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Catorce horas, veintisiete minutos y doce segundos por _Xaya_

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Notas del capitulo:

Sí... porfín aparezco en amor yaoi... pero esque este tiempo he estado intentando revivir más el blog, poniendo más doujinshis y eso... y lo he conseguido 8D me siento satisfecha conmigo misma, así que (lo siento por la publi) por si alguien aún no ha entrado, aquí está el blog -> Neko nyah nyah! (cómo se nos ocurrió el nombre? xD) hay doujinshis NaruSasu y SasuNaru 8D

Pasando al fic, dije que antes de "Deja que nieve" pondría un capitulo de este two-shot... así que aquí viene~~

Esto es un fic de R3b3lliousR3b3l/Sarge/FastForward (recuerdo que tiene 3 nicks xD) y lo podeis encontrar en inglés en y!gal: Y!Gallery

Sólo me queda decir que espero que os guste y tened cerca un paquete de clinex ; . ;

Disclaimer: La serie de Naruto no me pertenece, sino que es única y exclusivamente de Kishimoto-sensei.

 

El ruidoso sonido del teléfono forzó a Naruto a salir de su ciclo REM, sus ojos azules pestañearon perezosamente para mirar la hora antes de mirar al teléfono. Levantó una mano para cogerlo, entonces lo volvió a dejar donde estaba. Girándose, cerró los ojos e inhaló profundamente, abrazándose más a la almohada y preparándose para volver a dormir.

 

Unos furiosos ojos se abrieron lentamente cuando el teléfono volvió a sonar. Girándose para mirarlo con ira, levantó una mano, lo cogió y volvió a colgar. Empezaba a volver a darse la vuelta cuando… ¡sonó otra maldita vez!

 

Dejando ir una furiosa exclamación, se sentó, tirando las sábanas a un lado, y cogió el teléfono, llevándoselo  al oído-. ¡Que te jodan, Uchiha! Aún sigo enfadado contigo, puedes dormir perfectamente en el jodido sofá, ¡no pienso abrir la puerta de la habitación!

 

Empezó a colgar el teléfono cuando una voz desconocida sonó, e hizo que se quedara paralizado, sus músculos tensándose por la vergüenza-. ¿Es usted el señor Uzumaki?

 

-Sí. Sí, lo siento. –Se frotó los ojos con su mano libre, intentando no sonar tan avergonzado como se sentía-. Pensé… Lo siento, sí. ¿En qué puedo ayudarte? –Miró la hora otra vez, preguntándose quién le llamaría a las dos de la madrugada.

 

-Me llamo Kiba Inuzuka. Soy del FBI.

 

El rubio frunció el entrecejo, más despierto, y se levantó, rascándose la nuca-. ¿FBI? ¿Qué ha pasado? Si estuviera en problemas, lo más seguro es que hubierais echado mi puerta abajo en lugar de llamarme.

 

-Lo siento mucho por llamar a estas horas, pero esto no podía esperar. Creo que tengo malas noticias para ti.

 

Naruto frunció el entrecejo cuando escuchó cómo se rompía un poco la voz del otro, como si estuviera intentando contenerse. Frotándose más la nuca, levantó su brazo libre para cruzarlo sobre su pecho-. ¿Qué tipo de malas noticias?

 

-Siento mucho tener que contarte esto, pero me temo que ha habido un accidente. Sasuke Uchiha, está… lo siento mucho.

 

El rubio volvió a fruncir el entrecejo, sin entender por qué se estaba disculpando. Además, ¿por qué coño estaba un agente del FBI llamándole a las dos de la madrugada disculpándose por Sasuke? Estaba seguro de que el otro no había escuchado su pelea, y si lo hubiera hecho, ¿por qué coño lo llamaría para disculparse?

 

-No lo entiendo… -dijo lentamente, frunciendo un poco más las cejas.

 

-Necesitamos… necesitamos que vengas a identificar su cuerpo.

 

La sangre del rubio se congeló en sus venas. Su mano apretando el teléfono, cogió el borde de su mesita de noche para mantenerse en pie-. ¿Q-qué? No. No, te… te has equivocado. No… no necesito ir, no es él.

 

Escuchó un respiro tembloroso al otro lado de la línea, y entonces el agente volvió a hablar-. Lo siento. De verdad, lo siento mucho. Es él, pero necesitamos a los familiares próximos como confirmación.

 

-¡Bueno, entonces deberías llamarlos a ellos, porque definitivamente yo no lo soy! –se giró y colgó con fuerza el teléfono, respirando agitadamente y mirándolo. Se inclinó contra la mesita de noche, cogiendo la superficie de madera con fuerza, los ojos fijos en el objeto.

 

“No suenes”, suplicó. “No suenes, por favor no suenes. Es un sueño. Un terrible y horroroso sueño como castigo por enfadarme tanto con el idiota”.

 

Pero no.

 

El teléfono sonó.

 

Simplemente lo miró durante unos pocos segundos, la mano flotando sobre el objeto antes de cerrarse sobre él y levantarlo. Dudando, lo puso al lado de su oído, tragando saliva-. ¿Hola?

 

-Por favor no hagas esto más duro de lo que ya es –susurró la misma voz al otro lado de la línea-. Simplemente ven al tanatorio de la ciudad. Te esperaré fuera.

 

Entonces comunicó.

 

***************

 

Naruto estuvo sentado en su coche durante unos veinte minutos. Continuaba pensando que era absolutamente ridículo. Sasuke no estaba muerto. No podía estar muerto. Era el maldito Sasuke Uchiha. No era posible. Se iba a trabajar, se sentaba en un pequeño cubículo todo el maldito día y entonces llegaba a casa pasada la hora de cenar. Esa era su vida. Era aburrida, y estúpida. No había forma de que pudiera estar muerto.

 

Sacudiendo la cabeza por lo que parecía la millonésima vez, puso una mano en el volante del coche y lo encendió. Cuanto más pronto llegara, más pronto podría demostrarle a Mr. Disparo que estaba equivocado. Que no era Sasuke, y que su novio estaba probablemente por alguna parte en alguna habitación de hotel gruñendo cabreado por lo que había pasado esa mañana.

 

Porque los dos eran así. Tozudos y violentos. Cuando se peleaban, las peleas eran fuertes, y largas, y le encantaba cuando terminaban teniendo sexo mientras estaban cabreados. Aunque eso no pasaba tan a menudo como le hubiera gustado.

 

Frunciendo el entrecejo e hinchando las mejillas con enfado, salió del lugar en el que estaba aparcado en el garaje y se dirigió a la puerta. Se abrió en cuanto se acercó a ella por un censor que había en el suelo y subió la rampa. Una vez que salió a la calle, encendió el GPS y entonces introdujo la dirección del tanatorio desde la lista de búsqueda cuando llegó al primer semáforo en rojo.

 

Echando maldiciones, dio media vuelta cuando vio que iba en dirección equivocada y siguió las direcciones de la máquina. Cuando entró en el parking del hospital, ya que, aparentemente, ahí era donde estaba el tanatorio, salió del coche y apretó los labios.

 

Girando las llaves nerviosamente, caminó hasta la parte frontal del edificio, viendo un chico de pelo castaño de pie en frente de la puerta llevando un traje de color negro con una corbata roja, sus manos metidas en los bolsillos. Estaba mirando a su alrededor, claramente buscándolo, y el rubio medio esperando que no lo viera. Tal vez si no lo veía, pensaría que había llamado a la persona equivocada.

 

Pero no. Otra vez.

 

Cuando volvió a girar la cabeza, sus ojos encontraron al rubio y sacó las manos de los bolsillos, saliendo de la brillante luz de la entrada del hospital para recibirlo a mitad de camino. Naruto irguió los hombros, tomando una bocanada de aire y continuando su paso. El agente…Kiba, dijo que se llamaba… se paró en frente de él, inclinándole la cabeza.

 

-Gracias por venir. No quería esperar hasta la mañana, pensé… pensé que preferirías saberlo lo antes posible.

 

-Te equivocas, ¿sabes? –insistió-. No es Sasuke. Ni siquiera le conoces, ¿verdad? No lo conoces –Naruto sabía que estaba siendo un poco rudo, pero no le importaba. No podían arrestarle por ser así… o tal vez sí, pero Sasuke pagaría la fianza.

 

Se dio cuenta de que el agente hizo una mueca, pero no dijo nada e hizo una señal hacia las puertas, así que el rubio se dirigió a ellas, el otro siguiéndolo. Cruzando los brazos sobre su pecho, frunció un poco el entrecejo por las conclusiones del otro, molesto de que pensara que sabía más que él.

 

¡Por supuesto que no era Sasuke! ¡No podía ser Sasuke! El chico no tenía enemigos… Aparte del rubio, pero él no contaba.

 

Una vez dentro del hospital, se quedó parado, dejando que el otro lo guiara, encorvando levemente los hombros cuando notó cómo empezaba a formársele la tensión en los músculos. Cuanto más se adentraba en el hospital, más nervioso se ponía. Aunque sabía que no era Sasuke, aún notaba mariposas en el estómago. Pero no había problema, porque, él estaba bien. ¡Sasuke estaba bien!

 

Kiba atravesó una puerta y bajó un par de escaleras. Naruto lo siguió, cruzándose con algunas personas. Llegaron a otro piso, y el rubio podía decir que habían llegado al tanatorio. El pasillo era largo, dando una sensación de condena.

 

Había dos agentes más del FBI en frente de unas puertas, no sabía por qué ya que Sasuke era simplemente Sasuke, pero bueno, y se apartaron cuando Kiba se aproximó. Les cabeceó y se quedó de pie al lado de la puerta, una mano sobre ésta y empujándola para que se abriera, haciéndole un gesto para que entrara.

 

Dudando, el rubio estaba asustado por tener que entrar ahí… ¿Y si era Sasuke? No lo era, sabía que no lo era, pero aún así…

 

Dejando escapar un pequeño bufido, entró en la grande habitación, mirando alrededor de todos los cuerpos cubiertos. Se abrazó a sí mismo, encontrando la habitación algo fría, aunque los escalofríos que recorrían su columna podían ser debidos a algo más que no estaba dispuesto a admitir.

 

Kiba caminó a su lado cuando se paró ante la mesa en la que estaba el juez. Miró hacia abajo a la blanca sábana que cubría un cuerpo, asumió que el agente había indicado al otro hombre que la apartara, porque un segundo después, levantó una mano para hacerlo. Cogiendo el borde de ésta, la apartó lo suficiente como para descubrir la cabeza del cuerpo, y Naruto notó cómo se le escapaba todo el aire que tenía en los pulmones.

 

Frunció el entrecejo ante la cara expuesta, intentando entender qué estaba pasando. Nunca… nunca había visto la cara del moreno tan llena de paz. Ni siquiera mientras dormía. Naruto siempre se metía con él diciéndole que sus cejas estaban fruncidas mientras descansaba, pero esta vez era… su cara estaba muy suave.

 

Parecía una estatua.

 

Levantó una mano y presionó un dedo en la mejilla del otro, como si intentara asegurarse de que era real y no un maniquí o algo por el estilo. Sus dedos tocaron carne, pero estaba fría, y casi se notaba de cera. Como si ya no fuera del todo humana.

 

El rubio sabía que el juez había dicho algo, pero no podía oírlo. Simplemente continuó mirando a la figura que estaba tumbada, inmóvil, en frente de él, su visión volviéndose lentamente más borrosa cuando unas lágrimas se le empezaron a formar en los ojos. De reojo vio cómo el juez se iba y entonces oyó cómo se cerraba la puerta. Obviamente, el agente y el hombre se fueron para darle algo de tiempo a solas.

 

Levantando otra vez la mano, la pasó por el pelo del otro, sonriendo, dejando escapar una débil risilla-. Joder, bastardo, siempre niegas que usas el acondicionador pero no puedes esperar que me lo crea por el tacto que tiene tu pelo –le pasó la mano por los mechones un poco más, entonces la descansó sobre su frente.

 

Apretó los dientes para parar los temblores de su labio inferior y se inclinó para descansar la cabeza contra el pecho del otro, girándola para presionar su oído, y no pudo escuchar nada. Estaba acostumbrado a girar por encima del moreno durante la noche y a ponerle la cabeza encima, escuchando el latido de su corazón, pero ahora…

 

No era real. Esto estaba siendo un horrible, horrible sueño. Y cuando despertara, se sentiría como un idiota por perdonar al moreno por la pelea que tuvieron. ¡Porque no era culpa suya, y Sasuke tendría que ser el que se disculpara, joder!

 

Unas lágrimas bajaron lentamente por el lado de su nariz y cerró los ojos, abrazándolo y girando la cabeza para enterrar su rostro contra el pecho del otro. Ahora no sabía qué hacer. Simplemente quería llevárselo a casa, irse a dormir y pretender que nada de eso estaba pasando.

 

No podía ser Sasuke,  no podía. Tenía un trabajo seguro, detrás de una mesa, trabajando para una compañía de inversiones. No podía ser él.

 

Cogió con más fuerza las sábanas, notando más lágrimas cayéndole de las esquinas de los ojos. Aunque no estaba seguro de cuándo había vuelto el agente, notó una mano en el hombro.

 

-Te llevaré casa –murmuró el hombre, empujándolo levemente-. Vamos.

 

El rubio dejó que lo empujara hacia atrás, y cuando se distanció, la sábana empezó a bajar. Se quedó en estado de shock cuando vio un simple agujero en el pecho del otro. El juez cogió rápidamente el borde de la tela y la quitó del agarre del rubio, cubriendo a Sasuke una vez más.

 

Kiba lo guió hasta la salida de la habitación, la mano aún en su hombro, Naruto miró al suelo, confundido-. ¿Lo dispararon?

 

-Sí –contestó el otro en voz baja-. Lo dispararon.

 

-¿Qué pasó? –exigió, el otro lo estaba guiando hacia las escaleras.

 

-No creo…

 

-¿Qué pasó? –repitió, quedándose quieto en el medio del pasillo y forzando al otro a que lo mirara-. ¿Por qué está involucrado el FBI?

 

Kiba hizo una mueca y miró a su alrededor, sacudiendo la cabeza-. Lo siento, no puedo contarte eso. Es confidencial.

 

-¡Me importa una mierda! –gritó el rubio en la cara del otro, haciendo que la gente se girara y lo mirara-. ¡El FBI me llamó para decirme que mi jodido novio está muerto! ¡Lo mínimo que podrías hacer es contarme lo que ha pasado!

 

Cogiendo su brazo, el chico de pelo castaño empezó a dirigirlo hacia la puerta de las escaleras mirando a los agentes que estaban de pie-. No puedo decirte nada más que lo encontramos hace poco y que estaba en un motel en “forty-first”. Estimaron la hora de la muerte en un poco más de las nueve –se giró hacia el rubio, sus ojos llenos de piedad-. Lo siento, no puedo decirte nada más. Es…

 

-Confidencial. Dijiste –contestó, moviendo el hombro para apartar la mano del otro-. Sólo hazme saber cuándo dejaréis el cuerpo para que pueda enterrarlo –empezó a subir rápidamente las escaleras.

 

-Espera, deja que te lleve a ca…

 

-¡Puedo conducir yo solo! –gritó furiosamente el rubio, mirando al otro y entonces continuando subiendo las escaleras.

 

***************

 

Naruto no recordaba el viaje a casa en coche. Ni siquiera recordaba cómo había llegado al suelo de la entrada. De repente estaba ahí, sentado contra la puerta, con el trasero entumecido y las mejillas empapadas en lágrimas. Sabía que el dolor aún no lo había consumido del todo, y cuando lo hiciera, le dolería. Quería dormirse y simplemente… no despertarse. Jamás.

 

Todo lo que había pasado en ese día parecía algo irreal. Aún no podía creerse lo que había pasado esa mañana. Casi podía verse en el pasillo, discutiendo furiosamente con el moreno. Y entonces Sasuke dirigiéndose enfadado hacia la entrada. Y saliendo del apartamento. Y los dos gritando que se odiaban.

 

Enterrando las manos en el pelo, dejó escapar un lento suspiro, mirando al suelo entre sus rodillas, las gotas deslizándose de sus pestañas y cayendo en el suelo de madera. Esto no podía estar pasando. ¿Cómo pudieron dispararlo? Lo encontraron en un hotel, dijo el agente, así que eso significaba que… ¿Que se había ido a otro lugar para pasar la noche porque estaba enfadado?

 

Si no le hubiera gritado… si las cosas no hubieran ido de la forma que fueron esa mañana… ¿Y si no hubiera pasado así? ¿Y si en lugar de enfadarse hubiera… dejado pasar las cosas?

 

Enterrando las manos en el pelo, cerró con fuerza los ojos, intentando evitar que las imágenes de esa mañana se reprodujeran en su cerebro, pero era incapaz. Podía notar cómo emergían, y otra vez estaba enfadado por el hecho de que se pelearon por una cosa que, en ese momento, parecía ridículamente estúpida…

 

***************

 

Catorce horas, veintisiete minutos y doce segundos antes.

 

La alarma del reloj sonó ruidosamente en la habitación, haciendo que el rubio se sacudiera levemente en la cama, abriendo unos cansados ojos azules antes de ponerse cómodo en su almohada otra vez y empezando a volver a dormirse. Cuando justamente se estaba volviendo a dormir una mano le dio un azote en el trasero, despertándolo.

 

-Levántate idiota. Es hora de irse a trabajar.

 

-Estoy enfermo –murmuró el rubio, girando sobre la cama y poniéndose las sábanas por encima de la cabeza cuando el moreno abrió la luz. Podía oler el champú del otro e inhaló profundamente, disfrutando la esencia. Sasuke siempre utilizaba un champú que olía muy bien, algo que siempre hacía que se sintiera como una chica. Los chicos no podían oler tan bien.

 

-No, no lo estás, si estuvieras enfermo estarías vomitando por toda la habitación.

 

Naruto pudo oír cómo abría y cerraba su armario y después de unos pocos segundos de movimiento de ropa, le arrebataron las sábanas. Dejó escapar un grito de indignación, sentándose y girándose para mirar a su novio antes de mirar a su alrededor para saber dónde estaban las sábanas. Rindiéndose, volvió a tumbarse y se puso la almohada por encima de la cabeza.

 

Segundos más tarde, también se la arrebataron-. Levántate –ordenó.

 

-¡De verdad, estoy enfermo! –el rubio se tumbó sobre su espalda, girándose hacia el moreno-. ¿Ves? ¡Mira! ¡Mira mis amígdalas! –abrió la boca y sacó la lengua-. Estoy enfermo, tendría que quedarme en casa.

 

El Uchiha no dijo nada, pero obviamente estaba molesto. Cogió el mando a distancia y encendió la televisión, poniendo las noticias. Naruto simplemente resopló y se tumbó, cerrando los ojos aunque sabiendo que no sería capaz de dormir sin nada que tapara la luz. Así que simplemente se quedó ahí, escuchando las noticias mientras Sasuke se movía por la habitación, preparándose para ir trabajar.

 

Estaban hablando de algún incendio que había aparecido en Chicago, y luego de un terremoto en algún lugar de Asia. Después de algunos minutos hablando de eso, llegaron a los deportes, en los que supo los resultados del hockey, no es que estuviera muy interesado en saber que los “Vancouver Canucks” habían vencido a los “Toronto Maple Leafs”, o que hubo un partido de fútbol bastante reñido la noche anterior. Y especialmente no le importaba una mierda lo que había ocurrido en el béisbol.

 

-¡Naruto, levántate! –el moreno le dio un fuerte azote en el muslo, y el rubio dejó escapar un grito, molesto, sentándose y sacudiendo los brazos para intentar devolverle el golpe al otro, pero se había apartado. ¡Si aún hubiera tenido la almohada, habría podido alcanzarle!

 

Molesto, y sabiendo que no iba a librarse de ir a trabajar, finalmente se puso de pie y entró en el baño para aliviarse, frotándose su erección matutina con un gruñido. Odiaba tener erecciones matutinas, pero cuando vivías con un chico como Sasuke, era muy difícil no ponerse cachondo a primeras horas de la mañana. O en medio de la noche. O por la tarde. O, bueno, cuando fuera posible ponerse cachondo mientras estaba al lado del otro.

 

-Esta noche voy a trabajar hasta tarde –dijo el otro desde la habitación mientras el rubio se cepillaba los dientes.

 

Naruto puso los ojos en blanco, escupiendo la pasta-. ¿Y eso es algo nuevo? –murmuró por lo bajo antes de volver a meterse el cepillo en la boca para continuar frotando.

 

Una vez terminado, ya que se duchaba por la noche para poder dormir más por la mañana, salió del baño para ver su traje encima de la cama. Sasuke siempre hacía eso, y le encantaba, porque él era un maldito vago.

 

Dirigiéndose hacia su ropa con un bostezo, se puso los pantalones de vestir y empezó a ponerse el cinturón, escuchando cómo Sasuke se movía por la cocina. Probablemente estaba haciendo algo de café, ya que normalmente le traía un poco mientras se cambiaba.

 

Todo el ruido de la cocina cesó y entonces Sasuke estaba en el marco de la puerta. Mirando hacia arriba, el rubio empezó a alargar una mano para coger el café, pero el otro no le dio nada. Simplemente miraba a Naruto.

 

-¿Dónde está el jarrón de mi madre? –exigió.

 

Naruto notó su corazón golpeando violentamente su caja torácica, sus ojos volviéndose más anchos, se encogió de hombros y cogió su camisa-. Donde siempre está.

 

La madre de Sasuke era la persona más importante del moreno. Murió cuando era muy joven, y Sasuke no hablaba mucho de ella, pero todos los que lo conocían sabían que su madre había sido el amor de su vida. Naruto siempre se metía con él diciéndole que era un niño de mamá. Pero especialmente era porque su madre había muerto, que amaba ese jarrón más que nada en el mundo, porque era la última pieza que le quedaba de ella.

 

Y por supuesto, Naruto la había roto. No lo había hecho adrede, por supuesto. Fue un accidente. Un maldito pájaro había entrado en el apartamento por una de las ventanas un día que las había abierto para que entrara algo de aire. Así que lo estuvo persiguiendo con una escoba intentando echarlo. Sasuke puso el jarrón en la parte de arriba de uno de los armarios para que estuviera a salvo, y mientras iba sacudiendo la escoba al animal… El rubio le dio.

 

Sin embargo, ya habían pasado unos cuatro días de eso, y había esperado que el otro no se diera cuenta. Después de todo, nunca miraba allí arriba, simplemente estaba feliz sabiendo que estaba allí, y eso era suficiente. Naruto no esperaba que lo descubriera tan pronto… Había estado esperando algo de tiempo para encontrar uno nuevo que se le pareciera mucho. O pegar las piezas, ya que las guardaba todas.

 

-Naruto –la advertencia en la voz del otro era muy clara, el rubio mantuvo la vista en los botones mientras se los abrochaba-. ¿Dónde está el jarrón de mi madre?

 

-Te lo he dicho, donde siempre está –contestó, girándose para coger su corbata y ponérsela, atándola con rapidez.

 

-No está allí, y sabes que no lo está –insistió-. Sé que yo no he hecho nada, ¡y acabo de encontrar esto en el suelo de la cocina! –sostuvo una pequeña pieza de porcelana, y el estómago de Naruto se cayó.

 

Se había dejado una pieza. Mierda.

 

-¡¿Y qué, porque no lo hayas hecho tú es automáticamente culpa mía?!

 

-Esa es la conclusión ya que somos las dos únicas personas que viven aquí –los ojos de Sasuke se estrecharon-. ¿Qué hiciste?

 

-¡No lo hice adrede! –contestó furioso-. ¡Había un pájaro, intenté sacarlo y entonces se cayó! ¡Iba a cambiarlo! ¡Tampoco es que te dieras cuenta!

 

-Que no me… ¡Esa no es la cuestión! –gritó Sasuke, furioso, encorvando las cejas hacia abajo.

 

-¡Sí que lo es! ¡Hace cuatro días que no está, Sasuke, y no te diste cuenta! ¿Por qué? ¡Porque nunca estás en nuestra jodida casa! ¡Dices que somos las únicas dos personas que viven aquí, pero eso no es cierto! ¡Yo vivo aquí! ¡Tú simplemente duermes aquí!

 

Girando rápidamente la cabeza antes de que el rubio pudiera ver su expresión, Sasuke la sacudió, apretó la mano alrededor de la pieza que sostenía y salió de la habitación-. No tengo tiempo para esto. Llego tarde a trabajar.

 

-¡Sí, Dios no quiera que llegues tarde para que todos esos inversores vengan a meterte el dinero por la garganta!

 

-¡Sin ese maldito dinero –gritó el moreno, girándose-, no estaríamos viviendo en este jodido apartamento!

 

-Oh, ¡¿es que yo no trabajo?! –el rubio travesó la habitación, poniéndose delante de la cara del otro-. ¡¿Simplemente me quedo sentado sin hacer nada?!

 

-¡Sí, trabajas, cuando te sale de los huevos! –gruñó, dando un paso atrás y sacudiendo la cabeza-. Me voy a trabajar. Hablaremos de esto cuando llegue a casa.

 

-¡Que te jodan, gilipollas! –gritó Naruto con ira, dirigiéndose al pasillo para ver cómo el otro se iba-. ¡Algunas veces te odio!

 

-¡Y yo algunas veces también te odio! –contestó por encima del hombro, y entonces cerró de un portazo.

 

Naruto miró la puerta, furioso, entonces se giró y dio un puñetazo a la pared. Dejó escapar una maldición cuando rompió el yeso, su mano sangrando. La sacudió, el dolor recorriendo sus nudillos, y se dirigió al baño para dejar que el agua fría le cayera sobre la mano. Estaba muy enfadado, y estaba seguro de que ese sentimiento no lo dejaría en todo el maldito día.

 

***************

 

Tal y como había predicho, lo siguió todo el día. Estuvo muy borde en el trabajo, hasta el punto que su compañera Sakura lo golpeaba repetidamente cuando le hablaba mal. Algo que ya estaba bien, porque no era una cosa demasiado diferente a lo que pasaba cada día.

 

Su día de trabajo fue normal, sin nada que lo hiciera enfadarse más de lo que estaba, gracias a Dios, y entonces fue hora de irse a casa. Cuando llegó… sorpresa, sorpresa… Sasuke no estaba. Aún estaba en su maldito trabajo.

 

Comprobó que no hubiera ningún mensaje en el buzón de voz, y no lo había, tampoco era algo que lo sorprendiera. Así que simplemente se dejó caer delante de la televisión en la sala de estar y miró lo que fuera que pusieran durante unas pocas horas. Cuando llegaron las ocho, y aún no llegó el moreno, estaba completamente cabreado una vez más.

 

Naruto había planeado disculparse y decirle que encontraría una réplica exacta del jarrón, o que incluso pegaría las piezas con sus propias manos, algo que de todas formas ya había planeado hacer, pero si el moreno iba a comportarse como un bastardo maricón y no iba a casa para que pudiera disculparse, bien, entonces, ¡que le dieran en todo el culo!

 

Así que se cogió algo de comida rápida de la nevera, y lo echó con furia en el microondas. Para comer se sentó delante del televisor, deseando que el moreno llegara y lo pillara, ya que odiaba que hiciera eso, pero no llegó.

 

Miró un poco las noticias mientras comía, notando cómo su ira disminuía ligeramente cuando enseñaron la historia de que habían puesto una bomba en un colegio. Era difícil acordarse de su enfado mientras veía las familias de todos los niños que habían estado dentro del edificio.

 

Pero una vez que la noticia había terminado, y se habían puesto a contar cosas estúpidas como el tiempo, el rubio volvió a estar cabreado.

 

Cuando llegaron las once, Naruto ya estaba preparado para cometer un asesinato-. ¡Bien! –gritó a nadie en particular-. ¡Si va a hacerme esperar toda la noche, entonces ya está bien! ¡Que se te rompa el cuello por la mañana!

 

Y con eso, entró en su habitación y cerró la puerta con el pestillo. Sabía que estaba siendo demasiado rencoroso, cerrar la puerta con llave significaba que el otro tendría que dormir en el sofá, algo que le destrozaba el cuello, pero ahora mismo no le importaba. Hacía muchos años que habían perdido la llave de repuesto del dormitorio, cuando recién se mudaron, así que Sasuke no podría entrar hasta por la mañana. ¡Y entonces el rubio se sentiría un poco mejor por haber sido abandonado toda la noche cuando había planeado disculparse!

 

Preparándose para irse a la cama, se limpió los dientes con tanta fuerza que las encías le sangraron, pero no le importaba. Estaba tan enfadado que hasta le sintió bien. Después de aliviarse se limpió las manos, dio al moreno una última oportunidad de llegar a casa y entonces cerró la luz de la habitación, metiéndose en las sábanas enfadado y quedándose dormido casi una hora después.

 

Y entonces, el teléfono sonó a las dos de la mañana.

 

***************

 

Presente.

 

Mientras su labio inferior temblaba, las manos del rubio se aferraron a su propio pelo, las lágrimas continuaron cayendo silenciosamente a través de sus pestañas. Ahora parecía algo tan estúpido. Enfadarse por que Sasuke trabajara tanto para que pudieran tener una vida mejor. Claro, para qué servía el dinero si no vivían lo suficiente como para disfrutarlo, pero… Ahora que pensaba en lo que había ocurrido esa mañana, era algo tan estúpido.

 

Tendría que haberle contado desde un principio que había roto el jarrón. No tendría que haberlo escondido como un estúpido, sabía cuánto significaba para él. Esconderlo sólo lo hacía peor, le hacía sentir como si pensara honestamente que Sasuke no se daría cuenta. Sí, le costó un poco, pero se dio cuenta y…

 

-Joder… −una mano dejó su pelo para golpearse contra la pared. Dio unos puñetazos unas veces más antes de levantarse y reventar a patadas la vitrina del recibidor. Entonces la cogió para tirarla sobre la mesa de cristal de la cocina, el vidrio cayendo ruidosamente contra las baldosas del suelo. Sabía que esto no lo ayudaría. Sabía que esto haría que mañana se sintiera peor, porque entonces desearía no haberlo hecho, porque ahora, esto era todo lo que le quedaba de Sasuke, pero no podía evitarlo.

 

Estaba tan furioso de que todo esto estuviera pasando. Estaba tan enfadado de que esa mañana se hubieran peleado y de que se hubieran enfadado por algo que probablemente se podía arreglar con perdón y honestidad. ¡Era tan estúpido! Tal vez, si se hubiera disculpado, y no hubiera montado una escena, tal vez, Sasuke no habría ido a un hotel a pasar la noche.

 

Tal vez, Sasuke habría ido a casa.

 

Tal vez, aún estaría vivo…

 

El rubio se deslizó, las manos tirando del pelo otra vez mientras más lágrimas continuaban cayéndole por el rostro. No podía hacer esto sin él. Esto no estaba bien, lo necesitaba de vuelta. ¡Lo necesitaba de vuelta de una jodida vez!

 

-Sólo una oportunidad –susurró a nadie en particular, su voz estaba teñida de dolor-. Por favor, sólo dame otra oportunidad. Puedo arreglarlo. ¡Puedo arreglarlo!

 

No supo cuánto tiempo estuvo sentado en el suelo de la cocina con trozos de vidrio clavándosele en la piel, todo lo que sabía era que, lógicamente, empezaba a salir el sol, y aunque sabía que no sería capaz de dormir, se obligó a levantarse y se dirigió a su habitación. No se molestó en cambiarse. No se molestó en nada más que en caer sobre la cama, cogiendo la almohada de Sasuke. Olía como su champú, y eso hizo que empezara a llorar otra vez.

 

Su teléfono empezó a sonar alrededor de las ocho, saltando el contestador y escuchando a una Sakura que exigía saber dónde estaba, ya que aún no había aparecido en el trabajo, pero la ignoró. No iba a trabajar. Llamaría más tarde para explicar qué había sucedido. Por ahora, simplemente quería estar ahí echado y pretender que no existía nada más que él mismo y la almohada del moreno.

 

Naruto se quedó dormido cuando llegó la tarde, aún aferrando la almohada de Sasuke contra su pecho.

 

***************

 

Un estridente sonido rompió el silencio de la habitación, haciendo que el rubio diera un pequeño salto y mirara a su alrededor con ojos turbios. Fuera aún era de noche, así que no sabía cuánto tiempo había dormido, pero estaba agradecido de que lo hubiera hecho. Le dio algo de alivio.

 

Aunque a su cerebro le tomó unos segundos para recordar el por qué de ese alivio, aún se dio cuenta del hecho de que se las había arreglado para escapar un rato. Apretando los dientes en un intento de controlarse, alargó el brazo y dejó caer la mano sobre la alarma del reloj, como si lo hubiera ofendido, y entonces volvió a ponerse la sábana por encima de la cabeza en un intento de dormir un poco más.

 

Sabía que no podría. Ahora que estaba despierto, podía notar el dolor en su pecho haciéndose cada vez más grande. Alargó el brazo para frotar la parte en la que Sasuke solía dormir, ya que de alguna forma, había migrado mágicamente a su lado durante la noche.

 

-Joder, aún está caliente –susurró para sí mismo, apretando las sábanas. Se notaba como si Sasuke se hubiera levantado y estuviera a punto de volver en un segundo. Como si fuera a salir del baño, como siempre, le diera un azote en el culo y le dijera que…

 

-Levántate, idiota. Es hora de ir a trabajar.

 

En un principio, no registró el azote en el trasero. No hasta que esas palabras llegaron a sus oídos. Unos ojos azules se abrieron de repente y el rubio prácticamente saltó de la cama, golpeando la espalda contra la pared que había detrás del mueble, y mirando a la pálida espalda que había al otro lado de la habitación.

 

Sasuke se giró para mirarlo, arqueando una ceja, confundido-. Guau, es la primera vez que un azote mañanero te despierta tanto.

 

-Oh, mierda –Naruto bajó la cabeza y apretó las palmas de las manos sobre sus ojos-. Jodidamente perfecto. Ahora estoy alucinando-. Apoyó más la espalda contra la pared y dejó que se resbalara hasta el suelo-. Joder.

 

-Idiota, ¿de qué estás hablando? –las palabras estaban dichas con humor, pero el rubio podía distinguir algo de preocupación en su v…

 

-No, no hay preocupación en su voz –se corrigió en voz alta-. Porque realmente no está aquí.

 

-Naruto… ¿Estás bien?

 

No quería levantar la mirada y ver la imagen fantasmagórica acercándose a él, así que simplemente se quedó sentado con las palmas de las manos hundiéndosele en los ojos, intentando ignorar al otro mientras se acercaba. Intentado ignorar la calidez de esa mano que tocaba su hombro… ¿No se había ido a dormir vestido? Oh, bueno, pequeños detalles.

 

-Naruto, ¿qué pasa?

 

-¡Apártate! –el rubio quitó la mano del otro, furioso, dando un puñetazo al suelo y negándose a mirar la cara del moreno-. Dios, ¡¿es que no puedo retorcerme de dolor en paz sin tener que ver fantasmas por haberte gritado?!

 

-Siempre me estás gritando, idiota –insistió el otro con un bufido, aunque el rubio aún podía notar un poco de preocupación en su tono-. ¿Qué te ha dado?

 

-Estás muerto –susurró el rubio, una mano presionada contra la moqueta y la otra enterrada en su pelo-. Te moriste anoche en una habitación de un hotel en “forty-first”.

 

-¿Por qué tendría que estar en una habitación de hotel cuando tengo una cama perfectamente cómoda a mi lado? –preguntó Sasuke, sonando un poco divertido-. ¿Con un novio perfectamente saludable acostándose conmigo cada noche?

 

-Porque te enfadaste –Naruto hizo una mueca-. Porque nos peleamos.

 

-Siempre nos peleamos, nunca he dormido en un hotel –Sasuke le tocó el hombro otra vez, y a Naruto le faltaba la energía para quitarle la mano. Dolía más tenerlo ahí, hablándole, tocándole. Era como si aún estuviera allí, pero el rubio sabía que no era así. Estaba muerto, y eso era algo que no podía arreglar gritando o rompiendo los muebles.

 

-Sí, pero esta vez fue diferente. Estabas… estabas muy enfadado.

 

-Nunca estaría lo suficientemente enfadado como para dormir en un lugar que no fuera nuestra cama, contigo –Sasuke besó cariñosamente su frente y se puso de pie, cogiendo el mando a distancia de la mesita y encendiendo la televisión.

 

Naruto simplemente se quedó donde estaba, mirando a la moqueta y escuchando al otro caminando por la habitación mientras se oían las noticias. Cuando llegaron a los deportes, dejó que su mente se preguntara cómo era posible que un fantasma encendiera la televisión cuando la persona que había en la pantalla habló de los “Vancouver Canucks” ganando a los “Toronto Maple Leafs” durante un partido de hockey.

 

De repente, levantó la cabeza, entonces miró la pantalla. Eso ya lo había oído. No recordaba exactamente cuándo, ¡pero lo había oído! Y recordaba algo de un partido de fútbol bastante reñido, y algo… ¡algo de béisbol! ¡Y algo de un terremoto en Asia! Pero… eso fue antes de los deportes.

 

Naruto se precipitó sobre sus pies, cruzando la habitación hacia su ordenador, Sasuke dejó escapar un sonido confuso a su espalda, pero lo ignoró, escuchando a la presentadora hablar sobre el partido de fútbol reñido. Abrió “Google” y tecleó “terremoto en Asia 2010” e inmediatamente le salieron un montón de enlaces. Clicó a uno de ellos que tenía la fecha del día anterior y empezó a leerlo, recordando simplemente fragmentos de la noticia.

 

Confundido, y sin entender cómo ya sabía todo eso, empezó a levantar los ojos cuando vio la fecha en el ordenador, y se congeló.

 

Decía que era veintiuno de octubre de dos mil diez.

 

Miró su reloj digital, viendo la misma fecha.

 

Pero eso no tenía sentido, ya que Sasuke había muerto el veintiuno de octubre a las nueve de la noche. Si ahora era veintiuno, entonces eso… significaba…

 

-Naruto, vas a llegar tarde a trabajar.

 

El rubio dio media vuelta rápidamente, atravesó la habitación corriendo, se pegó contra el moreno y cogió su nuca con las dos manos, haciendo que sus labios chocaran. Enterró una mano en el pelo del otro, empujándolo. Aunque podía decir que el moreno estaba sorprendido y algo confuso, unos brazos pálidos se enroscaron a su alrededor y lo sostuvieron con fuerza, el Uchiha devolviéndole el beso con la misma intensidad.

 

-¡Joder! –Naruto se apartó para coger algo de aire y entonces volvió a besarlo, dando pasos hacia delante y empujando al otro hasta que los dos cayeron en la cama. El Uchiha dio un pequeño grito cuando el rubio le cayó encima, pero a Naruto no le importaba. Sus manos inmediatamente empezaron a tocar cada parte del otro que alcanzaba.

 

-Estás vivo –susurró entre besos, respirando con fuerza y dejando mordiscos en la mandíbula del otro-. ¡Joder, estás vivo!

 

-Por supuesto que estoy vivo –insistió el moreno, sonando divertido otra vez-. Y aunque estoy disfrutando bastante de la atención que me das, tengo que irme a trabajar.

 

Naruto no dijo nada. Simplemente sostuvo al otro con fuerza, sus manos sacudiéndose. Estaba vivo. ¡Estaba vivo! Todo había sido un sueño. ¡Un horrible, horrible sueño! Nada de eso era real, gracias a D-

 

“Si nada de esto era real, ¿cómo es que sé que los “Vancouver Canucks” ganaron contra los “Toronto Maple Leafs”?” Su cerebro le envió esa pregunta, y sus ojos se abrieron lentamente. Bueno… podía ser que lo acertara de chiripa. Tal vez simplemente había… predicho los resultados de los deportes o algo así. ¿Quién sabe?

 

Pero un sentimiento le estaba royendo el estómago y le insistía que eso no era verdad. Esto no estaba bien.

 

-¿Naruto?

 

La voz del otro lo forzó a salir de su ensimismamiento, y se sentó, mirando al Uchiha. Sasuke tenía las manos en su cintura, sus pulgares frotando levemente su piel. Naruto simplemente lo miró, su cerebro estaba tan acelerado que ni siquiera podía encontrar el sentido a nada de lo que estuviera pensando.

 

-Todo… todo esto ya ha pasado.

 

-¿De qué estás hablando? –el moreno hizo una media sonrisa-. ¿Qué tengamos sexo antes de ir a trabajar? Muchas veces, sí, pero hoy no. Lo siento –se levantó un poco y le besó la garganta, entonces dio un giro rápido, así que el rubio terminó debajo de él y se levantó, ajustando su corbata-. Prepárate, voy a hacerte el café.

 

Aún estaba ajustando su corbata mientras se dirigía a la puerta de la habitación, e inmediatamente, la mente de Naruto entró en pánico-. ¡Sasuke! –gritó, el moreno se dio la vuelta-. ¡Lo rompí! –las palabras salieron sin su consentimiento. Si no hubiera dicho nada, lo habría encontrado, pero no podía terminar de la misma forma que ayer… hoy… ¡lo que sea!

 

-¿Rompiste qué? –preguntó, frunciendo el ceño.

 

-¡El jarrón de tu madre! ¡Lo rompí! Fue un accidente, y cayó, y se rompió, y lo siento. Lo rompí, y lo siento. Porque está roto. Lo siento. No quería hacerlo. Simplemente se rompió –apretó los dientes, intentando parar su balbuceo y tensándose, esperando a que el otro explotara otra vez.

 

El moreno lo miró inexpresivo durante unos pocos segundos antes de dar media vuelta y dirigirse a la cocina. Naruto lo siguió, haciendo una mueca y esperando que no tuvieran una fiesta de gritos como ayer… hoy… ¡lo que sea!

 

Sasuke simplemente miró al armario donde el jarrón solía estar, pero no vio nada. El rubio dudó, entonces se puso a su lado, frotando con incertidumbre su brazo.

 

-Entró un pájaro y se cayó. Iba a ver si podía reemplazarlo o simplemente pegar juntas las piezas, porque sé lo mucho que significa para ti. No quise decírtelo porque no quería hacerte enfadar.

 

-¿Ibas a reemplazarlo como si nada hubiera pasado? –preguntó el moreno, su voz monótona.

 

Haciendo una mueca otra vez, el rubio apretó los labios-. Pensé que eso sería lo mejor que podía hacer. Lo siento mucho.

 

Dejando escapar un suspiro, Sasuke se giró y besó su frente-. Estoy enfadado, pero fue un accidente, gracias por decírmelo. ¿Aún tienes las piezas?

 

-Sí, las tengo.

 

-Muy bien. Cómprame una réplica exacta y pon las piezas del anterior dentro. Puedo vivir con eso.

 

Naruto dejó escapar un suave suspiro, preguntándose por qué no habría hecho eso la primera vez, y le envió una sonrisa brillante al otro-. Está bien.

 

-Ahora vístete, vas a llegar tarde –insistió el Uchiha, dirigiéndose a la cocina y cogiendo su termo para llenarlo de café. Miró hacia abajo y de repente se inclinó, enderezándose más tarde para poner algo sobre la encimera-. Te has dejado una pieza.

 

-Oh –ahora el rubio ya sabía cómo lo había encontrado… la primera vez. Cogió la pieza y la movió entre los dedos, el moreno dirigiéndose a la puerta.

 

Sabía que sólo era una coincidencia. Sabía que todo iría bien y que Sasuke no moriría. Sólo fue un sueño, ¿verdad? No iba a pasar.

 

¿Verdad?

 

-¡Sasuke! –dijo sin pensarlo, el otro quedándose quieto en la puerta con su maletín en la mano-. Sólo me… ¿no conoces a nadie llamado Kiba, verdad?

 

Vio los ojos del moreno volviéndose un poco anchos, y su mano apretando el asa del maletín. El estómago del rubio se cayó. Conocía a Kiba. No lo admitiría, o eso era lo que parecía decir su cara, pero sabía quién era. Y eso significaba que era real.

 

Todo lo que había pasado… era real. Todo. Sasuke había muerto, Naruto se había cargado los muebles del apartamento, y Kiba existía.

 

Lo que significaba que el día volvía a empezar. Y esta vez, Naruto lo pararía.

 

-¡No vayas a trabajar! –el rubio dio la vuelta a la cocina, corriendo hacia la puerta y pegando a Sasuke contra ella para que el otro no la abriera-. ¡No vayas!

 

-¡¿Naruto, qué coño te pasa?! –inquirió el moreno algo enfadado, frotándose su hombro izquierdo. El rubio supuso que le había hecho daño.

 

-¡Por favor, no vayas a trabajar! ¡No lo entiendes! ¡Vas a morir!

 

Sasuke simplemente lo miró con incredulidad-. ¿Morir? Naruto, trabajo para una compañía de inversiones.

 

-¡Lo sé! ¡Y de alguna forma, vas a terminar en una habitación de hotel, muerto! –el rubio sacudió los brazos-. ¡No vayas a trabajar!

 

-Tengo que ir, Naruto –dijo el Uchiha con un suspiro, claramente frustrado-. Esta noche tengo un trato muy importante que cerrar.

 

-¡Sasuke, no lo entiendes! Vas a…

 

-Naruto –el moreno levantó una mano para ponerla encima de la mejilla del otro, haciendo una sonrisa de medio lado-. No voy a morir. Has debido tener alguna pesadilla. Estaré bien, ¿vale? Ahora prepárate para ir a trabajar –se inclinó un poco para besarle, y entonces se apartó de la puerta para abrirla-. Esta noche llegaré tarde, pero será la última vez. Te veré a la hora de cenar.

 

-¡Pero…!

 

La puerta se cerró antes de que pudiera terminar.

 

-¡Mierda! –enterrando las manos en su pelo rubio, Naruto tiró de él y miró a su alrededor, respirando agitadamente. Era real, todo era real. Tal vez Sasuke terminaría en el hotel de alguna otra forma.

 

-Está bien, está bien –dijo para sí mismo, caminando por la cocina aún con los pantalones de pijama puestos-. Puedo arreglarlo. Sólo tengo que pensar en lo que tengo que hacer –miró su teléfono por un momento y entonces apartó la vista, intentando pensar-. Vale, estimaron la hora de su muerte a las nueve de la noche de ayer… de hoy… ¡lo que sea! –gritó, enfadado-. ¡Muere a las nueve! ¡En un hotel de “forty-first”!

 

Eso le daba unas catorce horas. Catorce horas y veintisiete minutos.

 

Ese era el tiempo que Naruto tenía para salvar la vida de Sasuke.

 

Dirigiéndose al teléfono, lo cogió y llamó a su trabajo, diciendo que no podía ir. Cuando le preguntaron por qué, simplemente colgó.

 

Le daba igual si perdía su trabajo, si a la mañana siguiente, cuando se despertara, Sasuke estaba a su lado.

 

***************

 

Sasuke pensó en todo lo que le había dicho el rubio de camino al trabajo, con el entrecejo fruncido en lugar de sus rasgos de indiferencia habituales. Cuando llegó a su oficina, aparcó en su lugar de siempre y entonces salió, enseñando su identificación al hombre de enfrente e introduciendo su código para acceder al área de seguridad en la que estaban los ascensores.

 

Miró su reloj mientras esperaba al ascensor, entró en él cuando finalmente llegó y le dio al botón de su planta. Paró dos veces antes de llegar a su destino para que más gente subiera y salió de la máquina, caminando por el pasillo y encontrándose a mitad de camino con un chico castaño de pelo revuelto.

 

-Llegas tarde, Uchiha –le informó.

 

-Lo sé, idiota –contestó, aún con el entrecejo fruncido mientras los dos caminaban por el corredor-. He tenido una… ni siquiera sé cómo llamarlo. Aunque fue una conversación extraña. Con mi novio.

 

-¿Oh? –Kiba se giró para mirarlo, arqueando una ceja-. ¿Sobre qué?

 

-No lo sé muy bien… él estaba… no paraba de decir que iba a morir-. Sasuke hizo un bufido.

 

El otro lo imitó-. No vas a morir, Uchiha. Eres jodidamente indestructible-. Le dio unos golpecitos en la espalda una vez se acercaron a su sección y Sasuke hizo una media sonrisa.

 

-Ojalá, Kiba –miró hacia otro lado-. ¿Cómo se ha tomado el jefe mis noticias?

 

-Mal –insistió el otro cuando finalmente llegaron a sus oficinas-. Eres su mejor agente encubierto, y que vayas y le digas que este va a ser tu último caso… no está contento –Kiba puso mala cara.

 

-Bueno, estoy harto de mentir a Naruto –Sasuke se estrechó de hombros-. Y estoy harto de no poder pasar tiempo con él. Por lo menos estando sentado en una mesa puedo llegar a casa a una hora más normal.

 

-Eso es lo que crees –dijo el otro con un bufido, abriendo la puerta de su oficina, entonces puso mala cara y tiró de los mechones del moreno-. Para de ponerte tanto gel en el pelo, hace que sea más difícil meterlo en la peluca y entonces se ve poco natural.

 

Apartando la mano del otro, Sasuke hizo un bufido-. Sí claro, como si el bronceador que me pone Hinata me haga parecer normal. Sabes, todos los otros agentes encubiertos no tienen que venir a trabajar cada día.

 

-Eh, tú te ves tan diferente que no importa –Kiba sacudió la mano-. Ponte a trabajar, gandul. 

 

-Que te jodan, idiota –Sasuke abrió su puerta, entonces se quedó quieto y miró a Kiba cuando estaba a punto de entrar en su oficina-. Eh, Kiba.

 

-¿Sí?

 

-¿Alguna vez… alguna vez has conocido a Naruto? Algo como… sé que hablo de él pero… ¿alguna vez lo has conocido?

 

-No, ¿por qué? –Kiba arqueó una ceja.

 

-Me ha preguntado si te conocía.

 

-Kiba es un nombre muy popular –insistió el otro-. Quiero decir… ¿Cuántos hay? ¿Unos cuatro en toda la oficina?

 

-Supongo… -Sasuke frunció el entrecejo-. Aún así, fue raro, que me preguntara eso de repente.

 

Kiba encogió los hombros y entró en su oficina, así que el moreno lo imitó, cerrando su puerta. Sabía que tenía razón con lo de su misión. Esa noche se terminaría y todo estaría bien.

 

Nada había ido mal en todo el tiempo que llevaba. Naruto simplemente se había puesto paranoico.

 

Estaría bien.

Notas finales:

Bien, espero que os haya "gustado" a mi me encanta, es un fic que me ha hecho sentir tantas cosas...

Prometo que lo siguiente será "Deja que nieve" 8D

Como siempre, gracias por aguantarme, ¡os quiero a todos! besos ;3


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