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Secretos de un alumno y un profesor por Masterred 2

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Notas del fanfic:

 

 

Quisiera dar algunas instrucciones para que el fic sea lo más fácil posible de leer:

 

*Primero preparen mate, café, té, etc. porque pinta ser bastante largo…

 

*Son dos historias en una: La que se describe en el resumen y la adicional (de realidad alterna).

 

*Cuando vean éste símbolo 0/0/0/0/0/0/0 quiere decir que empieza/termina la parte adicional y vuelven a hablar los personajes de la serie.

 

*Espero que les agrade mi historia =) hace tiempo quería escribir algo de realidad alterna… ¡Acepto sugerencias!

 

 

Capítulo 1 – Encargo sorpresa

 

 

 

Nowaki se dejó caer en el sofá de la sala y se hundió entre los almohadones. Encendió la televisión. En la pantalla apareció una reportera anunciando que la ola de calor que había azotado a la ciudad en la última semana se extendería por varios días más.

 

El ojiazul suspiró y se pasó una mano por la frente empapada en sudor. Hacía demasiado calor…

 

Siguió aplastado en el sillón unos minutos más, cambiando los canales con rapidez buscando algo que lo distrajera del calor agobiante.

 

Mientras estaba en eso, un par de largas y doradas piernas pasaron por enfrente de la pantalla, capturando toda su atención.

 

Nowaki siguió a esas dos piernas desnudas con la vista, hasta que en dueño de éstas entró en la cocina.

 

Guau…”  Nowaki apagó la televisión y se puso de pie de un salto “Esa sí que es una buena distracción…”.

 

 

 

* * * * * * *

 

 

 

Hiroki, que también estaba sufriendo los efectos del calor, buscó un vaso de vidrio apenas entró en la cocina.

 

Sediento, abrió la nevera y buscó una jarra con agua helada. Cuando estaba acabando de servirse, sintió que lo abrazaban por detrás:

 

_ ¿¡Pero qué demonios…?!

 

_ Hiro-san… _ronroneó Nowaki en su oído_ Y yo que pensé que no podía hacer más calor…

 

Hiroki intentó apartarlo, sin éxito:

 

_ ¡No me abraces, estás todo pegajoso! _protestó.

 

_ Y tú llevas sólo unos bóxers blancos y una playera Hiro-san… _le recordó.

 

_  ¡Maldito mocoso! No puedo andar liviano de ropa en mi propia casa, porque tú ya estás pensando en cosas innecesarias… _se quejó.

 

Nowaki no escuchó sus quejas y deslizó una mano debajo de la playera blanca:

 

_ Mmmm… Hiro-san… _susurró en su oído_ No te resistas, sé que lo deseas…

 

_ ¡Oye! N-nowaki… _el castaño se retorció un poco cuando le acarició un pezón_ A-ahora mismo estoy ocupado… organizando mis libros…

 

_ Eso podemos hacerlo más tarde…

 

_ ¿No tienes nada importante que hacer? ¿Estudiar por ejemplo…?

 

_ Oh sí, seguro… _el más alto lo giró y apresó su cintura_ Ayúdame a estudiar anatomía Hiro-san… ¡Hay…!

 

Hiroki le vació sobre la cabeza el jarrón de agua fría. Nowaki lo soltó al instante:

 

_ Con eso debe bastar para que se te pase el calor… _comentó el castaño con aire triunfal.

 

_ ¡Hiro-san! _Nowaki se pasó las manos por la cara. Estaba totalmente empapado y los cubitos de hielo se le habían metido entre la ropa_ ¿Por qué lo hiciste, Hiro-san…?

 

_ Para recordarte que nadie se mete entre el Demonio Kamijou y sus libros… _dijo saliendo de la cocina_ Seca el agua del piso antes de irte…

 

 

 

* * * * * * *

 

Cuando iba de camino hacia dónde había dejado los libros que iba a organizar, se detuvo frente a la puerta. Había un sobre marrón que habían tirado bajo ésta, que recogió luego de beber otro sorbo de agua.

 

“Debe ser la cuenta de la luz…” pensó. Dejó el vaso de agua a un lado y rompió el papel marrón del sobre.

 

Cuando lo abrió, se encontró dentro varias hojas escritas a mano y un CD. Reconoció la letra de Akihiko al instante.

 

Ya…” pensó “es un manuscrito de Akihiko…”.

 

¿Por qué le dejaría un manuscrito a él?

 

Hacía unos años Akihiko le pedía que leyera sus manuscritos para tener su opinión. Pero no en el presente, ya que tenía a sus propios editores para que se encargaran de eso. Su opinión ya no era necesaria… ¿O sí…?

 

Bueno, no estaría nada mal leerla de todas formas; cuando finalizara con  su trabajo de organizar libros…

 

_ ¡Hey…! _Nowaki lo abrazó por detrás otra vez_ ¡Nowaki! ¡¿Quieres que te tire agua fría encima otra vez o qué te pasa?!

 

_ No sirvió de nada el agua fría Hiro-san… _anunció y lo alzó en brazos.

 

Aún estaba empapado y el cabello mojado le caía desordenado sobre la frente.

 

_ ¡Oye! ¡Bájame! _Hiroki dejó caer el sobre.

 

_ Nada de eso Hiro-san… _se rió_ Tomemos una ducha juntos… 

 

El castaño comenzó a golpearlo y patalear:

 

_ ¡Nowaki, te lo advierto! ¡Bájame mocoso…!!! ¡Bájame!!!!

 

 

 

* * * * * * *

 

 

 

Por la noche…

 

 

 

Hiroki se despertó más o menos a la hora de la cena. Levantó la cabeza, algo aturdido. El ventilador de techo estaba a todo lo que daba y él se sentía todo pegajoso, aunque la temperatura había bajado un poco para esa hora.

 

Volvió a recostarse entre las almohadas desparramadas escandalosamente contra la cabecera de la cama y se cubrió un poco con las sábanas. Estaba totalmente desnudo y se sonrojó un poco al recordar la tarde de pasión que había compartido con el ojiazul. Comenzaron en el baño y habían seguido en la cama. Suspiró envidiando la inagotable energía de Nowaki…

 

Maldito mocoso…” dijo en su mente.

 

Nowaki a esa hora ya estaría en el hospital, así que por la noche estaría solo…

 

Se levantó y se dio una larga ducha. Cuando fue a la cocina encontró una nota del más alto:

 

Hiro-san, me fui al hospital. Dejé tu comida en el microondas.

 

Posdata: esta tarde estuviste increíble. Te quiero. Nowaki.”

 

 

 

Sonrojado, estrujó la nota y la dejó a un lado. ¿Por qué tenía que ser así de directo?

 

_ Es un idiota… _dijo en voz alta.

 

Pero su turbación desapareció al abrir el microondas. Nowaki se había molestado en cocinar para él antes de irse, mientras él dormía…

 

Suspiró. Nunca lo admitiría; pero adoraba esos gestos de Nowaki…

 

 

 

* * * * * *

 

 

 

Cuando hubo terminado de organizar los libros que había dejado en la tarde, Hiroki recogió el sobre marrón y se sentó en el sofá con una taza de té.

 

_ Veamos qué tenemos aquí…

 

Le dio un sorbo a su té y comenzó a leer:

 

 

 

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“Los dos hombres caminaron a lo largo del pasillo de aquella lujosa casa. Conversaban animadamente, y detrás de ellos caminaba un jovencito de cabello castaño y lacio.

 

Éste iba erguido, con la frente en alto y cargaba un enorme libro bajo el brazo derecho.

 

Tenía puesta una levita muy al cuerpo, color marrón y una camisa con muchos volados en las mangas y el cuello. No participaba de la conversación, sin embargo, escuchaba atentamente:

 

_ Hiroki es todo un prodigio… _dijo uno de los hombres refiriéndose al joven_ Con 15 años ya les ha dado clases de literatura a más niños de los que puedes imaginar…

 

_ No lo dudo… _sonrió el otro hombre_ Me han hablado mucho de ti Hiroki… _le dijo al castaño, quien asintió pero no hizo ningún comentario al respecto. Ni siquiera sonrió.

 

_ Creo que deberías considerarlo, es muy estricto y será un buen profesor para Nowaki… _insistió el otro.

 

_ No lo sé… Nowaki ha logrado ahuyentar a todos los profesores que traigo… ¡No duran ni una semana! Y todos eran mayores que Hiroki, temo que Nowaki sea demasiado para el chico…

 

_ Ningún alumno es demasiado para mí… _intervino por fin el joven de pelo castaño. Lo afirmó con una certeza tal que dejó boquiabierto a su interlocutor.

 

_ Vaya, me gusta tu actitud Hiroki. Eres muy valiente pero debo advertírtelo, Nowaki es terrible y puede resultar un verdadero dolor de cabeza cuando se lo propone…

 

_ Si usted me lo permite seré su profesor. Lo disciplinaré como es debido…

 

El padre de Hiroki sonreía complacido. Era un hombre muy estricto y así había criado a su hijo: disciplinado y obstinado.

 

Si lograba obtener para Hiroki la recomendación de aquel hombre de la nobleza, su hijo sería aún más reconocido como profesor;

 

_ ¿Aún no está convencido…? _preguntó.

 

_ ¡Claro que sí…! _miró a Hiroki, sonriente_ Me han convencido, haremos esto: Hiroki puedes ser el profesor de Nowaki durante 1 mes. Si no sales corriendo, estarás contratado…

 

_ Eso no pasará… _afirmó solemnemente el joven profesor.

 

_ ¿Cuántos años tiene su hijo…? _preguntó el padre de Hiroki cuando reanudaron la marcha.

 

_ Nowaki no es hijo mío… _respondió el otro hombre_ Enviudé joven y me volví a casar con una mujer viuda también, pero que ya tenía un hijo de su esposo anterior. Ella me pidió que Nowaki llevara mi apellido; va a cumplir 11 años el mes próximo…

 

_ Es un poco joven para ser tan terrible como usted afirma…

 

_ Pero lo es… Ha estado así desde que su madre murió y la verdad ya no sé que hacer con él. Soy un hombre ocupado, cuanto más pronto encuentre un profesor que se ocupe de él más feliz estaré…

 

_ Comprendo. Tiene una casa muy hermosa Señor Kusama…

 

Los dos hombres y Hiroki siguieron avanzando y recorriendo la casa; sin percatarse del niño de ojos azules que los observaba desde atrás de un cortinado.

 

¿Con qué lo disciplinarían como es debido? Ya verían todos ellos… Sobre todo ese nuevo profesor que su padrastro había conseguido.

 

Saldría corriendo en medio de una semana seguramente, como todos los demás… 

 

*-*-*-*-*-*-*-*

 

Hiroki pudo constatar con el tiempo que Nowaki era tal como lo había descrito su padrastro hacía unos días…

 

El niño era pequeño, flacucho y tenía el cabello oscuro. También tenía unos enormes ojos azules, muy bonitos de verdad...

 

“Es una lástima que sea tan desobediente y malo en literatura…” pensó Hiroki mientras entraba a la biblioteca, donde por lo general le daba sus clases a Nowaki.

 

Allí no sólo encontró a su alumno sino también a dos niños más. Una niñita pelirroja llamada Ahikawa y un niño rubio, Tsumori:

 

_ Son mis amigos… _explicó Nowaki_ Vinieron de visita…

 

_ Está bien, si quieren pueden quedarse cerca mientras te aprendes las lecciones… _Hiroki se sentó y abrió su libro. Una araña gigantesca le saltó al rostro_ ¡Haaa…!

 

El castaño dio un salto hasta el techo e intentó despegársela de la cara de un manotazo. La araña de juguete cayó sobre el piso mientras los tres niños se reían a coro.

 

Hiroki la recogió con una vena en la cabeza:

 

_ ¿De quién ha sido la idea…? _preguntó mirando a los tres niños que se quedaron repentinamente callados, asustados ante la mirada asesina del profesor_ ¿De quién es ésta araña…?

 

Ninguno de los tres niños contestó. Nowaki estaba muy satisfecho con su broma, había resultado muy divertido…

 

O eso pensó hasta que Hiroki abrió el cajón de su escritorio y sacó una tijera:

 

_ ¿No es de ninguno de los tres…? Si es así… _levantó la araña en el aire y la cortó en pedacitos con la tijera_ Adivina, adivinador… ¿En cuántos trozos corté la araña…?

 

Nowaki observó su nueva y costosa araña de juguete echa un montoncito sobre el escritorio:

 

_ No te salió tan bien la broma ¿eh, Nowaki? _le susurró el niño rubio.

 

El alumno y el profesor se miraron a los ojos. Nowaki comprendió que le costaría trabajo ahuyentar al profesor Kamijou y que éste estaba decidido a domarlo sea como fuere. Estaba decidido. Aquello era la guerra…

 

 

 

*-*-*-*-*-*

 

“Éste mocoso va aprender por las buenas o por las malas…”  pensó Hiroki en su segunda semana como profesor de Nowaki.

 

El niño le había jugado toda clase de bromas desde que había llegado: desordenar sus libros, hacerle muecas cuando estaba de espaldas escribiendo en la pizarra, pegamento en su silla y una variedad impresionante de bichos de juguete. Esa mañana había encontrado una cucaracha de goma en la ensalada que estaba comiendo…

 

Lo peor del caso es que nunca podía culpárselo, Nowaki siempre se las arreglaba para que nunca quedaran evidencias en su contra y con poner ojitos tristes todo el mundo le creía.

 

Por eso todos los profesores no habían durado. Además nunca hacía su tarea y se quejaba continuamente de las lecciones. Era un pésimo alumno no importaba que le explicara mil veces las mismas cosas, que lo golpeara o que le arrojara lo que tuviese a mano cuando no prestaba atención...

 

“Ya Hiroki…” se repitió mentalmente “debes calmarte, un crío no te va a vencer… tú puedes con esto…”.  

 

Estaba decidido a obtener la recomendación del señor Kusama, así sería más reconocido como profesor a pesar de lo joven que era. Podría darle clases hasta a jóvenes príncipes si se esmeraba… Además, tendría una paga muy buena cada mes…

 

Mientras pensaba en todo esto se dirigía hacia su habitación a descansar un poco. Cuando pasó delante de la cocina de la casa alcanzó a ver a Nowaki que se metía adentro.

 

“¡Otra vez ese mocoso está pensando en burlarse de mí!” pensó frunciendo el seño “lo dejé estudiando en la biblioteca hace un momento, debe haberse escapado por una ventana…”.

 

A paso decidido se acercó a la puerta pero una de las cocineras le salió al paso:

 

_ ¿Se le ofrece algo…? _preguntó mientras se secaba las manos con un trapo.

 

_ Busco a mi alumno, se está escondiendo en la cocina…

 

_ ¿Nowaki? No lo hemos visto en todo el día… No está aquí…

 

_ ¡Pero si acabo de verlo entrar! _protestó el castaño. De sobra sabía que las cocineras eran cómplices del niño; siempre las veía besando a Nowaki, pellizcándole las mejillas y obsequiándole pedazos de pastel y dulces cada vez que éste se aparecía en la cocina.

 

_ No le hemos visto, disculpe… _dijo firmemente la mujer.

 

_ ¿Puedo preguntarle por qué lo defiende de esa forma? Es solo un mocoso malcriado…

 

_ Nowaki es un buen niño, es usted quien no lo comprende… Tengo trabajos que hacer…

 

La cocinera le cerró la puerta en la cara sin darle más explicaciones.

 

Rojo de la ira, Hiroki se marchó a su habitación y cerró dando un portazo.

 

*-*-*-*-*-*

 

Semanas después, cuando sólo faltaba un día para que un mes se cumpliera, tanto alumno como profesor estaban empezando a agotarse…

 

Ninguno de los dos se daba por vencido, pero Nowaki ya estaba empezando a asustarse de lo mucho que había durado ése profesor;

 

_ No importa lo que haga… _le contó a sus amigos esa tarde mientras trepaba un árbol_ El sólo me da más tareas y las bromas se me están acabando…

 

_ Ese profesor está más loco que todos los otros juntos… _afirmó Tsumori desde el suelo_ Nunca te desharás de él no importa lo que intentes…

 

Akihawa estaba muy concentrada en su libro de cuentos de hadas, pero también aportó su opinión:

 

_ No has intentado pedirle disculpas y portarte bien todavía… _le recordó a Nowaki.

 

_ ¿Estás loca? _protestó Tsumori_ Nowaki nunca hará eso… Yo opino que le hagamos algo realmente… ¡Ya sé…!

 

Tsumori se trepó hasta la rama en la que Nowaki estaba sentado y se lo dijo en secreto;

 

_ ¡Es una broma estupenda! _festejó Nowaki.

 

_ Lo sé… _se enorgulleció el rubio_ Si eso no basta para hacerlo correr entonces nada lo hará… 

 

 

 

*-*-*-*-*-*

 

La tarde siguiente, Hiroki salió al patio y contempló el hermoso jardín de la casa. Respiró  el aire puro y fresco y escogió el árbol de siempre para sentarse.

 

Abrió su libro y se dispuso a leer tranquilamente, ignorando que sobre su cabeza se balanceaba un balde lleno de tinta azul…

 

Nowaki lo observaba desde atrás de un arbusto, oculto junto con Tsumori y Akikawa, quien no dejaba de repetirles a los otros dos que era mala idea la broma.

 

La mano de Nowaki sostenía una cuerda que en un extremo estaba anudada al balde, solo tenía que tirar y el contenido del balde le caería directamente en la cabeza a su profesor:

 

_ ¿Están listos…? _preguntó a sus amigos.

 

_ ¡Sí! ¡Hazlo! _lo animó el rubio.

 

_ ¡No quiero ver…! _la niñita se tapó la cara con las manos.

 

_ A la cuenta de tres… _dijo Nowaki_ Uno… Dos… ¡Tres! _jaló la cuerda.

 

El balde no se cayó.

 

_ ¿Y bien? ¿Qué ocurrió? _preguntó Tsumori.

 

Nowaki tiró de la cuerda varias veces más, sin resultados.

 

_ La cuerda se atoró en una rama… _dedujo.

 

_ ¿Y ahora…? _se preguntó el rubio.

 

_ Voy a ir a soltarla… _Nowaki se levantó del suelo_ Cuando te dé la señal, tira de la cuerda Tsumori…

 

El ojiazul salió de su escondite y se acercó de puntillas al árbol por la parte de atrás. Hiroki estaba tan concentrado en su libro que no lo vio.

 

Nowaki se trepó al árbol y desanudó la cuerda. Le dio la señal a Tsumori.

 

Nada…

 

El niño comprobó con nerviosismo que era el balde el que se había atascado entre dos ramas. Tragó saliva y se aferró a la rama en la que el balde se hallaba suspendido.

 

Valía la pena arriesgarse, pensó, o sino Hiroki sería su profesor definitivo…

 

Cuando estaba por alcanzarlo, la rama se quebró y Nowaki se fue al suelo:

 

_ ¡Haaa…!!! _gritó aterrizando en el regazo del profesor.

 

El balde por fin se desprendió y se cayó. Golpeó a Hiroki en la cabeza pero el contenido se derramó sobre la cabeza de Nowaki.

 

_ ¿¡Pero qué demonios…?! _Hiroki tardó en reaccionar de la sorpresa, hasta que vio su libro cubierto de tinta azul y se puso hecho una furia.

 

Se levantó de un salto, tirando a Nowaki en el suelo y tomó el libro. Lo hojeó rápidamente. Todas las páginas se habían manchado:

 

_ ¡Maldito mocoso!!! _gritó y le dio una bofetada_ ¡Arruinaste uno de mis mejores libros!! ¡Ahora verás!!!

 

Levantó a Nowaki del suelo, tomándolo con brusquedad de uno de los brazos y lo arrastró hasta la casa:

 

_ ¡Auch! ¡Pare, me lastima!!! _alcanzó a quejarse.

 

_ ¡Cállate!!! _abrió la puerta de la habitación del niño y entró. Lo arrojó sobre la cama_ ¡Vas a quedarte aquí mientras hablo con el Señor Kusama! ¡Estoy harto de ti y de tus juegos! ¡No sabes lo que te espera mocoso malcriado!

 

_ ¡Deje de llamarme de esa manera!! _le gritó Nowaki con la tinta chorreándole por la cara y las orejas_ ¡Para todos aquí es fácil decir que soy un malcriado y un desobediente! ¡Siempre mandando a profesores que se encarguen de mí porque a nadie le importo!!!

 

Nowaki se echó a llorar y las lágrimas se mezclaron con la tinta;

 

_ Extraño a mi mamá… _sollozó ocultando la cara en la almohada.

 

Hiroki se quedó de piedra al verlo llorar y estuvo un par de minutos parado allí como tonto, viendo llorar a Nowaki.

 

De repente toda su ira se desinflaba… ¿Qué era aquello…? ¿Desde cuándo lo conmovía que uno de sus alumnos llorara…?

 

Se sentía mal por Nowaki pero… debía ser estricto. No podía ablandarse ahora que por fin había visto a Nowaki jugarle una broma con sus propios ojos y podía acusarlo. 

 

Salió de la habitación y cerró la puerta a sus espaldas.

 

Cuando llegó hasta donde estaba el señor Kusama, éste lo recibió muy feliz:

 

_ ¡Hiroki! _lo saludó_ Qué bueno verte, justo iba a buscarte para discutir sobre si te quedarás o no… ¡Has aguantado un mes entero! ¡Debes estar cansado de Nowaki!

 

_ Bueno, yo… _tartamudeó_ En realidad vine a decirle algo sobre el niño…    

 

_ ¿De qué se trata? ¿Ha vuelto a hacer una travesura o algo? Si es así lo castigaré severamente…

 

_ Comprendo… Emmm…

 

“¿Por qué estoy dudando…?” se preguntó “¿Acaso siento pena por Nowaki…?”.

 

Miró por encima de su hombro, hacia la puerta y descubrió que Nowaki estaba parado allí observando la escena. Parecía un animalito asustado...

 

“Me ha seguido…” pensó.

 

_ ¿Y bien…? _se impacientó el otro hombre.

 

_ Quería decirle que Nowaki se ha portado muy bien conmigo… Es un excelente alumno… _mintió_ Estaré muy contento si me deja seguir siendo su profesor…

 

_ Vaya, vaya… _el señor Kusama se acarició el mentón_ Debo admitir que estoy sorprendido… _sonrió_ ¡Son muy buenas noticias! ¡Te aseguro que me has quitado un peso de encima Hiroki!

 

El señor Kusama se deshizo en halagos y le entregó a Hiroki su primera paga.

 

El joven profesor le agradeció y se retiró. Nowaki  ya no estaba en la puerta cuando se marchó, había desaparecido…

 

“¿Por qué lo hice…?” pensó mientras caminaba hacia su habitación “¿por qué…?”

 

Nunca antes había actuado así.

 

Hiroki se sentó en el borde de su cama.

 

¿Por qué venía a hacerlo ahora? Y más con Nowaki que era un mocoso travieso que no hacía más que sacarlo de sus casillas… y tenía la certeza de  que seguiría haciéndolo ahora que  había quedado como su profesor definitivo…

 

En eso estaba pensando cuando alguien golpeó a su puerta:

 

_ Adelante… _dijo, ausente.

 

La puerta se abrió y Nowaki entró en la habitación. Aún tenía la cabeza y el rostro llenos de tinta:

 

_ Profesor… _el niño avanzó hacia él luego de cerrar la puerta.

 

_ Qué quieres…

 

Nowaki se quedó viéndolo, aun sin acercarse demasiado, desconfiando:

 

_ ¿Por qué no me delató…? _preguntó_ Creí que iba a pedir que me castigaran… ¿Por qué no lo hizo?

 

_ No lo sé… _admitió el castaño mirándose los pies_ Creo que pensé… que debería darte otra oportunidad…

 

Nowaki abrió grandes sus lindos ojos azules;

 

_ ¿De verdad fue por eso…? _pestañeó sorprendido, sin poder creer lo que estaba oyendo.

 

Hiroki frunció el seño y lo miró con expresión severa:

 

_ ¡Pues claro!, si fuera sólo por la paga no valdría la pena porque es pésima en comparación a todo lo que he tenido que soportar junto a ti este último mes… _gruñó.

 

Los ojitos de Nowaki se llenaron de lágrimas otra vez, y Hiroki lo notó;

 

_ Oh no! No empieces a llorar de nuevo por favor… _le rogó_ Sino tendré que…

 

El profesor se quedó mudo cuando Nowaki acortó la distancia entre ambos y se arrojó en sus brazos.

 

Lo abrazó con todas sus fuerzas, rodeándole el cuello con sus manos:

 

_ ¡Gracias!  ¡Gracias, profesor! _exclamó ocultando su carita mojada entre los muchos volados de la camisa de Hiroki_ Le prometo que de ahora en adelante me portaré bien… Seré bueno…

 

Hiroki estaba tan sorprendido por la situación que no reparó en que su camisa se estaba manchando de azul oscuro y lágrimas. Acarició con una mano dudosa el cabello del niño, duro por la tinta seca:

 

_ Nunca antes un niño me había abrazado… _confesó en voz baja.

 

_ ¿Nunca…? _Nowaki levantó la cabeza y lo observó_ ¿Por qué…?

 

_ Supongo que todos mis alumnos me tienen miedo… _suspiró.

 

_ Pues yo ya no le temeré más, profesor… _prometió_ Si usted deja de ser tan gruñón y estricto…

 

_ ¡Yo no soy gruñón…! _comenzó a protestar pero Nowaki lo abrazó de nuevo, sin darle tiempo a decir más nada. Sonrió_ Eres un mocoso afortunado… Ven, vamos a lavarte esa cosa azul… 

 

 

 

*-*-*-*-*-*

 

Minutos después…

 

Hiroki movió la toalla con energía sobre la cabeza de Nowaki. Cuando la retiró observó el cabello húmedo, pero sin rastros de tinta y suspiró aliviado:

 

_ Menos mal… _comenzó a secar el cabello con más calma_ Pensé que no saldría… O iba a tener que afeitarte la cabeza...

 

Nowaki sonrió ante lo cómica que se veía la idea de estar calvo. Hiroki se arrodilló frente a él;

 

_ ¿Extrañas mucho a tu madre, Nowaki…? _le preguntó.

 

El niño asintió mirándose los pies:

 

_ Pienso en ella todo el tiempo… _susurró.

 

El castaño le acarició una mejilla y procedió a quitarle la ropa manchada de tinta. Estaba en ello cuando reparó en las manos de Nowaki, y se quedó un rato viéndolas: eran manos grandotas para la edad del chico, y tenían dedos muy largos…

 

_ ¿Qué pasa? _se inquietó Nowaki.

 

_ Tienes unas manos estupendas para tocar el piano… _comentó_ ¿Te gustaría aprender…?

 

_ ¡Sí!

 

 

 

*-*-*-*-*-*

 

Y así fue como Nowaki y Hiroki fueron por fin profesor y alumno…

 

Hiroki comenzó a ser menos estricto y a poner atención en el aprendizaje de Nowaki, a explicarle las lecciones con más calma, y empezar por las cosas fáciles en vez de creer que todos podían ir a su ritmo.

 

A todo esto se sumaron las clases de piano, en las que Nowaki progresaba como si fuera un profesional. Demostró tener un gran talento para la música, cosa que complació mucho a su padrastro, que aumentó la paga de Hiroki.

 

Cuando el joven profesor quiso darse cuenta, se había convertido en la compañía permanente de su alumno: todo el tiempo andaban juntos. Y no es que le desagradara. Para nada; exceptuando las ocasiones en que debía correr tras él para que se comiera sus verduras o tomara la medicina cuando estaba enfermo, Nowaki era una compañía agradable: jugaba cerca de él cuando se sentaba en algún lado a leer, o estudiaban y comían juntos, incluso lo arropaba en la noche y esperaba a que se durmiera.

 

Nowaki también experimentó un cambio importante de un día para el otro: las bromas desaparecieron por completo (aunque seguía conservando los insectos de juguete como recuerdo), se volvió aplicado y obediente y muy dócil. Todo lo que Hiroki le dijera lo hacía sin protestar. Sólo le interesaba estar cerca de su profesor y las únicas ocasiones en que se separaba de él eran cuando sus amigos venían de visita, puesto que no simpatizaban demasiado con que un adulto participara de los juegos.

 

Cuando el señor Kusama hizo correr la voz de que su hijastro había cambiado y ahora era dócil y obediente otros profesores se presentaron y fueron contratados ya que Nowaki debía saber algo más que literatura y piano. Sin embargo todos estaban a cargo y bajo la mirada atenta de Hiroki: ¡pobre del profesor que se pasara de la raya o le diera tarea de más a su Nowaki!!!

 

*-*-*-*-*-*

 

 

 

Hiroki también visitaba a sus padres una vez al mes. Sus ausencias duraban sólo un par de días pero aún así los días que no pasaba con Nowaki le parecían extrañamente aburridos, sin emoción. Y de Nowaki ni hablar, el niño volvía de repente a los berrinches y a sus antiguos métodos de llamar la atención: las bromas a los nuevos profesores.

 

Tanto disfrutaban profesor y alumno estando juntos que el tiempo se les fue volando y ninguno de los dos se dio cuenta de ello. Hiroki sólo se percató en una de sus visitas a su casa, cuando su padre le anunció que ya habían pasado dos años:

 

_ Ya has pasado suficiente tiempo con ese niño, Hiroki… _le dijo_ Tienes recomendaciones suficientes como para trabajar el resto de tu vida…

 

_ No quiero dejar a mi alumno tan pronto. _repuso el castaño.

 

_ ¿Dos años te parece pronto? ¿Cuánto tiempo más quieres estar allá…?

 

_ No lo sé… Los que sean necesarios, disfruto mucho mi trabajo con Nowaki…

 

_ Hiroki, mira, domaste al hijo de Kusama ¡tienes ofertas de trabajo esperándote por todos lados!

 

_ Te agradecería que no usaras el término “domar” con Nowaki. _le corrigió con el seño fruncido_ Es un niño, no un animal…

 

_ No me levantes la voz, jovencito… _le advirtió su padre_ Piénsalo, si sigues perdiendo el tiempo con ése niño esas ofertas las tomará otro profesor. Así que decide, ¿no querías ser un bien pagado y respetado profesor?

 

_ Tal vez… Ya no quiero eso con el mismo afán que antes… _suspiró Hiroki. Luego levantó la cabeza, decidido_ No voy a dejar a mi alumno…

 

_ Testarudo, ¡¡arruinarás tu carrera por encariñarte demasiado con ése mocoso!!!

 

_ ¡No te atrevas a llamarlo así!!! _le gritó.

 

_ ¡Si no renuncias en un mes, ya no vuelvas por aquí! _le advirtió a los gritos_ ¡Eres un ingrato! ¡Tanta educación que invertí en ti para que me pagues de esa forma!!

 

El joven se quedó pasmado, quieto en su lugar un momento. Luego no vaciló, tomó su enorme y pesada maleta y se encaminó hacia la puerta:

 

_ Entonces creo que no nos volveremos a ver… _dijo de espaldas.

 

En silencio, salió y cerró la puerta tras él.    

 

 *-*-*-*-*-*

 

 

 

_ ¡Profesor! ¡Profesor! _Nowaki corrió hacia él y lo abrazó_ ¡Ha vuelto, por fin!

 

Hiroki le acarició el cabello oscuro, sonriendo. Notó que los abrazos de bienvenida de Nowaki, que al principio le llegaban a la cintura, eran cada vez más arriba: los brazos de su alumno ahora le rodeaban el pecho. Nowaki estaba creciendo…

 

El ojiazul enseguida le notó muy callado:

 

_ ¿Qué le pasa? _preguntó apoyando el mentón sobre su pecho para observarlo_ ¿No le agrada verme profesor…?

 

_ No digas tonterías… _se arrodilló frente a él_ Te extrañé mucho, mocoso…

 

Otra vez lo abrazó y Hiroki lo despeinó con otra caricia:

 

_ Sólo estoy algo cansado por el viaje… _dijo el castaño_ Vayamos al jardín ¿quieres…?

 

 

 

*-*-*-*-*-*

 

 

 

Cuando se hubo sentado en los pies de su árbol favorito y Nowaki estuvo sobre su rama favorita, el joven profesor le contó la verdad a su alumno…

 

_ ¿No volverá a ver a sus padres, profesor…?

 

_ Supongo que no… _respondió_ Ni tampoco volveré a mi pueblo…

 

_ ¿No extrañará a nadie…? ¿A sus amigos?

 

Hiroki lo pensó un momento. Buscó en su mente alguna cara que le provocara nostalgia, algún conocido al que lamentara no volver a ver. Pensó en ese novio con el que había terminado al comenzar a enseñarle a Nowaki. Nada.

 

_ Creo que no. No tengo muchos amigos que digamos… _suspiró.

 

Nowaki no hizo más preguntas. En silencio bajó del árbol de un salto.

 

_ Deja de bajarte de ese forma de los árboles, vas a romperte la cabeza uno de estos días… _Hiroki lo sermoneaba un poco de vez en cuando para recordarse que era su profesor.

 

_ Perdón, no lo haré más…

 

El ojiazul se sentó a su lado y apoyó la cabeza en su hombro. Hiroki le acarició el cabello oscuro:

 

_ ¿Sabes algo, Nowaki? Cuando uno crece, ve a la gente con todos sus defectos… _dijo_ Yo creía saber lo que quería, pero me di cuenta que ser un profesor reconocido era el sueño de mi padre, no el mío… Debo descubrir qué es lo que yo realmente quiero…

 

Nowaki lo miró, sonriéndole:

 

_ Hasta que lo descubra, puede quedarse aquí conmigo si lo desea… _le propuso.

 

Hiroki lo despeinó;

 

_ ¿Cómo voy a irme? ¡Aún faltan muchas lecciones que darte…!

 

Ambos se rieron. Nowaki sacó un anillo de su ropa:

 

_ Esto es un regalo para usted profesor… _dijo.

 

_ ¿De dónde lo has sacado? _Hiroki observó el hermoso anillo de plata con una enorme piedra en el centro.

 

_ Era de mi mamá… _Nowaki miró el anillo con afecto_ Es lo único que me queda de ella…

 

_ ¿Y quieres regalármelo…? _frunció el seño_ Nowaki, cómo crees que puedo aceptarlo…

 

_ Tómelo… _el ojiazul le puso el anillo en la mano_ Es usted quien cuida de mí ahora, se lo merece más que nadie…

 

El joven profesor miró el anillo que descansaba en su palma. Sonrió y suspiró, feliz:

 

_ Gracias, Nowaki…

 

Nowaki recostó la cabeza en su regazo, y Hiroki siguió despeinándole el cabello con los dedos. Observó a su alumno y por primera vez desde que había peleado con sus padres se sintió aliviado y tranquilo.

 

Si era por Nowaki… Entonces sí que había valido la pena...

 

*-*-*-*-*-*

 

Meses después…

 

_ ¿Nowaki ya estás listo…? _Hiroki tocó a la puerta de la habitación_ ¡Apresúrate! ¡Te están esperando!

 

_ ¡Ya voy! ¡Ya voy! _se quejó el niño. Al fin salió de la habitación vestido con un elegante traje de gala hecho a su medida.

 

Hiroki se divirtió pensando en que parecía el muñeco de un pastel. Seguramente en cuanto saliera a tocar el piano delante de todas ésas personas, las invitadas se volverían locas por él.

 

_ Tienes mal el cuello… _el profesor se arrodilló y acomodó los volados del cuello_ ¿Te peinaste?

 

_ Sí.

 

_ ¿Practicaste?

 

_ Sí.

 

_ ¿Tienes ropa interior limpia?

 

_ ¿Qué…?

 

_ Bien. Ya estás listo, Nowaki… Vámonos…

 

_ Profesor, estoy muy nervioso… _confesó Nowaki_ ¿Qué tal si no les gusto?

 

_ No digas tonterías, les vas a encantar: te ves muy bien con este traje y sabes tocar el piano de maravilla. ¿Qué podría salir mal?

 

_ Está bien… Lo haré…

 

Profesor y alumno se fueron hasta donde estaban los invitados del Señor Kusama. Al ver entrar a Nowaki se oyeron murmullos de las damas allí presentes sobre lo lindo y adorable que se veía.

 

Hiroki le dio una palmadita en el hombro y dejó que se ubicara frente al piano. Cuando comenzó a tocar el instrumento se hizo un silencio total en la sala, nadie podía creer que un niño pequeño tocara tan bien…

 

Cuando se acabó el concierto todos aplaudieron de buena gana y Nowaki tuvo que desfilar a través de una interminable fila de señoras que querían besarlo y pellizcarle las mejillas;

 

_ ¡Profesor! ¡Profesor! _exclamó cuando al fin llegó donde Hiroki_ ¡Les gusté! ¡Lo hice bien!!!

 

_ Sí, lo vi… Felicidades… _Hiroki se arrodilló frente a él y sacó su pañuelo de bolsillo para limpiarle el rostro_ Tienes la cara llena de lápiz labial…     

 

_ ¿A usted le gustó lo que toqué…?

 

_ Claro que sí… _sonrió y fingió estar un poco molesto_ Ya me superaste en el piano, mocoso… Tienes mucho talento… 

 

Su joven alumno le rodeó el cuello con los brazos y lo estrechó con fuerza:

 

_ Le dediqué todas las canciones a usted, profesor… _le dijo.

 

Hiroki le acarició el cabello, conmovido;

 

_ Ven, te llevaré a tu habitación para que duermas… _lo tomó de la mano y caminó con él_ Es muy tarde para que un niño como tú esté despierto…

 

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Hiroki dejó de leer un momento y se frotó los ojos. La historia estaba entretenida;

 

_ Me alegra que no sea una novela BL… _dijo en voz alta.

 

Que raro que Akihiko escribiera sobre personajes que se llamen “Nowaki” y “Hiroki” y no fuera una novela romántica. Sino, reaccionaría como la última vez que quiso intentar meterlo en una de esas novelas…*

 

En fin… Miró el reloj en la pared. Las dos de la mañana.

 

No podía leer hasta tan tarde, tenía trabajo mañana temprano...

 

Pasó algunas hojas rápidamente. Se detuvo en una parte que le llamó la atención. Se titulaba “el primer beso de Nowaki”. La curiosidad le picó automáticamente y se permitió leer un poco más:

 

_ Veamos… Cumpleaños número 14 de Nowaki… _leyó en voz alta_ Profesor y alumno salen a pasear al bosque. Hiroki se sienta a los pies de un árbol a leer y se queda dormido… _leyó algunos renglones más_ ¿¡Nowaki aprovecha para dar su primer beso?!

 

 

 

¿Qué demonios era eso???? ¿Entonces sí se trataba de una novela BL???

 

 

 

Pasó varias páginas más y leyó rápidamente:

 

 

 

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“Años después…

 

Nowaki se encontraba tocando una pieza en el piano. Sus dedos se deslizaban hábilmente sobre las teclas de marfil. Había logrado componer algunas canciones él solo, y tocar de memoria las canciones que se habían puesto de moda.

 

Hiroki lo observaba de lejos, mientras apilaba sus libros sobre la mesa de la biblioteca; pensando en que extrañaría leer con la música del piano de fondo.

 

Finalmente Nowaki acabó de ejecutar la pieza y lo observó:

 

_ ¿Estuvo bien…? _preguntó con una sonrisa.

 

El castaño lo observó un momento antes de responder. Trató de encontrar algo en el rostro de Nowaki que se pareciera a aquel niño flacucho y desalineado con el que había peleado hasta el cansancio la primera vez que llegó a esa casa. Y encontró muy poco…

 

Nada quedaba ya de su pobre estatura ni de sus brazos esqueléticos que trepaban árboles: Nowaki se había transformado en un hombre grandote, de hombros anchos y brazos fuertes a los que ya no les hacía ninguna gracia trepar unos insignificantes árboles. Su voz había cambiado para transformarse en la voz de un hombre.

 

Lo único que quedaba de ése niño era el cabello oscuro y abundante, que despeinaba con los dedos cuando le acariciaba la cabeza; el azul imposible de sus ojos y su sonrisa…

 

_ ¿Profesor…? _Nowaki lo trajo a la tierra nuevamente.

 

_ Sí, claro… Tocaste bien… _volvió la atención a sus libros otra vez_ Mejor imposible…

 

Nowaki se levantó y se acercó a él;

 

_ ¿En qué pensaba cuando me miraba? _preguntó, sonriente.

 

_ En nada… _suspiró. Pero seguía sintiendo la mirada azul aun clavada sobre él_ Pensaba en puras tonterías… _dijo por fin.

 

_ Comprendo… _Nowaki contempló los libros apilados y listos para empacarse y su sonrisa desapareció_ Profesor, ¿de verdad piensa irse…?

 

_ Ya no hace falta que me llames profesor, Nowaki… _le respondió dándole la espalda para recoger una enciclopedia_ Y sí, debo marcharme. Ya no necesitas más a un profesor…

 

_ Que todos los demás profesores se hayan ido no quiere decir que usted también…

 

_ Nowaki… _lo interrumpió_ Hace un mes cumpliste 19; eres prácticamente un adulto… _miró el suelo_ No me necesitas más, simplemente me he quedado aquí más tiempo del necesario…

 

Se quedaron en silencio. Hiroki seguía reuniendo sus libros y Nowaki lo observaba sin decir nada. No quería volverse a mirar al ojiazul; no quería arriesgarse a que notara lo triste que estaba…  

 

Si él que era un adulto hecho y derecho no tomaba las riendas del asunto y hacía lo correcto, Nowaki no lo haría tampoco.

 

_ Hiro-san… _dijo por fin el más alto_ Podría llamarlo así de ahora en adelante… ¿Le agrada?

 

El castaño se encogió de hombros:

 

_ Llámame como quieras, de ahora en más sólo me escribirás cartas… _contestó. Al mirar sobre su hombro vio que el ojiazul le extendía un pequeño envoltorio_ ¿Um…? ¿Para mí…?   

 

_ Sí…

 

_ No es mi cumpleaños… _bromeó mientras rompía el envoltorio.

 

_ Lo sé. Tal vez me ayude a convencerlo de que se quede… _repuso Nowaki.

 

Hiroki se quedó boquiabierto. Dentro del paquete había un costoso reloj de bolsillo. Tenía forma de esos simpáticos insectos comúnmente llamados “Mariquitas”, con lunares y todo; y cuando se le presionaban las antenas las alas se apartaban y se podía ver el reloj. Era todo de plata con incrustaciones de brillantes.

 

_ Nowaki… _sostuvo el refinado obsequio en su palma_ Debió haber costado una fortuna…

 

_ No quería uno de esos aburridos relojes de bolsillos dorados y redondos… Éste es especial… _con lentitud abrazó por detrás a Hiroki_ Como usted…

 

Hiroki vió los fuertes brazos de Nowaki cruzarse delante de su pecho, impidiéndole escapar. Sintió que lo jalaba hacia él, sin que pudiera poner resistencia alguna;

 

_ No se vaya, profesor… _susurró el ojiazul en su oído.

 

_ Pero… _Hiroki se retorció un poco entre sus brazos_ Nowaki, ¿para qué voy a quedarme…?

 

_ Podría quedarse para mí… Lo quiero, profesor…

 

_ ¿Q-qué estás diciendo…? _Hiroki se puso rojo e intentó apartarse pero sólo conseguía que Nowaki lo apretara más y más contra su duro pecho.

 

Los brazos fuertes de Nowaki lo mantuvieron prisionero en su lugar, haciendo que comenzara a desesperarse. De repente se sentía pequeño y vulnerable, expuesto a lo que Nowaki quisiera hacerle…

 

Extrañamente, ésa idea lejos de asustarlo, sólo provocó que un extraño calor surgiera en su estómago y se extendiera en forma de cosquilleo por todo su cuerpo:

 

_ Nowaki… _gimió, sintiéndose indefenso_ Déjame ir, no es muy de hombres abrazarse así… _le advirtió_ Mmmm… Nowaki…

 

La boca del más alto había descendido sobre la fina piel de su nuca, comenzando a besarlo y acariciarlo con los labios;

 

_ No… Mmm… _Hiroki tembló suavemente cuando toda su piel se erizó de placer. Aquello no podía estar sucediéndole a él: su alumno, cuatro años menor que él por cierto, lo tenía prisionero de sus besos_ Espera… No podemos…

 

Muy pronto las palabras dejaron de fluir a medida que la mente del profesor quedaba en blanco. Nowaki extendía sobre su cuello suaves y tentadores besos, despertándole todas las terminaciones nerviosas de su piel y acelerándole el pulso.

 

Más tarde cuando apartó un poco la tela de su camisa, descubriendo un hombro suave y dorado, Hiroki sintió que las piernas le temblaban al sentir allí también sus besos y la caricia tibia de sus labios. Cerró los ojos y se retorció un poco mientras el último ápice de fuerza de voluntad lo abandonaba...

 

El castaño hizo a un lado la cabeza para descubrir mejor el cuello. Nowaki no perdió el tiempo y comenzó a rozar con los dientes la piel de su garganta mientras que sus brazos se apartaban de su prisionero para acariciarlo por todas partes…

 

Alguien llamó a la puerta en ése momento y tanto Nowaki como Hiroki dieron un salto hasta el techo. Tsumori apareció en el umbral de la puerta:

 

_ Hola, ¡espero no interrumpir ninguna lección de piano ni nada por el estilo! _saludó.

 

Nowaki se alejó del confundido profesor para abrazar a su querido amigo de la infancia;

 

_ ¿Qué estás haciendo aquí? _le preguntó.

 

_ He venido de visita… _dijo simplemente el rubio_ Profesor Kamijou, ¿cómo está? No pensé que seguiría aquí…

 

_ Hola, Tsumori… _le saludó con frialdad.

 

Los dos amigos salieron de la biblioteca al poco rato, dejando solo a Hiroki que aún trataba de controlar su respiración y aclarar sus pensamientos.

 

_ Qué me está pasando… _se preguntó en voz alta.

 

Recordó cómo se había sentido entre los brazos de Nowaki minutos atrás y se le erizó el cabello. ¿Por qué Nowaki actuaba de ésa forma? Peor, ¿por qué él mismo había actuado de ésa forma, dejándose llevar, quedándose allí parado…?

 

Eso no podía ser… ¿Un profesor que deseaba a su alumno…? ¡Dios Santo!

 

Debía tomar distancia cuanto antes…

 

“Debo de estar loco…” pensó con un suspiro.

 

 

 

*-*-*-*-*-*

 

En la noche…

 

 

 

Nowaki pinchó un poco de comida de su plato y se la llevó a la boca. Él, Hiroki y  Tsumori se encontraban cenando en el enorme y elegante comedor. Su padrastro no se encontraba ya que estaba en medio de un viaje de negocios.

 

_ ¿Cómo está Aikawa…? _preguntó.

 

Tsumori sorbió un poco de vino de su copa:

 

_ Gracias al cielo, en una escuela para señoritas… _respondió_ Allí le enseñarán a comportarse con buenos modales y cumplir sus responsabilidades. Se la pasaba leyendo novelas románticas… 

 

_  No tiene nada de malo apasionarse por la lectura… _oyó que protestaba Hiroki.

 

El ojiazul observó a Hiroki. Aquellas eran las primeras palabras que había pronunciado desde que se habían sentado a cenar.

 

Tsumori le sostuvo unos segundos la mirada al profesor. No le caía muy bien que lo contradijeran…

 

_ Como usted diga, profesor… _soltó y se limpió con una servilleta.

 

Siempre había notado que al castaño no le agradaba del todo Tsumori, era como si hubiese algo en él que no acababa de gustarle. Sin embargo nunca lo escuchó decir nada al respecto, seguramente porque sabía que él y el rubio eran buenos amigos…

 

_ No me imagino a Aikawa en una de ésas escuelas… _comentó para romper un poco el ambiente tenso que se había instalado_ Ella es muy alegre y divertida, y en ésos lugares sólo hay niñas consentidas y estiradas. Es todo muy aburrido…

 

Hiroki no dijo nada en absoluto. Tsumori se encogió de hombros y siguió comiendo. Nowaki suspiró dándose por vencido…

 

*-*-*-*-*-*

 

 

 

La cena transcurrió sin otros contratiempos y luego cada uno se retiró a su habitación.

 

Hiroki iba camino a la biblioteca a buscar un libro que había dejado por la mitad y pasó frente a la habitación de Nowaki, que tenía la puerta cerrada.

 

Pensó sin querer en lo que había pasado esa mañana en la biblioteca y se sonrojó un poco. ¿Qué hubiese pasado si Tsumori no lo hubiese interrumpido…?

 

_ Hiro-san… _oyó a sus espaldas.

 

Se volteó y descubrió a Nowaki mirándolo desde la puerta de su habitación con su dulce sonrisa;

 

_ ¿Te he despertado…? _preguntó sin saber qué mas decir.

 

_ No… Pero reconocí sus pasos… _se le acercó. Hiroki siguió parado en el mismo lugar_ Quería hablarle respecto de lo que pasó hoy…

 

Hiroki pestañeó rápidamente y apartó la mirada;

 

_ Preferiría no hablar de ello por el momento… _dijo.

 

_ Iba en serio lo que dije… _insistió el ojiazul_ No quiero que se vaya de mi lado… Lo quiero, Hiro-san…

 

Cuando intentó tomarle una mano entre las suyas, Hiroki se apartó con violencia:

 

_ ¿Qué pasa contigo??? _protestó_ ¿Por qué me dices éstas cosas tan raras? ¡Tú y yo somos profesor y alumno!

 

_ Usted ya no es más mi profesor, me lo dijo esta mañana… _repuso Nowaki, y hablaba totalmente en serio_ Además ya no lo quiero como un alumno a su profesor. Yo lo quiero aún más… 

 

_ Quítate estas ideas de la cabeza, por favor…  No sabes lo que estás diciendo…

 

Se preparó para irse, pero Nowaki lo detuvo colocando una mano en la pared:

 

_ Sí que lo sé… _afirmó.

 

_ ¿Cómo te atreves??? _golpeó el brazo de Nowaki e intentó pasar; pero no lo logró.

 

Nowaki lo tomó con ambas manos por la cintura y lo acercó con brusquedad hacia él. Cuando sus caras estuvieron al mismo nivel, el ojiazul aflojó las manos en su cintura y le habló con suavidad;

 

_ Por favor… No me rechaces, Hiro-san… _rogó y era la primera vez que lo tuteaba_ Te quiero… Por favor, quiéreme también…

 

Hiroki lo observó a los ojos y no pudo ignorar la sinceridad en ellos. Nowaki realmente sentía algo más por él…

 

Inconscientemente cerró los ojos y los apretó, sin saber que decir. Nowaki acercó su cara a la de él y le presionó los labios.

 

Hiroki se sorprendió al descubrir que él también ansiaba que lo besara. Aún dudando, separó un poco los labios y el más alto tomó su boca por completo en un beso dulce, lento.

 

Colocó una pierna entre las del profesor y afirmó los brazos en su cintura delgada, acercándolo a él para que la parte baja de sus cuerpos quedara en contacto.

 

Hiroki se atrevió a tocar sus hombros, y más tarde a acariciar su cabello oscuro y abundante con los dedos. Antes de que se diera cuenta el corazón comenzó a latirle más rápidamente y la sangre se calentaba a fuego lento en sus venas…

 

Cuando se separaron; el castaño respiró con fuerza, agitado y acalorado, y lo apartó con un empujón;

 

_ No puedo hacer esto, Nowaki… _gimió.

 

Y antes de darle tiempo a algo más, se alejó corriendo.

 

 

 

*-*-*-*-*-*

 

Tsumori lo esperaba en la puerta de su habitación. Todo lo que Hiroki deseaba en ése momento era encerrarse en su cuarto, pero allí estaba otro obstáculo de la noche tan agitada que estaba teniendo;

 

_ ¿Qué quieres, Tsumori…? _preguntó tratando de aparentar que estaba calmado.

 

_ Hablar con usted… _el rubio se cruzó de brazos y lo miró fijo_ He estado esperando la oportunidad de hacerlo… ¿De dónde viene?

 

_ De la biblioteca… _mintió rápidamente.

 

_ No es cierto… _Tsumori alzó las cejas_ Acabo de verlo con Nowaki…

 

Hiroki se quedó de piedra. ¿Acaso los había visto besándose?

 

Tsumori leyó la expresión en su cara y volvió a hablar:

 

_ La verdad es que también los vi hoy en la biblioteca… _contó_ ¿Ha pensado siquiera en las consecuencias de lo que está haciendo…?

 

El castaño no dijo nada. Tsumori frunció el seño y suspiró cerrando los ojos:

 

_ Escuche, quiero mucho a Nowaki… Él es mi amigo de toda la vida… _dijo_ No puedo permanecer indiferente mientras usted lo arrastra hacia el desastre…

 

_ Y-yo nunca… _balbuceó_ ¿Por qué dice eso…?

 

_ Piense un momento… Piense en todo lo que va a heredar de su padrastro: ésta casa, dinero, una buena posición en la sociedad… Luego lo espera conseguir una esposa y tener hijos… ¿Usted cree que puede darle todo eso? ¿Se imagina lo que pasaría si saliera a la luz lo que ustedes los supuestos “profesor y alumno” hacen…?

 

El rubio hablaba con una total frialdad, demasiada para un chico de su edad; pero había pintado un cuadro muy realista… Tenía que reconocerlo, Tsumori tenía toda la razón.

 

_ Nowaki no se da cuenta ahora… _prosiguió_ Cree que está enamorado de usted, pero sólo es una idea pasajera, no lo tome muy en serio. Ya el sólo hecho de que sean hombres es bastante extraño ¿no lo cree?

 

Silencio.

 

_ Lamento que suene cruel…

 

_ Comprendo… _suspiró el castaño_ Tienes razón…

 

_ No quiero que lo tome como algo personal entre usted y yo… _finalizó ya retirándose_ Confío en que hará lo mejor por Nowaki… Y se irá…

 

Tsumori se alejó por un pasillo. Antes de desaparecer, se volvió e hizo un último anuncio;

 

_ Si decide hacer lo correcto, nos veremos mañana al amanecer en el salón principal. Yo le conseguiré un transporte de confianza para que vaya a donde quiera…

 

_ Muy bien.

 

_ Buenas noches…

 

 *-*-*-*-*-*

 

Hiroki entró a su habitación y tras cerrar la puerta correctamente se dejó caer en su cama como si fuera un muñeco roto.

 

¿Por qué las cosas iban tan rápido…? Esa mañana estaba haciendo tranquilamente su equipaje con la música del piano acompañándole y de repente se encontraba en ésa situación…

 

¿Cuáles serían las consecuencias de dejarse llevar y explorar ése deseo que comenzaba a sentir por Nowaki?

 

Tsumori las había enumerado bastante bien… y de forma por demás cruel.

 

Pero al fin y al cabo, tenía razón. Maldita sea. Tenía razón.

 

_ Nowaki… _suspiró_ Nowaki…

 

Se frotó la frente. De repente, las lágrimas se habían agolpado en sus ojos.

 

Si debía ser sincero consigo mismo, no quería dejar a Nowaki tan pronto…

 

Pero debía hacer lo correcto. Si se quedaba por más tiempo irremediablemente se dejaría llevar.

 

Se sentó en la cama. Observó las maletas a medio hacer…

 

_ Perdóname, Nowaki… _suspiró mientras se levantaba y buscaba entre sus cosas. Encontró papel y una pluma y escribió a toda velocidad_ Sé que esto nos dolerá a los dos… Pero me iré por tu bien…

 

*-*-*-*-*-*

 

Cuando terminó de escribir y las maletas estuvieron terminadas y cerradas correctamente era muy tarde.

 

Hiroki se pasó una mano por la frente. Nunca había empacado tan rápido antes…

 

Salió en silencio de la habitación para tomar un poco de aire.

 

Comenzó a caminar por toda la casa. Deambuló como si fuera un fantasma silencioso por las habitaciones.

 

Fue a la biblioteca y pasó las manos por los libros. Se sentó en el piano y acarició las teclas pensando en Nowaki, en sus manos de dedos largos moviéndose sobre el marfil, en sus ojos azules y su sonrisa…

 

De repente una lágrima se deslizó por su mejilla y antes de que se diera cuenta estaba llorando.

 

No quería dejar a Nowaki… ahora lo entendía…

 

Se levantó y fue hasta la habitación del ojiazul. Recordó las veces que de niño, había tenido que ir a dormir con él o revisar bajo su cama para convencerlo de que no había nada que temer.

 

Cuando su mano giró el picaporte descubrió que estaba temblando. Respiró hondo antes de empujar y abrir la puerta…

 

*-*-*-*-*-*

 

Cuando entró en la habitación, ésta estaba totalmente oscura. La forma de los objetos se recortaba con un poco de luz de luna que entraba por la ventana y le daba justo en la cara a Nowaki.

 

Avanzó hacia él y a cada paso que daba se quitaba una prenda: primero se quitó la vieja levita color marrón, luego los zapatos y finalmente los pantalones. Apartó las sábanas y se metió en la amplia cama.

 

Apoyado sobre un codo, se tomó su tiempo para observar al más alto. Nowaki dormía boca arriba, con una mano sobre el pecho y la otra junto a su rostro. La luz de la luna le daba justo en la cara pero no parecía molestarle en lo más mínimo ya que dormía profundamente.

 

Hiroki acarició su rostro; tocó un mechón de cabello que caía sobre la frente, sus dedos se pasearon por su mejilla y el mentón.

 

Qué apuesto era… era difícil reconocer que el niño que había sido su pequeño y dulce alumno se hubiese transformado de repente en ése hombre tan grande… y atractivo.

 

En eso pensaba cuando advirtió que el ojiazul estaba despertando. Los ojos se le abrieron, perezosos, y se sobresaltó un poco al sentir una mano ajena sobre el rostro.

 

Hiroki pensó en decir algo al instante que lo calmara pero las palabras no salieron de su boca; además no fue necesario puesto que Nowaki lo reconoció aún antes de que se asomara un poco a la luz y pudiese ver su cara…

 

_ ¿Hiro-san…? _dijo y se despertó al instante. Acarició la mano que aún tenía en la mejilla y se incorporó_ ¿Qué hace aquí…?

 

_ No podía dormir… _respondió rápidamente. Cuando el ojiazul entrelazó los dedos de sus manos se le formó un nudo en la garganta y regresaron las ganas de llorar.

 

No dijo nada más por unos momentos, no quería que Nowaki lo viera llorando…

 

Ambos se quedaron en silencio unos segundos, Nowaki observándolo y él mismo tratando de no llorar. El más alto estiró su mano libre y le rozó el cabello;

 

_ Qué le ocurre… ¿Es por lo que hablé con usted hoy…? _preguntó_ Perdón por haberme comportado de forma tan impulsiva… Pero todo lo que le dije es cierto, Hiro-san…

 

El castaño negó con la cabeza y se inclinó. Nowaki llevó ambas manos hasta su rostro y acunó su cara:

 

_ Nowaki… _suspiró.

 

Cuando reparó en que sus caras estaban muy cerca otra vez, no se inquietó ni buscó apartarse. Sólo inclinó la cabeza hacia él buscando sus labios y esperó que volviera a besarlo.

 

Sabía que si se dejaba llevar y se entregaba a Nowaki ésa noche pagaría un precio muy caro: el precio de abrir una herida que no cerraría nunca y recordarlo por siempre…

 

Pero ya no importaba. Si iba a dejar a Nowaki por lo menos quería estar con él una sola vez, amarlo y despedirse para siempre.

 

El ojiazul lo estrechó contra él y no vaciló en responder a su tentador ofrecimiento. Lo besó con avidez, abrazó su cintura y suspiró, feliz, cuando los brazos del castaño le rodearon los hombros.

 

Hiroki se encargó de empujarlo para que volviera a recostarse y se subió sobre él. El ojiazul advirtió que no llevaba nada más que su camisa con muchos volados y la ropa interior:

 

_ Hiro-san… _comenzó a decir.

 

_ Shhh… No digas nada… _Hiroki se sentó sobre él_ Ésta noche vuelvo a ser tu profesor… _susurró.

 

Nowaki acarició el cabello castaño y lacio que tanto le gustaba:

 

_ Gracias por venir, profesor… _susurró con una sonrisa y sus ojos azules brillaron_ Quería verlo…

 

Volvió a sentarse y aferró la cintura del castaño. Cuando sus bocas se unieron en un beso tierno, Hiroki lo abrazó con todas sus fuerzas. Sus dedos se enroscaron en el cabello oscuro y abundante;

 

_ Nowaki… _gimió en su oreja_ Tócame… Bésame… Hazlo, por favor…

 

Nowaki desprendió uno por uno los botones de la camisa y la abrió. La prenda se deslizó con el roce de una pluma por los hombros de Hiroki, descubriendo la piel dorada y cálida, ansiosa por sus besos.

 

Hiroki suspiró de placer cuando al fin sintió la boca del más alto besarle el cuello, los hombros, el pecho. La lengua de Nowaki trazaba pequeños círculos sobre la piel dorada, la tibia humedad de su boca dejaba un camino brillante a la luz de la luna.

 

Al fin se detuvo sobre uno de los rozados pezones y lo acarició suavemente con los labios. El castaño se mordió los labios y cerró los ojos con fuerza, mientras el tierno botoncito se endurecía y enroscó los dedos en los mechones de la nuca de Nowaki, tratando de acercarlo con desesperación hacia él.

 

Nowaki sonrió, complacido ante la señal de que estaba haciendo las cosas bien, y procedió a complacerlo lamiendo y succionando el pezón hasta hacerlo estremecerse de puro placer. Sus manos vagaron por la cintura, acarició los muslos desnudos y de inmediato sintió una punzada de excitación en el vientre…

 

Recordó las veces en que había soñado con hacerle el amor, pasar la noche entera entre sus brazos, pensando en cómo serían sus gemidos. Era casi increíble tenerlo allí ahora… y que fuese la realidad…

 

_ ¿En qué piensas…? _le preguntó Hiroki al advertir su expresión ausente.

 

Nowaki lo observó un momento antes de responder: el castaño estaba sonrojado, algunos mechones de pelo se habían adherido a su rostro a causa del sudor que hacía brillar su piel dorada…

 

_ Pensaba… _dijo mientras apartaba el cabello de su cara con los dedos_ En que sería terrible si esto fuese sólo un sueño…

 

Hiroki sonrió:

 

_ No es ningún sueño… _le aseguró antes de besarlo. De un tirón abrió la parte de arriba de la pijama de Nowaki y se la quitó. Se apretó contra él, sintió los músculos y los anchos hombros con las yemas de los dedos. Bajó por su abdomen, pasando por el pecho, los abdominales…

 

_ Ah… Hiro-san… _Nowaki profirió un gemido ronco cuando los dedos del castaño llegaron debajo de su ombligo.

 

_ Shhh… _Hiroki le besó el cuello con besos húmedos y tentadores, que no hicieron otra cosa que desesperar más al ojiazul_ Ya te dije que por ésta noche vuelves a ser mi alumno… _susurró.

 

Lo acarició con lentitud, sobre la tela del pijama. Podía sentir la urgencia en el cuerpo de Nowaki, y cómo se estremecía. Sonrió satisfecho cuando lo vio aferrar las sabanas y estrujarlas:

 

_ Hiro-san lo siento, pero no puedo más… _lo rodeó la cintura con un brazo y lo besó apasionadamente hasta quitarle el aliento_ Te necesito tanto que no quiero esperar más…  

 

 Los dos rodaron por la cama, abrazados, hasta que Nowaki quedó sobre él.

 

Sus grandes manos comenzaron a vagar por la cintura del profesor. Quitó la única prenda que lo cubría y la deslizó con deleite por sus largas y esbeltas piernas.

 

Hiroki, con el cabello alborotado contra las almohadas y su pecho que subía y bajaba agitadamente, le pareció un sueño hermoso. Una ilusión tan perfecta, tan sensual, con su dorada desnudez y el suave rubor en su cara…

 

_ Quiero conocer cada parte de su cuerpo, profesor… _susurró en su oído.

 

El castaño no prestó especial importancia a la frase, hasta que Nowaki comenzó a descender con lentitud por su cuerpo, acercándose a ése lugar de su anatomía.

 

Nowaki le besó el estómago, describió un círculo con la lengua en su ombligo, los mechones de cabello oscuro rozaron la suave piel por debajo de éste…

 

_ Nowaki… _Hiroki se incorporó sobre sus codos al sentirlo ubicarse entre sus piernas_ Para… No es… N-necesario…   

 

El profesor comenzaba a tartamudear las palabras a medida que el ojiazul hacía caso omiso de sus palabras y le hacía sentir su cálida respiración en la parte interior de los muslos. Cuando le separó suavemente las piernas y su boca descendió para complacerlo las protestas de Hiroki se transformaron en sollozos de placer.

 

_ Nowaki… Mmm… Nowaki… N-no… _en vano trató de luchar contra el descontrol que le provocaban las osadas caricias de su alumno. Movido por la timidez intentó apartarse pero Nowaki le aferró las caderas y lo mantuvo en su lugar, continuando con su atrevida exploración pasando su lengua por todas sus partes más sensibles.

 

Finalmente no pudo contenerse más y el castaño se dejó caer sobre la cama, rindiéndose por completo ante esa boca que sólo le daba un exquisito placer.

 

Arqueó la espalda, se mordió los labios, susurraba y gemía…

 

Cuando estaba a punto de correrse, Nowaki soltó su cadera para acariciar sus glúteos y apartar la suave carne, descubriendo la rosada entrada. Concentró allí sus caricias, lamiendo juguetonamente y sin detenerse, haciendo que Hiroki se retorciera y aferrara las sábanas:

 

_ ¡Ahh! ¡Nowaki…! ¡Mmmm, no pares! _gimió alzando las caderas desesperadamente.

 

Su cabeza cayó de costado cuando el orgasmo lo sacudió, haciendo que todo su cuerpo temblara. Jadeó un momento intentando recuperarse, mientras los lacios mechones de pelo castaño le caían sobre la cara.

 

Nowaki los apartó uno por uno al inclinarse sobre él, y encontró al castaño con los ojos cerrados:

 

_ ¿Se encuentra bien, profesor…? _preguntó juguetonamente.

 

Hiroki asintió con los ojos aún cerrados;

 

_ ¿Dónde… dónde aprendiste a hacer eso…? _jadeó.

 

_ En las novelas románticas que le robé a Aikawa… _lo dijo con tanta despreocupación que Hiroki se rió y abrió los ojos para mirarlo.

 

Como aún tenía las manos a los costados de la cabeza no le fue difícil acariciar las mejillas del más alto. Acercó su rostro a él y lo besó dulcemente:

 

_ Profesor… Mi Hiro-san… _susurró Nowaki contra su boca_ Lo quiero tanto…

 

_ Y yo te quiero a ti… _Hiroki lo observó con su nariz pegada a la de él_ Mi alumno… Mi dulce Nowaki… 

 

Ambos se recostaron sobre los almohadones, abrazados. La luna teñía de plata los cuerpos bañados en sudor;

 

_ Estás temblando… _observó el castaño.

 

_ Estoy algo nervioso por ésta parte… _confesó el más alto_ No quiero lastimarlo…

 

_ No lo harás… _le tomó la mano_ Deja que te ayude…

 

Comenzó a guiar la mano de Nowaki hacia el sur de su cuerpo. Separó las piernas a lo largo del cuerpo del más alto y cuando su mano estuvo ubicada correctamente empujó su dedo con el de él hasta que estuvo dentro.

 

Se pasó la lengua por los labios. Tocarse con la ayuda de Nowaki le resultaba especialmente sensual y delicioso…

 

Cuando Nowaki introdujo un segundo dedo el castaño retiró su mano y le rodeó los hombros:

 

_ Aprendes rápido… _ronroneó en su oído. Movió las caderas un poco, suspirando placenteramente ante el suave movimiento de los dedos. 

 

Estaba sorprendido por la facilidad con la que su cuerpo se amoldaba a la intrusión. Gimió un poco cuando sintió otra vez que Nowaki hurgaba dentro de él, apretó los hombros del más alto y echó la cabeza hacia atrás, volviendo a suspirar.

 

Esa fue la señal para que Nowaki comenzara a mover su mano, introduciendo un tercer dedo. Antes de que el profesor se diera cuenta ya estaba acompañando los movimientos de Nowaki con las caderas, gimiendo su nombre:

 

_ Nowaki… Ahhh, sí… Sígue… _Nowaki arqueó los dedos y encontró su punto débil_ Mmmm… No pares, tócame más… A-ah, sí… Justo ahí… 

 

Hiroki buscó su boca para besarlo hambrientamente. Quería más, mucho más;

 

_ Nowaki ya estoy listo… Ya puedes… _dijo entre gemidos.

 

El más alto retiró su mano y reemplazó sus dedos con su miembro, empujando suavemente;

 

_ Ahhh… Hiro-san… _apoyó los codos a los costados del profesor. Estaba tan caliente y delicioso_ E-eres increíble…

 

Cuando terminó de entrar en él, Hiroki ya suspiraba sin cesar. El castaño movió las caderas para sentirlo, frotándose contra su pecho.

 

_ Hazme tuyo, Nowaki… _gimió mientras sus piernas le rodeaban.

 

Y Nowaki obedeció todas y cada una de sus súplicas, haciéndole el amor hasta muy altas horas de la noche, embriagado en un completo éxtasis de placer. Estar así con su persona amada era morir una y mil veces… Llegar al paraíso y permanecer allí un largo rato…

 

Luego de muchas horas de amarse, los dos jóvenes sintieron por fin que ese fuego que los consumía se apagaba y se desplomaron satisfechos sobre las sábanas mientras el sueño los invadía.

 

Nowaki cerró los ojos con su cara oculta en el pecho de Hiroki. Sentía los latidos de su corazón resonando ahí dentro. Sonrió;

 

_ Lo quiero, Hiro-san… _susurró.

 

Hiroki sólo le acarició el cabello húmedo, ensortijando los mechones con sus dedos.

 

A medida que descendía de las nubes del placer, lo rodeaba la dura realidad. La realidad era que debía irse…

 

Una lágrima se deslizó silenciosamente por su mejilla y se fundió con las blancas sábanas.

 

Nowaki… Ésta será la última vez que te tendré así…” pensó mientras lo estrechaba contra su pecho. Oyó el ritmo de su respiración y supo que se había dormido.

 

“Lo siento…”

 

*-*-*-*-*-*

 

El sol se asomó en el horizonte cuando Hiroki bajó la escalinata del salón principal.

 

En la puerta lo esperaba Tsumori:

 

_ ¿Ya está listo? _le preguntó.

 

_ Sí…

 

_ ¿Nowaki no lo ha oído, verdad?

 

_ No. Está dormido… _el castaño se miró los pies.

 

_ Todas sus maletas están ya en el carruaje… _anunció_ He puesto a su disposición uno de mis mejores cocheros. Lo llevará adonde guste…

 

_ Gracias… 

 

Hiroki sacó la carta de uno de sus bolsillos y la enrolló. Para sujetarla se quitó el anillo que llevaba en su mano, ése que Nowaki le había obsequiado cuando era pequeño, y lo colocó alrededor del papel;

 

_ ¿Puedes darle esto cuando yo ya esté lejos…? _le pidió al rubio, extendiendo el brazo hacia él.

 

_ Yo se la daré… Tiene mi palabra… _Tsumori tomó la carta y la guardó en uno de sus bolsillos_ Adiós, Profesor Kamijou…

 

*-*-*-*-*-*

 

El encargado de conducir el transporte le abrió la puerta a Hiroki y éste subió con una pequeña maleta en la mano.

 

Cuando la puerta se cerró se atrevió a mirar hacia la casa. Ése lugar había sido su hogar durante muchos años… y ahora no sabía ni siquiera adónde ir.

 

Lo consolaba la idea de que había echo lo correcto, y era una idea a la que tendría que aferrarse durante el resto de su vida.

 

Pero si había echo lo correcto…

 

Entonces, ¿por qué me pesa tanto el corazón…?” fue su pensamiento cuando el carruaje empezó a moverse.

 

*-*-*-*-*-*

 

Tsumori observó al castaño subir al carruaje y alejarse desde una ventana.

 

Sacó la carta de su bolsillo y luego de arrugarla la arrojó al fuego de la chimenea.

 

Sin embargo conservó el anillo, le serviría más adelante…

 

El rubio hizo un gesto con la cabeza y tres hombres salieron de la oscuridad por un costado de la habitación. Iban cubiertos con oscuras capas y tenían un aspecto peligroso;

 

_ Lo quiero muerto… _anunció Tsumori sin quitar la mirada de la ventana_ No quiero correr riesgos si decide volver; desháganse de él…

 

Los tres hombres salieron de la habitación uno por uno, dispuestos a cumplir las órdenes de su amo…

 

 

 

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