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Grito Silencioso por Natsu_Tsuki

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Notas del fanfic:

Locura de Nao, regalo para Mitsu y para todo aquel que guste de la pareja :)

Los personajes no me pertenecen, ellos son dueños de sus vidas~

Notas del capitulo:

¿Ocio? bueno esto lo escribí cuando andaba así ._. lo iba a subir a mi cuenta propia pero la condenada no me quizo abrir ¬¬ en fin, espero que la Mitsu no se enoje, puesto que en este fic le pago unas deudas de hace tiempo xD no soy buena con los títulos ._.

Sólo digo que se verán cambios en los personajes.

nos leemos abajo :)

Prólogo:

 

 

¡Quería salirse!

 

Su corazón latía a mil por ahora con tan solo ver aquellos ojos negros que poseía esa persona. No sabía por qué, pero cada vez que le miraba y sonreía no podía evitar llevar una mano a su pecho y sonrojarse como un verdadero tonto;  suspirando y sonriendo con la inocencia y la alegría reflejada en sus pequeños  y hermosos ojos castaños, después de todo ¡Yuu le miraba! Eso le bastaba para ser feliz. Que le besara y acariciara de una manera un tanto extraña pero agradable, tanto, que hacía despertar sus sentidos, sus sentimientos… Era algo que sólo su pelinegro podía hacer y hacía, ya que ni su padre e incluso su madrastra lo tocaban así. Nadie más podía. Era su manera y sólo él tenía derecho. Era el secreto de los dos los encuentros en aquella habitación —su habitación—, de los que nadie podía saber y él estaba de acuerdo. Si podía estar con el pelinegro todo valía, después de todo, Yuu le amaba ¿No? Y, aunque a su escaza edad no entendiese muy bien que era el amor y mucho menos las reacciones que tenía su cuerpo se dejaba llevar en aquella oscura fantasía sin saber de qué trataba. Así era él.

 

Un pequeño ingenuo

 

Perdió a su madre cuando tenía cinco años quedando solo con su padre: un hombre ambicioso pero a la vez cariñoso que tenía un futuro fijado para el menor de sus hijos, el mejor futuro según él, era que su pequeño Takashima se volviese su sucesor en todos sus negocios. Le convertiría en el hombre perfecto, llevándole a una cómoda pero triste infancia, como la suya propia. ¿Por qué no podía salir a jugar con los demás? Un niño debe jugar, divertirse con otros para entablar amistades, lazos… pero los demás eran muy poca cosa (según su tutor) y sólo le quedaba asomarse por la ventana haciendo trabajar su imaginación; si no podía salir por lo menos en su mente jugaría como el niño que era. Pero eso cambió cuando le vio llegar, cuando se conocieron y el pelinegro se quedó a vivir extrañamente en su casa ¿Motivos? ¡No importaban! Tendría compañía aunque la edad los separase por casi seis años, eso ya no era un impedimento cuando comenzaron a acercarse. Cuando Yuu se le acercó.

 

El tiempo pasaba entre risas, besos, y caricias disfrazadas como un inocente juego.

 

Que de inocente, no tenía nada. Pero los niños aman jugar.

 

—¡Yuu!

 

Gemía. No podía evitarlo, era la primera vez que tenían un contacto tan íntimo, la primera vez que sus miembros rozaban de esa manera tan exquisita sin haber ropa de por medio; las caricias eran más intensas que nunca: Yuu miraba a Shima con lujuria y un sentimiento más cálido, logrando que el castaño le respondiera de manera tímida y totalmente sonrojado ¡Era perfecto! Si antes cuando se encerraban y se masturbaban mutuamente le hacía ver estrellas, ahora sin duda sentía que podía llegar al cielo; No podía más de tanta excitación, el pelinegro lo notó y al estar en las mismas condiciones le ofreció sus dedos al pequeño quien los miró algo curioso. Claro, era todo un primerizo.

 

— Lámelos o te dolerá.— Shima asintió levemente metiendo los dedos ajenos a su boca mientras cerraba los ojos, concentrándose en su tarea sin saber que su rostro y su manera de hacerlo encendían más a su compañero; si es que eso era posible. Yuu con su otra mano atrajo más hacia sí el cuerpo del menor. Cuando sintió que ya era suficiente hizo que Shima dejara de lado sus dedos y lo besó con pasión, mientras adentraba uno en la entrada del castaño quien dejó escapar un pequeño quejido que fue callado con otro beso.

 

— Tranquilo. — susurró, mientras metía el segundo y comenzaba a moverlos lentamente… luego el tercero; Shima ya no sentía nada más que placer, al notar eso Yuu le abrió un poco más las piernas, acomodándose en su entrada para luego entrar cuidando el no lastimarlo. 

 

 El menor hizo una mueca de dolor en cuanto Yuu entró en su interior y dejó escapar un grito mientras se aferraba a la espalda de éste, quien lamió su cuello y acarició su espalda mientras esperaba que se acostumbrara; Shima aferró sus piernas alrededor de la cintura del pelinegro moviendo su cadera, dándole a entender que ya podía moverse y eso hizo. El ritmo era lento, Shima sentía que enloquecería, le gustaba la sensación que le producía tener el miembro de Yuu en su interior, que lo tocara sin pudor alguno haciéndole gritar su nombre con cada envestida las que se intensificaban conforme avanzaba el tiempo, quería más, pedía y gritaba por más, quería todo de Yuu, le amaba y se lo hacía saber mientras el mayor entraba y salía como un loco de su interior —Te amo— decían al unísono, perdiéndose en el momento mientras sus cuerpos sudados, friccionándose entre sí, avecinaban que el final se acercaba; los dos podían sentirlo. Yuu tomó el miembro de Shima y comenzó a masturbarlo al ritmo que habían impuesto hasta que finalmente los dos se corrieron: Shima entre sus vientres y Yuu en su interior llenándolo por completo, cerrando la noche con una nueva declaración de amor.

 

La alegría se veía reflejada en aquellos ojos en los que no había ya más especio para las lágrimas; él decía que no lo permitiría, después de todo no podía permitir que su pequeño sufriera, según lo que decía esa persona, era lo más importante que tenía en su vida.

 

Mentiras.

 

El pequeño castaño con tan solo nueve años había experimentado lo que se llamaba una relación sexual, pero había amor ¿No? Al ser así no había de que arrepentirse, no era malo, sólo una cosa lo era: Yuu no había sido sincero con él. Lo engañó y despreció sin importar cuantas lágrimas derramara, sin importar cuan desgarradores eran sus gritos de dolor pidiéndole explicaciones ¡¿Por qué lo hacía?!

 

Una apuesta.

 

Se había quedado helado, sin poder creerlo. Sonrió mientras lágrimas se deslizaban por su delicado rostro, le deseó lo mejor diciendo “Adiós Yuu” como si nunca hubiese escuchado la verdad y mucho menos visto lo que vio; Así era Shima, un chico de nueve años que conoció el amor con la persona que jamás debió mirar, después de todo entre ellos sólo debía existir un lazo.

 

Hermandad.

 

Cuando Takashima logró entenderlo ya era tarde, agonizaba y no había nadie capaz de salvarlo. Shima desapareció sin dejar rastro.

 

 

 

Sólo quedé yo... Uruha.

 

 

Notas finales:

Un asco?

Les gustó?

las respuestas a sus preguntas (si es que las tienen) se responderan conforme avance ;D

Es la primera vez que escribo lemon y no podía ser más explicito porque ya se vienen mejores y es solo el prólogo (?) .///. ¡No te debo Mitsu! xD

Bien, aún no sé si continuarlo aunque ya lleve avanzado el siguiente cap, eso lo deciden ustedes por medio de sus review, aunque me hace ilusión seguir con esta historia, recién va comenzando y creo se viene buena muahaha(?) ._.u actualizaría el próximo domingo a más tardar si es que les gustó :3

Ya saben que hasta con una carita soy feliz =D

Lean nuestro otro fic también, nos leemos!

Nao~


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