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Deseos ocultos por rodoxoxo

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Notas del fanfic:

Hola mis amigos, pues aquí vengo con una nueva historia, la cual espero sea de su agrado, constará de dos capítulos aproximadamente.

Pues bien, pasen y dejen sus opiniones, siempre es bueno tener como referencia diferentes perspectivas.

Notas del capitulo:

Hola, pues como dije, espero sea de su agrado, así que disfruten la lectura.

Besos a todos y gracias de antemano a los que pasen a leer.

Cuanto tiempo había pasado: dos, tres años, no recordaba. No podía creer que estuviera frente a él de nuevo. No había cambiado nada: Su rostro, afinado y atractivo, lucía confuso, asombrado ante esa coincidencia tan excepcional que los llevó a toparse en la acera de aquella calle poco concurrida. Y esos ojos. Sí, seguía siendo el mismo ser prepotente y alzado de siempre. Más delgado, y un poco descuidado, pero destilaba la misma sensualidad de antes.

- ¿Por qué me puse las gafas? – pensó dando un suspiro ahogado. Usualmente no distinguía rostros sin ellos debido a la miopía que alteraba su visión lejana. Solo los usaba en clases. Pero ese día, por alguna razón, decidió ponérselos para variar y observar más de cerca y con mayor detalle a los jóvenes hermosos que pasaban a su lado y que por falta de los benditos cristales, no podía distinguir adecuadamente.

- Naruto – pronunció inmutable, casi en un susurro, como si el tiempo hubiera pasado en vano. Enarcó una de sus finas y delineadas cejas, esperando una respuesta ante su llamado.

Pero el rubio no quería hablar. Aún dolía. Quiso pasar por alto ese encuentro fortuito e indeseable y caminó por su lado con el fin de evitar un contacto innecesario. Sasuke pensó en dejarlo ir, pero por inercia su mano apresó el brazo del otro, deteniendo su paso en seco. El ambarino indignado, giró su cabeza y ofreció una mirada retadora y punzante hacia él ¿Cómo se atrevía?

- Suéltame, por favor – pidió amable. En un tono frío y distante que avisó al Uchiha que no trataba con la misma persona.

- Disculpa – la presión de su agarre fue cediendo, pero no lo dejó ir. Necesitaba hablar con él, a pesar de lo mucho que se repitió durante las tantas noches agonizantes en que intentaba dormir, que lo detestaba y que no lo quería volver a ver. Pero allí estaba, con un nudo de palabras agolpadas en su garganta, tratando de organizarlas desesperadamente para que vieran el mundo en forma de una frase coherente y ensayada. Como él – ¿Cómo estás? – se aventuró. Debía ser cuidadoso, paciente.

- Bien, ¿y tú? – respondió tajante. Las palabras cortaban, herían – Me puedes soltar, por favor. No iré a ningún lado – sentenció severo – Lo prometo.

- Está bien – lo soltó con suavidad, como previniendo no volver a hacer daño a aquella piel que fue parte de sus delirios por mucho tiempo – Estoy bien – respondió a la pregunta olvidada. Pero ¿Y ahora qué? Si bien miles de preguntas morían por salir a superficie, no hallaba la forma de entablar una conversación que escapara de esa tensión evidente.

- Me alegra, Sasuke - ¿Era sincero? No lo sabía. El hecho de no haberlo visto en todo ese tiempo, le hizo pensar que ya no sentía nada por ese ser. Pero ahí estaba, palpable y visible. No podía certificar como válido de nuevo ese pensamiento - ¿Qué haces aquí? Pensé que aún vivías en el pueblo – si bien no sabía nada de él, uno que otro comentario llegó a su oído. Como quién dice: Quería confirmar el rumor.

- No, ya no vivo allá – aclaró en un tono que hizo sentir nostálgico a Naruto. Un tono que siempre se le antojó sabio y atrayente. Como cuando lo usaba en las muchas peroratas disfrazadas de ingenio que le hacían sentir mejor, o peor – Ahora estudio aquí. Como tú – señaló arrogante. Metió una mano en su bolsillo y sacó un paquete de cigarrillos. Necesitaba fumar.

- Ah, qué bien – el momento era incómodo. Eso era obvio para ambos. Percibían que la ligera cuerda que unía su encuentro podía reventar en cualquier instante - Bueno, creo que debo irme – no lo soportaba. Quería largarse y dejarlo allí. Pero ¡Maldición! Le removió la conciencia encontrárselo nuevamente. El destino era cruel, e irónicamente bondadoso. Además ese ambiente nicotínico le asqueaba.

El azabache asintió, a su pesar. Por mucho que su mente lo negara, el corazón le decía que ese chico aún era especial para él. Pero no podía. Él se había burlado de su amor al haber escapado de esa forma tan cobarde. No quiso luchar por él, por ambos. Por ello guardó resentimiento y quiso que el odio diera a lugar en su pecho. Pero no pudo. ¿Lo extrañaba? Sí. Para que engañarse. Los muchos hombres y mujeres que pasaron bajo su cuerpo delgado y fibroso no pudieron llenar ese vacío oscuro y deprimente que Naruto dejó. Un vacío que pensó, no le haría daño. Era fuerte después de todo. Pero se equivocó.

- ¡Naruto! – llamó en voz alta al visualizar como se alejaba y camuflaba entre la gente que transitaba por allí.

El rubio se detuvo al escuchar aquella voz potente y masculina. Se dio la vuelta y visualizó como el Uchiha se acercaba corriendo apresurado, evadiendo ágil y rápido a aquellas personas que se atravesaban en su camino. Sonrió. Al parecer, no había sido el único en cambiar.

- ¡Espera! – resopló agitado una vez tuvo al otro a su alcance.

- ¿Qué quieres, Sasuke? – preguntó desconfiado. Pensó que si lo volvía a ver no sentiría nada, solo indiferencia. Pero algo extraño le incomodó. E ideas indecentes y poco ortodoxas se atrevieron a formar parte del laberinto de pensamientos que le invitaban e incitaban a indagar en aguas profundas y prohibidas. Pero no podía perder la perspectiva.

- Te invito a almorzar – ofreció atento. Pensó en el pasado, pero recordó que eso era: pasado. Y esos ojos azules, le instigaban a lanzarse al vacío de nuevo. A intentarlo una vez más.

- ¿Cómo? - sorprendido ante esa petición, bajó la mirada. No se esperaba algo como eso. Si bien la presencia del Uchiha no era de su total agrado, sería un hipócrita al pensar que engañaba a su corazón. Un corazón destrozado y malgastado. Pero humano a fin de cuentas – No lo sé, yo… - dudó. ¿Debería? Pensó en negarse. Luego, recapacitó. Una sonrisa grande y falsa acompañaron un “Sí” enérgico y juguetón.

Sasuke se emocionó. Pero no lo hizo evidente. Ya había dejado de lado su orgullo lo suficiente y no quería que su acompañante notara esa ilusión estúpida que asomaba un nuevo y brillante futuro. Un futuro que quizá, podrían compartir de nuevo. Además, Naruto lucía mucho más maduro e inteligente. Sin duda, había crecido. Aunque no sabía identificar si esa nueva e interesante aura que transmitía era confiable. Eso llamó su atención. Si bien esa inocencia que lo caracterizaba, aún podía percibirse, algo de perversión destilaba sutilmente por los poros de su piel canela.

Caminaron un poco, antes de encontrar un sitio en donde comer. Ya casi era mediodía y el rubio no concebía tal coincidencia tan absurda. Pero no creía en coincidencias. Tal vez ese encuentro debió pasar por alguna razón, y no dejaría que la oportunidad que el destino amable le concedía, se esfumara. Debía actuar con cautela y observar la actitud del Uchiha. Bien sabía que era un cabrón, y no dejaría que su sarcasmo camuflado de agudeza, perspicacia y burla lo dejara inutilizado. El tiempo también le había enseñado bien.

Llegaron a un restaurante tranquilo, céntrico, y de buena fama por las especialidades del Chef que siempre eran una delicia al paladar, pero sin dejar de ser platillos económicos y accesibles al público en general. Entraron sin mucha prisa y ubicaron una mesa que ofreciera algo de privacidad. Necesitaban hablar, de variados temas, normales algunos, delicados otros.

- Y bien ¿Cómo has estado? – preguntó de nuevo, tratando de perforar la coraza dura que el Uzumaki había erguido para separarlos. Pero luego de observar como el de zafiros ojos tomaba la servilleta de papel y hacía figuras con ella, dedujo que estaba más accesible y dispuesto a formalizar una conversación amena y fluida con él. No dejaba de ser adorable.

- Muy bien, Sasuke – bajó la guardia. A pesar de que en esencia había cambiado, quería y necesitaba que su acompañante notara y percibiera que no era la misma persona confiada y retraída de antes. De alguna forma, era importante que así fuera - ¿Cuándo te mudaste a la ciudad? – de buena fuente supo que se había mudado, pero los detalles quedaron flotando en el mar del olvido y la duda.

- Hace casi dos años – aclaró mientras subía ambos codos a la mesa. Agradeció que la luz tenue que emanaba de una lámpara cercana, creara un ambiente tan acogedor y familiar en ese rincón húmedo y solitario que albergaba a la mesa protagonista de su encuentro – Después de lo que pasó, decidí que lo mejor era rehacer mi vida – Naruto se puso en alerta. Su mirada fija en él, se apartó hasta un punto neutro en el blanco mantel que vestía la mesa. El avión de papel que tenía en su mano, quedó aplastado cuando ésta se cerró despiadada sobre la inocente figura. Apretó con fuerza, casi con maldad. Por suerte, sus víctimas siempre eran almohadas o cosas como esa, inertes y blandas – ¿Has estado bien? Tú sabes. Después de lo que pasó entre nosotros – su curiosidad pudo más. Supo que fue muy osado al ser tan directo, pero estaba preocupado. Siempre lo estuvo.

- Si me invitaste a comer solo para hablar de eso, será mejor que me vaya, Sasuke – condicionó serio. Tuvo que levantar de nuevo una cortina de humo, transparente y venenosa. No quería indagar en el pasado ¿Para que hacerlo de todas formas? Era inservible volver atrás cuando lo hecho, hecho está.

- Lo siento. No fue mi intención – intentó tomar la mano del rubio. Pero se contuvo. Si quería un acercamiento, debía ser paciente y comprensivo.

Si bien Sasuke pensaba que la culpa podía compartirse, Naruto no era tan equitativo. En la mente joven y maltratada del rubio quedó el peso de un suceso tan desagradable que lo marcó desde aquel día fatídico. Y todo eso lo llevó a acusar al Uchiha de lo ocurrido. Aunque sabía bien que la mala suerte había jugado en contra de ambos, y no solo su irresponsabilidad y desidia desmedida para con ellos mismos.

- Está bien. Tampoco es para tanto – sonrió un poco para romper el hielo. A pesar de que detestaba tocar ese tema con las personas que compartían su verdad, debía y tenía que enfrentar esa realidad agridulce – Y sí. He estado bajo control, como supongo tú también lo estás – recalcó, puesto que era necesario mantenerse bajo vigilancia ante el peligro que su condición suponía.

- Sí. No te equivocas. Pero te ves bien ¿Has ganado algo de peso? – sus mejillas un poco abombadas se le antojaban comestibles, y esas tres marcas que las adornaban, no dejaban de ser absurdas y misteriosamente tiernas.

- Sí, la nutricionista que me atiende me ha impuesto una dieta para mantener un peso estable. Ya sabes. Pero creo que me pasé con el Ramen – unas carcajadas ruidosas y emotivas escaparon por su garganta sin darse cuenta. Paró avergonzado cuando observó al azabache analizándolo con esa típica mirada gélida y embrujadora. ¡Joder! Sus encantos eran irresistibles.

- Veo que me equivoqué – reveló para posar la vista en otro sitio. Un punto negro y apartado en donde no pudieran escuchar su grito de soledad. Naruto lo miró extrañado. Desconocía esos gestos tan expresivos. Siempre era tan… perfecto. Pero ahora lucía vulnerable. "Es normal" pensó.

- ¿Por qué lo dices? - inquirió. Sasuke juntó sus manos muy cerca de la nariz, dejando a la vista del rubio sus hipnotizantes ventanas oculares opacas y penetrantes. Al instante, atisbó que usaba una de esas tácticas despreciables que lo sacaban de quicio. Lo estaba examinando, desbaratando. Siempre lo hacía. Pero ahora podía contraatacar.

- No has cambiado nada – esbozó una sonrisa elegante. Alzó una de sus manos e hizo un ademán para que el camarero se acercara – Te haces el duro cuando en realidad sigues siendo el mismo niño de siempre.

- Es obvio que sigo siendo el mismo – acotó seguro. Debía maniobrar. Sabía que Sasuke usaba un ataque sencillo y psicológico que nunca fallaba. Pero ya había adquirido inmunidad – Solo me adapté mejor al entorno.

- ¿Qué desean? – el camarero atento, interrumpió.

Los chicos ordenaron un par de platillos. Tenían hambre y no solo de nutrientes.

- Entonces ¿Tienes pareja? – aquella pregunta fue sutil, directa y dejaba clara la intención del Uchiha. Naruto, con un pitillo en la boca, abrió un poco los ojos ante tal descaro. "Las personas cambian, Sasuke. Ten cuidado" pensó ensimismado. Dejó el pitillo a un lado y lamió sensual su labio recién hidratado. Sería tan dulce.

- Ahora no, estoy soltero. Pero he tenido dos desde que nos separamos. Incluyendo una chica – el azabache arrugó un poco el ceño, tratando de disimular que ese comentario le había hecho gracia. ¿Naruto, con una chica? Que ironía – pero no funcionó. No me quise aventurar por lo que sabemos – guiñó un ojo en señal de complicidad – además que no llegue a sentir por ellos algo mas que aprecio y cariño – Eso de alguna forma hizo sentir importante al de obsidianas. Lo sabía, no lo había olvidado. ¿Quién lo haría después de todo? - ¿Y tú? Seguro has tenido varios… compañeros – aseguró sin pizca de sarcasmo. No era su fuerte y bien sabía que su ex amante era popular y muy apetecido entre ambos sexos.

- Sí. He tenido cinco parejas – reveló orgulloso – pero por las mimas razones no me aventuré a comenzar algo serio y duradero. Es difícil tratar con personas en nuestro estado, Naruto. Ya lo sabes.

El rubio bajó la mirada y torció la boca. Le indignaba que lo dijera de esa manera tan natural, tan suelta. Si bien había aceptado su situación y trataba de llevar una vida normal, era difícil imaginar y mucho menos aventurarse a comenzar una relación amorosa. De nuevo, su puño se cerró, y agradeció a la ínfima oscuridad que ese rincón amargado le brindaba, de ocultar el golpe salvaje que azotó en su propio muslo. Traqueó el cuello, inhaló y exhaló aire hasta su máxima capacidad, y de nuevo su expresión se tornó plácida y reluciente. Como si nada "¡Maldito bastardo! Todo fue por tu culpa" caviló mientras ofrecía al contrario una sonrisa tan hermosa y expresiva, que hubiera ganado el Oscar como mejor actor si le hubiesen nominado.

Sasuke no se dio cuenta de esas micro expresiones, pero notó que su comentario no había sido agradable a los oídos de su acompañante. Trataba de leerlo. Antes era tan fácil, tan voluble, tan inocente. Pero ahora algo evitaba que indagara en la personalidad del ambarino, y ciertamente no le gustaba. Pero esa sonrisa grácil y sincera le advirtió que exageraba. Así que prefirió no complicarse con suposiciones que no se apoyaban en argumentos válidos y creíbles.

- Sí, tienes razón. No es fácil. Nada es fácil – debía respirar, calmarse y darse cuenta de que esos pensamientos no eran normales. Sonrió. Tomó el vaso que contenía el refresco y sopló por el pitillo, ocasionando que miles de burbujas de gas explotaran en la superficie del líquido. Una manera ingeniosa de liberar tensión.

- Oye, esos anteojos te sientan muy bien – señaló el pequeño detalle que provocó en primera instancia, ese encuentro tan oportuno para ambos. El rubio se sonrojó ante ese cumplido sencillo.

- ¿Éstos? – dejó lo que estaba haciendo y se los quitó – Gracias a ellos te vi en la calle. Si no, ten por seguro que no te hubiera reconocido. Mi visión lejana es pésima – acotó burlón.

- ¿Qué problema visual padeces? – inquirió. El tono tan profesional en que lo dijo solo le advirtió a Naruto que trataba de lucirse – Tienes miopía ¿Verdad?

- Creo que es obvio puesto que te acabo de decir que mi visión lejana, apesta – la risa que emitió sosegó a Sasuke. Ya era inútil resistirse. Quería al rubio de nuevo junto a él - Por cierto ¿Estás tomando tratamiento? – quiso desviarse del tema, pero no demasiado. Lo suficiente para darle un golpe suave y gracioso a su ego endemoniado y celestial. Sí, era una quimera grotesca que destilaba hermosura por todos lados.

- Por supuesto. ¿Qué acaso tú no? – le parecía extraña su pregunta, por regla debían adquirir y administrarse medicamentos que les mantuvieran bien. Sanos.

- No – Bingo. Directo al hígado – He sido disciplinado y no han considerado que deba tomarlos, puesto que he estado muy bien desde entonces.

Eso sorprendió al azabache. ¿De cuando acá Naruto era disciplinado? Sin duda fue un azote ligero a su orgullo. Él siempre se jactaba de ser el mejor en todo y se arrepintió tarde de haberle restregado en la cara a Naruto cada virtud que lo enaltecía. Pero nunca decía nada, y nunca le hizo saber su desagrado. Por ello seguía descarado arremetiendo sin darse cuenta y sin pensar en el daño que causaba en la frágil y moldeable alma del rubio.

Uzumaki sonrió complacido ante la expresión confusa de su acompañante. Antes no se daba cuenta, estaba enamorado, y por ello veía en Sasuke un Dios que todo lo podía. Sus logros eran también los suyos, pero lastimaba. Lastimaba porque no se sentía nadie a su lado. Lastimaba porque usando su psicología barata y psicodélica, lograba envolverlo en una maraña de palabras bien armadas e ingeniosas que confundían su mente inexperta y manejable, haciéndole sentir culpable por todo. Culpable porque no lo complacía cuando quería, culpable por cualquier pelea tonta que se asomara de repente, culpable por no salir cuando sus padres expresamente le decían que no podía. Y les mentía. Y al bastardo no le importaba con tal de satisfacer sus placeres egoístas.

Pero lo pasó bien con él, al menos. Y después del último regalo cruel y maligno que dejó a merced de su sangre intachable un invasor dañino y hambriento, decidió que el filo de plata brillante, le ayudaría a consumar su ira vaporosa y concentrada.

Solo eso. Solo debía apretar una válvula que le diera el empujón inicial para decidirse.

¿Quería a Sasuke? Sí, aún lo amaba. A pesar de todo, su relación no fue tan mala. Pasó muy buenos momentos junto a él. Pero estaba cegado, deslumbrado, sosegado ante tal belleza perfecta e inalcanzable. Y cuando lo tuvo consigo, procuró no dejarlo ir. Por ello permitió todo, solo quería estar junto a él, a pesar de que en ocasiones se comportara como la propia mierda. Pero no contó con semejante puñalada trapera* "Soy la prueba de que el amor es ciego" pensó el de zafiros al recordar brevemente ese pasado gris. No era blanco, ni negro. El gris era más apropiado.

- Sasuke ¿Quieres ir esta noche a mi departamento? – esas palabras fueron melodía para los oídos del otro, quien de inmediato, esbozó triunfante una sonrisa, deformando elegante y con sensualidad aquellos labios finos que morían por apresar y degustar otros más carnosos y alborotados.

- ¿Estás seguro? – no quería ser tan evidente, una pregunta disfrazada de paciencia y cortesía debía camuflar perfectamente su interés por una cercanía completa y deliciosa.

El rubio asintió, contento y confiado.

- Sé que hay muchas rencillas del pasado, Sasuke - dijo un poco incómodo – pero no tenemos porque quedarnos allí. Es hora de avanzar. No digo que ahora. Aún debemos hablar de muchas cosas – condicionó serio, en un tono que dejó claro al azabache el nivel de madurez que había alcanzado su adorado Kitsune.

- Me parece muy bien, Naruto. Quisiera preguntarte tantas cosas.

Allí, en medio de la ligera oscuridad cómplice y descarada, el rubio se asomó y robó un beso pequeño y efímero a su compañero, haciendo que algunos murmullos se elevaran por sobre las mesas que rondaban cerca. Sabía que eso molestaba al Uchiha. Nunca le gustó que demostraran su amor en público. Pero no dijo nada. Solo arrojó sobre él una mirada que reflejaba agradecimiento y comprensión, así como una mano suave y masculina que se posó sobre la suya, apresándola con fuerza, con calidez, con cariño.

Pero solo eso. Ni una jodida disculpa.

Por la noche, se aseguraría que las caricias y besos no fueran las protagonistas. Su juguete de plata también quería hacer acto de presencia. Una presencia, que seguro brillaría por siempre en la vida de ambos.

Notas finales:

Pues bien, gracias a los que hayan llegado hasta el final.

Arigato ^^

Espero algunos comentarios por su parte.


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