Kakuzu estaba demasiado entretenido contando cuanto había en el capital de la organización, no se quejaba, le fascinaban los números y todo lo que estuviese relacionado con el ámbito monetario. Por su mente pasaban cifras insignificantes e importantes, todas ellas aumentaban o disminuían el total, sus favoritas eran las primeras. Estaba muy a gusto como para que eso le durara mucho.
Su compañero ingreso en la habitación, que estaba provista de una mesa y varias sillas, dispuesto a escuchar algo que quería hace mucho tiempo, desde que él y el enmascarado habían llevado su relación hasta un nivel un poco más alto. Se quedó parado mirando como el otro anotaba cifras en una planilla con toda la concentración del mundo, tanta que no se fijaba en él.
-Kakuzu…- llamó el religioso- oye… ¡Maldito viejo, te estoy hablando!- se quejó con toda la educación que le era posible.
Pero era demasiado poco lo que le interesaba al tesorero, seguía en silencio o momentáneamente decía en voz baja alguna que otra cifra. Estaba demasiado entretenido con su tarea y le importaba poco y nada la interrupción del otro.
-Como quieras- murmuró entre dientes, se abrazó a su pareja por la espalda y recargó su peso en él.
-Hidan, bájate- dijo el otro en tono neutro. Pero el peliblanco no le dio ni cinco de importancia a su pedido-… dije que te bajes-
-Creí que estabas sordo- respondió molesto y frunciendo el ceño.
-No estoy sordo, te estaba ignorando. Ahora lárgate, estoy ocupado y no tengo tiempo para tus idioteces-
-¿Mis idioteces? Viejo imbécil, lo único que quería era hacerte una maldita pregunta- y se aferró aun más fuerte al cuello del tesorero.
-Pregunta de una vez entonces y deja de fastidiar-
-Sabes que dia es hoy... y yo quiero saber...- guardo silencio un momento- ¿Te acostaste conmigo porque me amas?-
El enmascarado perdió la cuenta. Qué clase de pregunta era esa? obviamente se había acostado con él porque lo amaba, pero no pensaba decírselo. Hidan era pesado en el sentido general de la palabra, decirle eso era condenarse a aguantarlo más de lo que su poca paciencia le permitía.
-¿Y bien?-
-¿Qué quieres?- dijo indiferente.
-¡Ya te lo dije! Responde eso y luego sigue con tus tontas cuentas-
-Estas en mi oído, no me grites- dijo molesto, el mas joven tenia unos pulmones de maravilla- Estuvo bien, la pasamos genial y no te quejaste. Así que no molestes más y quítate- tomo las manos del albino intentando quitárselo, era como una pitón en su cuello, cada vez apretaba mas.
-Eso no responde a mi pregunta. Yo te pregunté si me amas y hasta que no lo respondas no pienso irme. ¡Así que dilo de una maldita vez!-
-No. ¿De acuerdo?, no te amo- los brazos del otro se aflojaron.
-No te creo…- murmuró algo decepcionado.
-Ese no es mi problema- se abrazó nuevamente, pero esa vez llevó sus manos al pecho del otro, acariciándolo mientras mordisqueaba su hombro- Hidan, si no te sueltas te cortaré ambas manos-
-Como si me importara- y bajó aun más palpando otra zona- Jashin te castigará si me mientes-
-Estoy tan asustado- dijo con burla mientras peleaba por sacarse a su pareja de encima, aunque le gustaba lo que hacia- En serio, yo no bromeo-
Estúpido Deidara, se había ido de la guarida de los Akatsuki a hacer quien sabe qué con Sasori. Normalmente él y Hidan peleaban constantemente, con eso se entretenían, pero ahora que estaba sólo tenía que lidiar con las preguntas de su amante. No quería decirle que lo amaba, era demasiado sanguinario para caer tan bajo y decirle “Te amaré por el resto de nuestras vidas”… eso de por si era bastante.
-Dime que me amas- susurró.
-¡Si!-
-Eh… ¿Tanto te costaba eso?- se soltó y salio de la habitación sin decir nada más.
Kakuzu suspiró aliviado, le había dicho que si lo amaba y había parecido como si no le importaba. Suspiró de alivio y comenzó nuevamente con su trabajo. Eso hasta que Hidan partió la mesa en dos, quedando cara a cara con el sorprendido enmascarado que no sabia que carajo le pasaba al idiota de su uke.
-¿Y ahora, que?-
-Sólo lo dijiste para quedarte tranquilo. ¡Crees que soy imbécil- dijo con los ojos encendidos.
-Eres imbécil de verdad. Ahora hay que comprar una mesa nueva- dijo molesto- y por supuesto que no eres tu quien se encarga de esto-
-¡Me *censurado* tu *censurado* mesa! Así que, o me dices la verdad o sufre las consecuencias- dijo levantando en alto su filoso elemento… o sea el arma- ¡Así que dime que me amas!-
-¡Si!- gritó nuevamente.
-¿Si, que?- sus ojos se entrecerraron y se acercó mas al mayor.
-Si, te… te… te amo- murmuró desviando la mirada.
-¿Qué dijiste, estúpido viejo?-
-¡Deja de insultarme, Hidan! Dije que si te amo- su entrecejo no podía estar mas fruncido.
Desde la sala principal los demás Akatsuki tenían una gotita en la cabeza, todos excepto Tobi que estaba contento y Zetsu al que no le importaba nada. Kisame no aguanto mas, comenzó a reírse con todas sus ganas reprimidas, Hidan si que manipulaba al tesorero. Aunque Itachi lo reprendió- sin ganas porque también le daba gracia- el tiburón no desistía en su burla. Y ya que el espadachín se reía todos, excepto Zetsu, comenzaron a reír también.
-¿Escuchas eso? Estas haciendo una escena- y se dispuso a irse para estar tranquilo.
-Repítelo- dijo poniendo ambas manos en el pecho del otro para que no se escapara- Para estar seguro. Júralo y no te lo volveré a preguntar-
-¿Eres idiota?... No te lo volveré a decir-
-Dilo, no te lo pido. Te lo exijo-
-Hidan, si no te calmas te cortaré la cabeza y la guardaré en un armario-
-No me asustas con eso. ¡Así que dilo de una maldita vez!-
-En serio, Hidan-
-No me interesan tus estúpidas amenazas, tarde o temprano tendré que recuperar mi cuerpo y la pasarás muy mal-
-“Es cierto” Si no te dejas de joder voy a tener que cumplir- lo miro desafiante.
-No me importa. Júrame que me amas- dijo apretando el cuello de la capa del otro.
-Si te juro que te amo… por… por lo que sea- logro apartarlo- por todos el dinero del mundo-
-Eso si va en serio- murmuró Kisame que estaba pegado a la puerta con todos los otros Akatsuki, incluso Zetsu, Deidara y Sasori, que estaban espiando a la reciente pareja y se habían sorprendido por lo que había jurado el otro.
-Lo dices en serio…- dijo con su mejor cara de esposa furiosa.
-¡SI, POR JASHIN!- se quedó en blanco al oír la estupidez que había dicho. Definitivamente le iba a cortar la cabeza a Hidan y enterrarla a cien metros bajo tierra- Mira las estupideces que me hacer dec…-
Fue interrumpido cuando el Jashinista jaló de la mascara y sentándose en su regazo sello sus bocas con un beso. Pero no un beso lujurioso como estaba acostumbrado a dar, era diferente… podía decirse que dulce y tranquilo. Con la lengua acaricio la de su compañero y depositó un último y muy corto besito antes de levantarse.
-No te preocupes por la mesa. Yo me encargo- giro a verlo- es el mejor gegalo del mundo jejeje admitiste que Jashin-sama existe- abrió la puerta provocando que el resto de los vestidos de negro cayeran unos sobre otros como una pirámide humana, por suerte la única fémina estaba encima de todos y la base era el tiburón.
Éstos esperaban un insulto por parte del religioso, pero los pasó por encima sin decirles nada más que “Déjenlo trabajar tranquilo”. Miraron al otro que aun mantenía su máscara baja y por lo tanto vieron la sonrisa que se le pintó en la cara.
-Ya lo oyeron, no molesten… o por Jashin que la pagaran muy caro- jamás había pensado que ese dios fuese realmente útil, pensar que contentar a Hidan y tenerlo a su merced era tan sencillo.