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La historia de un samurai por Mitsusuke19

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Notas del capitulo:

Los personajes de Prince Of Tennis no son mios si no son de Konomi-sama 

Okumichi Genji, es Tezuka Kunimitsu 

Habían  transcurrido cinco años desde que Okumichi, se había ido a vivir con aquel espadachín que había conocido en el bosque. Durante aquellos años, el joven samurái pasó de ser un guerrero ah ser  el sensei del ex príncipe de Edo. Al cual le enseño todo lo que un espadachín, debe saber, antes de poder darse el lujo de recorrer el mundo.

El rubio aprendió rápidamente, todas las formas y técnicas de usar la espada, en  cualquier tipo de situación. Okumichi había cambiado mucho durante los últimos años, ya no era el pequeño príncipe que deseaba huir de aquella celda de oro y plata, sino que era un adolecente samurái que estaba listo para conocer las distintas aldeas de su país.

Esa mañana el ex príncipe, se encontraba ordenando sus pertenencias  ya que Yamato, le había dicho: "que él ya estaba listo para explorar otras ciudades de Japón". Así que Okumichi obedeció la última orden de su sensei  y empezó a guardar sus cosas, en el mismo saquito que traía, cuando llego a la casa de aquel espadachín.

Al terminar de guardar sus cosas, sale de su recamara a la vez que le da la última mirada a la habitación que fue suya durante cinco largos años. Luego de salir de su ex alcoba, se encamina al jardín, en donde lo espera su sensei, para despedirlo. 

-      Okumuchi-kun, le deseo mucha suerte, en su viaje- dice Yamato con una sonrisa.  

-      Se lo agradezco mucho, sensei- el nombrado, agradece el gesto haciendo una reverencia.

-      Por nada, eres un gran chico, muy inteligente y estoy seguro que llegaras muy lejos- sonríe a la vez que pone una mano sobre el hombro izquierdo de su alumno, el cual asiente con la cabeza.

-      Ahora debes irte- comenta el samurái con un deje de tristeza, mirando hacia el norte.

-      Sí, pero antes quisiera, agradecerle por darme sus enseñanzas y por permitirme ser su pupilo- menciona el ex príncipe, mirándolo a los ojos, con una mirada de gratitud inmensamente grande.

-      No tienes nada que agradecer y  ya te tienes que ir, antes que se haga de noche- comenta su sensei extendiendo su mano derecha, en forma de despedida.

-      Lo hare, cuídese- el rubio responde el gesto con su mano derecha y le dedica una pequeña sonrisa a Yamato.

-      Tú también, adiós- dice el samurái y abraza a su discípulo y este responde el gesto y se separan.

-      Adiós...

Después de separarse de aquel gesto recibido, Okumichi comenzó a caminar hacia su primer destino y este era la pequeña aldea de  Kanagawa. La cual quedaba a cinco días a caballo y veinte días a pie, desde donde él se encontraba; su caminar fue tranquilo ya que no tenía prisa por llegar a su primera parada, lo que le permitió disfrutar del silencio del bosque y la compañía de los animales que habitaban en él.

Los días pasaron rápidamente hasta que al fin pudo ver un letrero que decía: "Después de aquel cerro se encuentra Kanagawa". Luego de haberlo leído, sonrió y comenzó a subir la montaña, dado que a la bajada de esta se encontraba ese pequeño pueblo. Sin embargo en su camino, choco con un chico que venía corriendo, de tal manera que ambos al impactarse cuerpo a cuerpo, provocó que ambos se cayeran y quedaran en el suelo.

-      Lo lamento, ha sido mi culpa- dice el ex principe disculpándose a la vez que se para.

-      No, señor ha sido mía, por no ver, hacia donde iba- le corrige al samurái a la vez que hace una reverencia con la cabeza.

-      Hm, permítame ayudarle- comenta el rubio, ganándose al lado del otro chico y tomando una sus manos para ayudarlo a levantarse.

-      Se lo agradezco mucho- anuncia el joven con una sonrisa de agradecimiento, a la vez que queda de pie.

-      Por nada- dice de manera cortante, esperando algún gesto del muchacho pero este no da ninguna señal.

-      ¿Se encuentra bien?- pregunta al muchacho, el cual se había quedado mudado, pero antes de que él diga algo, este se desmaya en brazos de Okumichi y el cual alcanza a sostenerlo antes de que caiga al suelo.

-      Se ha desmayado, por favor resista- dice el rubio con una voz y una mirada de súplica y deseando que aquel chico desconocido, no tuviera nada grave.

Okumichi toma el cuerpo inconsciente  del joven desconocido entre sus brazos y sale corriendo, lo más rápido que puede hacia la aldea y no se detiene hasta llegar a una casa de curanderos. En donde recuesta el cuerpo del muchacho en una camilla y se sienta a su lado, esperando a que este se despierte.

El samurái lo mira atentamente, mientras que sus ojos lo recorren de punta a punta y se da cuenta que aquel joven, es pobre y que necesita que alguien lo ayude. Después de dos horas de espera, el samurái lo seguía observando pero dejo de hacer eso dado que el joven inconsciente, comenzaba a reaccionar a la vez que habría sus azules ojos, se incorpora y mira a su derecha.

-      ¿Qué me sucedió?- cuestiona el muchacho  confundido.

-      Usted se ha desmayado y yo lo he traído hasta aquí- responde seriamente a la duda.

-      Se lo agradezco mucho, señor- dice el chico, haciendo nuevamente una reverencia en forma de gratitud hacia el rubio.

-      No, tiene nada que agradecer- dice Okumichi de manera cortante.

-      Claro que sí, ¿Puedo saber su nombre?- comenta algo molesto el ojiazul, para después mirar al rubio con intriga.

-      Aa, mi nombre es Okumichi Genji y ¿cuál es el suyo?- contesta el samurái con rapidez y sin titubear.

-      Fuji Syuusuke, mucho gusto- responde haciendo un gesto con la mano en forma de saludo y el rubio le responde haciendo lo mismo, solo que en silencio.

-      ¿No es de por aquí?- interroga Fuji con curiosidad.

-      No y ¿usted?- argumenta negativamente de forma cortante.

-      Si y ¿le gustaría, conocer la aldea?- pregunta el castaño con una mirada curiosa y una sonrisa traviesa.

-      Me encantaría- dice Okumichi con algo de emoción en su mirada.

-      Con gusto le doy un tur, pero me tendrá que dar algo cambio- dice el ojiazul con algo de picardía.

-      ¿Qué seria?- cuestiona el samurái curioso

-      Algo de comer- comenta Fuji a la vez que se toca, su estómago con sus manos.

-      De acuerdo, primero iremos a comer y después me mostraras este lugar - anuncia el rubio con seriedad, mientras que el otro no dice nada, solo sonríe.

Luego de aquella presentación Okumichi y Fuji abandonan la casa de curanderos, para pasar un pequeño restaurante para comer algo y reponer energías, ya que la caminata seria larga y agotadora. Dado que esta aldea además de ser pequeña en tamaño, era extremamente larga en su longitud.

 

 

Continuara 

 

Notas finales:

Lamento la demora pero la universidad, me consume la mayoria del tiempo, voy a intentar subir dos capitulos por mes pero no les prometo nada. 

ah y si no hay comentarios, no hay continuacion

que tengan una bella semana

adios 


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