Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El samurái y la bestia por Novata

[Reviews - 30]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-¡Hanamichi! -Gritó Kaede antes de echarse a correr hacia el pelirrojo.

Al alcanzarlo, lo estrechó con fuerza en un abrazo protector. Le embargó una inmensa felicidad y sobre todo un intenso alivio al saber, por fin, que había dado con él... Sin embargo aquella primera euforia despareció rápidamente para dejar lugar a una gran preocupación, al comprobar que su amigo no le devolvía el abrazo.

Parecía un saco de huesos inerte y sin vida. Buscó sus ojos y los encontró cansados, rojizos y húmedos. Le invadió una rabia asesina al comprobar su lamentable estado. ¿Quién se había atrevido a hacerle daño? Sin embargo, antes de formularse más preguntas, la imagen de su padre le invadió la cabeza como una señal latente..."No, no podía ser verdad", pensaba Kaede mientras un nudo empezaba a formarse en su garganta...

Todo empezaba a encajar; aquellas continuas ausencias de su padre, la mirada aterrorizada de su madre que parecía esconder un temible secreto y las extrañas preguntas que le había formulado momentos atrás para saber si conocía a la familia Sakuragi... Y con horror, todo se volvió más claro; el prisionero de su padre era Hanamichi.

Y su madre lo supo desde el principio. Una mezcla de sentimientos le atormentaron el corazón; traición, ira, incredulidad, y sobre todo culpabilidad. ¿Pero por qué razón? ¿Por qué su padre había secuestrado a su amigo, y desde cuando Hanamichi estaba encerrado en su propia casa? Miles de preguntas se agolpaban en su cabeza, asfixiándolo y torturandolo.

-Rukawa...¿Has matado a mi madre?

Kaede oyó horrorizado las primeras palabras del pelirrojo después de mucho tiempo separados. No, no la había matado pero era incapaz de pronunciar palabra. Él solo acabó con su sufrimiento... Pero no estaba dispuesto a que su amigo creerá que había sido él el culpable. Había recibido demasiada información de golpe, y sentía que su pecho y su cabeza iban a explotar a causa del cumulo de sentimientos y sensaciones que le invadían. Negó con la cabeza sin romper el abrazo protector que seguía manteniendo.

-N...no la he matado. Hanamichi lo siento mucho, no debí haber permitido que esto te ocurriera -le dijo con la voz quebrada.

Tuvo que impedir las lágrimas que querían escapar de sus ojos al ver las de Hanamichi fluir sin control. No podía imaginar por lo que había pasado su amigo; sintió rabia e impotencia al saber que en todo aquel tiempo solo se encontraba a poca distancia de él, en el mismo sitio, durmiendo en su habitación, mientras que su padre le torturaba sin compasión.

Al pelirrojo ya no le importaba nada... Acababa de confirmar lo peor, su madre, la persona más importante del mundo y su único pilar, había muerto...asesinada y él no pudo salvarla.

-Si no has sido tu...¿Quién la ha matado? -le preguntó entrecortadamente mientras intentaba liberarse del abrazo.

Rukawa lo dejó ir y no pudo reprimir el pinchazo de dolor que le atravesó el corazón al ver la aparenta negativa de su amigo. Lo observó secarse las lágrimas y analizó rápidamente con la mirada su estado físico. Estaba tiritando de frió, lucía más delgado y tenía un brazo ensangrentado y hinchado, y estaba sujetado malamente con lo que parecía ser un palo.

A través del sucio kimono, se entrevía el pecho lleno de heridas todavía frescas que parecían ser causadas por algún instrumento afilado. Se quitó rápidamente el chaleco de piel que portaba sobre sus hombros y lo echó encima de Hanamichi para protegerlo del frío matutino.

-Rukawa...

-No lo sé Hanamichi, pero te prometo que vengaré su muerte, cueste lo que cueste.

Hanamichi posó la mano sobre la del pelinegro que la tenía encima de su hombro. El pelinegro interpretó el gesto como una señal de agradecimiento pero no se creía merecedor de ella.

-Lo siento tanto...por no haberte salvado de mi padre...

-No es tu culpa...no sabías nada...

A poca distancia, la madre observaba la escena conmocionada. Empezaba a entender porque su hijo conocía a los Sakuragis...Pero no podía creer que él hubiera mantenido una amistad con aquel demonio... Aunque antes intentara no tacharle de tal puesto que no creía que su difunta amiga tuviera como hijo a un demonio, ahora, veía las cosas de diferente manera.

Presentía que por culpa de aquel chico, aquella situación acabaría probablemente de manera trágica. Desde que llegó a su casa, a penas dos días atrás, su tranquila rutina se vio truncada irremediablemente. Ahora conocía secretos que no deseaba guardar, descubrió una nueva faceta de su marido que nunca había imaginado y comprendía las largas ausencias de su hijo durante tantos años. Fueron seguramente para reunirse con aquel muchacho...

"¿Qué debo hacer? ¿Qué debo pensar?", se preguntaba desesperada. Nunca antes en su vida, tuvo que tomar decisiones importantes y cruciales como en aquel momento. ¿Debía ayudar al hijo de su amiga asesinada o debía proteger al suyo? Tenía que decidirse lo antes posible, su marido andaba cerca y no tardaría en aparecer.

Los dos muchachos estaban demasiado enfrascados en sus propias existencias y no parecían darse cuenta de su arriesgada situación. Manoko, que todavía seguía indecisa, se percató muy tarde por el rabillo del ojo de la presencia de su marido, acompañado por los dos invitados.

Horrorizada se llevó las manos a la boca y sus ojos se abrieron de par en par al ver como su marido desvainaba lentamente la espada como si fuera a atacar sin piedad.

-¡Rukawa-sama! Por favor...-exclamó nerviosa antes de dirigirse hacia él para intentar calmar su temperamento que empezaba a percibirse.

Antes de acabar con su súplica, la empujó con fuerza contra el suelo ante la estupefacción de sus dos camaradas que se sorprendieron todavía más al ver quien se encontraba en el jardín. 
Kaede que vio toda la escena, rodeó los hombros del pelirrojo protectoramente. Aquello enfureció todavía más a su padre.

-¡Kaede! ¡Aléjate de él! -le gritó mientras estrujaba con más fuerza la empuñadura de la espada. 
Como única respuesta, escondió el pelirrojo contra su pecho pero en ninguna momento, apartó su mirada desafiante a la de su padre.

-¿Qué está ocurriendo? ¿Qué hace este demonio en tu casa?

-pregunto el señor Tanaka mientras observaba incrédulo la escena.

-¿Por qué tu hijo le está abrazando Rukawa-san? -preguntó a su turno el señor Mishima.

-¡¿Acaso no lo veis?!, ¡este monstruo ha embrujado a mi hijo!

-Se equivoca padre. Nunca he estado más lucido en mi vida como ahora. Y nunca perdonaré lo que ha hecho a mi amigo.

-¿Amigo? - soltó irónicamente Rukawa-sama- ¿Este monstruo es tu amigo?

-¿Monstruo?...¿Lo dice por su color de pelo?...No, el monstruo sos vos, padre.

-¿Cómo osas compararme con este engendro? -gritó furioso y casi abalanzándose contra él si no fuera porque los dos samuráis consiguieron sujetarlo.

-No estamos entendiendo lo que está pasando, pero amigo, lo mejor sería que te calmarás primero.-dijo el señor Mishima después de dirigir una mirada rápida a su camarada.

Rukawa-sama se desprendió con fuerza de ellos casi haciéndoles perder el equilibrio, pero los dos hombres se recuperaron rápido manteniéndose alertas ante cualquier posible peligrosa situación.Rukawa-sama se desprendió del agarre de sus camaradas y avanzó lentamente hacia su hijo.

-No lo voy a repetir una segunda vez. Aléjate de este monstruo ahora mismo. -siseó entredientes.

-No permitiré que le haga daño.

Kaede apartó a Hanamichi y lo resguardó detrás de su espalda. Desvainó la katana y se colocó en posición de defensa.

-No seas estúpido hijo, ¿quieres ensuciar tu espada por culpa de este engendro?

Kaede, furioso, se disponía a contestarle pero la mano fría de Hanamichi sobre su hombro le paró en seco.

-Kaede...dejalo. No quiero que te hagan daño por mi culpa...no vale la pena -susurró por lo bajo para que solo el pelinegro le pudiera oír.

-Para mí vale la pena. Y no permitiré que te hagan más daño, te protegeré con mi vida si es necesario.

-No te lo he pedido -le respondió al borde de las lágrimas- no quiero perder a la única persona que me queda en este mundo.

-No me va a pasar nada...y no puedo perderte a ti tampoco, pues también eres la persona más importante de mi vida.

Al encontrarse sus miradas, los dos pudieron comprobar lo realmente importante que era cada uno en los ojos del otro, la sinceridad y al amor que se profesaban.
Al otro lado, frente a la cocina, los comensales parecían incómodos y fuera de lugar...

-Esta situación me supera, ¿qué debemos hacer? -pregunta el señor Mishima a su amigo.

-Creo que debemos mantenernos al margen. Esto no nos incube. -le contestó por lo bajo.

Manoko que estaba todavía en el suelo, les oyó con nitidez y no podía creer que aquellos dos individuos iban a quedarse allí mirando impasibles aquel temible desenlace. Las lágrimas le empezaban a nublar la vista, y se sentía impotente. No les podía reprochar su impasividad porque, como ellos mismos decían, aquella situación no les incumbía, pero necesitaba desesperadamente su ayuda para poder proteger a su hijo.

Desconfiaba de su marido porque ya no era la persona que creía ser; con su temperamento imprevisible podía cometer algo terrible sin pensárselo dos veces. Se levantó a duras penas, y se acercó a pequeños pasos a su marido para intentar calmarlo.

-Por favor Rukawa-sama, no les hagas daño son solo niños- empezó a decir pero una bofetada directa a su mejilla le interrumpió en su discurso.

-¡Padre! - exclamó Kaede ante el maltrato al que sometía su madre.

-¿Has sido tu quien ha liberado al demonio?

Con una mano posada encima de la mejilla, negó rotundamente con la cabeza.

-No, se ha escapado pero por favor tiene que calmarse, no está en situación de-

-¡Cállate mujer! -le interrumpió por segunda vez intentando controlar el impulso de clavarle la espada en el estómago. Aléjate de aquí o te arrepentirás.

-Rukawa-sama...-susurró incrédula ante la hostilidad de su marido.

La ira del padre de Kaede parecía crecer más y más sobre todo al ver que los dos miembros de su familia parecían tomar el bando de aquel asqueroso demonio. Al verlo a la luz del sol, pudo apreciar mejor el gran parecido que tenía con su difunta madre y aquello encendió en él el odio que pensaba haber consumido cuando asesinó a su madre.

Pero sabía que no se sentiría mejor hasta acabar con todos los Sakuragis y se prestaba a matar a aquel engendro en aquel mismo momento...incluso si aquello significaba herir a su propia familia para conseguirlo.

Kaede, al ver que su padre no pensaba desistir en su meta de herir a Hanamichi, se interpuso entre los dos, espada a mano, dispuesto a luchar contra su propia sangre para salvaguardar al único ser que de verdad le importaba.

-Kaede por favor no pelees contra tu padre por mí. -dijo el pelirrojo mientras intentaba apartarse de la espalda protectora de su amigo.

-Estáte quieto idiota y ya te he dicho que no permitiré que te hagan más daño.

-Pero-

-Nada de peros, -le interrumpió mientras levantaba la espada dispuesto a defender. Solo confía en mí.

-¿No te vas a apartar de él? -le preguntó su padre amenazador- ya no eres mi hijo, ¡quedas desterrado y nunca vuelvas a utilizar el apellido Rukawa, maldito seas!

Y se abalanzó sobre él sin piedad. Kaede que estaba preparado, contrarestó el primer ataque a duras penas. A pesar de los duros años de entrenamiento, tenía que reconocer que todavía no poseía la fuerza bruta de su padre. Pero no era solamente debido a aquello, al chocar las espadas, sintió como de la herida del pecho, que tenía casi olvidada, empezaba a brotar sangre cálida.

Las manos le empezaron a temblar a causa del intenso dolor y a causa del tremendo esfuerzo que le suponía alejar la espada de su padre que se le acercaba cada vez más. 
Hanamichi y Manoko observaban la escena aterrorizados, sin poder creerse que padre e hijo estuvieran luchando a muerte.

El segundo ataque fue todavía más violento que el primero, pues la espada de Rukawa-sama había conseguido alcanzar el hombro de su hijo, provocándole una herida bastante profunda. Kaede intentó esquivar aquel ataque pero lo único que consiguió fue evitar que le hiriera en una parte mortal pero no iba a aguantar durante mucho tiempo. Las antiguas heridas enviaban a su cabeza señales de dolor que nadie podría posiblemente ignorar.

Sin embargo, a pesar de ello, intentó no prestar atención a las protestas de su cuerpo y no pensar que haría luego su padre si caía vencido. Siguió aquel duelo durante largos y tortuosos minutos ante las miradas atónitas de los comensales, la atemorizada de la señora Rukawa y ante el pavor y la desesperación de Hanamichi. Éste, incapaz de estar de brazos cruzados, se interpusó entre los dos aprovechando el momento en el que Kaede se había apartado de su padre para poder recuperar el aliento.

-Hanamichi ¡Apártate! -le gritó su amigo que intentó cogerle por el brazo y tirarlo a un lado. Pero no fue lo bastante veloz. Su padre ya estaba dirigiendo su espada contra el pelirrojo que, por reflejo, levantó su brazo para protegerse de la hoja afilada...Todos los presentes observaron como su brazo era seccionado y como un chorro de sangre salía a borbotones salpicando todo lo que alcanzaba.

Hanamichi no pudo ahogar un grito de dolor, cayó al suelo temblando de suplicio y cogiéndose el muñón ensangrentado.  Kaede estaba en choque. Un súbito de adrenalina recorrió cada fibra de su cuerpo y antes de que él mismo supiera lo que estaba haciendo, ya estaba corriendo hacia su padre, con la espada alzada al aire.
Su padre le vio acercarse peligrosamente pero estaba preparado para lo que tenga que pasar.

-¡No por favor! no le hagas daño... es tu hijo -dijo débilmente Manoko antes de desmayarse, incapaz de aguantar aquella situación.

Entre las cortina de lágrimas que le inundaban los ojos, Hanamichi vio con horror como la espada de Rukawa-sama perforaba el estómago de su amigo quitándole casi al instante la luz de sus ojos.

-Demasiado débil -susurró el samurái al oído de su hijo que se ahogaba en su propia sangre- Me da vergüenza tener...haber tenido a un hijo como tu.

Acto seguido arrancó la espada de las entrañas de Kaede y lo tiró al suelo sin miramientos.

-Y ahora me ocuparé de ti demonio, como ya lo hice con tu maldita madre...

Sin embargo, Hanamichi no le prestó atención; se arrastró con dificultad hasta alcanzar el lado de su amigo y apartó delicadamente los mechones de sus ojos...

-Kaede...Kaede dime algo -sollozó al ver que su amigo no daba señales de vida- No te vayas...no te vayas antes de que te haya dicho lo importante que eres para mí...lo mucho  que te quiero...

Lo zarandeó con fuerza, olvidando su propio dolor, intentando recibir alguna respuesta aunque fuera apenas perceptible... Pero sus ojos estaban abiertos y su mirada ida. Carecían de vida y de su boca no se emitía ningun sonido.

Y

Y

Y

Y

Y

Y

Y

Y

Y

Y

V

Hanamichi se despertó sobresaltado de la cama y perlado de sudor...Intentó calmar los rápidos latidos de su corazón respirando hondo.

-Idiota deja de moverte tanto... -refuño entre sueños Rukawa estirado a su lado.
Hanamichi bajó la mirada y observó al pelinegro tumbado boca arriba e intentando conciliar el sueño.

-Kaede...¿Duermes?

-Ahora no. -le contestó tirando la toalla al ver que no le iba a ser tan fácil caer una segunda vez a los brazos de morfeo.

Bajó las sabanas que le cubría el pecho y se incorporó para quedar sentado de manera que su hombro chocaba contra el del pelirrojo.

-No has parado de darme patadas en toda la noche...he intentado despertarte varias veces pero sin éxito...como si estuvieras en coma.

-Mmm...he tenido un sueño raro.

-Pues tenía que ser muy movidito, visto lo visto.

-Je-je -soltó Hanamichi con sarcasmo- No en serio, era muy raro... No recuerdo mucho pero...

-¿Qué? -le preguntó impaciente ante el largo silencio.

-Te morías...

-Gracias - replicó con sarcasmo- veo que me tienes mucha estima...

-Venga no seas así, es solo una pesadilla y tampoco lo he pasado muy bien que digamos-le contestó agitado mientras se secaba el sudor de la frente.

Kaede le observó largamente sin reflejar lo que estaba pensando. Rodeó los hombros del pelirrojo y apoyó su frente contra la de Hanamichi. El pelirrojo le tomó por la cintura y cerró sus ojos durante varios segundos.

-Solo es una pesadilla...-susurró Kaede para tranquilizar a su novio- es imposible que consigas desacerte de mí.-Lo sé -le contestó suspirando aliviado- tu tampoco podrás deshacerte de este tensai.

-Ni quiero -le dijo antes depositar sus labios contra los suyos.

 

Fin    

Notas finales:

Proyecto zanjado. Antes que nada, siento la tardanza, por causa de fuerza mayor no lo he podido actualizar antes. En cuanto a este final...Mmm, no sé que pensar. Dejen reviews sobre este ¿raro? ¿inesperado? ¿estúpido? ¿precipitado? ¿-insertar adjetivo que queráis-? final!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).