Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Search In H M por Vampire White Du Schiffer

[Reviews - 58]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hoy, el algo de lime

 

-Ni lo creas –apareció Kurosaki enfrente de mi, con ese gesto serio, tan “escaso” en el. –Nos vas a contar, que rayos te pasa.

 

-¿Quieres que te rompa la cara, verdad?

 

-La verdad, espero conservarla. –Se mofo. –Y “La Verdad” es que como amigos que somos, nos debes información.

 

-Suenas peor que… -Me callé. Ichigo igual. Diablos, esa maldita imagen regreso a mi cabeza. Cuando ya suponía habérmela arrancado, reaparece, y todo por culpa de este estúpido de cabellos naranja. –Déjame en paz.

 

-¿O Qué? –Alzo el mentón con su habitual ceño fruncido y la voz más sonora de lo que era. -¿Vas a matarme? –Continuó con una de sus sonrisas más altaneras. Mi cólera avanza a mil kilómetros por hora. Vaya novedad.

 

-Ni-Sama –La conciliadora hermana actuó por todos.  –Volvamos con Urahara-san. –Les dijo viéndolos a los ojos.

 

-¡Ya! Está bien. –masculló Ichigo. Nos dijeron el típico “hasta luego… y nos sigues debiendo una explicación coherente”, y se marcharon, dejándonos solos. No pude evitar asesinar con la mirada a los que aún seguían de impertinentes mirando mi atuendo y al pálido que estoy cuidando.

 

-Volvamos. –Ordené y me siguieron sin decir nada. Me frustra. Esos dos parecen estar llevándose demasiado bien, y no me agrada. ¡Celos! ¡Jamás…!  No de ese mocoso… dejemos de hacerme pasar corajes.

 

Cuando llegamos a casa, aparté rápidamente al niño de Ulquiorra.

 

-¿Qué fue lo que paso? –Pregunté simplemente. El oji verde me contemplo fríamente. –Contéstame.

 

-Grimmjow. –Me habló el tigre.

 

-No te metas en esto. Ve a dormir.

 

-Pero yo…

 

-Te lo estoy mandando. –Reiteré sin mirarlo. Obedeció lentamente y cuando escuché que cerraba la puerta me crucé de brazos. Aún permanecíamos en la entrada de la casa. El príncipe me veía fijamente, me desesperó su simpleza y lo jalé cerrando la puerta de golpe. –Cuando llegamos no parabas de hacer preguntas estúpidas, y ahora no quieres decir palabra alguna. ¿Qué clase de idiotez es esa?

 

-Pensé que te agradaban las personas curiosas.

 

-¡Las detesto!

 

-El niño siempre se paseaba cerca de ti hablando de cosas sin sentido. –Touché –Además para poder manejarnos mejor en mi estadía en tu mundo, quise hacerlo más fácil. No funcionó entonces pase al siguiente punto.

 

-¿Cuál?

 

-Seguir siendo como soy.

 

-Ahg.

 

-Nada te parece, así que no vi necesidad de seguir molestándote, conseguiré la información que necesito por mis propios medios. Así estaremos en paz los dos, a mí me dejas solo y yo te dejo con sus cosas. No pierdes ni ganas nada. Todo te da igual. –Cada palabra enfureció crecientemente la poca calma que conservo.

 

-¿Lo hiciste para llevarnos bien?

 

-En un principio no me importaba, pero entre menos problemas te cause menos reproches tendrás que dar cuenta cuando regresemos. –Pasó de largo… lo detuve y lo aventé al sofá colocándome sobre él en menos de un segundo. No recordaba que su cuerpo fuese tan menudo. 

 

 

 

-¿Por qué? –Comencé a decir de la nada. –Me exasperas.

 

-Como si fuera tan difícil.

 

-Cállate. –Dijo poniendo mi mano sobre su boca. Sus ojos color esmeralda no me perdieron de enfoque. ¿Cómo es posible que una persona tenga tanta seguridad para plantárseme de esa manera? –No sabes nada… Si, es mejor. Tu por tu lado y yo por el mío. Así que nada más importe ¿No? Aquí tú no eres tan fuerte, eres como cualquier mortal, eres como yo justamente en estos momentos. Cuando regresé podré romperte esa maldita cara y acabaré con todo.

 

Mientras tengas esa clase de pensamientos no avanzaras.

 

-Ya estoy harto de seguir escuchando voces. –El tipo de seguro no entendió a qué me refería. –Estoy harto del mocoso. Estoy harto de ti… -Dije maquiavélico. Pero me quedé quieto como estatua al ver su cuello, había leves marcas rojizas y al ser su piel tan pálida era muy fácil identificarlas. -¡Entonces si te hicieron algo! –Le quité la mano de su boca para poder reclamarle a gusto.

 

-Creí que no deberíamos importarnos el uno al otro. Szayel tiene razón, eres el rey de las bestias, tan incongruente que casi pareces humano.

 

-¡No menciones a ese pendejo!

 

-Lo menciono porque ya me estoy cansado de tu ineptitud. Te contradices con tanta reiteración que he estado a punto de matarte más de una vez.

 

-¡¿Y por qué carajos no lo haces?! ¡De seguro porque a tu estúpido padre no le conviene!

 

-Ni siquiera mereces mi atención. Y Retira lo dicho. –Dijo con el mismo tono aburrido.

 

-¡Yo le digo como quiera! ¿Quieres ver cómo podré llamar tu atención? –Dije formando mi mano derecha en puño, me quedé quieto al ver que el ponía su mejilla lista para que le pudiese golpear. -¡Arg!

 

-¿Por qué no te atreves?

 

-¡¡Silencio!!

 

-No eres más que un cobarde.

 

-¡¡¡Ya cállate!!!

 

-¿Qué le pasa al grandioso Rey de las Bestias? ¿Querías que siguiera curioseando? Te haré tantas preguntas que terminarás volviéndote loco. 

 

 

-¡¿Por qué razones crees que debo ser así?!  Ni siquiera sabes de lo que somos capaces, nos subestimas. –Respiré hondamente. Esta vez vi sincera curiosidad ante mis declaraciones. –Olvídalo, jamás podré entablar una conversación coherente contigo.

 

-Esta si es una cosa que tengo que preguntarte por causas propias. ¿Por qué cada vez que sientes que no puedes conmigo, terminas cruzando tu boca con la mía? –Oh, oh.

 

-Deberías agradecer. Te brindo variedad. –Enarcó una ceja. –Después de que el único que te toca debe ser Aizen…

 

-Mi padre nunca ha hecho algo como lo que tú sí haces. –De acuerdo, esto no está bien. ¿Por qué me tranquiliza saberlo?

 

-Pero de seguro dejarías que te hiciera lo que quisiera.

 

-Esto es lo que Raziel dijo una vez. Tienes celos. Pero no entiendo por qué.

 

-¡¿Qué el mocoso te dijo qué?!

 

-… Sácame la verdad como sólo tú sabes hacerlo, patético humano. –Ignoro las razones, pero eso me provocó gracia.

 

¿Cómo es posible que esta persona, causándome tantas rabietas me haga sentir tranquilo con tan simple comentario? ¿Al fin podré marcar cada centímetro de su cuerpo con mis manos?

 

Besé de nuevo sus labios, importándome muy poco la sorpresa o el enojo que le pudiese provocar. Lo recosté sobre el sillón con mi peso y comencé a lamer su cuello. El cerró los ojos.  Y esta vez siento, que nada ni nadie me va a interrumpir. Escuché alguna voz diciendo que fuese sincero. ¿Sincero con quien? Ya he olvidado a la dueña de la voz que llama en mi mente. 

 

 

 

Ulquiorra se levantó y me jaló del cuello. Me quedé pasmado, me exigía otro beso. Se lo di. Me rodeo con sus manos y yo ya no pude parar. Le rompí los botones la camisa lanzándome a besar su pecho; el vibró.

 

No sé en qué momento terminé semidesnudo sobre él. La verdad, esas cosas eran nimiedades, lo principal era que lo poseí totalmente esa noche. 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).