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Notas del capitulo:

Grimmjow empieza a vislumbrar sentimientos

 

-¿Te atreverás a volver a tocarme? –Me asalto esa pregunta. Estaba actuando tan extraño. En unos segundos podría jurar que destrozaría a este tipo de poder hacerlo, y ahora, aunque también mantengo la idea de destruirlo… planeo que sea de otra forma mucho más creativa.

 

Espera. ¿Después de esto que? ¿Aizen me querrá muerto?

 

El de ojos verdes me miro estático en su lugar, respiro un par de veces más y se disponía a bajar. Olvidare lo que ocurrió.

 

Tome una de las frutas y la deje debajo de mí. Estaba tratando de ordenar mi loca mente, de manera que no me fuera tan difícil entender. Ahora que me detengo. ¡Esta tarea es estúpida! Oh cierto, después de esto se supone que debo encargarme de otras cosas mas. Algo relacionado con Kaname. Al parecer planean calcular mis habilidades de una manera menos tediosa.

 

Comenzaran a entrenarme. Aparte de ser recolector, cuando este listo formare parte del sector de vigilancia que tiene Gin. Ignoro el porque del cargo, pero me quieren mantener entretenido.

 

 Ahora ya estoy mas tranquilo, el albino se dedico a vagar entre las yerbas y yo regrese a mi estado, al fin, normal. De repente, escuche las débiles patitas de Bastet, venía escalando muy a su manera el árbol. Me miro con gesto molesto, pero al preguntarle que le sucedía se quedo mudo. Me desesperan, todos estos engendros derriten mi última gota de paciencia. Y es necesario aceptar que no es mucha.

 

Baje de improviso y camine sin ver al de ojos verdes. No temo volver actuar como antes. Si ocurre, ya veré que hacer. No creo que sea muy difícil olvidar lo que paso. Fue un simple beso después de todo. No hay porque exagerar las cosas. Es mas, no es como si mi preferencia hubiera cambiado. Simplemente tenía ganas de besar a alguien y este casualmente estaba ahí.

 

En un momento, eso me despertó del aparente trance. Menee la cabeza varias veces incrédulo de lo recién ocurrido.

 

-¿Sucede algo? –Preguntó de lo más normal.

 

-Nada –Pase de largo y me dirigí a donde suponía el deslizador. Me detuve en seco al ver que no me seguía el tal ¿Cómo se llama? Ah, si. Ulquiorra. -¿Te iras por tu lado?

 

-Aún no te debes de ir.

 

-¿A no? –le inquirí molesto. ¿Qué clase de patrañas eran esas?

 

-No –Contesto en seco. No aguante mas y lance a sus pies lo recolectad me apresure y le jale de su estúpida gabardina blanca.

 

-Deja de joder. –El me miro tranquilo, tomo mi brazo y comenzó a imprimirle fuerza. Un cierto dolor cubrió la zona. Pero no lo demostré. No le tengo miedo a este tipo, jamás lo tuve. Si pudiera pelear con el… soy tan imprudente. ¿Cómo enfrentarme a alguien con espada? Las peleas callejeras eran mi vida desde que tuve uso de razón hasta preparatoria. ¿Qué había pasado con aquella seguridad de Dios?

 

Al parecer, todo se desvaneció desde que había sido transferido de Ciudad. Iniciado un “nuevo” camino  y adaptarme al absurdo nivel de vida al que me sometí por idiota. De repente, en ese pequeño vaso de cavilaciones me di cuenta del porque detestaba tanto a estas personas. Todos eran fuertes, extremadamente fuertes, mi frustración radicaba en encontrarme “indefenso” ante tal masa de sujetos extraordinarios. En especial del castaño de nombre Aizen y del pelinegro Ulquiorra.

 

Lo que quiero es… Lo convertiré en cenizas a mi antojo. Me divertiré luchando con personas cada vez que lo desee. Probar mi bestial fuerza en un suspiro estremecedor.

 

-Conviérteme en uno de ustedes –Le ordene cuando nuestros rostros estaban a dos centímetros de cercanía. El peli negro se introdujo lentamente en mi mente. Al parecer buscaba una razón suficiente para negarse.

 

-No se de que hablas –Suspiro y cerro los ojos. Esa es una nueva y muy interesante reacción en este sujeto. Quiero creer que fui el primero en provocarla.

 

-¡No te hagas el idiota! –No me había dado cuenta que el ya no sostenía mi brazo, ni ejercía fuerza en su mirada. –Ustedes, ninguno de ustedes es normal. No son seres humanos. ¡Dime que tengo que hacer para ser más fuerte que todos ustedes! –Dejarme llevar por mis emociones es mi punto débil.

 

-Pensé que querías regresar a tu mundo. Además para nosotros tú eres el anormal –Dijo en tono burlón. No era posible, mi naturaleza real estaba saliendo mas rápido de lo previsto. En realidad, mande todo al demonio por la remota posibilidad de moverme como ellos lo hacen, de respirar lo que ellos respiran. Quería ser como ellos. Espera, No.

 

Quería pelear, destrozarlos y proclamarme Rey. ¡Que idea más original! Ese era mi idea desde el principio. ¡Yo no quiero regresar! Este es MI mundo.

 

-Jamás. –Jure en un intento por no volver a gritar. Solté a Ulquiorra despectivamente y me cruce de brazos. –Yo no creo en todas las patrañas de tu padre. Se que hay mas como ustedes, y que puedo volverme como tú–El peli negro respingo casi invisiblemente. Soy una bestia, pero no estúpido.

 

-Supongo que te debo de reconocer cierto merito. Aunque debo decir que no es correcto al cien por ciento.

 

-Eso no me importa. Mi único interés es volverme fuerte.

 

-Puedo preguntar  ¿A Qué se debe tan repentino cambio? –Puso las manos blancas sobre su hakama.

 

-Me hiciste recordar algo. –no quería admitir que por culpa de este tipo me había dado cuenta de lo que realmente quería, pero realmente TENGO que ser como ellos. No. Tengo que ser mil veces mejor que ellos. Ah, cuanto extrañaba sentir la adrenalina que se desprendía por cada fibra de mí ser cuando me enfrentaba a alguien. Era mi vida, así era Mi vida. Odie el momento en que deje que se fuera todo a la basura. Aún no recuerdo como fue que tal tontería ocurrió. Y ahora, se había presentado la oportunidad de regresar a esos tiempos. Y mejorado. –Y se otra cosa, tu padre tiene interés en mi. Así que niégate todo lo que quieras. Iré con Aizen. –Me di la vuelta dispuesto a dedicarme a lo prometido. Pero una blanca mano jalo de mi brazo para detenerme.

 

Lo que vi, me dejo mudo por unos segundos. El albino me miraba con los ojos abiertos, no se confundan, era mucho mas de lo normal. No puedo definir lo que esa mirada quiso expresar. Pero logro parar mi plan, por ahora.

 

-Yo, no me estoy negando a nada –Me soltó, al parecer sorprendido de lo que el había hecho. –Le diré lo que deseas a Aizen-sama. –A mi nadie me detiene sin una buena escusa. Y esa rayaba en lo psicópata.

 

-¿Acaso no quieres que me acerque a tu querido padre? –Le pregunte tomándolo por los hombros, levante mi mentón y me puse a reír. ¡Como si pudiera hacerle algo ahora!

 

-… Si, es eso. No quiero que te le acerques. –Suficiente de esa relación devota enfermiza.

 

¿Qué clase de tonterías estoy diciendo?

 

Peor aún ¿Qué idiotez voy a cometer?

 

-Sigues con las mismas intenciones –Aseguro manteniendo la calma.

 

-Si sabes cuales son. Si no me detienes es porque te agrada que te toque –le dije ladinamente.

 

-Por supuesto que no me agrada. Te estas equivocando; pero me das lástima.

 

-¿Me dejaras hacerte lo que quiera solo por lástima? –Bufe.

 

-No me puedes causar daño. Eres débil.

 

Eso fue lo último.

 

Hace cinco minutos Lo tenía contra la yerba. Lo miraba furioso e intente romperle la cara. ¿Por qué hablo en tiempo pasado? Porque llego alguien y me rasguño a tal punto que mi espalda ardió como endemoniadas llamas, me lance hacia atrás para intentar atraparlo pero este ya estaba entre las piernas del oji verde, que ahora estaba sentado mirando seriamente la escena; Bastet me regresaba la mirada de reto. Me enseñaba sus colmillos de “peligrosa” manera y sus garras amenazaban con saltar sobre mí de nuevo.

 

Me gruño y su pelaje ya estaba erizado al máximo. Como si quisiera protegerlo. ¿De quien? De mi obviamente.

 

-Tsk –Me mantuve en el mismo lugar. –Deja de jugar Bastet, regresemos.

 

-¿Bastet? –Murmuro el peli negro tomándolo entre sus blancas manos. El Gato se relajo de inmediato al tacto del albino. Y le ronroneo. Maldición, ahora resulta que el chico malo de la película soy yo.

 

Entre un giro rápido de las cosas, ahora Bastet estaba siendo jalado del pellejo por la mano de la chica de cabello rosa. Vulgarmente conocida como Szayel. Oh, perdón creo que era hombre.

 

-Suéltalo –Ordene. Este loco no planea nada bueno con MI juguete, llamado duende o como sea.

 

 

-Vine por el –Me sonrió echando en gala su ante orden. –Y por ustedes.

 

Notas finales:

 

 

 


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