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Retando al destino por aliossha

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Notas del capitulo:

Halu de nuevo, mundo yaoi. Antes que nada una disculpa por no actualizar antes, ha sido una pésima semana para mí...en fin. Quisiera agradecer Por sus reviews, sugerencias, observaciones y comentarios. Espero no decepcionarlos.
Sin más preambulos, el siguiente capítulo.

 

Capítulo 2

Soubi se quedó perplejo ante las palabras de Ritsuka “Quiero perder mis orejas, Soubi. Y eso, eso es una orden”. Su posición se volvió rígida ante tales palabras. No estaba seguro de que su gatito comprendiera lo que le estaba pidiendo, así que comenzó a pensar en alguna manera de escabullirse de la implícita orden de Ritsuka… Lo que no esperaba es que el menor estuviese tan pendiente de su reacción. El menor atrapó el cuello de Soubi con sus brazos, rodeándolo en un asfixiante pero nada desagradable abrazo. Su beso era feroz, lleno de confusa urgencia, como si de pronto no quisiera saber lo que pasaba por la mente de Soubi, y eso era exactamente lo que temía. No pasaba el asunto a mayores si se trataba de una cuestión de lucha, o de simplemente discutir por el placer de discutir. Ritsuka temía que Soubi lo rechazara…   Cortaron el beso a falta de aire. Ritsuka pensaba que eso había sido maravilloso. Nunca le habían cortado la respiración por un beso. Soubi, con los ojos entrecerrados, divisó al menor que estaba ruborizado

. -          Ritsu, no podemos hacerlo. El aludido bufó.

-          Fue una orden. Lo harás.

-          Bueno…pero no hoy.

-          ¿Y qué diferencia habrá entre hoy, mañana o una semana?

-          Precisamente, ¿Cuál es la prisa?. No sabes que es lo que pides. - Ritsuka hizo de su mano un puño en la espalda de Soubi y lo miró con rencor.

-          Si esta es otra de tus tretas para auto regocijarte, Soubi… - comenzó a amenazar.

-          No, no es nada de eso – interrumpió Soubi – es sólo que… Ritsuka lo interrumpió con un sonoro beso en los labios. Soubi intentó retroceder. Cuando sus labios se soltaron, Ritsu hizo un sonido parecido a un rugido y, atrapando un poco del cabello del rubio, dirigió su boca al cuello de Soubi y se entretuvo un buen rato ahí. A Soubi la sensación le parecía celestial. La pequeña boca de Ritsuka recorría la extensión de su cuello con besos, lamidas y pequeños mordiscos. Intentaba mantener su respiración acompasada a manera de que el menor no notara lo mucho que le afectaba todo aquello. Como Soubi no parecía dispuesto a cooperar, Ritsuka se decidió que no descansaría hasta que aquel desgraciado le diera el placer que deseaba.   Y con esta determinación, mientras marcaba el cuello de Soubi, apasionado, acariciaba su espalda e intentaba que sus movimientos lo incitaran a unírsele. A Ritsuka, le parecía irónico y triste que fuera capaz de enfrentarse a todo, incluyendo al maldito destino que parecía estar siempre en contra de su voluntad, y no fuese capaz de expresarle a Soubi lo mucho que le quería. Soubi pronunció su nombre y el menor alzó la mirada con los ojos llorosos. El rubio comenzó a hablar acerca de las mil y un razones por las cuales no podían hacerlo en ese momento. Ritsuka en realidad no lo escuchó. Se limitó a observarlo y deleitarse con lo que veía, procurando memorizar cada detalle en él. No podía permitirse olvidarlo. Se percató que a Soubi los brazos le temblaban de cuando en cuando, y su mirada se paseaba de un lado al otro, sin mirarlo fijamente como acostumbraba.

Entonces se preguntó que tan obvio sería su sentir con respecto a él, y cuánto cambiarían las cosas si lo admitiera.   En un debido momento, regresó a la realidad, acunó el desconsolado rostro del rubio y lo besó. Fue un beso fugaz, cargado de ternura. Poco a poco, el ritmo de los besos se intensificó. Ritsuka mordió levemente el labio inferior de Soubi, a lo que éste respondió con un gemido apagado. Lo tomó de la cintura, acomodándolo bajo él, apegándolo a su cuerpo.   Ritsuka tenía la sensación de que ya no era dueño de la situación y por primera vez, lo dejó correr. Soubi le hacía sentir muchas cosas, gran parte molestas, pero no podía negar sentirse seguro y feliz con él. 

 

Con esta sensación, de no ser dueño más de su boca, de sus palabras, de sus actos, siquiera de mis pensamientos, se percató que los besos de Soubi  tan sólo había cumplido un sencillo propósito: hacerle desearlo aún más de lo que pudiese admitir. La humedad de ambos no sólo provenía del diferente exterior; sino también de sus más profundos y bajos orígenes.   La lengua del mayor se abrió paso por la boca del menor, con un recuerdo divertido en mente: aquel en el que Soubi le había dicho que debía entrenar su lengua, y de alguna manera había terminado dándole a entender que la lengua tiene muchas más funciones que degustar el alimento, a lo que Ritsuka contestó con sus habituales rechazos. ¡Qué diferente era ahora Ritsuka, que ya sabía a qué se refería Soubi!

. Con una extraña sincronía fuera de lo acostumbrado en ellos, los besos y caricias formaban parte de un extenso rompecabezas, de cual ellos eran piezas hechas para complementarse, aunque la visión general no fuera del agrado o aprobación del mundo.   Ritsuka se aferró a él, apretujándolo contra su cuerpo. Sintió el abultado miembro de Soubi y se estremeció de placer, puesto que aquella parte de él también estaba despierto, pidiendo a gritos un poco de diversión. Involuntariamente, el menor comenzó a moverse para estimular su placer, lo cual fue bien recibido por el mayor y sin dejar de besarlo o con menor pasión que antes, comenzó a bajar los pantalones del pelinegro, que se le antojaban terriblemente estorbosos. Mientras tanto, y con una velocidad y agilidad desconocidas hasta entonces para él, Ritsuka desabotonó la camisa de Soubi y se entretuvo sintiendo cada centímetro de su pecho. Se disponía a besar su cuello cuando escucharon pasos. Hacia la habitación.   Ambos se separaron, sobresaltados. Soubi estaba arrodillado y Ritsuka sentado sobre la cama. La puerta de la habitación siempre estaba bajo llave, pero por alguna razón, ese día Ritsuka se había olvidado de echar el cerrojo. De cualquier manera no había mucho que explicar. Ritsuka se dirigió hacia Soubi y le besó la frente, dejando descansar ahí sus labios. Aunque la madre del menor entrara, no habría mucho que decir, él estaba semidesnudo, Soubi con la camisa desabotonada, despeinados, agitados y por si fuera poco, había dos problemillas que los delataban notoriamente.   Sin embargo, tras un audible y dramático suspiro, los pasos se alejaron y más tarde, escucharon la puerta principal al cerrarse.

La madre de Ritsuka había salido, y cuando hacía eso, regresaba ya muy tarde. Ritsuka besó fugazmente a Soubi en los labios y después atacó al cuello del mayor. Soubi abrazó a Ristuka, acariciando su espalda. El menor se las arregló para quitarle por completo la camisa y acariciar sus largos y fuertes brazos, disfrutando de su fortaleza. Después Soubi lo tomó en brazos y comenzó a besar su hombro, colmándolo de pequeños besos. El otro hombro apenas y lo rozó con los labios. Ritsuka jadeaba a momentos. Soubi se permitió disfrutar aún más del cuello, ya que Ritsuka, convenientemente había echado la cabeza hacia atrás, permitiéndole mayor movimiento. Primero le repartió pequeños toques de besos, y después los alargó para más tarde recorrer unas zonas alternando besos aprisionantes con lamidas sugerentes y al último mordisqueando con suavidad. El menor tenía aprisionada la cabellera de Soubi y la apretujaba cuando se excitaba cada vez más. Al terminar de recorrer toda la extensión del cuello del pelinegro, Soubi descendió en línea recta por su cuerpo al tiempo que lo recostaba y él se acomodaba encima de Ritsuka.   Siguió descendiendo apasionadamente hasta que el pantalón de Ritsuka le cortó el paso. Estaba algo debajo de lo debido. Antes de poder hacer algo, Ritsuka se desabrochó el pantalón y se lo quitó con una velocidad impropia. Soubi levantó rápidamente la mirada para observar aquellos ojos violetas que lo miraban con una asombrosa emoción y lujuria.

Le agradó demasiado aquella imagen de su gatito. Levantó un poco una pierna del menor mientras sus labios recorrían de abajo hacia arriba. Rozó su sexo por encima del calzoncillo y Ritsula gimió audiblemente, jamás había sentido algo parecido y todas esas sensaciones lo volvían loco, y deseaba sentir aún más. Ahora comprendía un poco mejor a Soubi, y le parecía impresionante que no lo hubiera violado aún ( y no es que Soubi no lo hubiese pensado, aunque Ritsu no lo sepa, ja) después, al haber ascendido, beso su pecho, lamiendo juguetonamente uno de sus pezones. El pelinegro sonrió ampliamente, ya sin preocuparse demasiado por aguantar los sonidos que provenían de él. Soubi lamía y succionaba con divinos movimientos, mientras que Ritsuka apenas y acariciaba a Soubi. Aunque para fines prácticos, Ritsu se merecía ser el receptor de tanto cariño. Con un determinado movimiento, Soubi despojó a Ritsuka del calzón y volvió a sus labios. Les faltó aire y cortaron el beso. Soubi sonrió ampliamente.

-          ¿Soubi? – alcanzó a decir Ritsuka.

-          Sí…

-          Yo…bueno, no tiene que ser hoy. Aunque la orden sigue en pie, y la tendrás que cumplir – amenazó.

-          Como tú digas, Ritsuka. Te amo  

 

Ritsuka suspiró mientras la ronda de besos regresaba. La verdadera razón de su rendición se debía a que cuando el momento llegara, no quería sentirse confuso y quedar como un tonto. Así que había llegado a la conclusión de que se iba a entrenar un poco antes de hacerlo. Soubi no se lo negaría. El mayor ya había regresado al pecho de Ritsuka cuando este le ordenó que se desnudara. Soubi no pudo evitar ruborizarse, jamás se había imaginado que su gatito le ordenaría semejante cosa, y algo confuso se despojó del resto de su ropa.

Después, sus largos besos pasaron a ser casi bestiales. Parecían luchar con sus bocas.   Soubi bajó la mano y envolvió el miembro del pelinegro, moviéndola de arriba hacia abajo, lenta y después rápidamente, haciendo un poco de presión.  Ritsuka gemía y jadeaba. ¡Maldito Soubi, era divinamente hábil!. La mano izquierda de Ritsuka casi arañaba la espalda de Soubi, y con la otra se dispuso a imitar al mayor, estimulándolo. Pocos minutos después, incluso Soubi gemía y jadeaba. Su gatito poseía un talento asombroso para hacerlo sentir como en el mismo cielo. En determinado momento, sus movimientos se sincronizaron, con la misma velocidad y fuerza, intentaban lograr que el otro lanzara el grito triunfal que los colmaría de gloria. Ritsuka sintió el primer orgasmo de su vida con un grito que lo decía todo. Cerró los ojos con una sonrisa enorme en el rostro. Soubi no tardó demasiado, aunque él no lo hizo tan evidente como el pelinegro. Le robó un beso a su gatito y éste le rodeó el cuello con los brazos, no se cabía en felicidad.

 

- La próxima vez me toca a mí - dijo Ritsuka. Soubi sonrió ampliamente y, después de proporcionarle un amplio y húmedo beso, respondió:

 

- ¿Qué cosa? Ritsuka no pudo disimular su risa traviesa.

 

- Sabes perfectamente a qué me refiero, pervertido.

 

Soubi se acomodó a su lado, extendiendo una cobija que yacía a los pies de ambos. Rodeó dulcemente a Ritsuka con sus brazos y escondió ligeramente su rostro en el la parte trasera del cuello del menor.

 

- Que descanses, Ritsu. Te amo, vida mía.

 

Ritsuka suspiró audiblemente y le contestó un sencillo "buenas noches", aunque por dentro deseara tener la fortaleza de decir más. Cerró los ojos y pronto se vió sumergido en un profundo sueño.

 

 

Se encontraba en la orilla de un lago. Amanecía. Los rayos de sol, apenas perceptibles por las alargadas ramas de la jacaranda más adelante, iluminaban poco a poco el agua, haciendola destellear de una manera muy bella. Tomó una piedrecilla y la arrojó al agua, el impacto causó ondas infinitas que se perdían de vista más allá...un segundo más tarde y sin comprender el porqué, flotaba sobre el agua. Bajó la mirada para admirar los peces cuando una imagen le hizo estremecer. Soubi se ahogaba al fondo. Ritsuka hizo un movimiento y se lanzó a su rescate. El agua estaba helada, su piel ardía, sus músculos se tensaron demasiado, y cada partícula de su cuerpo rogaba que regresara, que esto era muy arriesgado...Lanzó un grito cuando el brillo en los ojos de Soubi se apagaron y de alguna manera el tatuaje que decía "Beloved" se apagaba hasta dejar virgen la pálida tez de Soubi...una inmensa tristeza lo embargó, su cuerpo se retorcía, agonizando por un poco de aire, pero él ya no tenía la fuerza ni determinación para subir... AOYAGI RITSUKA. ¿Qué?. ¿Acaso no ves que intento morir?. SAL AHORA MISMO. ¿Qué caso tiene abrir los ojos si debo dormir?. ¿Qué caso tiene hablar si no me escucharán y me silenciarán?. ¿Qué caso tiene soñar, si no voy a cambiar la realidad?. Y YO PENSÉ QUE ME TENÍAS ALGO DE RESPETO...NO SEAS MELANCÓLICO. ESTO ES UN SUEÑO Y NADA AQUÍ TE PUEDE DAÑAR EN REALIDAD... Ritsuka se removió. ¡Seimei!, exclamó, ¡Yo no sé...! NO TENGAS MIEDO, HERMANO. DE LO CONTRARIO, VENDRÉ Y TE DARÉ LA PEOR PESADILLA DE TU VIDA... Ritsuka rodó y cayó de la cama. Sobresaltado, abrió los ojos. Sudaba un poco. Miró hacia la cama para asegurarse que Soubi no se había despertado. La cama estaba vacía.

Hizo de sus manos un par de puños cuando comprobó que no estaba en el baño. Se percató de algo temible al recoger la cobija: había unas gotas de sangre secas en el piso. Las gotas llevaban a su ventana, ¿Que había pasado?.

Una mariposa azul reboloteó frente a él. "¿Dónde estás?"- pensó, tomando unos pantalones y una chamarra, dispuesto a buscarlo y encontrarlo pasara lo que pasara.

Notas finales:

 

Estoy conciente de que he dejado una gran incógnita, pero era necesario terminar aquí el capítulo. ¿Qué habrá pasado con Soubi?. Gracias por leer (: Buen día. Chao!


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