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Siempre junto a mi por -Betsa-

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Notas del capitulo:

Hacía un hermoso día afuera, el pequeño Mihael estaba una vez más sentado en el ancho borde de su ventana mirando como el sol iluminaba aquellos conocidos pastos, flores y vegetación del jardín, observaba detenidamente la entrada de su casa como esperando algo, volteó a mirar el reloj que se encontraba en la cómoda junto a su cama, las 9:15 am, ya se había tardado un poco ¿Dónde andaría Jane? Ya era hora de que regresara del mercado; se bajó del borde con cuidado y comenzó a caminar por la habitación con aburrimiento e impaciencia, ni siquiera había bajado a desayunar por estar a la espera de Jane, después de todo ahora sería ella quien le daría de desayunar en las mañanas ya que su madre no podría hacerlo más... al pensar en su madre no pudo evitar un pequeño gesto de tristeza, finalmente no había podido hacer nada para que ella se quedara con él ni siquiera en el desayuno, sin embargo lo que tanto esperaba  en ese momento no era precisamente el desayuno.

Finalmente escuchó claramente la puerta principal de la casa al abrirse, el instante de tristeza se desvaneció por completo ante la emoción del pequeño rubio, caminó en pasitos cortos pero rápidos a la ventana y alzándose de puntillas para subir de nuevo pudo vislumbrar al fin a su nana Jane sosteniendo una canasta de víveres en una mano y tomando la mano de un pequeño pelirrojo en la otra; sin perder tiempo el chiquillo de cuatro años se bajo del borde con algo de prisa ocasionando que cayera al piso pero siendo amortiguado por su pequeño trasero, se levantó sin darle importancia y corrió graciosamente fuera de su habitación y hacia las escaleras, con dificultad bajo cada escalón paso a pasito sosteniéndose del barandal hasta que finalmente consiguió llegar a la planta baja y apresurándose un poco más se asomó tímidamente por el umbral que daba al recibidor encontrándose con la mirada esmeralda de un ya conocido chiquillo de 5 años, sonrió burlón y salió corriendo hacia el exterior, esta vez le iba a ganar.

 

oooOOOoooOOOooo

 

 

Había sido muy temprano en la mañana, el pequeño Mail se despertó tallando sus ojitos y bostezando cansado, no estaba acostumbrado a despertarse tan temprano pero la emoción lo embargaba, miró a su lado el reloj... las 8:30 debía apresurarse, así que desperezándose completamente se dirigió al borde de su cama misma que bajó con dificultad, tomó un pantalón y su remera a rayas del armario y se vistió rápidamente teniendo algo de dificultad en atar las cuerdas de sus zapatitos, luego se dirigió a la cocina donde comió apresuradamente el desayuno que su mami le había dejado antes de irse a trabajar, se subió al banquito junto al fregadero  y lavó el único plato que había utilizado junto con el vaso donde había bebido su leche.  

Se dispuso entonces a salir no sin antes tomar sus acostumbrados lentes naranjas, tomó las llaves y salió de la casa cerrándola cuidadosamente para luego dirigirse con pasos rápidos hacia el mercado que estaba a tres calles de su casa, ahí era donde debía encontrar a su mami cuando ella fuera por los víveres para la comida; apresuró el paso no sin saludar a los vecinos con algo de prisa pero atentamente, el pequeño era bien conocido en la colonia en que vivía ya que muy frecuentemente se le veía caminar solo por los alrededores debido a que su mami trabajaba gran parte del día, tal vez fuera debido a eso que a pesar de ser sumamente pequeño era tan precoz y responsable y tenía hábitos fuera de su edad como lavar los platos o cerrar la casa con llave, sin embargo no por eso perdía esa gran alegría que le caracterizaba; luego de una apresurada caminata llegó al puesto de los dulces donde su mami ya lo esperaba.

 

-Matty cariño llegas tarde- dijo su madre tomando la canasta con los víveres y tomando luego la manita de su pequeño.

-Lo siento mami, me quedé dormido- dijo el pequeño pelirrojo disculpándose y siguiendo a su mami a través del mercado para luego dirigirse a la parada del autobús que los llevaría a la casa donde ella trabajaba.

 

Durante el trayecto el pequeño pelirrojo miraba por la ventanilla moviendo impacientemente sus piernitas y jugando incesantemente con su par de gogles naranjas, su madre lo miraba con una sonrisa en los labios, hacía tiempo no le veía tan feliz, al parecer no había sido tan mala idea la de presentarle al pequeño Mihael.

 

 

Jane tenía aproximadamente un año trabajando para la familia Keehl, en inicio su trabajo había consistido más que nada en ser la niñera del pequeño rubio mientras su madre no estaba pero hubo algunos cambios ya que él normalmente prefería que se le dejara solo, así que con el tiempo se decidió que se dedicara también a otras labores de la casa mientras que solo vigilaba de tanto en tanto al niño; sin embargo la señora Esthela Keehl, madre de Mihael, cada vez se ausentaba más y más en casa hasta que definitivamente dejó de ir a la hora de la comida, fue entonces cuando empezaron una vez más los problemas con el chiquillo, ya fuera rompiendo algo, negándose al baño, la comida o cualquier otra cosa que se le ocurriera, el pequeño Mihael solo quería llamar la atención, al menos así llegó a entenderlo su nana Jane quien comprensiva y siempre amorosa nunca le mencionó a su madre sobre las travesuras del pequeño y más bien intentaba que el pequeño se sintiera ya si no feliz al menos a gusto en su propia casa.

Pero una vez más se avecinaban los problemas, la señora Keehl había obtenido un nuevo y mejor trabajo por lo que ahora no vería a su pequeño hijo en prácticamente todo el día, siendo su nana y conociéndolo como ya lo hacía Jane supo de inmediato que la rebeldía de Mihael crecería hasta casi lo insoportable y sería casi imposible no hacer que su madre se enterara de todo aquello y lo que menos necesitaba ahora el rubiecito es que el poco tiempo que viera a su madre fuera durante un regaño.

Esta situación la tenía bastante preocupada a la joven nana, eso sin mencionar que ahora tendría que pasar más tiempo en la casa Keehl cuidando al pequeño lo que le quitaba también tiempo para pasar con su propio hijo Mail, fue solo entonces cuando la idea vino a su mente y bastó con hacerle una pequeña propuesta a la señora Keehl para que a partir del mismo día se le permitiera llevar a su propio hijo a la casa con la esperanza de que ambos niños se hicieran compañía y a la vez Jane podía cuidar de ambos niños, ¡perfecta solución! Aunque... Jane siempre pensó que la verdadera y perfecta solución era precisamente que la señora Esthela regresara para estar con su hijo...

 

 

 

El trayecto fue corto pero ya era algo tarde por lo que su mami se apresuró a bajar del autobús llevándolo primero en brazos para evitar que se cayera al bajar, caminaron durante cinco minutos y finalmente llegaron a la conocida casa Keehl donde ella trabajaba. Ella sacó las llaves e introdujo una en la cerradura haciendo que la enorme puerta de metal negra se abriera dándoles paso al gran jardín que rodeaba la casa; una vez dentro su madre lo volvió a tomar de la mano, el pequeño caminó junto a ella dirigiendo instintivamente su mirada a la ventana izquierda de la planta alta, ahí mismo le pareció ver una rubia cabellera desapareciendo dentro de la habitación, sonrió al pensar que tal vez podría llegarle de sorpresa una vez más  al niño Mihael; ambos madre e hijo cruzaron el camino hacia la casa, ella abrió la puerta dándole paso primero a su hijo, el chiquillo Matt entró en el recibidor mirando cautelosamente el interior hasta que finalmente vio esos conocidos ojos azules mirándolo desde el umbral que daba a sala principal, el rubiecito permanecía con medio cuerpo escondido apenas asomándose para ver al recién llegado mientras le esbozaba una burlona sonrisa para luego salir corriendo en dirección al pasillo, el pequeño pelirrojo devolviendo la sonrisa corrió tras él sin esperar.

 

-¡Hey Matt no quiero desastres como el de ayer! ¿oíste?- alcanzó a gritar Jane antes de que el pequeño desapareciera correteando por el pasillo.

-Si mami- escuchó como un eco entre las paredes.

 

Inmediatamente el lugar se llenó de aquellas carcajadas infantiles que pocas veces habían sido escuchadas en esa casa, al correr hacia la puerta trasera el pequeño rubio casi tira a Mary la otra criada que llevaba el cesto de ropa limpia para plancharla, se hizo a un lado y miro a ambos chiquillos con gesto desaprobatorio antes de continuar su camino hacia el cuarto de planchado; Mihael corrió atravesando la cocina y dirigiéndose a la puerta que daba al jardín trasero, alcanzó a ver al pelirrojo que le seguía de cerca antes de salir cerrando una vez más la puerta.

Matty salió por la misma puerta al ver que su rubio amigo ir hacia el jardín, sin embargo al llegar al centro de este miró a un lado y a otro pero sin encontrar al niño, caminó entonces cautelosamente escuchando atentamente por si hacía algún ruido dándole una pista de donde estaba.

 

El pelirrojo estaba distraído seguramente podría llegarle con facilidad por la espalda, se acercó de puntitas saliendo del arbusto en el que permanecía escondido, estaba cada vez más cerca y más cerca...

-¡Te tengo!- gritó Mihael al lanzarse contra el pequeñín, sin embargo cuando se dio cuenta era solo él quien estaba tirado en el césped y el otro chiquillo estaba parado mirándolo mientras se carcajeaba de lo lindo, el rubiecito se levantó de inmediato mirando al otro resentido - ¿Cómo es que siempre haces eso? AAaah!- esta vez lo había tomado desprevenido y se había lanzado contra el pelirrojo tirándolo en el suave césped, pero el otro no se dejó vencer así como así.

Ambos comenzaron un juego de lucha en el que no se sabía quién ganaría, primero Mihael se posaba sobre Matt pero el otro se volvía a voltear haciendo que los papeles se invirtieran, ambos rodaron por el césped interminables veces hasta que finalmente el rubio quedó exhausto con la cara hacia el césped y el otro sentado sobre él mientras gritaba "¡Arre caballito!"

-¡¿Quién te has creído para llamarme así?!- gritó Mihael volteándose y haciendo que el otro cayera a su lado con lo que solo ocasionó que este comenzara a reír con más fuerza.

-Fue muy divertido- dijo sin dejar de carcajearse mientras le dirigía una adorable sonrisa con las mejillas sonrosadas de tanto reír- que divertido es jugar contigo ángel.

-¿Eh? ¿Cómo me dijiste?- preguntó el rubio reemplazando su mueca de enojo por una de sorpresa al escuchar aquellas palabras.

-¿Qué cosa? Ah sí! es que quería ponerte un nombre de cariño, ya sabes como yo que en vez de que mi mami me diga Mail me dice Matt, y como pareces un ángel pensé que decirte así sería bonito ahora que somos amigos ¿no crees?- al ver la sonrisa de aquel pequeño,  Mihael quedó sin palabras por un leve instante, nunca en su vida había visto a alguien sonreírle tanto y menos hablarle de aquella forma o decirle palabras como "cariño" o "amigo".

-P-pero... no me agrada que me digas así, es algo... penoso- logró decir ocultando un poco el leve bochorno que sentía.

-¿Eh? ¿No te gusta? Bueno entonces habrá que buscar un buen nombre para ti... mmm - aún sentado en el césped comenzó a pensar con un dedo en su barbilla- ¡lo tengo! ¿Qué te parece... Mello? - el aludido le miró un momento sin entender por qué tan extraño nombre.

-¿Mello? ¿Qué clase de nombre es ese?- Mihael alzó una ceja con desconcierto.

-Bueno me parece que te va bien, es como una forma diferente de tu nombre pero refleja el carácter fuerte que tienes y a la vez es bonito como tú- una vez más esa sonrisa alegre se asomaba en su rostro y el sonrojo se hizo cada vez más presente en la redonda carita del rubio.

-Bueno... no se oye del todo mal- soltó sin mirarle intentando ocultar aquello que no podía entender.

-¡YEI! Entonces ya está decidido a partir de hoy serás mi amigo Mello, ¿no estás feliz?- su nuevo amigo posó cariñosamente su mano sobre la cabeza rubia del más pequeño mientras le dedicaba una de las más hermosas y cálidas sonrisas hasta ahora.

Mello, como ahora le llamaría su amigo, no podía hacer otra cosa que mirar aquella sonrisa tan hermosa, le parecía que era algo característico de aquel chico, esa constante alegría que sin querer ya le estaba contagiando

-Eres bastante extraño diría yo- dijo sonriendo tímidamente a su nuevo amigo pelirrojo, se levantó por fin del césped y se sacudió la ropa cuidadosamente- Bueno el último en llegar a la habitación de juegos se queda afuera- y comenzó a correr hacia el interior de la casa.

-¿Qué? ¡Hey pero yo no sé donde esta ese cuarto!- dijo el otro levantándose lo más rápido que pudo y corriendo tras el rubio.

-Entonces te aconsejo que me sigas pronto o te quedarás afuera- este corrió a pasos cortos y rápidos, tratando de dejar atrás a su compañero de juegos que ahora le seguía de cerca sin dejar de reírse, lo más extraño es que ahora Mello también sonreía, se carcajeaba y mostraba esa misma alegría que su nuevo amigo tanto le contagiaba y mientras corría no podía dejar de pensar que le alegraba haberlo conocido.

 

 

En el interior de la cocina Jane veía la escena con interés, unos momentos después solo pudo ver como ambos entraban por la misma puerta de antes y se dirigían según escuchó a la habitación de juegos; sonrió al escuchar las risas de los pequeños que ni siquiera se percataron de su presencia y continuo lavando los platos sucios mientras pensaba para sí misma que había sido una buena elección el unir a ambos niños, tal vez eso vendría a traer algo muy bueno para ambos, tal vez nunca más volverían a sentirse solos.

 

 

"Como olvidarme de aquel día cuando me cambiaste el nombre"

Notas finales:

Sigo subiendo :D si hay alguien nuevo leyendo el fic te agradeceria un reviewsito jeje T_T


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