Después que Okumichi y Fuji comieran una pequeña pero deliciosa comida, ambos salen de aquel restaurante para comenzar con el tour de la aldea de Kanagawa. En el cual recorrieron: La plaza central, la playa, la casa del ministerio, por fuera de la mansión del jefe del pueblo y el mercado. En este último lugar, los dos miraban todo lo que vendían pero lamentablemente no tenían dinero para comparar aquellos objetos.
El dúo seguía caminado por aquel lugar con mucha calma, sin embargo esta non duro mucho ya que se comenzaron a escuchar gritos de auxilio, al oírse estos llamados de socorro; los dos empezaron a ver de dónde venían hasta que vieron una casa cercana del mercado. La cual ardía en llamas, al encontrar el lugar del incendio, ambos salen corriendo hacia aquel hogar, en donde ellos, se unieron a la gente del rescate y comenzaron a sacar personas de aquella prisión de fuego.
Luego de haber sacado a todos los residentes de la casa, estos fueron curados de las quemaduras por los curanderos, con sus hierbas especiales y mezclas. Sin embargo había uno que no usaba más que un rezo y, el tocar la herida con sus manos y la quemadura desaparecía, esto dejo perplejos tanto Okumichi como a Fuji, los cuales no dejaban de ayudar y de ver de reojo a este tan extraño curandero.
Cuando terminaron de hacer esa labor, la gente fue llevada por la policía a un albergue hasta que su casa sea demolida y construida nuevamente. Después que todos se fueran, solamente quedaron el samurái, el ojiazul y el curandero extraño quien miraba a los otros dos como se acercaban a él y se ponían en frente de su persona.
- ¿Se les ofrece algo?- pregunta el desconocido con intriga.
- Una pregunta- responde Okumichi de forma cortante.
- ¿Qué quieren saber?- cuestiona el curandero con una sonrisa burlona.
- ¿Eres un curandero mágico?-consulta Fuji, mirando a los ojos al curandero.
- Si, ¿eh?, ¿Cómo lo supiste?- comenta el joven, sorprendido, a la vez que abre sus ojos como platos.
- Por tu forma de curar, lo normal es que los de tu profesión curen con hierbas o mezclas de hierbas, pero tú lo has hecho con magia- dice el castaño, sonriendo falsamente.
- Ya veo, eres muy buen observador-menciona y responde aquella sonrisa.
- Gracias por el cumplido-menciona el ojiazul agradecido.
- De nada, ¿eres un samurái?- pregunta el curandero pero esta vez mueve su mirada hacia Okumichi.
- Aa
- Y tú, ¿Qué eres?- cuestiona nuevamente el chico y vuelve a mirar a Fuji.
- Alguien normal que solo pasaba por aquí- se pone nervioso y piensa que es mejor cambiar el tema- y creo que es mejor presentarnos, yo me llamo Fuji Syuusuke.
- Yo soy Yukimura Seiichi, mucho gusto- dice Yukimura a la vez que hace una reverencia.
- Mi nombre es Okumichi Genji, es un placer- menciona el samurái, imitando la acción del curandero.
- ¿Están viajando juntos?- pregunta Seiichi de la nada.
- No- responden al mismo tiempo los dos jóvenes.
- Entonces, ¿Por qué están juntos?- cuestiona el muchacho con más interés en el tema.
- Porque nos conocimos por casualidad y le estaba dando un tour por la aldea a Okumichi-kun, cuando escuchamos los gritos del incendio y venimos ayudar- responde el ojiazul con rapidez.
- Ya veo pero te equivocas- dice el joven muy seguro de sí mismo.
- ¿En qué?- pregunta Fuji confundido.
- En este mundo no existen las casualidades solo lo inevitable- comenta a la vez que mira el cielo.
- ¿A qué te refieres?- duda el ojiazul mas perdido que un ruso en una clase de francés.
- Yukimura-kun, se refiere a que el destino tenía previsto que estos encuentros, el tuyo con el mío y el nuestro con él, era algo inevitable o sea algo que no se podía impedir por ninguna circunstancia- menciona Okumichi a la vez que cierra sus ojos y con mucha sabiduría en sus palabras.
- Entiendo, ¿Por qué el destino quiso que nos encontráramos?- pregunta el castaño con curiosidad.
- No lo sé - mirando a Yukimura- y ¿tu?.
- Yo tampoco lo sé pero quizás, el destino quiere que viajemos juntos- dice a la vez que baja su mirar y la deposita en los otros dos jóvenes.
- Puedes que tengas razón-comenta Fuji con una sonrisa, sincera.
- Aa
- Entonces, ¿puedo viajar con ustedes?- consulta Yukimura ilusionado a la vez que sus ojos brillan con intensidad.
- Si- comenta los dos chicos al mismo tiempo.
- Estupendo y creo que será mejor ir a buscar una posada, ya está por oscurecer- menciona Seiichi feliz y a la vez preocupado por donde iban a pasar la noche.
- Es verdad- dice el ojiazul con una sonrisa.
- Vamos- menciona Okumichi en forma de orden, como si tratara de un militar que manda a sus soldados.
- Si
Y así el trió se fue en busca de una posada, la cual fue difícil de encontrar y después de mucha búsqueda hasta que al fin encontraron una, querían una habitación para cada uno, sin embargo solo quedaba una habitación con una cama de dos de plazas y una de media plaza. No les quedo más remedio que aceptar o tendrían que dormir en las heladas calles de la cuidad, así que después de haber aceptado aquello subieron a su cuarto e hicieron jan ken pon para decidir que cama ocuparían.
Al finalizar la partida, Okumichi y Fuji dormirían en la cama grande y Yukimura en la pequeña, este se acostó primero y quedo profundamente dormido mientras que el otros dos, se acostaron uno por cada lado el samurái por el izquierdo y el castaño por el derecho y también se quedaron dormidos. Sin embargo y sin querer queriendo el rubio dormido, abrazo al otro como si fuera un osito de peluche, pero el meno ni se movió dado que se encontraba en el séptimo sueño.
CONTINUARA