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El ángel de la navidad por Elitsuki

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El ángel de la navidad

 

- Entonces no se diga más... esta misma noche te presentaras ante él y le mostraras lo que sea necesario para recuperar su alma... - dijo el arcángel al tiempo que le entregaba un pequeño sobre dorado. - Ahí encontraras lo que necesitas conocer sobre aquel humano. 

- Gra... gracias... - respondió, tomando aquel sobre. 

- Anda Shuichi, ve a prepararte y no te preocupes por nada, Hiro ya se ofreció a ayudar en tu ausencia. - comento sonriente. 

- Si... yo... bueno, gracias a todos por confiar en mí... - agradeció, mientras se levantaba y hacía una pequeña reverencia, para luego salir de la habitación. 

- Con permiso... - se despidió el pelirrojo, saliendo detrás de su amigo. 

 

 

Recorrieron el mismo camino que siguieron al llegar ahí... una vez que llegaron al hermoso jardín, se recostaron sobre la hierba. 

- Hiro... ¿crees que podré salvar el alma de esa persona? -  

- Claro que si Shu, tu eres esa estrella capaz de iluminar el corazón más oscuro... - respondió sincero mientras miraba de frente a su amigo y le revolvía cariñosamente su rosáceo cabello. 

- Hiro... - murmuro alegre al tiempo que se ponía de pie, le dedicaba una hermosa sonrisa y expandía sus hermosas alas. - Nos vemos Hiro... nos veremos antes de navidad... - se despidió emprendiendo el vuelo, para luego desaparecer en cuestión de segundos por aquel bello y azulado cielo. 

 

 

- No te preocupes Gabriel, después de todo fue nuestro Señor quién pensó en Shuichi para ese trabajo... -  

- Ya lo sé Miguel, pero aún recuerdo lo que sucedió, como si no hubiesen pasado mil años... - respondió ausente. 

- Es cierto pero sabes muy bien que ninguno de los dos recuerda su estancia en la tierra, ellos creen que siempre han estado aquí y no es posible que recuerden que alguna vez fueron humanos... así que no será ningún problema para Shuichi. -  

- ¿Que es lo que realmente sucedió? - pregunto curioso, uno de los ángeles. 

- Eso es algo difícil de explicar... - respondió. 

- Yo... yo les contaré la historia de Shuichi, el ángel de la navidad... - comento el arcángel Gabriel, mientras una expresión de tristeza se reflejaba en su rostro y su mente viajaba hasta aquel recuerdo que mantenía indemne en su memoria... 

 

*****************  

 

Era veintitrés de diciembre... un día antes de navidad, cuando nacía en un pequeño poblado, un hermoso niño de cabello rosáceo... el niño fue recibido entre risas y llanto, el llanto de la mas pura felicidad que embargaba el corazón de sus padres... que a pesar de ser tan humildes, amaban tanto a ese pequeño que jamás imaginaron las desgracias que sucederían después... que esa pequeña luz que había llegado en víspera de navidad y que daría felicidad a sus vidas, se apagaría varios años después en ese mismo día, pero que más tarde sería recompensado por su sufrimiento...  

El pequeño fue creciendo rodeado de miseria pero también del amor más sincero que puede dar un padre a su hijo... al cabo de siete años, la misma fecha que los rodeo de felicidad ahora se marcaría con la desgracia... su padre cayó enfermo, falleciendo poco después debido a una extraña enfermedad... dejando desamparados a sus dos más grandes tesoros... su hermosa esposa y su pequeño hijo... 

Shuichi era un niño tan bueno y alegre, que prácticamente era imposible no amarlo... pero no solo de amor se vive... así que su madre empezó a trabajar de costurera, aunque las personas de ese pequeño poblado no le podían pagar lo suficiente para mantenerse ella y a su pequeño, no importaba cuanto trabajara, jamás era suficiente y aún debía de dar tributo por vivir en las tierras de una de las familias más despiadadas y más adineradas del lugar... la familia Aizawa...  

Como era de esperarse, jamás reunía el dinero suficiente para realizar el pago... 

Aunque el pequeño ayudaba a su mamá haciendo mandados a sus vecinos, los cuales le pagaban con fruta o en ocasiones con ropa demasiado usada...  

Muy cerca de él y en la misma situación, vivía un niño pelirrojo... el cual era huérfano de padres y el único familiar que tenía era su hermano mayor, era un niño solitario y triste, hasta que se hizo amigo del pequeño Shuichi... sin imaginar que compartirían más que una simple amistad... que compartirían un mismo destino... 

Pasado poco más de un año desde que su padre había fallecido, su madre enfermo... ya casi no podía trabajar, pero eso no le impedía ganar lo suficiente para medio comer...  

A mediados de noviembre, aparecieron alrededor de diez hombres exigiendo el pago y como era lógico no había dinero, así que sin más... los echaron a la calle, solo con la ropa que traían puesta y prendieron fuego a su pequeña casa... dejando solo en pie un viejo y apestoso establo que parecía estar a punto de derrumbarse y al cual le faltaba gran parte del techo, que se encontraba a las afueras del pueblo y que también era de su pertenencia. 

Repitieron esa misma acción con unas cuantas familias más... siendo su amigo Hiro, uno de los afectados... su hermano quiso luchar para que no les quitaran su casa, pero solo era un muchacho mal alimentado contra diez hombres fuertes y con filosas espadas... pero eso no le importo y siguió peleando hasta que uno de aquellos hombres lo atravesó sin piedad... dándole una muerte inmediata... 

Ahora no solo no tenían que comer, sino que tampoco tenían un techo, ni abrigo alguno con el cual cubrirse del frio invierno... algunas de aquellas familias corrieron con más suerte que ambos pequeños, todavía les quedaban fuerzas para buscar algún sitio lejos de ahí, en dónde pudiesen volver a empezar... pero la madre de Shu no contaba ni siquiera con salud suficiente para ponerse en pie, y como era de esperarse Hiro no abandonaría a lo único que le quedaba en la vida... su mejor amigo. 

Se refugiaron en aquel sucio establo y trataron de conseguir un poco de alimento para ellos y para la madre del pequeño... la cual había empeorado notoriamente, su salud no mejoro con el paso de los días, muriendo un par de meses después. 

Al paso de algún tiempo y para alegría del pelirrojo, Shuichi volvió a ser el mismo niño dulce y lleno de esperanza... después de todo ambos se apoyaron para hacer más llevadera sus recientes perdidas, trabajan en lo que podían recibiendo lo poco que les podían dar, ya que la mayoría de las personas se encontraban casi en la misma situación que ellos...  

Dormían abrazados para soportar el intenso frio... ya que sus ropas no les cubrían lo suficiente para sentir calor, en tiempos de lluvia no lograban cubrirse satisfactoriamente, pero no les importaba si al menos seguían juntos. 

 

*****************  

 

Un nudo en su garganta lo hizo detener su relato...  

Todos los presentes lo miraban consternados, pero con una curiosidad cada vez mayor por saber la siguiente parte de la historia. 

- Pero... ¿Cómo fue que ellos llegaron aquí? - pregunto otro  de los ángeles. 

- Eso... eso sucedió un año más tarde... - respondió ausente, mientras creaba una esfera de luz con sus manos y poco a poco se mostraba ante ellos la imagen de lo que debió pasar mil años atrás. 

Todos contemplaron con atención aquellas imágenes, hasta perderse en la siguiente parte de la historia. 

 

*****************  

 

Era el decimo cumpleaños del menor, era víspera de navidad y ambos chicos se despidieron desde temprano con la promesa de verse por la noche y festejar. 

- Oye Hiro, me tengo que ir, pero te alcanzare luego... - comentaba un sonriente chiquillo pelirosa. 

- Si Shu, no se me olvida que hoy es tu cumpleaños y tenemos que celebrar. - 

- No, no celebramos mi cumpleaños Hiro, celebramos noche buena... - respondió, inflando sus mejillas en un tierno puchero. 

- Jejeje, como digas, pero ya sabes que yo no creo en eso. - comento divertido. 

- ........................ - lo observo con molestia, pero luego volvió a sonreír como en un principio. - Ya verás que te haré creer... es una promesa. - termino de decir, al tiempo que le daba un pequeño beso en la mejilla y se alejaba apresuradamente. 

- Shu... - suspiro con cansancio, su amigo siempre le contaba extrañas historias respecto a noche buena y navidad, pero el no creía en esas tonterías, aunque no le desagradaba en lo más mínimo escuchar aquellos relatos. 

Camino en dirección opuesta de dónde se fue el pequeño, pensando en lo mucho que había trabajado en esas ultimas semanas, solo quería recibir su paga, que aunque no era mucho, podría comprar algo para cenar en compañía de Shuichi, aunque la realidad es que se moría de hambre... ya que en esos dos días solo había bebido si acaso dos tazas de café negro con un pan duro, el cual era el desayuno que le daba el señor con el que trabajaba, pero nada importaba si tenía a Shuichi a su lado...  

Llego hasta su lugar de trabajo y sonrió al tiempo que sacaba un pequeño pedazo de madera, ya casi terminaba el regalo de cumpleaños para su amigo... 

 

 

- Gracias señor... - se despedía el pequeño. 

Ya pasaban de las tres de la tarde cuando salía de ayudar al panadero del pueblo, el cual le dio dos apetecibles y recién hechos panques, en paga por su ayuda. 

Se sentía feliz aunque extrañamente algo en su interior le indicaba que ese día no terminaría como lo esperaba. 

Camino apresuradamente para llegar a su segundo trabajo, pero un fuerte dolor en su estómago le hizo detenerse, y no era para menos si consideraba que en esos días había comido aún menos de lo que su amigo, aunque claro que eso no se lo comentaba a Hiro, por que este lo regañaría y se preocuparía tanto que en vez de comer lo poco que le daba el señor con quien trabajaba, se lo llevaría a él y no podía permitir eso. 

Una vez se hubo calmado el dolor, prosiguió su camino... ayudo a una mujer mayor a hacer sus compras y esta le regalo dos manzanas y un poco de queso, se despidió y fue corriendo hasta una pequeña tienda en dónde ayudo a acomodar unas pesadas cajas y limpio una bodega... en pago recibió unas monedas y una cantimplora llena de un delicioso ponche de frutas. 

Para cuando termino de todas esas labores ya se encontraba muy cansado, con mucho frío y cada vez más hambriento, pero tenía que esperar a que llegara su amigo, mientras iría a comprar un regalo de navidad para él, pero grande fue su sorpresa al no encontrar absolutamente nada abierto... las casas se encontraban cerradas y no había ni una sola persona en la calle. 

Se asusto mucho pensando en lo tarde que era y corrió para buscar a su amigo... sin imaginar el verdadero motivo por el cual, las personas se encontraban encerradas. 

 

 

- Muchas gracias... - agradecía un chiquillo pelirrojo al tiempo que recibía unas cuantas monedas. 

- De nada Hiro... eres un buen chico, además de ser un buen ayudante, estoy seguro que si tus padres y tu hermano vivieran estarían muy orgullosos de ti... heredaste su talento. - comentaba con melancolía, el anciano. - Espero que aún te de tiempo de alcanzar al pequeño Shu y darle ese hermoso regalo, antes que esos rufianes los vean. - termino de decir mientras apresuraba al menor. 

- ..................... - Solo asintió y se apresuro en salir... una vez afuera camino despacio en lo que sacaba un cordón rojo y el pequeño pedazo de madera, de una de las bolsas de su pantalón, lo observo por unos instantes y sonrió satisfecho al tiempo que metía el cordón en un pequeño orificio que tenia la madera... estaba seguro que ese regalo le gustaría mucho a su amigo...  

Siguió caminando con ese pensamiento mientras el frío le hacía temblar, aunque quizás el verdadero motivo por el cual temblaba era una extraña sensación en su pecho, que ya empezaba a preocuparle. 

- Shuichi... - susurro, para luego correr desesperadamente en busca del pequeño. 

 

 

Cada año los hombres que trabajaban para la familia Aizawa, iban a robar los escasos alimentos que cultivaban las personas de aquel poblado, en ocasiones desalojaban a las familias que no habían pagado su tributo, dejándolas en la calle como lo habían hecho anteriormente con ambos pequeños, todo eso en advertencia de lo que les podían hacer si se rehusaban a pagar. 

Bebian hasta perderse mientras rompían todo lo que encontraban a su paso... y esa noche no fue la excepción. 

Ya habían causado suficientes destrozos y optaron por marcharse, la mayoría de los hombres subieron a sus caballos y se alejaron hasta perderse entre la maleza, pero un par de hombres se detuvieron al observar una linda figura a lo lejos, bajaron de sus caballos y se acercaron maliciosamente al menor. 

- Pero mira que tenemos aquí... - comento uno de ellos al tiempo que observaba al hermoso ser que se encontraba enfrente. - Una hermosa niñita perdida en la calle y en noche buena... - termino sarcástico. 

Su corazón latía apresuradamente... sentía tanto miedo que no podía ni siquiera moverse. 

- Yo, yo no soy una niña... - respondió nervioso. 

- Ahh... ya veo. - comento el otro hombre al tiempo que bebía de una botella y luego sujetaba al menor por la espalda, haciendo que cayera la bolsa que contenía sus alimentos. - No importa si eres un chico, eres tan lindo y hueles tan bien que ni siquiera parece que seas un pordiosero. - termino de decir mientras olfateaba el pequeño cuello. 

- Mira el pobrecillo esta temblando, que te parece si le quitamos el frío... - comento el otro hombre al tiempo que desgarraba la desgastada ropa del pequeño y lo dejaba descubierto de la parte superior de su cuerpo y empezaba besar su suave pecho mientras su compañero hacía cada vez más brusco el agarre, ya que el chiquillo trataba de soltarse. 

Estaban tan entretenidos que no se dieron cuenta que alguien se acercaba, hasta que un fuerte sonido se escucho y el hombre que se encontraba frente al pelirosa cayó repentinamente. 

El pequeño pelirrojo se encontraba parado detrás de este, sosteniendo con dificultad un grueso leño...  

- ¡Hiro! - grito el menor, aprovechándose de la confusión de su agresor y soltándose de su agarre, para luego recoger la bolsa y correr hasta su amigo. 

- ¡Shuichi, corre... corre lo más rápido que puedas!!! - ordeno el chico, mientras observaba como el hombre que momentos antes sujetaba al menor, ahora ayudaba a su compañero a levantarse... sabía perfectamente que no podrían huir los dos. 

- No... ¡no te dejaré!! - replico el pelirosa. 

- Hazlo Shu... yo, yo te prometo que te alcanzaré luego. - comento, tratando de sonar lo más confiado posible, para no preocupar más a su amigo. 

- ¿Lo prometes? - pregunto con temor. 

- ¡¡¡No dejes que escape... idiota!!! - gritaba enfurecido aquel que aún se sentía adolorido por el golpe. 

- Si lo prometo... ¡¡¡pero corre!!! - ordeno desesperado al escuchar lo que el hombre que había golpeado gritaba. 

Shuichi no quería abandonar a su amigo, pero si él, le había prometido que regresaría, debía de creerle después de todo, Hiro jamás le había mentido, así que sin pensarlo más corrió todo lo que sus piernas le permitieron, hasta perderse de la vista de aquel que lo perseguía. 

 

 

Poco después Hiro trato de huir, pero fue demasiado tarde... aquel hombre enfurecido por el golpe y embrutecido por el alcohol, se abalanzo contra él y aunque alcanzo a golpearlo nuevamente con el leño, no logró derribarlo, así que en un momento de desesperación corrió tratando de alejarse, pero una fuerte punzada en su costado derecho lo hizo caer... en instantes la blanca nieve que cubría el piso se torno de un intenso color carmín...  

El mayor retiró una pequeña navaja del costado del pelirrojo... no pensaba usarla, ya que se trataba de simples chiquillos pero en el momento que recibió el segundo golpe su ira no le permitió razonar lo que ocurría, menos al ver que el menor se escapaba, así que sin pensárselo más la hundió en el pequeño cuerpo frente a él. 

Lo arrastro hasta unos arboles en donde no se sentía tanto frio y creyéndolo muerto al ver que no reaccionaba, ultrajó a su antojo aquel visiblemente suave y frágil cuerpo... 

 

 

Regreso agotado por la carrera que le hizo dar el menor... busco por todos lados a su compañero, pero al no encontrarlo supuso que el otro chico había escapado y este lo había ido a buscar, así que se acerco hasta sus caballos con la intensión de esperarlo por algún tiempo. 

 

 

Una vez satisfecho se acomodo su ropa, haciendo lo mismo con la del menor, al tiempo en que esculcaba sus bolsillos y hurtaba las pocas monedas que había encontrado, luego lo observo detenidamente y se dio cuenta que todavía respiraba, aunque estaba consiente que no lo haría por mucho tiempo... pero lo que llamó su atención fue la mano del pelirrojo, la cual mantenía cerrada como tratando de proteger algo, pero no le importo averiguar que era, después de todo ya había obtenido lo que quería... 

Luego se alejo hasta encontrar el camino por dónde lo esperaba su compañero, llego hasta este y monto en su caballo. 

- Vámonos... ya no hay nada que hacer aquí. - comento irónico.  

El otro hombre solo obedeció en silencio...  

Minutos más tarde, ya no había rastros de aquellos sujetos. 

 

 

Su rostro se encontraba bañado en lagrimas y su cuerpo temblaba involuntariamente... solo pedía a Dios por que Hiro regresará pronto y que se encontrara a salvo. 

Ya tenía bastante tiempo esperando por él... su corazón le indicaba que algo muy malo había pasado, pero trataba de convencerse que todo estaba bien... que pronto regresaría y que seguirían juntos como hasta ahora. 

 

 

Por un momento agradeció el haber perdido la conciencia... al menos no observo a aquel hombre abusar de él, aunque el dolor y la repugnancia las sentía de igual forma. 

Como pudo se arrastro hasta apoyarse en un árbol para tratar de levantarse, sentía tanto dolor y a la vez no sentía absolutamente nada, era como un indicio de que aún estaba vivo, pero que no lo estaría por mucho tiempo. 

Trato de caminar lo más rápido que le fue posible, ya que lo único que deseaba era ver aunque fuese por ultima vez, aquellos hermosos ojos violetas. 

El dolor aumentaba en todo su cuerpo y luego desaparecía por breves momentos, pero lo que no se detenía era la sangre que aún brotaba de la herida que tenía en su costado... se detuvo por algunos instantes y observo el cielo... se veía tan hermoso, tan ajeno a lo recién ocurrido que sintió envidia de esas hermosas estrellas que brillaban en lo más alto, pero luego extendió su mano y al mirar lo que en ella ocultaba, una tenue sonrisa se dibujo en su rostro. 

 

 

Escucho un ruido y su corazón parecía quererse salir de su pecho... así que en un impulso corrió hasta la puerta del establo en el cual se encontraba y ahí a unos cuantos pasos se encontró con la persona que tanto anhelaba ver... ahí parado con algo de dificultad se encontraba su amigo. 

- Hiro... - susurro al verlo, mientras lo abrazaba con cariño y un sin fin de lagrimas resbalaban por sus rosadas mejillas.

- Hay Shu, si serás tonto... ¿que no ves que si yo hubiese sido aquel sujeto del que escapaste ya te hubiera vuelto a encontrar? - lo reprendió con fingida molestia. 

- Lo... lo siento Hiro. - se disculpo al tiempo que lo ayudaba a entrar a su refugio y lo trataba de sentar en la parte con techo, a lo que el pelirrojo se resistió. 

- No Shu, esta noche el cielo se ve muy hermoso y las estrellas brillan con tal intensidad que me gustaría verlas... - comento sincero. 

- Esta bien Hiro... - respondió, para luego dirigirse hasta aquella parte en dónde no había techo y se sentaba a lado de su amigo. 

Por algún tiempo permanecieron en completo silencio, solo disfrutando de la compañía del otro... Shuichi no pregunto nada, imaginaba lo que debió de ocurrir y más al ver como la sangre cubría la parte inferior del cuerpo de su amigo... entendía perfectamente lo que pasaba, pero solo quería disfrutar de su compañía todo el tiempo que fuese posible. 

Hiro agradeció ese gesto por parte de Shuichi... acaricio con ternura su suave y húmedo rostro, para luego depositar un dulce beso en su frente. 

- Oye Shu... esta noche, ¿es noche buena? - pregunto. 

- ¿Ehh? Es verdad Hiro... - comento mientras buscaba la bolsa que había dejado cerca de dónde estaban. - Ten Hiro, este panque lo hice yo... bueno ya esta frio pero supongo que sabe bueno, anda come... - termino de decir al tiempo que buscaba las demás cosas que supuestamente tenía en la bolsa, pero sin encontrar más que una manzana. 

- Pero... ¿y tú Shuichi? -  

- Yo... yo, ya comí mi parte Hiro... jejeje, es que tenía mucha hambre y no pude esperar... - mintió para no hacer sentir mal a su amigo. 

Sabia que Shuichi estaba mintiendo, pero tampoco quería hacerlo sentir mal rechazando lo que le daba, así que trato de no sentir remordimiento y empezó a comer aquel delicioso pan, lo cual causo una inmensa alegría al menor. 

- Shu... ¿me podrías... contar acerca de... noche buena... y navidad? - pregunto con dificultad a causa del terrible dolor que sentía. 

- Mmm... pues se dice que esta es noche buena por que esta por nacer aquel que fue enviado por Dios para nuestra salvación. Y es que hace muchísimos años nació un niño de nombre Jesús, pero no era un niño ordinario, él era el hijo de Dios... - 

- ¿Vaya... y como es eso? - 

- Verás... Dios escogió ha una mujer, supongo que debió ser una hermosa persona de buen corazón, para haber sido la elegida para concebir al salvador prometido, así que Dios envió a uno de sus ángeles para anunciarle a María que ella concebiría a su hijo a pesar de ser virgen. - relataba el pelirosa.  

- ¿Y que... ocurrió después? -  

- Ella se iba a casar con un hombre de nombre José, así que este al enterarse que María estaba embarazada, quiso dejarla secretamente, pero se la apareció en sueños el ángel de Dios y le anuncio que lo engendrado en María era obra del Espíritu Santo...

Una vez que esto ocurrió, decidió tener el bebé junto a María, meses después tuvieron que viajar de su hogar en Nazaret hasta Belén debido a un censo que se realizaría, pero María estaba por dar a luz a su primogénito y no encontrando sitio en la posada tuvo a su hijo en un pesebre. 

- Que interesante... - comento al tiempo que terminaba su pan. - Pero antes que... continúes... ¿podría pedirte... un, un favor...? - pregunto con dificultad, sabiendo que le quedaba poco tiempo. 

- Hiro sabes que me puedes pedir lo que sea, aunque primero deberás comer tu postre... - dijo mientras le entregaba una grande y jugosa manzana. -  Sé que es tu fruta favorita... - continuo, sintiendo como escapaban unas cuantas lagrimas de sus inflamados ojos. 

- Shu... gra, gracias... - respondió tomando aquella fruta, mientras trataba de ignorar el llanto de su amigo. - Pero y... - 

- No, no te preocupes por mi, yo ya tome la mía. - se adelanto a responder el menor. 

No quiso decir más, solo sonrió sincero, para luego comer un poco de esa deliciosa manzana. 

- Bueno, yo quisiera... saber, si... podría reposar... en tus piernas... -  

- Claro Hiro, pero ni siquiera tienes que pedirlo... - contesto al tiempo que abrazaba al pelirrojo con cariño y lo acercaba a él, para luego recostar su cabeza en su regazo. 

La calidez de aquel abrazo le hizo sentir tan feliz, que tuvo que aguantar las inmensas ganas de llorar, ya que a pesar de lo que le había ocurrido momentos antes, sentía que no importaba nada con tal de estar a su lado,  Shuichi siempre lo hacía sentir así, pero ese día en especial quería tenerlo junto a él y oírlo contar esas historias, en las que nunca había creído, pero que deseaba con todo su corazón hacerlo. 

Una vez recostado en las piernas del pequeño, observo el cielo... se veía tan hermoso que una emoción invadió su pecho, las estrellas brillaban en lo más alto, pero solo una lo hacía con tal intensidad que llamo la atención de ambos. 

- Así debió de ser la estrella que guio a los magos hasta Belén. - comento al tiempo que admiraba el hermoso astro. 

- ¿Ehh? -  

- Bueno es que esa es parte de la historia... - dijo mirando el apacible y hermoso rostro de su amigo.  

- Entonces, continua... - pidió con una tenue sonrisa dibujada en sus labios. 

- Cuando Jesús nació en Belén de Judea, en días del rey Herodes, unos magos vinieron de oriente a Jerusalén diciendo: ¿Dónde esta el rey de los Judíos que acaba de nacer? Hemos visto su estrella y venimos rendirle homenaje... Poco después partieron observando que la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre donde estaba el niño...  

También había en la región unos pastores que de noche se turnaban velando su rebano. Se les presentó un ángel del Señor y les dijo: No teman, les traigo una buena nueva, una gran alegría, que es para todo el pueblo; pues ha nacido hoy un Salvador en la ciudad de David. Esto tendrán por señal: encontraran un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre.  

Una vez cumplida su misión los ángeles volvieron al cielo y los pastores se dijeron: Vamos a Belén a ver esto que el Señor nos ha anunciado. Fueron y encontraron a María, a José y al Niño acostado en un pesebre, viéndole, contaron lo que se les había dicho acerca del Niño. Después los pastores volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto... - termino de relatar, mientras más lagrimas recorrían sus mejillas hasta perderse por alguna parte de su cuello. 

- Shu... eso es hermoso... pe-pero sabes... no sé realmente... si existe... Dios... pero creo en lo que dices, además... de que empiezo... a creer en los an-angeles... - comento con mucho esfuerzo, ya que empezaba a perder la conciencia. 

- Hiro... - musito asombrado, pero con una inmensa tristeza apoderándose de su pecho al percatarse del estado en el que se encontraba su amigo. 

- Así es, si los ángeles... existen, estoy seguro... que tu... tu eres uno de ellos... eres, eres esa estrella... capaz de iluminar el corazón más oscuro... el hermoso brillo... que hay en tus ojos... no se com-compara con aquel que pende del cielo... - comento, al tiempo que tomaba la mano del pequeño y le entregaba aquello que había protegido con tanto cariño, miro aquellos radiantes ojos violetas que en ese momento estaban nublados por las lagrimas y sonrió complacido por tener la suerte de contemplarlos por ultima vez, ya no sentía más dolor, solo una inmensa paz, la cual causo que su cuerpo se relajara sobre el del menor. - Fe-feliz... na-navidad... Shu- Shuichi... - termino de decir mientras sus profundos ojos azules se cerraban. 

Shuichi ya no pudo contenerse mas... los espasmos lo sacudían violentamente, mientras sollozaba abrazando el cuerpo inerte del que en vida fuese su único y mejor amigo. 

Lloro amargamente por quien sabe cuanto tiempo,  sin percatarse de que empezaba a nevar y no contaba con un techo que lo cubriese, pero no le importo, lo único que quería era permanecer a lado de su amigo, aunque eso le costara su vida... 

- Feliz... feliz navidad Hiro... - susurro entre el llanto, observando aquel obsequio que le entrego su amigo. 

Era el regalo más hermoso que hubo recibido... una especie de medalla, tallada en madera... una verdadera obra de arte en la cual podía observar la imagen de un hermoso ser alado... era el ángel más bello que alguien pudo haber creado. 

- Gracias Dios... por haberme dado la dicha de tener a Hiro... a mi lado... - agradeció sincero, aferrándose a aquel del cual no se quería apartar. 

El tiempo transcurrió... y la nieve cubrió todo a su paso, inclusive al pequeño que en ningún momento se separo del cuerpo de su mejor amigo... quedando sepultado entre la blanca nieve en pleno día de navidad... 

 

****************  

 

La esfera de luz desaparecía ante sus ojos, sin terminar de creer lo que acaban de ver... todo era algo tan triste e inusual, que sentían una fuerte opresión en el pecho, aquellas imágenes de los recuerdos del arcángel, les hizo apreciar aún más a aquel chiquillo que siempre les alegraba con su hermosa voz... 

- Así sucedió... después de eso comprenderán que tan grande era la fe de Shuichi en nuestro Señor que hasta en los momentos más difíciles de su vida le agradecía.  

Hiro murió creyendo de corazón en las palabras de Shuichi, creyendo en aquel Dios que mando un salvador y que este no era otro que su propio hijo... creyendo en la navidad... 

Y con la esperanza de que quizás algún día volvería a encontrarse con aquel ángel que ilumino su vida... aquel ángel de mirada amatista que era capaz de mostrar la verdad en sus ojos, aquel pequeño que fue capaz morir a su lado y mostrarle la gloria de Dios aún después de la muerte. - comento consternado el arcángel.

- Es por eso que aquellos que conocemos la historia, lo hemos nombrado el ángel de la navidad... - termino de decir, mientras daba la espalda a sus compañeros y se retiraba del lugar... ya que unas cuantas lagrimas escapaban de sus hermosos ojos, al recordar que fue él, quien había ido hasta ellos tocando su alma y borrando esos dolorosos recuerdos, para llevarlos a la presencia del Señor... para que se convirtieran en los obedientes y bondadosos ángeles que ahora eran...

 

**************

 

Espero que el capítulo haya sido de su agrado.

Gracias por leer!!!


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