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"The orchids of the silence" por Mizuki Nagano

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Notas del fanfic:

Es la primera vez que escribo algo así. Solo espero que sea de su agrado y que la historia pueda entenderse bien...

 

     Sin duda era uno de los amaneceres más hermosos que se haya visto. Una mañana agradable con una cálida brisa que tocaba suavemente su piel morena, haciendo que ésta se erizara y se estremeciera ante el placentero contacto. El agua del pequeño río que bañaba sus pies, ayudaba a sentir con mayor intensidad el acúmulo de emociones que empezaban a crecer en su cuerpo. Con delicadeza, tomó agua entre sus manos y se refresco los hombros lentamente, bajándolas hasta su vientre, sintiendo venir el exquisito escalofrío que recorría su ser.

 

- Gabriel – llamó uno de los tres hombres que se habían acercado al lugar -. Ya es hora.

 

     Caminaron por los Campos del Edén, dirigiéndose hacia la entrada de un gran templo de mármol color blanco. En su interior, se encontraban reunidos los setenta y dos Ángeles de la Kábala:

 

- ¡Silencio! – ordenó Haaiah. Un hombre alto, de mediana edad y aspecto cansado -.  Tenemos un asunto muy grave que discutir.

 

     Todo el templo se silenció ante la orden de Haaiah. Estaba claro que, para que Haaiah estuviera así de alterado, la situación debe ser muy grave y de extrema urgencia, si fueron convocados todos los ángeles y arcángeles del Paraíso.

 

- Todos recordarán lo sucedido hace poco más de dos siglos – dijo Haaiah -. El supuesto destierro que sufrió uno de los más poderosos demonios del infierno era de conocimiento de todos, o eso creíamos. Hace poco nos enteramos de que su destierro si se llevó a cabo, pero no precisamente hacia el lugar que nosotros suponíamos, si no que fue exiliado hacia la Tierra de los mortales.

 

     Los murmullos se hicieron presentes en todo el templo. ¿Cómo era posible que un demonio caminara entre los hombres? ¿No se suponía que había sido cuidadosamente supervisado el exilio por ángeles y demás demonios, todo esto por mutuo acuerdo? Y si esto no era así:¿Significaba que había un traidor?

 

- ¡Eso no es posible! – dijo uno – ¡Es imposible que ponga un pie en la Tierra, y menos sin pasar por nosotros!

 

- ¡Eso losé! – gritó Haaiah – Lamento mucho lo que diré a continuación, pero no llegó por si solo a la Tierra – murmullos nuevamente -. Alguien tuvo que haberle ayudado y por desgracia, está entre nosotros – los ecos de asombro se hicieron notar de inmediato. Había un traidor entre ellos. Haaiah suspiró antes de proseguir -. ¡Manakel! – el susodicho quedó perplejo. Sabía que su castigo sería grande. Aquellos que traicionaban a Dios y a la Orden, eran castigados con el exilio al infierno. En pocas palabras, se convertiría en un demonio -. Tú le abriste la puerta al demonio ¡Tú nos has traicionado!

 

     Las miradas de los presentes se centraron en Manakel. No era posible que alguien con conocimientos del bien y del mal, haya podido hacer tal atrocidad y más sabiendo las consecuencias que podrían producir, pero las pruebas estaban y lo señalaban a él. La sonrisa que empezó a formarse en los labios de Manakel no hacía más que confirmar su culpabilidad, ante el asombro de los presentes.

 

- Es verdad – dijo Manakel en tono sereno -. Yo ayudé a que llegara a la Tierra y lo hice por una buena razón. Sabiendo cada uno de ustedes, los pecados que ha cometido la humanidad, son capaces de perdonarlos cuando ellos así lo piden. Sin embargo, sabemos que su arrepentimiento no es verdadero, y seguimos con la esperanza de que algún día podremos ver como se unifica la humanidad, llegando así a la era de paz que tanto anhelamos para ellos... ¡No me parece justo que se les otorgue el perdón solamente a ellos! Mientras que las demás criaturas tienen su destino marcado en el momento que cometen un crimen y rompen las leyes impuestas por nosotros – todos los presentes hablaban entre ellos ante las palabras dichas por Manakel -. Merecen un castigo y que su destino sea igual para todos. Después de todo, hasta ellos saben diferenciar lo que es bueno o malo, por lo que no deberían estar exentos de nuestras leyes.

 

- ¿Debemos suponer que tu alianza con los demonios es para impartir justicia? – dijo Haaiah.

 

- ¿Justicia? Eso no... – Su rostro sombrío hacia ver sus claras intenciones – ¡Quiero ver a la humanidad sucumbir! Sólo al final se darán cuenta de sus errores. Ya que nosotros no podemos intervenir en el proceso de “purificación terrenal”, no me quedó otra más que aceptar la tentadora oferta de los demonios – mientras una maliciosa sonrisa se dibujaba en su rostro -. ¡Una era de paz y armonía! no solo terrenal, sino que también divina. Y solo a cambio de unas cuantas almas humanas – su risa se escuchó en todos los rincones del templo.

 

- ¡Estás demente! – gritó uno.

- ¡Haz perdido el buen camino! – dijo otro, mientras que un manto de confusión e incertidumbre se hacía presente.

 

- ¡Suficiente! – gritó Haaiah - ¡Manakel! Esto lo sabrán nuestros superiores. Serán ellos los que te otorgarán el castigo y no esperes que sean benévolos. Mientras tanto, se enviarán a la Tierra a cuatro arcángeles para que encuentren al demonio. Solo ellos podrán hacerle frente y luego lo traerán ante nosotros.

 

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     Un chico alto, entre unos 17 a 18 años de edad, caminaba por las calles de Osaka. Las miradas de hombres y mujeres se posaban sobre él. Tenía un atractivo natural único. Un cuerpo bien formado, una tez blanca, cabello negro azabache, labios finos  y unos ojos oscuros de mirada penetrante. Algunos dirían que irradiaba arrogancia pura, mientras que otros solo veían la belleza misma.

 

- ¡JC! – dijo una chica de tez tostada, cabello castaño oscuro y ojos violeta, algo más baja que el chico -. Ya era hora que llegaras. ¡Siempre llegas tarde!

 

- No te alteres tanto Kiara. Relájate un poco. Por lo menos alégrate de que llegué – mientras recibía una mirada de fastidio por parte de la chica.

 

- No tiene caso discutir contigo. Después de todo siempre llegarás tarde – lo regañaba cerrando los ojos y dando media vuelta para dirigirse hacia el estacionamiento -. Será mejor que hayas cumplido las órdenes de Richard y tengas la información que te solicitó, sino nos cortará la cabeza a los cuatro -. Se subió al vehículo y encendió el motor. En las afueras de la ciudad se encontrarían con los miembros faltantes del grupo.

 

- Creo que no preguntaré porque llegaron tarde – dijo Bryan. Un chico de cabello negro con mechones blancos que caían hacia su rostro, ojos celestes y tez blanca -. El que si estará cabreado será Richard.

 

- Vámonos ya. Tenemos mucho que hacer y poco tiempo para ello – habló Jaden. De cabello anaranjado, ojos color miel y piel algo mas morena -. Arranca ya Kiara.

 

- ¡Eso haré, tonto! – cabreada por la situación. Mientras los demás solo se reían antes los reproches de la chica.

 

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- Espero que estén preparados para lo que enfrentarán en la Tierra – dijo Haaiah a los cuatro arcángeles. Estos asintieron de inmediato -. Los humanos no deben darse cuenta de su identidad. Su prioridad es buscar al demonio y traerlo lo más rápido posible. No podemos desperdiciar el tiempo.

 

- Lo peor que nos podría pasar es que se desate una guerra entre el Cielo y el Infierno – dijo Lauviah. Hermosa mujer de cabellera rubia plateada y ojos color turquesa -. Tenemos que evitar que esto pase. El destino de la humanidad y la de nosotros  depende de ustedes.

 

     Los cuatro arcángeles dieron media vuelta y se dirigieron  hacia la salida del templo. La cabecilla del grupo era el Arcángel Miguel. Muy atractivo, de ojos rojizos y cabellera castaño oscuro, tez pálida, regente del elemento fuego y jefe del ejército celestial. Le seguía la Arcángel Gabriel. Hermosa mujer de cabello color chocolate, piel morena y ojos azules, regente del elemento agua y mensajera celestial. Luego venía el Arcángel Rafael. Tenía cabellera plateada y ojos grises, con una tez muy pálida, regente del elemento aire, protector de la salud y del noviazgo. Por último se encontraba el Arcángel Uriel. De piel blanca, cabellera rojiza y ojos verdes, regente del elemento tierra y acerca el conocimiento de Dios hacia el hombre.

 

- Gabriel – llamó Miguel a la chica -. Tengo entendido que tú no estuviste presente cuando ocurrió el exilio.

 

- Así es – bajando la mirada y un leve sonrojo aparecía en sus mejillas -. No estoy muy enterada de lo sucedido.

 

- La historia es algo larga – dijo Rafael sonriendo.

 

- Creo que tengo tiempo de oírla. Además, me informaría más de la situación – dijo algo apenada, para luego levantar la mirada y dirigirse hacia sus compañeros -. A propósito de eso. Tengo una pregunta que me inquieta.

 

- Dinos – contestaron los tres restantes al mismo tiempo.

 

- ¿Qué demonio fue el exiliado? – preguntó Gabriel. Ante esta pregunta, los demás bajaron las miradas. En sus rostros se podía apreciar la seriedad y la creciente preocupación que se reflejaba en sus ojos. Mientras caminaban por los Campos del Edén, fue Miguel quien respondió.

 

- Él pertenecía a la Orden de la Virtudes y de los Arcángeles. Fue uno de los primeros en revelarse y fue creado después de Lucifer. Es uno de los demonios más poderosos que existen y, sin duda alguna... la criatura más bella que se haya visto – esto lo dijo cerrando los ojos y recordando la primera vez que lo vio. Siempre se preguntó como era posible que existiera alguien así en el Infierno. Recordó como se sintió en aquel momento. La extraña sensación que creció en su pecho y el terror del cual fue presa, al ver como se desmoronaba su fortaleza ante aquella criatura -. No se deben dejar engañar por su apariencia. Recuerden lo que les he contado. Aún así, se nos hará difícil el poder encontrarlo.

 

- No creo que sea difícil encontrarlo – dijo Gabriel.

 

- ¿Acaso crees que él está en su forma demoniaca? – dijo Uriel, algo molesto por la ingenuidad de la chica -. Él se encuentra en una forma humana ahora, por lo que no podremos sentir su presencia. Lo peor de todo es que no recuerda que es un demonio, lo que dificulta nuestra búsqueda.

 

- ¿Perdió la memoria? ¿Cómo sucedió? –preguntó Rafael.

 

- Se le borró la memoria por precaución. Imagina si este estuviera con la memoria intacta. El Apocalipsis ya se hubiera vivido y de seguro muchos ya no estarían aquí – respondió Uriel -. De seguro hubiera destruido parte del Paraíso e incluso el Infierno. Después de todo, hasta los mismos demonios estuvieron de acuerdo con su exilio.

 

- Vaya… de eso no estaba enterado – dijo Rafael.

 

- ¿Y cómo se llama? – preguntó Gabriel. Todos callaron ante la pregunta. Fue nuevamente Miguel quien respondió, tras cerrar sus ojos y dar un suspiro.

 

- Fue el Rey de los Infiernos – todos prestaron atención ante las palabras de Miguel -.La Bestia… Beliar.

 

     La marcha hacia la Tierra de los mortales seguía. Todos en silencio. La tristeza que se podía observar en los ojos de Miguel era evidente. Un manto sombrío cubrió a los cuatro Arcángeles en su marcha por los Campos Santos. Desesperanza, dolor, preocupación, confusión y tristeza, eran las emociones que estaban naciendo en Miguel ante la posible batalla que se avecinaba, y más ante el encuentro con su amado Beliar.

Notas finales:

Espero que les haya gustado la pequeña introducción a la historia. A ver si logro actualizar lo más rapido posible para que se logre entender el curso de la misma...


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