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Dragonia por kaleido_dance

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Notas del capitulo:

perdorar la demora, estoy retomando mis fics, lentamente xd

 

este capi es bastante curioso, me gusto mucho escribirlo la verdad, mucho lemon como siempre jaja

VI

Allen

 

 


A la mañana siguiente de la noche de inciación, el pequeño Kyon se encontraba terribelemente debido a los efectos del acohol, nunca le habian permitido probar una gota, y aquella noche justamente se bebió casi una botella entera, paradójicamente en un desesperado intento de su padre por hacerle sufrir menos.

Por suerte Allen vino a pasar con él la mañana, le acompañaba al lavabo cuando necesitaba vomitar y le cogia el pelo para que no se ensuciara. Le hizo traer un desayuno ligero y con la habitación en penumbras, intentaba distraerle del mareo como podía.

-¿Te sientes más mayor ahora que has perdido la virginidad, Kyon?-

-Creo que No....solo siento dolor, en todo el cuerpo...quisiera volver a ayer y decirme a mi mismo ¡No lo hagas!-

El joven amante soltó una carcajada ante la respuesta del niño, su voz era debil y seca, sus manitas sudorosas se aferraban al brazo de Allen, pidiendole que no se marchara de su lado.

-Allen....¿tu...tu tambien te sentiste así la primera vez...?-

Alzó sus ojos hinchados buscando la mirada del mayor, este se enterneció ante la preocupación del niño y luego de apartarse los largos y dorados cabellos de la frente, se acercó para darle un beso en la mejilla.

-¿Quieres que te cuente como acabé siendo el amante de tu padre?- Le susurró con una sonrisa escueta. Kyon se limitó a asentir mientras tosía debilmente, cubriendose la boca con una mano.


-Yo posiblemente tendría tu edad cuando llegué a este palacio, mis padres tenian varios hijos, el mas joven y afeminado de todos era yo, e intentaron conseguirme un sitio aqui dentro, donde nunca me faltaría de nada, en vez de ir a la escuela como los demás. Ciertamente a entrar, iría tambien a una escuela, con otros que tambien se preparaban para trabajar aqui, pero no era como las escuelas de fuera del palacio, nos enseñarían a ser el entretenimiento de los herederos, ya fueramos amantes primerizos, secundarios, o sirvientes, viviríamos para complacerles.
Lo primero al llegar fue un reconocimiento medico exaustivo, comprobarían mi estado físico, posibles enfermedades al corazón, e incluso coeficiente intelectual, pero la parte más dura era la prueva de virginidad. Siendo un niño del pueblo nunca había experimentado nada igual antes, y es el primer gran susto que te llevas cuando entras en el palacio, ya que consistía en que varios hombres hurgaran en tus partes íntimas, no siempre con demasiada delicadeza, y según cuan atractivo fueras en este sentido podías aspirar a amante real. Yo, gracias a los dones de mi familia fui calificado como uno de los mejores de aquel año, mi cabello maravillaba a todos por su tacto y brillo, y mi rostro enternecía la mirada hasta de los más duros. Así dentro de la pequeña escuela del servicio, yo formaba parte de una pequeña élite que optaban a ser escogidos como amantes de los herederos.

Las clases no eran duras pero eran muchas veces un tanto embarazosas, los futuros amantes debiamos cuidar nuestro cuerpo al máximo, asi como la forma de andar, el tono de la voz y las ropas que llevabamos, debiamos actuar como verdaderas obras de arte, sin dejar que nadie nos tocara hasta el momento en que un heredero nos escogiera para su harén. Por eso muchas veces estabamos desnudos ante los maestros, y entre nosotros, y se nos exigía estar siempre perfectos, y nos castigaban vergonzosamente si cometíamos algun fallo, esos castigos se te quedan grabados para siempre...
Recuerdo un dia en que había estado jugango con cierta brusquedad la tarde anterior con mi mejor amigo, Tan, y a la mañana siguiente no hubo forma de que arreglara el desastre que me quedó en el pelo, lo peiné como pude para que no se viera de todo mal, pero cuando llegó el maestro de belleza, nos miró el cabello a todos, pasando sus dedos desde la raiz hasta las puntas. Cuando llegó a mí, se le qeudó la mano atascada a media melena y me riñó por no haberme peinado, me dijo que si mi pelo era mas largo y mas fino debía dedicarle mas horas que el resto de la gente. Y llevandome a la mesa del profesor, me bajó los pantalones delante de todos, me dió mucha verguenza porque no era una clase física y todos ibamos bien vestidos alli, me hizo inclinarme de espaldas a los demas, enseñando mi trasero en todo su esplendor, y me separó las piernas con una pequeña fusta, que luego utilizó para golpearme en los gluteos. No era tan doloroso, asi que no emití gemido alguno, pero me sentí tan humillado que apenas podía mantenerme en pie, y me hizo quedarme en aquella postura hasta el final de la clase. Cuando el profesor se marchó, Tan vino a consolarme, disculpandose por lo que habia sucedido anoche, y desde entonces intentamos no volver a ser tan descuidados.

Pero lo más dificil eran las clases practicas y físicas, nos enseñaban posturas de kamasutra que debíamos practicar entre nosotros, Tan y yo eramos buenos en ese tipo de materias porque nos llevabamos bien juntos y no nos daba verguenza hacerlo, lo peor eran las clases de sexo, donde realmente debías mojarte y deshinibirte para poder hacerlo bien. La clase de sexo nos la daba un profesor muy apuesto, pero era autoritario y explícito, si tenía que estirarte del pelo o abofetearte no dudaba en hacerlo delante de todos. Al comienzo nos enseñaba cosas simples como besos y caricias, aqui aun podiamos ir vestidos, aunque en ropa interior unicamente, pero más adelante nos enseñó a masturbarnos entre nosotros, y más adelante a dilatar el ano para introducirnos los dedos. Era muy embarazoso para nosotros estar allí, era una habitación de suelo acolchado, lleno de cojines, y con velas e incienso para relajarnos, antes de empezar bebíams un té afrodisíaco y relajante. El se sentaba en el centro, llevaba siempre una bata blanca de seda, sin nada más, su cabello suelto, era curiosamente blanco, largo y liso, y su rostro era atractivo, a pesar de ser un poco mayor, su cuerpo no lo aparentaba en absoluto. Escogía cada día a personas diferentes para hacer los diferentes pasos, al comienzo eran ejercicios de besos siempre, para entrar en calor, luego nos tocaba y corregía la forma de gemir de cada uno, la forma de mirar, la forma de seducir y de movernos. Luego iba subiendo de tono e intentaba que nos corrieramos en su clase, si alguno no conseguía hacerlo debía quedarse luego para intentarlo. Un día tuve que quedarme, a mí nunca me había tocado hacer nada demasiado fuerte, y justo me toca a mí la parte de la dilatación, solo de pensarlo me puse muy nervioso, porque aunque ya lo habia practicado con Tan alguna vez, estar allí delante de todos me parecía aterrador. Pero el maestro se puso serio y no me atreví a decir que no, asi que luego de besarlo lentamente, me coloque boca arriba sobre su pecho, el me separó las piernas y alzó mi trasero, quedando expuesto a la mirada de todos. Intenté no temblar y mantener la erección mientras él me masturbaba con suavidad, yo gemía debilmente pero me pedía más, quería que dijera alguna frase arótica y que le mirara a los ojos, sus manos me masajeaban el glande y los testículos de una forma deliciosa pero fuí incapaz de disfrutarlo, sentí una ansiedad tan grande que cuando sus dedos se acercaron a mi entrada comencé a llorar pidiéndole que parara.
Todos me miraban, yo intentaba esconderme en el pecho del maestro pero el me hizo mirarle de frente y me castigó:

-Te quedarás al final de la clase, Allen, hablaremos de esto muy en serio ¿has entendido?-

Asentí enjugandome las lágrimas, sollozando, sentía mi cara ardiendo y las rodillas me fallaron al intentar moverme, casi a rastras me fuí a mi sitio otra vez, con a vista clavada en el suelo mullido.

-Tan, ven aquí, enséñales a todos como se hace.-

Mi amigo me miro apenado, justo antes de desnudarse para ir a los brazos del maestro.

-Mírale con atención Allen, luego tendrás que repetirlo.-

Tan no parecía nervioso, sino atraído por el rostro del mayor, le miraba ardientemente y sus besos eran los mas voraces que había presenciado nunca, en secreto me había confesado que muchas veces se masturbaba pensando en aquel hombre y en la forma en que le daría su virginidad.
Solo de mirarlo, senti pudor y un calor sofocante, el pequeño Tan tenía el pecho blando y rosado, y un pene muy pequeño, pero estaba tan duro como ninguno y chorreaba viciosamente, sus gemidos resonaban en toda la habitación, y el resto de los jovenes comenzaron a tocarse entre ellos, deseando que el maestro les hiciera aquello tambien.

-Pideme lo que quieres Tan.- Le incitó el hombre, visiblemente excitado y con una sonrisa complaciente.

Con sus manos jugueteaba con el pequeño miembro y sus testículos igual que había intentado hacer con Allen.

-Maestro....ardo en deseos de sentirle dentro de mí....rápido...por favor...- Su voz era aguda e implorante, apenas podía vocalizar entre los gemidos desesperados.

-Muy bien, lo estas haciendo muy bien Tan, voy a darte mucho placer por esto.-

Todos les miraban sin parpadear casi, era demasiado erótico, el maestro despertaba en nosotros una pasión prohibida. Tan chupó vulgarmente los dedos que luego se dirigieron hacia su entrada, ya abría por sí mismo practicamente, y no le daba verguenza enseñarlo a todos los alli presentes, implorando que se los introdujera lo antes posible. Se los fue metiendo poco a poco, primero uno, luego el otro, los movía en su interior mientras continuaba masturbandole con la otra mano, y con los robustos brazos intentaba contener los violentos espasmos del tierno pecho de su alumno. No pude dejar de pensar que Tan era el más sexy de todos los de la clase, su cara tenía forma de corazón, sus mofletes hinchados siempre estaban sonrojados, y sus labios incitaban al pecado, por un instante me imaginé a mi mismo introduciendo mi pene en su boca, cogiendole por los rubios y ondulados rizos, mientras sus ojos color miel me miraban extasiados. La misma mirada que tenía en aquel momento, comenzaba a poner los ojos en blanco, y un hilo de saliva le caía por el mentón.

-Tan, mírame a los ojos, no pongas la vista así...eso es, hablame.- Le indicó el maestro sin perder la serenidad en ningún momento.

El niño intentó fijar la vista y hablar, pero estaba demasiado excitado, los dedos se movían cada vez más rápido y su miembro estaba hichado y rojo, se sacudía violentamente en la mano experta de aquel hombre.

-¡V...voy a...aah..voy a correr...me...voy..a...aaah...! -

Ya no pudo mirar a nadie, su espalda se arqueó, inclinandose hacia adelante mientras su semen salía disparado hacia la nada, ensuciando los cojines y la ropa esparcida, el grito se oyó incluso fuera de la sala a la vez que otros gemidos se alzaban tambien entre el resto de alumnos, otros necesitaron un par de minutos más para llegar tambien, pero todos acabaron casi a la vez. Todos menos yo.

El maestro volvió a besar a Tan, le puso su bata de seda nuevamente felicitándolo por la actuación, mientras le limpiaba la entrepierna con una toalla.

-No creo que todos llegueis a ser tan buenos como este niño, pero quiero que os libereis de los prejuicios de esta misma forma, seréis amantes de Dragonia y vuestros Amos os venerarán toda la vida si conseguís obsecionarles con vuestro cuerpo. - Muy orgulloso y con una sonrisa en sus labios, acarició una vez más el trasero del pequeño Tan. -La próxima semana continuaremos con la practica, descansad mucho. Adios.-

-Adios, maestro.- Le respondieron tambien los jovenes mientras se vestían y se limpiaban. Uno a uno fueron desfilando por la puerta, obsequiandole con un beso al salir, luego el hombre cerró la puerta y nos quedamos solos mientras oíamos alejarse el bullicio de los demás.

El se sentó frente a mí, su bata estaba cerrada, estaba ligeramente sudado y algunos cabellos se le pegaban al cuello, era un hombre elegante e irresistible. Al mirarle me sentí avergonzado por mi comportamiento anterior y le pedí que me perdonara.

-No soy yo a quien debes disculparte, ven aquí.- cogiendome de la mano me llevó hasta un espejo que había en la pared, era lo bastante grande para vernos los dos comodamente reflejados y parte del fondo de la habitación.
El me abrazó suavemente desde detrás, con sus finos dedos abrió mi túnica y dejó a la vista mi infantil cuerpo. No me atreví a encontrar su mirada en el espejo.

-Allen, eres una de las criaturas mas hermosas que he visto en mi vida, y la última persona en este mundo que deba avergonzarse por su aspecto, o por lo que piensen los demás, hoy Tan, despertó el deseo de todos los que estabamos aquí y no es ni de lejos tan especial como tú.- Con sus manos envolvió mis fragiles caderas mientras me recorría con la mirada. -Pero este cuerpo se desperdiciará inútilmente si no consigues superar tu inseguridad.-

Miré fijamente a mi maestro, sus ojos eran profundos y serios, me sonrojé al verlos y sentí como mi pene se despertaba intensamente, él me estaba mirando, sus manos estaban muy cerca de mi entrepierna y recordé la forma en que tocó a Tan.

-Yo quiero hacerlo, quiero ser fuerte y seguro, pero las miradas de los demás me aplastan...me cuesta respirar, me siento imperfecto y odioso....-Sentí el tacto de gruesas lágrimas rodando por mis mejillas, caían pesadamente hasta mi pecho y se perdían en mi blanca piel. Ante mi asombro el maestro se inclinó ligeramente y con su lengua lamió el rastro que habían ido dejando a su paso.

-Tal imperfección en tí no existe, nadie podría odiar tanta belleza, es posible que alguna vez sientas envídia, pero lo mas normal es que quien te mire desnudo no pueda pensar en otra cosa que hacerte el amor. Y estoy convencido de que en cuanto los herederos te vean, se pelearán por tí, incluso a mi me cuesta no caer en la tentación.-

Sentí una de sus manos acariciandome el trasero, un dedo se deslizó furtivamente hasta mi ano, y me hizo estremecer.

-Quiero que digas en voz alta que eres la criatura mas hermosa de Dragonia, Allen, quiero que te convenzas a tí mismo, y nos convenzas a todos de que lo eres.- giró mi rostro hacia el espejo, abrazandome desde detrás, sentí su virilidad frotandose contra mi cuerpo.- Dilo.

-Soy....soy la criatura más hermosa de Dragonia...-

-Así no convencerás a nadie, dilo más alto, dí tu nombre, ¡dilo de verdad, Allen!-

-Yo Allen, soy la criatura más hermosa de Dragonia.- Me miré a mi mismo, mis ojos se veían ardorosos y seguros, miré mi cuerpo de arriba abajo, y me giré hacia mi maestro, dejando caer la túnica elegantemente a mis pies. Cogí el rostro del hombre y le miré a los ojos, mi cuerpo entero tembló ligeramente antes de volver a hablar:- Maestro, soy la criatura mas hermosa, puede hacer conmigo lo que desee, mi cuerpo es suyo...-

Vi una fugaz sonrisa en sus labios justo antes de lanzarme sobre ellos a devorarlos con pasión, él se reclinó hacia atrás sobre los cojines mientras me aferraba por la cintura. Nos besamos largamente, hasta familiarizarme con su sabor y su olor, sentí como su pecho se humedecía, y en mi vientre su duro miembro se me clavaba con indecencia. Él interrumpió el beso para mirame, me apartó el flequillo de la cara.

-Quiero que des una pequeña vuelta para mí, enseñame tu cuerpo y ven a entregarte correctamente.- Me ordenó en un susurro.

Sin apartar la vista de sus ojos me levante, le di la espalda y me coloque delante del espejo sin dejar de repetirme para mí que era la criatura mas hermosa de Dragonia, al mirarme, un potente haz de luz entraba por la ventana y hacía relucir mis cabellos con el sol de la tarde. Al mirarme, me pareció que aquel no era yo, sino algo mucho mas fuerte, más intenso, el hombre que deseaba ser, estaba alli en aquella habitación ocupado mi cuerpo. Sabía muy bien los pasos que debía seguir para hacer el ritual de seducción, pero en aquel momento decidí improvisar para sacar todo el provecho de mi imagen bajo aquella luz. Moví la cabeza suavemente y dejé que mi melena se agitara con gracia, al mirar por sobre el hombro a mi maestro le dediqué una de mis mas ingenuas miradas, mientras la tunica se deslizaba suavemente cayendo a mis pies. Me puse frente a él y le dejé recorrerme con los ojos mientras andaba en su dirección, meneando las caderas elegantemente. A pocos pasos del hombre me arrodillé y gatee contorneandome como una gata en celo, acariciando sus piernas, me acerqué lentamente, sin tocarle demasiado, y cuando me fue a besar detuve mi avance para declarar mis intenciones:

-Su alteza, mi unico deseo es satisfacer vuestras fantasías más indecentes, por favor acepte mi cuerpo y hagame a su voluntad...- Cerré los ojos y abriendo mi pequeña boca a escazos centimetros de la boca del mayor, dejé que se decidiera él a besarme, más no lo hizo, acarició mis labios con los suyos eroticamente y luego susurró:

-Esto está mucho mejor, cuando te lo propones, sabes muy bien como encender a un hombre...desearía continuar con la lección pero temo no poder controlarme contigo, jamas me perdonaría mancillar un cuerpo como el tuyo Allen. -

Abrazandome dulcemente me envolvió en su pecho, sentí como sus manos temblaban al acariciar mis gluteos, sabía que deseaba penetrarme, arañar mi piel y morderme, cubrirme todo el cuerpo con humedos lametazos y oirme chillar....

-¡Maestro...yo tambien quiero hacerlo, se que no puedo darle mi virginidad pero necesito correrme...quiero que lo hagamos juntos! deme la oportunidad de hacerlo bien por una vez, creo que ahora estoy preparado para esto y más....- Imploré mirandole a los ojos fijamente, sentía su miembro duro entre mis piernas asi que lo presioné suavemente y sentí su suspiro sobre mi piel. No pude esperar una respuesta, sabía que él estaba dudando, así que me atreví a bajar mis dedos hasta su glande y acariciarlo, mientras buscaba su lengua con la mía.

-Allen...no podré aguantar demasiado...te enseñare ahora lo proximo que aprenderemos en clase...-

Sorprendido me separé un poco, y sin dejar de mirarle dejé que me empujara hacia abajo, donde su enorme virilidad atrajo toda mi atención, sentí su olor embriagante y super lo que tendría que hacer. Cogiendo el miembro con ambas manos lo masturbé lentamente y lamí el glande con la punta de la lengua, unas gotas de liquido preseminal entraron en mi boca y la saboree con cautela. El me miró, pero ví en su rostro una expresión que nunca habría imaginado, parecía ansioso, implorante, su soberbia adulta había desaparecido y me miraba con un deseo casi agónico.

-Abre la boca, Allen, deja que entre la punta al menos.- Le ordenó entre gemidos.

Así lo hice, apenas cabía un poco, pero su sabor me llenó rapidamente, no era desagradable y mi saliva hacía muy facil lamerlo, me sentí torpe e inexperto pero intenté besarlo y acariciarlo con la lengua, el movía mis manos sobre su pene para masturbarse a la vez. Yo esperaba que me dijera algo, que me indicara lo que debía hacer, pero sus ojos cerrados y sus frases incoherentes no eran de mucha ayuda.

-Aaahg...Allen...sí....tu boca...esta...esta tan caliente....muevelo así....aah voy a correrme....-

Con cierta brusquedad me cogió del pelo y estiró para apartar mi boca, pero si alejarme demasiado, le mire impresionado, los musculos de su cuerpo estaban en tension, tan duros y marcados, el pecho le brillaba empapado en sudor y los blancos cabellos se le pegaban al cuerpo.

-Me correré en tu cara....Allen....aahh...¡ya viene...ah...aaah...aaaahhhaag!-

Con voz muy varonil gimió y suspiró durante varios segundos, mientras su semen me mojaba la cara, cerre los ojos pero no pude evitar que me entrara un poco en la boca y la nariz, tenía un olor y un sabor fuerte, un poco desagradable, pero estaba caliente y era muy espeso. Se quedó contemplandome un momento antes de ir a coger toallas para limpiarme.

-Lo has hecho bien para ser tu primera vez...pero mejorarás enormemente en mis clases, aunque supongo que esto ya es lo maximo que podré hacer contigo Allen...ojalá fueras mio...-

Abrazandome una vez más me volvió a besar, con mas ternura, con más calma.

-Creo que ya puedo retomar la lección contigo ¿no? ¿tienes ganas de correrte tambien?-

-¡Si...estoy demasiado excitado maestro...porfavor...lo necesito...!- implorante me abracé a su cuello deseando más caricias, nuna habia sentido nada igual, el sexo era algo increíble, no lo había sentido de forma tan intensa hasta ese momento, y me sentí afortunado de pensar que nunca me faltaría amor en este palacio.

Dejé que aquel hombre me tumbara entre los cojines, se echó sobre mí a besarme eroticamente, su lengua me penetraba con vulgaridad, y su saliva se me escurría por la cara, pero nada de esto podía apartar mi atención de las caricias que sentía entre mis piernas. Mi glande se meneaba frenetico entre sus dedos lubricados con mis fluidos, a la vez que masajeaba mis testiculos y mi entrada con sus largos dedos. Pero no podía seguir besandole, sentia que me ahogaba, necesitaba gritar, decir cosas sucias y rogarle.

-¡AAhhg...maestro, se siente muy bien....uhhh....creo que....aah...creo que me correré pronto...!- Le advertí mirandole a los ojos intentando no llorar de placer.

-Aún no, pequeño, ahora viene la mejor parte...-

Bajando asta mis caderas dejó caer su saliva sobre mi pene, temblando me estremecí al verle acercar su rostro a mis genitales, yo sería el primero en probar su boca, me sentí único y deseado, como nunca antes había sentido.

Abrió su boca y de un ametazo recorrió desde mi ano hasta la punta del glande sonrosado, alli se inclinó para introducirselo en la boca hasta los testículos, todo completamente dentro, bailando con su lengua caliente y empapada. Tuve que taparme con las manos para ahogar los gritos, nunca había sentido nada igual, no podia pensar, no podia hablar, la mente se me quedó en blanco, hasta que de pronto sentí como uno de sus dedos se abria paso a travez de mis tiernos labios y exploraba el interior de mi cuerpo. Era muy diferente a cuando lo practicaba con Tan, aquel era un dedo adulto, tan largo y experto, sentí miedo de que me hiciera daño pero lejos de ello se intensificó el placer que recorría mi cuerpo. El continuaba lamiendome dentro de su boca succionando y tragandose mis fluidos ruidosamente, me miraba perversamente y cada vez lo hacía todo más fuerte.

No pude hablar ni avisarle siquiera, fue tan rapido y tan fuerte que me pilló de improvisto, y entre feroces sacudidas llené su boca con mi semilla mientras chillaba indecorosamente. El se detuvo, quitó el dedo de mi trasero y tragó todo lo que tenía en mi boca antes de incorporarse para mirarme. Sentí mi ano tan dilatado y blando que podria haber entrado facilmente el miembro de un adulto, y miré mis propios genitales flacidos y chorreantes, luego le miré a el, y quise disculparme por no haberle dicho a tiempo, pero se echó sobre mí para abrazarme. Ambos estabamos sudados y exhaustos, nos quedamos tumbados largo rato, descanse sobre su pecho suave, sintiendo los latidos de su corazón, nunca había sentido tanta paz.

 

Debí haberme dormido porque luego me encontré a mí mismo en la cama de mi habitación en el la residencia de la escuela, ya era de noche y por un momento temí que hubiera sido un sueño. Pero fui corriendo a la habitación de Tan y el estaba allí tan tranquilo, le pregunté como había llegado a mi habitación.


-Ha sido un poco impresionante, uno de los aprendices del maestro te trajo en brazos, te acostó y te tapó con cariño, parecías incosciente, todos pensamos que te habias desmayado de un susto o algo despues de lo ocurrido esta tarde, pero él nos dijo que habías quedado agotado de la clase del maestro y que necesitabas dormir.- Me miró con una sonrisa complice y rapidamente fue a cerrar la puerta de su habitacion antes de acercarse a mi nuevamente. -¿Me contarás todo lo que te hizo? -
Me ruboricé tanto al recordarlo todo que no me salieron las palabras. Solo pude decirle una frase:

-Duerme conmigo esta noche Tan.-

El pequeño me miró indagante, pero aceptó de buen gusto sabiendo que practicarian muchas lecciones juntos.

Notas finales:

muy pronto la segunda parte del pasado de allen!! con mas lemon claro xd


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