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Nunca encontrarás el amor si escuchas al corazón. por Arima_Shiro

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Capítulo 3: Seré su brazo izquierdo.

En una mañana fersca Tsuzuki y Hisoka se dirigían hacia el Ministerio de los Diez reyes. A pesar de que hacía bastante frío, había un sol estupendo. Iluminaba alegremente el gran edificio y los cerezos en flor. El rocío brillaba en la hierba y en las hojas. Los pájaros empezaban tímidamente a cantar. Hacia el mediodía todo estaría lleno de voces. Hisoka se había propuesto venir al trabajo junto con su compañero para evitar que este se retrasara. Últimamente, Tatsumi estaba muy irritado y sería mejor no tentarlo.
− Eto...Hisoka − comenzó Tsuzuki. − Gracias por venir conmigo. Me halaga mucho que quieras acompañarme.
− Pero si no lo hago porque quiera, baka. Si no te llevo cogido de la manita como a un niño, no sabrás llegar al trabajo. No quiero volver a tener problemas por tu falta de puntualidad.
− Entonces, ¿no quieres venir conmigo? T.T
− Claro que quiero. Si no quisiera, no vendría.
− ¡Yupiii! ¡Bién! Hisoka, cógeme de la manita, onegai ♥///♥
− ¡QUE NO!!!
Al entrar en su despacho se encuentran a Tatsumi hechando fuego por la boca.
− ¡Esto es imperdonable!!
Esa manera de saludar no le gustó a Hisoka. No le gustó nada. Le desagradó de sobremanera. Le molestó. Le dio rabia. Lo enfureció. Le tocó los *******. En resumen, fue la gota que colmó el vaso.
− ¿¡ACASO ESTA ES MANERA DE DECIR “BUENOS DÍAS”!? Si empezamos así, vamos bien. Encima que hoy he acompañado a Tsuzuki hasta la oficina para llegar a tiempo. ¿Quién eres tú para gritarme? Hemos llegado cinco minutos antes de la hora.
Hisoka estaba fuera de control. La noche anterior no pudo pegar ojo, y el cansancio y el estrés se le habían acumulado. Cogió a Tatsumi por el cuello de su camisa. Se le había olvidado dónde y con quién estaba. Lo único que pensaba en ese instante era que se moría por descargar su rabia. Tatsumi se sorprendió con la reacción de Hisoka, pero la sorpresa fue sustituida momentáneamente por la furia. Durante esos instantes no pudo dominar sus sentimientos. Se quitó de encima la mano del muchacho, agarrándola con tanta fuerza que le crugieron los huesos. Hisoka se retorcía de dolor. Ese sentimiento de odio que sentía por parte de Tatsumi era peor que cualquier tortura física.
− Escúchame bien, niño. No intentes agotar mi paciencia, porque un día de estos lo conseguirás. Y cuando pase eso, te aseguro que lamentarás haberlo hecho. Tú tienes la culpa de todo.
− Tatsumi, ¡déjale! − gritó Tsuzuki, que no podía soportar ver esa escena.
De repente, se abrió la puerta y entró el jefe Kanoe.
− ¡Buenos días! ... ¿Qué rayos está pasando aquí? No me digan que se estaban peleando.
− No, discúlpenme − dijo Tatsumi. − No debí hablarte así, Hisoka. Estaba enojado porque ayer Watari no vino a trabajar. El trabajo se nos ha acumulado y no podemos continuar resolviendo el caso. Por eso no os hablé como debía. Lo siento, los nervios me jugaron una mala pasada.
− No es nada. A mí también se me fue la mano.
− Así me gusta, que hagan las paces − concluyó el jefe. − Ninguna organización puede funcionar bien si no hay una cierta complicidad entre los trabajadores. Hablando se puede resolver cualquier conflicto. Volviendo a lo de Watari. Nuestro científico estará de baja un intérvalo de tiempo indefinido por motivos personales.
− ¡Pero no podemos trabajar sin él!
− Calma, Tatsumi. Hoy estás realmente alterado. En cuanto supe la noticia, me encargué de buscar a una persona para sustituirlo. Es muy competente, con ella casi no notaréis la ausencia de Watari. Os presento a Karin.
Se abrió la puerta dejando pasar a una joven señorita. Su fino rostro era iluminado por una tímida sonrisa. Llevaba un maquillaje que la hacía incluso más bonita de lo que era, pero que no llamaba la atención. Detrás de las ovaladas gafas se escondían unos ojos grandes y muy expresivos. Su rubio cabello caía suelto detrás de sus hombros. Era muy largo, pero no se ajustaba a ningún corte en concreto − estilo indefinido. La ropa no era pretensiosa: la joven llevaba una blusa blanca y una falda azul marino que le llegaba hasta las rodillas. Los largos pendientes y los zapatos de tacón completaban el conjunto.
− Hola. Me llamo Karin y, a partir de hoy, voy a trabajar con vosotros. ^.^
− Encantado. Yo soy Asato Tsuzuki y soy un shinigami del Departamento de Citaciones. Si tienes algún problema o alguna pregunta, no dudes en acudir a mí. Ya sé, ¿qué tal si te enseño el edificio y luego vamos a comer algo?
− Nada de dulces, hoy tienes que trabajar. − le reprochó el jefe.
− Espero que seamos muy buenos amigos, Karin ♥
− Déjala ya, que pareces un pulpo. La pobre no puede ni respirar. − se entrometió Hiso.
− Ah, sí. Este es mi compañero, Hisoka Kurosaki. Aunque al principio parezca reservado y distante, verás que es una persona maravillosa.
− Baka, deja de hablar. Vamos a trabajar (Hiso también es poeta = rima consonante).
− Xííí (sí).
Los dos shinigamis se marcharon acompañados por el jefe, dejando solos a Karin y a Tatsumi.
− Me llamo Tatsumi y voy a ser tu compañero.
− Encantada. El sr. Kanoe me explicó un poco lo que tenía que hacer, mas me gustaría que usted me dijese sus preferencias. Pido que me explique el caso que están investigando. ¿Cómo trabajaban con el señor Watari?
− Yo me encargaba de la administración y de tenerlo todo en orden, y él analizaba las pruebas. Por cierto, ¿tú y Watari...?
− Etoo...o_o…pues...o_O...yo...O_O. Es que soy su prima.
− Ya me imaginaba algo así. Os pareceis mucho, ¿sabes? Tanto en el color del pelo, como en los rasgos. Hasta teneis la misma manera de moveros. Seguro que pasais mucho tiempo juntos. Dime, ¿por qué está de baja? ¿Qué le ha pasado?
− Lo siento, pero yo tampoco sé nada. Hacía mucho que no hablábamos. ¿Cómo quiere que sepa lo que le pasa?
− Sí, seguro Bueno, si le ve, dígale que si está de baja por culpa de sus experimentos estúpidos me las va a pagar.
− De acuerdo ^.^U No sé qué paso entre mi primo y usted...
− No pasó nada. Solo que estoy preocupado por él. No me gusta lo que hace cada día en su laboratorio, lo deja sin energía. No hace falta que me llames “usted”, es mejor que me digas por mi nombre. Aquí no somos un grupo de viejo serios, somos camaradas.
− Está bien.

********************************************************
Pasaban los días y Karin asistía a su trabajo en el Ministerio. Bueno, en realidad no era Karin, era Watari con su nuevo cuerpo. Le impresionó lo fácil que era hacerse pasar por mujer. Aunque físicamente sí lo era, su mentalidad seguía siendo la misma que cuando era un hombre. ¿Qué distingue al hombre de la mujer? ¿Realmente hay tantas diferencias? Solo el jefe conocía su secreto. No quería revelárselo a nadie, pero tuvo que hacerlo − necesitaba el apoyo de Kanoe. Ahora tenía una coartada perfecta.
“Mira que soy malo. Jujuju. Nadie sospecha nada.” Está claro que no tuvo problemas para adaptarse, solo seguía haciendo sus tareas de siempre. “A que tengo morro.” Su deseo se estaba cumpliendo y no iba a parar hasta conseguirlo en su totalidad. Ese día, decidió que iba a lanzarse.

Tatsumi abrió un nuevo archivo, recién recibido, sobre el caso nuevo. Lo leyó atentamente y comenzó a teclear palabras en la pantalla del ordenador. No le apenaba en absoluto que toda la gloria se la llevaran Tsuzuki y Hisoka. Ellos descendían a la tierra y tenían contacto directo con las personas. Su trabajo era más peligroso, más dinámico y más emocionante que el suyo. Por el contrario, él se pasaba los días dentro de la oficina. Y pensar que antes era él el que corría al lado de Tsuzuki por las polvorientas y ruidosas calles. No, era mejor lo que hacía en la oficina. Aunque no fuese un trabajo tan gratificante, si él no estuviera allí, los otros shinigamis no podrían hacer nada de provecho. Se abrió la puerta y entró Karin.
− Karin, ¿qué haces aquí? Pensaba que ya te habías marchado.
− No, voy a quedarme aquí a ordenar papeles. Siempre te quedas solo y hasta muy tarde. No pienso permitir que hagas tú toda la faena. Dime, ¿en qué puedo ayudarte?
− No es necesario que me ayudes. A mí me gusta quedarme, es más, por las tardes no tengo nada mejor que hacer. Vete a dar una vuelte, al cine, tómate algo, queda con tus amigas. Yo me las arreglo muy bien, no tardaré en acabar.
− Yo tampoco tengo nada mejor que hacer. ¡Voy a quedame aquí lo quieras o no!¡No permitiré que te quedes solo ni una vez más!
− ...En fin... si tantas ganas tienes... Pero si luego te cansas o te aburres o piensas que has perdido el tiempo, será culpa tuya.
− Vale ^.^
Pasaron dos horas y todavía les quedaba mucho por hacer. Watari no dejaba de sorprenderse: ¿Cómo podía Tatsumi trabajar tanto sin cansarse? Sus manos parecían las de un robot, moviéndose horas y horas sobre el teclado. Así es él: una máquina de producir el bien sin pedir nada a cambio. Tiene en cuenta todo, menos a sí mismo. Encierra sus sentimientos en una caja que le abrió tan solo una vez. Pero, desde que se separó de Tsuzuki, intenta por todos los medios deshacerse de la caja. La tira por precipicios, la quema, la encadena, la hace volar por los aires, la apuñala, la congela y la encierra. Quiere dejar de sentir el dolor que le corroe por dentro. No puede hacerlo, sabe bien que nunca lo conseguirá. Aun así, vuelve a lanzar la caja contra la pared. A Watari le dolía ea actitud de Tatsumi. ¿Cómo podía ser que esa persona tan trabajadora, tan admirable y tan bondadosa sufriese tanto en esos momentos? ¿Cómo podía ser que quisiera enterrar sus sentimientos?
− Ya está. Ya he terminado con esto. ¿Tú cómo lo llevas, Karin?
− Muy bien. Voy a guardar los documentos y podremos marcharnos.
Se levantó de la silla giratoria. Dio un paso, pero apoyó mal el pie, que, para colmo, se había dormido. Ya se veía por los suelos, por eso no reprimió el grito:
− ¡KYAAAAA!
Pero, a pesar de loque esperaba, no alcanzó el parqué que cubría el suelo. Unas fuertes manos l@ habían sujetado.
− ¿Estás bien? − preguntó Tatsumi algo nervioso.
− Sí, estoy perfectamente gracias a ti − sonrió. − Lo reconozco − se me había dormido la pierna. − Silencio.
− Jajaja. Ya me lo figuraba. Tanto tiempo sentada es normal que te pase. Las chicas sois tan ingeniosas: no se puede prever cuándo hareis algo inesperado. Me has pillado por sorpresa.
− Pero si fue sin querer U
− Lo sé, pero me ha hecho mucha gracia. ¿Será que ya estoy cansado de aguantar al jefe? − vuelve a soltar otra carcajada.
A Watari se le estaba calentando la cabeza. Ver reir a Tatsumi lo hacía tan feliz. Sentía el calor en su cuerpo y en sus mejillas. No le apetecía controlarse más: rápidamente cogió la cara de su compañero y lo besó. Consiguió cogerlo por sorpresa, y esa era su intención. Por su parte, Tatsumi estaba totalmente desprevenido y se dejó llevar. Abrazó a esa dulce chica y respondió a su beso. La “chica” en esos momentos estaba en el cielo. Siempre había soñado cómo sería su primer beso y lo imaginaba exactamente tal y como estaba sucediendo. Muy suavemente, separó los labios de Tatsumi y degustó su boca. El último tampoco se quedaba atrás, acariciando con su lengua la boca de Watari. Los dos solo podían pensar una cosa: “Qué maravilla. Podría estar toda la vida así.” Al final, no tuvieron más remedio que separarse. Entonces llegó el incómodo silencio. Watari quería explicarse, pues había empezado él, pero no encontraba las palabras.
− Bueno... nos vemos mañana... y ya hablaremos entonces.
− Hasta mañana − atinó en decir Tatsumi. …l no necesitaba explicaciones − estaba totalmente embelesado por lo que le había pasado.

Llegó a su casa dando un portazo. Estaba desbordado, y con razón. A la vez se sentía embriagado por la felicidad que lo invadía. ¡Por fin había logrado mostrar su amor a Tatsumi! Sentía que flotaba. ¡No podía estarse quieto! Se quitó la ropa del trabajo , volviendo a recordar que su amor había tocado esa ropa. Palpó su cara y se derretió al pensar que sus labios se unieron a los de Tatsumi hace menos de una hora. Se vistió con un pantalón y una camiseta, y decidió salir a celebrar su triunfo. Se dirigió a un restaurante de Osaka, el familiar ambiente del cual lo hizo sentirse muy satisfecho. Acurrucado entre las almohadas de sus sueños se percató de que todo podía pasar y de que sus intentos y sus esfuerzos no fueron en vano. Veía la felicidad tan claramente, que le parecía hasta tangible. Ni el vino, ni la comida, ni el helado podían compararse ni un poquito con lo que él había probado hoy. “No volveré a lavarme la boca.” Bromeaba consigo mismo. “Sin lugar a dudas, volveré a repetir la experiencia. Aunque para eso tenga que atar a Tatsumi y ponerle una camisa de fuerza.” Reía sin cuestionarse lo que le diría a Tatsumi al día sisuiente. Una vez más, dejaría que las cosas siguieran su curso natural. Le daba la impresión de que el shinigami había disfrutado, al igual que él, con ese beso. No quería hacerse ilusiones, peor no podía evitarlo. Ansiaba el amor. Deseaba algo real, deseaba vivirlo. No le importaban los ostáculos que tendría que sortear: obtendría el cariño de Tatsumi. Mañana lo abrazaría para no dejarle escapar jamás.

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¡Riiiiiing! ¡Riiiiiiiing!
El teléfono no paraba de sonar. “Qué pesados” pensó Tsuzuki. “Hasta en mi casa no puedo dormir en paz.” Cerró los ojos pensando que pararía, pero nada de eso. El teléfono sonaba estridentemente. Era imposible dormir con ese ruido. “En fin, no tengo alternativa. He de descolgar.” Cogió el teléfono:
− Moshi-moshi.
− ¡MÁS QUE BAKA!!! Hace más de media hora que te estoy esperando. ¿Por qué no respondías a las llamadas? ¡¿Dónde estás?!
− Ah, Hiso-kun, buenos días. No te sulfures. ¿Tú dónde estás ahora?
− ¡En la puerta de tu casa! ò_ó
− Creo que se ha estropeado mi reloj. ¿Podrías decirme qué hora es?
− Ese es el problema. Son las 9:32 y teníamos que estar en el trabajo a las nueve.
− ¿¡QU…………………!?
− Lo que oyes. Y encima tienes el morro de decir: “No te sulfures”. ¿¡Dónde demonios estás!?
− En mi casa.
− Pues baja ahora mismo.
− Es que... gomen, Hisoka. Me acabo de despertar T.T

Diez minutos más tarde Tsuzuki ya estaba listo (con la “ayuda” de Hiso XDD). A las 9:45 los dos entraron por la puerta de la oficina.
−Konnichiwa Tatsumi. Perdónanos pos llegar tarde. − a Hisoka se le caía la cara de vergüenza. Estaba en posición defensiva, preparado para recibir la furia de Tatsumi en su máxima expresión.
− No pasa nada. Creo que no pasará nada grave si llegan tarde una vez.
Hisoka lo miró sorprendido (y agradecido). Algo había logrado tranquilizar a Tatsumi. Hacia meses que no lo veía tan calmado. Tenía la expresión de estas pensando: “Poco a poco lograremos resolver todo lo que nos propongamos”. Un camio positivo no venía nada mal a aquel hombre, al cual Hisoka consideraba uno de los más reservedos y misteriosos.
− No sonrías, Tsuzuki. Me supongo lo que ha pasado y no saldrás bien parado de ésta. Lo lamento, pero tengo la obligación de reducirte el sueldo.
− ¿Qué? Noooo T.T Tatsumi, por favor, no seas malooo.
− El trabajo es el trabajo.
La manija de la puerta giró y entró Karin.
− Lo siento por el retraso.
Esas palabras no hicieron falta. Todos se quedaron mirándola, especialmente Tatsumi. Estaba hermosa. Llevaba un vestido azul cielo sin mangas. Estrecho en la parte de arriba y muy ancho en la parte de abajo. La falda formaba pliegues y hacía frufrú, marcando el mínimo movimiento. Para cubrir sus hombros vestía una rebeca blanca. Su pelo estaba en parte recogido por una pinza, y en parte suelto. Algunos mechones rubios caían sobre sus mejillas sonrojadas y su cuello. Presentaba tal aspecto de frescura y juventud que nadie diría que estaba muerta.
− Ho... hola Karin. − Tatsumi estaba como un tomate.
− Hola. Paso al laboratorio enseguida. Toma, esto es lo que he podido avanzar por la noche.
Cuando se quedó a solas encendió el ordenador, dispuesto a escribir lo que Karin le dio. Pero en la carpeta solo encontró una pequeña nota:
“Te espero a las siete en el parque detrás de los edificios.
Karin”

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