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En los ojos de Luna por Blacky

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Notas del capitulo:

Segundo capi de: este fic doble ^^ recuerden leer también leer el segundo capítulo de: “En los ojos de Kim”

Link: http://amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=61519&chapter=2

Aviso: Tendrán una bella actualización (¡que ego!  X´D) cada domingo en la noche… sin mas, disfruten la lectura n.n

Constanza estaba arreglando algunas de sus cosas cuando le saludé, ella sonrió.

 

Me sentía completamente feliz, ¿La razón? No la sabia, que irónico, había perdido a mi amiga Maritzza; Mariana se iría en unos días; Yaz andaba fría y creo que eran razones suficientes como para deprimirme un buen tiempo, pero no, yo estaba completamente feliz.

 

Yaz, ella es la segunda chica en mi vida a quien realmente le tengo “amor” no sé con certeza cuanto. La primera fue… Mariana. Muchos chicos y chicas han deseado una oportunidad conmigo antes de Yaz, no se las di ¿La razón? Le tengo miedo al amor, huyo de él.

 

 

 

Me desvisto y entro a la ducha, hace frío, recordaba esa novela, era fantástica… aunque tenía algunos borrones, ¿Por qué? Salí de la ducha y me dispuse a dormir, la cama me esperaba caí de espaldas y… ¡maldito teléfono móvil!

 

 

 

–Nene-chan… –susurré asustada. Era Maritzza, o Nene-chan como le digo de cariño.

 

–Quiero hablar, por favor –suplicó, pareciera como si el escudo que la apartaba del mundo había cedido.

 

–De acuerdo, ¿Te veo en el almuerzo entonces? –deseaba verla y hablarle de frente, abrazarla.

 

–Sí, antes del almuerzo ¿Te parece? En la cafetería –murmuró.

 

–Sí, de acuerdo –sonreí para mí. Sí, debía volarme alguna clase, pero no importaba si estaría con ella.

 

–Hasta mañana –susurró.

 

–Hasta mañana –mi corazón estaba saltando y sentía algo dentro de mí que me ponía muy feliz.

 

La mañana llegó y estaba algo lluviosa, se notaba que pronto saldría el sol, o quizá no… pero no importaba igual la vería.

 

 

 

Y lo poco que pude dormir lo disfrute, el despertador no sonó y el sol le daba a mi rostro, mis ojos se abrieron lentamente,  mi compañera no estaba, ¡¡Ahhh!! ¡¡Tarde!! Me cambie de ropa y salí corriendo, me di cuenta que a un era temprano y ella estaba en la ducha.

 

 

 

El móvil sonó cuando estaba lavando el chaleco de Kim

 

–Oh, estoy muy solicitada –murmuré contenta.

 

–Samantha –susurré con algo de preocupación.

 

–Holaaaaaaa –saludó.

 

– Estás ebria, ¿verdad? –pregunté dudando.

 

–Sep, pero ¿Qué más da? –sí, me asustaba cuando se ponía toda ebria, aunque…

 

–Hablemos pequeñita –enfatizó “pequeñita”

 

–Vale, termino de arreglar algo y nos vemos en la entrada ¿ok? –susurré sin ánimos.

 

–Aquí le espero señorita.

 

Busqué mi uniforme y me prometí que volvería por el chaleco más tarde, era genial tener uno de repuesto. Fui a la entrada a esperar que Sam llegara, había parado de llover, genial no mojaría mis cosas, a unos metros la divisé.

 

 

 

–Morirás de pulmonía –sonreí, estaba toda mojada-. Estas helada –murmuré.

 

–Necesitaba verte –acarició mi mejilla y sonrió-. Sigues siendo tan linda –apenas y alcancé a escucharla, olía demasiado a alcohol.

 

–Si apenas ayer nos vimos, ¿Qué ocurre? –pregunté mirándola algo preocupada.

 

–Soy una miserable –susurró abrazándome y echándose a llorar-. Perdóname –lloraba desconsolada, siempre ocurría eso cuando estaba ebria.

 

–Vamos, Sam ¿Qué pasó? –ya me había asustado más de la cuenta, esta chica no se permitía llorar, era como yo… aunque no debía sorprenderme tanto.

 

–Prometí que ya no te haría daño, ya no, pero lo hice… por favor –suplicó sin mirarme-. Por favor… mátame –lloró.

 

–Sam… –no podía formular palabras, no podía conectar mi mente con mi cuerpo.

 

–Belén, tu amante y yo tramábamos hacer algo, pero son tan débil que no puedo hacerte daño… a ti no –murmuró mirando hacia la nada y cubriendo su cara con ambas manos.

 

–Tranquila… –murmuré abrazándola. La llevé a su dormitorio y la dejé con su compañera, dormida.

 

 

 

Fui al comedor, era enorme, amaba ese lugar más que a mi propio hogar, odiaba escuchar gritos de mi madre y mi padre solo ignorando lo que pasaba en casa; sin embargo cuando mamá andaba tranquila todo era perfecto. Me acerqué a pedir algo de café. Me fui a una mesa solitaria, como yo.

 

 

 

–Hola –un susurro a mi lado, me estremecí y sonreí levemente.

 

–Hola –susurré también.

 

– ¿Puedo sentarme? –preguntó firme.

 

–Sip, Mariana –sonreí ampliamente al tenerla a mi lado, solo un par de días y nuestro príncipe se iría, que cruel es la vida.

 

–Me gusta el café –susurró mirando su propio café-. Tu no deberías tomarlo –me regañó.

 

–Hay muchas cosas que no debería hacer ¿verdad? –Sonreí al ver su cara-. ¿Puedo pedirte un favor? –pregunté mirándola decidida.

 

–Dime –me miró, tenía tristeza en sus ojos.

 

–Hay una chica de… último grado… y necesito devolverle su chaleco –susurré sonrojándome y tartamudeando.

 

–Haciendo travesuras ¿he? –rió ante tal comentario.

 

–No, para nada –mentí.

 

–Pues, dime quien y yo te ayudo –sonrío.

 

–Se llama… Kim y… es todo lo que se –murmuró tristemente.

 

–No me suena, le preguntare a las demás ¿ok? –me mira, su mirada tiene algo.

 

–Gracias –la abrazó y se tensa.

 

–Bueno, tengo que ir a clases, nos vemos –murmura y me da un beso cerca de los labios.

 

–Sip, yo voy para allá, ten un lindo día –me despido y las dos nos separamos, ella a su clase de gimnasia yo a matemáticas.

 

¡¡Qué curioso!! Había varias chicas mirándola con cara de tristeza, fue divertido y ella se dio cuenta, volteo a mirarme y me lanzó un beso, las demás chicas quedaron derretidas.

 

 

 

Para mi suerte no tuve algunas materias y salí a buscar el chaleco lavado, ¡ah! Sam, esa mujer conocía a todas las chicas del colegio, sí, eso era seguro.

 

 

 

–Sam ¿Ya estas viva? –pregunté a la chica que estaba en su cama acostada. Pues no, estaba toda zombie.

 

 

 

Fui a la cafetería corriendo y allí estaba ella, mi hermosa amiga, le sonreí inconscientemente, pero esa mirada me advirtió que todo podría dar un giro inesperado.

 

–Hola –susurré abrazándola fuertemente.

 

–Hola –sonrió y nos sentamos en una mesa.

 

–Y… ¿cómo te va? –hablé mirándola.

 

–Muy bien, bueno, la verdad no –susurró.

 

–Lo sé, estamos igual Nene-chan, bueno quiero hacer las paces y olvidar esta tontería –sonreí.

 

–Sí, también yo, somos unas idiotas ¿no? –me eché a reír, la que se había enojado era ella y no yo-. Ok, lo soy –rió.

 

– ¡Te amo amiga! –reí y ella se quedo seria.

 

–Yo no –rió y se levantó-. Perdona, tengo clases, te veo más tarde ¿sí? –asentí con la cabeza y ella se fue, no sin antes darme un enorme abrazo.

 

 

 

–Peque –me llamaban al oído, me sonrojé

 

–D-dime –tartamudeé.

 

–No conseguí información sobre tu chica, perdona –Mariana algo apurada hacía su aparición.

 

–No te preocupes ya la veré –sonreí.

 

–Me gusta su chaleco –rió-. Ya, nos vemos, te quiero mucho, cuídate y pórtate bien y si te portas mal hazlo bien –dicho esto salió como un rayo.

 

 

 

Mis ojos brillaban al verla, estaba tan cerca de mí, unos metros y no se había dado cuenta comía su almuerzo tranquilamente en compañía de su amiga Verónica, sonreí y caminé hacía ella.

 

 

 

– ¡Lunita! –gritó y se levantó dejando de lado su bandeja.

 

–Hola… –susurré sonrojada abrazándola fuertemente.

 

– ¿Cómo estas mi amor? –susurró Yaz cerca de mi cuello.

 

–Bien, bien –dije sonrojada sin querer soltarla-. Hola Vero –saludé mirando a su amiga.

 

–Hola –rió al ver a Yaz en apuros.

 

–No te soltaré –susurré mirando su cara toda roja.

 

–Y no quiero que lo hagas –sonrió-. Te amo –susurró a mí oído mordiéndolo.

 

–Ah… esto… ah –me había dejado sin palabras.

 

Rió  –y… ¿A dónde va señorita? –me preguntó sonriendo, abrazándome de la cintura.

 

–A entregar algunas cosas –sonreí recordando que solo tenía unos minutos para buscar a Kim.

 

–Ok, te suelto para que vayas y te amo –sonreí y besé fugazmente sus labios.

 

–Nos vemos después, Vero –sonreí y corrí de ese lugar.

 

 

 

Multitudes, odiaba las multitudes, fiu, se iban con Constanza, vaya que chicas. Oh por todos los dioses, ¡ENCONTRE A KIM! Me sentía aliviada, después de tanto buscar por todos lados allí estaba frente a mí, podría darle el chaleco y lo mejor ¡leer su novela!

 

 

 

– ¡KIM! –grité a todo pulmón, sintiéndome liberada al hacerlo.

 

Se sobresaltó notoriamente y buscó quien le llamaba. Me miró algo dudosa hasta que llegue con ella-. ¡Fuu, al fin te encontré! –me había quedado sin aliento y sin avisar me senté a su lado apartando la bandeja de quien sabe quién que estaba a su lado-. Mariana estuvo recolectando información sobre ti ¿Y qué crees? ¡Nadie te conoce! –de verdad que estaba feliz al haberla encontrado yo solita.

 

–Vaya sorpresa –andaba de malas-. ¿Quién eres? –que gracioso, se había olvidado de mi nombre, vaya chica.

 

– ¡Oh! –se me hacía emocionante recordarle-. ¡Soy Luna! –dije emocionada cerca de su oído-. ¡La de primero! ¿No recuerdas? Ayer, lluvia, novela, chaleco –le mostré el chaleco en su cara.

 

–Ah, ya recuerdo… –dijo secamente-. La que deseaba que fuera como no sé quien ¿No? – jeje si, supongo que algo le molestaba.

 

–Sí, esa misma –le sonreí-. Vine a devolverte tu chaleco. Muchas gracias –le sonreí alegremente. Y le tendí el chaleco, lo tomó y se lo colocó.

 

– ¿Solo a eso has venido? –preguntó.

 

– ¡NO! –dije contenta, señalé el cuadernillo-. Quiero saber si puedo seguí leyendo tu novela ¿Puedo? –estaba realmente interesada en ello.

 

–P-pues claro –tartamudeo y me la entregó.

 

– ¡Wii! –me estaba emocionando más de la cuenta.

 

Estaba tan perfecto, amor, desamor y ah ¡fantástica!

 

– ¡woo! –estaba emocionada, Kim iba a decir algo pero, ups, el cuadernillo voló por los aires y ella lo tomo asustada.

 

–  ¡Quiero continuación! –exigí y me miró raro-. ¡Y quiero una Cataline para mí! ¡La amo! – exclame emocionada.

 

– ¿Te gustó? –se había quedado sorprendida, que rara era.

 

– ¿Qué si me gustó? –me indigné-. ¡Me encantó! Es real, romántico, triste y llega a mi corazón. ¡Quiero leer más! –dije dando casi una orden.

 

–Bueno, cuanto antes te tengo más –genial, amaría a Kim si me tenía continuación.

 

– ¿En serio? Genial. Por favor que Cataline se quede con Jazmín –supliqué con unos ojitos de perrito.

 

–No lo sé, no lo sé –dijo dando aires de misterio. Pero enserio, que niña.

 

–No seas mala, Kim –la zarandee y me miró feo, temí por mi vida.

 

–Vale, luego veo que hago –fiu, me había librado y ¡tendría continuación!

 

Las campanas sonaron y debía regresar a clases.

 

–Bueno, ya no vemos, Kim. Chaito –y sin esperar respuesta salí corriendo rumbo a mis clases, tenía hambre no había almorzado, que gracioso, me prometí que no volvería a pasar y fui a clases.

 

 

 

Después de asegurarme que Sam estaba tranquila fui a dormir y me sorprendí al saber que tenía un castigo encima, ella siempre sería así, tratando de hacerme algo y al final protegiéndome de mi misma, como quería a esa chica.

Notas finales:

¿dudas? ¿sugerencias? dejen un review ellos dibujan una sonrisita en mi rostro :D


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