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Notas del capitulo:

Holaa!

He aquí otro capítulo de esos que dan la pelea, de esos que tardan un siglo en salir del horno T-T El punto es que al fin lo acabé :)
Y bueno... la lista de agradecimientos es larga, porque últimamente no he podido llevar el ritmo como antes... De todas maneras, los pondré a todos desde la última fecha en que agradecí como se debe (yeah! XD).

anitakiss546, Kaikai, gloribel, hanachan, Lulu_Heart, sasket17 y diinoka

Muchas gracias a tod@s por sus reviews y la paciencia. Ahora por fin puedo decir que están todos contestados :D

 

Después de asistir al ensayo, Leo regresó a Portsmouth, donde lo esperaban su madre y el vago. Sus padres se habían divorciado y Esko regresó a Finlandia, muy probablemente con su ex suegros para conseguir alguna compensación. La despedida fue corta y bastante fría.

Leo se enteró de la noticia gracias a una llamada de su madre, que esa noche iba a salir para celebrar —aunque no utilizó la palabra "celebrar" probablemente suponiendo que Leo se sentiría mal—, así que  no le sorprendió ver llegar a Esko con una cara fatal y subir directo a su cuarto para hacer las maletas. Leo simplemente se quedó donde estaba, viendo televisión y sin prestarle demasiada atención a los ruidos en el segundo piso. Tras media hora, Esko bajó con una gran maleta.

—Bueno... —Esko se había parado a los pies de la escalera y miraba a Leo claramente incómodo.

—No te gastes —le dijo Leo—. Adiós.

—Sí, adiós —murmuró Esko antes de volver a coger su maleta y caminar hacia la salida.

Leo realmente no sentía que aquello le afectara. Estaba acostumbrado a ver a su padre como una especie de suplente, como si lo hubiesen puesto allí para que fuera precisamente su padre y no porque verdaderamente lo fuera; quizás se debía a su pobre y escasa actitud paternal o tal vez al hecho de que Esko no estuvo durante sus primeros años de vida... o posiblemente a las dos razones. Esko no era el tipo de padre del que te sentías orgulloso, así de simple, y por eso Leo pensaba que estaban mejor separados. De todos modos, nunca llegaron a sentir cariño el uno por el otro y sabían que fingir lo contrario sería una estupidez.

 

 

 

—¡Hola! —Gabriel agitó una mano para saludar a la pareja que los miraba desde la pantalla. Friedrich llevaba un rato hablando con Alice y Wilhelm a través de la webcam del portátil de Gabriel, que acababa de salir de la ducha. Alice estaba diferente a la única y última vez que la vio, ya que tenía el vientre abultado, aunque todavía era disimulable; por otra parte, Wilhelm se veía extremadamente contento y hasta les mostraba entusiasmado un pequeño traje rosado para recién nacido.

"¡Heeeey, es el tío Gabe!", escribió Wilhelm, saludando con la mano y bajando la pantalla de su propio portátil hasta enfocar a su hija, que aún no abultaba lo suficiente para su edad. Gabriel suponía que se debía a la contextura de Alice.

"Mi nena dice hola" escribió Wilhelm, alzando la pantalla de nuevo.

"¿Ya han pensado en un nombre?" preguntó Gabriel, luego de agitar la mano para saludar.

Alice fue quien respondió.

"Yo sí, porque el padre no aporta mucho. Sólo fíjate... Quería ponerle Rihanna" escribió ella, poniendo los ojos en blanco y cara de impaciencia.

—Y después me dice pelmazo a mí... —comentó Friedrich, con la misma cara que Alice.

Gabriel rió y volvió a escribir.

"¿Y cuál nombre te gusta?"

"Sorpresa". Alice sonrió y les guiñó un ojo. Entonces, Wilhelm se ocupó nuevamente del teclado.

"¿Cómo se ha portado mi pequeño hermanito?"

Gabriel sonrió.

"Tiene resaca"

Tanto Wilhelm como Alice rompieron a reír. Después de eso, sólo hablaron un poco más.

—Quedan pocos meses para que nazca —dijo Friedrich con una sonrisota, mientras dejaba el portátil sobre una cómoda.

—¿Y tus padres? ¿Ya lo saben? —preguntó Gabriel, tratando de no sonar impertinente.

—Mi mamá sí, para variar —dijo Friedrich—. Se da cuenta de todo, en serio.

Como siempre, el señor Rosendorff no se enteraba de nada.

—¿Y los padres de Alice? —preguntó Gabriel.

—Wil dijo que hablarán con ellos esta semana —dijo Friedrich—. Bueno, lo que sea que pase, Alice sabe que no está sola.

Gabriel asintió, luego fue hasta su armario por algo de ropa, pensando en Alice y la reacción de sus padres. Se vistió en silencio y, cuando acabó, volteó para ver qué hacía Friedrich, que llevaba un rato detenido frente a su estante para libros cuidadosamente organizado alfabéticamente.

—¿Qué pasa? —preguntó despreocupadamente. Friedrich miraba algo fijamente.

—Lo sabía. —Friedrich sonrío y le mostró el portarretrato que había estado mirando, señalando la fotografía—. Mira a este angelito...

Gabriel se vio a sí mismo hace once años, pequeño y sonriendo alegremente, el cabello largo hasta los hombros con un flequillo largo y de corte recto; sorprendido jugando en las piernas de su papá. Le dio un poco de vergüenza que Fredrich viera eso... y se arrepintió por no darle importancia cuando su madre puso esa fotografía ahí...

—Hmm...

—Oye, ángel. ¿Hoy vas a ir a ver al doctor? —Friedrich seguía muy divertido observando alternadamente la foto y a Gabriel, como si estuviese comparando.

—Ah, sí —dijo Gabriel, recordando de pronto. Instintivamente, miró hacia su escritorio, donde tenía guardados los exámenes que debía llevar.

—Pero ¿tu doctor no está en Inglaterra?

—Sí, pero envió un informe al doctor que nos atiende aquí; así lo hacemos cada año —explicó Gabriel—. Al que veremos ahora es el que nos ha tratado desde que diagnosticaron la enfermedad.

—Ya veo... —Friedrich se quedó junto al estante, todavía en ropa interior. Gabriel se esforzó en apartar la vista y decir algo, porque Friedrich ya estaba sonriendo.

—Deberías ves...

—¡Gabe!

Tanto Gabriel como Friedrich miraron hacia la puerta. Aquella voz era de Ellie.

—¿Qué pasa? —preguntó Gabriel, alzando la voz.

—Tu profesora de yoga llegó —anunció ella, y luego escucharon el sonido de sus pasos alejándose.

 

 

 

—¿Entonces? ¿Te dijo que fue lo que pasó? —preguntó Isaac, observando como Hannah se sentaba junto a él en la mesa del comedor. De momento eran los únicos allí, además de la instructora de yoga de Gabe.

Hannah negó con la cabeza.

—Dijo que sólo fue una tontería de borrachos.

—Probablemente... o tal vez no. ¿Tú qué crees?

—Lo mismo, que no fue nada importante —dijo ella—. A menos que haya juzgado mal y realmente pase algo, aunque no lo creo. Como sea, Claire no quiso decirme nada, pero estaba muy enojada.

—Quizás peleó con Sloth —sugirió Isaac con calma. No sería extraño que esos dos pelearan.

—Bueno..., si fue eso debe haber sido por algo grave, ¿no crees?

Isaac hizo memoria, pero no recordó nada relevante, nada que mostrara tensión o algo así entre esos dos. Lo más probable es que Sloth hiciera enfadar a Claire con una tontería más molesta de las normales.

—Tal vez Sloth la besó en broma y ella se lo tomó a mal —sugirió, encogiéndose de hombros.

—No, no creo que se trate de una simple broma, ni siquiera aunque haya sido de mal gusto. Christopher no haría algo así —opinó Hannah.

—Recuerda que estaba borracho.

—Sí, pero... —Ella tenía una expresión pensativa, como si no lograra encontrar la respuesta—. No sé, creo que hay algo más.

—Lo que sea, pero lo de anoche fue choqueante. Nunca pe...

Isaac se calló al ver a Claire y Gabe bajando por las escaleras.

—¡Hola! —saludó el segundo al llegar al últim escalón, para luego ir con la visita, que esperaba en la sala de estar, a la derecha.

—Hola —murmuró Claire sin ánimo y con cara de pocos amigos, mientras se sentaba con ellos.

—Hola... —se atrevió a decir Isaac, consciente de que ese no era un buen momento para preguntar, a menos que quisiera ser asesinado.

—No te quedes con las ganas y pregunta si quieres preguntar —murmuró Claire.

Isaac se sobresaltó y miró Hannah, inseguro de coger el anzuelo.

—¿No pasó nada malo, cierto? —preguntó ella.

Claire se encogió de hombros.

—El problema no es realmente con Sloth —dijo muy seria—. Dijo que Caswell... Bueno, primero debo confirmar que sea cierto...

Isaac comenzó a entender: Sloth se había ido de lengua con algo. Si lo que dijo era cierto, Claire no se enfadaría con él, pero si se le ocurrió tomarle el pelo...

—¿No quieres enviarle un mensaje o algo? —preguntó Hannah, preocupada—.Está el ordenador de...

—No, no te preocupes. —Claire sonrió y volvió a encogerse de hombros—. Hablaré con él cuando vuelva a Londres.

Pero aún así, haía algo que Claire no explicó.

—Mmm... Oye, Claire... —Isaac habló como quien no quiere la cosa. Ella lo miró con recelo, pero eso le dio más ánimos—. ¿Por qué se besaron?

 

 

 

—¡Maaaatt! —exclamó la perezosa y suave voz de la criatura más vanidosa de la tierra. Kale simplemente la miró desde donde estaba, sentado frente a su ordenador, y vigiló sus movimientos: no era secreto para él lo mucho que a su hermana le gustaba manosear a Matt.

—Nicole, hola... No te había visto por aquí —dijo Matt muy campante, devolviéndole el beso en la mejilla. Ella obviamente aprovechó para abrazarlo largo y tendido.

—Estuve ocupada —explicó ella risueñamente, sonriendo como si fuera una blanca paloma.

Kale no bajó la guardia. Nicole podía ser muy distraída y tener la cabeza en quién sabe dónde, pero si se trataba de chicos era la peor de las pesadillas; de hecho, tenía un par de ex amigas que la odiaban a muerte porque se le ocurrió dejarlas sin novio y a algunos chicos que no la podían ver a causa de la forma en que terminó con ellos..., entre otros igual de poco admirables actos. Georgie no era más que un inocente angelito al lado de ella, especialmente porque parecía encantada con la idea de hacer caer a Matt, ya que éste no se babeaba por ella como seguramente esperaba.

De ninguna manera podía dejar que pusiera sus garras en Matt, por mucho que no tuviese oportunidad debido a la homosexualidad de éste.

—¿Ocupada con qué? ¿Mirándote al espejo? —ironizó, sonriéndole a su hermana.

—Entre otras cosas... —murmuró ella con un suspiro y ningún atisbo de molestia, mientras se apartaba el largo y ondulado cabello castaño claro de la cara con un afectado gesto. Kale puso los ojos en blanco, preguntándose por qué tenía una hermana tan dramática y egocéntrica—. Es que hay un chico que no deja de perseguirme... Le he dicho que no tantas veces...

Kale vio a Matt sonreír divertido a Nicole, como si estuviese de acuerdo con lo que decía y le pareciera lo más lógico del mundo. Qué vergüenza... De seguro Matt pensaba que sus hermanos eran unos completos tarados, aunque Georgie tenía justificación porque era un enano; ¡pero ella tenía veintitrés!

—Oh, vamos, ¿tan mal está el chico? —dijo Matt.

Ella cerró los ojos, como si aquello fuera un lamentable malentendido, y negó —afectadamente otra vez, como cada cosa que hacía— con la cabeza y un movimiento de su mano derecha.

—Es un aburrido. Ni siquiera le gustan las fiestas, ¿puedes creerlo?

Kale dio un bufido, exasperado. Definitivamente, la única gracia de su hermana era lo guapa que era —eso debía reconocérselo—, porque lo demás...

—No lo puedo creer... Haces bien en ignorarlo —dijo Matt, fingiendo seriedad. Que Matt siguiera la corriente a las tonterías de su hermana era aún más vergonzoso.

—Bien, bien. Basta de tanta filosofía —intervino Kale, empujando pacientemente a su hermana hacia afuera. Cerró la puerta inmediatamente y con seguro, para que no entrara de nuevo a su cuarto—. ¡No deberías seguirle la corriente! —espetó a Matt.

—A ella no le molesta, así que no te enojes.

—Claro. ¿Cómo le iba a molestar coquetearte? —repuso Kale con sarcasmo e instalándose de nuevo en su silla.

—¿Estás celoso?

—No.

—¿Estás celoso de tu hermana?

—Claro que no.

—Vamos, Kale, es una chica.

—No por eso vas a... ¡Olvídalo! —Kale se puso de pie y pensó en meterse al baño, pero Matt lo sujetó y lo condujo hacia la cama—. No, Matt, no quiero —protestó con ofuscación.

—Sí, sí quieres. —Matt lo contradijo, al tiempo que se acomodaba tranquilamente sobre él—. Lo mejor para esos celos es mostrarte lo equivocado que estás.

—No estoy celoso —dijo Kale obstinadamente.

—Oh, sí; y si no, de todas formas quiero unos minutos aquí porque me debes lo del partido. ¿Por qué no fuiste a mi casa para verlo?

Kale se estremeció por el insistente manoseo de Matt, pero aún así se relajó un poco.

—Fue culpa de Georgie. Casi se lo dijo a mi papá y cuando iba a estrangularlo hizo una pataleta y se puso a llorar, así que tuve que ver el partido con él.

—Ah... Bueno, está bien que pases tiempo con él —dijo Matt con toda naturalidad—. El pobre siempre anda tras de ti como un perrito. Eres muy malo con él.

—¿Perdón? —repuso Kale sarcásticamente y permitiéndose una mirada de indignación—. ¿De qué lado estás?

—No se trata de eso. —Matt le acarició el cabello y sonrió—. Sólo digo que a Georgie le gustaría estar más tiempo contigo, pero tú no le haces caso. ¿No has pensado que es por eso que él te está chantajeando? —Kale negó con la cabeza, completamente convencido de lo contrario. Matt se puso un poco más serio—. Kale, a él ni siquiera le importó que fueras gay.

Algo andaba mal allí. Kale se separó un poco de Matt y lo miró.

—Por casualidad... ¿George te dijo algo?

—Sí, ha hablado conmigo.

—¡Ese enano...! —Kale quiso tener a su hermano allí para darle un par de patadas. ¿Qué era lo que tenía que hablar con Matt?—. ¿Qué te dijo?

—No te lo diré —dijo Matt—, pero en serio, no seas tan duro con él.

—Mierda, Matt, él ya no es un niñito —le recordó Kale, enojado—. Acaba de cumplir quince, que no es la plenitud de la madurez, pero tampoco es para que se porte así —farfulló.

—Ya, ya... —Matt rió—. Me da risa cuando te enojas.

—Ah, sí, qué gracioso... —ironizó Kale, todavía más enojado. Como mínimo, Matt podría ponerse de su parte—. ¿A ti te da lo mismo que tus padres lo sepan?

—No. Es sólo que algún día tienen que saberlo, porque no pienso ocultarlo eternamente —respondió muy calmado—. Además, sé que George no va a decir nada.

—¿Él te lo dijo?

—Ya le expliqué que él no tiene que inmiscuirse en este asunto.

Esa estaba buena. El mocoso entendía porque Matt le explicaba y cuando su propio hermano intentaba decírselo —con otro métodos más violentos, tenía que reconocer— no entendía nada. Además, eso dejaba expuesta otra cosa preocupante... ¿A su familia le gustaba Matt? ¿Era algo genético o qué? Primero estaba él mismo, que pasó años enamorado como un tonto y pensando que iba a aguantar por siempre, luego su hermana que quería poco menos que devorarlo, y finalmente el enano que sólo se portaba bien cuando estaba con Matt.

Kale se levantó. Estaba molesto. El asunto con George lo tenía con los nervios de punta, porque, aunque tenía decidido lo que haría si pasaba algo, temía enfrentar a su padre. Siempre se había llevado bien con él y no quería oír que éste lo despreciara o le dijera algo desagradable cuando supiera.

Mierda, estaba aterrado de la reacción de su padre.

 

 

 

Friedrich se había quedado repentinamente de piedra. Gabriel lo miró preocupado, aunque sin pensar que pasara algo malo.

—¿Todo bien? —preguntó, mientras recogía los pantalones de Friedrich, que éste había dejado allí antes de meterse a la cama. Esa noche también la pasarían juntos.

—No —repuso Friedrich, con la vista fija en la pantalla del portátil. Sólo hace un minuto había encendido el aparato para ver si había noticias de Alice y Wilhelm—. Los padres de Alice la echaron.

—¿En serio? —Gabriel se acercó rápidamente hacia Friedrich y se sentó junto a él para mirar el mensaje que éste estaba leyendo. Como estaba en alemán, no entendió del todo lo que decía.

—Wil la llevó a casa y le dijeron al viejo.

Eso no sonaba bien.

—¿Y... qué pasó?

—Lo que todos esperábamos —murmuró Friedrich con amargura—. El viejo se puso furioso... Aunque no los echó...

—Pero eso... eso es bueno, ¿no?

—Sí, sí, pero... —Friedrich parecía escéptico y algo molesto—. No sé... No lo esperaba de él. —Gabriel comprendió, aunque no le parecía bien que Friedrich esperara tan poco de su padre—. Lo que importa es que Alice tiene donde quedarse. Bueno, no es que hubiese ido a parar a la calle, claro que no... Pero creo que es mejor que esté con Amara y mi madre cerca —dijo pensativo.

—¿Y ella cómo está? —preguntó Gabriel.

—Wil dice que está algo deprimida. Está preocupado porque eso puede hacerle mal...

 

 

 

Una vez más, George se había colado en su habitación para molestar. Esta vez quería que lo ayudaran a estudiar, porque tendría un examen con su tutor particular y no sabía nada. Y pensar que sus padres se daban el trabajo de contratarle profesores... Sólo estaban desperdiciando su dinero; el enano era una pésima inversión.

—¿De qué es? —preguntó Matt, que estaba echado en la cama y jugando en su celular.

—Matemática —dijo Georgie—. Vamos, por favor; no entiendo nada...

—Está bien —aceptó Kale, resignado a dar su privacidad por perdida, porque George ya no se molestaba en tocar antes de entrar—. Ahora vete.

—No quiero. Nicole está abajo —refunfuñó, poniendo mala cara. Eso le dio risa; ni siquiera Georgie aguantaba a su hermana. Tal vez el enano sí tenía salvación y sólo estaba "en la edad" como dijo Matt.

—¿Va a estar allí mucho rato? —preguntó Kale—. Ya es hora de cenar y tengo hambre...

—Dijo que iba a cenar aquí —repuso George.

—Oh, no...

—¿Y ustedes? —George los miró—. ¿Cuándo se irán de viaje?

Matt dejó su celular a un lado y se sentó, mirando a Kale.

—Lo mismo quiero saber —dijo.

Kale le dedicó una mirada ofuscada. Había estado evitando ese tema debido a George; no confiaba en él y, si se iban, no sabía cuánto tiempo lograría mantener la boca cerrrada.

—No lo sé —dijo de mala manera.

—Oh... Bueno, mejor iré a cenar... —George parecía sorprendido, luego dio la vuelta y salió. De seguro se dio cuenta de que sacó un tema algo complicado.

—Vamos... —Kale miró a Matt y le indicó la puerta con un gesto de la cabeza—. Vamos a comer.

Matt se levantó y fue con él. No habían llegado a la siguiente puerta cuando Kale sintió que lo tomaba por la cintura y lo empujaba contra la pared.

—No te enojes —le dijo Matt en un susurro, mientras buscaba su boca.

—¿Estás loco? ¡Alguien podría vernos! —dijo Kale en otro susurro y verdaderamente paranoico: toda su familia estaba en casa. Por suerte el segundo piso estaba medio a oscuras.

—Sshh... —Matt le sonrió—. Sólo quiero un beso.

Kale le dio un beso rápido e intentó zafarse.

—Matt, en serio...

Matt sonrió y le dio un beso de los buenos. Kale finalmente cedió y cooperó con gusto.

—¿¡Eeeeh!? Papá, Kale y Matt se están besando... —dijo una perezosa voz.

Kale abrió los ojos y se encontró con Matt mirándolo igual de atónito, confirmando que había escuchado bien. Se asomó por el hombro de Matt y vio a Nicole para en el tramo superior de la escalera, con una cara que podría pasar por escaso interés —pero que en realidad era una de gran sorpresa— y mirándolos.

Los dos se separaron instantáneamente. Kale comenzó a maquinar alguna forma de callarla, pero entonces su padre apareció detrás de Nicole y su mente quedó en blanco.

 

 

 

Las dos semanas habían llegado a su fin y Friedrich debía regresar a Inglaterra junto al resto. No era un gran consuelo saber que él no regresaría allí hasta por lo menos un mes más y que, cuando estuviera de vuelta en el internado, ya no estaría con Friedrich y que se verían muy escasamente. Eso era deprimente...

Realmente, no quería dejarlo ir.

—Chicos, es mejor que suban. Falta poco —dijo su madre, que había estado hablando con una azafata. El grupo se movió hacia el lugar de abordaje.

Gabriel se quedó rezagado. No quería despedirse.

—No lo hagas más difícil, mon ange —susurró la voz de Friedrich, terminando en un perfecto francés: había insistido en que Gabriel le enseñara a decir eso...

—Es que después nos veremos tan poco... —protestó Gabriel, dejándose abrazar—. No quiero que te vayas.

Friedrich acarició su cabeza y espalda, sin soltarlo de aquel cálido abrazo.

—Yo tampoco quisiera dejarte, pero... —murmuró en su oído. Gabriel se aferró a los costados de la camisa de Friedrich—. Tú lo dijiste... Que un año de no vernos mucho...

—Se compensaría con... Lo sé... —Gabriel se pegó aún más al pecho de Friedrich—. Podremos pasar unas semanas juntos antes de que comiencen las clases...

—Eso suena bien —reconoció Friedrich, estrechándolo con mayor fuerza—. No sería malo perder ese avión... —Gabriel se mordió los labios para no decir "hazlo"—. Pero estoy preocupado por Alice y mi madre.

—Es cierto —Gabriel se obligó a apartar las ideas rebeldes de su cabeza—. Dales mis saludos a todos...

—Lo haré —prometió Friedrich—. Ya es hora, ángel...

Gabriel hundió la cabeza en el pecho de Friedrich, respirando ese aroma antes de apartarse, alargando lo más posible ese momento.

—Te amo, Friedrich...

Friedrich le sonrió.

—Y yo a ti, ángel. —Luego, ignorando a la gran multitud de personas que había allí esperando, caminando o conversando, lo besó de esa manera especial.

 

Subió como un zombie hasta su habitación. Una vez allí se dejó caer en su silla reclinable y se dispuso a deprimirse. Era difícil separarse de Friedrich; lo fue cuando tuvo que dejar Londres y lo era en ese momento. Después de estar tanto tiempo en el internado con él, acostumbrado a tenerlo siempre cerca, se sentía extraño no poder verlo a diario. Además, el panorama que tenía por delante no era muy alentador, ya que esas dos semanas serían el tiempo más largo en que estarían viviendo bajo el mismo techo hasta el próximo año.

Pero no había nada que pudiese hacer. Al menos, cuando comenzara la universidad —en alguna carrera que realmente no quería— podría tenerlo a su lado... suponiendo que no pasara nada malo entre los dos; a fin de cuentas, la distancia hacía que mucha parejas terminaran.

Qué optimismo...

 

 

 

—¿No iremos a Swindon?

Dave parpadeó, perplejo, después de escuchar a Tom.

—Sí, es que... —Tom titubeó y apartó la mirada—. Mi papá está bien y... no hace falta que...

—¿Estás seguro? Le dijiste que ibas a pasar el final de las vacaciones con él —le recordó Dave. El padre de Tom fue muy agradable y no puso más obstáculos que un "cuídense mucho, por favor" —si es que eso se puede llamar obstáculo— cuando le dijeron que querían pasar las vacaciones en Londres.

Tom se sentó en la cama. Se veía un poco afligido.

—Sí, lo sé, pero... Creo que sería mejor si me quedo aquí, no es como si fuera a enfadarse o...

—¿Qué tontería es esa, Tommy Gun? Claro que se enfadará; y si no, ten por seguro que se sentirá mal. Apenas te ha visto una vez desde que entraste al internado. Además, recuerda que él me dijo que fuera contigo, ¿lo olvidas? Y yo le prometí que iría. —Dave se fijó en que Tom estaba bastante raro; parecía inquieto. Algo le estaba molestando.

—Pero...

—¿Qué pasa? —Dave decidió no enojarse y tratar por las buenas; aquello le daba mala espina y no quería meter la pata. Se sentó junto a Tom y le pasó una mano por el brazo.

Por culpa de James, no había tenido tiempo para pensar en lo que realmente era importante, al menos para él. Hace días que quería hablar con Tom, pero entre afrontar su propia cobardía y hallar un momento en que Stevie no estuviese presionándolo, el tema se fue postergando y ahora Tom le salía con eso sin que lo viera venir. Sabía que Tom era muy reservado, que prefería guardarse las cosas y le era difícil decir lo que le pasaba; pero eso no podía seguir así. Dave lo veía, era como si todo eso se acumulara y...

—¿Por qué...? —La voz de Tom sonó a la defensiva.

—Eh... Porque... Es que... —Dave se maldijo por ser tan cobarde; sólo bastó algo como eso para amedrentarlo.

—Dudar no es propio de ti —dijo Tom, girando un poco la cabeza hacia él. Por lo menos sonrió, aunque no con mucho entusiasmo...

—Lo sé, lo sé, pero... —Dave dio un bufido—. Mierda, Tom, ¿qué es lo que pasa con tu papá?

Como esperaba, Tom no se movió ni dijo nada. Dave esperó, en silencio.

—Eso... —Tom no terminó lo que iba a decir, en cambio, se puso tenso y cerró los puños—. No puedo... No es importante...

El valor de Dave finalmente regreso a él y lo empujó a tomar las manos de Tom, estrechándolas con fuerza.

—A mí sí me importa —afirmó—. Tú lo sabes...

—Dave...

—Vamos, Tom, no pongas nada entre los dos...

La tensión de Tom aumentó; Dave puso todo su empeño en mantenerse firme y no echarse atrás, porque realmente no le gustaba presionar a Tom. Tom rió brevemente y con nerviosismo, algo raro en él si no se trataba de hablar en público.

—No... —Tom cerró los ojos por un momento—. Ya no aguanto... No quiero verlo más... —dijo con angustia, pese a sus evidentes esfuerzos por no mostrar debilidad.

—Pero Tom, eso... —Dave no estaba seguro de haber escuchado bien—. ¿Estás seguro de lo que estás di...?

Tom asintió, interrumpiéndolo y dejándolo aún más atónito. ¿Acaso Tom odiaba a su padre o algo así?

—Sí —murmuró luego—. Por favor... No quiero ir...

Dave se quedó mirando la figura que tenía al lado, esa figura que luchaba por mantenerse fuerte pese a la desesperación que la llenaba. Dave fue un completo idiota... Un idiota por no abrir los ojos y prestar más atención; Tom estuvo todo ese tiempo pidiendo ayuda y él sólo tuvo cabida para sus propios problemas, asún cuando el mismo Tom le daba todo su apoyo incondicionalmente.

—Tom... —balbuceó Dave—. Tu papá sí te quiere... y te está esperando... —susurró, acercándose a él y tratando de convencerlo siendo honesto.

Tom volvió a cerrar los ojos, como si estuviese luchando consigo mismo.

—Yo... apenas puedo mirarlo a la cara... —dijo con profundo pesar, con angustia: con vergüenza. Dave se estremeció ante esa declaración—. Yo le cagué la vida...

 

 

Notas finales:

Bueeno... Nada qué decir en especial, salvo que el próximo capítulo trae nuevos personajes y muy probablemente una o dos nuevas perspectivas.

IMPRUDENCIA
Principalmente debido a Nicole y a Christopher, que le arruinó el viaje a Claire. Y finalmente a Dave, que estuvo un poquito distraído.

PERSONAJES

Nicole Ashford.

Estatura: 1.69m
Ciudad/País: Oxford, Inglaterra.


Aquí (aunque es la misma de la portada):

http://i578.photobucket.com/albums/ss223/Yamamura12/36.jpg?t=1306862649

Gracias por leer, saludos :D

PD: lo olvidaba, si el internet coopera, en breve el próximo pack de capítulos editados en el blog :)


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