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Pandora Secret por Rabbito88

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Notas del capitulo:

 

Bien pues habría subido el fic antes... pero perdí mi contraseña en la otra cuenta y bueno... terminé haciéndome una nueva ya que hay problemas con la pagina... como sea esta sera mi primera creación en esta cuenta  ^^  lean lean lean!! hmm!! y comenten!!

 

 

Después de haberse enterado de que Raven era en realidad su amigo de la infancia Gilbert, Oz se sintió realmente feliz, siempre había recordado al pequeño Gil mientras estaba con Raven, pero no fue sino hasta el día en el que fueron a la mansión Bezarius que se enteró de todo el tiempo que en realidad había pasado en pandora y que su amigo ahora era diez años mayor. Comenzó a llamarle Gilbert de nuevo, cada que oía su nombre brotar de sus propios labios sentía un alivio indescriptible, sabia que su amigo no se había olvidado de él después de haber estado diez años formando parte de la casa Nightray, la cual es enemiga de la casa Bezarius.

 

Pensar en todas esas cosas le sacaba una enorme sonrisa a Oz todas las mañanas, cuando al despertar, lo primero que veía era siempre a su fiel sirviente velando por su sueño. Pero en realidad el chico rubio no tenia idea de la magnitud de las cosas que el moreno había hecho todos estos años por él, suponía que simplemente le había extrañado mucho y ya, pero eso era apenas la octava parte de la verdad, todos lo sabían, todos eran conscientes de que el aprecio de Gilbert por su amo no era una simple relación de amistad y respeto, todos excepto Oz y Alice, quienes ese día se habían levantado temprano para buscar uno de los recuerdos del conejo que supuestamente la estaba "llamando."

 

- ¿No deberíamos despertar a Gilbert? - preguntó  la chica mientras se ponía una camisa y veía al rubio prepararse para salir.

 

- No, Gil está durmiendo, no quiero despertarle - respondió, haciéndole señas a la morena para que saliera con él de la habitación - recuperaremos tu recuerdo y volveremos antes de que se den cuenta.

 

Oz le guiñó un ojo a Alice de una forma que la chica no supo interpretar. Salieron a hurtadillas del apartamento del moreno, totalmente seguros de que este no les escucharía, y se dirigieron hacia donde el conejo sentía la presencia de sus recuerdos.

 

- Es por aquí - murmuró la chica - debemos estar cerca.

 

- Bien entonces vamos hacia allá - le indicó el otro señalando con el dedo el callejón por donde iban a entrar, totalmente despreocupado como siempre.

 

Por otro lado en un apartamento que según su propio dueño era un rincón en un rincón. Se encontraba un adormilado Gilbert comenzando a desperezarse, abriendo lentamente sus platinados ojos y notando de inmediato que su amo no se encontraba ahí con él. No le dio mucha importancia a la ausencia de Oz en un principio, supuso que estaría con ese estúpido conejo hablando de cualquier tontería o viéndole devorar todo lo que hallaba en la nevera del joven Nightray, a veces cuando les encontraba incluso estaban haciendo ambas cosas a la vez, lo que provocaba la primera pelea mañanera con Alice, de no ser por Oz, el moreno seguramente ya habría buscado la forma de devolverla al abismo y que no pudiese salir de nuevo, pero su amo siempre le reprimía para que no hiciese nada que tuviese que ver con deshacerse de su preciada amiga. No le gustaba admitirlo, pero siempre que pensaba sobre aquello, sentía unos profundos celos hacia el conejo, de pronto le parecía que la prefería a ella en su lugar.

 

El sirviente se sacudió la cabeza para deshacerse de esos pensamientos tan molestos y se dispuso a tomar un baño rápido con la intención de despertarse con el agua fría. Al salir del baño le extrañó no oír las voces del conejo y su amo que normalmente ya estaban despiertos y hablando a esa hora.

 

Se dio cuenta de que ni el conejo ni el chico rubio estaban en casa. Les buscó por todas partes, incluso se asomó a la calle, pero no había señales de ellos.

 

Gilbert gruñó levemente, pensando en que su amo estaba solo con el conejo de nuevo, cada vez se ponía mas impaciente cuando hacían eso de irse juntos sin siquiera avisarle, ¿que tal si les sucedía algo, si su amo se caía de algún sitio... o que tal que pasara "eso" de nuevo?

 

- No pienses estupideces Gilbert... - se regañó a si mismo, haciendo un gran esfuerzo por olvidar lo que accidentalmente había visto hacia ya varias semanas: su amo besando a la chica Alice.

 

Volvió a sacudirse la cabeza, de todos los pensamientos que debía bloquear para poder estar alerta ese era el más molesto. Se colocó su sombrero, bajó hasta la calle y ahí le pagó a un hombre con una carrosa para que le llevase hasta la casa Rainsworth. Si tenía suerte encontraría a su amo en ese lugar.

 

- ¿Esta Oz aquí? - preguntó al albino sin siquiera saludarle.

 

- Siempre tan ansioso cuando se trata de Oz... - sonrió Break, terminando de abrir la puerta de la mansión - lo siento, no le he visto por aquí.

 

Al oír esto el moreno no pudo evitar enojarse y apretar los dientes, entonces su amo si estaba solo por ahí con el estúpido conejo, tenía que encontrarlos.

 

Se dio media vuelta dispuesto a salir en busca del chico rubio y la otra molestia cuando "algo" lo retuvo.

 

- ¿A donde crees que vas? - preguntó el albino sujetándole de un brazo con fuerza - no piensas buscarles por todas las calles ¿cierto? - no obtuvo respuesta, solo una fría mirada por parte de Gilbert - no dejaré que te vayas sin antes comer algo conmigo.

 

El Nightray obviamente se quejó pero Break le llevó adentro de todas formas. Se sentaron frente a una mesilla de té que quedaba en un balcón; Gilbert se concentraba en aguzar la vista para ver si distinguía a su amo en medio de todos los puntitos que se movían por la calle mientras que el albino devoraba un montón de postres.

 

- Dime... - comenzó a hablar Break aún con la boca llena de dulces - se que te molestara que te pregunte esto otra vez... pero... ¿por que estas tan obsesionado con ese niño? desde que te conozco todo lo que haces es por él y para él...

 

Gilbert le vio un momento, preguntándose a si mismo por qué quería tanto a su amo, por que quería estar siempre con el y protegerle sin importar que pasara, por qué todo lo que había hecho estos últimos diez años había sido para volver a tener a Oz a su lado.

 

- Justo ahora te gustaría saber donde esta ¿cierto? - comentó de manera sinuosa para llamar la atención del moreno.

 

- ¿Lo sabes? - preguntó inclinándose un poco sobre la mesita por la sorpresa - dime donde está.

 

- Te diré... si me respondes a lo que te acabo de decir... y haces algo al respecto.

 

- ¿A que... te refieres? - Gilbert sentía como la sangre se le iba subiendo al rostro - Oz es mi amo, le debo mucho...

 

- Le debes mucho a el y su familia, si, si, ya me has dado esa excusa un millón de veces - le interrumpió el albino - hace unas semanas... cuando abriste casualmente la puerta de aquella habitación y saliste corriendo de aquí... ¿que fue lo que viste?

 

Los ojos de Gilbert miraron instantáneamente en otra dirección, no quería acordarse de aquello, que le dijeran que su querido amo había besado al conejo le hacia sentir ya bastante mal, pero haberlo visto con sus propios ojos fue muy doloroso, definitivamente no quería evocar esos sentimientos de nuevo.

 

- ¿Y bien? dime... ¿fue a Oz y a Alice lo que viste?

 

- Sí... - admitió avergonzado - pero después de eso decidí que no eran correctos estos sentimientos por mi amo... así que no interferiré entre ellos por mas que duela...

 

- ¿Entonces soportarás verles todos los días juntos, y aceptarás cuando el niño te pida ser su padrino de bodas? - las preguntas de Break se clavaban como dagas en el pecho del Nightray - y cuando sus hijos te llamen tío Gil... ¿también lo aceptaras? ¿Mientras en siendo estas sufriendo porque la persona que amas no te corresponde?

 

- Si es para permanecer al lado de Oz... haré lo que sea...

 

Break suspiró, definitivamente ese Gilbert era imposible. Se levantó de la mesa y se dispuso a irse.

 

- El chico esta buscando un recuerdo de Alice en esta calle - le entregó un papel con la dirección de la calle - más importante aún... acabas de admitir que estás enamorado de tu amo... - susurró en el oído del chico moreno antes de cerrar la puerta tras él e irse a cualquier otra parte.

 

Gilbert se quedó observando la dirección que le había entregado el albino. Tendría que ir allá si quería encontrar al chico.

 

-_-_-_-_-

 

- Otro día sin frutos- murmuró Oz viendo como Alice eliminaba la cadena que habían estado persiguiendo sin que nada que tuviese que ver con un recuerdo de la chica sucediera.

 

- Al menos iremos a comer carne asada - dijo la chica caminando despreocupadamente en dirección a un restaurant que había estado frecuentando en las ultimas semanas, al parecer cocinaban muy buena carne en ese lugar.

 

- No iremos a ningún sitio Ali...

 

Como siempre el conejo no escuchó lo que le decía su sirviente y salió corriendo en busca de su adorada carne.

 

Oz por su lado avanzó en la misma dirección pero no con la misma emoción con la que lo había hecho la chica, después de todo se dirigían al mismo sitio, no veía porque correr. Siguió con la misma parsimonia hasta que se cruzó con su sirviente en el camino. De inmediato aceleró el paso para acercársele.

 

- ¡Gil! ¿Qué haces por aquí? - le preguntó el chico rubio cuando estuvo lo suficientemente cerca del más alto.

 

- Vine a buscarte - murmuró como pudo, sintiendo que la sangre se le subía al rostro, no podía creer que era verdad lo que estaba a punto de hacer - ...v-vamos a casa...

 

- ¡Espera falta Alice! - comentó Oz poniéndose de puntillas para intentar ver por encima de los hombros de su sirviente, ya no sabía por donde se había metido Alice.

 

- Ella conoce el camino a casa... puede llegar sola - Gilbert comenzó a desviar la mirada levemente mientras tomaba la mano de su amo y caminaba en dirección hacia su apartamento, le avergonzaba demasiado verle a la cara.

 

- ¡Gil! ¡Gil! ¿Qué haces? ¡Esperemos a Alice!

 

- Alice, Alice... ¡Ya estoy cansado de que sólo hables de ella! - gruñó de forma inconsciente.

 

Aquello era malo, por lo general Gilbert siempre controlaba todas sus emociones pero una vez las dejaba salir le era imposible apaciguarlas. Tomó la mano de Oz con más fuerza aún y aceleró el paso, no estaban muy lejos de casa.

 

- ¡Gil! - se quejaba el chico rubio intentando fallidamente soltarse del agarre del más alto - estas ebrio ¿no es cierto? ¡Ya suéltame!

 

Así siguieron hasta que llegaron al apartamento del moreno. Gilbert se lanzó boca abajo sobre el sofá de la sala, murmurando algo inentendible. Por otro lado Oz estaba demasiado sorprendido por lo que había hecho su sirviente, nunca le había visto actuar así, ni mucho menos se imaginó que le gritaría.

 

Eso le preocupaba un poco, seguro algo muy grave le había pasado a su amigo, y tenía el ligero presentimiento de que era por su culpa.

 

Gilbert seguía boca abajo, deseando que el suelo de abriera y se lo llevara a la parte mas profunda del abismo, estaba demasiado centrado en sus pensamientos, sólo volvió a la realidad cuando sintió la delicada mano de su amo posándose sobre su cabeza.

 

- Oz... - murmuró el moreno viéndole a penas por encima del hombro, aún estaba demasiado apenado y no quería verle directamente.

 

- Dime que sucede, Gil... - le dijo cariñosamente mientras acariciaba su cabello color azabache, pero no obtuvo respuesta - hice algo que te molestara ¿no es cierto? ¿Fue por escaparme de nuevo? - preguntó cambiando a un semblante más triste.

 

- No estoy molesto contigo Oz... no podría aunque quisiera... - se atrevió a decir el moreno, dándose vuelta para quedar boca arriba pero aún sin ver al otro a los ojos.

 

Oz se recostó sobre el pecho de Gilbert, hundiendo levemente el rostro en su camisa e intentando rodearle con los brazos, pero eran demasiado cortos.

 

- ¿Entonces por que no quieres verme a los ojos? - realmente sentía que había herido al menor de alguna forma.

 

- Porque tengo miedo... - respondió con los ojos algo húmedos y el rostro totalmente rojo, ya se imaginaba al más bajo rechazando sus sentimientos, pero si no se los decía ahora no lo haría nunca, y seguiría sintiéndose mal por ello.

 

Oz iba a hacer un comentario al respecto pero el moreno no le dio tiempo. Rápidamente se levantó del sofá para acto seguido arrodillarse al modo de los caballeros en frente del rubio, debía actuar rápido antes de que su lado racional lo detuviese.

 

- ¡O-oz! - tartamudeó al principio mientras tomaba con manos temblorosas las del mayor - desde siempre he guardados estos sentimientos hacia ti, temiendo que no los correspondieras... - quiso ver a su amo a los ojos, pero apenas y tenía el valor para seguir hablando - T-te... te amo...

 

El rubio no estaba seguro de haber escuchado bien lo ultimo que había murmurado el Nightray ¿había sido eso un "te amo"? tenía que haber oído mal, podía ser que su mente le estuviera jugando algún truco.

 

-Gil... ¿Qué... fue lo que dijiste? - preguntó inclinándose a ver si así alcanzaba a oírle mejor.

 

Gilbert tenía el corazón tan acelerado que estaba seguro de que de un momento a otro se le saldría del pecho. Repitió con algo más de fuerza las palabras «te amo» y cerró los ojos al sentir como las manos de su amo se acercaban a él. No tenía idea de lo que le haría, después de todo aquello no podía ser así, sus familias eran enemigas, Oz había sido su amigo de casi toda la vida, aunque tal vez por su imprudencia ese sería el último día en el que pudiese llamarle de esa forma.

 

Tan inmerso en sus pensamientos estaba el moreno que al salir de ellos se encontró a si mismo con la cara apoyada en el pecho de Oz. Le tomó varios segundos reconocer que los estruendosos latidos que estaba escuchando no venían de él sino del chico rubio quien le tenía rodeado con sus brazos.

 

- Oz... - murmuró muy sorprendido mientras intentaba encontrar su mano para sostenerla.

 

Este no dijo nada, simplemente se limitó a manipular el rostro del otro con sus manos para acercarlo lo suficiente como para plantarle un beso muy superficial en los labios.

 

- Llevaba mucho deseando que me dijeras eso - otro beso cortó sus palabras. El moreno simplemente no podía pronunciar palabra, era como si los labios de su amo le hubiesen arrebatado la capacidad de hablar - ¡Estoy tan feliz!

 

Oz le abrazó de tal forma que ambos terminaron en el suelo, con los rostros aún muy cerca.

 

- Oye Gil... esto no esta bien... ¿cierto? - preguntó cambiando drásticamente su semblante a uno totalmente sombrío, casi ni parecía la misma persona de hace un segundo, era algo así como una mezcla entre tristeza y decepción.

 

- No... No lo está - respondió el aludido volteando levemente hacia otro lado con la esperanza de poder huir de los ojos verdes que tenía clavados encima.

 

- Porque nuestras familias son enemigas... y por nuestra relación de amo y sirviente... - murmuró cada vez con un tono más y más lúgubre.

 

- Así es...

 

- ¡Entonces hagámoslo esta noche Gilbert! - sugirió con un nuevo entusiasmo sacado de la nada, sujetando al otro por la camisa - Nadie se enterará ¡Seamos amantes!

 

Los ojos de Gilbert estaban por salirse de sus cuencas. ¿"hacerlo"? ¿"amantes"?... ¡¿HACERLO?! ¿En que rayos estaba pensando Oz? Tan sorprendido estaba por las palabras del otro que se sentó y se le quedó viendo, esperando que el rubio interpretara su rostro y le diera una respuesta.

 

- ¡Claro, será nuestro secreto... ni siquiera Alice lo sabrá! - dijo, aún aferrado a la impecable camisa, comenzaba a dudar de todo aquello por la expresión en el rostro de su amigo.

 

- Pero Oz... - Gil estaba a punto de darle un sermón pero las manos temblorosas y los pequeños jadeos entrecortados de su amo le detuvieron. Estaba llorando, aquello era serio.

 

- No quiero tener que fingir que no te amo... - sollozó con una pequeña laguna dentro de sus ojos que no se atrevía a dejar salir - ahora que se que sientes lo mismo que yo... pensé que si al menos...

 

Verle luchando por terminar alguna de sus frases sin llorar le dio un vuelco en el pecho. Tenía que hacer algo pero no tenía idea de que.

 

- Calma Oz... - el moreno se sentó como pudo, aún con el más bajo encima de él. Quería sostener su rostro y limpiar las pequeñas lágrimas brillantes que se asomaban al borde de los ojos de su amo, pero tenía sus dudas en si estaría bien hacer eso - ¿que pasó con eso de no llorar frente a nadie?

 

- ¡Es que justo ahora no puedo controlarme! - se quejó el otro golpeándole el pecho con fuerza, pero Gilbert ni siquiera se quejó, lo que sólo sirvió para molestar aún más a Oz - ¡Ya deja de confundirme Gilbert! ¡Creí que habías dicho que me amabas!

 

- Lo dije... te... amo... Oz - no sabía que hacer, sabía que aunque se viera muy molesto e irritado por fuera, por dentro estaba triste.

 

- ¿Entonces por qué no quieres besarme? ¿Por qué no quieres hacerme el amor?

 

Ya Oz no era consciente de sus palabras, sólo se dejaba llevar por lo que sentía en el momento, eso estaba más que claro para el moreno, lo que no estaba claro era qué debía hacer o decir para solucionar aquello.

 

- Si quiero hacerlo, Oz - murmuró Gilbert en el tono más apacible que podía emplear - besarte... tocarte... hacer... otras cosas, pero se que no estará bien.

 

- Pero ya dije que lo dejaríamos entre nosotros... - refutó el rubio, relajándose un poco con la voz del otro.

 

- ¿Estas seguro que va a estar bien? - preguntó colocando delicadamente sus manos sobre las mejillas de su amado Oz

 

Este sólo asintió y se acercó nuevamente al rostro del menor para besarle, esta vez de forma algo más intensa, intentando saborear la boca del moreno con su lengua a pesar de ser muy inexperto en ello. Pronto Gilbert rodeó con sus brazos la cintura del chico rubio para acercarlo mas a su cuerpo, quería disfrutar de aquel beso un poco más, puede que no fuera el mejor beso que le daban, pero era el dueño de aquellos delicados labios lo que lo encendía en deseo.

 

Oz estaba algo incómodo, no sabía si lo hacía bien pero no quería parecer inseguro frente al moreno, aunque en realidad lo estuviese al punto de no saber que hacer. Quería que Gilbert lo besara, no sólo en los labios como lo hacía en ese momento, sino por todo su cuerpo, que le tocara y... otras cosas que no sabía como hacer para que sucedieran.

 

- Vamos a hacerlo... ¿verdad? - le preguntó mientras intentaba desabotonarle la camisa tanto como se lo permitían sus temblorosas manos.

 

Gilbert sonrió un poco ante aquel deje de inocencia por parte del mayor. Se quitó al chico rubio de encima para poder levantarse y luego cargarle hasta su habitación, tumbándolo delicadamente sobre la cama y reclinándose ligeramente sobre él, comenzando a morder su cuello con lujuria.

 

- Oz... - de pronto una duda algo absurda se había apoderado de la mente del moreno - ¿eres virgen, no es cierto?

 

El mayor le miró irritado, por supuesto que era virgen, había pasado diez años atrapado en el abismo y sólo le había dado tiempo de conocer a Alice y hacer el pacto con ella. Gilbert comprendió de inmediato la expresión de su amo y volvió a lo que hacía antes, mordiendo y besando la piel del más bajo, descendiendo desde su mandíbula hasta su pecho, despojándolo poco a poco de su camisa y a la vez de la poca vergüenza que le pudiese quedar.

 

- Ah... Gil... - no entendía porque tenía que gustarle tanto si sólo le estaba besando, de sus labios salían repetidos suspiros de forma inconsciente, pero no le incomodaba en lo absoluto. No fue sino hasta que el menor comenzó a lamer y pellizcar sus tetillas que comenzó a sentir cierto chispazo recorriendo su espalda - ¿Qué haces?...mnh... duele

 

Las manos de Gilbert ya se habían apoderado del delicado cuerpo de su amo. Con una acariciaba su vientre y su entrepierna, mientras que con la otra pellizcaba una de sus tetillas, le gustaba como se sentían los pequeños espasmos que sufría el chico rubio, tanto que quería provocarle aún más placer, escucharlo gemir su nombre. Siguió descendiendo con sus besos hasta llegar al cinturón de su amo, podía notar su erección por encima del pantalón.

 

- ¿Quieres que siga? - preguntó acariciando su miembro por encima de la tela.

 

- ¿Qué... qué es lo que vas a hacer...? - ya estaba jadeando, y se imaginaba que también estaría bastante sonrojado por lo que le acababa de hacer el moreno, incluso se sentía ya muy incómodo ahí abajo, en especial cuando su sirviente acariciaba aquella zona, incluso por encima de la tela ya sentía que era demasiado.

 

Gilbert no respondió aquello, en su lugar sólo se limitó a deshacerse del cinturón del rubio y bajarle el pantalón hasta las rodillas y luego su ropa interior. Oz por su parte no podía hacer más que temblar de forma algo esporádica, tenía una idea de lo que haría el moreno.

 

- Gil... mnh... - no pudo evitar gemir al sentir la tibia lengua del otro deslizándose sobre su erección.

 

- ¿Se siente bien? - la voz del moreno ya comenzaba a escucharse ronca, las reacciones del otro eran suficientes para excitarle.

 

Oz asintió a modo de respuesta, buscando la forma de enredar sus dedos en el cabello del moreno. Sentía como su miembro se ponía cada vez más duro y como su piel se erizaba hasta el punto de hacerle sacudirse, buscando más placer de alguna forma.

 

- ¡Mas... mas! - gimió el más bajo sacudiéndose sin poder evitarlo, ya no podría resistir mucho tiempo, aunque a él mismo le parecía que sería muy rápido.

 

Gilbert no respondió, simplemente le obedeció, terminando de llevarse el miembro de su amo completamente a la boca y comenzando a succionar rápidamente, notando los espasmos del mayor y un ligero sabor amargo que comenzaba a brotar de su sexo.

 

El chico rubio se mordió el labio para evitar gemir demasiado fuerte con el orgasmo. Se había corrido en la boca del otro, le escuchó toser un par de veces, pero su cuerpo estaba demasiado cansado como para hacer el esfuerzo de levantarse y ver qué le había sucedido. De todas formas no fue necesario que lo hiciera, Gilbert se había acercado nuevamente a su rostro, besándole de forma algo tosca.

 

- ¡"Que amargo!" - fue lo que pensó el mayor al sentir el sabor de su propio semen en la boca del otro.

 

- Oz... estoy en mi límite - murmuró en moreno. Oz de inmediato comprendió a que se refería, podía notar su erección aún por encima del pantalón.

 

- ¿Quieres que yo... te lo...? - no se hacía a la idea de llevarse el miembro del más alto a la boca, era lo justo pero aún así tenía el presentimiento de que él no lo haría tan bien como el moreno.

 

Gilbert rió un poco, recostándose del espaldar de la cama y halando al mayor de forma que se posicionara sobre él.

 

- Se me ocurre hacer algo mejor... - dijo mientras llevaba tres de sus dedos a los labios del otro.

 

Sabía para que eran esos dedos, pronto estarían dentro de él, nunca creyó que fuese a estar en una situación así. De todas formas se trataba de Gilbert, eso le bastaba para no detenerse a dudar ni un segundo. De inmediato comenzó a lamerlos, empapándolos con su saliva lo mejor que se lo permitía su lengua con los ojos cerrados, mientras el moreno se despojaba de su pantalón, no quería verle al rostro.

 

Cuando le pareció que ya no podía lubricarlos mas los retiró de su boca.

 

- Oz, levántate un poco para que pueda meterlos...

 

¿Cómo podía decir eso con ese tono tan...erótico? Oz no hizo otra cosa mas que obedecer, abrazándose al cuello del moreno y escondiendo la cara en él, estaba demasiado nervioso con solo sentir aquellos largos dedos paseándose tan cerca de su entrada. Pronto introdujo el primero, de la forma mas lenta posible, claro que tal vez hubiese sido mas fácil si el mas bajo no estuviera apretando las nalgas de aquella forma.

 

- Relájate... - murmuró, sintiendo como unas pequeñas y calientes gotas se deslizaban por su cuello.

 

- No me gusta, Gil... - sollozó el rubio, le dolía mucho, no quería seguir.

 

- Si te relajas dejará de doler pronto... - comenzó a hacer ligerísimos movimientos circulares de forma que el mayor se acostumbrara a la intromisión a su cuerpo.

 

Intentó relajarse, haciendo ruiditos inconscientes en el oído del moreno, lo que sólo empeoraba su erección. Estos ruiditos comenzaron como quejidos a causa del dolor, pero pronto el dolor fue desapareciendo, dejando en su lugar una sensación muy placentera, comenzaba a gustarle. Después vino el segundo dedo. Le dolió bastante al principio, pero también se acostumbró al dolor, más rápido que la vez anterior. Luego el tercero. Esta vez chilló, tres ya era demasiado, aunque después pensó en que en cuanto terminara con los dedos tendría algo mucho más grande dentro, por un momento ese pensamiento le distrajo, hasta tal punto de no darse cuenta del vaivén que se daba en su entrada hasta que la extraña sensación le hizo tener otro espasmo.

 

Con eso el más alto supuso que ya estaba listo para lo que seguía. Retiró sus dedos con delicadeza, oyendo como el chico rubio se quejaba.

 

- Intenta sentarse encima... - le pidió sujetando su cintura para empujarle hacia abajo, hacia su excitadísimo miembro.

 

Oz obedeció nuevamente, separando las piernas y sintiendo como el órgano sexual del otro penetraba en ese lugar. Le dolía, incluso más que los dedos, tenía los ojos cerrados y las uñas enterradas en la piel de los hombros del moreno, no quería llorar, ni tampoco quejarse, pero si el dolor no desistía pronto terminaría suplicándole que lo sacara.

 

Gilbert rápidamente comenzó a masturbar el miembro de su amo, con la intención de hacerle sentir mejor. Eso realmente ayudó, de inmediato el rubio comenzó a sentirse caliente por aquella zona, moviendo ligeramente sus caderas en busca de mayor placer. Por un lado le dolía hacerlo y por el otro le era inevitable, pronto comenzó a gemir.

 

- Ah... ma-más rápido, Oz... muévete más - Suspiró el moreno, moviendo él mismo sus propias caderas como le era posible.

 

Era una posición incomoda, el chico rubio simplemente no hallaba como moverse, aunque de verdad quería hacerlo. Movía sus caderas adelante y atrás a la vez que subía y bajaba para sentir mejor el miembro del menor en su interior, ya el placer comenzaba a apoderarse de él otra vez, gemía alto y tenía repetidos espasmos. El moreno también gemía, sólo que en un tono más grave, y sus espasmos a penas se notaban ya que sentado como estaba era difícil moverse.

 

Con la mano que tenía en la cintura del rubio comenzó a empujarle hacia abajo, cada vez más rápido. Tanto Oz como Gilbert se sacudían de forma frenética, principalmente el primero, quien ya no sabía qué le gustaba más, si lo que sentía por delante o lo que sentía por detrás.

 

- ¡Gil! ¡Gil! - gimió, seguro de que se vendría muy raido de nuevo - me vendré...mnh... si sigues... ¡detente!

 

Gilbert por supuesto se hizo de oídos sordos. De todas formas a él tampoco le quedaba mucho ara terminar. Oz le apretó con fuerza los hombros, corriéndose entre ambos y suspirando pesadamente. El más alto también terminó por venirse dentro del cuerpo de su amo.

 

Ambos estaban exhaustos. El rubio se levantó lentamente, sintiendo todo el cuerpo cansado.

 

- ¿A donde y sin permiso? - le preguntó el menor tomándole del brazo al ver que tenía intenciones de irse.

 

- A mi habitación... - murmuró sin entender su reacción.

 

Gilbert le haló con fuerza, de modo que cayera de nuevo en el colchón - ¿Acabamos de hacer el amor y pretendes dormir sólo?

 

- Es decir... ¿Que puedo dormir contigo? - de pronto los ojos del más bajo se iluminaron, por un momento había creído que el menor simplemente quería tener sexo con él y ya.

 

El moreno sonrió, atrayéndole hacia él para besarle, primero en la frente y la mejilla, terminando en sus labios.

 

- ¿Volveremos a hacer esto? - preguntó abrazándose a su querido sirviente, jamás se cansaría de él.

 

- Cuantas veces quieras - le respondió Gilbert, devolviéndole el abrazo y volviendo a besarle - te amo...

 

- Yo también...

 

Esa noche durmieron juntos como hacía mucho tiempo no lo hacían, abrazados el uno del otro bajo una misma cobija...

 

-_-_-_-_-

 

- ¡Oz! ¿Como se te ocurre abandonarme a mí en el mercado? - Alice había llegado la mañana siguiente, tan repleta de carne y vino que a penas y podía hablar bien - ¡Oz! ¿Donde estas? - le buscó en su cuarto pero no le encontró. Tampoco estaba en la sala ni en la cocina. Entonces decidió buscarle en la habitación del cabeza de alga, encontrándose con una cabeza rubia reposando en la cama, una espalda descubierta por las sabanas y un par de piernas entrelazadas, también desprovistas de tela - yo conozco esa pierna... Pero la otra no... - se acercó un poco más para ver mejor, viendo al moreno acostado a lado de Oz, también estaba desnudo, y además tenía unas marcas moradas en el cuelo. De inmediato cayó en la cuenta de lo que había sucedido allí -...

 

¡Aaahhh! fue lo que se escuchó por toda la avenida esa mañana. El Conejo Asesino se había encontrado con una muy inesperada sorpresa.

 

Notas finales:

Les gustó??

yo se que si porque lo escribi yo  muajajajaj  *ego ON*

bueeeno pueden alimentar mi ego con sus reviews  ^^  se que lo haran  ~mirada amenazante~ de lo contrario entrare en depresion, borrare el fic y no publicaré nada en el futuro... o_O

 

Bye~ nii !!

 

P.D  COMENTEN

P.D.2 O LES SALDRA EL COCO  O___O!!


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