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Retando al destino por aliossha

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Notas del capitulo:

Un día con un pequeño descanso del destino y Soubi.

Que conste que dije "pequeño"

Espero lo disfruten...

 

Capítulo 5.

Ritsuka necesitó unos segundos para acostumbrar su vista a la brillante luz que se había encendido en sintonía con aquella voz que había gritado ¡Bienvenido, Aoyagi Ritsuka!. Había cuatro jóvenes frente a Yuiko y él. Los reconocía por que estaban en la misma clase que él, pero nada más.

Dos chicas y dos chicos.

El chico que estaba en la esquina, el más alto, era moreno, de cabello negro, largo y quebrado. Tenía una mirada pesada pero se podía adivinar que no era cruel por su tímida sonrisa. Tenía los brazos fuertes pero no con exageración. La chica que estaba junto a él era muy delgada, sin embrago esto le sentaba muy bien, tenía el cabello color rubio rojizo, corto y con las puntas alzadas, sus brazos y piernas alargados se acentuaban con su delgadez. La chica junto a ella era más llenita en comparación con su compañera; de piel tono níveo, ojos grandes con la punta hacia abajo, lo que le daba un aire de fragilidad y tristeza contrastante con sus mejillas ruborizadas y sonrisa amable que sellaban su rostro en forma ovalada. Llevaba también una coleta con un moño. El último chico y no menos importante era alto, delgado, de cabello blanco que apenas le llegaba debajo de las orejas – apenas se había convencido de dejárselo crecer – y ojos color miel. Su semblante era serio.

Todos ellos iban con mallones, los chicos de negro y las chicas de blanco con una falda que les llegaba por arriba de las rodillas, también blancas.

Ritsuka se quedó en blanco un segundo. Yuiko entonces le comenzó a explicar que todo aquello era por que al final del ciclo escolar habría un concurso de talentos y todos ellos se habían decidido participar con una obra musical “nueva”- a Ritsuka le asustó el último término – y el problema era que necesitaban un chico más y la primera opción que la pelirosa había considerado había sido por supuesto Ritsuka.

Al principio se negó rotundamente, pero eso le valió unos largos minutos de súplicas y objeciones por parte del grupo.

-          ¡Te vas a divertir! – afirmó la chica delgada, que se llamaba Yuki.

-          No hay nada que perder – se encogió de hombros el moreno cuyo nombre era Farid.

-          Además te dan crédito extra por participar – alegó el otro chico, Takayuki.

-          Sería fantástico que nos ayudaras – comentó con timidez la otra chica, la de la coleta alta con el moño, llamada Anne.

 

Yuiko sólo sonreía y asentía con la cabeza. Al final, Ritsuka les pidió unos minutos para considerarlo y transcurrido ése tiempo aceptó, después de todo y como Farid había dicho, no había nada que perder. Estuvieron un rato conversando hasta que al final sólo quedaron Yuiko y Ritsuka.

Entonces ella sacó lo que pareció un libreto de su alforja – cabe mencionar que era ENORME – y Ritsuka lo sostuvo. Comenzó a leerlo y apenas estaba en la página tres escuchó que alguien entraba al auditorio.

-          ¡¡Yuiko!! – exclamó dramáticamente una voz que el pelinegro reconoció al instante. Su amigo Yayoi y la pelirosa llevaban unos cinco días oficialmente como pareja después de un par de años de inseguridad. A él le parecía estupendo, siempre y cuando no lo involucraran en sus problemas de pareja, puesto que entre el martillo y el yunque no es prudente interponer un dedo.

La aludida corrió hacia él, abrazándolo. Ritsuka se sintió cohibido por todo aquel movimiento y después de todo eran sus mejores amigos así que verlos juntos y tan cariñosos todavía se le antojaba algo incómodo. Se concentró en el libreto como para desaparecer y no hacer mal tercio.

No bien había llegado a la página doce pensó que el guión era un completo sinsentido, no había pies ni cabeza. Lo cerró y encontró que en la última página venía el nombre del autor. O en este caso autores. Resultaba que todos habían colaborado para escribir la obra, con una curiosa inscripción como pie de página: Idea original de Yayoi- san, escrito con la caligrafía de Yuiko. Ahora comprendía por qué estaba así de loca la obra.

Los tres amigos salieron del colegio y estuvieron juntos la mayor parte de la tarde de compras. Yuiko, fue la que más cosas adquirió. Una vez hubieron terminado ambos chicos acompañaron a la pelirosa a su casa y de ahí, cada quien tomó su camino.

Ritsuka aún no quería regresar a casa, se sentía inquieto y con la adrenalina al tope, así que guardó las cosas que había comprado en su alforja y se dirigió al parque más cercano. Una vez ahí, se dispuso a trotar por la pista. No le importaba no estar vestido apropiadamente para la actividad o el peso de la alforja que cargaba, el simple sentir de sus músculos al moverse en sintonía con su palpitar y respiración lo embargaron de una calma que había creído olvidar. Llegó al final de la pista, sudado y cansado pero también muy contento. Ahora mismo sus problemas se le antojaban ridículos. “Quizás le doy demasiada importancia a las cosas que no debo” pensó.

Así pues, caminó de regreso a casa y una vez ahí no ocurrió nada preocupante. Su madre dormía apaciblemente en un sofá. Ritsuka sacó una frazada del armario correspondiente y la cubrió con ella. Después peinó con sus dedos el cabello que se le había quedado en el rostro y lo acomodó. Al final besó su frente y subió a su habitación, cerrando la puerta tras de sí y corriendo el cerrojo. Dejó la alforja en el piso y sacó su contenido. Acomodó los libros y libretas en el escritorio, junto a la computadora. Sus compras quedaron encima de la mesa de noche.

Por un momento se planteó hacer la tarea pero como buen adolescente, abrió su libro, lo observó y dijo: No gracias, dejándolo a un lado, pensando en hacerlo después.

Abrió la ventana y luego se metió a la ducha. Una vez acabó y se cambió por su pijama, salió del baño y creyó ver movimiento en el balcón. Corrió hacia allí emocionado pero al correr la cortina vió que no había nada, Soubi no estaba ahí.

Suspiró con tristeza; se planteó llamarlo pero no se le ocurría que decir, su orgullo era más que la necesidad de verlo y perdonarlo en silencio. Se dispuso a dormir.

No supo cuanto tiempo después, sintió el contacto de unos brazos que bien conocía que lo levantaban y acomodaban en su regazo. Ritsuka abrió los ojos y pensó que no podía ser más bello. Con el cabello recogido le gustaba aún más por que podía observar su rostro por completo. No llevaba anteojos. Abrió la boca para decir algo pero una vez hubo pronunciado el nombre del pelinegro éste levantó su dedo índice y tocó los labios de Soubi como para indicarle que no hablase.

Se acurrucó en su pecho, aspirando el aroma del hombre al que amaba y cerró los ojos hasta, eventualmente, quedarse dormido.

Notas finales:

Un merecido día de paz para Ritsuka...¿Por qué no?.

¿Podrá bailar tan bien como sus compañeros en la obra?.

Gracias por leer.

Sayonara ^^Ritsuka <3


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