I:
"Impotencia."
Caminaban con inconsciente parsimonia y entre encantadoras risas, a través de aquella poco concurrida avenida. Entrelazándose sus manos de cuando en cuando con habitualidad, y encontrándose sus traviesos labios de tanto en tanto, en castos y tiernos besos. Sumiendo, así, a su entorno el ambiente en una deliciosa y calma candidez, capaz de invadir con su destello a todo aquel que, por mera casualidad, se les cruzace en frente.
No obstante, y como quebrando con inexplicable premeditación tan enternecedor instante, el ensordecedor e inesperado resonar de una perdida bala, acuchilló con nula compasión la pasiva quietud de aquella sofocante noche. Atravesando sin aparentes razones el cuerpo de un jovial muchacho, robándole en un mísero instante las posibilidades de continuar respirando.
Y el desgarrador grito de un jóven e inexperto corazón apuñalado sin clemencia, gracias a la abrupta extinción absoluta de toda posible ilusión, fue la taciturna y precisa pauta que recibió la pasmada luna, para comenzar a llorar.
Pues, cuando en el juego las cartas son barajadas de manera errónea, no existe manera alguna de dar a las cosas marcha atrás.
Y Mihael Keehl... Lo sabía de sobra.
Cuando el tiempo sencillamente deside dejar de transcurrir, cuando el presente llega a su fin o cuando todo ademán de esperanza se escapa en un nimio segundo... Se vuelve imposible el regresar al inicio, ansiando una mínima ocasión de no errar las acciones.
Y es que es tan difícil pensar en que, en algún momento, las oportunidades tan preciadas que la vida te da, se agotarán y aquellas futuras palabras para después decir, simplemente acabarán por permanecer ahogadas entre lamentos en el pecho. O que esos miles de momentos en su tiempo ignorados, llegarán a ser no más que lejanos recuerdos, sólo dedicándose a invadir constantes tu mente con desgarradores y arrepentidos remordimientos.
Porque en el instante menos pensado… El presente se estanca, olvidando al pasado y nublando al futuro... Arrebatándotelo todo sin avisar.
Y Mello... Ahora lo comprendía mejor que nunca.
Testificando con creses y en cámara lenta, como los segundos se volvían minutos... Como la oportunidad de murmurar un único “te amo”, se le escapaba rauda de las manos. Como su ayer se disipaba entre lágrimas, el presente se convertía en su peor pesadilla... Y el futuro simplemente no existía más.
Arrodillado sobre el gélido asfalto, sosteniendo entre sus brazos el tembloroso y casi inerte cuerpo de su más grande y único motivo de existencia, podía tocar con la yema de sus dedos los muchos trozos del mundo caído a sus pies.
-“Por favor... Por favor…...-Imploraba en un susurro contra su rostro, estrechándole con fuerza y afán contra su pecho, percibiendo como el aire se tornaba irrespirable, escapándosele inclemente, aterrándole ante el sólo pensamiento de llegar a perderlo-“¡Tienes que resistir, Matt!”-
Y mientras el raudo andar de la ambulancia acuchillaba con su espectral cirena el aún tétrico mutismo nocturno, la radiante existencia de un dulce joven oji-esmeralda de cabellos cobrizos, se desvanecía con mesura en medio del infinito apremio de la oscuridad...