolvió a su sitio en el librero- En serio, no entiendo como puedes entretenerte con estas cosas...-

 

Dégel siguió enfrascado en su búsqueda, fingiendo que no lo escuchaba.

 

<<Y allí empieza de nuevo...>> Pensó con hastío.

 

En los siguientes 10 minutos en los que no dejó que buscar en sus libros, Kardia no abandonó en ningún momento su monologo. Cuando por fin halló lo que buscaba y regresó a sentarse con el libro entre sus manos, Kardia iba tras el, enfrascado en su apasionado monologo que hasta ya se había desviado un poco del tema inicial.

 

Dégel se detuvo al lado de su escritorio, sin llegar a sentarse, dejando el libro sobre el, a continuación cerró sus ojos y frunciendo el entrecejo, apretó con sus dedos índice y pulgar el puente de su nariz, intentando no salirse de sus casillas.

 

¿A quien quería engañar? Estaba rotunda y totalmente arto de que su compañero no fuera capaz de cerrar su boca.

 

-Kardia...cállate- Pidió arrastrando las palabras he intentando ser cortés.

 

-¿Eh?- Dijo Kardia, mientras Dégel volteaba a verlo- Estaba distraído ¿dijiste algo?-

 

Kardia hizo silencio notando la gélida mirada glaciar que Dégel le dedicaba. El acuariano giró sobre si, quedando parado frente a el.

 

-Kardia, estoy trabajando.- Explicó con tono hastiado- Haz silencio-

 

Una sonrisa burlona e impertinente adornó el rostro del caballero de Escorpio, al percatarse del molesto tono de voz de su compañero, a pesar de que intentaba ocultarlo. Quiso decir algo, ya que pocas y contadas eran las ocasiones en las que lograba hacer enfadar a su buen amigo, por lo que no deseaba perder esta oportunidad para divertirse a costa suya...

 

Pero, desgraciadamente, no llegó a emitir ni una sola palabra.

 

Dégel reconoció al instante esa sonrisa suya. En ese instante se dio cuenta de que había cometido un fatídico error al dejarse molestar por el y ahora podía predecir, casi sin temor a equivocarse, que Kardia intentaría ufanarse y burlarse de el simplemente para su deleite...pero el no se lo iba a permitir. No señor.

Atento advirtió el momento en el que el escorpiano se disponía a hablar, entreabriendo sus labios. En ese instante movió rápidamente su mano, sujetándolo con fuerza por la barbilla, y a continuación hizo lo primero que se le vino a la cabeza para silenciarlo...

 

Kardia abrió sus ojos en desmesura, sintiendo sobre sus labios la fuerte presión que los labios del acuariano ejercían contra los suyos, evitándole hablar.

 

Dégel se alejó de el, mirándolo a los ojos preguntándose internamente por que diablos había echo eso. Esperó unos segundos sin romper su postura, mientras Kardia seguía mirándole igual, o mas anonadado que el. Luego entrecerró sus ojos, y curvó una de las comisuras de sus labios en una imperceptible y fugaz sonrisa, pensando que aunque el método que había empleado había sido poco ortodoxo, había sido muy eficaz.  

 

Kardia estaba sorprendido, por primera vez en su vida se había quedado sin palabras.

 

-Silencio- Pidió Dégel, ahora mucho más calmado- Kardia, eso es todo lo que te pido-

 

-¿Dégel que has-?-

 

Otra vez notó esos tentadores labios entreabriéndose. Conciente de que ya no toleraría más, opto nuevamente por  la que parecía ser la solución más eficiente en esos momentos.

Volvió a besarle con fuerza, pero ahora yendo mucho más lejos que antes. Dejó que su lengua delineara los tentadores labios de su camarada, incentivándolo con sutileza a corresponderle. Pronto, él entreabrió sus labios, permitiéndole entrelazar su lengua con la suya, en una apasionada batalla campal que ninguno estaba dispuesto a perder. Después de todo, ambos eran caballeros dorados, dos hombres poderosos y con un orgullo inquebrantable. Se les había educado desde su infancia para ser mercenarios, guerreros, y a ir siempre por la victoria.

Ambos se separaron, ahora hallándose con la respiración levemente agitada, resignados a dejar aquel intimo encuentro en un rotundo y total empate.

Kardia le miró fijamente, atento a cual sería su próximo movimiento. Dégel sonrió suavemente para si, analizando durante un segundo la posibilidad de seguir "procurando" el silencio del otro, cuando de repente cayó en cuenta del paso del tiempo.

 

-Es tarde- Dijo, y para desagrado de Kardia, se alejó de el, tomando asiento nuevamente en el escritorio- Tengo que ponerme trabajar-

 

Volvió a sus asuntos, y mientras transcribir aquellos datos que necesitaba al papel, Kardia volvió a tomar asiento frente a el, cruzando sus brazos sobre el escritorio, y apoyando su cabeza sobre ellos, esperando, estando sumido en el más profundo y apacibles de los silencios.

 

Al cabo de unos momentos Dégel, dejó la pluma sobre el escritorio, mirando el papel, chasqueando la lengua al percatarse de que necesitaba del mismo libre que acababa de guardar, para continuar con su trabajo. Se dispuso a ponerse de pie, cuando el libro que necesitaba se asomo hacia el por uno de sus costados. Él alzó la mirada y se encontró con Kardia, parado a su lado mirando con desinterés la biblioteca mientras le ofrecía el libro.

 

¿Cómo había hecho para saber que lo necesitaba? No lo sabía, simplemente agradeció el gesto con un movimiento de cabeza y volvió a trabajar.

 

Momentos después, Kardia volvió a tomar asiento frente a el.

 

Las horas pasaron rápidamente, como agua entre sus dedos. Ya estaba anocheciendo y Dégel por fin pudo darse la libertad de alejar sus manos de la pluma y los papeles, ya que finalmente había terminado con el informe. Volvió la vista al frente encontrando a Kardia con los ojos cerrados, dormitando. Se puso de pie, yendo a su lado dispuesto a todo, desde acompañarlo a su templo hasta permitirle dormir en el suyo.

 

-Kardia, no te duermas-

 

Cuando colocó su mano sobre su hombro, notó de inmediato su temperatura corporal un poco más alta de lo usual. Preocupado, tocó su frente y descubrió que en efecto, tenía fiebre.

 

-¿Por que no me dijiste que la fiebre había regresado?- Dijo en tono serio, mientras el de Escorpio abría los ojos de forma soñolienta- Ven, vamos- A continuación tomándolo por el brazo logró hacer que se pusiera de pie, y jalando del mismo hizo lo primero que se le vino a la mente: lo llevó a su habitación.

 

Una vez adentro de la habitación principal del templo, Dégel hizo que Kardia se sentara en la cama. Le quitó el casco, y algunas partes más de la armadura que le eran molestas, comprobando en el acto que el de Escorpio tenía una fiebre que volaba. Luego presionó, colocando una mano sobre su pecho, haciéndole recostar.

Kardia cerró los ojos, sintiendo como Dégel se sentaba a su lado, junto a los agradables corrientes te aire frió que creaba con ayuda de su cosmos, haciéndole caer en cuenta de que su temperatura corporal estaba elevada, y de que él ni siquiera se había percatado de ello.

Que raro, pensó para si. Aquella fiebre no se sentía como las otras que comúnmente sufría; esta era diferente. No sabría explicar de que forma lo era, simplemente lo sentía.

Entreabrió sus ojos mirando de soslayo a Dégel, mientras continuaba con su labor, y sonrió levemente, pensando que no había sido un día tan aburrido, después de todo había ganado algo más gracias a Dégel y a su gusto por los libros, y al silencio.               

Notas finales:

Chao chao


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