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No Hay Mal Que Por Bien No Venga por yaoicasl

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Estaba en la sala de espera, sentado en uno de los bancos, un joven de cabello plateado largo hasta la cintura, de no más de quince años.

Esperaba con impaciencia su turno para que esa tortura terminase pronto, él no queria hacerse ese tipo de chequeo medico… pero… las amenazas de su madre tienen más poder que lo que deseara…

 

-Taisho, Sesshoumaru- llamó un hombre con su mismo color de cabello de unos veintitrés años, vestido con un mandil blanco, desde la puerta de un consultorio. El joven suspiró pesadamente, resignado se paró y se dirigió hasta el medico.

 

-Soy yo…-susurró sonrojándose a la vez que le entregaba un papel.

 

-Está bien, pase- le respondió el medico sin levantar la vista del formulario que se le había entregado. Cerró la puerta, levantó su mirada y dirigiéndola hacia Sesshoumaru le pidió   - Muy bien joven… bájese los pantalones y apoye sus manos en la camilla.

 

El menor desabrochó sonrojada mente sus pantalones, sentía sus manos temblar y es que aquello era nuevo para él  y fuera de eso la presencia imponente de aquel hombre lo ponía más nervioso. Deslizó sus pantalones para quedar en ropa íntima, intentó retirar aquella prenda pero sus manos vacilaron.

 

- No... No puedo.-Susurró totalmente avergonzado.

 

-¿eh?-preguntó el medico levantando una ceja y llevando, a su vez, sus lentes hacia la punta de su nariz.

 

El adolescente se sobresaltó al oír la voz del mayor, pero aun más lo hizo al sentir su mirada sobre él.

 

-No…no dije nada- fue su respuesta, y acto seguido procedió a sacarse su ropa interior. Puso sus manos en la camilla poniéndose a su vez de espalda al doctor, cerró sus ojos, y esperó a que el chequeo  comenzara. Pero en cambio…

-Mejor acuéstate en la camilla… así puedo examinarte mejor- la voz del hombre lo sobresaltó.

 

Se recostó boca arriba, de cara al techo, su vergüenza era tal que cerró sus piernas y tapo su hombría. El mayor se echó a reír para luego decir:

 

-Te agradecería que te pusieras en cuatro. Con esas palabras el rostro de Sesshoumaru ya no era blanco… era del rojo más intenso.

 

-¿Qué pasa? ¿Hay algún problema?-preguntó el medico al ver la reacción del menor. El niño, sonrojado aun, asintió con la cabeza.

 

-¿Cuál es entonces?-preguntó arqueando una ceja, curioso, a la vez que volvía a llevar sus lentes hacia la punta de su nariz.

 

-Que…-se sentía terrible, no era tan fácil de decir- que me da pena hacerlo- respondió e instintivamente voltio la cabeza ocultando su sonrojada mirada con su cabello plata.

 

El acto del joven enterneció al doctor, aquellas mejillas sonrojadas, su perfilado rostro y su notable inocencia le excitaron.  Se subió encima del menor y susurro en su oído.

 

-Entonces haré que te apenes aun más.- a la vez que retiraba de su sitio las manos del menor. Tomó la joven virilidad con una de sus manos, haciendo exaltar al menor; lamió el níveo cuello mientras que el vaivén de su mano era constante. Ascendió hasta la oreja, en la cual introdujo su hábil lengua robando pequeños jadeos del menor.

 

-Amm…Es… espere…ah- pidió de forma entrecortada por los gemidos.

 

-¿Por qué? …si te gusta- respondió el hombre a la vez que apretaba  su dedo índice contra la punta del miembro del menor. Sesshoumaru ladeó su cabeza hacia atrás, abrió sus ojos a más no poder a la vez que un gemido se escapaba de su garganta y retumbaba contra las paredes del consultorio…Un líquido blanco salió de la virilidad del menor.

 

-Vaya… eso fue rápido…- comentó el medico sorprendido.

 

-ah ah…-jadeaba, el adolescente, tratando de controlar su respiración, sus mejillas estaban teñidas débilmente con un tenue rojo-So… solo cállate- alcanzó a decir antes de que sus  labios fueran apresados por los del medico que lo tomaba.

 

Una lengua intento abrirse paso en su boca, él no ofreció resistencia. Aquella lengua entró en él jugueteando con la que se hallaba en su interior. El tiempo y el oxigeno se encargaron de separarlos.

 

En los ojos del menor se veía, inevitablemente el deseo, la inseguridad y la ansiedad. En los del mayor se distinguían la lujuria, la papión y el deseo… pero sobre todo el deseo por poseer aquel cuerpo virginal…

 

El mayor con sus ágiles manos retiro la camisa del joven, poso sus labios en el infantil pecho y degusto con parsimonia el deleitable sabor de su tez;  descendió de la clavícula hasta los botones rosa del menor, los cuales mastico como si fuesen alimento.

 

- Por… Por favor no siga…- pidió el adolescente a la vez que gemía deliciosamente y sus mejillas se sonrojaban.

 

El adulto hizo caso omiso al pedido del adolescente. Mientras su boca succionaba gustosa uno de los pezones erectos de Sesshoumaru, su mano pellizcaba el otro botón rosa;  su lengua saboreaba y sus dientes marcaban aquella sedosa piel.  Degustó por varios minutos las juveniles tetillas y luego descendió por el plano abdomen, su lengua dejo un rastro de fina saliva la cual se perdió en el ombligo que besaba con fogosidad

 

-Ohh.

 

El mayor se aburrió de jugar con aquel orificio, y bajó hasta el erecto miembro del menor, lamió la punta degustándolo, para luego seguir con toda extensión. Besó cada centímetro de aquella virilidad hasta volver a la punta. La volvió a besar, y se la introdujo de lleno en su boca, provocando que el adolescente gimiera sin poder evitarlo.

 

-Ah… No… no puedo más- afirmó Sesshoumaru, terminando en la boca del medico. El terapeuta trago la fina sustancia y relamió sus labios para no perderse ni una gota; su lengua que yacía con un poco de aquella semilla, lamió con vehemencia el agujero anal del mas joven.  El menor oji ámbar tan solo tomo las hebras grises del doctor, tratando de alejar aquel hombre de aquella parte tan intima.

 

-No... Eso es tan sucio... ahhh

 

-Te equivocas mi niño… es un mangar…- y apoyando su pulgar en aquella entrada, comentó- me gusta sus colores rosados. Y volvió a introducir su lengua en ella, provocando que de la garganta del menor  se escaparan gemidos que para el era una dulce melodía. Sacó su lengua e introdujo un dedo en el orificio, comenzando así a juguetear con él. Sesshoumaru movía sus caderas al compás de aquel dedo, que al principio le provocaba dolor, pero que luego cambio de sensación haciéndolo sentir placer. Sintió otro dedo introducirse y repetir el mismo acto, y luego otro, y así hasta llegar al cuarto dedo.

 

El hombre retiró sus dígitos, se desabrocho la braga del pantalón y sacando su erecto y palpitante miembro, apoyó la punta en la entrada del menor. Se detuvo un minuto, miró al niño, besó aquellos labios rosados y entró en el de una sola estocada, provocando que el menor gimiera con fuerza; gemido que mezclaba placer y dolor. Esperó a que se acostumbrara y, cuando vio al joven moverse por si solo, lo tomo por la cintura y comenzó a embestirlo con suavidad provocando más gemidos al compás de sus movimientos.

 

- Ahh… más…más fuerte, sensei- gimió el niño aferrando sus manos a las  mantas de la camilla que rechinaba por las embestidas.

 

-Gime mi nombre pequeño.- Le ordenó a la vez que lo penetraba

 

-Ahh… pero no sé… cual es…Ahh.

 

-Inuyasha… mi nombre es Inuyasha- respondió dando una estoada más a la vez que aprisionaba con sus manos las rosadas tetillas del niño.

 

Aquella sensación de placer abrumaba su cuerpo, jamás en su vida había hecho esta clase de actos, pero aquel hombre lo estaba haciendo llegar al cielo con sus caricias y embestidas.  Podía sentir el grueso y largo miembro abriéndose paso en su interior y eso extrañamente le encantaba... necesitaba que esa virilidad tocara mas profundo... mucho mas.

 

- Ahh... más.... más adentro Inuyasha -gemía mientras enroscaba sus piernas alrededor de la cintura el mayor

 

El mayor extasiado por los melodiosos gemidos, subió hasta el níveo cuello y mordió con ímpetu, dejando una notoria marca que lamió después;  introdujo su lengua en uno de los oídos de Sesshoumaru al unísono que gemía en ellos.  Añoraba llegar mas profundo en el interior del peli plata, por lo cual, cambio de posiciones, haciendo que el menor se posicionara en cuatro para el poder embestir desde atrás.

 

- Mmm... Es tu primera vez... ¿cierto?

 

El menor  escondió su mirada avergonzado y asintió, Inuyasha besó su espalda con pasión y lo volvió a penetrar. Sesshoumaru se encorvo un poco a la vez que sus gemidos subían de tono; para qué negarlo, aquello se sentía increíblemente sensacional, eso era para él una especie de droga.

 

-¿Sabes por qué se siente tan bien?- pregunto el mayor, de respuesta recibió una negación. Besó el cuello del adolescente y prosiguió diciendo- porque estoy tocando en tu punto P, ósea en la próstata… ¿te gusta como se siente?

 

-Si… ahh… se… se siente…ahmm… muy bien-logró decir entre gemidos mordiéndose el labio inferior.

 

Sentía como prontamente llegaría al orgasmo, tomo el miembro de Sesshoumaru y lo movió al compás de sus embestidas, quería que su amante culminara junto con el; así aquella experiencia seria mas grata para el joven. 

- Promete que jamás olvidaras que yo te hice mío... tu primera vez.

 

-Lo… prometo- respondió Sesshoumaru dando vuelta la cabeza para poderlo ver, aunque sea de soslayo, con aquellas caricias sentía que su orgasmo llegaría muy pronto. En efecto, el primero que se vino fue el menor, manchando de blanco la manta azul  de la camilla. Al acabar, tenso sus músculos haciendo que Inuyasha se viniera dentro de él, haciéndolo sentir aun mejor. Llegaron al clímax perfecto gimiendo al unísono…

...

 

Inuyasha se puso a llenar el formulario, a la vez que sentaba  Sesshoumaru en sus piernas, este recostó su cabeza sobre su pecho...cerro sus ojos y murmuro con cierta timidez:

 

-¿Podría… venir mas seguido?

Inuyasha se quedó quieto un minuto, lo miró, le besó la frente para decirle un "Esta bien... será un honor" y luego le entregó el formulario. El pequeño se despidió del medico.

 

...

Seria hasta otra ocasión... muy próxima por cierto…

 

...

¿Fin?


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