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Un ladrón seductor por Hizaki Hime- San

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Escondido siempre…. Huyendo de toda lección, con su cara llena de felicidad…. De ambición, un pequeño encaprichado de apenas diez años… da vueltas a esa inocencia que se  respira…

 

Sus pequeñas piernas parecen quebrarse… conforme brinca, grita y baila en el jardín… más delicado se vuelve, su piel tersa y blanca, sus ojos cafés igual que la cocoa… sus pequeños cabellos rubios… vistiendo elegantemente… como un chico de sociedad… de familia noble…

 

 

Elegante dama, de figura delgada y bien marcada… siempre firme… audaz y sonriente. Lo mira con felicidad, sonriéndole con más fuerza cuando el pequeño le parece mirar…

 

-          Mi Señora… La maestra de piano que solicito ha llegado, la espera en la sala para la entrevista… - un elegante mayordomo vistiendo su típico traje de servicio le informa susurrante… para que el joven no se dé cuenta…

 

-          Muchísimas gracias… dígale que  enseguida voy…

 

-          Claro que sí…. Con su permiso

 

-          ¡Hizaki!... ¡Hizaki! – a pesar de acercarse y llamar a su hijo, no hay respuesta alguna… el pequeño vive en su mundo.

 

-          ¿Qué pasa madre?

 

-          Puedes venir conmigo – el pequeño se le acerca, la madre se agacha y saca un pañuelo… le limpia la cara y arregla sus dorados cabellos.

 

-          ¿Qué haces? – lo toma de la mano y lo lleva a la sala.

 

-          Hoy quiero presentarte a alguien…

 

-          ¿Quién es?

 

-          Se prudente… todo a su tiempo… la tolerancia es una virtud – le sonríe…. Siempre lo educa de acuerdo al lenguaje.

 

-          Lo siento – los sirvientes que custodian las puertas abren…. Mientras la madre y el pequeño entran tomados de la mano un cuadro casi perfecto.



 

-          ¡muy buenas tardes mi Señora es un placer conocerla! – refinada y educada se levanto y salud.

 

-          Muy buenas tardes… Sensei  – ambas tomaron asiento… Hizaki también lo hizo, sin decir palabra alguna. - ¿Quién es el joven que la acompaña?

 

-          Perdóneme, he sido descortés… ¿puedes presentarte? – ambas ven a un chico hermoso, elegante, educado para ser de clase media, es bastante vistoso, aparentaba la edad de Hizaki, es noble y muy amable… son características que  a simple vista se le notan.

 

-          Muy buenas tardes… mi nombre es Kamijo Yuuji… es un placer conocerla

 

-          ¡Qué lindo chico!... ¿es su hijo?

 

-          Así es mi señora… el me acompaña en todas las casas donde imparto mis clases.

 

-          Es demasiado amble… Es una alegría… Le presento a  mi hijo… es a quien usted le enseñara desde ahora a tocar el piano. ¡Vamos preséntate!

 

-          ¡sí!... yo… soy…. Hizaki…. Tengo diez años y… ¿Por qué no me dijiste de las clases?... son muchas… ya no puedo con mas. – temeroso y nervioso…. Con enojo en la mirada replica olvidando sus modales.

 

-          ¡Hizaki!... – el pequeño sale corriendo de la habitación, dejando ver su llanto ante las visitas, la madre apenas sabe que decir, es una pena el comportamiento de un hijo de la nobleza  -  discúlpeme es que el…

 

-          No tiene porque disculparse mi señora… entiendo que el pequeño este presionado, eso le pasa a todos cuando uno solo quiere lo mejor… déjelo un rato solo y que su furia pase.

 

-          Tiene experiencia en ello… ¿verdad?

 

-          No, la verdad… no, solo he mirado muchos casos así…

 

-          Lo siento… de verdad… Hizaki apenas es un niño y aunque es hijo Único quisiera que fuera mas caprichoso… es muy rebelde… a veces me saca de quicio… quisiera darle un hermano… pero su padre se niega…

 

-          No se preocupe… Yuuji puede hacerle  compañía…

 

-          ¿de verdad?

 

-          Claro que si… no se preocupe mi señora… ellos estarán bien… solo le hace falta un amigo a Hizaki…

 

-          Muchísimas gracias Yuuji-sensei y a ti Kamijo-kun – haciendo una reverencia en señal de agradecimiento los ojos de la madre se inundan en esperanzas.

 

-          De nada… será un placer estar cerca de Hizaki…

 

-          Gracias de verdad, ahora les enseñare donde está el salón de música.

 

-          ¿Kamijo quieres ir a buscar a Hizaki? – se levanta y se van tomando rumbos distintos.

 

-          Enseguida Madre…

 

 

Sale por la hermosa puerta… una gran fuente está de por medio, el jardín es grande y hermoso… empieza la búsqueda del pequeño rubio… caminaba por los hermosos arboles… por los arbustos… en busca del pequeño… hasta que lo haya dormido…. Bajo un árbol… acompañado de un perrito color panda.

Lo observa tiernamente… su piel contrasta con los rayos que apenas le dan por los arboles que la traspasan. Sus ojos se abren lentamente… pone una de sus manos para evitar la luz y la figura del elegante joven castaño se aclara.

 

-          ¿este es tu escondite? – su rostro carece de expresión.

 

-          ¿ehh?... tú… ¿Qué haces aquí? – Hizaki reacciona de manera golpeada empujando al niño que esta frente a él…

 

-          Tengo que venir por ti – su voz es suave y de tono amable, mientras se levanta y sacude por la caída. Ni siquiera se molesta.

 

-          Así… que… mi madre te envió – el tono es muy irritante… Kamijo, solo se le queda observando.

 

-          Lo siento, por favor ven conmigo…

 

-          No – Hizaki se sienta recargándose en el árbol, Kamijo hace lo mismo pero frente  a otro árbol…

 

El pequeño rubio se pierde… en sus pensamientos, ve como Kamijo… mueve sus dedos, como tocando el piano, su expresión es algo fría y perdida, no cambia, no sonríe, no hace nada, solo está ahí… esperando a Hizaki y sin decir nada.

 

La mirada pesada de Hizaki llama la atención de Kamijo, quien lo sorprende mirándolo fijamente, sin temer, el pequeño rubio trata de esconder la vergüenza.

-          Se ve que eres un experto en el piano… ¿verdad?

-          No, mi madre también me enseña, me falta mucho, hay un muchacho mayor que yo, es mejor, quisiera competir con el… pero siempre va un paso más… es hermosa tu casa y este lugar… es inspirador… el viento es muy cálido.

 

-          ¡a mí no me parece hermoso! – la envidia y extrañeza del rubio solo captan la mirada y expresión simple del castaño.

 

-          ¿ehh? – casi ignorándolo… vuelve a jugar con sus dedos.

 

-          ¿tú vas al colegio?

 

-          Si

 

-          ¿Cómo es?

 

-          ¿nunca has ido a uno?

 

-          No, porque… mi madre y padre contratan profesores particulares…

 

-          ¿quieres ir?

 

-          Si, seria emocionante conocer a más chicos… jugar y hacer amigos.

 

-          Pues habla con tus padres, se ven que son amables, además te comprenderías,  después del colegio, podrías tomar menos clases particulares.

 

-          ¿enserio?

 

-          Claro…

 

-          Lo hare gracias… Otra cosa… no le digas a nadie de este lugar.

 

-          No lo hare. – para Hizaki era difícil entablar platica. Juntos volvieron a su casa, el partió con su madre… dejando a Hizaki con sus padres, tomando una decisión.

 

 

 

-          ¿Mamá?

 

-          ¿Qué ocurre pequeño Hizaki?

 

-          Me dejarías ir al colegio con los demás chicos

 

-          ¡Hizaki hemos hablado muchas veces del tema, no queremos que te alejes de casa, estas más seguro con Mamá y Papá!

 

-          ¡pero Papá!... yo quiero ir… me siento solo… quiero hacer amigos y ser mas sociable… por favor.

 

-          ¡Hizaki has caso de lo que dice tu padre!

 

Durante la comida, el rubio no dejo de suplicar, al final sus padres accedieron, de manera que Kamijo ayudaría a Hizaki… fue un favor más que pidió la madre de Hizaki a la madre de Kamijo.

-          Gracias por venir Kamijo-kun

 

-          De nada señora. – ambos esperaban a fuera, esperando al interesado.

 

-          Es el primer día de Hizaki y me temo que serás su único amigo.

 

-          No se preocupe cuidare bien de él.

 

-          Gracias nuevamente… Espero que el no sea demasiado grosero contigo.

 

-          Lo siento no se preocupe.

 

-          Gracias ¡Hizaki!... ¡date prisa Kamijo-kun te espera!

 

-          ¡Ya voy!

 

-          ¡espera Kamijo! – la madre le acomodo el listón y el cuello de la camisa a Kamijo.

 

-          Muchísimas gracias

 

-          De nada – la madre sonrojo al ver la elegancia y amabilidad del pequeño.

 

-          ¡Hizaki!

 

-          Perdonen la espera ya estoy aquí – el rubio lucia hermoso, su traje escolar era color negro, sobrio como siempre con un elegante short, calcetas blancas y sus zapatos bien boleados,  saco y camisa blanca… un listón en forma de moño rojo y una boina del mismo color, haciéndolos parecer de la nobleza.

 

-          ¡te ves hermoso Hizaki! – la madre lo abrazo y se despidió de ellos mirándolos, caminando al portal, con sus típicas mochilas japonesas.

 

Caminaron por muchos árboles, ambos lucían impecables, Hizaki caminaba lentamente, no estaba acostumbrado, siempre andaba en coches lujosos y no tenía esa necesidad.

 

-          ¿Por qué tu Mamá no te acompaña? – Hizaki decidió romper el silencio y el canto de los pájaros.

-          ¿Por qué la tuya tampoco lo hace?

 

-          Porque… Papá dice que debe de cuidar del hogar… y además quieren que me lleve bien contigo.

 

-          ¿ehh?... debes de caminar más rápido, o no llegaremos y es tu primer día – Kamijo tomo la mano, fina, tersa y delicada del rubio, apresurando el paso, Hizaki solo se sonrojo y sintió vergüenza.

 

-          ¿Qué?...

 

-          ¿ehh?

 

-          ¿Qué haces?... si alguien nos ve… pensarían cosas raras.

 

-          No lo creo…

 

-          ¿Por qué lo dices?

 

-          Porque luces como una niña

 

-          ¿EHH?, ¿Qué demonios dices?- Hizaki se soltó de la mano de Kamijo y el solo actuó indiferente.

 

-          ¡ya llegamos! – se apresuro y dejo a Hizaki con su enojo.

 

-          ¡espera Kamijo!

 

Al llegar al aula, todos entraron, cuando presentaron a Hizaki, lo miraban con un desdén de desprecio, sabían que él era de una familia de estándares más altos, pero aun así, chicos y chicas lo miraban extrañamente, solo Kamijo era de confianza.

-          ¿Kamijo Por qué me miran así?

 

-          Hizaki, Has silencio y escucha la clase…

 

-          Lo siento

 

-          Shhh – como de costumbre Kamijo… era indiferente, demasiado amable y muy bien parecido, todo mundo quería charlar con él, pero solo mostraba poco interés.

 

De regreso a casa, todo fue como antes, Hizaki estaba un poco desilusionado, por no haber encajado bien con los de su clase… pero estaba feliz con Kamijo-kun.

-          Bien Hizaki-san debemos empezar tus lecciones de piano

 

-          Si, inmediatamente regreso  Yuuji Sensei – Hizaki se fue a cambiar, mientras la madre de Kamijo, el daba una maletita donde traía una muda de ropa, para él.

 

-          Ve a cambiarte y hacer los labores de la escuela Kamijo… ¿está bien?...

 

-          Si, cuando acabes… regresare

 

-          Gracias Kamijo…

 

-          No, gracias Mamá.


 

-          Ya regrese.

 

-          Bien Hizaki-san… empecemos por  lo básico…

 

-          ¿y Kamijo?

 

-          El fue a ser los deberes.

 

 

Después de  tocar, varias piezas de piano…  sale corriendo, a pesar de las protestas de su madre, se dirige a buscar a Kamijo… él sabe bien donde está, en su lugar que se convirtió secreto… se encuentra con su amigo… mientras el solo está bailando y cantando una balada con el perro del rubio.

 

-          ¿Kamijo?

 

-          ¿Hizaki?... ¿así que mi madre ya ha terminado?

 

-          Sí, pero dime… ¿Por qué bailas con el perro?

 

-          Es divertido, este lugar me inspira, ya te lo dije… ¿quiere bailar conmigo my lady?

 

-          ¿EHH?... ¿Qué haces? – Kamijo toma la mano de Hizaki y empiezan a bailar, mientras tararea una balada, el viento los acompaña al,  compas de sus pasos…

 

-          ¿te gusta?...

 

-          ¿de qué hablas?

 

-          El baile, alegra al alma, además la ocasión lo pide…

 

-          ¿ocasión?

 

-          Eres malo, para el baile… deberías de practicar, con gusto te enseñare – Kamijo lo deja en paz, y le besa la mejilla.

 

-          ¿ehh? (sonrojo)… ¿Qué hiciste?

 

-          Me tengo que ir,  mi mamá me buscara, nos vemos Hiza-kun.

 

El pequeño rubio se quedo en medio de los árboles, con la cara sonrojada de la vergüenza, llevando su mano, a lugar donde los labios hermosos y suaves de Kamijo dejaron su marca.

 

 

-          ¿Hizaki?... ¿Qué tienes hermoso? – otra cena mas, ¿Cómo ha llegado a ese lugar?... tan rápido paso el tiempo… ¿Qué fue ese beso?... dudas y más dudas ente mecían la tranquilidad del niño.

 

-          ¿ehh?...

 

-          ¿alguien te golpeo?

 

-          ¿Por qué?

 

-          Estas toque y toque tu mejilla y no has probado alimento – la madre le ha puesto cara de angustia, temía, que por ser un niño de dinero… tuviera problemas en la escuela.

-          ¡seguro lo beso una chica!

 

-          ¡Pa!… ¡Papá! – recordando el beso de Kamijo, el joven Hizaki volvió a enrojecer sus mejillas. – claro que no… solo…. Hoy fue un día maravilloso

 

-          ¿así? – el padre estaba lleno de curiosidad.

 

-          Claro, hay muchos chicos y chicas en la escuela, el ambiente es demasiado amistoso

 

-          ¿Kamijo estuvo contigo?... ¿no te portaste descortés con el verdad? – la joven madre le recordó a su hijo, lo importante y sencillo que debía ser con las personas.

 

-          Claro que no, solo él es raro, muy amable y nunca cambia esa expresión de su rostro

 

-          Tienes razón, el es demasiado amble… Trátalo bien Hizaki

 

-          Claro que si madre.

 

-          Hizaki… Mamá, Dejen de especular cosas y cenen en paz.

 

Después de aquella noche y como olvidando el beso de Kamijo, volvió a la cama a seguir soñando…

Muy temprano por la mañana, salió a la escuela. Kamijo y el habían acordado, que se verían en el camino, pero entre mas caminaba, más largo y tedioso se hacia su andar, su amigo, no aparecía por ningún lugar.

¿Dónde estará?... una cuestión difícil, para el pequeño rubio, malhumorado y con su andar lento, llego solo y retasado, entro con timidez al lugar.

-          ¡Buenos días!...

 

-          ¡buenos días Hizaki! – el profesor, estaba furioso, detestaba que los niños “ricos” hicieran lo que les plazca - ¿Qué desea?

 

-          ¿Me da permiso de tomar su clase?

 

-          Lo siento, pero no, está  castigado, ve al pasillo, eres el único que llego tarde y no puedo permitirme ser justo contigo.

 

-          ¿el único? – su mirada se envolvió en misterio y curiosidad, ahí  estaba Kamijo, mirando a fuera, por la ventana, ni siquiera presto atención.

 

-          ¿Qué esperas?

 

-          Sí – por un momento se desconcentro y fue al pasillo, las grandes y cristalinas ventanas, le dieron un panorama distinto, toda la institución se apreciaba desde su vista, las personas de grados mayores practicando atletismo.

 

 

Los jardines decorados de arboles típicos de cereza, el cielo azul, rasgado con unas nubes blancas, los rayos del sol penetrando por cualquier rincón donde se ocultara la oscuridad, todo era magnifico, excepto el hecho de haber sido engañado por su “amigo”.

 

-          ¿Qué haces Hizaki?

 

-          ¿Kamijo? – salto anonadado. Hizaki mostro su indiferencia y malhumor.

 

-          ¿Qué pasa? – se quedo pensando mientras observaba el semblante de su compañero, el no quería dar falsas e inútiles excusas, así que solo con la amabilidad que lo caracterizaba sensibilizo las cosas – no pude alcanzarte hoy, pero ¿quieres que te lleve a casa?

 

-          ¿quieres alegrarme? – volteo a verle con los ojos cristalinos, por las lagrimas que empezaron a dibujarse en su rostro, Hizaki empezó a llorar,  tenía demasiada sensibilidad en el corazón.

 

-          Discúlpame Hizaki… es que tuve que hacer muchos labores. – lo tomo de la mano, Hizaki sonrió de manera espontanea, Kamijo tenía la misma expresión amable y serena, apenas se le dibujaba la sonrisa.

 

Volvieron a permanecer juntos, en clases, hasta la hora de la salida, ambos fueron a refugiarse a ese lugar secreto, antes de ir a casa del rubio.

-          ¿Qué tienes Kamijo? – Kamijo jugaba con las hojas de los arboles, y con el perro del rubio, que siempre estaba latente a la llegada de aquellos dos personajes picaros.

 

-          ¿Por qué preguntas?

 

-          Pues imagino, que algo te debió haber pasado, por eso no llegaste hoy.

 

-          No es nada, bueno Hizaki debo irme.

 

-          ¿A dónde?

 

-          Mi mamá no irá hoy a tu casa, ya le avisaron a tus padres, tengo cosas que hacer – el joven castaño. Tomo sus cosas y se fue, dejando al rubio pasmado.

Sin más remedio y al ser descubierto por su mayordomo, Hizaki tomo marcha y camino hacia su casa…

 

 

-          Su padre murió hace un año… justo hoy se conmemora una ceremonia en su honor, se decía que era todo un caballero, fue traicionado por su mejor amigo…

Hizaki iba a dar la vuelta, para dirigirse a la mesa del jardín, donde su madre solía estar tejiendo, estudiando o cantando, pero en aquel instante admiro, escondido como un ladrón y espía, dos viejas arpías, de cabellos entre canosos, reconoció su forma de hablar, era ese tipo de gente que detestaba.

Ocultándose bajo la elegancia, a base de mentiras y engaños, eran vecinas que iban por las tardes a jugar canasta con su madre.

La primera en hablar era la más joven, tenía la sonrisa mas falsa, sin considerar que tenía un vocabulario extenso para las malas palabras, carecía de belleza al usarlas, porque físicamente estaba agraciada, pero de que le servía si de su boca salían falacias de los demás.

 

-          Eso los llevo a la quiebra, si mal no recuerdo, esa compañía era de los dos….

Esta segunda especie de mujer, era más vieja, se veían mas sus hilos de plata, sus arrugas que determinaban una vida no muy dura, era la que insinuaba y se enteraba de todo, particularmente era la que informaba a todas las viejas arpías del barrio los problemas de las demás familias.

Siempre acudía con la primera, pues ambas intercambiaban esos chismes insignificantes. Pasaban de casa en casa, fingiendo ser amigas de todas las buenas y malas mujeres, según sus consideraciones, solo para sacar información y divulgarla lo más rápido posible.

 

-          Si pero el “amigo”, se aprovecho en cuanto falleció el Señor. Yuuji, dejando a la esposa de este y su hijo sin nada.

Víctima de la curiosidad e inquietud, de quien hablaban Hizaki se quedo escuchando un rato mas, eso le produjo sensaciones idénticas a las de esas arpías viejas e hipócritas, el saber más y de quien se trataba.

 

-          Entiendo… es por eso que su madre no ha podido venir…  y yo que la quería conocer hoy

 

-          Sí, además ella hace su mayor esfuerzo, por darle aquella educación a su hijo, dando clases de piano. Además dicen que es una de las más bellas viudas de aquí.

 

Sí, Hizaki ya había adivinado de quien se trataba, de quien hablaban y está satisfecho al llenar su hambre de curiosidad, y ya no deseaba entrometerse para escuchar mas.

 

-          ¡Mamá! – apareció en escena, haciéndose el desentendido.

 

-          Miren el pequeño Hizaki… ¡as crecido demasiado!...  – la más anciana, de vestido violeta, que apenas le quedaba, lo agarro de las mejillas mirándole los ojos, Hizaki solo actuó indiferente.

 

-          ¡Sí!... ¡eres bastante guapo!... en unos años tendrás millones de chicas peleando por ti. – mientras aquella viejita no dejaba de deleitarse con él, la otra joven de vestido rosado, hacía comentarios burdos.

 

-          ¿Hizaki apenas has llegado?... ¡¿ya saludaste?! – la madre del rubio, traía el té en una bandeja de plata, con la cerámica mas fin, decorada con bellas flores rosadas y naranjas, toda una obra de arte.

 

-          Perdón, disculpen bellas damas por mi intromisión y mi falta de educación, ¿están teniendo una bonita tarde? – les dirigió una sonrisa bastante irresistible, haciéndoles una reverencia de medio cuerpo.

 

-          ¡Qué lindo y educado! – toda la gente mayor se emocionaba con los niños.

 

-          ¡si, no cabe duda que lo han educado demasiado bien, quiero un hijo así!

 

-          Muchas gracias por sus comentarios, ahora tengo que retirarme hacer los labores del colegio, las dejo disfrutar de su bella tarde. – se dirigió a su madre, quien camino a dejar la bandeja y se gacho para darle un tierno abrazo.

 

-          ¡Bien Hizaki, ve con cuidado, hoy no tienes clases de piano así que ayuda a papá!

 

-          Gracias Madre, disfruta de tu tiempo, nos vemos en la comida  - la beso en la mejilla y se fue, pensando en lo que aquellas dos “viejas” habían dicho.

 

El padre de Kamijo cumplía un año de fallecido, no por nada era bastante educado, antes tenía dinero, pero no mostraba sus emociones. Eso preocupo descomunalmente al rubio.

 

 

-          ¿Kamijo ya estás listo?

 

-          Sí, madre te ves muy bien

 

-          Gracias – lo miro con algo de tristeza, bosquejo con un aire de dolor. – el color negro es muy frio…  - una gruesa y bien marcada lagrima se fue recorriendo en la fina, blanca y tersa piel de la mujer.

 

-           No llores, veras que saldremos de estas – le beso donde había caminado la lagrima y la abrazo – algún día descubriré quien le hizo “eso” a mi padre.

 

-          ¡¡Kamijo!!.... nada de venganzas, no te llenes de algo tan frívolo, eso no te lleva a nada, es mejor seguir luchando de manera honrada.

 

-          Gracias Mamá – era un niño demasiado amable, aunque sus expresiones eran pocas.

 

Junto a la tarde, a esos caminos verdes y azulados de la naturaleza, ambos caminaron con el color frio y oscuro que solo la muerte les podía hacer vestir… Kamijo solo mostraba serenidad, algo que preocupo a su madre, no podía enfocarse y prestar atención como antes a su hijo.

 

Sintió que sus esfuerzos eran vanos, comparados a los de ser una buena madre, ¿Qué podía hacer?... tenía demasiadas propuestas para volver a participar en la vida de Kamijo, como antes, pero eso significaba, darle un nuevo padre.

 

Había demasía tela de donde cortar, pero el amor y el vacio que dejo ese único amante, jamás seria llenado, curado y mucho menos ocupado.

 

El lugar donde vivían, no era bueno para sacar los gastos adelante, tenía que recurrir a vender la casa, donde se deposito el esfuerzo, el amor, pasión y esperanzas de un matrimonio. De la niñez de su hijo.

Ir a la ciudad, buscar un trabajo y llevar a Kamijo con la familia que no frecuentaba era su única opción, así dejaría de estar y sentirse solo.

 

 Aunque él jamás reprochara, cuando se le arrebataba algo, cuando perdió algo, solo entristecía….

 

Esta vez su único amigo y su más grande admiración le fueron arrebatados, era por eso que tenía esa actitud tan serena y amable, amabilidad que solía lastimar.

 

Después de ir y rezar, de recordar lo que el año pasado se había llevado y el no dejar descansar a esa persona, porque siempre vivirá dentro de esas almas que le trataron en vida, Kamijo tardo días en ir al colegio, incluso solo iba su madre a casa de Hizaki, el no decía nada, por respeto.

 

Y figurar que no sabía nada, de lo que estaban pasando, todas las tardes después de sus lecciones, corría a su lugar secreto, para esperarle, nunca había nada…

 

Repentinamente una tarde, después de sentirse vacio y aburrido, empezó a cuestionarle.

 

-          ¿Dónde está Kamijo?.... Sensei Yuuji… todos preguntan por el… - con demasía vergüenza y poca cortesía, interrumpió la lección, tomando por sorpresa a la madre de su amigo.

 

-          El está enfermo en casa, pero prometo que pronto regresara al colegio. Continuemos por favor.

 

-          Si – muy pocas palabras, no explicaban nada y su curiosidad protestaba respuestas.

 

Aquella noche, escapo de casa, para averiguar, para buscar e ir a visitar a su amigo, aunque no sabía donde vivía, lo encontraría, así fuera que escapara toda la noche, en pijama color azul claro, con una mochila llena de dulces y una frazada, empezó a salir de casa.

 

Ya iba hasta el jardín, cuando su perro le observo, el lo tomo en manos y le hizo una señal, para que guardara silencio, empezó a caminar y paso por última vez a su  lugar secreto.

 

Ahí estaba, ¿era una ilusión, un fantasma, un reflejo de lo que quería y deseaba ver?…

 

-          ¿Kamijo?

 

-          ¡shhh! Mira…

 

-          ¿Qué pasa? -  no era mentira, Kamijo estaba con él, le tomo la mano y empezaron a dar pasos sigilosos.

 

-          ¡ahí mira! – le señalo… hacia un arbusto oscuro.

 

-          ¿Qué hay?

 

-          Espera aquí y veras – el castaño desapareció entre ellos, dejando al rubio temeroso en la oscuridad, el perro se bajo y siguió a Kamijo.

 

-          ¡Espera! – cuando se aproximo a donde se habían ido, demasiadas luciérnagas y dientes de leones salían, sin contar el sonido de los grillos, algunos que otros mosquitos, también le adornaban, Kamijo le dio una mirada serena a la gran sonrisa del pequeño.

 

-          ¿verdad que es hermoso?....   – se acerco junto a Hizaki, el perro también, se quedaron sentados mirando como danzaba esa especie de “polvo mágico”…

 

-          ¡sí!... es hermoso… ¿Cómo lo hiciste?

 

-          Todas las noches sucede… en más y más cantidad, es como un tesoro y quería que lo vieras…

 

-          Gracias – le sonrió y siguieron mirando, Hizaki saco la frazada de su mochila y se cubrieron con ella, mientras comían algunos de los muchos dulces. - ¿no estabas enfermo?

 

-          No mucho.

 

-          ¡estaba muy solo sin ti! – Hizaki se abrazo de rodillas y bajo la mirada.

 

-          ¿ehh?... perdón, te tienes que acostumbrar… porque tal vez… ya no nos vuélvanos a ver.

 

-          ¡¡¡ ¿Qué?!!!  - se puso de pie, casi gritando, ante ese hecho irrelevante.

 

-          ¡shhh! Hizaki guarda silencio.

 

-          Explícame eso…

 

-          Es que si haces ruido, nos vendrán a buscar.

 

-          Eso no, ¿él porque ya no estarás conmigo?

 

-          Mi madre dijo que nos vamos a la ciudad, tengo que hacerlo Hizaki…

 

-          ¡¡NOOO!! – Kamijo Jalo a Hizaki, para que guardara silencio y que nadie los viera, pero el termino por tropezar y aplastar al castaño.

Siendo apenas unos niños, sin muchos conocimientos, sus inocentes labios se encontraron, los ojos de Hizaki se abrieron como platos, Kamijo tenía la misma expresión en el rostro.

-          ¡Yo lo siento!... ¡esto!….

 

-          No te preocupes solo fue un beso… mi primer beso… - Hizaki sintió un calor que le recorrió el cuerpo escapando por su mejillas.

 

-          Yo… fue un accidente

 

-          Lo sé… pero besas bien, tus labios son cálidos, fue un bonito recuerdo que jamás podremos olvidar.

 

-          ¿Por qué lo dices?

 

-          El primer beso jamás se olvida… Menos a la persona que te lo dio… Es el mejor regalo de despedida. – Kamijo lo abrazo, Hizaki seguía sonrojado…

Después de ese episodio, cuando el sol hacia su recurrente aparición, Hizaki noto que su amigo ya no estaba, el perrito era el único que dormía junto a él, entre la frazada, el castaño había sido tan considerado…. Que lo cobijo demasiado bien.

 

-          ¡¡¡HIZAKI!! – los sirvientes y  los padres, buscaban al pequeño, desesperadamente, el corrió y salió de entre los arbustos.

 

-          ¡¡HIZAKI!! – la madre corrió a abrazarlo y cargarlo, inmediatamente la presencia autoritaria del padre, lo hizo bajar de aquellos brazos.

 

-          ¿Dónde estuviste?... ¡que no sabes la preocupación y angustia que pasamos! – la voz potente y con tono de enfado que jamás el padre le había mostrado hirió sus sentimientos, que el llanto le alcanzo y no lo dejo respirar.

 

-          ¡lo siento!… es que yo… ¡Kamijo…!

 

-          ¿Kamijo? – pregunto la madre, abrazando al pequeño.

 

-          Si, el vino, el se fue… por eso estuve con él, perdón… se fue para siempre – mojaba con cálidas lagrimas de un dolor intenso el hombro de su madre, quien balanceo la cabeza en señal de enojo con el padre y se llevo a Hizaki.

 

Lo baño, y trato de consentirlo, el niño se había quedado, solo y ellos ya lo sabían, su único amigo, se marcho, para siempre y en vez de apoyarlo, había sido retado.


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