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Si te tengo aquí entre mis brazos por Adrien Gray

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Notas del fanfic:

Primer fic yaoi que escribo, agradezco infinitamente a esa persona tan especial para mí que me dio el aliento y la inspiración para crearlo, espero que sea del agrado de todos.
Recuerden que cuando estén con esa persona que aman, denle todo su amor y cariño incondicionalmente y sin restricciones, la vida es impredecible y cada palabra y gesto que hagamos, marcará el corazón de esa persona especial por toda la eternidad.

Notas del capitulo:

 

      
                                                                                                             Si te tengo Aquí Entre mis Brazos

El eco violento de la puerta cerrándose aun resonaba en los oídos de Minato y hacia eco dolorosamente en el corazón del bello pelinegro como la punzada de mil agujas hirviendo, media hora había pasado desde que su novio Shin se había marchado sin decirle una palabra…la razón!? una estupidez, un egoísmo por parte de Minato, una tontería que lamentaba enormemente y ahora hacia sentir su corazón aplastado. –Tonto…si puedes caminar usa tus piernas! No puedo llevarte a todas partes como si fuese tu chofer, yo también tengo cosas de las que ocuparme!…no siempre puedes ser el centro de mi universo!- Sentenció Minato ante el pedido de Shin de ser alcanzado por él en su vehiculo, pero al final de esa frase, Minato se percató de lo que acababa de decir y apretó los dientes, bajando la mirada y dándole la espalda a su novio, el cual lo miró con tristeza, guardó silencio y salió por la puerta cerrándola con fuerza.

-Lo siento mucho!…no quise!…-


 Shin era un bonito joven de rubia, suelta y rebelde cabellera corta, sus ojos azules no podían guardar un solo sentimiento, duda, alegría, tristeza o preocupación podían ser irremediablemente reflejados en ellos, era un muchacho tímido, venido de una familia normal como cualquier otra y dueño de una humildad y afecto profundos e incondicionales. En los dos primeros años de universidad Minato había compartido clases, exámenes y sesiones de estudio con Shin, durante las cuales poco a poco había sentido su corazón derretirse ante la simpleza, dedicación y sincero afecto del bonito rubio.

 Minato era como un lobo salvaje: fuerte, territorial, apasionado y entregado por completo. Shin como perfecta contraparte era como un cachorro de Spaniel…un cachorro fiel que sabia bajar la cabeza ante una palmadita o un toque en su cabello, que se sonrojaba irremediablemente ante un elogio, un chico al cual se le escapaban las lagrimas frente a una injusticia o un regaño, y el cual, quizás inconscientemente, se hacia amar sin palabras o pedidos…si, amar. Minato había descubierto ese sentimiento súbito y febril que había llevado su corazón a arder en llamas con su cercanía y de manera irrefrenable mientras más tiempo pasaba a su lado.
 
No entraría en escándalos, ya había descubierto desde sus tiempos en la escuela que se sentía atraído por los chicos, pero nunca nadie había logrado un sentimiento tan fuerte e intenso como el que le consumía en la cercanía de su bonito Spaniel, y un sentimiento que por supuesto fue correspondido por Shin, quien había aprendido a entregarse gustosamente a los más fuertes y excitantes juegos entre sabanas. Sin temor a mostrarse como el dominado bajo la fuerza y pasión que emanaba el cuerpo del pelinegro contra el suyo propio, arrancándole fuertes gemidos de placer incontenible cuando Minato le poseía en la cama, respondiéndole a su modo con besos apasionados, intensos y deseosos de los labios del pelinegro, declarándole en silencio un amor profundo y sincero, eran sin temor a equivocarse, una pareja tan dispar como perfecta.

 Y ahora Minato estaba solo, en la enormidad de su apartamento, odiándose por haber tratado de esa manera a su Spaniel…al chico que encendía sus pasiones, a su novio. Caminó con paso apresurado y molesto hacia el sofá y tomó asiento, llevando una mano a su larga cabellera azabache, agitándola furiosamente antes de tomar un cigarrillo de una mesita contigua y darle fuego, dejando escapar una fina bocanada de humo de entre sus labios apenas entreabiertos. Había sido un completo idiota con su novio y lo sabia…no tenia por idea del por que había reaccionado así, era cierto que tenia que ocuparse de otros asuntos en el centro de la ciudad y de hecho no le habría costado nada llevarle, pero le gustaba contar por igual con un algo de tiempo para si mismo, tanto como le gustaba pasar el resto del día con su amado Shin, pero hoy…era su día libre y quería ocuparlo en sus pequeños pendientes…o exactamente, en la sorpresa que tenia preparada para su bello pelirrubio.

 -Me disculparé con él…fui un imbecil, después de todo, estoy haciendo esto por él- Repasó Minato mientras volvía a ponerse de pie, sabia que Shin le perdonaría…y él juraría allí mismo no volver a hacer algo así, Minato había descubierto después de todo que su felicidad era solo completa cuando lo tenia a su lado, cuando Shin le miraba con esos bellos y expresivos ojos azules reflejando los fuertes y brillantes ojos carmesíes de Minato, cuando sus manos suaves repasaban su negro cabello, cuando le besaba con esos labios tímidos, cuando le sentía vibrar bajo su cuerpo…

 Sonrió entre recuerdos, ya dentro de unos días cumplirían un año de novios y quería que todo fuese perfecto para entonces. Secretamente había reservado una mesa en un costoso restaurante del sector VIP de la ciudad y se había jurado hacerle pasar la velada más maravillosa que el joven rubio pudiese haber soñado, pero el pensamiento de Minato se interrumpió al oír sonar su teléfono móvil.
Lo miró con un secreto odio por haberle sobresaltado y se reclinó a tomarlo, el display mostraba un numero y nombre familiar, Miharu, compañera de universidad de ambos jóvenes y secreta enamorada de Minato hasta que la relación de los dos chicos se hizo publica, momento en el que cedió a sus intentos por conquistarle y se convirtió en la consejera espiritual y por supuesto mejor amiga de ambos. -Miharu?...que extraño que llames tan temprano, que sucede? Olvidaste los apuntes una vez más!?- Preguntó Minato entre risas, pero la ausencia de una respuesta por varios segundos hizo que dejara las bromas a un lado, finalmente, de manera ahogada y sollozante la vos de Miharu se dejo oír.

 -Minato…algo…algo sucedió con Shin, él….él!…fue arrollado por un automóvil mientras caminábamos juntos a clases!, fue llevado al hospital regional, deberías…- El teléfono cayó de la mano del pelinegro sin llegar a terminar de escuchar el mensaje, mientras salía como un relámpago por la puerta tomando a la carrera las llaves de su condenado automóvil. Que clase de broma pesada era esa? Como Miharu estuviese tomándole el pelo y esperándole junto a Shin para que ambos se reconciliasen y hablasen cara a cara, se llevaría el regaño de su vida…aunque en lo profundo de su ser, sentía que algo estaba terriblemente mal.

 Arrancó su automóvil deportivo y atravesó la ciudad, no tuvo noción de cuanto le tomó hacerlo, solo supo que pasó semáforos en todo tipo de colores hasta que el gran edificio blanco del hospital regional se alzó imponente, al tiempo que Minato detenía el vehiculo cercano al umbral del edificio. Junto la entrada una ambulancia aun con las luces encendidas abría sus puertas mientras varios grupos de médicos aguardaban por la camilla que descendía del vehiculo, en ese instante Minato pudo ver el cabello rubio de Shin, sus ojos azules abiertos de par en par con incredulidad, inexpresivos, sus perfectas mejillas aterradoramente pálidas,  ahora perladas por gotitas rojas.

Y todo su mundo se derrumbó de inmediato…que había hecho!?...ahora su Shin estaba…sin siquiera detenerse a pensar, corrió junto a la camilla mientras entraba con el cuerpo medico a la sala de urgencias, siendo totalmente absorbido por un torbellino de emociones inconexas –preparen el quirófano, lo perdemos!…lo perdemos!…- resonó entre las paredes frías de la sala, dejando a Minato desolado en el medio de la nada mientras las puertas del quirófano se cerraban. No! no era posible, hace unas horas Shin le sonreía, se despertaba a su lado, le daba los buenos días, lo besaba dulcemente…se marchaba con un fuerte portazo.

 Minato cayó de rodillas, maldiciéndose a si mismo…no quería eso, tenia que ser un mal sueño, quería disculparse, decirle que lo amaba, quería llevarlo a la universidad y luego ir a arreglar los detalles para su aniversario, quería tocar su cuerpo de nuevo, perderse en esos profundos ojos azules que le declaraban su amor eterno sin decir una palabra. La puerta de la sala del quirófano se abrió lentamente y uno de los médicos salió a paso derrotado, fijando su mirada en Minato y acercándose a él. –Usted es un conocido de ese muchacho??...lamento mucho decirle que no…-

 -SHIN!!!- Minato se incorporó en la cama gritando su nombre, sudando frío, respirando agitado como si hubiese corrido una maratón, sus ojos carmesíes exploraban la habitación nerviosamente y su cuerpo temblaba suavemente. A su lado, Shin le observaba algo sorprendido, parpadeando un par de veces, mirándolo con sus profundos y bellos ojos azules que ahora reflejaban preocupación. –Minato?...te encuentras bien!? Parece que tuviste un mal sueño…todo esta bien, yo estoy aquí.-

 Por la ventana de la habitación despuntaba el alba, ya era hora de que el rubio se levantase para comenzar el nuevo día antes de marchar a clases, pero la mirada de Minato se fijó en la de Shin y le sonrió feliz, sereno, relajado…arrepentido de algo que no había sucedido ni dejaría que ocurriese. Sin responderle a su novio, el pelinegro se recostó sobre el cuerpo del rubio y entrelazó los dedos de su mano con los de él, dándole un profundo beso en los labios que tomó por sorpresa a Shin y le hizo sonrojar enormemente.

 -Mi…Minato?...te encuentras bien!? Estas sonriendo más que nunca…es que tienes el día libre verdad?, no deberías levantarte, quédate en la cama, yo iré a clases por mi cuenta.- Shin intentó levantarse, pero Minato le retuvo, aplicando más peso contra su cuerpo, haciendo que las pieles desnudas de ambos se rozasen suavemente mientras se apegaban y amoldaban entre sí, reconociéndose y deseándose la una a la otra. –No, yo te llevaré, solo serán 5 minutos en mi auto…solo quédate un momento más conmigo…te amo, Shin- Le confesó Minato con su voz firme y decidida mientras acomodaba su cuerpo al de su querido y fiel Spaniel, finalmente tras ese oscuro sueño, había aprendido lo que era verdaderamente importante, que todo lo que necesitaba realmente, estaba allí entre sus brazos.


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