La madre de Light, esperaba ansiosa la llegada de sus esposo e hijo. Sabía que con ellos llegaría también un joven que al parecer se quedaría permanentemente. Sayu no podía esperar más a que sus hermano y padre, regresaran pronto a casa. Los extrañaba con desesperación.
Mientras ellas esperaban, los hombres Yagami se encontraban arreglando los documentos necesarios para que el funeral estuviera listo y que Soichiro se convirtiera en el tutor legal de Ryuuzaki. Esperaron cerca de una hora y media para terminar con todo. Light se acercó a Ryuuzaki que permanecía sentado en una de las bancas del lugar y sorprendentemente, estaba en una posición normal.
Aquello sorprendió al joven castaño, se acercó al pelinegro que mantenía su cabeza gacha y sus manos entre sus piernas.
- Pareces afligido.
- …
- Todo estará bien.
- No digas nada.
Su voz era tranquila, no se podía saber si estaba triste, molesto, preocupado o asustado, pero no era tan neutral como solía serlo. Su voz era suave y apagada. Después de un rato, el señor Yagami apareció.
- Todo listo. Mañana realizaremos el entierro.
- Quisiera estar con el.
- Lo siento, no se puede. Mañana podrás verlo por última vez. Ahora necesitas descansar y todavía tenemos que arreglar el asunto de tu…
- Lo se.
Suspiró.
- Bien.
Se levantó y caminó a la salida. Light y su padre caminaron junto a el. Después de una hora, Ryuuzaki parecía estar mas tranquilo. Light estaba junto a el.
- ¿No quieres sentarte?
- No.
- ¿Seguro?
- ¿Y ese repentino estado de preocupación por mí?
- ¿No puedo ser amable?
- No. No quiero que lo seas, solo quiero que me dejen tranquilo.
- Escucha…
Light miró a L que parecía no querer levantar su mirada. Entonces, con su mano, tomó su mentón y lo obligó a mirarlo. Sus ojos parecían tristes, Light no supo por que, pero aquel L parecía más frágil e indefenso de lo que creyó que sería. Ryuuzaki, por otra parte, parecía que los ojos de Light le parecían diferentes. No estaba seguro a que nivel de diferencia había, o si eso era malo o todo lo contrario.
La piel suave de Ryuuzaki, era un deleite para Light, que si bien, siempre habían compartido golpes, nunca había tenido la oportunidad de tocar aquella capa de ceda fina que envolvía el cuerpo del pelinegro. Sus ojos parecían ahora dos piezas de diamantes negros y hermosos y sus cabellos ahora lucían como finos hilos negros que decoraban aquel rostro inocente.
¿Pero qué pensaba? Eso no era normal. Ryuuzaki parecía incomodarse con aquella situación, así que sin más apartó su rostro de la mano del castaño que lo sostenía.
El Yagami mayor llegó con los dos jóvenes.
- Ya está todo, ahora podemos irnos. Ryuuzaki… ahora que soy legalmente tu tutor… vivirás con mi familia, serás un miembro más… un hijo más.
Ante aquellas palabras, el pelinegro no supo que decir o hacer. Aquello retumbaba en su mente, “Un hijo…” eso significaba… ¿Una familia?
No terminó de analizar aquella palabra, pues, los dos Yagamis ya lo estaban esperando para marcharse.
Las dos mujeres Yagami, estaban esperando ansiosas a sus familiares y al chico que vendría con ellos. Para Sayu, era más que nada curiosidad.
- Me pregunto cómo será. ¿Guapo, atlético, igual a mi hermano?
- Sayu, deja de pensar y ayúdame con la casa, debe quedar recogida para recibirlos.
- Si mamá.
Así, ambas recogieron todo hasta que quedó listo y ahora solo esperaban a que llegaran los hombres. Después de mucho esperar, los hombres al fin llegaron a casa.
- Hola familia.
- Padre, bienvenidos.
- Hola chicos, bienvenidos.
Ryuuzaki no pasaba aún, pues, la verdad no se sentía con la confianza de hacerlo. El Yagami mayor lo anunció a las mujeres a la vez que lo hacía pasar.
- Escuchen, el es Ryuuzaki y a partir de ahora vivirá con nosotros. Será un miembro más de la familia.
- ¿Lo adoptaste papi? ¿Será mi nuevo hermano?
- Jejeje, algo así Sayu.
- Si.
Light parecía distante y Ryuuzaki ni siquiera mencionó nada. parecía nervioso o eso le pareció a la mujer mayor, que con una mirada maternal se acercó al joven y lo recibió
- Bienvenido Ryuuzaki. Serás feliz aquí, ya lo verás.
- Ah… yo… le agradezco.
Aquello era nuevo para el azabache, que no sabía como reaccionar. Sayu había imaginado a un chico como su hermano, atlético y guapo, pero aquel chico parecía un inadaptado social, débil y sin gracia alguna.
- Bien, Light, Sayu, ¿Les parece si le muestran a Ryuuzaki su habitación?
- Si.
Afirmaron los dos. Sayu tomó la mano del pelinegro y Light solo se limitó a acompañarlos.
- Esta será tu habitación de ahora en adelante, Ryuuzaki.
Dijo Light un poco serio. Sayu jaló al azabache a su ahora habitación y prácticamente lo sentó en la cama.
- Quiero hablar contigo, para conocernos ahora que seremos hermanos.
- Bien, me parece lo indicado.
- Bien. ¿Cuál es tu color favorito?
- No tengo ninguno.
- mmm… ¿Comida favorita?
- Cualquier cosa que tenga azúcar.
- ¿Enserio?
- eh… si.
- Genial. Bien… uhmmm…
Meditó por un rato.
- ¿Qué edad tienes’
- eh… veinte… cuatro.
- ¿Eh? Pareces más joven que mi hermano.
- …
Sayu se le quedó viendo más detenidamente y entonces, algo le llamó la atención.
- ¿Jamás sonríes?
- No. No tengo ningún motivo para hacerlo?
- Entonces eres muy amargado, incluso más que mi hermano, al menos el si sonríe.
- Yo se que no soy como el. Yo no soy como nadie lo espera.