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Kami no Tenshi por Ainu

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Notas del capitulo:

Bien, he escrito otro fanfic. Una cosa para quien vaya a dejar comentarios: Es shojo-ai, es decir, NO tiene lemon, ni lo tendrá. Si quiero escribir un lemon, lo escribo, no modifico mis fanfics Shojo-Ai en los que lo más que veáis sea un lime poco explícito. Lo siento, tenía que decirlo.

Espero que os guste!

Cerró la puerta tras de sí, abrazándose a sí misma y dejando que la oscuridad del cuarto la envolviese. Había sido, sin lugar a dudas, la peor misión que habían hecho en mucho tiempo. Se soltó el pelo azul con hastío, mordiéndose el labio inferior hasta hacerse sangre. Clavó sus ojos ambarinos en el suelo de madera lleno de papeles arrugados, sus intentos fallidos de intentar perfeccionar sus técnicas durante las últimas semanas. Se quitó la capa y se tumbó en el fūton bocabajo, apoyando la cabeza en sus brazos cruzados. En silencio, escuchó: proveniente de algún lugar, alguno de sus camaradas discutía acaloradamente con Madara, otros se movían de acá para allá, algunos simplemente estaban de misión, privándole del placer de escuchar sus gritos omnipresentes a cualquier hora del día; por encima de todo eso se podía oír claramente cómo un fuerte vendaval golpeaba las ventanas y las golpeaba con gruesas gotas de agua helada, algunas de éstas se colaban por los marcos en mal estado y mojaban la pared en pequeños y finos regueros. Konan se tumbó de lado mirando el cielo encapotado en gris que cubría todo el País del Agua, se hizo un ovillo y entornó los ojos bajando la vista a su anillo plateado con un grabado en blanco. Blanco, puro, pensó, como los ángeles. Angel de Dios, se dijo en voz baja y esbozando una sonrisa un poco forzada.

 

La joven aguzó el oído al escuchar pasos en el pasillo laminado de madera y se acurrucó aún más, decidida a hacerse la dormida con tal de evitar alguna conversación o discusión con Yahiko sobre cualquier cosa, sobre la misión, sobre sus fallos, sobre su torpeza, sobre Madara, los jinchurikis, la organización, el plan, sobre los planes futuros,... Escuchó cómo se deslizaba la puerta corredera de papel y cómo quienquiera que fuese la cerraba al entrar. Tragó saliva y con la boca seca preguntó:

-¿Y-Yahiko?

Al no obtener respuesta, se volvió a acurrucar pegando las rodillas al pecho en posición fetal.

-Entiendo que estés enfadado. Yo... Ha sido un fallo demasiado grave, demasiado estúpido, te juro que no tenía previsto que pasara nada de lo que pasó, todo tenía que haber salido a pedir de boca, y encima te falló el Shinra Tensei y ahora tu genjutsu ha perdido parte de los poderes y no sé cómo salimos vivos de aquella maldita aldea... Pero...-extrañada al no recibir respuesta, se incorporó ligeramente:- ¿Te importaría contestarme? O hacer algo que demuestre que estás prestándome aten... Chikushodo...

La otra joven se arrodilló a su lado mirándola fijamente, y Konan no pudo evitar sentir un escalofrío. Se vio reflejada en el Rinnegan, vestida con una camiseta azul grisácea y unos pantalones anchos de color negro, el pelo revuelto y con la flor de papel blanco mojada y arrugada con algunos rotos en los bordes. Recorrió a Chikushodo con la vista de arriba abajo, desde su pelo anaranjado brillante lleno de agua hasta sus manos dulcemente entrelazadas en su regazo. Parpadeó y arrugó graciosamente la nariz adornada con un piercing en el puente entre los ojos y los piercing de sus mejillas también se curvaron en la mueca.

-¿A qué has venido?¿Te ha mandado Nagato?¿Y Yahiko?

Chikushodo ladeó la cabeza, negando vehementemente. Se señaló a sí misma, señaló su anillo y señaló el suelo. No hacía falta más, pensó Konan, Nagato está curando a Yahiko para poder usarlo de nuevo cuanto antes. La chica de pelo anaranjado se incorporó y dejó su capa perfectamente doblada junto a la arrugada de Konan, para ir junto a ésta y sentarse con las piernas cruzadas. Esbozó un amago de sonrisa hacia la otra joven, cogiendo un mechón de pelo azul entre sus dedos pálidos y alargados.

-Entiendo. ¿Se siente... Te sientes...? Dios, ¿fastidié la misión?

Chikushodo negó de nuevo con fuerza, acariciando la mejilla de Konan. Ésta iba a preguntarse porqué no hablaba hasta que recordó que, mientras Nagato estuviese sanando el cuerpo de Yahiko, no gastaría chakra en cosas estúpidas con mantener conversaciones. Konan se tumbó mirando al techo blanco con algunas manchas de humedad; esperaba que por lo menos Kakuzu admitiese gastarse un poco de dinero en arreglar las ventanas y el techo. Chikushodo la imitó pegándose a ella y abrazándola por la cintura. Ella soltó un respingo ante su cercanía; olía a hierro mojado y a agua, y también a algo que no acababa de reconocer. ¿Incienso, quizá? Se acurrucó entre los brazos del Camino de los Animales sintiéndose pequeña. Ella “diría” que Nagato no estaba enfadado, que Pein, o Yahiko, según le diese la gana hacerse llamar, no iba a gritarla, de nuevo fuera de sí al no poder conseguir sus objetivos... Por lo menos Chikushodo no la miraba mal, ni la gritaba, ni nada de lo que, muy de vez en cuando, hacía Yahiko.

 

Chikushodo le alzó el mentón con delicadeza, esbozando algo parecido a una sonrisa de complicidad. Se llevó un dedo a los labios y lo puso sobre los pintados de Konan. A tanto no llego, se dijo ésta frunciendo el ceño, confusa. Chikushodo la besó colocándose casi encima suya, apoyando una mano en el fūton y otra en su cuello y entrelazando sus piernas. Apresó su labio inferior con los suyos, manchándolos de pintalabios violáceo, y se separó un segundo para que Konan tomase aire. Perpleja, miró a la chica que estaba encima suya.

-...Te preguntaría que por qué lo has hecho, pero no creo que vayas a contestarme... Hum... Tengo frío...

La otra joven la abrazó delicadamente y le esparció el pelo en un abanico azulado. Suspiró y sonrió abiertamente, ante lo que Konan sonrió también. Chikushodo se felicitó por ser capaz de, sin depender totalmente de Nagato, poder reconfortar a Konan. Movió los labios con lentitud, soltando el aire cálido sobre las mejillas sonrojadas de ésta. “Te preocupas demasiado. Descansa si quieres, te vendrá bien”, silabeó despacio. Konan asintió y se refugió en su pecho cubierto por una camiseta de rejilla.

-De acuerdo... Gracias, Chikushodo-chan...

El Camino de los Animales le acarició el pelo, entornando los ojos. Ella también debía descansar.

 

Notas finales:

Nya!


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