Capitulo 2 En el limbo.
Se esmeraba por pintar ese techo en color gris muy claro.
Era un trabajo para un joven no acostumbrado a realizar trabajos caseros bastante difícil a cada rato gruesas gotas amenazaban con caerle sobre el cabello y cara, de hecho en ese momento ya hasta sus pestañas eran grises.
Por fin había dominado al terrible enemigo que era el techo de la pequeña bodega ubicada al fondo de la cocina.
Sonrío para si, lo había logrado según El había sido hecho un buen trabajo.
El jefe como solía llamarle le daba un lugar para dormir y comida aunque ni un yen, pero era mucho mas de lo que tenia. Claro tenia que pagar con trabajo y el jefe era un negrero lo explotaba.
Iba a llamar a Paúl para que viniera a calificar su excelente trabajo, de haber tenido una mayor cultura lo hubiera comparado con la capilla Sixtina en Roma, pero El con trabajo sabia que existía Roma.
Fue cuando se quedo mirando al jefe Paúl Wang era un hombre de mediana edad rayaba en los cuarenta, aparentaba ser un hombre ordinario, trabajador, simple, tímido no se metía en grandes problemas, era un hombre realmente común y corriente como hay muchos.
Sin embargo solo algunos conocían su secreto Wang tenia tanto de ordinario, como ver ballenas azules en el cielo.
Paúl Wang había formado parte de la primera generación de recuperadores El y Der Kaiser habían sido al igual que El en caso de Ban y Ginji excelentes amigos, confiando sus vida el uno al otro. Como en su caso Paúl había sentido algo mas que amistad por Der Kaiser, pero su socio a diferencia de Mido tenia una sexualidad muy bien definida y nunca le confeso sus sentimientos.
Ginji de Kaiser no sabía nada excepto que era el padre del traicionero de Ban.
Ambos a pesar de la diferencia marcada en sus personalidades se llevaban muy bien y Paúl disfrutaba de la compañía de su socio, cada vez que pasaban tiempo juntos como amigos o en una misión, Ya que cada uno por su lado llevaba su propia vida.
Por eso cuando Paúl se entero que Ban y Gin eran una pareja mas allá del servicio de recuperación, vio con buenos ojos la relación. De inmediato se identifico con Ginji por su forma simple de ver la vida, de ver lo mejor en los demás y de no esconder el sentimiento que guardaba por Mido.
La relación del primer par de recuperadores hubiera seguido igual, hasta que un día Kaiser le externo a su amigo que quería presentarle a su mujer y que ella estaba esperando a su hijo.
Esa le ocasiono un dolor de corazón a Paúl, pero no lo externo y cuando nació el bebe fue llamado su tío no oficial y además se comprometía a cuidar y velar por El
Cuando Kaiser descubrió que su hijo tenia la misma maldición de El, le pidió a su compañero lo acompañara a la fortaleza infinita para buscar la manera de ayudar a su heredero. Con el tiempo a Kaiser cambio, le gano la ambición y se quedo en la fortaleza se volvió el maestro de la línea del cinturón, con la esperanza de algún día ser parte de los dioses que dominaban el lugar.
Paúl se separo y después de perder su amigo y la confianza en El, aun así en lealtad a su compañero velo por Ban Mido y actualmente por Ginji Amano.
- Jefe ya viste lo bien que quedo? Le grito desde la escalera que había utilizado para pintar el techo.
- Mmm... no quedo nada mal, anda ahora siguen las paredes.
- QUE NO SOLO ERA EL TECHO! Externo Chibi Ginji derramándose por la escalera.
Wang continúo en la lectura del periódico de ese día. Riendo para sus adentros de cuanto sufría el chico.
Ginji era un joven que fácilmente se podía leer su corazón y mente, sus actitudes en cada momento rebelaban lo que pensaba y deseaba o necesitaba.
Habían pasado cuatro meses desde aquel martes fatal al caer la noche. Para Paúl Ginji era como un hijo así lo veía y se sentía orgulloso del joven, lo conocía como la palma de su mano le veía ínter actuar con los clientes para que se sintieran como en su casa. Aprendía poco a poco a cocinar Paúl se tomaba el tiempo para irle enseñando los secretos de la cocina. Lavaba la loza, limpiaba el lugar e iba a hacer las compras, siempre sonriendo y mostrando su amabilidad en cada ser humano.
En verdad Wang se llenaba de orgullo cuando clientes externaban comentarios halagadores hacia el joven.
Habían pasado cuatro meses, y aparentemente el comportamiento diurno del chico era normal, pero cada noche le escuchaba en su cuarto llorar. Algunas veces era un llanto en silencio solo gimoteaba, otras veces era intenso y golpeaba el suelo o la pared. Cuando el pensaba que el creía que nadie le escuchaba. Pero Paúl que si lo hacia le rompía el corazón.
Por su lado Ban había intentado restablecer la amistad con el chico, le hablaba una vez por semana solo para saber de El, y en aquellos escasos tres minutos Mido compartía situaciones triviales, mientras el otro solo escuchaba. Mido sabían que estaba allí solo por su respiración. Después de un cuídate, luego te hablo, colgaba dejando a su expareja con el celular pegado a su oído un tiempo indefinido como un estado catatónico, con una mirada hundida en la tristeza como su corazón, para luego llorar en la noche.
Otras veces el solo escuchar la voz de Ban le colgaba y aventaba el celular sobre la cama o donde cayera.
Hasta que un día dejo de llamar, y empezó a rondar el Honky Tonk de nuevo para verse con Heven, a principio el rubio, el solo saber que iba a ir, se alejaba del lugar, ya después empezó a aceptar verlo y responderle el saludo y aun intercambiar pequeños diálogos con su ex compañero y ex amante.
Y con el tiempo Kazuki como su nuevo compañero se unió a Mido en las reuniones con el cliente.
Para el joven Fuchoin el encontrarse con la mirada del rubio fue algo más difícil. El maestro de los hilos, pese a que Ban era su pasión, Ginji era su amigo y la vergüenza le afectaba. Sin embargo un día logro hacer contacto con la mirada color miel y de alguna manera sin palabras le pidió perdón y el otro lo perdono.
Ginji había pasado por las fases del duelo lo había negado, después llego a odiar tanto a los traicioneros de Ban y Kazuki que deseaba que un tren cayera sobre ellos y los matara.
Actualmente no había odio en su corazón para ninguno de los dos, había amado tanto a Ban no podía odiarlo.
Esa tarde de miércoles Heven había llevado Una pareja de clientes que querían recuperar quien sabe que?
Después de todo a quien le importaba? Pensó el rubio mientras acomodaba la despensa que había ido a comprar en la alacena y parte en la bodega.
Esa tarde para colmo Natsumi tenia un examen para el día siguiente y había pedido el tiempo libre, así que El fue el que tuvo que atender a los reunidos junto a la ventana.
Llego saludo y sonriendo les acomodo las tazas con el café.
- Gracias Ginji. Externo Mido en un tono bajo.
El rubio se dio la vuelta y regreso a su lugar en la barra.
Se sirvió una taza del mismo café y aguardo a los clientes por si requerían de sus servicios de nuevo.
Observaba el liquido negro humeante en la taza, mientras en su mente aquel" gracias Ginji" en un tono calido por parte de Ban era como un cuchillo abriendo sus heridas.
De vez en cuando mandaba miradas fugitivas a Mido. Le observo se veía bien demasiado bien, seguía siendo ante sus ojos el hombre mas guapo del mundo.
Pero ya no era suyo....No era suyo. Las lagrimas amenazaban con abandonar sus ojos y sin expresar ni una palabra dejo la barra y abandono el lugar.
Mido estaba en ese momento leyendo un documento que le habían entregado con los detalles del objeto a recuperar, pero aun así rodó la mirada discretamente y le vio abandonar el lugar.
Pese a lo que cualquiera apostara Ban apreciaba demasiado a Ginji, solo que en el corazón no se manda y actualmente su corazón pertenecía al apuesto joven de cabello largo mirada inteligente, culto y muy brillante llamado Kazuki.
El rubio después de abandonar el pequeño bar se sintió mejor, empezó a respirar como si no lo hubiera podido hacer dentro.
Y empezó a caminar sin rumbo, solo caminar.
La tarde empezaba a caer y las hojas de los árboles formaban una cascada con el aire cayendo acompasadamente. Cuanto había caminado? No lo sabia, además no le importaba.
El sol empezaba a ocultarse y se tomo el tiempo para ver la puesta desde un lugar en alto en aquel parque ecológico en Shinjuku.
- Nunca imagine que fueras del tipo que aprecia una puesta de sol Ginji.
El joven volteo sobre saltado...Que?
-Jubei no te había visto, lo siento.
- Yo te vi. desde que llegaste Ginji. Externo con un tono calido y amable.
Después de pasar unos minutos en silencio, mientras se desarrollaba el espectáculo. Jubei intervino una vez más.
- Tienes hambre Ginji. Le externo mientras le mostraba un paquete en una caja blanca con la marca de una pastelería escrita en letras doradas.
- Tengo un Pay de frutillas, en verdad es una delicia, que te parece si te invito un tea y lo compartimos en mi casa. Externo Jubei.
Ginji en realidad no tenia nada que hacer ni ningún motivo para regresar de inmediato acepto la invitación y se fue caminando con el subalterno de Fuga.
Una vez en la fortaleza infinita el medico le condujo a su casa y le abrió la puerta para que pasara.
Primero cruzaron por un cuarto con paredes pintadas en color claro que servia de consultorio pequeño muy limpio con una mesa grande cubierta con una sabana blanca gabinetes de madera donde guardaba sus instrumentos de trabajo un escritorio unas dos sillas y algunas ilustraciones del cuerpo humano con miles de agujas y pequeños nombres escrito explicando la función en el sitio de acupuntura.
Después cruzaron una puerta en color caoba dando paso a una sala pequeña decorada al mas puro estilo japonés un piso de duela color avellana brillante pulido, varios almohadones grandes en colores tierra contrastantes, que servían de asiento una mesa de centro bajita era lógico si se sentaban en el suelo. Y macetas con plantas de diferentes tamaños unas acomodadas junto a otras para dar imagen de un jardín, había una ventana con una cortina de bambú.
Al rubio le gustaron unas pequeñas florecitas de colores distintos en cada maceta y con abundantes hojas redondas suaves que parecían de terciopelo cada planta estaba sembrada en pequeños tazones de cerámica pintada a mano.
- Esas flores se llaman violetas africanas y son hermosas no lo podrás negar Ginji. Externo el dueño de la casa. Ante el asombro del joven por las plantas.
Jubei había regresado con una charola donde traía el pastel, unas tazas hermosas decoradas una tetera pequeña que humeaba como una chimenea, y despedía un agradable aroma.
En lo que el rubio inspeccionaba el lugar el medico había preparado tea al estilo antiguo con una infusión de una mezcla de hojas.
- Te va a gustar Ginji le dijo después de agregar un poco de miel para después servir el te y ofrecérselo.
- Gracias. El chico al levantar la vista observo que el maestro de las agujas se había cambiado la ropa y ahora traía un kimono de verano para hombre, con una tela azul clara y vivos en azul marino.
Estaba abierto por el frente y dejaba al descubierto parte de su torso.
El rubio se ruborizo y desvío la vista, para fijarla en el pastel.
El anfitrión corto una rebanada y se la ofreció a su invitado. La cual desapareció rápidamente. Y le volvió a servir.
-Espero que estes cômodo Ginji.
- Gracias.
- Si prefieres un kimono, tengo algunos de Kazuki, externo sin pensar en las palabras.
El joven reflejo una mirada triste. Como respuesta.
- Perdón Ginji en verdad lamento lo que sucedió, Yo...
-Perdonar que?, Yo soy el que debería pedirte perdón tu amas a Kazuki, toda la vida lo has amado y Ban....
- Ginji quieres hablar?
- El joven desvío la mirada para centrarla en las flores y poco a poco empezó a externar como era su vida, cuan feliz era a manos de Mido. Como su soledad al conocer a Ban había desaparecido y como era contrastante con el momento actual.
Jubei le escucho todo el tiempo, cuando empezó a llorar se acerco a El y le paso el brazo por el hombro, sabia cuanto amaba al telépata.
Se llevo unas tres horas hablando y llorando, había guardado tanto por no externar lo que sentía a sus amigos. No podía mas se pego al ancho pecho de aquel atractivo hombre mientras sofocaba su llanto. Jubei mientras le escuchaba empezó a acariciar su cabello y con ello empezó a darle sueño, mucho sueño, hasta quedarse dormido.
Kakei lo levanto del almohadón en el que estaba sentado y lo acomodo en un futon, lo cobijo mientras el chico dormía, continuaba acariciando aquellos mechones rubios.
- Pobre Ginji tu corazón esta tan herido.
- A diferencia mía, Kazuki y Yo teníamos un convenio después de tantos años, cuando alguno se enamorara de otra persona el otro le daría la libertad para irse y seguiríamos siendo amigos.
-En cambio para Ginji, Mido era toda su vida, lo dejo vacío, roto, sin la madurez para afrontar algo así.
- Pobre Ginji necesitas que alguien cure tu corazón.
- Como medico me esmerare en sanar tus heridas y anestesiar tu dolor. Te lo prometo Ginji.