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Retando al destino por aliossha

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Notas del capitulo:

 

Ha sido un camino largo...

 

Gracias por acompañarme en el recorrido de mi primer fanfic (:

 

No siempre fue facil, pero ustedes lo hicieron inmensamente mejor. Por eso, esto va, porque siempre ha sido, para ustedes.

 

 

 

Capítulo 15. 

 

Ha sido un largo recorrido. Una relación que sufre altibajos, pero que es tan profunda y  verdadera que ha superado la prueba del tiempo, de la monotonía, y sobre todas las cosas, la del hombre. La del destino, también.

Se nos ha inculcado que luchar contra nuestro destino es imposible.

¿Lo es? ¿O acaso somos nosotros quienes nos forjamos las paredes que nos rodean?

 

-  Estás temblando

- Tengo frío

- ¿No será que temes lo que pueda ocurrir?

Se le quedó mirando fijamente, con desdén. Luego, sonrió, y le besó con suavidad los labios.

- Estando juntos, creo que ya no tendré miedo a nada.

- Hum – refunfuñó un poco el pelinegro – estás siendo un poco creído. Es imposible no temerle a algo. 

- ¿tienes miedo?

- Pues sí, la verdad es que sí – lo miró de reojo – temo a lo que pueda pasar si perdemos esta batalla.

- No la perderemos – aseguró el rubio. 

Ritsuka no estaba seguro de qué contestarle. Era cierto que ahora tenían un poco más de fuerza, ya que tenían el mismo nombre, pero había que tomar en cuenta que su adversario era Seimei. El mismo joven que había terminado con la sociedad a la que había pertenecido alguna vez… era capaz de todo con tal de no perder. Se acurrucó en el pecho del rubio, rodeándolo con sus delgados brazos. Soubi inclinó la cabeza y dejó sus labios reposar en la frente del menor. 

Pensaban que no había un mejor lugar en el mundo para estar. En cierto modo, así era. No habrían cambiado ese pequeño momento a solas por todas las riquezas mundanas, ni por todas las obras altruistas del mundo, porque así es el hombre, sentimentalista. Porque es preferible un abrazo que la soledad y la angustia. 

- Ya amanece

- Ah…

- Anda perezoso, hay que levantarse.

Ritsuka gruñó pero se levantó de la cama. Entró al baño y encendió la ducha. Asomó la cabeza al cuarto cuando se hubo desvestido.

- ¿Sabes, Soubi? He estado pensando y creo que esto de tener el mismo nombre puede ser un poco benéfico para mí.

- ¿Ah, sí? – rió Soubi mirándolo desde la ventana.

- Sí, por ejemplo, cuando te ordene algo, tendrás que obedecerme – sonrió ampliamente. El rubio se quedó serio.

- No necesariamente – se encogió de hombros.

- ¡Qué! ¡Pero son las reglas!

- Puede ser que no quiera obedecerte – guiñó el ojo.

- ¡Bastardo! – se volteó y dispuso a quedar bajo el chorro del agua - ¡De qué sirve entonces toda esta fanfarria si al final vas a hacer lo que te venga en gana!

El rubio había aprovechado para entrar con él y abrazarlo por la cintura.

- Eres tierno cuando te enojas – sonrió contento Soubi.

- ¡Suéltame!

- ¿Te vas a poner irracional? – preguntó divertido – a ese juego pueden jugar dos – mordió su cuello provocándole un temblor de placer. Lo abrazó con más fuerza mientras sus labios se deleitaban en el pelinegro, que se resistía inútilmente.

- Ah…. Bueno – forcejeó – ya basta Soubi… te – tenemos una pelea, ¿recuerdas?

- Tú empezaste

- Y un demonio….

 

2.

 

La cama crujía con insistencia. Además de eso, sólo se escuchaban los quejidos y gemidos provenientes de ambos hombres. Era una habitación pobremente iluminada, las cortinas beishe que ofrecían luces en sepia. El piso de madera, un par de muebles, varios libros abiertos, y un paquete de condones abiertos. Nisei se aferraba con fuerza de la espalda de Seimei, que llevaba el ritmo a un nivel descontrolado, casi bestial. Se vino sin producir gesto alguno, y se levantó sin ningún miramiento. Nisei se quedó en la cama con la palma de su mano sobre el corazón que le desbordaba. 

Seimei tiró el condón usado y miró atrás. Por un momento en su gélida expresión se dibujó una ligera sonrisa, y fue tan fugaz que hubiese pasado inadvertido por cualquiera. Nisei aún jadeaba por lo bajo.

- Anda, ya va siendo hora de irnos – dijo Seimei.

- ¿Cómo puedes hablar con tanta tranquilidad después de eso?

Se encogió de hombros.

Normalmente tras esto se quedarían separados hasta el momento de pelear, pero por primera vez, a Seimei le entraron las ganas de quedarse un poco más. No sabía cómo proceder así que se quedó dando vueltas a la habitación, acomodando ropa y libros sin preocuparse por vestirse. Nisei se quedó sentado observando con verdadera devoción a su sacrificio. Cuando éste volvió a la cama, le rodeo el cuello con los brazos y le besó apasionadamente.

Seimei lo hizo separarse y quedarse sentado. Acarició su pecho mientras lo miraba a los ojos.

- No desesperes, ya sabes que no hay segundas rondas.

- Pero no quiero esperar hasta la próxima vez – se quejó Nisei.

- Es una orden.

Se levantó y esta vez, sí lo dejó a solas.

 

3.

 

Caminaron de la mano. Era extraño, porque nunca lo habían hecho. Habían estado juntos en los parques, en los cines, en algún café. Pero el simple acto de ir de las manos, nunca de una manera tan abierta. Solo una vez, meses atrás…

Llegaron al lugar del encuentro. El automóvil de Seimei se veía por encima del camino rocoso. Era un lugar alejado del pueblo, donde no podrían recurrir a trampas de ningún tipo. Ritsuka se preguntaba cómo se habrían puesto de acuerdo Seimei y Soubi para encontrarse en este lugar, ya que no habían quedado en nada específico. Soubi, como leyéndole el pensamiento, respondió a la pregunta formulada en su interior.

- Aquí es donde nos hizo enfrentarnos algunas veces, a Nisei y a mí. Era nuestro lugar de encuentro y siempre bromeaba diciendo que le gustaría haber luchado alguna vez aquí. 

- Bizarro – fue el único comentario del pelinegro.

Se alinearon como normalmente se hacía en las batallas. No hubo saludos ni monólogos dramáticos. Ritsuka miró a su hermano y esta vez no sintió alivio, nostalgia o miedo. No sentía nada. Era como mirar a un completo desconocido, y de cierto modo era así. Lo único que se preguntó era cómo sería la perspectiva de Seimei, qué cosas le habrían llevado hasta este momento y si alguna vez pensó en alguien más aparte de sí mismo. Supuso que jamás lo sabría.

Nisei se tronó los dedos. Soubi hizo que Ritsuka quedara un poco atrás de él. 

El primer movimiento vino de parte de Beloved.

Tu rostro en donde el tiempo

Ha esculpido, esmeradamente,

Con cincel de años las experiencias.

Tu alma a través de tus ojos

Como el lago profundo, insondable,

Cristalino; de reflejos, colores

Y formas a veces difusas.

Tu rostro de expresiones

Como los meandros del río;

Como las impetuosas olas del mar.

Vida donde se reflejan muchas vidas;

Vida que no es propia,

Es de todos, sin poseerla ninguno.

Las rocas crujieron y mientras pronunciaba la palabra “cristalino” todo a u alrededor se iluminó de colores y reflejos blanquecinos, que se volvieron agua colorida y fue lanzada con gran furia hacia Loveless. Era parecido a quedar atrapado en una sucesión de olas, se dificultaba el habla y la respiración. Soubi logró levantar una protección antes de que las cadenas alcanzaran a Ritsuka. Otra ola se elevó con la última estrofa, pero Soubi utilizó un reflejo para desviar el golpe a su enemigo.

Ojos tristes de niño,

Descoloridos, acusando agonía

Con fuego y llama de esperanza.

Ojos negándose a cerrar,

Para no perder una nueva tonalidad de color,

Una minúscula variedad de la forma,

Un pequeño cambio, un paisaje, un lago, una gota de agua.

Ojos que han llorado de alegría,

De amor, de dolor, de pasión.

Que miran sin mirar

El infinito y el más acá.

Una llamarada dio una vuelta rodeando a Loveless y entonces se dirigió a Beloved, que acababa de desviar su propia ola. Alzó un escudo, pero no fue lo suficientemente rápido como para impedir que una de las manos de Seimei quedara atrapada en la rígida cadena que se alzó del suelo. Sin embargo, no fue todo el ataque. En referencia al llanto de alegría, otra llamarada se alzó con el final de la primera, era distinta en la forma en que ondeaba y además, se limitó a quedarse suspendido sobre Beloved, que lo miró con desdén y luego rió. No le dio importancia y continuó.

No te preocupes;

Sólo soy viajero, caminante,

Una palabra, un suspiro, un latido del corazón.

Alguien que llegó y se va.

Todo sonido quedó suspendido. Ritsuka sintió que su cuerpo se quedaba rígido a un punto preocupante. Sólo hubo un latido de corazón y entonces el nombre de Loveless que yacía en la espalda de Ritsuka comenzó a dolerle desde dentro y luego, sangró. No pudo reprimir un grito de dolor y en ese instante, quedó atrapado entre cadenas. Soubi abrió los ojos, sorprendido y asustado. Levantó un brazo pero Nisei ya había comenzado a hablar.

Heme aquí observándote en tu casa

Como en mi casa.

Un desconocido pasa y conversa algo;

La nieve cae y cubre la calle,

Y yo estoy aquí: observando la luz de tu ventana.

Se heló el aire alrededor de Loveless, formando remolinos gruesos de nieve, y la sangre que corría se agrietó y se hizo pesada. Las cadenas apretaron la carne, haciéndole caer de rodillas. Comenzó a toser. Soubi apretó el puño del brazo que tenía levantado y la llamarada que yacía arriba de Beloved se elevó y dejó caer una lluvia torrencial de pequeños trozos de cristal. Aprovechó ese momento para intervenir.

Me desperté un día,

Ya no estabas más.

 Y está rutina,

Jamás será igual...

 El apoyo siempre fuiste,

En mis tristes decadencias. 

La fuerza en mis días,

Que sufría día a día.

 Que si hoy ya no te encuentro,

Ya por algo esto pasó.

 Tu recuerdo está en mi corazón,

Como en todos tus queridos.

 Porque estamos hoy en luto,

Por la falta de tu ser.

Seimei se encontró atrapado por completo en las cadenas, e incluso la fuerza de Nisei al atacar quedó reducida, por lo que el hielo se desvaneció, dejando atrás tan sólo agua helada. La tierra tembló, y tanto Ritsuka como Seimei quedaron atrapados en un pequeño agujero en la tierra. Ninguno de los luchadores se movió. 

 

- No puedes vencer, ustedes aún no están por completo unidos.

- Ustedes tampoco lo están – respondió fríamente Soubi – hay una igualdad de condiciones.

 

Soubi preparó un escudo al igual que Nisei, que en cuanto el suyo se levantó lanzó pétalos naranjas que cortaban igual que cuchillas. Al atravesar el escudo se convertían en polvo volador. El rubio por su parte se valió de mariposas azules que se quedaban pegadas al escudo de Nisei. 

- No puedo ver nada – gruñó Nisei.

Seimei, al escuchar esto se alarmó.

- ¡Quita el escudo!  - ordenó.

- Pero…

- ¡Es un truco maldita sea! ¡Quítalo!

 

No tengo palabras que decirte,

El dolor no es así.

Porque lo que hoy siento,

Jamás yo lo sentí.

Mi cabeza está llena de recuerdos,

Que no dejan de surgir.

 

Las mariposas se acumularon hasta que ya no quedaba espacio para nada más, ni un solo punto abierto. Se iluminaron hasta que no se pudo ver nada más que su destello, Seimei cayó de rodillas asfixiado por la fuerza de las cadenas contra su piel. El escudo explotó no sólo dañándolo a él, sino también a Nisei. Sangraba.

 

Los recuerdos son tibios y las palabras son inciertas.

Que el tiempo no tiene principio, fin o límite.

Desde aquí, la física vía que nos divide

 

Las mariposas se quedaron suspendidas en el aire, se elevaron un poco y luego estallaron, desencadenando una ligera llovizna azul eléctrica. Soubi provocó una niebla oscura que les permitió a ambos contrincantes poder ver a sus sacrificios. Soubi sacó a Ritsuka del agujero de tierra. Estaba algo malherido. Nisei hizo lo propio con Seimei. Cuando la niebla se disipó, continuaron.

 

- Como una vía láctea infranqueable y el espíritu que nos une con el pensamiento – unas pequeñas estrellas rodearon el lugar y se quedaron inmóviles en espera a la señal para atacar.

- Porque la energía es una – respondió Beloved.

- El pensamiento es nuestro – concordó Loveless.

- Y el luchar es de todos – concluyeron ambos.

 

Tanto las estrellas azules de Loveless como las rojas de Beloved se lanzaron al ataque. Los escudos alzados por los protectores no sirvieron de mucho ya que los sacrificios estaban malheridos, cansados y débiles. Luchadores y sacrificios recibieron el golpe de pequeñas puntillas que se incrustaban en su piel, agonizantes.

Tras el ataque hubo un pequeño momento de calma. Seimei intentó levantarse, Nisei le ofreció su brazo y no tuvo más remedio que aceptarlo. Ritsuka abrazó a Soubi y lo besó con urgencia en los labios, como temiendo no tener la oportunidad de hacerlo más. El rubio le sonrió y le correspondió el abrazo. El pelinegro besó también su cuello, y se dispuso a regresar a su lugar original, aunque Soubi se lo impidió y se quedaron así, en un abrazo. Miró desafiante a Beloved.

La llovizna cesó. Los contrincantes se miraron un poco. Nisei lanzó un ataque de látigos que Soubi desvió con una impresionante habilidad, sin siquiera convocar un escudo. Tomó la punta de un látigo y al desviarla la mandó directo a Seimei. Tanto Nisei como Ritsuka se asustaron; el golpe era mortal. En efecto, antes de que pudiesen protegerlo recibió de lleno el golpe y las cadenas de Ritsuka se desvanecieron. 

 

Nisei se disponía a devolver el golpe sin embargo Seimei lo detuvo. Se levantó con dificultad, ayudado por su luchador.

- Creo que es evidente quién tiene la ventaja – rió por lo bajo - ¿Damos por terminada la pelea?

- ¿Tenemos otra opción? – bufó Soubi.

- En realidad no – correspondió Seimei entre risas.

- Bien, entonces lárgate. 

- ¿Cuáles son sus condiciones?

- Simple. No entrometerte. Y sabes que no sólo hablo por nosotros cuando digo eso.

- ¿ Te refieres a los traidores? Quédate tranquilo, no son de mi interés. Bien, entonces, les dejaré en paz, sólo hay una cláusula que no estoy dispuesto a dejar, sabes cuál es.

- Lo sé.

- Espero con ansias el siguiente encuentro, Loveless.

- Lo mismo, Beloved.

 

Nisei y Seimei caminaron hasta el auto. Nisei se sentía mal por haber hecho perder a su sacrificio, aunque este parecía más bien relajado, incluso sonreía.

- ¿No estás molesto? – preguntó.

- No, no lo estoy – sonrió con más seguridad – todo lo contrario.

- Vaya, hasta parece que estás feliz por lo que acaba de ocurrir.

Seimei rió y le besó con deseo.

- No pienses, que eso no se te da.

 

4.

 

Los observaron irse. Luego, se miraron. No pudieron evitar sonreírse. Ritsuka sacó la cámara que llevaba en una alforja que habían dejado debajo de un árbol y tomó una fotografía. No le importaba el sudor, la mugre o la sangre en ellos, quería retratar este momento. Era el principio de una etapa distinta no sólo en su vida como adolescente y estudiante, sino también con su pareja. El estar así, era como si después de todo realmente el reto contra el destino lo hubieran ganado ellos.

Se lanzó a sus brazos y le robó un gran beso, que le fue correspondido con ahínco. 

- Te amo – sonrió. La sonrisa de él fue amplia y pura. Su mirada brilló.

- Te amo, Ritsuka.

 

 

Notas finales:

Una vez más, gracias por acompañarme hasta el final del fic. 

Todas las rimas tienen un mensaje subliminal para algún personaje ;) yo sólo digo....

Quería hacer al principio sufrir algo más a Seimei pero... no pude u_u verán, me puse a imaginar su vida y demás, y lo que me imaginé pues, me hizo quererle un poquito, así que, final feliz para todos. Al final dice que hay algo en lo que no va a ceder, se refiere a la venganza contra sus padres. (Si, así es, regresará sólo para vengarse de ellos)

Con respecto a los otros personajes, ¿¿quién sabe?? lo dejo a su criterio. Gracias por todo, enserio ^^

 


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