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The Shadow of Vengeance por Alhen Lawliet

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Notas del capitulo:

Espero que les guste, cuando vean ésto ** quiere decir que la voz de Kurt se escucha al mismo tiempo que otra voz.

el capi de hoy es más largo, uf! 6 paginas en un rato, jejejej, me tomo en realidad dos horas escribir todo esto. jajaja.

 

Las clases eran tediosas, no lograba concentrarse. Kurt miró por la ventana y justo en el jardín, vio a aquel fantasma, quieto, mirándolo, con su rostro cubierto por su cabello negro. Kurt saltó literalmente del asiento, sorprendido y asustado. Nuevamente, la monja llamó la atención al joven alemán.

- ¡Señor Wagner! ¿Algo le parece interesante afuera?

Miró por la ventana, solo para descubrir que no había nada. tembló, tragó saliva y volvió la mirada a la monja que lo miraba severa.

- N-no.

- Bien, entonces, dígame los nombres de los doce apóstoles de Jesús.

- Eh… si… em… son… Judas Iscariote… a…

- ¿No lo sabe? Bien, entonces…

La monja miró a Todd y entonces, sus labios se curvaron en una maliciosa sonrisa.

- Señor Tolansky, responda usted la pregunta.

- Si.

Se levantó de su asiento.

-

Simon, hijo de Jonás o Juan, Andrés, hermano de Pedro y ex-discípulo de Juan el Bautista, Jacobo o Santiago el Mayor, hermano de Juan, Felipe de Betsaida Bartolomé hijo de Talemai, llamado también Natanael de Caná

, Tomás, Mateo, Santiago el menor, Judas Tadeo, Simón el Cananeo y Matías.

La mujer tan solo borró su sonrisa para mirar al chico con el más profundo rencor disimulado.

- Bien, parece que ha avanzado en sus estudios, joven Todd.

El chico volvió a sentarse. Las campanas de la escuela resonaron por todo el lugar, el sol se ocultaba y los estudiantes se preparaban para la hora de la cena. Todos estaba sentados alrededor de la gran mesa rectangular, la monja se encontraba también sentada, todos con sus platos servidos.

- Bien.

Habló la mujer anciana.

- Antes de comenzar, debemos decir nuestras oraciones.

Miró a Todd y su boca se deformó en una sonrisa maliciosa, arrugando su piel vieja y tostada por los años.

- Joven Tolansky, ¿le parece decir nuestras oraciones de gracias ésta noche por la cena?

El chico miró nervioso a un punto ciego en la mesa. Tartamudeante, sudoroso. Lance miró agresivo a la mujer, tratando de levantarse, pero Pietro no se lo permitió, tomando su hombro, meneando su cabeza en una negativa. El pelinegro volvió a sentarse.

- S-si, hermana.

Juntó sus manos tembloroso, sudando. Kurt veía todo con cierta molestia y lastima. No soportaba ver aquello. El chico Tolansky, estaba nervioso, tartamudeando, sin que lograra salir una sola palabra de su boca. El miedo lo paralizaba, aquella mujer lo aterraba. Finalmente, unas escasa palabras salieron de su boca seca.

- Señor, bendice éstos alimentos… que….

Aquellos nervios, lo mataban del miedo, esos ojos escrutándolo de vez en vez. La mujer lo miró severa.

- ¿Puede decirme el ave maría?

- Eh?… s-si… emmh… es….

Los nervios provocaban más sudoración, y temblaba. Minutos pasaban y no salía de los balbuceos. La mujer sonrió satisfecha, miró al joven mientras Lance, Pietro y Kurt miraban todo con molestia e ira.

- ¿No lo sabes?

- Eh.. Si, digo… no es que no lo sepa, es que yo… yo.. Eh…

Estaba asustado, su pulso se aceleraba, la mujer lo miró seria.

- ¿No lo recuerda?

Todd bajó la mirada, apenado y nervioso. Un momento de silencio mientras Todd no dejaba de balbucear. La mujer lo miró nuevamente.

- Por ésta vez lo pasaré por alto, tome sus alimentos y quiero que repita quinientas veces el Ave María y si se equivoca y le falta una, las repite de nuevo, no me interesa si se desvela toda la noche. ¿Comprendió?

Levantó la cabeza apenas para ver completamente dócil a aquella severa monja que inspiraba miedo más que nada.

- Si.

Bajó la mirada, estaba aliviado en cierta forma, pero se sentía mal por el castigo impuesto. Lance nuevamente quiso hacer algo, pero Pietro volvió a detenerlo.

- No lo hagas, solo lo meteremos en más problemas, sabes que eso es lo que buscas esas pingüinos.

Lance gruñó. Mirando en dirección de la monja que sonreía satisfecha por lograr que el chico Tolansky cometiera un error.

Esa noche, Todd repetía sus rezos, pero siempre terminaba olvidando cierta parte de la oración. Pietro, quien era su compañero de habitación, lo miro entre molesto y preocupado.

- Ya has repetido esa oración como siete veces y siempre te atoras en la última parte. Déjame ayudarte.

Sin abrir sus ojos, permaneciendo hincado y con el rosario en sus manos entrelazadas, dijo con voz suave.

- No puedo, aprecio tu ayuda, pero debo hacerlo por mí mismo.

Pietro lo miró molesto.

- ¿No comprendes que esa mujer solo quiere fastidiarte?

- Esto es una prueba.

- ¿Qué?

- Una prueba, que solo yo debo superar.

- Escucha, se que es importante que uno mismo resuelva sus problemas pero aveces necesitan ayuda.

- No puedo, si dejo que siempre me ayuden no lograre hacer nada por mí mismo.

- Bien, como quieras, solo trata de dejarme dormir.

- Descuida, hablare lo más bajo que pueda y no te molestaré.

Pietro se recostó en su cama, cruzando sus brazos colocándolos bajo su cabeza como una almohada, molesto pero a la vez, preocupado por su amigo Todd.

Las horas transcurrían, afuera, el viento soplaba terriblemente. En el dormitorio de las chicas, una sombra pasaba, recorriendo los pasillos hasta llegar a una habitación, donde cierto numero de mujeres dormían en camas individuales a cada lado de la habitación. Una de ellas se despertó y salió de su cama mirando hacía un punto fijó.

Aquella cosa se acercó a ella.

Al día siguiente, la campana que permanecía inmóvil, era suavemente mecida por el suave viento que soplaba. El sol salía.

En el salón de clases, Kurt se encontraba sentado, mirando a la ventana, cuando Pietro entró con Todd, cargándolo, pues se encontraba dormido.

- ¿Y a el qué le pasó?

- Se quedó toda la noche en vela diciendo las oraciones.

- ¿Al menos dijo las Quinientas?

- No lo se, me quedé dormido.

Lance había entrado también al salón de clases, sentándose junto a la ventana, una fila a la izquierda de Kurt cuatro bancas atrás. Recargó su brazo en el pupitre mientras con su mano sostenía su mentón.

- El problema es, que si no los terminó y si esa pingüino le pregunta, Todd no sabe mentir.

Pietro y Kurt miraron tensos uno al otro y después a Todd que yacía en la banca, con sus brazos recargados en el pupitre. Kurt miró el reloj de la torre, esperando que el chico no se quedara dormido al inicio de clases. Pietro estaba dispuesto a despertar al menor.

- Debemos despertarlo, si la monja llega y lo ve dormido lo pondrá en serios problemas.

Kurt se apresuró a levantarse de su silla y levantó su mano para detener a Pietro.

- Espera, no lo despiertes, aún faltan cinco minutos, dejemos que descanse en ese tiempo.

Pero tan pronto como mencionó aquello, varios de sus compañeros entraron al salón y detrás de ellos aquella monja severa.

- Bien, iniciemos las clases.

- ¿Qué?

Fue la reacción de los tres chicos. La mujer vio a Todd dormido y sonrió. Kurt sabía que esa era el plan de la mujer. Lance estaba furioso y parecía que se iría contra la mujer mayor, pero Kurt habló antes de que el chico levantara su puño contra la anciana monja.

- Espere, no puede.

La mujer lo miró molesta.

- ¿Qué dice?

- Vera, el reloj.

Apuntó al mencionado aparato cronológico que yacía en la torre.

- Aún no es hora, no puede iniciar las clases antes de lo debido.

- Según mi reloj ya es hora.

- Pero las campanadas anuncian el inicio de clases, son las reglas y todos debemos obedecerlas… si usted… rompe con las reglas, nos esta incitando a los demás a hacerlo también. Debe ser un ejemplo para nosotros.

Lance y Pietro lo miraron, en primera, confundidos, pero después, comprendieron su acción y estaban agradecidos con el. La monja lo miró molesta.

- Le daré la razón, solo por ésta ocasión. Pero si al sonar la campana, el chico Tolansky no despierta… recibirá un severo castigo.

Sonrió con malicia. Pietro, Lance y Kurt miraron que en el reloj ya solo faltaban menos de un minuto. Tenían que despertar a Todd.

- Oye, viejo, despierta, vamos amigo ronquidos, despierta.

Pietro insistía. Lance lo movía de un lado a otro y Kurt miraba el reloj y las manecillas que se movían sin detenerse.

- Todd, despierta, por favor, amigo. “Campana, por favor, que no suene la campana”.

Rogaba en su mente el joven alemán mientras seguía insistiendo en despertar a Todd. Pietro lo miró serio.

- Es imposible, esta profundamente dormido.

Kurt no se rendía.

- Despierta. Despierta.

Todd no despertaba.

- Despierta. Despierta**

Una voz penetró en la mente de Todd y así como la escuchó, abrió sus ojos y se levantó de un salto, justo cuando la campana iniciaba su ritual de cada mañana para iniciar las clases. La mujer lo miró molesta. Pietro se sentó en su silla y relajó los músculos mientras cerraba sus ojos y decía con molestia.

- Ya no creo ser capaz de seguir soportando esto. Kurt también podía sentir un peso encima. La mujer se levantó de su asiento y caminó.

- Bien, iniciaremos las clases, pero antes de eso. Señor Tolansky, ¿terminó las quinientas oraciones?

El chico, parecía ido, quieto como una estatua, pero respiraba, con voz fría y extraña, habló.

- Si, cada una de ella, me desvelé anoche diciéndolas y repitiéndolas.

La mujer lo miró con fastidió.

- Bien.

Las horas transcurrieron y las campanas del descanso sonaron. En el pasillo, como era su costumbre, se encontraban Lance, Pietro, Kurt y Todd.

- Muero por un cigarro.

Dijo Lance, recargándose en la ventana. El peliblanco parecía feliz.

- La desvelada valió la pena ¿no?

Dijo mientras daba un codazo a Todd y le guiñaba un ojo mientras inclinaba su cabeza en la dirección del chico, pero éste, parecía distraído.

- Eso es lo raro.

Todos se le quedaron viendo.

- No terminé las oraciones, me quedé dormido antes de terminarlas.

Pietro habló sorprendido.

- ¿Entonces le mentiste a la pingüino?

Kurt habló después de éste.

- Creí que habían dicho que Todd no sabía mentir.

- Así es.

Habló Lance, mirando por la ventana, directo al dormitorio de las chicas. Estaba más serio que nunca. Kurt y los demás lo sintieron.

- ¿No lo sintieron? Sentí una extraño escalofrío. Como si algo fuera a suceder.

Todd recordaba aquella extraña voz que escuchó en sueños y entonces, como si algo que antes no supiera, llegara a su mente de golpe, se dirigió a Kurt.

- Oye, la otra vez, mencionaste que en la noche, te despertó el sonido de un piano y que fuiste a investigar, pero al llegar no viste nada y la melodía se detuvo. Y que viste algo extraño.

- Si, lo recuerdo.

Pietro se acercó a Todd.

- ¿Por qué de pronto recordaste eso? ¿Sucede algo?

- No nada.

Trató de esquivar el tema. Pero Pietro algo sospechaba y en tono bromista, puso su brazo alrededor del cuello del chico.

- ¡Algo oculta! Vamos, ¿Qué nos ocultas, cerebrito?

- Nada.

Dudó un segundo y entones, les dijo al fin, mientras se recargaba en la ventana.

- Es que… no me sentí yo mismo. Por un momento, creí ser otra persona y así como llegó esa sensación, se esfumó.

Lance lo miró, después, regresó su vista al dormitorio de mujeres. Kurt al notar eso, se acercó a el y miró en la misma dirección que él.

- Siempre miras en éste lugar.

- Si. Últimamente miró mucho éste punto. Es como si algo siniestro fuera a suceder y ahí fuera donde inicie.

Todd miró por la ventana y a lo lejos, vio a alguien y sonrió al momento que les decía a sus amigos.

- Miren, es la hermana Mariana.

Lance habló más relajado.

- Puedo decir, que de todas las monjas, ella es la que más me agrada. No es tan vieja como las demás ni tampoco es tan gruñona y tiene mucha paciencia a comparación con las demás.

Pietro también expresó sus pensamientos con una sonrisa mientras usaba sus brazos como una almohada recargado en la pared.

- Claro, si me soporta a mí, soporta a cualquiera.

Todd se recargó en el cristal, mirando a la joven monja.

- ¿No les parece extraño? La hermana Mariana siempre parece triste, pero desde hace días parece más deprimida. Me pregunto, ¿Cómo una mujer tan agradable como ella terminó en un lugar como éste. Éste sitió parece más una prisión.

Lance volvió a hablar. Apartando su vista de la ventana y recargándose en la pared, imitando a su amigo Pietro.

- Como quisiera ser piromaniaco. Así podría incendiar éste lugar sin sentir remordimiento y nadie me culparía por que estaría enfermo.

Pietro habló entonces.

- Amigo, ya estás enfermo, de una rara enfermedad llamada, Bobo con pensamientos maniacos.

- Da gracias a que eres mi amigo su no ya te estaría moliendo a golpes.

- Ya lo haces, no me quiero imaginar como sería si no lo fuera.

Kurt miró por la ventana, viendo a aquella monja.

Notas finales:

Espero que les haya gustado, ¿Reviews?


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