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El samurái y la bestia por Novata

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Notas del capitulo:

 

Los personajes de Slam Dunk Y Slam Dunk no son míos, pertenecen a su autor Inoue.

Es un fic yaoi y no tiene nada que ver con la trama original del manga, solo utilizo a mis personajes favoritos!

Diálogo: -"...."

Pensamiento: "..."

 

 

Era muy tarde, tan tarde que era casi de día. La aldea guardaba el luto en silencio, después de los entierros de los guerreros caídos en el campo de batalla. El señor Rukawa se encontraba tumbado en el futón en una posición rígida y su mano derecha aprisionaba celosa la espada. A pesar de su ceño fruncido y de su expresión cabreada, el samurái estaba durmiendo como un leño. Lo comprobó su mujer al escuchar su respiración pausada y profunda. Se había lavado antes de meterse en la cama, rehusó la comida que le había preparado, y antes de cerrar los ojos, le había prohibido a su mujer acercarse al jardín trasero, especialmente al cubículo. Aunque ella cumplió con la orden, no pensaba estar de brazos cruzados por mucho tiempo ante aquella situación.

Se deslizó lo más sigilosamente posible de la habitación que compartían, hecho un último vistazo hacia la pieza donde dormía su hijo y se dirigió con pasos rápidos y ligeros a la salida. Era la primera vez en su vida que se arriesgaba a hacer algo semejante. Y por eso tuvo que tomar todas las precauciones posibles. No debía ser sorprendida por su marido o sería probablemente su fin. Nunca pensó que su vida pudiera correr peligro pero estos dos últimos días, desde la vuelta de Kaede, su marido parecía ser otra persona. Le daba miedo. Cierto que su marido no era un hombre cálido y de palabras cariñosas, más bien una persona recta y cuya filosofía de vida era propia de un orgulloso samurái, sin embargo, nunca pasó por su mente que fuera capaz de torturar por placer. Porque era eso lo que hacía, torturar por placer y no sabía lo que pretendía hacer con el pelirrojo...

Cada vez que oía los gritos desgarradores de aquel pobre muchacho se tapaba los oídos con miedo. Estaba aliviada de que su hijo se pasara la mayoría del tiempo durmiendo y no presenciara aquello. Aquel muchacho tendría la misma edad que Kaede, unos 16 años y estaba padeciendo las más atroces torturas que un chaval de su edad podría soportar... De solo imaginar a su hijo en la misma situación, se le encogía el corazón...

Tenía que hacer algo para ayudar a aquel muchacho. Sentía que le debía al menos ese favor a su amiga, pues había cortado la relación con ella sin previo aviso y por orden de su marido. Ella nunca tragó el cuento de "demonio rojo", pero como esposa fiel y sumisa tuvo que atacar con las normas de su esposo.

Se puso una manta encima para protegerse del viento y salió corriendo en dirección del bosque. Iba apartando las ramas como podía, en una mano sujetaba una antorcha para iluminar el camino y con la otra intentaba sujetar la manta. Creía recordar donde vivía su antigua amiga. Seguramente estaba muy preocupada por su hijo. Podía decir que  sabía lo que era no saber el paradero de un hijo y aunque tuviera prohíbo hablarle no podía estar en su casa de brazos cruzados mientras que a pocos metros de la cocina, su marido estuviera dedicandose a cometer atrocidades al muchacho.

Hacia tantos años que no la veía, que perdió la cuenta. Pensaba decírselo aquella noche, no le importaba que se enfadara con ella porque su marido estuviera torturando a su hijo pero le prometería que las dos lo sacarían de aquel antro aquella misma noche. Visualizó una pequeña chozuela a poca distancia y a cada paso que le acercaba a aquel lugar, su corazón latía con más fuerza. Ninguna luz se filtraba por sus escazas ventanas; "seguramente estaba durmiendo" supuso la señora Manoko.

Picó varias veces pero no obtuvo respuesta. Cogió su coraje a dos manos y deslizó suavemente la puerta hasta que se abrió; lo primero que le invadió fue un olor fuerte de algo putrefacto y no pudo reprimir la tos. Se tapó la nariz con la manta y con la otra mano iluminó el lugar. Estaba desordenado, el polvo se acumulaba en todas partes, había manchas oscuras y pegajosas en el suelo de madera, la mesa estaba rota  y las pocas cosas que había estaban esparcidas por todo el lugar. Se extrañó al ver el estado general, estaba dudando incluso de que aquel lugar fuera habitado. Se acercó a otra pieza que parecía ser la cocina, asomó ligeramente la cabeza a través de la puerta rota y gran fue su horror al ver lo que su hijo había descubierto hacía apenas 24 horas.

Soltó un chillido agudo incapaz de procesar lo que estaba viendo. Su estómago se revolvió y tuvo que salir corriendo antes de vomitar. Intentó respirar profundamente para recuperar el aliento, ahora, las lágrimas bajaban desoladas de sus mejillas. ¿Quién podía haberle hecho algo tan despiadado y ruin? ¿Quién había descuartizado a su amiga? Se arrodilló en el suelo, la manta se le había caído a varios centímetros, pero estaba demasiado aturdida para sentir el frio. Intentó poner su mente caótica en orden para entender la situación. Aquello le superaba con creces. Había ido para advertirle de la situación urgente de su hijo pero no esperaba encontrarse con aquello. De repente, la imagen de su propio hijo y de su katana ensangrentada atravesó su mente..."No...No Manoko...deja de pensar en eso"... Pero a su pesar, no pudo dejar de rumiar en el posible sospecho. Su mente empezó a atar cabos...

El cuerpo sin vida de la señora Sakuragi estaba todavía fresco... Aquello significaba que había muerto hacia poco. Su hijo había desparecido durante toda la noche, le encontraron cerca de la chozuela, desfallecido...y recordó que la noche anterior, mientras dormía, repetía sin cesar el nombre "Sakuragi". "La conoce...", pensó horrorizada su madre. Pero todavía no podía creer que hubiera sido su hijo, el autor de aquel atroz crimen. Cierto que lo habían encontrado cerca de aquel lugar pero no podía haber sido él. Estaba muy malherido y hubiera necesitado mucha fuerza para...cortar y descuartizar...

Recordó que cuando lo trajeron con su espada, ésta estaba sucia con sangre y barro, pero antes de que Kaede despareciera la había limpiado y depositado a su lado. Acaso en la condición en la que se encontraba era capaz de asesinar tan fríamente...y sobre todo por qué lo haría... sacudió su cabeza varias veces... no, su hijo no era capaz de hacer aquello...

La señora Rukawa estaba nerviosa, no sabía que pensar... ¿Qué estaba pasando? Su marido se estaba convirtiendo en un torturador y ahora su hijo asesinó a su ex mejor amiga. "Pero también, cabía la posibilidad de que Kaede tuviera la mala suerte de haberse encontrado en el lugar y en el momento equivocados", pensó esperanzadora. Pero, ¿por qué razón fue su hijo allí? ¿Por qué lo encontraron allí? ¿Deliraba a causa de la fiebre y no sabía a dónde le llevaban sus pasos? ¿Acaso había visto el cuerpo descuartizado de la señora Sakuragi e intentó avisar a alguien?

Aunque intentara responder a las interminables preguntas, para ella todo apuntaba a que su hijo era el culpable. Todas las evidencias estaban allí. Había desaparecido durante un largo período de tiempo, toda la noche, y le hubiera dado el tiempo suficiente de cometer aquel delito, además de que seguramente en su estado hubiera tardado más por eso lo encontraron allí... se había desmayado antes de darle tiempo...Se lamentó por no conocer lo suficientemente a su hijo y dudara de él de aquella manera.

La verdad es que nunca habían tenido una relación profunda como ella le habría gustado. Su marido se había encargado de que su hijo no sintiera ningún tipo de emoción o al menos no exteriorizarlos. Kaede nunca le hablaba de sus preocupaciones y las pocas veces que lo veía durante el día eran para intercambiar respetuosos y escuetos intercambios de buenos modales.

No sabía que pensar...

Era su hijo, pensó, esperaba que en realidad no hubiera sido él, pero le costaba creerlo cada vez más. "Aunque haya sido él, me llevaré este secreto a la tumba", pensó decida antes de levantarse dificultosamente del suelo y recuperar la manta.

 

Decidió abandonar el lugar antes de que su marido se diera cuenta de su ausencia. Pero antes, iba a eliminar toda prueba que pudiera incriminar a su hijo. Dispuso mucha paja alrededor de la chozuela y con el fuego de la antorcha la encendió...

 

Cruzó el bosque lo más rápido posible, protegida con su manta, sin volverse ni una vez a ver como aquella casita ardía... Su mente se hizo más fuerte; haría lo que fuera para proteger a su hijo.

Pero... "¿quién protegerá al hijo de la señora Sakuragi?"

 

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Unos traviesos rayos de sol dieron a los ojos cerrados de Kaede. Éste levantó la mano para taparse la cara y protegerse de la molesta luz matutina. Pasaron largos segundos, durante los cuales se quedó inmóvil, respirando dificultosamente... Parecía que se hubiera vuelto a dormir pero no era así. Rememoraba los acontecimientos de la noche anterior, cuando descubrió a la malherida señora Sakuragi y como finalmente acabó con su suplicio sin poder sonsacarle ninguna información del pelirrojo.

¿Dónde estaba su pelirrojo?, necesitaba encontrarle lo antes posible. Era lo único en lo que pensaba, para él quedó lejos la memoria de los combates y de los enemigos. Ni esos recuerdos ni el latente dolor físico, le molestaban; su única preocupación era Hanamichi. Se levantó del futón como pudo y lo primero que hizo fue comprobar si los vendajes de su pecho y de su hombro estaban bien sujetos. Se puso el hakama limpio que estaba dispuesto a un lado del futón, se colocó la espada en la vaina y finalmente se dirigió hacia la puerta deslizante de su habitación. Al abrirla se topó de bruces con su madre que llevaba una bandeja donde reposaban un cuenco con sopa y otro con arroz.

-"Estás despierto", le dijo su madre mientras le observaba de la cabeza a los pies. "¿A dónde vas?", le preguntó desviando la mirada al recordar el cuerpo sin vida de la señora Sakuragi.

-"Voy a salir un momento. Volveré enseguida."

-"No vas a ir a ningún sitio, jovencito. Estás malherido, necesitas descansar y comer algo.", le recriminó después de depositar la bandeja en el suelo.

-"Solo va a ser un rato, Volveré enseguida, lo prometo."

Su madre le miró con el semblante preocupado...Quería obligarle a quedarse pero sabía que aquello no surgiría efecto pues no tenía la mano dura de su marido.

-"...Muy bien, pero primero tienes que comer para que puedas recuperarte.", cedió al fin ante la opresiva mirada de su hijo.

Éste accedió únicamente para satisfacer a su madre y mientras engullía la comida, la mujer se preguntaba a dónde se dirigía su hijo con tanta prisa. "¿Acaso piensa volver a la chozuela para...", cortó sus pensamientos; tenía que decirle que la chozuela se había incendiado pero sin divulgarle que había sido ella la perpetradora.

-"Sabes...", empezó a decir delicadamente, buscando las palabras adecuadas, "Se encendió la casa de los Sakuragi..."

-"¡¿Qué?! ¡¿Cómo, cuándo?!", preguntó el pelinegro asombrado y soltando los palillos en el cuenco de arroz.

 

Era lo que más se temía, su reacción. Kaede conocía a la señora Sakuragi... Si no fuera así no hubiera puesto aquella cara de preocupación...

 

Se levantó rápidamente tirando torpemente el cuenco de sopa sobre el tatami. Su madre intentó pararle pero antes de que pudiera hacer cualquier cosa, se oyó un grito desgarrador retumbar por toda la casa.

 

-"¿Qué ha sido eso?" preguntó alerta Kaede, girando su cabeza hacia donde creía que provenía el ruido.

-"N...No he oído nada...aca...termina la comida",espetó su madre intentando distraerle.

 

Pero no le dio tiempo de hacer cualquier cosa cuando se escuchó por segunda vez el grito desgarrador. Kaede se giró al instante estando seguro esta vez de que provenía de la parte trasera de la casa pero antes de que pudiera dirigirse hacia allá para comprobar lo que estaba pasando, su madre le sujetó fuertemente del brazo.

 

-"No puedes ir, le dijo tajante. Tu padre está...Trabajando..."

-"¿En qué? Le preguntó su hijo escéptico.

-"Han capturado a un enemigo y le está sonsacando información."

-"Pero...Cuando se captura a alguien lo encerramos en el calabozo del señor Mishima...como siempre"

-"Bueno, tu padre ha querido tenerlo más a mano... No lo sé Kaede pero déjalo, vale. Le prometí que no le molestaríamos."

 

Pero antes de que pudiera seguir diciendo más se escuchó por tercera vez un grito desgarrador.

Madre e hijo se miraron por largo tiempo, ella le suplicaba silenciosamente que no se acercara allí y él, después de muchos miramientos, le respondió que no lo iba a hacer porque necesitaba salir de allí lo antes posible....Tenía que encontrar a Hanamichi, era su única prioridad.

 

TBC

Notas finales:

¡Por finnnn! Me ha costado mucho este capítulo, la verdad es que no estaba muy inspirada pero espero que os guste!!!

¡Dejad vuestros reviews!!

Hasta la próxima!


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