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Search In H M por Vampire White Du Schiffer

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Notas del capitulo:

Hoy empieza la tormenta

 

*Frente a la heladería*

-Quiero que mi helad tenga… eso, eso, eso, eso. –Apuntaba con su pequeño dedo mientras yo lo cargaba en mis hombros. El muy enano no podía llegar hasta el mostrador. –Eso y eso.

-Ah, este. –El dependiente se comenzó a reír nerviosamente. -¿No lo va a querer todo en barquillo, verdad?

-¡Claro que si! –Respondió el niño en medio de su euforia. -¿Verdad que sí, Grimmjow?

-Haz lo que quieras.

-Yay~ -Después de que Raziel terminase “morirse” por tanto helado… tuve que seguir cargándolo. Vaya que es molesto el enano. Compré ropa para los dos, gracias a “Dios” que fue rápido, yo ya me estaba cansando. El recordar toda mi historia se me hizo completamente aburrido, pero quien sabe, talves eso define lo que soy ahora. Aún puedo sostener todas las amenazas de hace unas horas. Miro al príncipe que lleva un par de bolsas para la cena. Maldita sea, tengo que hacer todo yo.

Lo que no esperaba era encontrarme con Kurosaki discutiendo con otra persona, me parece recordarlo… lentes, cara de perro… ¡Ah, Ishida Purriu! Er… Uryuu. Creo.

-Hey, Kurosaki. –Me encanta interrumpir.

-¿Grimmjow?

-¿Quién más podría ser, idiota?

-Ah, vete a volar. –Masculló, en eso ví que el “lentudo” se marchó sin decir palabra alguna. –Ay, no. –Se golpeó la cabeza.

-Te ves genial con esa cara de frustrado.

-Y tu de maravilla, jamás creí que la facha de padre te sentara taaaaan~ bien.

-¿Buscas pleito?

-Ña~ -Raziel despertó, se talló los ojos y miró a Kurosaki. –Ñammm ¿Quién eres? –Maldito mocoso, rompió el flujo de la pelea. Tks. –Me llamo Raziel. (8D)

-Ah… mucho gusto. –Saludó Kurosaki. -¿Qué hace un niño tan tierno como tú cerca de esta bestial persona?

-Soy su guardián. –Ichigo se echó a reír y le agarró la cabeza al niño.

-Con eso no habrá problema alguno. –Cambió su cara de diversión por una más seria. –Acabo de saber de algo. –Lo dijo con un tono especial que supe reconocer.

-¿Ahora qué?

-Fueron a buscarte a tu casa. –Eso no me gustó nada.

-¿QUÉ ESOS HIJOS DE PERRA HICIERON QUÉ?

-Parece que ya no les parecieron tus evasivas, ya no es seguro que vuelvas. –Ajusté a Raziel, que seguía adormilado, sobre mis hombros.

-Nos vamos.

-¡Grimmjow! ¡Espera! ¡Espera! ¿A dónde podrías ir? –Me detuvo jalándome del hombro.

-¡¡¡A cualquier parte!!!

-¡Ya sabes qué te puedes hacer!

-Tienes razón. –Le entregué al mocoso. –Cuídalos, iré a refrescarles la memoria a esa bola de estúpidos.

-¡¡No seas idiota!!  ¡Sí vas hoy, seguro que te están esperando!

-¡Qué mejor!

-¡Piensa en ellos! –Demonios. Ulquiorra y Raziel se habían sentado en el suelo mientras Kurosaki y yo discutíamos. Respiré hondamente.

-¿Qué propones? –Me calmé.

-Vamos a mi casa.

-¡Ni loco!

-¡Grimmjow! ¡Deja de estar de cabeza hueca!

-Ellos saben dónde vives ¡¿No lo haz pensado?!

-Fueron antes que a tu casa. –malditos sean. –Chad está con mi hermana, empacaron un par de cosas y junto con papá fueron a visitar a una tía mía que vive lejos. Así que pasen la noche allí y después veremos. –No tuve más opción.

Llegamos a la casa Kurosaki. Raziel estaba preocupado y en brazos de Ulquiorra.

-Arriba está mi habitación. –Dijo Ichigo.

-Grimmjow… -Me llamó el duende.

-Ve a dormir.

-¡No quiero!

-Raziel, no estoy para discusiones. Vete a dormir. –Me dejé caer en el sillón mientras masajeaba mis sienes.

-Yo podría… -Un momento.

-Regresen. –Dije aún sin creer la excelente idea que se me había ocurrido.

-¿Qué? –Dijo en tono de reclamo.

-¡Puedes hacerlo! –Me arrodillé para poder tener a Raziel a la altura de mis ojos. –Llévalo de regreso. –Ichigo me miró sin entender.

-¿Estás loco? ¿Qué tal si Szayel-san ya no puede llevarte a Hueco Mundo porque no estoy a tu lado? –ignoré la mirada reclamadora de Ulquiorra.

-Explícales entonces. No puedo cuidarlos. –Ichigo desaparecía. –No puedo protegerlos a los dos aquí. –El príncipe se acercó. Le miré. -¿Entiendes?

-Pero, Grimmjow. –Raziel me abrazó. –No quiero separarme. Soy feliz cuando estoy con ustedes. –Comenzó a lloriquear. -¡No quiero! –No pataleó como un niño malcriado. Me apretó con sus manitas y echó sus sinceras lágrimas a mi ropa. Pequeño niño. Ingenuo infante, eso es lo que es.

-Vuelvan por mí, sí están seguros de que eso es lo que quieren. –Me levanté y puse mi mano sobre la cabellera azul de Raziel. –Cuídense. –Me dí la vuelta, pero en eso, Ulquiorra me agarró del antebrazo, me dio la vuelta rápidamente y me besó.

-Eres un idiota. Yo no necesito que me cuides. –Claramente permanecía tan serio como suele ser, pero sentí (bastante) el enojo en sus palabras. –Pero sí representamos un estorbo para ti…

-Sabes que no es eso. –me comenzó a doler la cabeza. –Mejor… ya váyanse. Estarían mejor si esto no pasara.

-¿De qué sirve que desees hacerte el fuerte? –Recordé unas palabras similares que Ichigo me había dicho antes. “¿Para qué te fortaleces? ¿No es para estar con quien quieres? Eres un idiota Grimmjow, nunca hagas a un lado lo que deseas, porque después lo vas a perder”

Pero eso no me servía de nada. No es que ellos me estorben, pero prefiero evitar ponerlos en una situación de riesgo de la que me arrepentiría la vida entera. Eso quise decirles, pero de pronto, escuché un alarido de Ichigo siendo azotado contra la puerta. Miré de reojo a aquellos dos.

-¡¡Date prisa, Raziel!! –Salí corriendo. Me detuve sosteniendo el marco de la puerta. –Esperen mi regreso. –Y fui hacia donde Ichigo estaba siendo golpeado por un sujeto de cabellos rojos carmesí y mirada astuta. –Maldito Abarai.

-Hasta que haces la esperada aparición, Grimmjow Jeaguerjaques. –Reconocí de inmediato la voz que me llamó desde la espalda.

-Hey, maldito Byakuya. Hace mucho que no te veía, desgraciado. –Un pelinegro de alta estatura, mirada fría estaba sentado en el techo de la casa.

-Eres un niño muy malo, Grimmjow-chan. –la voz del nuevo líder. Un maldito mocoso de cercanos quince años. Sus cabellos eran blancos y una prepotente mirada color aguamarina y hielo. –Nosotros que venimos en santa paz a buscarte, incluso en la casa que ya habíamos quemado con anterioridad. –Jugaba con su celular sin mirarme a la cara. -¿Y Bien? ¿Ya tienes la respuesta que esperamos escuchar?

-Ya la sabes: váyanse al diablo. –El peli blanco cerró su celular.

-Ay, Grimmjow, se ve que no maduras. –Caminaba con las manos en los bolcillos y manteniendo una sonrisa socarrona. –Te necesitamos, ¿No podrías agradecer que no hayamos matado a la familia de tu amigo? –Miré a Ichigo y apenas se estaba logrando incorporar. –O mejor aún, por qué no nos alabas y besas los pies porque no hayamos asesinado a aquellos dos que ocultas con tanto recelo. –Me congelé. ¡Esos desgraciados sabían de Ulquiorra! Miré rápidamente a la casa, queriendo introducirme de nuevo para saber si ya se habían ido a Hueco Mundo, pero todos supieron mis intenciones. Byakuya apareció delante de mí y me dio un golpe en el estomago que sólo logró ponerme en el suelo.

-Quédate allí. –Dijo el frío pelinegro. Maldita sea. –Búsquenlos. –Ordenó a varios tipos de negro, muchos que yo no conocía. –Y tráiganlos.

-¿Aún con esa idea, Grimmjow? –Diablos, diablos, diablos, diablos. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué debo hacer?

*Mi desesperación sólo pudo aumentar*

 

 

 

Notas finales:

>:DDDD sufran! xDDDD gracias por sus comentarios! ya los contesté todos!


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