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"The orchids of the silence: Resurrección" por Mizuki Nagano

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Notas del fanfic:

 

 

     El sol se ocultó en el horizonte para dar paso a la oscuridad de la noche. Las estrellas comenzaron a brillar intensamente, iluminando el cielo despejado. La luna se podía observar en su totalidad, alumbrando levemente todo a su alrededor. Algunos rayos de luz entraban en la habitación, haciendo que todo se distinguiera bastante bien dentro de ésta. La habitación era de gran tamaño y toda de blanco. Había enormes pilares de mármol en un extremo de la habitación con visillos que colgaban del techo, una enorme cama con sabanas blancas y muebles haciendo juego. Entre los pilares, el espacio era abierto dejando ver el paisaje nocturno. Una escalera de 5 peldaños y de gran diámetro se ubicaba entre ambos pilares, bajando hasta una pequeña laguna, el cual sus aguas cubrían parte de la escalera. La tibia brisa nocturna entraba por este espacio, moviendo de vez en cuando los visillos y refrescando el ambiente.

 

     Ambos estaban sentados en el primer peldaño de la escalera, con sus pies desnudos en el agua de la pequeña laguna que se encontraba junto a la habitación. Era de aguas cristalinas, muy tranquilo y estaba llena de flores del loto… todas de color blanco. Movían sus pies para hacer pequeñas ondas en el agua. Ninguno era capaz de abrir la conversación que tenían pendiente, solamente se dedicaban a observar el movimiento del agua causado por ellos mismo y, de vez en cuando, mirar disimuladamente al que estaba sentado al lado. Llevaban bastante tiempo en aquella situación hasta que uno de los dos dio un largo suspiro, lo que significaba que se había decidido a hablar.

 

- La verdad tenía la esperanza de que ustedes dos me olvidaran… - dijo Beliar sin mirar a Miguel. Seguía mirando el agua mientras movía sus pies -. Fue muy descuidado de mi parte no haberle quitado la orquídea a JC -.

 

- Me alegro mucho de que no lo hayas hecho – sonrió -. Aun así… no esperaba encontrarte pronto. Solo tenía una suposición sobre ello, pero estoy tan feliz de que haya sido así – volteó a ver al demonio y le sonrió. Este último también volteó a observarlo, pero solo había tristeza en su rostro, lo que hizo que la sonrisa de Miguel se desvaneciera y le entrara la preocupación -. ¿Qué… qué pasa? -.

 

- No quería que ustedes supieran que yo seguía vivo – Beliar prefirió no mirar al arcángel mientras hablaba -. Con la decisión de JC, de rehacer su vida… creí que se olvidaría de mí. Para mi… hubiera sido mejor así y que encontrara a alguien mas – Miguel prestaba atención a lo que decía Beliar -. Creí que tú harías algo similar, pero debí imaginar que ninguno de los dos se daría por vencido tan fácilmente ¿no? – miró sus manos que estaban en su regazo y se quedó en silencio por unos segundos -. Ahora que lo pienso… fue una estupidez haberte seguido hacia el prado -.

 

- ¿Me seguiste? – sorprendido. Beliar asintió -. O sea que… ¿sabías que yo había ido donde JC? ¿Tú estabas ahí? -.

 

- Si… - todavía no se atrevía a mirar a Miguel -. Si hubiera sido más inteligente, simplemente los hubiera dejado a ustedes con sus suposiciones y nunca habrían sabido la verdad – el arcángel se entristeció ante esto -. Siempre iba a ver a JC ¿sabes? Aunque sea una vez a la semana para saber como estaba, pero siempre me oculté para que él no se diera cuenta de mi presencia. Mayoritariamente lo iba a visitar en las noches mientras él dormía, solo a veces lo hacía de día… pero nunca creí que a ti se te ocurriría ir a hablar con él, así que… me escondí… solo me limite a escuchar lo que estaban hablando. Por lo menos no te habías percatado de mi presencia y en una oportunidad creí que te marcharías, solo hasta que vi que mirabas en dirección al velador… donde JC tenía la orquídea… – miró a Miguel y luego suspiró -. Si lo hubiera sabido, créeme que hubiera hecho lo posible para haberle quitado la orquídea a JC y así todo seguiría su curso normal… -.

 

- ¿Cómo puedes decir eso? – estaba dolido -. Es verdad que JC y yo sufrimos mucho, pero… pudiste haber… -.

 

- ¡Por mi causa, él casi muere! – dijo enojado y cortando lo que Miguel decía de golpe -. ¿Y tú?… Yo te hice daño… Ya te lastimé demasiado… – bajó la mirada. Se quedaron nuevamente en silencio por unos minutos -. Yo no debería estar aquí… – se levantó del lugar y fue en dirección a la cama en donde, a los pies de esta, se encontraban sus botas negras.

 

- ¿Qué? – Miguel se levantó rápidamente para evitar que se fuera. Tomó al demonio del brazo y lo volteó para que lo mirara a los ojos -. ¿De qué hablas? -.

 

- Vamos Miguel… tú y yo sabemos que es un riesgo que yo esté aquí – mirándolo -. ¿No es aquí en donde están los siete arcángeles? – Miguel no respondió -. Dudo que estén muy felices si se percatan de mi presencia -.

 

- ¡A mí no me importa lo que piensen ellos! – seguía sosteniendo a Beliar del brazo – Además, ahora solo estamos tu y yo… ellos no se encuentran aquí – se miraron mutuamente a los ojos.

 

     Miguel levantó su mano hacia el rostro de Beliar para acariciarle la mejilla. Comenzó a acercarse lentamente hacia el demonio para juntar mas sus cuerpos y luego lo hizo con sus rostros. Ambos cerraron sus ojos. El arcángel sentía el tibio aliento de Beliar en su rostro. Esperó unos momentos para disfrutar la sensación y sonrió, antes de acercarse completamente y unir sus labios con los del demonio. El beso fue tímido al principio, pero luego fue tomando mayor intensidad. Miguel comenzó a empujar suavemente a Beliar para recostarlo en la cama… todo sin romper el beso, luego se acomodó por encima del demonio y comenzó a dirigir sus besos a su cuello, mientras que Beliar empezó a dar pequeños gemidos de placer. Comenzó a recorrer con sus manos el cuerpo del demonio y a desvestirlo lentamente, dejándolo después de unos minutos completamente desnudo. Miguel se alejó un poco para contemplar el bien formado cuerpo del demonio. No pudo evitar relamerse los labios y demostrar en sus ojos toda la excitación que sentía en el momento. Se desvistió rápidamente antes de comenzar nuevamente a trabajar en el cuerpo del demonio. Se iba a dirigir en busca de sus labios, cuando Beliar lo detuvo suavemente poniendo una de sus manos en su pecho desnudo.

 

- No puedo hacer esto, Miguel – había algo de tristeza en sus ojos.

 

- ¿Por qué? – sorprendido por la acción y reacción del demonio.

 

- Es imposible que me perdones tan fácilmente… No me cabe en la cabeza que sea así – sus ojos se llenaron de lágrimas -. Seamos sinceros, Miguel. ¿Cómo es posible que me perdones tú, si ni yo puedo hacerlo conmigo mismo? – algunas lágrimas resbalaron por su rostro.

 

- Así que, es eso… - cerró sus ojos y suspiró aliviado -. Beli… - sonrió -. ¿No te basta con que te diga que te perdono? ¿No te basta con que JC piense de la misma manera que yo y que también sea capaz de perdonarte? – acarició el rostro del demonio, atrapando una de sus lágrimas con sus dedos -. Dime, Beli… -.

 

- Es que… no puedo entenderlo – sonrió con melancolía.

 

- Mira… - Miguel tomó una de las manos del demonio y la llevó hasta su pecho, justo donde se podían sentir los latidos del corazón -. Dime que sientes… Lo que percibes…  - Beliar se quedó mirando el pecho del arcángel, antes de mirarlo a los ojos y mantener su vista fija en él -. ¿Puedes sentir… que si te he perdonado? -.

 

     Beliar sonrió al darse cuenta de que Miguel si le estaba siendo sincero, de que le decía la verdad con respecto al perdón, luego cerró sus ojos para sentir mejor los latidos de su corazón, acto que a Miguel le agradó. El arcángel no resistió la tentación de volver a besar los labios del demonio al verlo en aquella situación. Lamió lentamente los labios de Beliar para luego poder besarlo con más fuerza y pasión. Comenzó a recorrer su cuerpo con sus manos mientras lo seguía besando, luego descendió por su cuello y hasta su torso  para luego seguir bajando hasta el abdomen, dejando un camino de saliva en el cuerpo del demonio. Beliar gemía cada vez mas fuerte y se aferraba de las sábanas con fuerza. Miguel comenzó a hacer círculos con su lengua, jugando con el ombligo del demonio y de vez en cuando observaba las expresiones de placer de éste, lo que simplemente le provocaba mas excitación y satisfacción. Luego el arcángel  volvió a besar  Beliar, acomodándose entre sus piernas mientras este último rodeaba el cuello de Miguel con sus brazos y le permitía el siguiente paso. Miguel se adentró en el cuerpo del demonio lentamente. Algunos gemidos escaparon de los labios de Beliar ante la intrusión por parte del arcángel. Miguel comenzó a moverse inmediatamente, porque sabía que si no lo hacía Beliar terminaría por recriminárselo como siempre. Las respiraciones de ambos comenzaron a aumentar en intensidad, a medida de que las embestidas por parte de Miguel eran más fuertes y rápidas. Beliar se aferraba fuertemente al cuello de Miguel, jadeándole en el oído y pronunciando su nombre, lo que complacía al arcángel. Llegando casi al clímax, sus cuerpos comenzaron a tensarse producto del orgasmo que se avecinaba. Miguel bañó con su esencia el interior del demonio y este último derramó su semilla en el abdomen de ambos. Luego, Miguel se acomodó entre los brazos de Beliar y se recostó en su pecho con una sonrisa en los labios acto que imitó el demonio. No quisieron decir nada para no romper el encanto del momento. Ambos intentaron calmar sus agitadas respiraciones mientras que, poco a poco, caían rendidos por el cansancio.

 

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      JC no había logrado conciliar el sueño durante casi toda la noche. Faltaban un par de horas para que sonara la alarma del despertador y tuviera que comenzar el día de trabajo nuevamente… todo parte de la rutina. Daba vueltas una y otra vez por la extensa cama, intentando acomodarse para lograr dormir, pero la conversación con Miguel le seguía dando vueltas en la cabeza.

 

- Maldita sea… - dijo cansado y resignado a que no podría dormir.

 

     Encendió la luz de la lámpara de su velador y colocó uno de sus brazos por debajo de su cabeza. Dio un largo suspiro y observó el techo por unos minutos para luego dirigir su vista hacia la ventana recordando nuevamente toda la conversación con el arcángel. Suspiró pesadamente y volvió a mirar el techo de la habitación por otros minutos más, antes de decidirse a levantarse y comenzar el día antes de lo esperado.

 

- Al que madruga, Dios lo ayuda…  – dijo en vos alta el dicho popular para intentar darse ánimos.

 

     Se levantó de la cama, solo dormía con un bóxer y una polera, y se dirigió al escritorio a ver los documentos que tenía que presentar ese día. Tendría una reunión importante con algunos gerentes de la empresa, además de la discusión sobre el nuevo socio que pensaba unirse a él. Luego de repasar los documentos y ojearlos nuevamente para que todo estuviera en orden, se volteó y observó  el velador con la orquídea. No pudo evitar sonreír ante la esperanza de volver a ver a Beliar y decirle lo mucho que lo sentía. Cerró sus ojos e intentó calmarse un poco. Acordarse de lo último sucedido lo atormentaba a montones. Soltó nuevamente otro suspiro, dejó los papeles sobre el escritorio y se encaminó hacia el baño.

 

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     Había amanecido hace bastantes horas y la luz del sol se colaba por entre los pilares y los visillos de la habitación, iluminándola por completo.

 

     Miguel comenzó a dar señales de querer despertarse. Se revolvía entre las sabanas y de vez en cuando daba pequeños gemidos… estaba algo somnoliento. Abrió sus ojos lentamente observando el techo y se pasó una de sus manos por el rostro, luego dio un suspiro y decidió incorporarse en la cama. Llevó ambas manos al rostro para intentar despertarse de una buena vez y luego observó hacia la pequeña laguna. Sonrió al darse cuenta del excelente clima que tenían. Puso una de sus manos en su frente y se apoyó en una de sus piernas, quedando en esa posición por algunos segundos, luego deslizó su mano por su nuca hasta llegar al cuello moviéndolo un poco. Una nueva sonrisa se dibujaba en su rostro al recordar lo que pasó la noche anterior. Inmediatamente dirigió su vista a su lado para ver si todavía se encontraba Beliar dormido junto a él. Para su sorpresa, el demonio seguía dormitando tranquilamente. Era la primera vez que Beliar se quedaba a dormir junto a él y eso lo ponía feliz. Se acercó y se acomodó por la espalda del demonio, abrazándolo posesivamente y comenzando a besar su cuello hasta llegar a sus hombros. Seguía en esto último cuando tocaron a la puerta de la habitación.

 

- Demonios… - frustrado por no poder seguir con lo que tenía en mente.

 

     Se levantó sin ningún tipo de ánimo. Tomó una bata de seda blanca y cubrió su cuerpo desnudo, luego se dirigió hacia la puerta. Al abrirla se encontró con Uriel que lo miraba algo molesto. Miguel salió rápidamente y cerró la puerta detrás de sí para que su compañero no se diera cuenta de que un demonio se encontraba en el lugar, aunque la preocupación se apoderó inmediatamente de él, por la sencilla razón de que Uriel conocía perfectamente a Beliar y mucho antes que él mismo.

 

- Hola… - estaba un poco nervioso.

 

- ¿Sabes qué hora es? – esperó una respuesta por parte de Miguel pero no obtuvo ninguna -. No me digas que se te olvidó que hoy teníamos reunión con el consejo… -.

 

- Me quedé dormido… - paso su mano por sus cabellos.

 

- Miguel…  - cerró sus ojos algo enfadado por la actitud del otro arcángel. Respiró profundo para intentar calmarse -. Mira… Yo te espero afuera y tú terminas de vestirte ¿ok? -.

 

- Si… -.

 

     Uriel giró en dirección a las afueras del templo y Miguel intentó entrar rápidamente a la habitación. Uriel solo alcanzó a dar unos cuantos pasos más, cuando se detuvo en seco. Había algo en el ambiente que comenzó a inquietarlo y lo peor era que sabía perfectamente que era. Se giró nuevamente para encarar a Miguel que ya casi había entrado en su habitación.

 

- Miguel… - comenzó a acercarse al susodicho que salió rápidamente al escuchar su nombre -. ¿Puedes decirme que hace un demonio aquí? – intentaba controlar su enojo. Miguel no supo exactamente que decir, lo que aumentaba el enojo en el otro arcángel -. Dime… ¡¿qué hace Beliar aquí?! -.

 

- ¿Cómo sabias que…? – confundido.

 

- ¡Conozco perfectamente a ese demonio como para saber de qué se trata de él! – miró a Miguel a los ojos para luego desviar la mirada, ya fastidiado con la situación y colocar una de sus manos en su cabeza frotándose la sien -. Sabía que esto podía pasar… Solo era cuestión de tiempo… - dijo mirando al suelo.

 

- ¿Qué? – completamente confundido y sorprendido por lo dicho por Uriel -. Dime si estoy mal… ¿Me estás dando a entender de que tú sabías que Beliar estaba vivo? – observó a su compañero y este le devolvió la mirada. Uriel esperó unos segundos antes de responder.

 

- Si… -.

 

-¡¿Desde cuándo lo sabías?! – enojado.

 

- Desde hace un poco más de cinco años… - desvió la mirada.

 

- ¿Y no fuiste capaz de contarme? – no quiso alzar la voz, pero seguía enfadado.

 

- Era para protegerte… - se miraron mutuamente por unos segundos -. Y si no te importa… Ahora mismo se va este demonio de aquí -.

 

     Uriel entró rápidamente a la habitación de Miguel, seguido por este último. Ambos observaron la enorme cama, pero el demonio no es encontraba ahí. Buscaron a Beliar con la mirada, pero fue el ruido del agua quien hizo que ambos arcángeles miraran en dirección a la laguna. Beliar se encontraba completamente desnudo y las gotas de agua corrían por su cuerpo. El demonio se estaba acomodando su cabello mojado cuando se percató de que era observado. Dirigió su vista hacia el frente y sonrió, acto que sonrojó a los dos arcángeles que lo habían observado detenidamente, esto solo hizo que Beliar riera por lo bajo. Miguel recuperó la compostura rápidamente y volteó a ver si su compañero había hecho lo mismo, pero lo que vio fue como este seguía observando detenidamente al demonio. El arcángel se aclaró la garganta para llamar la atención de Uriel, consiguiendo su cometido, ya que este desvió la vista rápidamente apenado por lo sucedido. Miguel se encaminó hacia la cama y sacó las sábanas para luego dirigirse hacia el demonio.

 

- Podrías taparte un poquito ¿no? – dijo molesto.

 

- Yo creo que ustedes lo estaban disfrutando – sonrió pícaramente y seguía acomodándose el cabello.

 

- Solo vístete… - sonrojado. Le pasó las sábanas para que se cubriera y luego se vistiera.

 

- De acuerdo… - se dirigió hasta la cama cubierto por la sábana, luego comenzó a vestirse con sus ropas, mirando de vez en cuando a los dos arcángeles… algo divertido. Cuando terminó de vestirse se acercó un poco a Miguel y lo miró seductoramente -. Aunque finjas molestia… se que te encantó lo que vistes – se acercó hasta alcanzar su oreja para susurrarle lo siguiente – Podemos repetir esto cuando tú quieras… - lamió su oreja sensualmente haciendo estremecer al arcángel, luego se giró y observó a Uriel quien había mirado la escena -. Ya me voy de aquí. No es mi intención provocarle más problemas a Miguel -.

 

- Como que no te creo eso… - dijo Uriel con fastidio. Esto provocó una risa en el demonio.

 

- Nos vemos luego, Uriel. Fue realmente “placentero” volver a verte… - sonrió y luego se retiró del lugar.

 

     El silencio se apoderó de la habitación por unos minutos. Los dos arcángeles se intercambiaban las miradas, solo hasta que uno de ellos se decidió a hablar.

 

- Luego de la reunión con el consejo, hablaremos muy seriamente de este asuntito, Miguel – se dirigió hacia la puerta y antes de salir, habló nuevamente -. Vístete rápido… te espero afuera del templo – salió y cerró la puerta tras de sí.

 

     Miguel comenzó a vestirse rápidamente para alcanzar a su compañero y no demorarse más de la cuenta. Al terminar, suspiró y cerró sus ojos aliviado por el momento, luego de haber pasado por aquella tensa situación, pero sabía que luego de la reunión, tendría que enfrentar nuevamente a Uriel…

Notas finales:

Espero que les haya gustado el primer cap de esta segunda parte del fic y perdón por las faltas de ortografía... prometo leer todo el fic nuevamente para poder repararlas xD.


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