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1La noche te ofrece un poema por Hizaki Hime- San

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Eran las cinco de la mañana, esperando el tren que me llevaría a Tokio donde realizaría mis sueños, mi madre y padre se despedían de mi, ellos habían estado todo un mes buscando una casa de hospedaje para mí, mientras iniciaba la Universidad y buscaba un trabajo, estar lejos del núcleo familiar no era mi idea, pero no lo dude dos veces.

Con lágrimas en los ojos mis padres me acompañarían.

 

-        ¿estás seguro de querer ir? – me preguntaba mi madre, mientras yo estaba leyendo “El ferrocarril”… en su voz notaba tristeza y mucho dolor, era el menor de sus hijos el ultimo que los “Dejaba” para continuar sus sueños.

 

-        Claro que sí – respondí y en mi note que no tenia sentimiento alguno, soy una persona que llora fácilmente, pero esta ocasión no me dolió despedirme de nada, pensé que estaba en una especie de sueño, es como vivir por vivir.

 

-        ¡bueno, pero si extrañas a Papá o a mí me hablas a la hora que sea, y nosotros vendremos por ti! – puso su mano sobre la mía que estaba en mis piernas.

 

-        No le hagas caso a tu madre, estarás bien, lo sé, ya tienes diez y nueve años, así que no te pasara nada, eres una persona bastante inteligente.

 

Solo asentí con la cabeza y volví a meterme en las recónditas líneas de aquel autor, dejando que el paisaje fuera transcurriendo, en mis oídos solo música escandalosa, veía de reojo como el sol salía poco a poco, como se ocultaba y como la noche caía vociferante.

-        Hemos llegado – mi madre empezó a ir por el equipaje, seguido mi padre y yo aun metiendo el libro en la chamarra y colocando la música en un volumen moderado para poder escucharlos.

 

-        ¡Vamos Yuki llama un taxi de la base! – me grito mi padre y lo llame, pronto nos pusimos en camino, el lugar era increíble, luces, gente y trafico… para una persona como yo, venida de provincia eso era nuevo.

 

 

 

-        Mira de ese lado está la universidad – señalaba mi madre, pero yo parecía no prestar atención, todo el camino me explicaban los caminos que debía tomar, donde comprar víveres a pesar de que ya traía la despensa llena.

 

-        Bien hemos llegado – mi padre ayudo al chofer a bajar las cosas, entonces me encontré con una hermosa parte de la ciudad un poco rustica y tradicional, no tan lleno de barullo.

 

El taxi nos había dejado frente a lo que sería mi “nuevo hogar” me recargue sobre la barda de aquella hermosa casa, mientras mis padres hacían sonar el timbre, era el colmo que nos quedáramos esperando a los dueños, cuando ya se les había avisado que llegaríamos.

-        Buenas noches – escuche la voz de una anciana y efectivamente cuando agarre una de las maletas ahí estaba, nos dio la bienvenida, rápidamente me acomodo en mi cuarto.

 

-        Aquí están las camas, me temo que vivirá solo, ya que no encontré más “estudiantes”.

 

La habitación estaba algo equipada, no como otras que había visto antes, mis padres dejaron todo mi equipaje.

-        ¿y qué estudiaras? – pregunto la anciana.

 

-        Leyes… - respondí sin interés.

 

-        Es buena carrera, entonces cierto, debo darte una llave… pero pasen, vamos a buscarla, allá dentro, además tengo que explicarte el cómo prender la estufa y esas cosas…

 

-        Gracias – entramos a su casa, una sala bastante peculiar, con fotos de familia.

 

-        ¡La llave!... ¿Dónde está? – se preguntaba la anciana buscándola por todas partes, a mi me empezaba a dar calor. Que me acerque a una de las ventana, observando desde ahí la  cuidad

 

Observando la ciudad.

-        Abuela, aquí están – escuche la voz de un niño, en efecto, cuando voltee venían entrando dos una niña y un niño, la chica era mayor eso se notaba, de cabello rubio tez blanca y con una portátil en manos.

el chico tenía el cabello plata, con unos mechones en la frente negros, era simpático, demasiado hermoso, ese rostro era tan pálido, tan fino y terso, tenía un coqueto lugar debajo del ojo, lucia pequeño, tenía cara de bebe.

 

-        ¡Teru serás torpe! – le grito su hermana, pues el chico le iba a dar las llaves a su abuela y tropezó con el gato que iba pasando.

 

-        Vamos, vamos niños compórtense, hay invitados, saluden, dame la llave, ¿te heriste? – la abuela levanto con amor al pequeño y lo apretó en su regazo, sobándole la cabeza.

 

-        Sí. Déjame saludar. – se aparto y se planto frente de mi.

 

-        Soy Hizaki buenas noches, tengo un hermano torpe lo siento. –mi madre le miro con ternura a la rubia, y sabia que empezarían las preguntas.

 

-        ¿Qué edad tienes? – ya estaba empezando.

 

-        Diez y siente, voy en la preparatoria, estudiante de música, toco el violín.

 

-        Que linda chica – mi madre estaba muy feliz. Que le abrazo de inmediato.

 

-        ¿chica? – dijo Teru arqueando una ceja, yo solo me quede observando cómo aguantaba las ganas de reír y se tapaba la boca con ambas manos.

 

-        Soy niño… hombre, macho… - soltó un bufido y puso los ojos en blanco, la actitud de él no me agradaba.

 

-        Basta Hizaki – Teru le golpeo soltando una pequeña risita, a mi me pareció adorable, aunque a “Hizaki” no mucho, se me quedo observando por un largo rato.

 

-        Soy Teru, tengo quince años y voy a la secundaria, y soy niño – sonrío alzando el brazo. Como si estuviera participando en algo.

 

-        ¿quince? –susurre, era alto no podía negarlo, casi de mi estatura, yo era mayor que el por cuatro años, pero… tenía una cara de bebe…

 

-        El es… - mi madre volteo a verme más de una vez, antes de descubrir que estaba absorto en mis pensamientos.

 

-        Yuki, me llamo Yuki tengo diez y nueve años, viviré aquí…

 

-        ¿eres malo? – pregunto Teru señalando mi atuendo. Una chamarra de piel negra, pantalones vaqueros negros, debajo una playera de algún grupo occidental, de zapatos negros y puntiagudos, unas cadenas colgando de mi cuello, pulseras también y el cabello largo.

 

-        ¿ehh?

 

-        Teru tonto, eso no se dice…  - Hizaki le dio un golpe en la cabeza.

 

-        no hay problema…

 

-        aquí está la llave del cuarto y aquí…

 

Teru nos seguía junto a su abuela, mientras Hizaki estaba en la sala, tecleando rápidamente en su portátil, su mirada pesada era fastidiosa, más porque me vigilaba, pero no entendía el ¿Por qué?... de su sutil sospecha.

-        Es hora de marcharnos, Yuki cualquier cosa nos llamas, cuídate muchacho – mi padre me abrazo y me dio unas palmadas grandes en la espalda. Mi madre en cambio empezó a llorar y la abrace fuertemente.

Prometiéndole que estaría bien. Que el sacrificio de tenerme lejos valdría la pena.

-        Bueno, me paso a descansar y desempacar – hice una reverencia ante la anciana y Teru.

 

-        Que descanses y bienvenido siéntete como en casa. – me dijo la anciana, mientras Teru se quedo mirándome y sonriéndome dulcemente. Algo extraño para mí.

.-.-.-.-.-.-.

-        ¿Qué tienes? – le pregunte a mi “Pequeño hermano” después de que mi abuela entro a la sala a descansar y el fue a la cocina, por “jugo”, claro la cocina estaba justo frente al cuarto del nuevo, solo un pasillito y estaba la puerta.

 

-        ¿de qué? – contesto inocentemente.

 

-        ¡no te hagas!... eso de hace rato fue como un coqueteo… no me digas que ¿el nuevo te atrae?

 

-        ¡Hizaki!... ¡Malo! – como siempre, lo hice llorar y salió corriendo a su habitación.

 

-        ¿Teru?...


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