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Secretos de un alumno y un profesor por Masterred 2

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Capítulo 5 – Una oferta que no podrás rechazar


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“Esa mañana Hiroki dictaba la clase como lo había hecho ya miles de veces antes. La única diferencia estaba en que los alumnos se librarían de los estudios más temprano ésos días ya que la última hora de la mañana estaba destinada al profesor Miyagui y éste… bueno… se había fugado con el hijo menor del Rey hacía ya más de una semana…


Era increíble lo rápido que el escándalo se había extendido… El encantador y joven príncipe Shinobu, desaparecido junto con un extraño, un enemigo sin rostro que le había arrebatado a los Reyes su hijo más pequeño antes de que pudieran hacer algo siquiera. Al menos así lo comentaban en el pueblo…


No era cierto, obviamente. Hiroki debía morderse la lengua cada vez que escuchaba la versión distorsionada de la historia, de cómo un pervertido había secuestrado al indefenso príncipe. Eso era lo que pasaba con la verdad cuando los chismes son el pasatiempo favorito de un pueblucho…


Hiroki conocía la verdadera historia… Al final sólo era una historia de amor más entre tantas… Tal vez algún día alguien pudiera escribir sobre eso…


Hasta entonces, él debió explicar la ausencia de Miyagui con la excusa de que había recibido un telegrama diciendo que un familiar que poseía unas tierras muy importantes estaba a punto de morir a causa de una enfermedad. Había salido de viaje a toda prisa, puesto que quería estar presente en el momento de la repartición de la jugosa herencia y… bien, más adelante llegaría a sus manos cierta “carta” diciendo que Miyagui se había quedado a vivir en su pueblo natal disfrutando del dinero y tierras legados.


“Soy un mentiroso brillante…” pensó Hiroki cuando la clase acabó y los alumnos se retiraron uno por uno del salón; “pero cómo extraño a ése idiota de Miyagui…”.


Sobre su escritorio humeaba una taza de té, se la llevó a los labios pensando en que era totalmente imposible que consideraran a Miyagui, un profesor pobre y mediocre como él, como posible sospechoso del escándalo con el príncipe. Sí, Miyagui estaba a salvo…


Con un gesto de complicidad, el castaño abrió un pequeño cajón de su escritorio y extrajo una discreta botella de licor. Vertió un poco en su taza de té y la regresó a su escondite…


Se odiaba por tener que recurrir a un truco tan vulgar como el licor en el té para calmar su ansiedad, pero es que desde la fiesta de disfraces que tenía los nervios destrozados. Sorbió el té repitiéndose mentalmente que no había nada que temer, que Miyagui estaba a salvo, que su mentira era perfecta para la ocasión, nunca se sabría la verdad de nada…


Pero en el fondo, lo que agitaba el corazón dentro de su pecho no era el temor por su amigo, era…


Nowaki…” suspiró en su mente. Aún era increíble que lo hubiese vuelto a ver. Y estaba tan guapo, tan alto, tan… tan adulto…


Ya había pasado un tiempo desde esa fiesta, ¿por qué aún de pensar en ése reencuentro el estómago se le llenaba de mariposas? Mariposas que desaparecían al recordar lo que el más alto le había dicho: “pensé que estabas muerto…”.


La carta… ¿Por qué Nowaki no la había recibido? Aunque aún así lo habría creído muerto ya que encontraron todas sus cosas y su ropa y su…


Y el anillo que Nowaki me había obsequiado…” pensó y enseguida dio un brinco “Tsumori… Él lo tenía, se lo di junto con la carta…”.


¿Realmente era posible que Tsumori le hubiera hecho creer algo semejante a Nowaki…? ¿O el rubio también lo había creído muerto? Pero entonces por qué le había dado a Nowaki el anillo como prueba de su muerte…


Había muchas cosas que no encajaban en la historia. Se encogió de hombros y se recostó en su silla. De todas formas no importaba, Nowaki ya sabía que él estaba con vida, sano y salvo. Aunque…


“Si no me hubiese creído muerto… ¿Qué hubiese pasado? ¿Nowaki… habría salido a buscarme…? Además, dijo que estaba feliz de verme…” pensó ruborizándose.


¡No, no, y no! No debía dejarse seducir por pensamientos como ésos, ¡no!


Seguramente el ojiazul había vuelto a su casa, con su esposa y sus hijos, habría comentado el episodio, luego se habría encogido de hombros y seguido con su vida. Sí, eso debió de haber pasado, si no, lo habría vuelto a ver como Nowaki le había dicho…


_ ¿Profesor…? _un alumno asomó la cabeza por la puerta entreabierta.


_ ¿Nunca te enseñaron a golpear la puerta antes de entrar? _gruñó el castaño llevándose la taza a los labios.


_ Lo siento, pero hay una persona que lo está buscando… _se excusó el jovencito.


_ Dile que no estoy para nadie, las clases ya acabaron así que…


_ Es un vendedor de libros viejos, me ha dicho que tiene unos títulos muy interesantes y que necesita el dinero para alimentar a su familia…


La expresión de Hiroki se suavizó al ver que podía hacer su buena acción del día y a la vez hacerse con unos cuantos libros. Se levantó:


_ De acuerdo, hazlo pasar… _le dijo a su alumno.


Aguardó unos momentos, apuró su taza de té y repasó mentalmente el dinero del que disponía. Al escuchar una puerta que se abría y algunos pasos se volteó hacia la puerta:


_ ¡Nowaki! _exclamó.


El más alto lo observaba parado en la puerta. Se adentró en la sala:


_ Buenas tardes, Hiro-san… _saludó, aunque no sonreía_ Te dije que volveríamos a vernos…


Hiroki estaba atónito. Pestañeó rápidamente tratando de recuperarse de su aplomo;


_ ¿C-cómo diste conmigo…? _murmuró.


El más alto se encogió de hombros;


_ Sólo tuve que considerar los pueblos más pequeños, buscar escuelas, profesores, y hacerme pasar por un pobre vendedor de libros viejos… _explicó_ No fue tan difícil encontrarte, ahora que tenía la certeza de que no estabas muerto…


“Otra vez con eso…” pensó Hiroki.


_ De verdad me parece algo increíble que… que pensaras que estaba muerto… _le dijo a Nowaki.


El ojiazul lo miró frunciendo el ceño:


_ A mí no me pareció tan difícil de creer. No te hagas el tonto. _le reclamó al castaño_ Vine aquí porque merezco algunas explicaciones y no me iré hasta que las tenga…


Hiroki tragó saliva ante el tono de voz de Nowaki. Pero luego la ira se avivó dentro de él, ¡no tenía la culpa de que Nowaki se creyera todo lo que le decían!


_ ¡Yo no puedo explicarte nada! _exclamó_ Sólo sé que me fui, unos ladrones me asaltaron y me robaron todo lo que tenía. Por pura suerte conseguí librarme de ellos y terminé aquí, es todo…


Nowaki permaneció callado unos momentos, pero no cambió su expresión;


_ Ya no soy un niño, para andar creyéndome historias. Dime la verdad, Hiro-san…


_ ¡Ésa es toda la verdad!


_ No hagas que se agote mi paciencia… _le advirtió.


_ ¿Ah…? ¡¿Pero quién te crees que eres para venir aquí a echarme en cara lo que otros te hicieron creer todos estos años?! ¡Y encima me llamas mentiroso! _Hiroki tomó un libro y con expresión ofendida atravesó la sala en dirección a la puerta_ ¡Se acabó, me largo, no puedo desperdiciar contigo toda la mañana!


Como era de esperarse, Nowaki lo atrapó y tironeó de su brazo para hacer que se volviera:


_ ¿A qué te refieres con “lo que otros te hicieron creer”…? ¿A quién quieres culpar ahora?


_ ¡Suéltame! ¡De todos modos parece que no estás dispuesto a creerme nada!


_ ¡Hiro-san!


Hiroki soltó el libro que traía en la mano, y éste cayó justo sobre el pie del más alto. Nowaki lo soltó y el castaño se escabulló y salió de la sala.


Atravesó el pasillo a paso rápido. Nowaki fue tras él;


_ ¡No me sigas! _el profesor entró en la biblioteca y quiso cerrarle la puerta en las narices pero Nowaki se lo impidió.


_ ¡Hiro-san, tenemos que hablar! _empujó la puerta y entró el también en la biblioteca_ ¡No puedes pasarte la vida huyendo de mí!


_ ¡Quítate de encima! _rugió Hiroki pateando y tirando golpes en todas direcciones cuando vio que Nowaki se acercaba a él otra vez_ ¡No te atrevas a tocarme! ¡No!


El más alto finalmente lo atrapó entre sus brazos y lo inmovilizó. Hiroki quedó con la espalda pegada al pecho de Nowaki, pateando el aire y maldiciendo.


_ Por favor, habla conmigo Hiro-san… _le pidió.


_ ¿Para que me llames mentiroso con cada cosa que te digo? _gruñó el profesor retorciéndose entre sus brazos.


_ Perdona, no debí hablarte así… _se disculpó el ojiazul, suavizando el tono en su voz_ Estaba molesto. Todavía estoy molesto. Pero entiende mi situación…


Lo obligó a girar entre sus brazos y quedaron cara a cara:


_ Llevo años sin saber nada de ti, creyendo que estabas muerto. Y de repente te encuentro sano y salvo en el lugar menos pensado… _dijo_ Para que desaparezcas otra vez…


Hiroki bajó la cabeza, incapaz de sostener su mirada azul;


_ ¿Realmente me crees capaz de hacerte algo así…? _gimió_ ¿De hacerte creer algo tan horrible?


La expresión de Nowaki cambió, en sus ojos azules había ahora una profunda tristeza:


_ Fuiste capaz de marcharte sin dejarme ninguna explicación… _le reprochó.


_ Pero yo te dejé una carta… _protestó el castaño.


_ No encontré ninguna carta y menos tuya.


_ Sin embargo yo te escribí, y puse el anillo que tú me obsequiaste en ella. Te expliqué por qué me marchaba… _afirmó el profesor_ Tsumori me prometió que te la daría cuando yo me fuera…


Nowaki lo observó en silencio unos segundos, luego lo soltó y le dio la espalda.


Hiroki suspiró tristemente;


_ ¿No me crees, verdad…?


Nowaki se pasó una mano por los ojos. Era algo imposible de creer para él que Tsumori, su amigo de la infancia y compañero, le hiciera algo como eso.


¿Realmente se deshizo de la carta que supuestamente Hiroki había escrito para él? ¿Se quedó sólo con el anillo? ¿Por qué? Hasta donde él sabía, el rubio no tendría motivos para hacer algo tan cruel…      


Definitivamente la versión de Hiroki era imposible de creer. De pronto recordó que el profesor estaba detrás de él aguardando una respuesta;


_ No es eso… _mintió_ Es sólo que… ¿Qué decía la carta? ¿Por qué te fuiste, Hiro-san?


El castaño se cruzó de brazos y cerró los ojos. No era tan fácil hablar de ello para profesor, aún después de tantos años, aún sentía una punzada de dolor al recordar la noche en que hizo sus maletas y se despidió de su alumno para siempre.


_ Por lo de siempre… _dijo, tratando de sonar indiferente_ Ya no me necesitabas más como tu profesor, no quería ser una carga para ti…


_ Tú no eras una carga para mí… _afirmó Nowaki.


_ No tenía nada que hacer allá, estaba de más… _le recordó el profesor.


_ ¡¿Y sólo por eso tomaste una decisión tan drástica?! _el tono de voz de Nowaki volvió a cambiar_ ¡Podrías haber hablado o consultado conmigo!


El profesor lo miró con el seño fruncido;


_ Creo que ya estaba lo bastante mayorcito como para tomar mis propias decisiones solo. _le respondió_ Además, no podía consultarlo contigo de ninguna manera…


_ ¿Por qué no? ¿Porque era demasiado joven como para entender nada?


_ ¡No! ¡Porque no parecías muy dispuesto a dejarme marchar!


_ ¡Porque estaba enamorado de ti!!! _gritó el ojiazul.


Hiroki dio un respingo al oírlo gritar esas palabras. Nowaki apretó los puños, odiándose por no poder controlarse y haber gritado así esas palabras que tanto significado tenían para él. Se miró los pies;


_ Y tú le diste la espalda a mi amor, Hiro-san… _le recordó en voz baja pero firme_ Cómo pudiste hacerlo…


El profesor no respondió nada, dejando que el silencio flotara entre los dos.


Quisiera decirle, que él también lo había amado… Es más, aún lo amaba a pesar del tiempo que había pasado. Sus heridas, aquellas que se abrieron en su corazón la noche de la despedida, aún estaban abiertas.


Sólo había querido hacerle un bien a Nowaki, no se merecía que éste lo tratase de esa forma, cuando lo único que había hecho era actuar obedeciendo a su corazón. No, no se lo merecía; así que Nowaki se quedaría sin saber la verdad, porque se había atrevido a llamarlo “mentiroso” y había preferido creerle a Tsumori.


¡A Tsumori que seguramente era el responsable de los engaños y de hacerle creer a Nowaki que había muerto!!!


No lo había dicho en voz alta pero Hiroki lo supo con sólo verle la cara, no había querido creerle a él sino al rubio. Carraspeó un poco tratando de aclararse la voz;


_ Qué importa de todos modos. Ha pasado tanto tiempo… _dijo_ Quisiera dejar todo atrás de una vez y seguir con nuestras vidas…


La respuesta del más alto lo sorprendió:


_ Yo no. No lo dejaré atrás hasta que lo vea todo claro Hiro-san… _le respondió_ Ven conmigo, a mi casa. Tengo que ponerte al tanto de muchas cosas…


_ ¿Qué dices, a tu casa…? _Hiroki abrió muy grandes los ojos_ ¿Por cuánto tiempo?


_ El que sea necesario… _decidió el ojiazul simplemente.


_ Me temo que no puedo ausentarme por demasiado tiempo, trabajo aquí Nowaki. _le recordó_ Tengo responsabilidades, como atender mis clases y…


_ No te lo estaba pidiendo Hiro-san… _lo interrumpió el más alto_ Era una orden. Ven conmigo, te daré tiempo para que empaques tus cosas…


La furia se encendió otra vez el profesor, que le dirigió una mirada colérica a Nowaki:


_ ¡¿Con quién te crees que estas tratando?! _exclamó_ No puedes obligarme, y si intentas secuestrarme gritaré tan fuerte que el pueblo entero me escuchará.


Nowaki apenas alzó las cejas ante la amenaza;


_ Ven conmigo ahora, o encontraré el modo de obligarte… _aseguró calmadamente.


Si había un momento para que a Hiroki le empezara a salir humo de las orejas, ése era el instante preciso:


_ ¿¡Cómo puedes decir eso?! ¿Cuándo te volviste tan obstinado eh? _rugió_ ¡Aunque no lo creas yo tenía vida propia antes de que te aparecieras de nuevo y no voy a…!!!


Unos golpes en la puerta detuvieron momentáneamente la discusión. Hiroki bajó el puño que agitaba en el aire y volvió el rostro hacia la puerta;


_ Vuelvo enseguida… _gruñó y salió de la biblioteca.


Estaba todo jadeante y agitado por la discusión, y pensó que debía de tener un aspecto terrible. ¿Qué se creía Nowaki? ¿El dueño del universo? ¡No podía ser que se atreviera a ordenarle algo así!!!


“Ven conmigo. A mi casa…” Había dicho.  Era algo imposible siquiera de considerar. ¿Y su esposa sabría del invitado sorpresa? Qué tontería, ¡lo hacía enojar tanto!!!


En todo esto pensaba Hiroki cuando salió al encuentro con la persona que golpeaba la puerta.


Resultó ser una señora, bastante mayor, que sostenía entre las manos una libreta;


_ Buenas tardes, lamento interrumpir. _dijo.


_ ¿Qué desea? _preguntó el profesor tratando de no sonar demasiado grosero. Quería acabar con esa visita lo más pronto posible para poder volver con Nowaki a aclarar las cosas.


_ Miyagui You… ¿Sabe cómo puedo localizarlo? Oí que salió del pueblo…


_ Oh, sí, es verdad. No sé cuándo regresará de su viaje… Pero me dejó a cargo de todos sus asuntos.


_ Muy bien, siendo así… _la mujer abrió la libreta_ Vengo a buscar algunas cosas que le presté hace unos días, veamos… Dos trajes de gala, una peluca de pelo natural, antifaces, un carruaje…


_ ¡Ah! Claro… Espere aquí un momento. _Hiroki regresó a la biblioteca.


Pasó delante de Nowaki sin dirigirle siquiera una palabra y abrió el baúl que estaba junto a la ventana para sacar el traje verde que usó en la fiesta de disfraces del Rey.


Nowaki reconoció la prenda al instante y no pudo evitar un comentario:


_ Ése traje se te veía muy bien… _dijo con sinceridad.


Hiroki sintió que la sangre se le agolpaba en la cara al recordar lo estúpido que se veía usando el disfraz verde.


Se enderezó con la prenda en brazos y cerró el baúl;


_ No digas tonterías… _murmuró.


_ No es una tontería. Es una pena que debas devolverlo…


_ Ocúpate de tus propios asuntos, Nowaki. _Hiroki se molestó un poco al ver que el ojiazul estaba escuchando toda la conversación.


Dispuesto a hacer todo lo opuesto a lo que el castaño le decía, caminó detrás del profesor cuando éste fue de nuevo al encuentro con la desconocida. Hiroki se dio cuenta pero no dijo nada para no hacer una escena frente a la señora.


Le entregó el traje, la peluca, el antifaz y los zapatos. Y le indicó en dónde estaba oculto el carruaje para que pudiera buscarlo. La señora tachó todo en su libreta:


_ Muy bien, muy bien… _murmuraba_ ¡Momento! Aquí falta un traje de fiesta…


_ Sí, me temo que ése traje se arruinó y no podemos devolvérselo… _Hiroki ya había preparado una mentira para la ocasión, ya que Miyagui se había fugado con el traje puesto_ Cuando Miyagui regrese de su viaje podrá arreglarlo con él, supongo…


La mujer lo observó unos segundos con el seño fruncido;


_ Vaya, es una lástima… _dijo la señora_ Si no me devuelve el traje yo no podré devolverle lo que me dio como garantía al alquilarme todas las prendas… _comentó.


_ ¿Qué le entregó como garantía…?


La señora sacó un papel de la libreta:


_ El título de propiedad de ésta escuela. _dijo.


_ ¿¡Qué!? _de pronto la cara de Hiroki estaba blanca como el papel_ ¿C-cómo obtuvo eso Miyagui?? ¡No es p-posible!


_ Cuando me pague el traje que falta se lo devolveré… _repuso la mujer alzando las cejas ante la reacción del profesor. No sabía que Miyagui nunca regresaría del supuesto “viaje”.


_ ¡Pero ése es un documento importantísimo!!! _un hilo de sudor le recorría la espalda al castaño_ ¡Y-yo le pagaré lo que falta!! _exclamó.


_ Me temo que alquilar y vender ésa prenda son dos cosas muy diferentes. Era un traje de primera calidad, muy costoso… _explicó enseñándole la libreta_ Vea por usted mismo…


_ Esto no puede ser… _las manos le temblaban cuando tomó la libreta. Le llevaría un buen tiempo –y muchos sueldos- reunir el dinero que correspondía_ Tardaré un poco en reunir el dinero, pero su usted me da el documento yo…


_ Yo pagaré el traje. _anunció Nowaki con voz decidida.


La señora y Hiroki lo observaron boquiabiertos. Nowaki sacó un puñado de monedas doradas y sin contarlas siquiera se las entregó a la señora:


_ ¿Es suficiente con esa cantidad? _preguntó como si nada.


_ ¡Oh, sí lo es!!! _la señora guardó las monedas y le entregó el título de propiedad a Nowaki.


Hiroki no podía creer lo que veía:


_ ¿¡Qué crees que estás haciendo!? _le gritó a Nowaki_ ¡Oiga! ¡El no tiene nada que ver en esto! _le reprochó a la señora.


_ No me importa quién me pague, mientras que lo hagan. _le contestó la mujer.


_ También estoy interesado en ése hermoso traje verde… _dijo el ojiazul_ ¿A cuánto me lo vende?


_ Bueno, no lo sé… Es que es una prenda muy fina y alquilarla tal vez me daría más dinero… _titubeó la mujer, pero un segundo puñado de monedas doradas la hizo cambiar de opinión_ ¡Vendido! ¡Un placer hacer negocios con ustedes caballeros!


La mujer se despidió y se marchó por donde vino. El profesor la observó alejarse con los nervios crispados:


_ ¿A qué crees que juegas, Nowaki…? _le preguntó con el seño fruncido_ ¡Tardaré años en devolverte todo el dinero que acabas de gastar!


_ No quiero tu dinero… _repuso el ojiazul.


_ ¡Qué noble de tu parte! _dijo sarcásticamente el profesor. Cuando alargó la mano para tomar el documento, Nowaki lo puso fuera de su alcance_ ¿Pero qué…? ¿Vas a dármelo o no?


_ No.


_ ¡¿No?!


_ Dije que encontraría el modo de obligarte a venir conmigo. No me creíste… _explicó el ojiazul_ Ahora empaca tus cosas y ven conmigo. Te espero afuera…


Hiroki palideció;


_ ¿H-hablas en serio…? _gimió.


_ Nunca he hablado más en serio…


_ ¡No serías capaz de algo así!


_ ¿Eso crees? ¿Quieres apostar Hiro-san…? _le preguntó Nowaki_ Yo soy el dueño de éste lugar ahora, si no haces lo que digo cerraré la escuela. Muchos profesores se quedarán sin empleo…


El castaño no tuvo más palabras contra él. Bajó la cabeza y apretó los puños, maldiciendo para sus adentros. ¡Cómo era posible que Nowaki lo hiciera eso!


_ En verdad que has cambiado… _murmuró.


_ Te esperaré afuera… _anunció el más alto. Luego caminó hacia la salida.


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Horas después…


 


El sol se ocultaba en el horizonte, tiñendo el cielo de naranja furioso. Hiroki Kamijou caminaba a paso lento, atravesando la plaza.


En la bolsa que llevaba bajo el brazo se balanceaban los libros viejos que acaba de adquirir para su inmensa colección. La ola de calor ya se había retirado de la ciudad, por lo que en ese momento el clima estaba tan fresco como siempre…


La pregunta era si en la playa el clima cálido aún continuaba, porque Akihiko no daba señal alguna de volver todavía.


Me pregunto si accedió a cambiar la continuación de la historia…” pensó.


Tal vez había exagerado un poco con la siguiente instrucción. Después de todo, su deber era escribir la historia como le dijera Akihiko, acabarla lo más pronto posible y librarse del problema…


Quizá me comporté de manera infantil…” concluyó acomodándose la bufanda ante una brisa de aire fresco, “al fin y al cabo sólo son personajes de una historia, son ficticios… Qué mas da si al Hiroki de la historia lo humillan un poco, no debería afectarme… ¡Porque yo soy un adulto!”


En todo esto pensaba cuando sonó su teléfono móvil. Miró la pantalla:


_ ¡Akihiko! _exclamó y respondió al instante_ ¿Hola?


_ Hiroki, ¿cómo te encuentras? _lo saludó el escritor.


_ Tan bien como puedo estar cumpliendo con tus caprichos… _gruñó.


_ Hiroki, ¿por qué no admites de una vez que estás disfrutando el trabajo que te dí? _Akihiko le dio una pitada a su cigarrillo_ Además Akikawa te está ayudando…


_ ¡Haz tu trabajo tú solo perezoso!


_ Vaya, y yo que esperaba encontrarte con mejor humor… _resopló el escritor_ Por cierto, yo estoy muy bien, gracias por preguntar…


Hiroki suspiró pesadamente y se sentó en un banco cercano:


_ Dime, Akihiko... ¿Ya pensaste una instrucción diferente a la que me diste?


_ ¿Por qué habría de hacerlo? ¡Si lo hiciste excelente! Para eso llamaba, quería felicitarte por el último capítulo y darte la siguiente instrucción... _Akihiko se cambió el teléfono de mano_ Te quedó realmente bien, yo no podría haber pensado algo mejor. Aunque debe de haberte costado avergonzar así al Hiroki de la historia…


_ ¿Eh? Bueno, disfrazar a Hiroki para la fiesta de máscaras no fue tan vergonzoso realmente…


Akihiko se quedó callado unos segundos:


_ Me refería al capítulo donde Nowaki obliga a su antiguo profesor a vivir con él otra vez… _dijo.


_ ¿De qué hablas? Si todavía no lo he escrito.  _Hiroki frunció el seño, confundido_ Ni pienso hacerlo ya que no me agradó mucho tu última instrucción. Pero si pudieras modificarla un poco…


_ ¿Quieres decir que tú no lo escribiste? _lo interrumpió el escritor.


_ ¿Qué yo no escribí que cosa? No te entiendo, Akihiko…


_ Esto parece una conversación de chiflados. Dime, ¿tú no has escrito nada desde el capítulo del baile de máscaras?


_ No… Ni siquiera he tocado el computador… ¿Por qué?


Akihiko calló unos segundos:


_ Hiroki creo que deberías volver a tu departamento y revisar la historia, porque parece que se ha estado escribiendo por sí sola… _bromeó_ Cuando lo hagas, llámame.


_ ¿Pero por qué? ¿Qué quieres decir con que se escribe por sí sola, tonto?


_ A Akikawa le llegó un correo electrónico con la continuación, y me la envió a mí para que la lea… La tengo ahora en mis manos… _le contó_ ¿Hola…?  ¿Hola…? ¿Hiroki…?


 


 


 


Media hora después…


 


Hiroki entró a toda velocidad al departamento. Azotó la puerta y se quitó los zapatos. Luego se abalanzó sobre el computador, que aún estaba sobre la mesilla de la sala de estar. Lo encendió y leyó a toda velocidad el documento…


 


“_ Dije que encontraría el modo de obligarte a venir conmigo. No me creíste… _explicó el ojiazul_ Ahora empaca tus cosas y ven conmigo. Te espero afuera…


Hiroki palideció;


_ ¿H-hablas en serio…? _gimió.


_ Nunca he hablado más en serio…


_ ¡No serías capaz de algo así!


_ ¿Eso crees? ¿Quieres apostar Hiro-san…? _le preguntó Nowaki_ Yo soy el dueño de éste lugar ahora, si no haces lo que digo cerraré la escuela. Muchos profesores se quedarán sin empleo…


_ De verdad que has cambiado…


_ Te esperaré afuera…”


 


_ Esto… ¿¡CÓMO SE ATREVE?! ¡¡NOWAKIII ME LAS PAGARÁSS!!!! _gritó golpeando un indefenso cojin. Luego lo mordió mientras pensaba que era increíble que Nowaki le hubiese hecho aquello.


Soltó el cojin y lo arrojó a un lado:


_ Lo voy a matar… _murmuró mientras revolvía frenéticamente su bolso para sacar el teléfono móvil. Marcó el número de Nowaki y esperó…


_ ¡Hiro-san! _lo saludó felizmente el ojiazul.


_ ¿¡En dónde estás, idiota?!


Nowaki dio un respingo al escuchar el tono de voz de Hiroki:


_ Ya estoy en el hospital… _respondió_ ¿Qué te ocurre, Hiro-san?


_ ¡Mas bien qué te ocurre a ti! ¡¿En qué estabas pensando cuando continuaste la historia de Akihiko?! _rugió_ ¡Y además te tomaste el atrevimiento de enviársela por correo a Akikawa sin mi permiso! ¿¡A QUÉ CREES QUE ESTÁS JUGANDO MOCOSO?!


_ Yo… Sólo quería ayudar a Hiro-san… _respondió Nowaki con sinceridad_ Pensé que la borrarías sin siquiera considerar mi idea si la leías. Escribí la parte difícil por ti… ¿No te agrada lo que escribí?


_ ¡Ese no es el punto! ¡Sabías bien que no me agradaba la continuación de la historia y sin embargo la escribiste! ¡Estoy tan furioso! ¡Agradece que no estés frente a mí en este momento, Nowaki!


_ Eso no justo Hiro-san… _se enfadó el ojiazul_ ¿Cómo puedes creer que lo hice sólo para molestarte?


_ ¡Pues porque estoy molesto! ¡Por eso! _le gritó_ ¡Me molesta que te tomes la historia de Akihiko como si fuera un juego muy divertido!!!


                                    


_ ¡Yo sólo quería ayudarte, nunca me lo tomé como un juego! _protestó Nowaki cada vez más enojado_ Si no sabes apreciar lo que hice por ti Hiro-san, lo siento, ¡pero no me ofendas de ese modo…!


Hiroki iba a responderle (mas bien gritarle) algo más pero se produjo un alboroto al otro lado de la línea. Nowaki volvió a hablar:


_ Acaba de ingresar una emergencia, hablamos después. _dijo el más alto y colgó, dejando a Hiroki con la palabra en la boca y la ira a flor de piel.


El castaño se dejó caer sobre el sillón y capturó otro cojin como víctima. Lo estrujó entre sus brazos, sintiendo que podría llorar de la rabia;


_ Maldito mocoso, ¡me hace enojar tanto!!!


Y encima se sintió ofendido cuando le reclamó por su atrevimiento de meterse en la historia de Akihiko. ¡Qué se creía Nowaki! ¡Ya vería!


_ ¡¿Cómo puede esperar que le de las gracias?! ¡Idiota Nowaki!!! _gruñó contra la tela de la almohada_ ¡Le daré su merecido…! ¡Ahora es mi turno de escribir!!!


Volvió a coger el teléfono móvil y marcó el número del escritor:


_ ¿Akihiko? Dame la siguiente instrucción por favor. Me pondré a escribir de inmediato… _anunció.


 


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El licor se agitaba dentro de la pequeña botella por el movimiento del carruaje en el que viajaban Hiroki y su antiguo alumno. Estaba estratégicamente escondida entre la ropa, como si alguien fuera a revisar por sorpresa la maleta del profesor.


Éste viajaba con un codo sobre la ventanilla del carruaje, fingiendo que miraba el paisaje, cuando en realidad estaba hecho un lío por dentro. Además de furioso.


Aún le resultaba difícil de creer que Nowaki lo estuviese secuestrando ¿y para qué además…?


“Para obtener las respuestas que me merezco…”  había dicho el muy engreído.


Pues él no le iba a decir más de lo que ya le había dicho. Jamás. Es más, ni siquiera pensaba hablarle, ni mirarlo siquiera, como lo estaba haciendo en ése momento. Y si tuviera ganas de hablar hablaría con los muebles… Sí, eso haría…


Si tantas ganas tenía Nowaki de tener un invitado de más en su casa ¡que así sea! Sólo se limitaría a comer, dormir y leer los libros que había llevado.


“Perfecto, serán como unas vacaciones”  pensaba. “Y cuando Nowaki se aburra de tenerme encerrado volveré a mi casa. Bueno, más bien volveré al trabajo, si es que me perdonan el faltar tantos días…”


Había tenido tiempo antes de empacar para preparar una nota explicando adónde iba, y había designado a un profesor para que quedara a cargo de sus clases.


“Dos profesores desaparecidos en tan poco tiempo…” pensó, interrumpiendo su ridícula venganza contra Nowaki un momento. “Espero que no se levanten sospechas…”.


_ ¿Te encuentras bien, Hiro-san…? Estás haciendo muchas muecas… _comentó el ojiazul.


Hiroki se sobresaltó:


_ Claro que estoy bien, idiota… _gruñó, sin mirarlo_ Dejando de lado el hecho de que me estás secuestrando…


_ Yo no te estoy secuestrando; secuestrarte sería taparte la boca con una mordaza, atarte y arrojarte dentro del carruaje sin darte explicación alguna… _repuso el más alto con toda calma_  Yo hasta te he dado tiempo de empacar…


_ ¡Sigue siendo un secuestro porque me extorsionaste para que viniera!!!


_ Fue Hiro-san quien no quiso venir por las buenas…


El castaño sintió deseos de echarle las manos al cuello y estragunlarlo. Además lo decía todo tan serio y calmado… ¿¿Quién demonios se creía…??


_ Y otra cosa, deja de llamarme “Hiro-san” todo el tiempo. ¡Me molesta!


_ Me temo que no estás en condiciones de exigir nada.... Pero si tanto te molesta, te llamaré Hiroki de ahora en adelante. _Nowaki se pasó una mano por el cabello_ No me gustaría que alteres la paz de mi hogar con tus gritos…


Hiroki frunció el seño ante el comentario;


_ Hablando de la paz del hogar, ¿tu esposa sabe que traes un desconocido a…?


_ La verdad es que soy viudo… _le cortó Nowaki.


El profesor dejó de hablar al instante y su expresión se suavizó:


_ ¿Q-qué dices…? ¿Viudo?


_ Ella falleció hace 5 años. Mientras daba a luz a su hija… 


La expresión del más alto había cambiado de una seriedad inmutable a una profunda tristeza. No miró a Hiroki en ningún momento a los ojos, sólo los mantuvo fijos en el suelo.


Hiroki tragó saliva, sintiendo una punzada de culpa por ser tan bocón:


_ Lo siento, Nowaki… No tenía idea…


_ No lo sientas tanto. _dijo Nowaki de manera cortante. Luego volvió la mirada a la ventana y contempló el paisaje dando por terminada la conversación.


Hiroki hizo lo mismo, pero ya no con una actitud de víctima ofendida. En cambio, pensaba en lo diferente que estaba Nowaki; tan serio, orgulloso, autoritario… ¿tantas cosas habían cambiado en él…?


Pronto volvió a sentir curiosidad sobre lo que el ojiazul habría vivido todos ésos años. Pero lo que más lo desconcertaba era el Nowaki que tenía frente a él. Siempre se había aferrado a la idea de que había hecho lo correcto al abandonar a su alumno de la manera en que lo hizo, para poder resistir la soledad. Cuando pensaba en él lo había imaginado feliz y tan sonriente como lo recordaba, rodeado de niños, una esposa…


Realmente lo había sorprendido encontrarse con ésa persona tan seria y… y…


¿Triste…?


Con disimulo volvió a observarlo de reojo. ¿Se aclararían sus dudas en los próximos días? ¿Habría muerto el Nowaki que él recordaba?


“Pero en el baile de disfraces el… él me sonrió…” recordó con algo de angustia “pero no sabía que era yo… Tal vez… Sólo está resentido conmigo por lo que hice…”.


_ ¡Llegamos! _anunció el chofer y Hiroki volvió a la tierra repentinamente.


Ante el carruaje las rejas de la casa se habrían para que éste pudiera ingresar. Hiroki contempló el jardín inmenso que rodeaba la casa tan lujosa, y casi no lo reconoció.


Todo estaba tan cambiado. Para empezar parecía muy cuidado, y había unas estatuas con formas angelicales a cada lado de la casa.


El profesor se dio cuenta de que el corazón le latía apresuradamente…


Contempló la fachada de la residencia. Había vuelto al lugar al que había jurado no volver jamás…


 


 


Unos criados les abrieron las puertas y cargaron las maletas del profesor.


Nowaki y Hiroki ingresaron en la amplia sala sin más preámbulos.


El castaño abrió grandes los ojos al ver lo mejorada que estaba la casa por dentro, bastante más lujosa de lo que él la recordaba. Su expresión cambió cuando clavó la vista en la escalinata que había descendido la noche en que fue. Los recuerdos se sucedían unos tras otros, sin darle tregua.


Nowaki, que estaba muy atento a la reacción del profesor, vio esto y dijo secamente:


_ Bienvenido de nuevo… 


Pero había una obvia muestra de rencor en ésa frase.


Hiroki abrió la boca para responderle algo pero una vocecita infantil lo interrumpió:


_ ¡Papiii!!! _exclamó la niñita que corría hacia ellos.


El profesor la observó boquiabierto, la pequeña había salido de la nada…


Tenía largas trenzas rojizas y un mono vestidito blanco. Nowaki sonrió ampliamente al verla y abrió los brazos cuando la pequeña llegó hasta él:


_ ¡Hola! _exclamó alzándola en brazos y llenando su dulce carita de besos_ ¡Aquí está mi pequeña bebé! ¿Te has portado bien?


Hiroki observó a la niña y a su padre mientras se abrazaban. Notó cómo Nowaki volvía a ser el de antes durante ése momento: los ojos se le iluminaron, y la sonrisa gigante volvió a ocupar el lugar en su cara…


Ahí estaba el Nowaki que él recordaba, no había desaparecido después de todo.


Una mujer llegó corriendo a la sala;


_ ¡Aquí estás Himeko! _la niñera de la pequeña suspiró aliviada_ Sr. Kusama… Bienvenido. Siento haber perdido de vista a la pequeña, es que ha salido corriendo al ver que usted llegaba…


_ No hay problema, últimamente juega a escaparse y esconderse…  _Nowaki retorció una de sus trenzas cariñosamente_ Tienes que obedecer a tu niñera, Himeko…


Se volvió hacia Hiroki con la niña en brazos:


_ Ésta es mi hija… _anunció_ Saluda a Hiroki, será nuestro invitado durante unos días…


_ Hola… _sonrió tímidamente la pequeña.


_ Es un placer conocerte… _dijo Hiroki con sinceridad y esbozando una sonrisa casi tan tímida como la de la pequeña.


Himeko no respondió y ocultó la cara en el cuello de Nowaki mientras reía.


_ ¿Desde cuándo eres tan tímida con los extraños…? _Nowaki le hizo cosquillas.


_ ¡No me hagas cosquillas papi!!! _protestó Himeko riendo.


El ojiazul dejó a su hijita en el suelo y dio instrucciones a la niñera para que la ayudara a cambiarse para la comida. La mujer y la pequeña se fueron por donde vinieron.


_ Es una niña encantadora… _comentó Hiroki con timidez.


Nowaki recuperó la seriedad en su rostro en cuanto quedaron a solas:


_ Sí, lo es… _respondió caminando hacia la escalera_ Te llevaré a tu habitación para que puedas ponerte cómodo hasta la hora de la comida…


_ ¿Cuántos años tiene…? _insistió el profesor, rompiendo su promesa de no hablar más de lo necesario a Nowaki.


_ Cumplirá 5 en unos meses… _Nowaki comenzó a subir los escalones.


_ Oh. _Hiroki lo siguió y observó la escalera cubierta por una nueva y lujosa alfombra_ Todo está muy cambiado aquí… _comentó casi para sí mismo.


Para su sorpresa, Nowaki le respondió;


_ ¿Te refieres a que es mucho más lujoso que antes? _preguntó secamente.


_ Creo que estaba pensando en voz alta… _le respondió el castaño_ Pero sí, la casa hasta parece más grande.


_ Lo es. Tiene muchas reformas y habitaciones nuevas… _el más alto dobló en un pasillo_ Mi padrastro no quería que su nieta creciera en una casa que se estuviese cayendo de a pedazos…


_ Comprendo. ¿Y en dónde está él ahora...? ¿Vive con ustedes?


_ Falleció. Hace como tres años… Himeko es mi única familia…


“¡Maldición!” pensó Hiroki apretando los puños. ¿Cómo se suponía que iba a evitar meter la pata si no estaba enterado de nada???


_ Lo siento mucho… _dijo. Pero el más alto no le respondió.


Volviendo a darle la espalda, abrió la puerta del cuarto asignado para el invitado:


_ Éste será tu cuarto Hiro-san… _anunció dejando que entrara.


La habitación era realmente bonita. El sol entraba de frente y a raudales por un gran ventanal por el que se veía todo el jardín, la cama era gigantesca y se veía muy confortable, y sus maletas ya estaban todas ubicadas allí. Incluso tenía su propio baño.


_ ¿Crees que estarás cómodo? _preguntó el ojiazul desde la puerta.


_ Claro. Por supuesto que estaré cómodo…


_ Pondré a tu disposición a unas criadas si gustas, para que te ayuden a desempacar. _le ofreció.


_ No hace falta, no traje demasiadas cosas…


_ Bien. Te veré después Hiroki, tengo algunos trabajos que hacer… _se despidió_ Puedes pedirle lo que quieras a los sirvientes e ir a donde gustes en la casa, pero recuerda que hay muchas reformas, ten cuidado de no perderte…


_ ¡No me voy a perder, no soy un niño! _se molestó  el profesor_ ¡Nowaki, aguarda!


_ ¿Qué?


_ ¿En dónde está Tsumori? Tengo que hablar con él…


_ Está en un viaje de negocios… Volverá el mes que viene… _respondió.


Luego cerró la puerta y Hiroki oyó sus pasos alejándose.


****


 


Horas después…


 


“Así que se perdió después de todo…” pensó Nowaki mientras buscaba al castaño en las habitaciones de la casa.


Había preguntado a un par de sirvientes por él hacía unos minutos y nadie supo decirle dónde estaba. Al parecer nadie había visto a Hiroki desde hacía un par de horas…


Pensó fugazmente en la posibilidad de que Hiroki se hubiera escapado, pero la desechó. Él aún tenía el título en su poder para retenerlo allí…


Abrió otra puerta que daba a una segunda sala. Miró en un lado del jardín. Nada…


Se detuvo un momento para pensar con más claridad. ¿Por qué había cedido al impulso de secuestrar así a Hiroki? Porque, tenía que admitirlo, en ningún momento lo planeó.


Sólo deseaba obtener las respuestas que necesitaba. Pero aunque lo tuviera encerrado 1000 años, si el castaño se encaprichaba con no decirle la verdad, entonces no se la diría. Sobre todo ahora que estaba tan enfadado con él por haberlo llevado a su casa a la fuerza…


“Pero yo también tengo derecho a estar enfadado…” reflexionó mientras caminaba por el pasillo en dirección al otro lado del jardín. “Se fue sin darme explicación alguna… Me abandonó. Quizá cuado más necesitaba de él…”.


Habían pasado tantas cosas desde ese día en que supo que Hiroki había muerto…


Sin querer recordó todo el dolor por el que había pasado. Cuando le trajeron todas sus cosas, todos sus libros. Los días que había pasado postrado en la cama, cuando no comía, no dormía, cuando sólo deseaba morir para poder ir tras su amado profesor.


Y las noches en vela tocando el piano, dedicándole canciones, solo en la biblioteca, como un fantasma...


Pensar que casi lo había hecho. Faltó poco para que se dejara morir pero…


Nowaki salió al jardín y caminó hacia una de las estatuas con forma de ángel. Cortó una flor que crecía solitaria en un cantero y la dejó a los pies de ésta.


“Tú me necesitabas…” pensó observando la estatua cuyos ojos de piedra a su vez lo observaban a él. “Por eso me quedé aquí. Gracias a ti volví a ver a Hiro-san… Ahora tengo la oportunidad de aclarar las cosas con él…”.


El viento sopló fuerte y despeinó el cabello del ojiazul. La estatua que había dedicado a su esposa proyectó una sombra sobre él a medida que el sol se ocultaba.


De pronto se le ocurrió en dónde podría haberse metido el profesor y se dio un golpecito en la cabeza;


_ ¡Que tonto soy…! _se quejó.


Se puso de pie y corrió hacia la casa. La verdad es que era obvio, ¿a dónde más podría querer estar un apasionado por la lectura como él? ¡En la biblioteca!


Ni siquiera lo había considerado, puesto que nadie entraba en la biblioteca para nada desde hacía bastante tiempo… solo las encargadas de la limpieza y nadie más.


Hasta él se había abstenido de entrar para no provocar de más a sus recuerdos, que tanto lo atormentaban; cuando quería leer algo sólo decía el título del libro y se lo llevaban a su habitación. Incluso Himeko tenía sus propios libros con muchos dibujos en una sección aparte.


Hiroki se horrorizaría si supiera que nadie en esa casa entraba a la biblioteca…


Nowaki empujó la puerta correspondiente y entró en la habitación. Los estantes gigantes repletos de libros empezaban a proyectar sombras puesto que ya estaba atardeciendo:


_ ¿Hiroki…? _lo llamó.


Silencio. El ojiazul se vio obligado a entrar a la biblioteca y al hacerlo escuchó ronquidos…


_ Hiroki… _dijo al verlo durmiendo sobre uno de los sillones.


El profesor estaba recostado en el respaldo, con un libro abierto y boca abajo en una pierna. Su cabeza se balanceaba sobre un hombro. Si se lo miraba de espaldas, hasta parecía que seguía despierto:


_ ¿Cómo puede dormir en ésa posición…? _se preguntó el más alto acercándose a él_ Hiroki, despierta… Te dolerá el cuerpo si duermes así… _se inclinó frente a él_ Hiroki…


Reparó en la taza de té que había sobre la mesa. La tomó y acercándosela a los labios la olió. Aquello no era un té solo… Ya entendía por qué dormía tan profundamente.


Dejó la taza en la mesa y volvió a inclinarse sobre el castaño. Tomó el libro que descansaba sobre su pierna y lo cerró para dejarlo en la pila que había junto al profesor. Luego lo cargó en sus brazos.


Hiroki no hizo ningún movimiento de resistencia, y siguió durmiendo como si nada mientras Nowaki atravesaba la casa y lo llevaba en brazos hasta su habitación.


El más alto lo depositó sobre la cama sin esfuerzo. Luego le quitó los zapatos y los dejó a un lado.


“Tal vez debería quitarle el saco y arroparlo…” pensó distraídamente y luego sacudió la cabeza. Ni que Hiroki fuera un niño para andar cuidándolo de esa forma, con cargarlo hasta la habitación ya había sido más que suficiente.


Nowaki se sentó en el borde de la cama y lo observó largo rato. Los años parecían no haber pasado para el profesor. Casi nada había cambiado en él, excepto el cabello que estaba bastante más largo aunque tan sedoso como siempre.


Pero el tono dorado de su piel, las largas pestañas, y la expresión angelical en su rostro dormido… todo era tal cual lo recordaba.


Su mirada se detuvo en los labios entreabiertos del profesor, luego descendió por su cuello de cisne… hasta donde la ropa le permitió observar.


Sorprendido, se encontró preguntándose si alguien más había tenido la oportunidad de contemplar a Hiroki mientras dormía... y los celos se apoderaron de él.


¿Alguien más se había atrevido a tocarlo? ¿Lo habría arropado, peinado sus cabellos con los dedos, habría besado su cuello o sus labios…?


Un mechón de cabello resbaló sobre la frente de Hiroki cuando éste se movió un poco en la cama. El ojiazul lo apartó con los dedos y ya no pudo parar de tocar todo su pelo.


Mientras las hebras castañas se deslizaban entre sus largos dedos, su mente daba mil vueltas a la misma idea: ¿Hiroki pudo haberse marchado para estar con “alguien”?


¿Pero quién? ¿Quién podría haber apartado al profesor de su lado y logrado con tanto éxito llevarlo lejos?


Si algún día lo conocía, le partiría la cara. ¡Hiro era suyo, nadie podría tocarlo nunca! Había estado muchos más años con él como su profesor y nadie tenía derecho a llevárselo porque… porque…


_ Pero en qué estoy pensando… _sacudió la cabeza tratando de apartar esos pensamientos, aunque con poco éxito.


Cuando regresaba la vista hacia el rostro dormido de Hiroki, se apoderaban de él los mismos celos. No soportaba la idea de que alguien le hubiese puesto las manos encima a su Hiro-san.


“Mejor me marcho y lo dejo descansar…”  pensó aunque le costó retirar su mano y dejar en paz los cabellos del profesor.


Ya se había levantado y se disponía a salir cuando lo escuchó:


_ Nowaki… _sollozó el profesor con los ojos cerrados_ Nowaki…


El más alto volvió a sentarse junto a él.


Está… Llorando dormido…”  observó inclinándose sobre su rostro.


Apartó las lágrimas que resbalaban por su cara con los pulgares y luego acarició su mejilla con la palma de su mano; un gesto que pareció calmar los sueños del profesor sean cuales fueran:


_ Hiro-san… _susurró sin poder quitarle la mirada de encima_ Yo sé qué hacer para que dejes de llorar… 


El ojiazul bajó su rostro hasta que los labios de los dos se fundieron en un suave beso, que capturó un suspiro que escapaba de la boca de Hiroki. Nowaki se entretuvo en besarlo delicadamente, acariciando la suave textura de los labios del castaño.


Sin embargo no fue lo suficientemente suave el contacto ya que los ojos del profesor temblaron y se abrieron lentamente. Al ver al más alto sobre él profirió un grito:


_ ¡Nowaki! _exclamó apartándolo de un empujón y con las mejillas encendidas_ ¿Qué crees que haces?


El más alto lo observó levantarse de un salto y acomodarse la ropa y el pelo frenéticamente;


_ Estabas llorando dormido y pensé que podía aliviarte… _explicó con toda la calma del mundo.


_ ¿Cómo te atreves…? _Hiroki se tocó los labios, donde todavía sentía la calidez de los labios del ojiazul_ ¡N-no es tu problema si yo lloro dormido!


_ Lo es si te quedas dormido en cualquier lado, en cualquier posición y más si tengo que cargarte hasta tu cuarto…


El castaño sintió que rojo de las mejillas se pasaba también a sus orejas al imaginarse siendo transportado por los brazos de Nowaki;


_ ¡Podrías haber intentado despertarme! _protestó.


_ Lo intenté como 3 veces, pero creo habías tomado demasiado “té”… _le respondió el más alto con una clara nota de sarcasmo.


Hiroki deseó ser tragado por la tierra;


_ Yo… Bueno, yo… _tartamudeó_ Sólo hago eso cuando estoy demasiado nervioso… _explicó, avergonzado de que Nowaki conociera su secreto.


Durante unos minutos los dos hicieron silencio. Nowaki se miró las manos, y se decidió a hablar:


_ Hiro-san… _empezó.


_ Trata de no llamarme así… _le recordó el profesor.


_ Bien, Hiroki… _comenzó de nuevo_ Las razones que me diste allá en esa escuela, no me parecieron suficientes… Estuve pensando y creo que hay algo más que no me quieres decir…


Hiroki lo miró fijamente:


_ ¿A qué te refieres?


_ ¿Acaso hay alguien más para ti…? _le preguntó Nowaki.


El profesor frunció el seño:


_ No es de tu incumbencia… _le dijo.


_ ¡Dime si sí o no…! _insistió el ojiazul apretando los puños.


_ ¡Te digo que no es de tu incumbencia!!!


Nowaki se levantó de la cama y caminó hasta él de forma amenazadora:


_ ¿Quién es él? _repitió asiendo a Hiroki por los brazos.


_ ¡Nowaki, suéltame! ¡Me haces daño! _el castaño se debatió tratando de librarse de su agarre_ ¡No es asunto tuyo si he estado con alguien o no en éste tiempo!


_ ¡Sí que lo es! _Nowaki lo sacudió un poco_ ¡Hiroki quiero saber por qué te despediste así de mi esa noche y luego te fuiste sin ninguna explicación!


_ ¡Ya te lo expliqué todo! _protestó el profesor_ ¡Y estoy harto de decirte que te dejé una carta! ¡Tsumori me dio su palabra de que te la daría cuando yo me fuera!


El más alto arrastró a Hiroki a la cama y lo empujó sobre ésta:


_ Deberías dejar de meter a Tsumori en tus excusas… _amenazó.


_ ¿No entiendes que él tiene la culpa de que me creyeras muerto? ¿Por qué no crees nada de lo que te digo? _el profesor se recuperó de su brusco aterrizaje en el colchón y se enderezó_ ¡Tú deberías de confiar en mí, Nowaki!  


_ ¿¡Y por qué habría de confiar en ti, Hiroki!? ¡Todos se fueron de mi lado menos él! _exclamó el ojiazul, gritando como nunca_ ¡Fue el único que se quedó conmigo en los momentos difíciles!


Dicho esto, salió de la habitación a grandes zancadas y cerró con un portazo.


Hiroki se desplomó sobre las sábanas. ¿Qué quería decir Nowaki con: “¡Todos se fueron de mi lado menos él!”?


De verdad que no comprendo a Nowaki…” suspiró mentalmente. “Me obliga a venir aquí, me trata con frialdad todo el tiempo y cuando menos me lo espero lo encuentro besándome… Y después trata de razonar conmigo a los gritos…”.


¿Qué haría? No podía decirle a Nowaki que se había alejado por temor a que lo que ambos sentían arruinara su vida. Eso sería decirle la verdad…


“Tonto… ¿Cómo crees que podría existir alguien más para mí?”


Pero si no le decía la verdad –o una mentira bastante convincente- Nowaki seguiría reteniéndole allí...


_ ¿Qué haré…? _suspiró ocultando la cara en su almohada.


 


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