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Nunca encontrarás el amor si escuchas al corazón. por Arima_Shiro

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Capítulo 4: Sin amor al arte.
Tatsumi se quedó perplejo mirando la nota. Repasaba con la mirada cada una de las palabras una y otra vez. Aunque le parecía tan irreal, era evidente que lo que sucedía era cierto. Con el ordenador encendido, sentado delante, por una vez ignoraba ese aparato. No dejaba de darle vueltas a lo que le estaba pasando. “Será mejor que guarde este papel, no vaya a ser que lo vea alguien.” Aun cuando lo había guardado, continuaba immerso en sus dudas. No entendía nada. Le era imposible concentrarse en los mails y los documentos. “Enter – escape – enter – escape” Cuando notaba que empezaba a implicarse demasiado, escapaba. Siempre hacía lo mismo, huia por el miedo. Es más cómodo pasar de todo, decir que no, que mojarse y luchar por un sentimiento. Aunque digan que estar con alguien nos da fuerza, es más difícil estar con alguien que estar solo. “Voy a tomarme un descanso. No puedo seguir estando en las nubes. Ya sé, bajaré a la cafetería a tomarme un zumo.”
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Las escaleras me llevan hacia abajo. Las escaleras me evocan el destino, la vida, pues no son para parase allí y descansar. Su función es llevarnos a un sitio. Conectan mundos, estados, épocas. Me dejo arrastrar por su corriente, pero acabo saliendo de ella para hacer una parada en el lugar de mis reflexiones. Entro a la cafetería, que está en el primer piso, y me siento en una mesa. Parar ser el lugar donde voy a recordar y a pensar en mi vida en muerte miserable, es muy acogedor. Los rayos del sol traspasan los cristales y las cortinas, dándole un ambiente matinal y alegre al local. Es un lugar agradable, con las paredes pintadas de un suave color pajizo. Los muebles son rústicos, en las ventanas hay macetas con pensamientos. Se nota un plácido aire de somnolencia, realmente me hace sentir mejor. Estoy más relejado. Le pido a la camarera que me traiga un zumo de naranja, ella sonríe y se va hacia la barra. Por el camino se cruza con una de sus compañeras y empiezan a cuchichear algo. Puede ser que hablen de mí. Estoy casi seguro de que hablan de mí. No suelo venir por aquí y se les debe de hacer interesante ver caras nuevas. Bueno, que hagan lo que les parezca, a mí no me incumbe en absoluto. He de pensar en ella. En Karin. Desde el primer momento me pareció muy bonita... igual que él. Maldición, ¿por qué igual que él? ¿Acaso estoy loco? Ella es una chica, muy femenina, frágil y dulce. Tsuzuki, en cambio, es un hombre. A pesar de que tenga esa carita preciosa y esos ojos tan increíbles, sigue siendo un hombre. Es alto, huesudo, tiene los hombros anchos... ¿Por qué? ¿Por qué me pongo rojo al pensar en él de esta manera? ¿Soy un pervertido? ¿Y por qué es igual que Karin? ... Frágil. Tsuzuki es tan frágil. ¡Sufre tanto! Sus sentimientos son como cuchillas que desgarran su corazón. Y yo, al ver como se lesiona, cojo un puñal y empiezo a cortarme a mí. Por que no soporto contemplar como se desangra, porque prefiero la muetre antes que verlo sufrir. Cuano veo la melancolía reflejada en sus ojos, quiero estrecharlo entre mis brazos, protegerlo de todos los males. Quiero que sea feliz estando conmigo, que me quiera y yo quererle.
− Aquí tiene su zumo ^.^
− Ah, gracias.
Pero lo abandoné. Preferí decir no. Tenía miedo de quererle. Y tenía miedo de no poder consolarlo y protegerlo. Tenía miedo de que me rechazara. Incluso, si ahora lograra superar mi temor, ya es demasiado tarde. Porque él está enamorado de otro. Cada vez que está con Hisoka, lo noto en sus ojos. Sonríe por dentro. Y cada vez se hace más fuerte, ya que, aparte de superar su tristeza., quiere proteger a ese chico. Mientras tanto yo estoy a su lado, muriéndome de celos y de impotencia. ¡Qué patético! Por fuera aparento (y eso se me da muy bien) ser el típico oficinista brillante y perfecto, cuando por dentro me estoy pudriendo. ¿Cuándo acabará este sufrimiento? A lo mejor Karin me ayudará a olvidarlo. Sería ruin utilizarla como consuelo, pero es que... para mí ella también es especial. Desde el primer momento me pareció muy bonita. No es nada del otro mundo, pero reconozco que su físico me gusta. Eso sí, lo que más me ha sorprendido es su carácter. En el trabajo casi no ha necesitado adaptarse. Sabe qué toca hacer en cada ocasión, es muy oportuna. Sabe qué decirme. En cada momento, noto que está muy pendiente de mí, me observa. Su atención está puesta en el trabajo y en mí. Si me viese ahora, seguro que preguntaría qué me pasa. Que sea tan amable conmigo me halaga, sineto un calorcillo en el pecho que llega a ser tan intenso que apaga el dolor. Es una persona muy bromista. Al verme serio, intenta hacerme reir. Al principio, yo pasaba de sus chistes, pero, día tras día, comenzaron a gustarme. Ya no me cuesta tanto reirme y hay muchas cosas de la vida que empiezan a parecerme graciosas. Karin es risueña y optimista. Es desordenada, al igual que su primo. Ahora que lo pienso, estos dos se parecen muchísimo. Seguro que de pequeños jugaban juntos. ¿Dónde estará Watari? Por mucho que lo he intentado, no he podido sonsacarle nada al jefe. Tanto misterio no es normal. Aquí se está cociendo algo. Puede ser que le haya pasado algo en sus experimentos... ¡Seguro que se quedó embarazado! ¡Jajaja! Estoy mal, estoy mal... Pasar tanto tiempo con Karin me afecta. Es una buena compañera. Hasta hace poco he pensado en ella como en una amiga. Pero todo cambió ayer. Cuando me besó, mis sentidos se dispararon. Me transmitió una pasión increíble, no creí que ella me quisiera de esta manera. Mi corazón iba a mil por hora. Y ella... estaba tremendamente seductora. No sé qué voy a hacer. ¿Qué voy a decirle hoy?
− ¡Hola Tatsumi! ¿Qué haces?
Esa voz, ¿de dónde vendrá? Levanto la vista y me encuentro con un par de enormes ojos esmeraldas, que me miran curiosos.
− ¡Hola Hisoka! No me encuentro muy bien, y he bajado a descansar un poco.
− Yo también estoy cansado. Ayer no pude dormir, necesito urgentemente un café. ¿Te importa que me siente contigo?
− En absoluto.
Se va hacia la barra, a buscar su café. Ahora que está ocupado hablando con la camarera, aprovecho para observarlo. Al igual que Tsuzuki, es muy atractivo. En cambio, su belleza es casi femenina. Tiene esos ojos tan enormes y brillantes, esas facciones tan delicadas, esa piel tan fina y tan blanca. Su cuerpo no está hecho para practicar artes marciales ni para enfrentarse a demonios. Debió de haber sido una hermosa escultura de un museo italiano. Su físico me deja indiferente, su persona me deja indiferente. Lo que me hace sentir algo es la relación que mantiene este crío con Tsuzuki. Será mejor que me controle, o acabaré diciendo cosas que no me conviene decir. Ya se acerca. Se sienta y me mira. No habla, ni sonríe, está encerrado en sí mismo. A mí ya me está bien, solo faltaría que empezase a contarme sus problemas. Mas este silencio se hace muy incómodo. No me siento a gusto.
− ¿Cómo es que no dormiste ayer? ¿Tienes insomnio? − me importa un beldo que no duermas, pero preocuparás a Tsuzuki. Si llora por tu culpa, te haré tragarte cinco litros de valeriana.
− No, estoy bien. Me puse a leer y, cuando acabé, mi cabeza estaba tan henchida que no pude pegar ojo. A veces me pasa, los pensamientos no me dejan dormir.
− ¡Qué curioso! A mí también me pasa lo mismo. Pero, en vez de no dejarme dormir, los pensamientos no me dejan vivir.
Pone cara de preocupación. Se ha vuelto más dócil con el tiempo. Ya no hay marcha atrás. ¡Voy a estallar!
− Dime, Hisoka, ¿qué relación tienes con Tsuzuki? ¿Teha dicho algo? ¿O quizás hubo algo más?
− No sé de qué me hablas. Tsuzuki es mi compañero de trabajo, al igual que fue el tuyo.
− Y encima tienes que restregármelo por la cara. Ya sé que me equivoqué. Mi mayor error fue dejar a Tsuzuki. Si todavía estoy a tiempo... podría arreglarlo. Pero tú estás en medio. ¿Sabes qué? Todo lo que te dije es una mentira. No quiero que estés con él porque no te lo mereces. ¿Qué habrá visto en un niñato como tú? Si solo lo insultas. …l, que no quiere lastimarte, se está conteniendo. ¿No lo ves? ¡Te odio, me da asco tu presencia! Tsuzuki se merece a alguien mejor.
Salgo corriendo, esta vez, físicamente. Acabo de meter la pata Bajo corriendo las escaleras, salgo del edificio. Corro entre los cerezos. Las lágrimas se entremezclan con lo pétalos rosados. Solo deseo una cosa: huir. Las sombras vienen hacia mí y me sumerjo en ellas, para alejarme del lugar en el que acabo de herir a una persona. ¿Cómo he sido capaz de decirle algo así? He sacado toda mi mierda a relucir bajo el sol, y para colmo, delante de mi rival. Si es que ni siquiera es mi rival. No lo odio. Todas las palabras que le dije no iban dirigidas hacia él... sino que hacia mí. Porque el único que da asco soy yo. No puedo volver. No hay salida.
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Tokio, la ciudad más poblada de Japón. Es aquí donde me refugio siempre que quiero estar solo. Parece irónico, pero es cierto. Cuanta más gente tenga a mi alrededor, más solo me siento. En momentos como este uno se da cuenta de que nadie puede comprenderlo, de que, por mucho que tengamos lazos de amistad o de amor, somos personas aisladas. Me siento perdido. No tengo ni idea de qué voy a hacer ahora. Estoy rodeado de luces, pero estoy tan confundido como si caminara entre la niebla. Me he escapado del trabajo, he gritado a Hisoka, he dejado plantado a Karin...¡y no dejo de pensar en Tsuzuki! Seguramente, ni siquiera se ha dado cuenta de mi ausencia. Puede ser que Hisoka le haya contado todo. Solo he conseguido empeorar las cosas. Ahora me odiará y querrá darme una paliza. No podré defenderme, porque lo amo. Lo único que me apetece ahora es olvidar. Iré a un bar e intentaré emborracharme.

Tatsumi se adentró en una sucia callejuela. Cada uno de los detalles señalaba la miseria que allí se vivía. Las luces de neón lo atrajeron hasta un pequeño local que olía a vodka y a tabaco. Se sentó en la barra y pidió un whisky. “Así será más fácil” pensó. Oía voces, risas, música... Tanto jaleo para una vida falsa, escapando de la cruda realidad, la vida de los malditos. “Yo sí que estoy maldito. Me merezco un lugar entre los cubos de la basura. Quiero dormir allí para siempre.” Continuó bebiendo. Vaso tras vaso. Nadie se lo impedía, podía beber mientras tuviera con qué pagar. La cabeza empezó a darle vueltas. El olor a sudor, los gritos, el mal sabor en la boca... todo giraba en un torbellino hasta estallar. Cayó al suelo. Nadie se dio cuenta, claro. Todos seguían con sus fantasías etílicas.
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Se está moviendo. Va a despertarse. Se pasa la mano por la cara arrugando el entrecejo. Lo mire por donde lo mire, me parece monísimo. Cuando duerme tiene una expresión tan tranquila. Me acuerdo de que una vez se quedó dormido ante el ordenador. La noche anterior estuvo trabajando, y a la mañana tenía sueño. Estaba un poco sonrojado, su cara expresaba la ternura y la serenidad. Lo confieso, no pude resistirme. Suena a pervertido eso de besar a una persona que duerme, pero los que están enamorados seguro que me entienden. Me acerqué sigilosamente, atento a cualquier ruido. Deposité un suave beso en su boca. Desués, saqué la lengua y lamí esos labios tan sensuales. Mmm... es delicioso recordarlo, aunque haya sido un simple “pico”, y, para colmo, sin su consentimiento. A menudo me pregunto: ¿qué habrá pasado si estuviera desperto? ¿Me seguiría la corriente o me rechazaría? Lo más probable sería lo segundo. Tatsumi está convencido de ser heterosexual. Si yo, que soy un hombre, intentara abrazarlo, o, al menos, decirle que le quiero, se asustaría. Me repudiaría. Y yo, no tendría ni su amor ni su amistad. Lo quiero tanto que no me importa cambiar por él. Hace unas escasas horas lo encontré en un callejón, tirado entre la basura. No puedo imaginarme lo que le habrá sucedido para llegar a un lugar así. Comprobé su pulso. Pos suerte solo dormía, no se trataba de un coma, no tenía anomalías. Aun así, era evidente que la causa de su sueño era el alcohol. Me dispuse a llevármelo, pero oí voces a mis espaldas. Eran dos hombre que salían de un bar. Tenían las caras rojas y las camisetas rasgadas.
− Vaja, vaja, mira qué tenemos aquí − dijo uno de los individuos.
− Una putilla. Ey, guapa, ven aquí. Deja a ese pringao, te lo pasarás mejor con nosotros.
Me tambaleé del asco que me daban esos cretinos. “Ya os gustaría que viniera con vosotros” pensé “pero no sois ni la milionésima parte igual de guapos que mi niño. ¿Cómo pueden unos pobres macarras como vosotros querer algo conmigo? Ja, muy creído os lo tenéis.” Pasé de ellos olímpicamente. Les di la espalda, mas no resultó ser una buena idea. Uno se me acercó por detrás. Con una mano me inmobilizó los brazos, con la otra me agarró del pelo. El segundo hombre vino por delante. Estaba muy borracho, pues no sabía qué hacía. Sacó su polla de los pantalones, la tenía al rojo vivo.
− Venga, sé buena y no nos obligues a hacerte daño. Te enseñaré lo que es gozar.
Esa fue la gota que colmó el vaso. Soy pacifista y soluciono los problemas hablando, pero...¡estaba tan cabreado! ^.^U En fin, que, con la pierna derecha, le metí al pervertido una patada “ahí” que seguro que lo dejé impotente para toda la vida. Y no solo lo dejé impotente, también lo dejé inconsciente. Como el otro tipo no me soltaba (sospecho que quería acosarme por detrás), di un giro de trescientos sesenta grados, poniéndole una zancadilla. Cayó al suelo con un gran estrépido. Para asegurarme de que no volvería a intentar nada, lo até con una bata que encontre entre la basura (ya ven, soy pacifista, no les hice daño). Cargué con Tatsumi, que seguía durmiendo. Pesaba mucho para mí, con este cuerpo de chica era dificil llevarlo. Heché un último vistazo a los gamberros que intentaron violarme y les dije:
− ¡Qué vergüenza! Espero que hayais aprendido la lección: a las chicas no se les ataca. Yo soy mucho más hombre que vosotros.
Otra vez. Parece que ahora sí se despierta. Me acerco al sofá. Quiero observar la cara que pondrá cuando se despierte. Lentamente, sus párpados empiezan a levantarse, mostrando una vista nublada. Vuelve a fruncir el ceño, con una expresión de niño pequeño, al que le acaban de quitar su juguete. Entonces, me ve a mí.
− ¿Karin? − su voz suena muy suave. ¡Me encanta su timbre! >///<
− Sí, soy yo − lo miro con toda la ternura del mundo, ahora que soy una chica no es necesario que me esconda.
− ¿Dónde estoy?
− En mi casa.
− ¿Fuiste tú quien me encontró?
− Si, estaba preocupada. No te había visto en toda la tarde.
− Pero, ¿cómo?
− Es un secreto ;-P Digamos que fue intuición femenina.
Lo noto distante. Seguramente, le duele la cabeza después de la borrachera. Su mirada... no sé, está nublada, melancólica.
− Perdóname.
− ¡¿QU…?! O_O
− U Que lo siento mucho.
− ¿El qué? ¿Por qué? [oye, Watari, quiero seriedad, que este es un momento muy dramático]
− ¡Que siento mucho todo lo que ha pasado!
− Aaaah... [¡quiero seriedad, ostia! ¡Compórtate!]
− Siento que me encontraras en ese estado. Es una vergüenza. Has tenido que cargar conmigo, te has preocupado por mí. Además yo... te dejé plantada.
− No te preocupes. No importa.
− ¡Pues claro que importa! Estabas esperando y yo me fui sin decirte nada. Te he decepcionado, he sido un estúpido...
− Tatsumi, ¿te encuentras bien?
Pongo una mano en su espalda y siento que está temblando. Se ha inclinado. Creo imaginar un enorme peso sobre sus hombros que lo hace hundirse. Lo aplasta, lo empuja hacia el suelo. Está sufriendo convulsiones. Rápidamente, le acerco un cubo, justo antes de que saque sus entrañas. Vomita mucho y, cuando acaba, le paso una servilleta para que pueda secarse. Voy al baño a deshacerme del contenido del cubo. Ya suponía que Tatsumi no se encontraría bien, pero, en el fondo, creí que sería más fuerte. Al volver, me lo encuentro sentado en el sofá. Su aspecto es deplorable y le aconsejo que se vaya a duchar. Lo acompaño hasta el cuarto del baño y le doy una toalla.
− Espera un segundo. Ahora te traeré ropa para que te cambies. Watari venía a veces a pasar las vacaciones y se ha dejado unas cuantas prendas...
Le llevo las vestimentas y salgo para dejarlo asearse. Reprimo mis ganas de entrar y ducharme con él. En este momento no hay lugar para las depravaciones. Debo apoyarlo, y no acosarlo. ¡Pero tengo tantas ganas! Tengo una idea: pondré en marcha la cámara que hay en el lavabo y lo grabaré todo. Puedo encenderla a distancia, Tatsumi no se dará cuenta. Luego, si me rechaza, tendré la cinta para consolarme. Y si dice que sí...¡lo tendré a él! ¡No necesitaré ninguna grabación! ^///^

Ya ha acabado. Jo, qué rollo. Si sólo han sido quince minutos. Es demasiado corto para ser una peli porno. ¿Habrá salido bien? Espero que sí, que se haya puesto en muchas posturas chulas, mostrando su magnífico cuerpo. XDDD Ya se encontrará mejor. Una buena ducha cura todos los males. Oigo la puerta del baño abrirse y me dirijo hacia allí. O///O ¡Uaghhhh!
− Karin, ¿qué te pasa?
− Na... nada. Ahora vengo.
Me voy corriendo a la cocina. Espero que no se haya dado cuenta de que me sangra la nariz. Y no me extraña que me haya pasado. Tatsumi con el pelo mojado y desordenado, sin gafas, con pantalones cortos, la camisa desabrochada, gotas de agua deslizándose por su piel... parece salido de una fantasía. Me tranquilizo, dentro de lo posible, y vuelvo a la sala de estar.
− Tatsumi, hoy hemos tenido una jornada difícil. Lo mejor que podemos hacer ahora es irnos a dormir. Mañana será un nuevo día. Hablaremos y lo aclararemos todo.
− Tienes razón. Es tarde y los dos dos estamos cansados.
− El problema es que... solo hay una cama y...
− Entiendo. No está bien que una chica duerma con un hombre deconocido. Yo dormiré en el sofá.
− ¡No! ¡No puedes dormir en el sofá!
− //U ¿Por qué no?
− Porque no. Porque el sofá está duro y es muy pequeño. Antes, cuando estabas acostado ahí, te colgaban las piernas. Eres muy alto.
− Pues dormiré en el suelo.
− Si duermes en el suelo te resfriarás. Tienes que cuidar de tu salud. ¡Y no eres ningún “hombre desconocido”! Eres mi compañero de trabajo. ¡Dormiremos juntos en la cama!
− ¿Y te parece bien acostarte con tu compañero de trabajo?
− Sí ^.^ ¿Qué pasa? ¿Acaso no quieres? ToT
− No es que no quiera, pero no me apetece en absoluto que me miren mal mañana. Dirán: “Tatsumi es un donjuán.” Y el jefe me sermoneará, a lo mejor me despide y todo (no lo creo, sin mí no se las apañaría).
− Nadie tiene porque enterarse de que estuviste en mi casa. No te preocupes, no te haré nada que pueda dolerte. XD
− Jajaja. Eso debería decirlo yo.
− No, porque tú eres todo un caballero. Ahora bien, yo soy una gata salvaje, una tigresa. ¡Groarrr!
− XDDD ¡Para ya!
Al fin, nos acomodamos en la cama. Tatsumi hace tiempo que está planchando la oreja, en cambio yo no puedo conciliar el sueño. Se está tan bien aquí. Me giro y abrazo su ancha espalda, tiene un tacto tan caliente. Me acerco a su oreja y le susurro: “Descansa, mi amor. Ai shiteru.” Me gustaría estar así para siempre...

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